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						Cap.XLIX / (40ªEt.=32,0Km) LAXE/Bendoiro –OUTEIRO/Vedra 
						(1 Octubre, Viernes)  
						      
						Mi reloj biológico es casi infalible; como alguna vez he 
						apuntado, suelo dormir de un tirón hasta las 5 de la 
						mañana aproximadamente. A esa hora me despiertan las 
						ganas de hacer ‘pipí’, por muy ligeras que sean; o lo 
						que es lo mismo: cuando me aprieta esa necesidad 
						fisiológica sé que nos acercamos mucho a las 5h… Pero es 
						que además, en esta ocasión me viene de perlas ese 
						‘despertador’ para recoger la batería de mi cámara 
						digital, la cual debe estar más que cargada. Debo buscar 
						el enchufe bajo la litera contigua, usando la linternita 
						para ese menester, y tras apartar una mochila y varias 
						bolsas de plástico  me llevo un chasco: en lugar de mi 
						batería está enchufado allí el móvil de algún colega. 
						Tendré que apartar cantidad de obstáculos, para barrer 
						con el haz de luz de la linterna la zona inmediata, y 
						finalmente hay suerte: en los pies de la cama localizo 
						casi junto al pasillo el cable de mi cargador, asomando 
						entre algunos trastos, y tras él la batería dentro de su 
						cápsula.  
						      
						Un poco cabreado por el incidente, aunque aliviado por 
						su buen fin, salgo del dormitorio para ir lavabo 
						procurando no despertar a nadie. Han dejado la puerta 
						entornada porque es ruidosa al cerrarse, y vuelvo a 
						dejarla igual cuando regreso para retomar mi litera. 
						Antes de subir echo un vistazo a la cámara, para 
						comprobar con alivio que la batería se ha cargado bien; 
						necesito ilustrar la aventura de cada etapa con las 
						fotos del Camino, y me hubiera fastidiado bastante 
						quedarme sin esas imágenes en esta jornada. Luego me 
						reincorporo cuidadosamente a la colchoneta procurando no 
						zarandear la litera, para no despertar al de abajo; pero 
						no hay problema, porque resopla como un condenado 
						evidenciando estar “roque”. Una vez arriba, vuelvo a 
						usar mi linternita para mirar el reloj: aún son las 
						5,07h… Deberé dar unas cabezadas durante hora y media…, 
						y lanzo ese concreto mensaje a mi cerebro. Aunque suene 
						a broma me funciona, tengo esa rara habilidad: a las 
						6,35 de la mañana me despierto, algo que puedo 
						confirmar  mirando nuevamente el reloj con la linterna. 
						Salto otra vez de la litera y vuelvo a salir afuera, 
						cargando ahora con todas mis pertenencias para 
						organizarlas sobre la mesa del comedor. Una vez en el 
						pasillo, recojo las botas y la camiseta que había dejado 
						en la estantería  y desciendo la escalinata de madera 
						hacia el piso inferior. He sido el primero en bajar a la 
						planta, donde están la mayor parte de servicios. Como no 
						tuve que desplegar el saco, el arreglo del macuto me 
						lleva poco tiempo. Luego paso al aseo, aprovechando la 
						ocasión para afeitarme a conciencia, ya que hoy me sobra 
						tiempo para todo; por ejemplo para envolver con 
						periódico la dichosa camiseta, que aún sigue algo 
						húmeda.    
						 
						He 
						localizado en la mochila, envueltos en su papel 
						metalizado, algunos restos de comida sobrantes de 
						jornadas anteriores; concretamente un poco de jamón y 
						varias lamas de queso. Decido comer algo de esto y luego 
						me acerco a sacar alguna cosa de las máquinas 
						tragaperras, porque a estas horas suele devorarme el 
						hambre. En la primera que encuentro saco un par de 
						“sobaos” y  de la segunda elijo café con leche entre 
						otras infusiones y bebidas disponibles. Las pastas no 
						están mal pero “lo otro” sabe a cualquier cosa menos a 
						café; es lo que en roman paladino podríamos 
						denominar un “aguachirri”. Cuando termino son las 7 en 
						punto y me acerco al dormitorio para despertar a 
						Francisco. Ya hay en la parte baja bastante gente, 
						se han ido incorporando paulatinamente. Me pide F 
						que saque para él lo mismo que he desayunado yo, y se lo 
						preparo junto con el resto de lo que llevábamos en la 
						mochila. Mientras desayuna mi colega ha llegado 
						puntualmente Isabel, a la que veo perfectamente 
						equipada para guiarnos por el estrecho y húmedo sendero 
						que nos separa de la carretera; tiene una linterna tipo 
						espeleólogo sujeta a la frente con una cinta, 
						demostrando que en algunas cosas va mejor equipada que 
						nosotros. 
						    
						 
						< img 1:
						(parroquia de Prado / conc. Lalín) desvío hacia 
						Borralla  y a Ponte Taboada desde la N-525 
						(km3-8.19h)>    
						 
						
						Salimos del 
						
						Refugio de A Laxe 
						a las 7.37, con Isabelita abriendo marcha. Pronto 
						alcanzaremos la carretera nacional, donde tomamos el 
						arcén izquierdo para circular uno tras otro, en ‘fila 
						india’ como debe ser; no debemos obviar esta norma de 
						tráfico cuando andamos en carreteras, especialmente si 
						son algo transitadas como esta. Pasamos junto al Bar 
						Restaurante Mª José que está cerrado todavía; 
						sabíamos que se abriría algo más tarde pero no hemos 
						querido retrasar el inicio de la etapa. Pronto 
						alcanzaremos Prado, del que solo veremos el 
						cartel y un par de casas. Tras este lugar bajaremos 
						enseguida por una pista asfaltada que sale hacia la 
						izquierda; un cartel indicador nos confirma que vamos 
						hacia Ponte Taboada 
						(foto 
						nº1arriba).
						 
						  
						< img 2:
						(Borralla , parr. de Prado / conc. Lalín) 
						desvío a izquierda por antigua vía romana hacia  
						a Ponte Taboada  (km4,1-8.31h)>  
						      
						La citada pista resulta ser la carretera local PO-203, 
						que en pocos minutos nos lleva hasta un puente del siglo 
						XIX desde el que vemos a lo lejos un  viaducto de 
						considerable altura. Miro el mapa y lo identifico como 
						el cruce de la antigua línea férrea sobre el río Deza. 
						Pero justo antes alcanzar el puente citado 
						anteriormente, unas marcas señalan que nuestro camino 
						baja por la izquierda (doble
						img nº2 arriba). 
						Nos introducimos ahí en una estrecha y preciosa 
						corredoira, que atraviesa una zona 
						extraordinariamente boscosa. Muy poco después sentiremos 
						de cerca el tumultuoso río Deza, que baja a la 
						derecha muy cerca de nuestro sendero, 
						describiendo justamente aquí un acusado meandro. Me abro 
						paso como puedo entre la tupida enramada y, aunque con 
						algunas dificultades, consigo sacar una instantánea de 
						sus nerviosas aguas; cuya calidad, por la poca 
						iluminación del bosque galería, no permite su 
						reproducción aquí.   
						
						          El famoso Ponte Taboada está 
						bastante cerca; desde que abandonamos la pista asfaltada 
						no habremos tardado en llegar a él ni diez minutos. 
						Cincuenta metros antes de alcanzar su estribo este, la 
						corredoira aparece empedrada con grandes e irregulares 
						losas 
						(ver 
						abajo img nº3izq). 
						Luego sabríamos que estábamos pisando una antigua 
						calzada romana de carácter local, siendo el 
						afamado puente  un punto clave para acceder a la 
						importante comarca de Silleda. A medida que vamos 
						avanzando por este antiquísimo tramo me voy fijando en 
						los detalles constructivos de la milenaria obra, que en 
						su conjunto, incluidos los accesos por ambos márgenes 
						del río, acabaría dejándome bastante impresionado. Nos 
						hallamos posiblemente ante el más relevante elemento 
						arquitectónico que encontraremos en nuestra ruta hasta
						Santiago 
						(Ver 
						Nota 18, e imagen nº21 al final del capítulo). 
						Pero vamos paso a paso, porque antes de cruzar la 
						emblemática estructura medieval se me ocurre tomar una 
						vista lejana de esta magnífica obra y, mira por donde, 
						cazo a Isabelita justo en el vértice de su único 
						arco, mirando el panorama aguas abajo 
						(img 
						nº3der que sigue)…
						   
						 
						 
						< img 3:
						(Borralla , parr. de Prado / conc. Lalín) 50 
						metros de via romana anteceden al Ponte 
						Taboada, obra medieval de 912  (km4,6-8.40h)>
 
						     
						Os aseguro que disparé la cámara sin fijarme en ‘el 
						detalle’; solo me fijé en la valenciana en el momento de 
						darle al disparador, y no me importó su presencia porque 
						ella no tapaba nada ni estorbaba la perspectiva general. 
						Por lo tanto, que nuestra colega salga en una vista 
						lejana de esta obra medieval no tendría que ser 
						destacado en este comentario, de no mediar una simpática 
						anécdota (ver
						Nota 15 que sigue).  
						  
