Cap.XLIX / (40ªEt.=32,0Km) LAXE/Bendoiro –OUTEIRO/Vedra
(1 Octubre, Viernes)
Mi reloj biológico es casi infalible; como alguna vez he
apuntado, suelo dormir de un tirón hasta las 5 de la
mañana aproximadamente. A esa hora me despiertan las
ganas de hacer ‘pipí’, por muy ligeras que sean; o lo
que es lo mismo: cuando me aprieta esa necesidad
fisiológica sé que nos acercamos mucho a las 5h… Pero es
que además, en esta ocasión me viene de perlas ese
‘despertador’ para recoger la batería de mi cámara
digital, la cual debe estar más que cargada. Debo buscar
el enchufe bajo la litera contigua, usando la linternita
para ese menester, y tras apartar una mochila y varias
bolsas de plástico me llevo un chasco: en lugar de mi
batería está enchufado allí el móvil de algún colega.
Tendré que apartar cantidad de obstáculos, para barrer
con el haz de luz de la linterna la zona inmediata, y
finalmente hay suerte: en los pies de la cama localizo
casi junto al pasillo el cable de mi cargador, asomando
entre algunos trastos, y tras él la batería dentro de su
cápsula.
Un poco cabreado por el incidente, aunque aliviado por
su buen fin, salgo del dormitorio para ir lavabo
procurando no despertar a nadie. Han dejado la puerta
entornada porque es ruidosa al cerrarse, y vuelvo a
dejarla igual cuando regreso para retomar mi litera.
Antes de subir echo un vistazo a la cámara, para
comprobar con alivio que la batería se ha cargado bien;
necesito ilustrar la aventura de cada etapa con las
fotos del Camino, y me hubiera fastidiado bastante
quedarme sin esas imágenes en esta jornada. Luego me
reincorporo cuidadosamente a la colchoneta procurando no
zarandear la litera, para no despertar al de abajo; pero
no hay problema, porque resopla como un condenado
evidenciando estar “roque”. Una vez arriba, vuelvo a
usar mi linternita para mirar el reloj: aún son las
5,07h… Deberé dar unas cabezadas durante hora y media…,
y lanzo ese concreto mensaje a mi cerebro. Aunque suene
a broma me funciona, tengo esa rara habilidad: a las
6,35 de la mañana me despierto, algo que puedo
confirmar mirando nuevamente el reloj con la linterna.
Salto otra vez de la litera y vuelvo a salir afuera,
cargando ahora con todas mis pertenencias para
organizarlas sobre la mesa del comedor. Una vez en el
pasillo, recojo las botas y la camiseta que había dejado
en la estantería y desciendo la escalinata de madera
hacia el piso inferior. He sido el primero en bajar a la
planta, donde están la mayor parte de servicios. Como no
tuve que desplegar el saco, el arreglo del macuto me
lleva poco tiempo. Luego paso al aseo, aprovechando la
ocasión para afeitarme a conciencia, ya que hoy me sobra
tiempo para todo; por ejemplo para envolver con
periódico la dichosa camiseta, que aún sigue algo
húmeda.
He
localizado en la mochila, envueltos en su papel
metalizado, algunos restos de comida sobrantes de
jornadas anteriores; concretamente un poco de jamón y
varias lamas de queso. Decido comer algo de esto y luego
me acerco a sacar alguna cosa de las máquinas
tragaperras, porque a estas horas suele devorarme el
hambre. En la primera que encuentro saco un par de
“sobaos” y de la segunda elijo café con leche entre
otras infusiones y bebidas disponibles. Las pastas no
están mal pero “lo otro” sabe a cualquier cosa menos a
café; es lo que en roman paladino podríamos
denominar un “aguachirri”. Cuando termino son las 7 en
punto y me acerco al dormitorio para despertar a
Francisco. Ya hay en la parte baja bastante gente,
se han ido incorporando paulatinamente. Me pide F
que saque para él lo mismo que he desayunado yo, y se lo
preparo junto con el resto de lo que llevábamos en la
mochila. Mientras desayuna mi colega ha llegado
puntualmente Isabel, a la que veo perfectamente
equipada para guiarnos por el estrecho y húmedo sendero
que nos separa de la carretera; tiene una linterna tipo
espeleólogo sujeta a la frente con una cinta,
demostrando que en algunas cosas va mejor equipada que
nosotros.
< img 1:
(parroquia de Prado / conc. Lalín) desvío hacia
Borralla y a Ponte Taboada desde la N-525
(km3-8.19h)>
Salimos del
Refugio de A Laxe
a las 7.37, con Isabelita abriendo marcha. Pronto
alcanzaremos la carretera nacional, donde tomamos el
arcén izquierdo para circular uno tras otro, en ‘fila
india’ como debe ser; no debemos obviar esta norma de
tráfico cuando andamos en carreteras, especialmente si
son algo transitadas como esta. Pasamos junto al Bar
Restaurante Mª José que está cerrado todavía;
sabíamos que se abriría algo más tarde pero no hemos
querido retrasar el inicio de la etapa. Pronto
alcanzaremos Prado, del que solo veremos el
cartel y un par de casas. Tras este lugar bajaremos
enseguida por una pista asfaltada que sale hacia la
izquierda; un cartel indicador nos confirma que vamos
hacia Ponte Taboada
(foto
nº1arriba).
< img 2:
(Borralla , parr. de Prado / conc. Lalín)
desvío a izquierda por antigua vía romana hacia
a Ponte Taboada (km4,1-8.31h)>
La citada pista resulta ser la carretera local PO-203,
que en pocos minutos nos lleva hasta un puente del siglo
XIX desde el que vemos a lo lejos un viaducto de
considerable altura. Miro el mapa y lo identifico como
el cruce de la antigua línea férrea sobre el río Deza.
Pero justo antes alcanzar el puente citado
anteriormente, unas marcas señalan que nuestro camino
baja por la izquierda (doble
img nº2 arriba).
Nos introducimos ahí en una estrecha y preciosa
corredoira, que atraviesa una zona
extraordinariamente boscosa. Muy poco después sentiremos
de cerca el tumultuoso río Deza, que baja a la
derecha muy cerca de nuestro sendero,
describiendo justamente aquí un acusado meandro. Me abro
paso como puedo entre la tupida enramada y, aunque con
algunas dificultades, consigo sacar una instantánea de
sus nerviosas aguas; cuya calidad, por la poca
iluminación del bosque galería, no permite su
reproducción aquí.
El famoso Ponte Taboada está
bastante cerca; desde que abandonamos la pista asfaltada
no habremos tardado en llegar a él ni diez minutos.
Cincuenta metros antes de alcanzar su estribo este, la
corredoira aparece empedrada con grandes e irregulares
losas
(ver
abajo img nº3izq).
Luego sabríamos que estábamos pisando una antigua
calzada romana de carácter local, siendo el
afamado puente un punto clave para acceder a la
importante comarca de Silleda. A medida que vamos
avanzando por este antiquísimo tramo me voy fijando en
los detalles constructivos de la milenaria obra, que en
su conjunto, incluidos los accesos por ambos márgenes
del río, acabaría dejándome bastante impresionado. Nos
hallamos posiblemente ante el más relevante elemento
arquitectónico que encontraremos en nuestra ruta hasta
Santiago
(Ver
Nota 18, e imagen nº21 al final del capítulo).
Pero vamos paso a paso, porque antes de cruzar la
emblemática estructura medieval se me ocurre tomar una
vista lejana de esta magnífica obra y, mira por donde,
cazo a Isabelita justo en el vértice de su único
arco, mirando el panorama aguas abajo
(img
nº3der que sigue)…
< img 3:
(Borralla , parr. de Prado / conc. Lalín) 50
metros de via romana anteceden al Ponte
Taboada, obra medieval de 912 (km4,6-8.40h)>
Os aseguro que disparé la cámara sin fijarme en ‘el
detalle’; solo me fijé en la valenciana en el momento de
darle al disparador, y no me importó su presencia porque
ella no tapaba nada ni estorbaba la perspectiva general.
Por lo tanto, que nuestra colega salga en una vista
lejana de esta obra medieval no tendría que ser
destacado en este comentario, de no mediar una simpática
anécdota (ver
Nota 15 que sigue).
-Nota15-
Isabel Olmeda Belencoso,
O Ponte Taboada y un certero bostezo:
Tras hacer la foto llamé en voz alta a
Isabel, comentándole que había quedado
inmortalizada sobre la venerable estructura romana…
Pero, ante mi sorpresa, ella me respondió muy
enfadada que debería haberla advertido... Perplejo
ante esa reacción me acerco a la chica sin entender
bien el motivo de su enfado y, antes de llegar a su
altura, me aclara que la había pillado en medio de
un bostezo… Bueno, esto es lo último que se me había
pasado por la mente como motivo para enfadarse, y no
pude hacer otra cosa que reírme… Echo mano de la
cámara, y mostrando el visor me resultaba
completamente imposible ver otra cosa que el punto
azul del anorak de Isabelita sobre el
empinado pretil del arco de medio punto de O
Ponte Taboada... Se lo comento a la
colega y ya queda más tranquila. Pero como el
incidente tuvo su gracia me queda en la memoria, de
forma que al llegar a casa analicé la foto con
atención durante mi repaso del material gráfico y
apuntes. Puse pues en la pantalla del ordenador esa
foto, ampliándola al máximo, y… ¡bingo!: ahí podemos
ver inmortalizado el gran bostezo de Isabelita.
-- Querida Isabel:
desde aquí te mando un fuerte y cariñoso abrazo,
eres una fenómeno… y yo también. ¡A ver quién mejora
esta instantánea!.. Naturalmente la foto te la
regalo, es tuya, y como ya no es de mi propiedad no
es preciso prometerte que no pienso presentarla a
ningún concurso… Pero vamos, como ha pasado ya
suficiente tiempo, tienes que tomarlo ahora con
sentido del humor. Puedes presumir de hacer ese
gran bostezo sobre la mole milenaria de O
Ponte Taboada, porque mi querida amiga
tienes toda la justificación del mundo para ello. A
ver si al presidente del Concello de Lalín se
le ocurre estimular a sus vecinos para que nos
pongan algún mesón a cafetería en el camino entre
Laxe y este lugar. Con el
hambre que llevábamos, tras el madrugón, lo menos
que podemos hacer es dedicarle a este señor y sus
adláteres ese oportuno bostezo: ¿qué mejor lugar
para hacerlo que la cima del mejor monumento de su
concello?..., y que nos perdonen sus
constructores--
< img 4:
(Taboada, conc. Silleda) (km5,5-9.04h)
crucero e iglesia de Santiago // detalle portada
principal (oeste) y una ventana absidial >
Pasado 1 km del puente encontramos Taboada,
el pueblo que da nombre a esta comarca, un lugar
pequeño como casi todos los que vemos por aquí, del cual
solo tienen mención en mis apuntes la belleza de su
templo parroquial y el interesante entorno del mismo.
Cuando nos acercamos a la preciosa Iglesia de
Santiago está repicando una de sus dos campanas, y
al aproximarnos más vemos perfectamente al campanero en
plena faena. Afanándome en ello logro cazar esa imagen,
que aunque algo distante y oscura por tener el sol en
contra nos muestra perfectamente al protagonista; por
las trazas es el mismísimo cura párroco
(arriba img nº4izq).
Ahora que lo pienso, podríamos haber esperado un poco
para saludarle y entrar a ver el templo por dentro;
mejor oportunidad imposible. Seguramente no lo hicimos
por carecer entonces de la información que tengo hoy
sobre el mismo, o bien porque era demasiado temprano y
no estábamos nada cansados todavía. Se trata de una
iglesia románica, relativamente importante entre las de
la zona, cuya construcción puede datarse con toda
probabilidad a principios del s. XIII. En su interior
conserva un buen retablo, y las columnas del presbiterio
tienen bellos capiteles historiados con escenas de la
pasión. Nos llamó la atención el interesante entorno de
la iglesia, con un magnífico crucero y la curiosa talla
del apóstol Santiago (ver fotos). Es probable que la
presencia del páter, ejerciendo funciones de campanero
ante la puerta principal, nos inhibiese un poco; y por
no acercarnos demasiado a él no pudimos reparar en la
gran calidad que tiene la portada románica. De
manera que me faltó hacer esta foto y luego acercarme a
ver el ábside, en el que hay un ventanal extraordinario.
No obstante, he conseguido esas imágenes en Internet
para adjuntarlas al reportaje, mostrando un estilo
románico de la máxima pureza y categoría
(img
nº4der).
< img 5:
(parroquia y concello de Silleda) amplio
paseo entre el robledal que conduce al pazo
de Trasfontao (km7-9.22h) >
Nuestro camino prosigue por una corredoira que se
interna en bosques claros, donde se alternan los
predominantes robles con castaños y eucaliptos. Se
suceden suaves ondulaciones por una pista de tierra
relativamente estrecha; hasta adentrarnos en los
terrenos que pertenecieron en su día al gran Pazo de
Trasfontao, distante unos 2km de Taboada. En
su linde la pista se ensancha convirtiéndose en un
amplio y rectilíneo paseo, señal evidente de que
entramos en un pazo importante
(img
nº5).
Antes de llegar al conjunto de edificaciones del pazo
encontramos en un prado dos modernas casetas
portables, que tienen toda la pinta de ser los
típicos W.C. playeros ó de ferias. Posiblemente el
conjunto del pazo, con su entorno inmediato, sea ahora
de titularidad municipal o del concello de Silleda
al que pertenecen estas tierras. En este punto miro
el reloj, son ya las 9,30h.
< img 6:
(parroquia y concello de Silleda) cruzando
por fuera el pazo de Trasfontao
(edificios principales tras el muro) (km7,5-9.29h) >
El edificio principal de Trasfontao no podemos
verlo en su totalidad por estar circundado por un alto
muro; solo vislumbramos su entorno, las paredes
laterales y parcialmente la trasera; la fachada
principal queda oculta. Por lo que logramos ver desde
fuera
(arriba img nº6),
y los pocos resquicios de su contorno
(img
nº7izq. abajo),
queda patente que fue muy importante, y posiblemente aún
debe conservar elementos de interés que no están a la
vista. Viendo las dependencias auxiliares, hórreos,
muros y corredoiras que lo rodean podemos colegir que en
su día fue epicentro de un dominio territorial de vastas
proporciones…Como detalle curioso, saco la foto a un
antiguo e interesante cartel colgado en uno de los
establos, cuyo porche estaba abierto. Se trata de un
aviso al vecindario, convocando candidatos para
dotar de tripulación a un buque de la armada española (s.XVIII,
reinado de Carlos IV); algo que en aquella época
solía denominarse comúnmente ‘leva’
(ver
foto nº7der).
Otros
comentarios relativos a este pazo aparecen en
nota marginal
(Nota 16
más
abajo).
Nos quedamos con las ganas de ver más cosas del lugar,
pero el recinto principal está cercado por un muro donde
encontramos ninguna puerta franqueable, y su altura
impide una buena visión del interior.
< img 7:
(pazo Trasfontao, solar familia Montenegro)
edificio principal // curioso
cartel de leva de marinería en edificio
auxiliar (km7,6-9.32h)
Seguimos nuestro recorrido por un camino empedrado que
tiene la misma pinta que el de las cercanías de Ponte
Taboada; otra vez tengo la impresión de estar
sobre la vieja calzada romana. El sendero es estrecho,
pero tiene grandes losas que no se corresponden con su
anchura … De hecho, las losas se esconden entre el
matorral de unos márgenes de casi un metro de amplitud,
que nos separan de los típicos muretes que delimitan la
corredoira.. Esto me reafirma en la opinión de
que continuamos sobre una calzada romana original,
seguramente bien conservada en este largo trecho durante
siglos por los propietarios del pazo. En este
tramo, bastante recto, pasamos junto a viejos manzanos
asilvestrados cuyas altas ramas sobrepasan el murete
derecho y dejan caer sobre el camino la fruta madura.
Decidimos recoger varias manzanas, pues tras probar
alguna las encontramos muy dulces y podrían servirnos
para suplir la falta de agua potable.
Termina el camino empedrado cuando cruzamos un riachuelo
sobre un bien tallado pontón de piedra. Justamente aquí
vemos una casa en ruinas y al otro lado una pista que
cambia de formato, haciéndose de nuevo más ancha y
carente de muretes laterales. Evidentemente hemos dejado
el terreno patrimonial del viejo pazo y estamos
ahora en campos exteriores. Como no tenemos otra cosa en
qué pensar, F y yo hacemos nuestras conjeturas,
llegando a la conclusión de que la casa en ruinas debió
ser la vivienda del guarda que controlaba el acceso al
recinto en su época gloriosa…, así lo damos por hecho y
queda escrito.
En
esas estamos cuando vemos venir de cara a un señor de
nuestra quinta, bueno más o menos de mi edad. Nos hace
gracia porque, estando en pleno campo (aún no tenemos ni
idea de donde quedará Silleda), el hombre viste
como para ir a la misa dominical: zapatos de paseo,
pantalón gris de lana perfectamente planchado, una
americana marrón, impecable camisa blanca y jersey
verde de cuello en “V”. Se le ve en buena forma, pero no
se priva de llevar el típico bastón de la tercera
edad; como el clásico jubilado que, periódico, en
mano gusta de salir habitualmente a ‘controlar’ las
obras de una ciudad cualquiera…’pa matar el tiempo’.