							
							  -Nota15-
							Isabel Olmeda Belencoso, 
							O Ponte Taboada y un certero bostezo: 
							
							                 
							
							           Tras hacer la foto llamé en voz alta a 
							Isabel, comentándole que había quedado 
							inmortalizada sobre la venerable estructura romana… 
							Pero, ante mi sorpresa, ella me respondió muy 
							enfadada que debería haberla advertido... Perplejo 
							ante esa reacción me acerco a la chica sin entender 
							bien el motivo de su enfado y, antes de llegar a su 
							altura, me aclara que la había pillado en medio de 
							un bostezo… Bueno, esto es lo último que se me había 
							pasado por la mente como motivo para enfadarse, y no 
							pude hacer otra cosa que reírme… Echo mano de la 
							cámara, y mostrando el visor me resultaba 
							completamente  imposible ver otra cosa que el punto 
							azul del anorak de Isabelita sobre el 
							empinado pretil del arco de medio punto de O 
							Ponte Taboada... Se lo comento a la 
							colega y ya queda más tranquila. Pero como el 
							incidente tuvo su gracia me queda en la memoria, de 
							forma que al llegar a casa analicé la foto con 
							atención durante mi repaso del material gráfico y 
							apuntes. Puse pues en la pantalla del ordenador esa 
							foto, ampliándola al máximo, y… ¡bingo!: ahí podemos 
							ver  inmortalizado el gran bostezo de Isabelita.
							  
							
							     -- Querida Isabel: 
							desde aquí te mando un fuerte y cariñoso abrazo, 
							eres una fenómeno… y yo también. ¡A ver quién mejora 
							esta instantánea!.. Naturalmente la foto te la 
							regalo, es tuya, y como ya no es de mi propiedad no 
							es preciso prometerte que no pienso presentarla a 
							ningún concurso… Pero vamos, como ha pasado ya 
							suficiente tiempo, tienes que tomarlo ahora con 
							sentido del humor.  Puedes presumir de hacer ese 
							gran bostezo sobre la mole milenaria de  O 
							Ponte Taboada, porque mi querida amiga 
							tienes toda la justificación del mundo para ello. A 
							ver si al presidente del Concello de Lalín se 
							le ocurre estimular a sus vecinos para que nos 
							pongan algún mesón a cafetería en el camino entre
							Laxe y este lugar. Con el 
							hambre que llevábamos, tras el madrugón, lo menos 
							que podemos hacer es dedicarle a este señor y sus 
							adláteres ese oportuno bostezo: ¿qué mejor lugar 
							para hacerlo que la cima del mejor monumento de su
							concello?..., y que nos perdonen sus 
							constructores--
 
						 
  
						< img 4:
						(Taboada, conc. Silleda) (km5,5-9.04h) 
						crucero e iglesia de Santiago // detalle portada 
						principal (oeste) y una ventana absidial  >  
						
						         Pasado 1 km del puente encontramos Taboada, 
						el pueblo que da nombre a esta comarca, un lugar 
						pequeño como casi todos los que vemos por aquí, del cual 
						solo tienen mención en mis apuntes la belleza de su 
						templo parroquial y el interesante entorno del mismo. 
						Cuando nos acercamos a la preciosa Iglesia de 
						Santiago está repicando una de sus dos campanas, y 
						al aproximarnos más vemos perfectamente al campanero en 
						plena faena. Afanándome en ello logro cazar esa imagen, 
						que aunque algo distante y oscura por tener el sol en 
						contra nos muestra perfectamente al protagonista; por 
						las trazas es el mismísimo cura párroco 
						
						(arriba img nº4izq).
						 
						     
						Ahora que lo pienso, podríamos haber esperado un poco 
						 para saludarle y entrar a ver el templo por dentro; 
						mejor oportunidad imposible. Seguramente no lo hicimos 
						por carecer entonces de la información que tengo hoy 
						sobre el mismo, o bien porque era demasiado temprano y 
						no estábamos nada cansados todavía. Se trata de una 
						iglesia románica, relativamente importante entre las de 
						la zona, cuya construcción puede datarse con toda 
						probabilidad a principios del s. XIII. En su interior 
						conserva un buen retablo, y las columnas del presbiterio 
						tienen bellos capiteles historiados con escenas de la 
						pasión. Nos llamó la atención el interesante entorno de 
						la iglesia, con un magnífico crucero y la curiosa talla 
						del apóstol Santiago (ver fotos). Es probable que la 
						presencia del páter, ejerciendo funciones de campanero 
						ante la puerta principal, nos inhibiese un poco; y por 
						no acercarnos demasiado a él no pudimos reparar en la 
						gran calidad que tiene la portada románica. De 
						manera que me faltó hacer esta foto y luego acercarme a 
						ver el ábside, en el que hay un ventanal extraordinario. 
						No obstante, he conseguido esas  imágenes en  Internet
						para  adjuntarlas al reportaje, mostrando un estilo
						románico de la máxima pureza y categoría 
						(img 
						nº4der). 
						  
						< img 5:
						(parroquia y concello de Silleda) amplio 
						paseo entre el robledal que conduce al pazo
						de Trasfontao (km7-9.22h) >  
						     
						Nuestro camino prosigue por una corredoira que se 
						interna en bosques claros, donde se alternan los 
						predominantes robles con castaños y eucaliptos. Se 
						suceden suaves ondulaciones por una pista de tierra 
						relativamente estrecha;  hasta adentrarnos en los 
						terrenos que pertenecieron en su día al gran Pazo de 
						Trasfontao, distante unos 2km de Taboada.  En 
						su linde la pista se ensancha convirtiéndose en un 
						amplio y rectilíneo paseo, señal evidente de que 
						entramos en un pazo importante 
						(img 
						nº5).
						 
						     
						Antes de llegar al conjunto de edificaciones del pazo
						encontramos en un prado dos modernas casetas 
						portables,  que  tienen toda la pinta de ser  los 
						típicos W.C. playeros ó de ferias. Posiblemente el 
						conjunto del pazo, con su entorno inmediato, sea ahora 
						de titularidad municipal o del concello de Silleda
						al que pertenecen estas tierras. En este punto miro 
						el reloj, son ya las 9,30h.   
						  
						< img 6:
						(parroquia y concello de Silleda)  cruzando 
						por fuera el  pazo de Trasfontao
						(edificios principales tras el muro) (km7,5-9.29h) >  
						      
						El edificio principal de Trasfontao no podemos 
						verlo en su totalidad por estar circundado por un alto 
						muro; solo vislumbramos su entorno, las paredes 
						laterales y parcialmente la trasera; la fachada 
						principal queda oculta. Por lo que logramos ver desde 
						fuera 
						
						(arriba img nº6), 
						y los pocos resquicios de su contorno 
						(img
						nº7izq. abajo), 
						queda patente que fue muy importante, y posiblemente aún 
						debe conservar elementos de interés que no están a la 
						vista. Viendo las dependencias auxiliares, hórreos, 
						muros y corredoiras que lo rodean podemos colegir que en 
						su día fue epicentro de un dominio territorial de vastas 
						proporciones…Como detalle curioso, saco la foto a un 
						antiguo e interesante cartel colgado en uno de los 
						establos, cuyo porche estaba abierto. Se trata de un 
						aviso al vecindario, convocando candidatos para 
						dotar de tripulación a un buque de la armada española (s.XVIII, 
						reinado de Carlos IV); algo que en aquella época 
						solía denominarse comúnmente ‘leva’ 
						(ver
						foto nº7der). 
						Otros 
						comentarios relativos a este pazo aparecen en 
						nota marginal 
						(Nota 16
						
						más 
						abajo). 
						Nos quedamos con las ganas de ver más cosas del lugar, 
						pero el recinto principal está cercado por un muro donde 
						encontramos ninguna puerta franqueable, y su altura 
						impide una buena visión del interior.  
						  