Cuando pasamos a su altura este vecino nos saluda con
agrado, y sin perdernos de vista se para girando 45º
hacia nosotros; dejando bastante claro que quiere
charla…
F y yo no solemos desdeñar este
tipo de encuentros. Sentimos gran curiosidad por conocer
de primera mano las costumbres y singularidades de los
pueblos y comarcas que pisamos; y no hay nada mejor que
la gente corriente para ilustrarnos en eso. Hechas las
presentaciones debo reflejar que estamos ante D.
José Ángel GF, natural de Silleda y
residente en la misma… José Ángel no nos
defrauda, conoce al dedillo la historia de estos pagos,
y muy especialmente la del cercano pazo de Trasfontao,
que nos tenía un poco intrigados... Visto que nuestro
interlocutor podrá satisfacer nuestra curiosidad;
descargamos las mochilas, y nos disponemos a escucharle
con atención.
Nos informa el paisano que hacia finales del siglo
XVIII los dominios de ese pazo alcanzaban los
arrabales de Silleda, abarcando varios lugares
del entorno…
(sigue abajo en
Nota 16).
-Nota16-
De cómo el Pazo de Trasfontao creció
desmesuradamente al ser adquirido por la familia
Montenegro :
Se extiende nuestro amable interlocutor
con cantidad de detalles relacionados con el pazo
de marras y también de su propia vida, pero no
quiero ni puedo reproducirlos todos. Voy a limitarme
a lo esencial. El pazo original ya existía,
seguramente con las lindes observadas en nuestro
itinerario, con anterioridad a su adquisición por la
familia Montenegro a mediados del siglo
XVIII.
El primer Montenegro fue un militar de
carrera de alta graduación. Su relevancia y oficio
quedan patentes en la categoría de las viviendas
principales que mandó construir, y en el ya citado
cartel de “leva de marinería”, que acerté a
“cazar” con mi cámara al pasar junto a un edificio
auxiliar situado al otro lado del Camino (img
nº7der más arriba)… Tras retirarse de las armas,
dedicó nuestro protagonista el resto de sus días a
engrandecer su propiedad, ampliándola de forma
desmesurada mediante un ardid que no por conocido
dejó de darle resultados durante el resto de su vida
(*).
(*)
(se transcribe fielmente la descripción de
los hechos contada por nuestro interlocutor…)
“Cuando los pequeños propietarios del entorno tenían
problemas económicos por malas cosechas, plagas,
incendios, etc..; cuando estos vecinos entraban en
dificultades por los malos hábitos como el juego u
otros vicios, etc. etc., sabían que Montenegro
acudiría al quite para aliviar sus penurias… Les
fiaba el capital demandado y de forma hábil, según
fuera el peticionario o la cuantía del préstamo,
establecía sus condiciones y plazo para el
reintegro con los correspondientes intereses. Entre
estas condiciones estipulaba una cláusula muy clara:
vencido el plazo de cualquier pago se le debía
pagar su importe a él mismo en persona en el término
de 72 horas (3 días). De no ser así el deudor
debería compensarle con la cesión de una determinada
parte de sus fincas… Repito, en esa cláusula se
especificaba que los pagos vencidos se le
debían realizar a él mismo en persona.
Hasta aquí todo correcto; en principio nadie
encontraba algo especialmente raro en esa
cláusula... Ahora bien, la habilidad de
Montenegro se basaba en el grado de conocimiento
que tenía de todos sus deudores, en el
seguimiento minucioso de la actividad de los
mismos y muy especialmente en el control de
las fechas de vencimiento de los pagos.
¿Cómo se las ingeniaba nuestro hombre para
atrapar a los incautos?: controlando pacientemente
la llegada del día anterior a cada vencimiento, y
transcurrido el mismo eludiendo al tardón quitándose
de en medio… Según parece, emprendía algún viaje a
lugares “desconocidos” por el vecindario, incluso a
alguna finca del entorno propiedad de algún familiar
o colaborador de confianza…. Hasta es verosímil que
en ocasiones se escondiera en algún sitio secreto de
su inmensa propiedad... Pasados varios días volvía a
su despacho ordinario tan campante, y presto
convocaba al incauto de turno con el testigo
judicial pertinente (bien adiestrado en leyes y
usanzas como cabe suponer)”.
Comentamos con José Ángel que la
fisonomía del terreno es en la zona donde estamos
más variada, alternándose grandes y pequeñas
parcelas de diferente naturaleza: pastos, cultivos
intensivos, bosques y alguna que otra granja de
ganado vacuno. Y nuestro cicerone nos aclara que
esta variedad distingue precisamente las fincas
anexionadas al territorio patrimonial del Pazo
Transfontao. Aquellas fincas, que habían
pertenecido a diferentes propietarios, estaban
dedicadas a variados tipos de explotación; en tanto
que las tierras patrimoniales de la familia
Montenegro habrían sido destinadas en su mayor
parte al ejercicio de la caza, desde tiempos
inmemoriales. Según explica nuestro informante, no
permanecerían mucho tiempo en poder de los
Montenegro las propiedades anexionadas, ya que
cuando esta familia entró en rápido declive a
finales del s. XIX los añadidos volvieron a
disgregarse, llegando a reducirse notablemente el
núcleo original del patrimonio histórico del Pazo.
En definitiva, el mosaico de fincas perfectamente
deslindadas que vemos ahora al pasar responde a las
características del clásico minifundismo gallego.
< img 8:(km8-9.44h)
pastos y corredoira
exuberante comarca de Silleda
pasado Trasfontao pareja de terneras
esperando el camión (km9-9.56h)>
Nos despedimos de José Ángel y continuamos
nuestro camino, disfrutando del bucólico campo
pontevedrés a lo largo del kilómetro y pico que nos
falta para llegar a Silleda
(doble
img nº8).
La pista continúa siendo bastante amplia,
flanqueada ahora por grandes robles principalmente, con
algunos pinos intercalados. Junto a un cruce me
sorprende la presencia de un soberbio ejemplar de
acebo de casi 10mt de altura, al que saco un par de
fotos. No es muy habitual verlo en este tipo de
escenarios por tratarse de una especie más bien
montaraz; es un árbol que me encanta. Finalmente, muy
cerca ya de Silleda, cruzamos una importante
granja de ganado vacuno autóctono; en la que divisamos
una treintena de reses desperdigadas por el prado. Por
su apariencia deben estar destinadas a la venta para
carne. Cuando pasamos junto al cercado que la defiende
llama nuestra atención una curiosa empalizada. Se trata
de un ingenioso entramado que sirve para encauzar las
reses hacia la rampa de acceso al camión… Logro una
buena instantánea con una ternera encajada en el
“embudo”
(img nº8arriba).
Entramos en Silleda a las 10.07, rodeando por su
izquierda un bosque de altísimas pinos. Veo ejemplares
de al menos dos especies diferentes: el pino negral
y el pino de Monterrey, ninguno de los cuales es
corriente en el norte de España; ya conocemos el gusto
de los gallegos por traerse especies exóticas a su
tierra... Insisto en el descomunal tamaño de varios
ejemplares; alguno de ellos alcanza seguramente 35 ó 40
metros de altura. Esta entrada ya nos anuncia que
llegamos a una población relevante; y desde luego pronto
nos acabará de convencer Silleda, cuando
rápidamente damos con nuestros huesos en un oportunísimo
bar, donde tomaremos finalmente el café con leche
acompañado con unos croissants. Ya era hora: son
exactamente las 10.17. Muy poquito antes hemos cruzado
junto al albergue público de la villa, adosado a
la Iglesia de Sta. Olaia.
< img 9:
(Silleda) casa do Concello
(ayuntamiento) (km9,5-10.32h) >
Silleda debe tener cosas interesantes que ver, y
dan ganas de quedarse aquí; pero apenas llevamos 10 km,
aunque eso sí, en una etapa con mucho sabor y rica en
paisajes y anécdotas. Con tan poco recorrido cubierto,
no podemos recrearnos en este estupendo pueblo más que
lo justo… Concretamente, como vamos a tener una jornada
bastante larga, y no sabemos a ciencia cierta donde
estaremos cuando se acerque la hora de comer, decidimos
comprar pan y algo para preparar bocatas.
Dejo a Francesc controlando las mochilas,
frente
a la casa del Concello
(img
nº9),
y me dirijo al centro del pueblo a comprar todo lo
necesario. No lo tendría fácil: para lograr mi objetivo
deberé retroceder 800 metros hasta dar con el área del
mercado, donde encuentro un super. Tras cargar
con todo lo necesario, incluido un botellón de 2lt de
agua, retorno en busca de mi colega; el abastecimiento
me ha llevado casi 25 minutos. Poco antes he topado
con Isabel en la calle principal. La pobre
llevaba un par de días buscando algún cajero para sacar
dinero; ahora cargaba también con su bolsa de viandas...