						< img 7:
						(pazo Trasfontao, solar familia Montenegro) 
						edificio principal  // curioso 
						cartel de leva de marinería en edificio 
						auxiliar (km7,6-9.32h)  
						       
						Seguimos nuestro recorrido por un camino empedrado que 
						tiene la misma pinta que el de las cercanías de Ponte
						Taboada; otra vez tengo la impresión de estar 
						sobre la vieja calzada romana. El sendero es estrecho, 
						pero tiene grandes losas que no se corresponden con su 
						anchura … De hecho, las losas se esconden entre el 
						matorral de unos márgenes de casi un metro de amplitud, 
						que nos separan de los típicos muretes que delimitan la
						corredoira.. Esto me reafirma en la opinión de  
						que continuamos sobre una calzada romana original, 
						seguramente bien conservada en este largo trecho durante 
						siglos por los propietarios del pazo.  En este 
						tramo, bastante recto, pasamos junto a viejos manzanos 
						asilvestrados cuyas altas ramas sobrepasan el murete 
						derecho y dejan caer sobre el camino la fruta madura. 
						Decidimos recoger varias manzanas, pues tras probar 
						alguna las encontramos muy dulces y podrían servirnos 
						para suplir la falta de agua potable.  
						     
						Termina el camino empedrado cuando cruzamos un riachuelo 
						sobre un bien tallado pontón de piedra. Justamente aquí 
						vemos una casa en ruinas y al otro lado una pista que 
						cambia de formato, haciéndose de nuevo más ancha y 
						carente de muretes laterales. Evidentemente hemos dejado 
						el terreno patrimonial del viejo pazo y estamos 
						ahora en campos exteriores. Como no tenemos otra cosa en 
						qué pensar, F y yo hacemos nuestras conjeturas, 
						llegando a la conclusión de que la casa en ruinas debió 
						ser la vivienda del guarda que controlaba el acceso al 
						recinto en su época gloriosa…, así lo damos por hecho y 
						queda escrito.      
						En 
						esas estamos cuando vemos venir de cara a un señor de 
						nuestra quinta, bueno más o menos de mi edad. Nos hace 
						gracia porque, estando en pleno campo (aún no tenemos ni 
						idea de donde quedará Silleda), el hombre viste 
						como para ir a la misa dominical: zapatos de paseo, 
						pantalón gris de lana perfectamente planchado, una 
						americana marrón, impecable camisa  blanca y jersey 
						verde de cuello en “V”. Se le ve en buena forma, pero no 
						se priva de llevar el típico bastón de la tercera 
						edad; como el clásico jubilado que, periódico, en 
						mano gusta de salir habitualmente a ‘controlar’ las 
						obras de una ciudad cualquiera…’pa matar el tiempo’. 
						Cuando pasamos a su altura este vecino nos saluda con 
						agrado, y sin perdernos de vista se para girando 45º 
						hacia nosotros; dejando bastante claro que quiere 
						charla… 
						    
						F y yo no solemos desdeñar este 
						tipo de encuentros. Sentimos gran curiosidad por conocer 
						de primera mano las costumbres y singularidades de los 
						pueblos y comarcas que pisamos; y no hay nada mejor que 
						la gente corriente para ilustrarnos en eso. Hechas las 
						presentaciones debo reflejar que estamos ante D. 
						José Ángel GF, natural de Silleda y 
						residente en la misma… José Ángel no nos 
						defrauda, conoce al dedillo la historia de estos pagos, 
						y muy especialmente la del cercano pazo de Trasfontao, 
						que nos tenía un poco intrigados... Visto que nuestro 
						interlocutor podrá satisfacer nuestra curiosidad; 
						descargamos las mochilas, y nos disponemos a escucharle 
						con atención.   
						   
						 Nos informa el paisano que hacia finales del siglo 
						XVIII los dominios de ese  pazo alcanzaban los 
						arrabales de Silleda, abarcando varios lugares 
						del entorno… 
						(sigue abajo en 
						Nota 16).
 
							
							-Nota16-
							De cómo el Pazo de Trasfontao creció 
							desmesuradamente al ser adquirido por la familia 
							Montenegro : 
							                 
							
							           Se extiende nuestro amable interlocutor 
							con cantidad de detalles relacionados con el pazo 
							de marras y también de su propia vida, pero no 
							quiero ni puedo reproducirlos todos. Voy a limitarme 
							a lo esencial.  El pazo original ya existía, 
							seguramente con las lindes observadas en nuestro 
							itinerario, con anterioridad a su adquisición por la 
							familia Montenegro a mediados del siglo 
							XVIII. 
							
							    El primer Montenegro fue un militar de 
							carrera de alta graduación. Su relevancia y oficio 
							quedan patentes en la categoría de las viviendas 
							principales que mandó construir, y en el ya citado 
							cartel de “leva de marinería”,  que acerté a 
							“cazar” con mi cámara al pasar junto a un edificio 
							auxiliar situado al otro lado del Camino (img 
							nº7der más arriba)… Tras retirarse de las armas, 
							dedicó nuestro protagonista el resto de sus días a 
							engrandecer su propiedad, ampliándola de forma 
							desmesurada  mediante un ardid que no por conocido 
							dejó de darle resultados durante el resto de su vida
							(*).  
							 (*)
							(se transcribe fielmente la descripción de 
							los hechos contada por nuestro interlocutor…) 
							   
							“Cuando los pequeños propietarios del entorno tenían 
							problemas económicos por malas cosechas, plagas, 
							incendios, etc..; cuando estos vecinos entraban en 
							dificultades por los malos hábitos como el juego u 
							otros vicios, etc. etc., sabían que Montenegro 
							acudiría al quite para aliviar sus penurias… Les 
							fiaba el capital demandado y de forma hábil, según 
							fuera el peticionario o la cuantía del préstamo, 
							establecía sus condiciones y plazo para el 
							reintegro con los correspondientes intereses. Entre 
							estas condiciones estipulaba una cláusula muy clara: 
							vencido el plazo de cualquier pago se le debía 
							pagar su importe a él mismo en persona en el término 
							de 72 horas (3 días). De no ser así el deudor 
							debería compensarle con la cesión de una determinada 
							parte de sus fincas… Repito, en esa cláusula se 
							especificaba que los pagos vencidos se le 
							debían realizar a él mismo en persona. 
							 
							  
							Hasta aquí todo correcto; en principio nadie 
							encontraba algo especialmente raro en esa 
							cláusula... Ahora bien, la habilidad de 
							Montenegro se basaba en el grado de conocimiento 
							que tenía de todos sus deudores, en el 
							seguimiento minucioso de la actividad de los 
							mismos y  muy especialmente en el control de 
							las fechas de vencimiento de los pagos. 
							 
							
							    ¿Cómo se las ingeniaba nuestro hombre para 
							atrapar a los incautos?: controlando pacientemente 
							la llegada del día anterior a cada vencimiento, y 
							transcurrido el mismo eludiendo al tardón quitándose 
							de en medio… Según parece, emprendía algún viaje a 
							lugares “desconocidos” por el vecindario, incluso a 
							alguna finca del entorno propiedad de algún familiar 
							o colaborador de confianza…. Hasta es verosímil  que 
							en ocasiones se escondiera en algún sitio secreto de 
							su inmensa propiedad... Pasados varios días volvía a 
							su despacho ordinario tan campante, y presto 
							convocaba al incauto de turno con el testigo 
							judicial pertinente (bien adiestrado en leyes y 
							usanzas  como cabe suponer)”.  
							
							     Comentamos con José Ángel que la 
							fisonomía del terreno es en la zona donde estamos 
							más variada, alternándose grandes y pequeñas 
							parcelas de diferente naturaleza: pastos, cultivos 
							intensivos, bosques y alguna que otra granja de 
							ganado vacuno. Y nuestro cicerone nos aclara que 
							esta variedad distingue precisamente las fincas 
							anexionadas al territorio patrimonial del Pazo 
							Transfontao. Aquellas fincas, que habían 
							pertenecido a diferentes propietarios, estaban 
							dedicadas a variados tipos de explotación; en tanto 
							que las tierras patrimoniales de la familia 
							Montenegro habrían sido destinadas en su mayor 
							parte al ejercicio de la caza, desde tiempos 
							inmemoriales. Según explica nuestro informante, no 
							permanecerían mucho tiempo en poder de los 
							Montenegro las propiedades anexionadas, ya que 
							cuando esta familia entró en rápido declive a 
							finales del s. XIX los añadidos volvieron a 
							disgregarse, llegando a reducirse notablemente el 
							núcleo original del patrimonio histórico del Pazo. 
							En definitiva, el mosaico de fincas perfectamente 
							deslindadas que vemos ahora al pasar responde a las 
							características del clásico minifundismo gallego.
							