Me reúno con Francisco y repartimos el agua entre
los botellines que llevamos; la sobrante nos la bebemos
a lo “camello”, hay que coger reservas. En ese preciso
momento (11h) vemos bajar al canadiense Michel
por la misma acera donde estamos nosotros,
pertrechándonos ya para salir; por educación decidimos
esperarle.
Michel se pone muy contento al vernos; salta a la
vista que tiene un especial ‘feeling’ con F…
Junto con él y la valenciana salimos
finalmente de Silleda a las 11,02h, aunque pronto
nos iríamos separando de ellos… Es una norma inveterada
en el Camino: cada uno debe ir a su ritmo,
y con la estrategia que le conviene… Y no hay que sufrir
demasiado cuando nos separamos de algún amigo; porque
probablemente el Camino nos volverá a reunir en
algún albergue, o en cualquier recodo, cuando menos lo
esperemos…
< img 10:
(Silleda) vista panorámica de la comarca a
poniente (km10-11.05h) >
El paisaje pontevedrés es sensacional desde las alturas
de Silleda; cuando estamos dejando el pueblo
caminando por el arcén izquierdo de la carretera
nacional, logro la estupenda perspectiva que antecede
(img
nº10),
tomada en dirección oeste. Muy poco después dejaremos
nuestra querida N-525 para seguir por la izquierda una
carretera local que nos acercará hacia San Fiz
de Margaride y Eirexe de Chapa. Por el primer
pueblo no llegaremos a pasar, lo vemos de lejos. Antes
de alcanzarlo se despide Michel de nosotros. Esta
vez sí que hará una etapa corta, lo de sus rodillas va
en serio. Se quedará en ese pueblo, donde parece ser que
hay buen Refugio. El colega americano se nos pone
nostálgico y quiere que le saque una foto con
Francesc. Paramos un momento y obtengo la
instantánea con su cámara y también con la mía, logrando
una de las fotos más emotivas de este viaje
(img
nº11abajo).
Ya no lo volveríamos a encontrar, pero podríamos hacerlo
en el futuro.., ¿quién sabe?, este canadiense es un
viejo rockero de los que vuelven cada año.
< img 11:
(Silleda-San Fiz de Margaride) Michel y Francesc
se desean ¡Buen Camino! (km11-11.16h) >
De San Fiz me llama la atención
ver, desde bastante lejos por cierto, una gran bandera
española ondeando sobre la torre de la Iglesia. Debe ser
la resaca del mundial de fútbol, y el cura párroco un
‘devoto futbolero’ probablemente.
Si es así, le felicito por la iniciativa; me ha
proporcionado una imagen inédita
(img
nº12izq más abajo),
que me recuerda a un colega suyo. Concretamente al cura
que me casó y bautizó luego a mis tres hijos; primo de
mi esposa y amigo mío
(véase Nota
17 que sigue).
Nota17-
Joaquín Belmonte, cura
moderno y amigo inolvidable que se fue antes
de tiempo…
Los de mi generación (nacidos en los años cuarenta)
veíamos a los curas como personas diferentes del
resto; “impregnados” por su negro hábito y,
ejerciendo siempre de curas, sin permitirse
compartir ocios y aficiones con los demás mortales.
Era la estética de la época y la rigidez conceptual
de modos y maneras del rancio franquismo de la
inmediata postguerra... Luego pasamos a unos años
(finales de los 50 y los 60) en que perdimos el
contacto con el clero, sencillamente porque teníamos
demasiadas cosas que hacer, enfrascados en la
finalización de estudios e inicio del desarrollo
profesional.
Cuando me casé, a principio de los 70, entró en mi
órbita familiar el amigo Joaquín y me causó
un considerable impacto… Siendo primo de mi
prometida, había aceptado el encargo de casarnos, y
fue entonces cuando le conocí en su propia salsa, en
Calaceite (provincia de Teruel) …
Como otros jóvenes sacerdotes de ese decenio, fue
Joaquín Belmonte de los pioneros en romper
los viejos y rígidos moldes de su oficio, en los
diferentes escenarios de su relación con feligreses
y vecindario en general; de los primeros en avanzar
decidido en la senda de la modernidad. Solo ejercía
de cura clásico cuando estaba en el estricto marco
de los sacramentos, tal como lo permitía y aún
permite la liturgia. Fuera de eso era un paisano
más, como el resto de sus conciudadanos. Y sin
embargo, que nadie se equivoque en cuanto a su
actitud vocacional; conviviendo con él en su
parroquia (el lugar donde ejercía el sacerdocio
y entorno de mi nueva familia) le vi ejercer un
apostolado ejemplar en todos los ámbitos.
He conocido a pocos sacerdotes como él, que
convenciera siempre a todo el vecindario (desde el
púlpito y en la calle), sin distinción de
clases, género ni edades. Era sencillamente un cura
de su tiempo; en los usos y costumbres y en la
‘estética’, pero totalmente ortodoxo en el ejercicio
de su oficio. En sus misas oí por primera vez los
pasajes del Evangelio acompañados con música de los
Beatles y otros conjuntos modernos, ante la
sorpresa de algunos y el “escándalo” de otros/as.
Por otro lado, en cuanto a nuestra relación personal
y fuera del contexto de sus obligaciones,
compartimos con Joaquín todo tipo de ocios;
incluso irnos a ver películas subidas de tono, y
discutir luego el meollo de su contenido; porque
conocer de cerca, sin cortapisas, los usos y
costumbres de la sociedad entraba dentro de sus
‘obligaciones’…
En cuanto al motivo de traerle a este relato, era el
cura Joaquín un gran ‘forofo’ del
fútbol, especialmente de aquel Zaragoza que tanto le
hacía disfrutar y sufrir. De ahí que me viniera a la
memoria precisamente ahora, a la vista de la bandera
que su colega de San Fiz ha colgado en la
torre de la Iglesia…
Tras casarnos y bautizar a nuestros 3 hijos en los
años 70, vino en varias ocasiones a pasar una
quincena de sus vacaciones con nosotros a Lloret
de Mar. Sería en esos años cuando pude conocerle
a fondo, y acabamos cimentando una amistad duradera.
Me encontré con él por última a finales de los 80.
Por esa época aún no me había entrado a mí el
gusanillo del Camino... Varios años después,
al hacerlo por vez primera en el 92 Joaquín
ya no estaba en este mundo; un traicionero
melanoma lo fulminó en un par de meses y se lo
llevó antes de cumplir los 45. Si no hubiese
sucedido, estoy seguro que me habría acompañado más
de una vez en estos afanes andariegos… Posiblemente
estaría hoy también aquí , camino de Ponte Ulla
y Outeiro, disfrutando con el espectáculo de
esa bandera que conmemora todavía mayor triunfo
futbolístico de España y.., ¿por qué no?, hasta es
posible que nos hubiéramos acercado a saludar a su
colega el cura de San Fiz para
celebrarlo con él….
Sirvan estas líneas para rendir a Joaquín
Belmonte un sincero homenaje, y para
mandarle allá donde esté mi fraternal abrazo.
Isabel seguía aún con nosotros en el cruce de San
Fiz, pero haciendo ademán de despedirse, me informa
que pronto ‘cambiaría de piñón’; y por lo tanto veo que
saldrá disparada. Como aún no había guardado la cámara,
le pido que pose también para una foto, por si estamos
ante otra despedida definitiva… No le agrada mucho la
idea, pero finalmente accede a regañadientes; y saco la
instantánea precisamente junto al cruce de San Fiz.
Luego Isabelita alarga la zancada y se pierde a
lo lejos… Miro entonces el monitor de la máquina y me
tengo que reír, por no llorar; ¡con esta chica no doy
una!, la he retratado ante un crucifijo, y la imagen
queda un poco tétrica
(img
nº12der).
< img 12:
(Margaride) San Fiz reza por
España (km11.5-11.25h) // (cruce de San
Fiz) Isabel Olmeda se despide
(km11.6-11.27h) >
Seguimos viento en popa disfrutando con la
agradable tónica de la jornada: una pista excelente
rodeada por prados y pequeños bosques, una delicia. Poco
antes de Chapa cruzamos la AP-53 por un viaducto,
que desde este punto dista solo 28 km. de Santiago.
Pero nosotros tendremos bastantes más, nos quedan 19
para completar esta jornada y otros 18 para el día
siguiente.
Al
otro lado de la autovía se ven muchas casas, salpicadas
entre los campos de cultivos y el bosque. A la derecha
disfrutamos de una preciosa perspectiva en dirección
noreste, bajo un amenazante horizonte tormentoso; pero
esos núcleos de tormenta quedan lejos, en dirección
este, y no van a afectarnos a nosotros.
Unos
minutos después atravesamos la parroquia de Chapa;
siendo Eirexe el único lugar que
vemos de cerca. Está situado en una colina que se eleva
a nuestra izquierda. No pasaremos tampoco por él, pero
logro una buena imagen desde lejos
(ver
img nº13abajo).
Caminamos ahora por una pista asfaltada, rodeados de
maizales un buen trecho. Lo apacible del lugar, y la
calidad de las viviendas que divisamos desde el
Camino, me sugiere que probablemente este contorno
debe ser hoy zona residencial de muchos compostelanos;
quienes con la autopista deben llegar aquí en no más
de 20 minutos. En este punto se me ocurre que hay que ir
planificando ya el descanso para comer; de manera que
echo un vistazo al visor de mi cámara, para leer que
son ya las doce y cuarto. Le comento entonces a F
que deberíamos ser previsores parándonos a comer en
cualquier sitio, el primero que encontremos adecuado a
partir de este momento. Nos quedan muchos km por delante
y no hay certeza de donde podemos estar a la hora idónea
para hacerlo (yendo todo bien de 13,30 a 14,0h).
Francesc coincide conmigo, es mejor comer a las
12,30 en un lugar decente, que no a las 4 de la tarde en
sitio inapropiado o… no comer.
< img 13:
(parroquia de Chapa) Eirexe, a la
izquierda del Camino (k14.5-12.15h // (A
Bandeira) H/Restaurante
Conde Rey (km16.2-12.35h) >
A partir de ahora ni me preocupo por mirar los mapas;
estando tan cerca de la capital gallega podríamos
encontrar un buen mesón o restaurante en cualquier cruce
o urbanización … Pronto saldríamos de dudas, porque
alcanzamos A Bandeira a las 12,32 y tres
minutos después ya estábamos esperando plato en el
Hostal Rte. Conde Rey, que hallamos muy
céntrico en la mismísima calle-camino del pueblo
(img
nº13der).
Comimos aceptablemente bien en este oportuno local; creo
que fue un caldo gallego de 1º y luego
estofado de ternera con patatas. No lo recuerdo
bien, pero es el menú que más nos gusta por esta tierra
y solemos escogerlo cuando lo tienen. La cuestión es que
todo salió a pedir de boca, y pudimos descansar 40
minutitos alargando un poco la sobremesa… Nos olíamos
que íbamos a tener mucha tralla en la segunda parte de
la etapa, y no nos íbamos a equivocar…
< img 14:
(Bandeira-Dornelas) carretera de la Estación
(k17-14.06) // corredoira en el robledal de
Piñeiro (km20-14.46h) >
Nos ponemos en marcha a las 13,20; con solo 15 km.
hechos y calculando que faltarían otros tantos…
Normalmente, cuando afrontamos etapas de hasta 24 km
solemos tirar hasta el final sin comer. Es lo ideal,
porque tras la comida no apetece mucho andar, pero hoy
estamos en una etapa de las largas. Hemos salido de A
Bandeira por la N-525, y seguiremos por esa
nacional durante ½ kilómetro. Después nos desvían las
marcas por una carretera local que lleva a la estación
de ff.cc.
(arriba img
nº14izq),
y poco después seguiremos por pista asfaltada hasta
alcanzar una zona boscosa tras unos 3 km. de recorrido.
En este entorno el camino pasa a ser un amplio sendero
de tierra pizarrosa. Estamos ahora en bosque bastante
cerrado en el que predominan grandes robles; pero entre
ellos hay un matorral bastante espeso con abundantes
zarzas. Francesc necesita detenerse y vemos
oportuno hacer un descansillo de 10 minutos. Son las 3
menos cuarto, y ya estamos en plena digestión; eso se
nota también en las piernas
(img
nº14der).
Aparca F la mochila en un sitio algo
enmarañado y húmedo, y se retira tras los árboles para
aligerar el cuerpo. Yo me paso al otro lado del camino,
porque distingo un pequeño y soleado prado entre los
robles, cubierto de mullida hierba. Me apetece tumbarme
el tiempo acordado para relajarme lo máximo posible. Lo
hago procurando no dormirme, y en pocos minutos me
incorporo. Mirando el telfº móvil, compruebo que ha
transcurrido justamente el tiempo previsto, pero no
encuentro a F… Me extraña mucho no hallarle,
porque solo me había separado de él unos 15 o 20
metros. Le llamo a voces varias veces y doy varias
vueltas alrededor por si se ha tumbado también y se ha
dormido, pero nada… Tras intentar en vano contactarle
telefónicamente, por falta de cobertura, decido salir
rápido para tratar de alcanzarle…; pero por desgracia
los males no vienen solos: al recoger la mochila no
encuentro mi sombrero, algo que ya me pone de los
nervios….
Vuelvo de nuevo atrás, al sitio donde quedó Francesc,
por si está el sombrero por allí... pero ¡nada de nada!
Desesperado y cabreado, trato de calmarme pensando que
lo ha encontrado F, y luego ha continuado
pensando que iba yo por delante; quizás incluso me ha
llamado, y no lo he oído al quedarme dormido unos
instantes…
< img 15:
(San Martiño de Dornelas) entrando en el
pueblo (k21-15.23h) // alcanzo a Francesc
camino de S. Miguel de Castro (km23-15.59h)
Salgo lo más rápido que puedo, pasados ya 20 minutos
desde nuestra parada en este lugar. Son casi las 3 de la
tarde y durante el kilómetro siguiente alargo la vista
por ver si distingo a F cada vez que paso alguna
curva… Pero no (pensé), me llevará más tiempo
encontrarle; si salió 10 minutos antes que yo, voy a
tardar más de media hora en divisarlo….
Lo
tomo pues con filosofía, y vuelvo a disfrutar del
paisaje. A las 15,25 paso por Dornelas, un
pueblín precioso que fotografío al entrar
(img
nº15).
Pasé a pocos metros de la iglesia de San Martiño
(románico s. XII), que tiene un notable ábside
semicircular, pero ni siquiera me entretengo en
examinarlo; ahora primaba el reencuentro con F…
Cerca
ya de las cuatro alcanzo por fin a Francesc
(img
nº15der),
y se confirma mi suposición: tras la parada salió
convencido de que yo iba delante… Probablemente no
recordó en ese instante que habíamos previsto un
descanso de 10 minutos, o no lo había oído. Pero lo peor
de todo es que él no lleva mi sombrero, ni recuerda
cuándo me lo vio la última vez…; por lo tanto me tendré
que resignar a continuar sin él. Pensando un poco, estoy
seguro de que lo dejé en el hostal Conde Rey,
donde habíamos parado a comer. Cuando llegue a casa
tendré que averiguar el teléfono del establecimiento, y
contactar con ellos para ver si lo han hallado y me lo
quieren remitir…La cuestión es que ahora me quedaría sin
el sombrero para el resto del viaje; faltando una etapa
no vale la pena comprar otro...
< img 16:
espectaculares hortensias en su
travesía
S. Miguel de Castro
/ c. A Estrada -km25.5-16.33h- ermita Ntra.
Sra. de las Angustias >
Pasadas las 4½ llegamos a San Miguel de Castro,
una parroquia del concello de A Estrada. A poco
de entrar vemos un bar a la izquierda, donde haremos
otra paradita para descansar 5 minutos. Lo hacemos
sentados en la pequeña barra, una vez liberados de las
mochilas. De ese lugar destaco sus espectaculares
hortensias, que vemos tanto en las viviendas como
en espacios públicos
(img
nº16izq).
Pasado el bar, encontramos aislada en una explanada la
capilla de Nosa Señora de las Angustias, de
armoniosa factura
(img
nº16der),
en la que destaca su esbelta espadaña que soporta un par
de campanas.
A
200 metros de la capilla se inicia el descenso hacia la
profunda falla del río Hulla. Pronto surgirá ante
nosotros la imponente imagen del viaducto del AVE,
actualmente en construcción; una asombrosa obra de
ingeniería de la que podemos presumir los españoles. Nos
quedamos de piedra, porque no esperábamos encontrar algo
así.
< img 17:
(San Miguel de Castro-Ponte Hulla) viaducto
del AVE sobre el río Hulla // detalle de
su conexión en este momento (km26,2-17.09h)
Desde
el lugar donde estamos vemos perfectamente que hay gente
trabajando, y parece que la estructura está a punto
de conectase en su punto central: justo en la vertical
del cauce del río… ¡y a 130mt de altura de su lecho!
Aunque primera visión de la obra de ingeniería nos gusta
mucho, cuando empezamos a descender el talud tenemos una
cosa más importante en que pensar: nos preocupa la
precariedad de las señalizaciones de obra, viendo a
nuestros pies grandes máquinas de movimiento de tierras
de aquí para allá... Empezamos a temernos que hayan
desparecido las marcas y nos perdamos por las riberas
del río sin poder cruzarlo… Con todo, cuando hemos
bajado unos 200mt veo una perfecta atalaya para sacar
buenas fotos del viaducto...; y le sugiero a
F que no pare, porque ya le alcanzaría más
abajo. La perspectiva es magnífica, distingo
perfectamente dos equipos a punto de conectarse en el
centro de la obra, colgados literalmente sobre unos
tinglados de acero
(véase
arriba img
nº17)…
El
desnivel que debemos salvar a partir de ahí es todavía
grande, y tardamos casi 20 minutos en alcanzar la ribera
del río. Ya abajo, encontramos una carreterita asfaltada
que discurre en paralelo con el cauce hasta el mismísimo
Ponte Hulla, punto obligado para cruzar el río.