 
						 
 
  
						< img 8:(km8-9.44h)
						pastos y corredoira  
						
						exuberante comarca de Silleda 
						
						pasado Trasfontao  pareja de terneras 
						esperando el camión (km9-9.56h)> 
						       
						Nos despedimos de José Ángel y continuamos 
						nuestro camino, disfrutando del bucólico campo 
						pontevedrés a lo largo del kilómetro y pico que nos 
						falta para llegar a Silleda 
						(doble
						img nº8).
						 La pista continúa siendo bastante amplia, 
						flanqueada ahora por grandes robles principalmente, con 
						algunos pinos intercalados. Junto a un cruce me 
						sorprende la presencia de un soberbio ejemplar de 
						acebo de casi 10mt de altura, al que saco un par de 
						fotos. No es muy habitual verlo en este tipo de 
						escenarios por tratarse de una especie más bien 
						montaraz; es un árbol que me encanta.  Finalmente, muy 
						cerca ya de Silleda, cruzamos una importante 
						granja de ganado vacuno autóctono; en la que divisamos 
						una treintena de reses desperdigadas por el prado. Por 
						su apariencia deben estar destinadas a la venta para 
						carne. Cuando pasamos junto al cercado que la defiende 
						llama nuestra atención una curiosa empalizada. Se trata 
						de un ingenioso entramado que sirve para encauzar las 
						reses hacia la rampa de acceso al camión… Logro una 
						buena instantánea con una ternera encajada en el 
						“embudo” 
						(img nº8arriba).
						  
						     
						Entramos en Silleda a las 10.07, rodeando por su 
						izquierda un bosque de altísimas pinos. Veo ejemplares 
						de al menos dos especies diferentes: el pino negral 
						y el pino de Monterrey, ninguno de los cuales es 
						corriente en el norte de España; ya conocemos el gusto 
						de los gallegos por traerse especies exóticas a su 
						tierra... Insisto en el descomunal tamaño de varios 
						ejemplares; alguno de ellos alcanza seguramente 35 ó 40 
						metros de altura.  Esta entrada ya nos anuncia que 
						llegamos a una población relevante; y desde luego pronto 
						nos acabará de convencer Silleda, cuando 
						rápidamente damos con nuestros huesos en un oportunísimo 
						bar, donde tomaremos finalmente el café con leche 
						acompañado con unos croissants. Ya era hora: son 
						exactamente las 10.17. Muy poquito antes hemos cruzado 
						junto al albergue público de la villa, adosado a 
						la Iglesia de Sta. Olaia.  
						 
						< img 9:
						(Silleda)  casa do Concello  
						(ayuntamiento) (km9,5-10.32h) >  
						    
						Silleda debe tener cosas interesantes que ver,  y 
						dan ganas de quedarse aquí;  pero apenas llevamos 10 km, 
						aunque eso sí, en una etapa con mucho sabor y rica en 
						paisajes y anécdotas. Con tan poco recorrido cubierto, 
						no podemos recrearnos en este estupendo pueblo más que 
						lo justo… Concretamente, como vamos a tener una jornada 
						bastante larga, y no sabemos a ciencia cierta donde 
						estaremos cuando se acerque la hora de comer, decidimos 
						comprar pan y algo para preparar bocatas.  
						      
						Dejo a Francesc controlando las mochilas,
						
						frente 
						a la casa del Concello 
						(img 
						nº9), 
						y me dirijo al centro del pueblo a comprar todo lo 
						necesario. No lo tendría fácil: para lograr mi objetivo 
						deberé retroceder 800 metros hasta dar con el área del 
						mercado, donde encuentro un super. Tras cargar 
						con todo lo necesario, incluido un botellón de 2lt de 
						agua, retorno en busca de mi colega; el abastecimiento 
						me ha llevado casi 25 minutos.  Poco antes  he topado 
						con Isabel en la calle principal. La pobre 
						llevaba un par de días buscando algún cajero para sacar 
						dinero; ahora cargaba también con su bolsa de viandas...
						  
						      
						Me reúno con Francisco y repartimos el agua entre 
						los botellines que llevamos; la sobrante nos la bebemos 
						a lo “camello”, hay que coger reservas. En ese preciso 
						momento (11h) vemos bajar al canadiense Michel 
						por la misma acera donde estamos nosotros, 
						pertrechándonos ya para salir; por educación decidimos 
						esperarle.  
						    
						Michel se pone muy contento al vernos; salta a la 
						vista que tiene un especial ‘feeling’ con F…
						Junto con él y la valenciana salimos 
						finalmente de Silleda a las 11,02h, aunque pronto 
						nos iríamos separando de ellos… Es una norma inveterada 
						en el Camino: cada uno debe ir a su ritmo, 
						y con la estrategia que le conviene… Y no hay que sufrir 
						demasiado cuando nos separamos de algún amigo; porque 
						probablemente el Camino nos volverá a reunir en 
						algún albergue, o en cualquier recodo, cuando menos lo 
						esperemos…   
						 
						< img 10:
						(Silleda)  vista panorámica de la comarca a 
						poniente  (km10-11.05h) >  
						     
						El paisaje pontevedrés es sensacional desde las alturas 
						de Silleda; cuando estamos dejando el pueblo 
						caminando por el arcén izquierdo de la carretera 
						nacional, logro la estupenda perspectiva  que antecede
						
						(img 
						nº10), 
						tomada en dirección oeste. Muy poco después dejaremos 
						nuestra querida N-525 para seguir por la izquierda una 
						carretera local que nos acercará hacia San Fiz 
						de Margaride y Eirexe de Chapa. Por el primer 
						pueblo no llegaremos a pasar, lo vemos de lejos. Antes 
						de alcanzarlo se despide Michel de nosotros. Esta 
						vez sí que hará una etapa corta, lo de sus rodillas va 
						en serio. Se quedará en ese pueblo, donde parece ser que 
						hay buen Refugio. El colega americano se nos pone 
						nostálgico y quiere que le saque una foto con 
						Francesc.  Paramos un momento y obtengo la 
						instantánea con su cámara y también con la mía, logrando 
						una de las fotos más emotivas de este viaje 
						(img 
						nº11abajo). 
						Ya no lo volveríamos a encontrar, pero podríamos hacerlo 
						en el futuro.., ¿quién sabe?, este canadiense es un 
						viejo rockero de los que vuelven cada año. 
						  
						< img 11:
						(Silleda-San Fiz de Margaride)  Michel y Francesc 
						se desean ¡Buen Camino!  (km11-11.16h) >  
						
						          De San Fiz me llama la atención 
						ver, desde bastante lejos por cierto, una gran bandera 
						española ondeando sobre la torre de la Iglesia. Debe ser 
						la resaca del mundial de fútbol, y el cura párroco un 
						‘devoto futbolero’ probablemente.  
						       
						Si es así, le felicito por la iniciativa; me ha 
						proporcionado una imagen inédita 
						(img 
						nº12izq más abajo), 
						que me recuerda a un colega suyo. Concretamente al cura 
						que me casó y bautizó luego a mis tres hijos; primo de 
						mi esposa y amigo mío  
						(véase Nota 
						17 que sigue).
						 
						  
							
							Nota17-
							Joaquín Belmonte, cura 
							moderno y amigo inolvidable que se fue antes 
							de tiempo…  
							   
							
							Los de mi generación (nacidos en los años cuarenta) 
							veíamos a los curas como personas diferentes del 
							resto; “impregnados” por su negro hábito y, 
							ejerciendo siempre de curas, sin permitirse 
							compartir ocios y aficiones con los demás mortales. 
							Era la estética de la época y la rigidez conceptual 
							de modos y maneras del rancio franquismo de la 
							inmediata postguerra...  Luego pasamos a unos años 
							(finales de los 50 y los 60) en que perdimos el 
							contacto con el clero, sencillamente porque teníamos 
							demasiadas cosas que hacer, enfrascados en la 
							finalización de estudios e inicio del desarrollo 
							profesional. 
							  
							Cuando me casé, a principio de los 70, entró en mi 
							órbita familiar el amigo Joaquín y me causó 
							un considerable impacto… Siendo primo de mi 
							prometida, había aceptado el encargo de casarnos, y 
							fue entonces cuando le conocí en su propia salsa, en
							Calaceite (provincia de Teruel) …    
							
							   Como otros jóvenes sacerdotes de ese decenio, fue
							Joaquín Belmonte de los pioneros en romper 
							los viejos y rígidos moldes de su oficio, en los 
							diferentes escenarios de su relación con feligreses 
							y vecindario en general; de los primeros en avanzar 
							decidido en la senda de la modernidad. Solo ejercía 
							de cura clásico cuando estaba en el estricto marco 
							de los sacramentos, tal como lo permitía y aún 
							permite la liturgia. Fuera de eso era un paisano 
							más, como el resto de sus conciudadanos. Y sin 
							embargo, que nadie se equivoque en cuanto a su 
							actitud vocacional; conviviendo con él en su 
							parroquia  (el lugar donde ejercía el sacerdocio 
							y  entorno de mi nueva familia) le vi ejercer un 
							apostolado  ejemplar en todos los ámbitos. 
							 