Son ya las 17.20h y podemos respirar tranquilos, ¡al
menos no tendremos que dormir en el bosque! Un cartel
orientador, situado estratégicamente en este lugar, nos
permite orientarnos sobre el camino inmediato a seguir.
Tiene un mapa de la zona y podemos leer algunas
indicaciones relativas al próximo Refugio. Aunque
no están del todo claras podemos prever, como cálculo
más optimista, que el Refugio de Vedra (Outeiro)
podría distar unos 2 km. a partir de la población de
Ponte Hulla… Un cálculo pesimista podría
suponer otros dos km. de propina. En definitiva, con un
poco de suerte podemos estar en el albergue público
dentro de una hora…
En esas estamos cuando se detiene a nuestro lado un
vehículo todo-terreno. Al volante viene uno de los
ingenieros que dirigen la obra del viaducto. Nos explica
que, estando a punto de culminarse la conexión de la
estructura, quisieran tomar algunas fotos de un
peregrino contemplando el conexionado..; ¡justamente en
el punto donde había tomado yo mis fotos 15 minutos
antes!.. Se lo digo, y el ingeniero me pide que pose de
nuevo en ese mismo lugar; para tomar él ahora las mismas
imágenes, pero conmigo en primer plano... la cosa me
hace gracia, y accedo a ello con el visto bueno de
F; no pasa nada por perder un cuarto de hora
más… Me subo pues con mi colega en el coche y volvemos
exactamente a la misma atalaya. En el camino, el hombre
me explica que se trata de una obra con una solución
técnica novedosa en este tipo de estructuras, y por ese
motivo está redactando un artículo para publicarlo en
las revistas del ramo. Ya de vuelta al punto donde nos
había encontrado, se ofrece a llevarnos al refugio
de Outeiro/Vedra, algo que como es natural no
podemos aceptar.
< img 18:
(Ponte Hulla, concello de Vedra) puente
de la carretera N-525 sobre el río Hulla
(km28,7-17.43h)>
Llegamos a Ponte Ulla, al que como indica su
nombre se accede salvando el cauce del río por el puente
homónimo, que soporta la carretera N-525. Lo cruzamos
exactamente a las 6 menos cuarto
(img
nº17),
sin encontrar a nadie que nos pueda indicar la mejor vía
para dirigirnos por el camino más corto a nuestro
albergue de la jornada. Nos hemos de limitar a
seguir pacientemente las marcas amarillas… Debe ser A
Ponte Ulla un pueblo interesante; pero nuestras
prioridad con casi 30km de Camino a las espaldas
es acabar cuanto antes, por lo que hay que prescindir
hoy de la ‘visita turística’ que sin duda merece la
localidad. La única muestra que guardo de nuestro paso
por ella es la foto de un antiguo crucero, que
lamentablemente muestra un injustificable abandono por
parte de las autoridades. Está en una recoleta plaza que
dejamos a la derecha, cuando ascendemos la empinada
cuesta por el talud norte del río. El crucero está
totalmente rodeado por la copa de un tilo. Ante la cruz
hay una excelente talla de la Virgen Dolorosa
sosteniendo a Jesús; pero del Cristo solo
se conservan las piernas, el torso ha desparecido… El
grupo escultórico despierta admiración por su patetismo,
y pena por su deplorable estado. Esa triste imagen deja
en muy mal lugar a los responsables municipales de
Ponte Hulla, y a los miembros del concello
de Vedra.
< img 19:
(Ponte Hulla – albergue de Outeiro) “vía
dolorosa con el macuto a cuestas…”, sobre calzada de
pedernal (km29,4-17.52h)>
El ascenso de la ladera, dentro aún del propio pueblo,
es muy pronunciado, iniciándose por un camino empedrado
con grandes, irregulares y resbaladizos cantos de
pedernal. Hete aquí otro tramo que podría ser parte de
la antigua calzada romana
(img
nº19).
Tras él volveremos a toparnos con la N-525, que traza
por esta empinada ladera sucesivas curvas de
pronunciada pendiente. Tras media hora de duro ascenso,
ahora por asfalto, ya empieza F a
enfadarse, porque pasamos demasiado rato sin ver las
marcas… Por fin aparecen estas, tras recorrer durante 40
minutos de nuestra particular ‘vía dolorosa’ con
macuto acuestas…
Las marcas nos hacen desviar por una pista de tierra a
la derecha, pero manteniéndose lo empinado de la subida.
No
quiero alargarme demasiado, pero se cumplirá el peor de
los pronósticos. Llegaremos al lugar denominado
Outeiro tras una insufrible ascensión de 4 km; por
un monte que sería ideal para una prueba de triatlón…,
pero nunca para cerrar una etapa de 33 km. Se trata de
un parque natural precioso, idóneo para salir a dar un
paseo con los niños con coche de apoyo…, pero no para
esto del Camino; -¡Ahora mismo ‘le mandaría un
misil’ a quien tuvo la idea de ponernos este final de
etapa!-… Lo peor fue para mí el contemplar los
padecimientos de F, y tener que
escuchar durante un buen rato sus reiteradas quejas,
perfectamente justificadas. No logré encontrar
argumentos convincentes para animarle, ya que por
desgracia no conocíamos bien este final de etapa. La
incertidumbre sobre el recorrido se agrava
progresivamente en estas circunstancias, ya que en
ocasiones llegas a dudar entre si estamos o no en el
camino correcto. Si al menos hubiésemos tenido algunos
carteles indicadores de la distancia al Refugio,
situados en lugares estratégicos…Y para colmo de mala
suerte, en toda la subida no encontramos absolutamente a
nadie; no apareció ninguna persona que nos pudiera
confirmar si íbamos o no en la buena dirección...; que
nos diera alguna pista por pequeña que fuera, que
siempre ayuda a despejar las dudas.
< img 20:
avistamiento ermita de Santiago
-Outeiro , concello de Vedra, al pié de
Pico Sacro –km 33 / 19.01h- cartel
del albergue junto a fuente >
Faltando aproximadamente ½ km para la meta me adelanto,
y logro ver por fin una pequeña iglesia
(img
nº20izq),
cuyo nombre
(ermita de Santiago)
conoceríamos luego.
Al llegar junto a ella también veo, ¡ya era hora!, un
cartel indicador del albergue junto a una
antigua fuente
(img
nº20der).
Son las 7 de la tarde, ¡estamos salvados…!. Cincuenta
metros más adelante hallaremos nuestro último
albergue de peregrinos del viaje. Al entrar
en recepción, me encuentro allí a Paco
y Araceli, que acaban de sellar su credencial;
y antes que nada, ruego al cordobés que salga al
encuentro de F… para darle ‘vidilla’, mientras yo
empiezo a tramitar el alojamiento con la hospitalera. La
pobre tiene que sufrir en sus carnes el chaparrón que me
baja a raudales de la cabeza…: maldiciendo al alcalde de
Ponte Hulla, al presidente del concello y
hasta al de la Xunta Galega. Creo que me pasé un
poco, y luego le pido a la pobre mujer disculpas; aunque
por lo que oigo de unos y otros ya debe estar
acostumbrada.
Cuando estoy liquidando la pequeña cuota de 5€ por barba
veo entrar a Paco con F, ya
sonriente. Francesc olvida muy pronto cualquier
contratiempo; está claro que lo que más le cabreaba,
como a mí, era la deficiente información sobre la
ubicación precisa de este Refugio… Entrando en
materia, resulta que tenemos en el mismo 40 plazas en
literas, de las cuales ya se habían cubierto a nuestra
llegada las 20 inferiores. Lo lamenta la hospitalera,
aunque confía en que alguno de los ciclistas jóvenes que
acaban de llegar nos ceda su colchoneta baja… Pero no
será así, y tendremos que rematar la jornada con una
última escalada a nuestro jergón.
El Albergue de Outeiro está
en la línea de la mayoría que hemos visitado a partir de
Verín. Es un edificio de moderna construcción con
diseño muy funcional. Como variante, en este alojamiento
tenemos ubicados todos los servicios en la planta baja:
recepción, un par de dormitorios de 20
plazas cada uno, dos módulos de servicios
diferenciados por sexo, sala de estar, cocina
y salón comedor. No acabo de inspeccionarlo todo
por premura de tiempo, pero estoy seguro de que también
dispone de alguna dependencia para lavado de ropa;
porque afuera hay un amplio entorno ajardinado, y en la
parte trasera del inmueble he visto tendederos para
secarla...