							   
							He conocido a pocos sacerdotes como él, que 
							convenciera siempre a todo el vecindario (desde el
							púlpito y en la calle), sin distinción de 
							clases, género ni edades. Era sencillamente un cura 
							de su tiempo; en los usos y costumbres y en la 
							‘estética’, pero totalmente ortodoxo en el ejercicio 
							de su oficio. En sus misas oí por primera vez los 
							pasajes del Evangelio acompañados con música de los
							Beatles y otros conjuntos modernos, ante la 
							sorpresa de algunos y el “escándalo” de otros/as.
							  
							   
							Por otro lado, en cuanto a nuestra relación personal 
							y fuera del contexto de sus obligaciones, 
							compartimos con Joaquín todo tipo de ocios; 
							incluso irnos a ver películas subidas de tono, y 
							discutir luego el meollo de su contenido; porque 
							conocer de cerca, sin cortapisas, los usos y 
							costumbres de la sociedad entraba dentro de sus 
							‘obligaciones’…  
							  
							En cuanto al motivo de traerle a este relato, era el
							cura Joaquín un gran ‘forofo’ del 
							fútbol, especialmente de aquel Zaragoza que tanto le 
							hacía disfrutar y sufrir. De ahí que me viniera a la 
							memoria precisamente ahora, a la vista de la bandera 
							que su colega de San Fiz ha colgado en la 
							torre de la Iglesia…  
							   
							Tras casarnos y bautizar a nuestros 3 hijos en los 
							años 70, vino en varias ocasiones a pasar una 
							quincena de sus vacaciones con nosotros a Lloret 
							de Mar. Sería en esos años cuando pude conocerle 
							a fondo, y acabamos cimentando una amistad duradera. 
							   
							 Me encontré con él por última a finales de los 80. 
							Por esa época aún no me había entrado a mí el 
							gusanillo del Camino... Varios años después, 
							al hacerlo por  vez primera en el 92 Joaquín 
							ya no estaba en este mundo; un traicionero 
							melanoma lo fulminó en un par de meses y se lo 
							llevó antes de cumplir los 45. Si no hubiese 
							sucedido, estoy seguro que me habría acompañado más 
							de una vez en estos afanes andariegos… Posiblemente 
							estaría hoy también aquí , camino de Ponte Ulla 
							y Outeiro, disfrutando con el espectáculo de 
							esa bandera que conmemora todavía mayor triunfo 
							futbolístico de España y.., ¿por qué no?, hasta es 
							posible que nos hubiéramos acercado a saludar a su 
							colega el cura de San Fiz para 
							celebrarlo con él…. 
							   
							Sirvan estas líneas para rendir a Joaquín 
							Belmonte un sincero homenaje, y para 
							mandarle allá donde esté mi fraternal abrazo.
 
						    
						Isabel seguía aún con nosotros en el cruce de San 
						Fiz, pero haciendo ademán de despedirse, me informa 
						que pronto ‘cambiaría de piñón’; y por lo tanto veo que 
						saldrá disparada. Como aún no había guardado la cámara, 
						le pido que pose también para una foto, por si estamos 
						ante otra despedida definitiva… No le agrada mucho la 
						idea, pero finalmente accede a regañadientes;  y saco la 
						instantánea precisamente junto al cruce de San Fiz. 
						Luego Isabelita alarga la zancada y se pierde a 
						lo lejos… Miro entonces el monitor de la máquina y me 
						tengo que reír, por no llorar; ¡con esta chica no doy 
						una!, la he retratado ante un crucifijo, y la imagen 
						queda un poco tétrica 
						(img 
						nº12der). 
						  
						< img 12: 
						        (Margaride)  San Fiz reza por 
						España (km11.5-11.25h)        //  (cruce de San 
						Fiz)  Isabel Olmeda  se despide 
						(km11.6-11.27h) >  
						
						         Seguimos viento en popa disfrutando con la 
						agradable tónica de la jornada: una pista excelente 
						rodeada por prados y pequeños bosques, una delicia. Poco 
						antes de Chapa cruzamos la AP-53 por un viaducto, 
						que desde este punto dista solo 28 km. de Santiago. 
						Pero nosotros tendremos bastantes más, nos quedan 19 
						para completar esta jornada y otros 18 para el día 
						siguiente.  
						Al 
						otro lado de la autovía se ven muchas casas, salpicadas 
						entre los campos de cultivos y el bosque. A la derecha 
						disfrutamos de una preciosa perspectiva en dirección 
						noreste, bajo un amenazante horizonte tormentoso; pero 
						esos núcleos de tormenta quedan lejos, en dirección 
						este, y no van a afectarnos a nosotros.  
						Unos 
						minutos después atravesamos la parroquia de Chapa; 
						siendo Eirexe el único lugar que 
						vemos de cerca. Está situado en una colina que se eleva 
						a nuestra izquierda. No pasaremos tampoco por él, pero 
						logro una buena  imagen desde lejos 
						(ver
						img nº13abajo). 
						Caminamos ahora por una pista asfaltada, rodeados de 
						maizales un buen trecho. Lo apacible del lugar, y la 
						calidad de las viviendas que divisamos desde el 
						Camino, me sugiere que probablemente este contorno 
						debe ser hoy zona residencial de muchos compostelanos; 
						quienes con  la autopista deben llegar  aquí en no más 
						de 20 minutos. En este punto se me ocurre que hay que ir 
						planificando ya el descanso para comer; de manera que 
						echo un vistazo al visor de  mi cámara, para leer que 
						son ya las doce y cuarto. Le comento entonces a F 
						que deberíamos ser previsores parándonos a comer en 
						cualquier sitio, el primero que encontremos adecuado a 
						partir de este momento. Nos quedan muchos km por delante 
						y no hay certeza de donde podemos estar a la hora idónea 
						para hacerlo (yendo todo bien de 13,30 a 14,0h). 
						Francesc coincide conmigo, es mejor comer a las 
						12,30 en un lugar decente, que no a las 4 de la tarde en 
						sitio inapropiado o… no comer.  
						 
						< img 13:
						(parroquia de Chapa) Eirexe, a la 
						izquierda del Camino (k14.5-12.15h  // (A 
						Bandeira)  H/Restaurante 
						Conde Rey (km16.2-12.35h) >  
						       
						A partir de ahora ni me preocupo por mirar los mapas; 
						estando tan cerca de la capital gallega podríamos 
						encontrar un buen mesón o restaurante en cualquier cruce 
						o urbanización … Pronto saldríamos  de dudas, porque 
						alcanzamos A Bandeira a las 12,32 y tres 
						minutos después ya estábamos esperando plato en el 
						Hostal Rte. Conde Rey, que hallamos muy 
						céntrico en la mismísima calle-camino del pueblo 
						(img 
						nº13der).
						  
						      
						Comimos aceptablemente bien en este oportuno local; creo 
						que fue un caldo gallego de 1º y luego 
						estofado de ternera con patatas. No lo recuerdo 
						bien, pero es el menú que más nos gusta por esta tierra 
						y solemos escogerlo cuando lo tienen. La cuestión es que 
						todo salió a pedir de boca,  y pudimos descansar 40 
						minutitos alargando un poco la sobremesa… Nos olíamos 
						que íbamos a tener mucha tralla en la segunda parte de 
						la etapa, y no nos íbamos a equivocar…  
						 
						< img 14:
						(Bandeira-Dornelas) carretera de la Estación 
						(k17-14.06)  //  corredoira en el robledal de 
						Piñeiro  (km20-14.46h) >  
						     
						Nos ponemos en marcha a las  13,20; con solo 15 km. 
						hechos y calculando que faltarían otros tantos… 
						Normalmente, cuando afrontamos etapas de hasta 24 km  
						solemos tirar hasta el final sin comer. Es lo ideal, 
						porque tras la comida no apetece mucho andar, pero hoy 
						estamos en una etapa de las largas. Hemos salido de A 
						Bandeira  por la N-525, y seguiremos por esa 
						nacional durante ½ kilómetro. Después nos desvían las 
						marcas por una carretera local que lleva a la estación 
						de ff.cc. 
						
						(arriba img 
						nº14izq), 
						y poco después seguiremos por pista asfaltada hasta 
						alcanzar una zona boscosa tras unos 3 km. de recorrido. 
						En este entorno el camino pasa a ser un amplio sendero 
						de tierra pizarrosa. Estamos ahora en bosque bastante 
						cerrado en el que predominan grandes robles; pero entre 
						ellos hay un matorral bastante espeso con abundantes 
						zarzas. Francesc necesita detenerse y vemos 
						oportuno hacer un descansillo de 10 minutos. Son las 3 
						menos cuarto, y ya estamos en plena digestión; eso se 
						nota también en las piernas 
						(img 
						nº14der).
						  
						     
						Aparca F la mochila en un sitio algo 
						enmarañado y húmedo, y se retira tras los árboles para 
						aligerar el cuerpo. Yo me paso al otro lado del camino, 
						porque distingo un pequeño y soleado prado entre los 
						robles, cubierto de mullida hierba. Me apetece tumbarme 
						el tiempo acordado para relajarme lo máximo posible. Lo 
						hago procurando no dormirme, y en pocos minutos me 
						incorporo. Mirando el telfº móvil, compruebo que ha 
						transcurrido justamente el tiempo previsto, pero no 
						encuentro a F…  Me extraña mucho no hallarle, 
						porque solo me había separado de él unos 15 o 20 
						metros.  Le llamo a voces varias veces y doy varias 
						vueltas alrededor por si se ha tumbado también y se ha 
						dormido, pero nada… Tras intentar en vano contactarle 
						telefónicamente, por falta de cobertura, decido salir 
						rápido para tratar de alcanzarle…; pero por desgracia 
						los males no vienen solos: al recoger la mochila no 
						encuentro mi sombrero, algo que ya me pone de los 
						nervios….  
						       
						Vuelvo de nuevo atrás, al sitio donde quedó Francesc, 
						por si está el sombrero por allí... pero ¡nada de nada! 
						Desesperado y cabreado, trato de calmarme pensando que 
						lo ha encontrado F, y luego ha continuado 
						pensando que iba yo por delante;  quizás incluso me ha 
						llamado, y no lo he oído al quedarme dormido unos 
						instantes…  
						 
						< img 15: 
						 (San Martiño de Dornelas) entrando en el 
						pueblo  (k21-15.23h)  //  alcanzo a Francesc 
						camino de S. Miguel de Castro  (km23-15.59h)   
						     
						Salgo lo más rápido que puedo, pasados ya 20 minutos 
						desde nuestra parada en este lugar. Son casi las 3 de la 
						tarde y durante el kilómetro siguiente alargo la vista 
						por ver si distingo a F cada vez que paso alguna 
						curva… Pero no (pensé), me llevará más tiempo 
						encontrarle; si salió 10 minutos antes que yo, voy a 
						tardar  más de media hora en divisarlo….  
						    Lo 
						tomo pues con filosofía, y vuelvo a disfrutar del 
						paisaje. A las 15,25 paso por Dornelas, un 
						pueblín precioso que fotografío al entrar 
						(img 
						nº15). 
						Pasé a pocos metros de la iglesia de San Martiño 
						(románico s. XII), que tiene un notable ábside 
						semicircular, pero ni siquiera me entretengo en  
						examinarlo; ahora primaba el reencuentro con F…   
						 
						Cerca 
						ya de las cuatro alcanzo por fin a Francesc 
						
						(img
						nº15der), 
						y se confirma mi suposición: tras la parada salió 
						convencido de que yo iba delante… Probablemente  no 
						recordó en ese instante que habíamos previsto un 
						descanso de 10 minutos, o no lo había oído. Pero lo peor 
						de todo es que él no lleva mi sombrero, ni recuerda 
						cuándo me lo vio la última vez…; por lo tanto me tendré 
						que resignar a continuar sin él. Pensando un poco, estoy 
						seguro de que lo dejé en el hostal Conde Rey, 
						donde habíamos parado a comer. Cuando llegue a casa 
						tendré que averiguar el teléfono del establecimiento, y 
						contactar con ellos para ver si lo han hallado y me lo 
						quieren remitir…La cuestión es que ahora me quedaría sin 
						el sombrero para el resto del viaje; faltando una etapa 
						no vale la pena comprar otro... 
						  
						< img 16:
						espectaculares  hortensias en su 
						travesía 
						
						S. Miguel de Castro 
						/ c. A Estrada -km25.5-16.33h- ermita Ntra. 
						Sra. de las Angustias >  
						    
						Pasadas las 4½ llegamos a San Miguel de Castro, 
						una parroquia del concello de A Estrada. A poco 
						de entrar vemos un bar a la izquierda, donde haremos 
						otra paradita para descansar 5 minutos. Lo hacemos 
						sentados en la pequeña barra, una vez liberados de las 
						mochilas. De ese lugar destaco sus espectaculares
						hortensias, que vemos tanto en las viviendas como 
						en espacios públicos 
						(img 
						nº16izq). 
						Pasado el bar, encontramos aislada en una explanada la 
						capilla de Nosa Señora de las Angustias, de 
						armoniosa factura 
						(img 
						nº16der), 
						en la que destaca su esbelta espadaña que soporta un par 
						de campanas.  
						     A 
						200 metros de la capilla se inicia el descenso hacia la 
						profunda falla del río Hulla. Pronto surgirá ante 
						nosotros la imponente imagen del viaducto del AVE, 
						actualmente en construcción; una asombrosa obra de 
						ingeniería de la que podemos presumir los españoles. Nos 
						quedamos de piedra, porque no esperábamos encontrar algo 
						así.   
						 
						< img 17:
						(San Miguel de Castro-Ponte Hulla)  viaducto 
						del AVE sobre el río Hulla  // detalle de 
						su conexión en este momento (km26,2-17.09h)  
						Desde 
						el lugar donde estamos vemos perfectamente que hay gente 
						trabajando,  y  parece  que la estructura está a punto 
						de conectase en su punto central: justo en la vertical 
						del cauce del río… ¡y a 130mt de altura de su lecho!
						 
						    
						Aunque primera visión de la obra de ingeniería nos gusta 
						mucho, cuando empezamos a descender el talud tenemos una 
						cosa más importante en que pensar: nos preocupa la 
						precariedad de las señalizaciones de obra, viendo a 
						nuestros pies grandes máquinas de movimiento de tierras 
						de aquí para allá... Empezamos a temernos que hayan 
						desparecido las marcas y nos perdamos por las riberas 
						del río sin poder cruzarlo… Con todo, cuando hemos 
						bajado unos 200mt veo una perfecta atalaya para sacar 
						buenas fotos del viaducto...; y  le sugiero a 
						F que no pare, porque ya le alcanzaría más 
						abajo. La perspectiva es magnífica, distingo 
						perfectamente dos equipos a punto de conectarse en el 
						centro de la obra, colgados literalmente sobre unos 
						tinglados de acero 
						(véase 
						arriba img
						nº17)…    
						 
						El 
						desnivel que debemos salvar a partir de ahí es todavía 
						grande, y tardamos casi 20 minutos en alcanzar la ribera 
						del río. Ya abajo, encontramos una carreterita asfaltada 
						que discurre en paralelo con el cauce hasta el mismísimo
						Ponte Hulla, punto obligado para cruzar el río. 
						Son ya las 17.20h y podemos respirar tranquilos, ¡al 
						menos no tendremos que dormir en el bosque! Un cartel 
						orientador, situado estratégicamente en este lugar, nos 
						permite orientarnos sobre el camino inmediato a seguir. 
						Tiene un mapa de la zona y podemos leer algunas 
						indicaciones relativas al próximo Refugio. Aunque 
						no están del todo claras podemos prever, como cálculo 
						más optimista, que el Refugio de Vedra (Outeiro) 
						podría distar unos 2 km. a partir de la población de 
						Ponte Hulla… Un cálculo  pesimista podría 
						suponer otros dos km. de propina. En definitiva, con un 
						poco de suerte podemos estar en el albergue público 
						dentro de una hora… 
						      
						En esas estamos cuando se detiene a nuestro lado un 
						vehículo todo-terreno. Al volante viene uno de los 
						ingenieros que dirigen la obra del viaducto. Nos explica 
						que, estando a punto de culminarse la conexión de la 
						estructura, quisieran tomar algunas fotos de un 
						peregrino contemplando el conexionado..; ¡justamente en 
						el punto donde había tomado yo mis fotos 15 minutos 
						antes!.. Se lo digo, y el ingeniero me pide que pose de 
						nuevo en ese mismo lugar; para tomar él ahora las mismas 
						imágenes, pero conmigo en primer plano... la cosa me 
						hace gracia, y accedo a ello  con el visto bueno de 
						F; no pasa nada por perder un cuarto de hora 
						más… Me subo pues con mi colega en el coche y volvemos 
						exactamente a la misma atalaya. En el camino, el hombre 
						me explica que se trata de una obra con una solución 
						técnica novedosa en este tipo de estructuras, y por ese 
						motivo está redactando un artículo para publicarlo en 
						las revistas del ramo. Ya de vuelta al punto donde nos 
						había encontrado, se ofrece a llevarnos al refugio 
						de Outeiro/Vedra, algo que como es natural no 
						podemos aceptar. 
						