Como otros ya referidos en etapas anteriores, este
refugio público ha sido construido con una
sabia combinación de hormigón visto, madera y cristal.
En esta ocasión no encontramos ninguna objeción al
equipamiento básico, que podemos considerar como muy
completo. Si acaso podríamos señalar dos pegas ‘tontas’
porque son fácilmente evitables: 1) la faltan un par
de máquinas tragaperras, dispensadoras de bebida y
algo de comida preparada (bocatas, bollería, etc.,
etc.), y 2) el absurdo programa de encendido y
apagado automático de luces. La primera de ellas
podría subsanar en parte la carencia de servicios
alimentarios en este apartado lugar, de lo que
hablaremos más abajo. En cuanto al apagado y encendido
automático de luces, el ‘programita’ que lo gobiernas
llega a extremos ridículos; concretamente al punto de
limitar la libertad de movimientos de la gente para
levantarse y salir al día siguiente, a cualquier hora,
dentro de un intervalo razonable... Al menos podrían
haber previsto unas luces de emergencia permanentes,
algo más intensas en las zonas contiguas a los
dormitorios, especialmente en los aseos y
cocina-comedor. Unos puntos de luz que, aunque no sirvan
para quedarte a leer una novela, proporcionen al menos
una iluminación suficiente que permita preparar la
salida a los madrugadores.
La primera demostración que íbamos a tener del dichoso
programita ‘apagaluces’ no tardaría mucho en llegar.
Desde las 22.00 horas todo el mundo estaba ya en los
dormitorios, esperando pacientemente en nuestras literas
ese apagado de la sala, una norma invariable en
cualquier albergue o refugio del Camino…
Pero precisamente esta noche habíamos de tener problemas
con el “toque de queda”…; porque por un fallo del
programa, o errónea manipulación de la hospitalera, las
luces de los dormitorios se mantuvieron encendidas hasta
las 22.30. Al no haber interruptores, la mayoría tuvo
que aguantar media hora sin pegar ojo; siendo obviamente
los más fastidiados los ocupantes de colchonetas
superiores, especialmente quienes como nosotros no han
tenido la ocurrencia de traer un antifaz. Pero sigamos
con el relato, antes de ir a dormir quedan algunas
vivencias en Outeiro…
Como decíamos, lo peor de este lugar está en su
disparatada ubicación; pero no solo por esa ascensión de
4 km justo al final de etapa, sino porque estamos además
en una aldea fantasma donde no hay ni un solo
establecimiento para aprovisionarnos o comer algo. Dado
que nos faltaba el recurso de las máquinas tragaperras
en el propio albergue, nos encontrábamos con un
panorama aún peor que en la jornada anterior, de manera
que dado lo avanzado de la hora (19,30) me uno a la
pareja cordobesa para bajar a un bar situado como a 1,5k
en la N-525, al que se puede acceder desde una pista
local por un itinerario más corto que el seguido por
nosotros… Alguien ha informado a los lucentinos que en
ese bar se podría comprar comida; así que no me lo
pienso mucho: me voy con ellos porque es la única
posibilidad de poder cenar algo esta noche.
Mientras bajábamos iba comentando con Araceli y Paco
lo absurdo de instalar un albergue de la Xunta en
un lugar tan poco idóneo. En esos momentos no se nos
ocurría ninguna justificación, aunque tiempo después, ya
en casa y mientras redactaba la memoria de este viaje,
encontré la probable causa en la localización, atribuida
a Outeiro, del primer sepulcro (provisional) del
apóstol Santiago. Una ubicación citada en la leyenda
del traslado de los restos del apóstol, que lo
señala en la falda del famoso Pico Sacro,
justamente donde hemos visto al llegar la pequeña
capilla de Santiago…
(véase
Nota 19
al
final del capítulo)
Como iba diciendo, bajamos con los cordobeses en animada
charla por el camino alternativo y francamente lo vemos
mucho más asequible. Tampoco entendemos por qué han
situado las marcas del Camino por el otro acceso;
habríamos tardado menos tiempo en llegar. Este tramo es,
además de menos empinado, al menos 1 km. más corto.
Al
llegar al cruce con la carretera nacional nos
encontramos con el ansiado bar, donde rápidamente me
confirman lo expuesto en el párrafo anterior: alguien de
la zona nos aclara que este punto de la N-525 y aquel
donde nos desviamos nosotros distan entre sí unos
500 metros. Tendríamos que habernos desviado desde este
bar precisamente; definitivamente nos han querido dar el
“paseíto” por el parque natural…
Como remate para esta desdichada etapa, en el bar no
tienen nada a la venta para llevar; y ni siquiera
pueden prepararnos unos bocadillos a estas horas,
porque les queda ya muy poco pan…Así que... ¡ajo… y
agua!”. Normal, cuando se llega a pequeños destinos
a estas horas de la tarde suelen pasar estas cosas…
Paco y Araceli se adaptan a lo que hay y
piden unos aperitivos entre lo poco que queda para
elegir; yo acepto la invitación que me hacen, pero solo
para tomar una tónica... mientras pienso en cómo se lo
cuento luego a F; por intentarlo
nuevamente que no quede. Pregunto pues a quién nos sirve
si tienen algo de fruta, y el pobre camarero me mira
como a un bicho raro… En fin que esto ya empieza a
parecerse a un sainete chusco; hoy nos ha salido el día
tonto y no tenemos que darle más vueltas. Antes de
regresar observo a dos grupos de colegas que ocupan
sendas mesas, tomando algo de lo que ofrecen en la casa.
Uno de ellos lo componen tres o cuatro americanos y en
el otro hay varios chavales de Madrid con un veterano
peregrino francés. En ese momento aún no me habían
contado que el francés superaba los 80 tacos de largo…,
todo un record. También nos informa un paisano de la
zona que había por allí sobre el pronóstico
meteorológico para nuestra última etapa: lloverá con
seguridad en la zona de Santiago a partir de
mediodía...; -¡miau!, nos vamos a escapar por los
pelos-.
Regresamos al Albergue tomando el mismo
itinerario por el que hemos bajado. Se trata de una
pista asfaltada que asciende describiendo sucesivas
curvas por un terreno abierto y poco boscoso. La pista
está jalonada intermitentemente por casas aisladas con
su pequeño jardín. Ya arriba, cerca de la iglesia de
Outeiro, podríamos contar una decena de viviendas
como mucho, dispersas por el entorno. Por toda la zona
no hemos visto absolutamente a ningún vecino, ni
muestras de que alguna casa estuviera ocupada en estos
momentos. Está claro que el lugar no es propiamente un
pueblo sino una zona residencial, aunque poco
concurrida. No podemos esperar por tanto que haya aquí
ningún establecimiento alimentario.
Venimos comentando con Araceli y Paco
todas estas circunstancias y algunas cosas no nos
cuadran. En los últimos dos km de nuestro acceso desde
Ponte Hulla, completamente llanos, la pista
forestal se sumerge en un cuidado pinar y por tanto se
respira aire de lo más sano. Una vez arriba, el terreno
es plano; una extensa meseta, en cuyo contorno hay una
docena de chalets diseminados; y en su centro el
conjunto formado por la Iglesia, la fuente y el
albergue. Eso constituye el lugar de
Outeiro; un escenario sumamente atractivo, y dada su
cercanía con Santiago no acabamos de entender por
qué no está más concurrido en estas fechas, a principios
de otoño.
Llegamos al albergue pasadas ya las 9 de la noche
y me voy en busca de Francisco, al que encuentro
descansando en la litera. Cuando le explico la situación
arruga el semblante; no le gusta mucho la idea de
quedarse sin cenar. Decidimos entonces hacer un
inventario conjunto de cosas comestibles; y encontramos
en mi mochila la compra de Silleda, que no fue
preciso consumir a mediodía por topar oportunamente con
el restaurante en Bandeira. Tenemos una lata de
sardinas, un paquete de 150 gr. de jamón al vacío y la
gran barra de pan para meter todo eso. Nos habíamos
olvidado de este preciado botín, y por lo tanto me podía
haber ahorrado el descenso a la carretera… Pero
finalmente decidimos dejarlo para el desayuno y almuerzo
del día siguiente; porque Francisco conserva aún
algunos higos secos y avellanas de lo que traía desde
Barcelona, y a eso podemos añadirle dos docenas de
nueces y algunas manzanas recogidas por mí en la etapa
de hoy, en las proximidades de Trasfontao. Nos
contentaríamos pues con este “potpurrí” como cena,
acompañado con unos tragos de agua. En conclusión no hay
drama alimentario; infinitamente peor lo tuvimos en la
30ª etapa (San Salvador de Palazuelo)...
Optamos luego por sentarnos a cenar dentro de la casa;
en una de las mesas que hemos visto alineadas en el
salón comedor, situado frente los dormitorios al otro
lado del pasillo.
Acomodados ahí, ya en semioscuridad, nos disponemos a
dar buena cuenta de nuestras frugales viandas. Luego
rapidito a dormir, porque hoy no había tiempo ni ganas
para resumir los comentarios de la jornada. Pero bueno,
antes de cenar aún tenía yo pendiente la ducha, y eso no
se puede obviar. Le pido a Francesc me espere
unos momentos en el comedor, y paso rápidamente a los
servicios. Cuando me reencuentro con mi colega, le
señalo al peregrino zamorano que teníamos en una mesa
cercana. Sabemos que tiene 80 años y ha llegado hasta
aquí como uno más de nosotros, con su mochila de 8
kilos acuestas, lo que tenía impactado a Francesc. Pero
lo estará mucho más cuando le digo que un francés
llamado Pierre ha cumplido ya los 83 y ha hecho
exactamente lo mismo. Le explico a Francisco que
lo encontraron por el camino el grupo de chavales
madrileños que encontré abajo en el bar. Viene desde
hace un par de etapas con ellos, y pueden dar fe de que
se lo curra como los demás, sin ayuda externa. Mi
compañero alucina, como antes lo hice yo al verlo, y la
moral nos sube por las nubes. Tanto que empezaremos a
planear pronto la próxima salida, que haríamos de no
surgir inconvenientes en 2011. Teníamos proyectado
recorrer más de 300 km entre Mérida y
Salamanca, el tramo que nos falta de la ruta de
la Plata. Cenamos rápidamente mientras comentamos
este proyecto, y a las 21,55 ya estábamos en nuestra
litera.
Ya adelanté que hubo media hora de retraso en el apagado
de luces. Pero el personal estaba muy cansado, y no
sentí grandes protestas por esa demora. La gente se
embozó y pronto empezamos a sentir los primeros
ronquidos.
En
la cama paso revista a todo lo acontecido en la
ajetreada jornada de este penúltimo día; debo
memorizarlo para ‘regurgitarlo’ mentalmente mañana.
Tendré que pasar los pertinentes apuntes a primera hora,
mientras espero la incorporación de F. Yo
acostumbro a madrugar más que él, y por lo tanto no
debería tener problema para pasar mis apuntes antes de
partir para finalizar el viaje. Memorizadas las
incidencias de esta jornada, dedico también unos minutos
a preparar la estrategia de la última. Nos espera una
etapa corta hasta Santiago, de solo 18 km, pero
pese a ello habría que madrugar más que nunca. Siendo
año compostelano, el trámite de la “Compostela”
en las oficinas del arzobispado va a ser muy complicado,
especialmente si llegamos allí un poco tarde.
Francesc piensa quedarse un par de días, pero yo
quiero regresar a Barcelona mañana mismo. Ya lo he
confirmado a la familia, y además como me suele suceder
habitualmente: al llegar a Santiago…no me
apetece otra cosa. Es un síndrome personal que ya he
manifestado alguna vez.
Según nuestras noticias encontraremos una larguísima
cola en el cabildo catedralicio, y también para
entrar a la catedral. Esa visita ya lo doy por
descartada, porque no tendré tiempo, pero no me puedo ir
de Santiago sin mi Compostela.
Como había adelantado, nos dan las 10 y cuarto y la luz
del dormitorio no se apaga: el ‘autómata’ nos la
está jugando... Pero os aseguro que a mí me daba igual
en cualquier caso, porque si no fuera por el repaso
mental del día ya estaría frito. Soy capaz de dormirme
bajo los focos de un reflector, especialmente si como
hoy he tenido una jornada dura. Termino el repaso de la
jornada a las 10,25 y cinco minutos después se apagarán
las luces, de lo que yo ni me entero, porque en ese
instante ya estaba en brazos de Morfeo.
< img 21:
vista del puente (medieval c 912)
desde orilla este -ponte
Taboada sobre el río Deza- conexión
calzada romana y estribo oeste >
-Nota
18-
O Ponte Taboada
(img nº21),
una obra singular
Decíamos que posiblemente sea
este puente la mejor muestra arquitectónica del
Camino por tierras orensanas. Es una opinión
personal naturalmente porque habrá quien opine otra
cosa. Lo destaco por su extraordinaria belleza, por
lo bien que se acopla a su entorno, por su pureza de
líneas y por su excelente estado de conservación.
También por ser la única obra relevante de su época
(datado en 912) que veremos en este tramo.
Siendo la garganta que salva relativamente estrecha
(unos 30 metros) la estructura del puente se alarga
mucho más allá de los estrictos apoyos de sus dos
estribos, penetrando al menos otros tantos metros en
las calzadas de entrada y salida, de manera que no
se aprecia con claridad dónde empieza y dónde
termina la estructura del puente propiamente dicho;
digamos que su inserción en la calzada es casi
imperceptible. Quizás sea eso lo que más me admira
del monumento, lo que da un encanto especial a esta
perfecta obra de la ingeniería medieval. Según
aparece en fuentes bibliográficas históricas, se
construyó para reemplazar a otro construido
enteramente de madera, al que se denominaba en latín
“pons tabulata”, nombre del que procede la
denominación de este paraje y su parroquia
(“Taboada”).
A la salida del puente podemos leer en un
expositor la memoria de su impacto en los marcos
geográfico e histórico de la comarca. También se
destaca la gran importancia del espacio natural
donde está construido, y la singularidad de la fauna
autóctona de su entorno, por ser este tramo del
río Deza un enclave natural muy bien
conservado. En cuanto a su datación, una inscripción
contemporánea, cincelada en una roca que aflora a
pocos metros de la milenaria obra, data en 912 el
año de finalización de los trabajos.
< img 22:
ermita Santiago (s.XVIII) -capilla
y fuente al pié del Pico Sacro, en
actual lugar de Outeiro- ‘fonte de
Santiaguiño’ (s.XVIII)>
-Nota19-
La ubicación del Refugio de Outeiro
(Vedra), O Pico Sacro y la Leyenda de la
Carreta del Apóstol
Mirando una
y otra vez los mapas y esquemas que tengo de este
tramo del camino mozárabe, aparecía en un
punto inconcreto, fuera de la ubicación de
carreteras y en medio de la nada una marca
toponímica con la denominación Pico Sacro,
el cuál debía estar muy cerca de nuestro Camino,
y por lo que se deducía de los comentarios anexos
tendría directa significación con esta etapa. Pues
bien, puesto a investigar acabaré por desentrañar el
meollo de la cuestión, pero me ha costado lo mío
averiguarlo.
Las menciones
que había podido leer de ese pico montañoso
lo relacionaban con la leyenda del traslado de los
restos del apóstol Santiago, desde el
asentamiento romano de Iría Flavia
hasta el entonces desconocido lugar de Compostela,
colocado sobre una carreta tirada por un par de
bueyes...
Según dicha
leyenda, reinaba en aquella época entre las
comunidades autóctonas de estos contornos una tal
Lupa, personaje mítico de reconocida
maldad. Al presentarse ante ella en primera
instancia los discípulos del apóstol (Atanasio
y Teodoro), solicitando un lugar para
sepultar los restos de su patrón, les recomendó
llevarlo a la rocosa cima del célebre monte antes
citado. Pero una vez alcanzada esta con penas y
fatigas se encontraron con un horrendo dragón,
salido de entre las cuevas del áspero lugar, el cual
hizo imposible su objetivo.
Ante esa
dificultad bajaron de nuevo al llano, depositando
provisionalmente el cuerpo del apóstol en un
lugar indeterminado de la falda del monte, mientras
ellos se presentaban de nuevo ante Lupa… Días
después, tras no pocas dificultades y negociaciones,
consiguieron esos discípulos que la reina les
entregarse una carreta para trasladarse a otro
lugar, a la que debían uncir un par de bueyes donde
les fuese indicado.
Siguiendo
indicaciones de Lupa, los bueyes que
‘seleccionaron’ y encordaron sus secuaces para este
menester, entre cuantos pastaban libremente
por la falda del monte, eran al parecer los más
salvajes de la comarca; hasta tal punto, que
debieron ser amansados durante algún tiempo por los
discípulos antes de uncirlos a la carreta del
traslado.
En cuanto a la
ubicación exacta del Pico Sacro, horas
antes de cerrar la redacción de esta Nota he
sabido por la página santiagoturismo.com
que está a 2km de Outeiro en dirección
noroeste, muy cerca del lugar de Granxa.
En esas página me entero también de que la
capilla vista al penetrar en este lugar
(img
nº22arriba)
fue construida
precisamente en el lugar donde la tradición sitúa la
tumba provisional de Santiago, tras desistir del
primer intento de inhumación en la misma cima del
Pico. Junto a esa capilla consagrada a la
advocación del Santo, hay
también una interesante fuente contemporánea con la
misma advocación, conocida popularmente como
‘a fonte de Santiaguiño’, donde se
reproducen tallados en piedra los principales hechos
y protagonistas de la leyenda.
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