						  
						< img 18:
						(Ponte Hulla, concello de Vedra)  puente 
						de la carretera N-525 sobre el río Hulla 
						(km28,7-17.43h)>  
						    
						Llegamos a Ponte Ulla, al que como indica su 
						nombre se accede salvando el cauce del río por el puente 
						homónimo, que soporta la  carretera N-525. Lo cruzamos 
						exactamente a las 6 menos cuarto 
						(img 
						nº17), 
						sin encontrar a nadie que nos pueda indicar la mejor vía 
						para dirigirnos por el camino más corto a nuestro 
						albergue de la jornada. Nos hemos de limitar a 
						seguir pacientemente las marcas amarillas… Debe ser A 
						Ponte Ulla un pueblo interesante; pero nuestras 
						prioridad con casi 30km de Camino a las espaldas 
						es acabar cuanto antes, por lo que hay que prescindir 
						hoy de la ‘visita  turística’ que sin duda merece la 
						localidad. La única muestra que guardo de nuestro paso 
						por ella es la foto de un antiguo crucero, que 
						lamentablemente muestra un injustificable abandono por 
						parte de las autoridades. Está en una recoleta plaza que 
						dejamos a la derecha, cuando ascendemos la empinada 
						cuesta por el talud norte del río. El crucero está 
						totalmente rodeado por la copa de un tilo. Ante la cruz 
						hay una excelente talla de la Virgen Dolorosa 
						sosteniendo a Jesús; pero del Cristo solo 
						se conservan las piernas, el torso ha desparecido… El 
						grupo escultórico despierta admiración por su patetismo, 
						y pena por su deplorable estado. Esa triste imagen deja 
						en muy mal lugar a los responsables municipales de 
						Ponte Hulla, y a los miembros del concello 
						de Vedra. 
						  
						< img 19:
						(Ponte Hulla – albergue de Outeiro)  “vía 
						dolorosa con el macuto a cuestas…”, sobre calzada de 
						pedernal (km29,4-17.52h)>  
						     
						El ascenso de la ladera, dentro aún del propio pueblo, 
						es muy pronunciado, iniciándose por un camino empedrado 
						con grandes, irregulares y resbaladizos cantos de 
						pedernal. Hete aquí otro tramo que podría ser parte de 
						la antigua calzada romana 
						(img 
						nº19).  
						Tras él volveremos a toparnos con la N-525, que traza 
						por esta empinada  ladera sucesivas curvas de 
						pronunciada pendiente. Tras media hora de duro ascenso, 
						ahora por asfalto, ya empieza F a 
						enfadarse, porque pasamos demasiado rato sin ver las 
						marcas… Por fin aparecen estas, tras recorrer durante 40 
						minutos de nuestra particular ‘vía dolorosa’  con 
						macuto acuestas… 
						    
						Las marcas nos hacen desviar por una pista de tierra a 
						la derecha, pero manteniéndose lo empinado de la subida.  
						    No 
						quiero alargarme demasiado, pero se cumplirá el peor de 
						los pronósticos. Llegaremos al lugar denominado 
						Outeiro tras una insufrible ascensión de 4 km;  por 
						un monte que sería ideal para una prueba de triatlón…, 
						pero nunca para cerrar una etapa de 33 km. Se trata de 
						un parque natural precioso, idóneo para salir a dar un 
						paseo con los niños con coche de apoyo…, pero no para 
						esto del Camino; -¡Ahora mismo ‘le mandaría un 
						misil’ a quien tuvo la idea de ponernos este final de 
						etapa!-… Lo peor fue para mí el contemplar los 
						padecimientos de F, y tener que 
						escuchar durante un buen rato sus reiteradas quejas, 
						perfectamente justificadas. No logré encontrar 
						argumentos convincentes para animarle, ya que por 
						desgracia no conocíamos bien este final de etapa.  La 
						incertidumbre sobre el recorrido se agrava 
						progresivamente en estas circunstancias, ya que en 
						ocasiones llegas a dudar entre si estamos o no en el 
						camino correcto. Si al menos hubiésemos tenido algunos 
						carteles indicadores de la distancia al Refugio, 
						situados en lugares estratégicos…Y para colmo de mala 
						suerte, en toda la subida no encontramos absolutamente a 
						nadie; no apareció ninguna persona que nos pudiera 
						confirmar si íbamos o no en la buena dirección...; que 
						nos diera alguna pista por pequeña que fuera, que 
						siempre ayuda a despejar las dudas.  
						  
						< img 20:
						avistamiento ermita de Santiago 
						
						
						-Outeiro , concello de Vedra, al pié de 
						Pico Sacro –km 33 / 19.01h-  cartel 
						del albergue junto a fuente >  
						
						Faltando aproximadamente ½ km para la meta me adelanto, 
						y logro ver por fin una pequeña iglesia 
						(img 
						nº20izq), 
						cuyo nombre 
						
						(ermita de Santiago) 
						
						conoceríamos luego. 
						Al llegar junto a ella también veo, ¡ya era hora!, un 
						cartel indicador del albergue junto a una 
						antigua fuente 
						(img 
						nº20der). 
						Son las 7 de la tarde, ¡estamos salvados…!. Cincuenta 
						metros más adelante hallaremos nuestro último 
						albergue de peregrinos del viaje. Al entrar 
						en recepción, me encuentro allí a Paco 
						y Araceli, que acaban de sellar su credencial; 
						y antes que nada, ruego al cordobés que salga al 
						encuentro de F… para darle ‘vidilla’, mientras yo 
						empiezo a tramitar el alojamiento con la hospitalera. La 
						pobre tiene que sufrir en sus carnes el chaparrón que me 
						baja a raudales de la cabeza…: maldiciendo al alcalde de
						Ponte Hulla, al presidente del concello y 
						hasta al de la Xunta Galega. Creo que me pasé un 
						poco, y luego le pido a la pobre mujer disculpas; aunque 
						por lo que oigo de unos y otros ya debe estar 
						acostumbrada. 
						      
						Cuando estoy liquidando la pequeña cuota de 5€ por barba 
						veo entrar a Paco con F, ya 
						sonriente. Francesc olvida muy pronto cualquier 
						contratiempo; está claro que lo que más le cabreaba, 
						como a mí, era la deficiente información sobre la 
						ubicación precisa de este Refugio… Entrando en 
						materia, resulta que tenemos en el mismo 40 plazas en 
						literas, de las cuales ya se habían cubierto a nuestra 
						llegada las 20 inferiores. Lo lamenta la hospitalera, 
						aunque confía en que alguno de los ciclistas jóvenes que 
						acaban de llegar nos ceda su colchoneta baja… Pero no 
						será así, y tendremos que rematar la jornada con una 
						última escalada a nuestro jergón.   
						     
						El Albergue de Outeiro está 
						en la línea de la mayoría que hemos visitado a partir de
						Verín. Es un edificio de moderna construcción con 
						diseño muy funcional. Como variante, en este alojamiento 
						tenemos ubicados todos los servicios en la planta baja:
						recepción, un par de dormitorios de 20 
						plazas cada uno, dos módulos de servicios 
						diferenciados por sexo, sala de estar, cocina 
						y salón comedor. No acabo de inspeccionarlo todo 
						por premura de tiempo, pero estoy seguro de que también 
						dispone de alguna dependencia para lavado de ropa; 
						porque afuera hay un amplio entorno ajardinado, y en la 
						parte trasera del inmueble he visto tendederos para 
						secarla...   
						    
						 Como otros ya referidos en etapas anteriores, este 
						refugio público ha sido construido con una 
						sabia combinación de hormigón visto, madera y cristal. 
						En esta ocasión  no encontramos ninguna objeción al 
						equipamiento básico, que podemos considerar como muy 
						completo. Si acaso podríamos señalar dos pegas ‘tontas’ 
						porque son fácilmente evitables: 1) la faltan  un par 
						de máquinas tragaperras, dispensadoras de bebida y 
						algo de comida preparada (bocatas, bollería, etc., 
						etc.), y 2) el absurdo programa de encendido y 
						apagado automático de luces. La primera de ellas 
						podría subsanar en parte la carencia de servicios 
						alimentarios en este apartado lugar, de lo que 
						hablaremos más abajo. En cuanto al apagado y encendido 
						automático de luces, el ‘programita’ que lo gobiernas 
						llega a extremos ridículos; concretamente al punto de 
						limitar la libertad de movimientos de la gente para 
						levantarse y salir al día siguiente, a cualquier hora, 
						dentro de un intervalo razonable...  Al menos podrían 
						haber previsto unas luces de emergencia permanentes, 
						algo más intensas en las zonas contiguas a los 
						dormitorios, especialmente en los aseos y 
						cocina-comedor. Unos puntos de luz que, aunque no sirvan 
						para quedarte a leer una novela, proporcionen  al menos 
						una iluminación suficiente que permita preparar la 
						salida a los madrugadores.  
						     
						La primera demostración que íbamos a tener del dichoso 
						programita ‘apagaluces’ no tardaría mucho en llegar. 
						Desde las 22.00 horas todo el mundo estaba ya en los 
						dormitorios, esperando pacientemente en nuestras literas 
						ese apagado de la sala, una norma invariable en 
						cualquier albergue o refugio del Camino… 
						Pero precisamente esta noche habíamos de tener problemas 
						con el “toque de queda”…; porque por un fallo del 
						programa, o errónea manipulación de la hospitalera, las 
						luces de los dormitorios se mantuvieron encendidas hasta 
						las 22.30.  Al no haber interruptores, la mayoría tuvo 
						que aguantar media hora sin pegar ojo; siendo obviamente 
						los más fastidiados los ocupantes de colchonetas 
						superiores, especialmente quienes como nosotros no han 
						tenido la ocurrencia de traer un antifaz. Pero sigamos 
						con el relato, antes de ir a dormir quedan algunas 
						vivencias en Outeiro…  
						      
						Como decíamos, lo peor de este lugar está en su 
						disparatada ubicación; pero no solo por esa ascensión de 
						4 km justo al final de etapa, sino porque estamos además 
						en una aldea fantasma donde no hay ni un solo 
						establecimiento para aprovisionarnos o comer algo. Dado 
						que nos faltaba el recurso de las máquinas tragaperras 
						en el propio albergue, nos encontrábamos con un 
						panorama aún peor que en la jornada anterior, de manera 
						que dado lo avanzado de la hora (19,30) me uno a la 
						pareja cordobesa para bajar a un bar situado como a 1,5k 
						en la N-525, al que se puede acceder desde una pista 
						local  por un itinerario más corto que el seguido por 
						nosotros… Alguien ha informado a los lucentinos que en 
						ese bar se podría comprar comida; así que no me lo 
						pienso mucho: me voy con ellos porque es la única 
						posibilidad de poder cenar algo esta noche.  
						      
						Mientras bajábamos iba comentando con Araceli y Paco 
						lo absurdo de instalar un albergue de la Xunta en 
						un lugar tan poco idóneo. En esos momentos no se nos 
						ocurría ninguna justificación, aunque tiempo después, ya 
						en casa y mientras redactaba la memoria de este viaje, 
						encontré la probable causa en la localización, atribuida 
						a Outeiro, del primer sepulcro (provisional) del 
						apóstol Santiago. Una ubicación citada en la leyenda 
						del traslado de los restos del apóstol, que lo 
						señala en la falda del famoso Pico Sacro, 
						justamente donde hemos visto al llegar la pequeña 
						capilla de Santiago… 
						(véase
						Nota 19
						
						al 
						final del capítulo)
						  
						     
						Como iba diciendo, bajamos con los cordobeses en animada 
						charla por el camino alternativo y francamente lo vemos 
						mucho más asequible. Tampoco entendemos por qué han 
						situado las marcas del Camino por el otro acceso; 
						habríamos tardado menos tiempo en llegar. Este tramo es, 
						además de menos empinado, al menos 1 km. más corto.
						 
						    Al 
						llegar al cruce con la carretera nacional nos 
						encontramos con el ansiado bar, donde rápidamente me 
						confirman lo expuesto en el párrafo anterior: alguien de 
						la zona nos aclara que este punto de la N-525 y aquel 
						donde nos desviamos nosotros distan entre sí unos 
						500 metros. Tendríamos que habernos desviado desde este 
						bar precisamente; definitivamente nos han querido dar el 
						“paseíto” por el parque natural…   
						      
						Como remate para esta desdichada etapa, en el bar no 
						tienen nada a la venta para llevar;  y ni siquiera 
						pueden prepararnos unos bocadillos a estas horas,  
						porque les queda ya muy poco pan…Así que... ¡ajo… y 
						agua!”. Normal, cuando se llega a pequeños destinos 
						a estas horas de la tarde suelen pasar estas cosas… 
						Paco y Araceli se adaptan a lo que hay y 
						piden unos aperitivos entre lo poco que queda para 
						elegir; yo acepto la invitación que me hacen, pero solo 
						para tomar una tónica... mientras pienso en cómo se lo 
						cuento luego a F; por intentarlo 
						nuevamente que no quede. Pregunto pues a quién nos sirve 
						si tienen algo de fruta, y el pobre camarero me mira 
						como a un bicho raro… En fin que esto ya empieza a 
						parecerse a un sainete chusco; hoy nos ha salido el día 
						tonto y no tenemos que darle más vueltas. Antes de 
						regresar observo a dos grupos de colegas que ocupan 
						sendas mesas, tomando algo de lo que ofrecen en la casa. 
						Uno de ellos lo componen tres o cuatro americanos y en 
						el otro hay varios chavales de Madrid con un veterano 
						peregrino francés. En ese momento aún no me habían 
						contado que el francés superaba los 80 tacos de largo…, 
						todo un record. También nos informa un paisano de la 
						zona que había por allí sobre el pronóstico 
						meteorológico para nuestra última etapa: lloverá con 
						seguridad en la zona de Santiago a partir de 
						mediodía...; -¡miau!, nos vamos a escapar por los 
						pelos-.  
						     
						Regresamos al Albergue tomando el mismo 
						itinerario por el que hemos bajado. Se trata de una 
						pista asfaltada que asciende describiendo sucesivas 
						curvas por un terreno abierto y poco boscoso. La pista 
						está jalonada intermitentemente por casas aisladas con 
						su pequeño jardín. Ya arriba, cerca de la iglesia de 
						Outeiro, podríamos contar una decena de viviendas 
						como mucho, dispersas por el entorno. Por toda la zona 
						no hemos visto absolutamente a ningún vecino, ni 
						muestras de que alguna casa estuviera ocupada en estos 
						momentos. Está claro que el lugar no es propiamente un 
						pueblo sino una zona residencial, aunque poco 
						concurrida. No podemos esperar por tanto que haya aquí 
						ningún establecimiento alimentario. 
						    
						Venimos comentando con Araceli y Paco 
						todas estas circunstancias y algunas cosas no nos 
						cuadran. En los últimos dos km de nuestro acceso desde
						Ponte Hulla, completamente llanos, la pista 
						forestal se sumerge en un cuidado pinar  y por tanto se 
						respira aire de lo más sano. Una vez arriba, el terreno 
						es plano; una extensa meseta, en cuyo contorno hay una 
						docena de chalets diseminados; y en su centro el 
						conjunto formado por la Iglesia, la fuente y el 
						albergue. Eso constituye el lugar de 
						Outeiro; un escenario sumamente atractivo, y dada su 
						cercanía con Santiago no acabamos de entender por 
						qué no está más concurrido en estas fechas, a principios 
						de otoño.  
						     
						Llegamos al albergue pasadas ya las 9 de la noche 
						y me voy  en busca de Francisco, al que encuentro 
						descansando en la litera. Cuando le explico la situación 
						arruga el semblante; no le gusta mucho la idea de 
						quedarse sin cenar. Decidimos entonces hacer un 
						inventario conjunto de cosas comestibles;  y encontramos 
						en mi mochila la compra de Silleda, que no fue 
						preciso consumir a mediodía por topar oportunamente con 
						el restaurante en Bandeira. Tenemos una lata de 
						sardinas, un paquete de 150 gr. de jamón al vacío y la  
						gran barra de pan para meter todo eso. Nos habíamos 
						olvidado de este preciado botín, y por lo tanto me podía 
						haber ahorrado el descenso a la carretera… Pero 
						finalmente decidimos dejarlo para el desayuno y almuerzo 
						del día siguiente; porque Francisco conserva aún 
						algunos higos secos y avellanas de lo que traía desde 
						Barcelona, y a eso podemos añadirle dos docenas de 
						nueces y algunas manzanas recogidas por mí en la etapa 
						de hoy, en las proximidades de Trasfontao. Nos 
						contentaríamos pues con este “potpurrí” como cena, 
						acompañado con unos tragos de agua. En conclusión no hay 
						drama alimentario; infinitamente peor lo tuvimos en la
						30ª etapa (San Salvador de Palazuelo)... 
						Optamos luego por sentarnos a cenar dentro de la casa; 
						en una de las mesas que hemos visto alineadas en el 
						salón comedor, situado frente los dormitorios al otro 
						lado del pasillo.  
						    
						Acomodados ahí, ya en semioscuridad, nos disponemos a 
						dar buena cuenta de nuestras frugales viandas. Luego 
						rapidito a dormir, porque hoy no había tiempo ni ganas 
						para resumir los comentarios de la jornada. Pero bueno, 
						antes de cenar aún tenía yo pendiente la ducha, y eso no 
						se puede obviar. Le pido a Francesc me espere 
						unos momentos en el comedor, y paso rápidamente a los 
						servicios. Cuando me reencuentro con mi colega, le 
						señalo al peregrino zamorano que teníamos en una mesa 
						cercana. Sabemos que tiene 80 años y ha llegado hasta 
						aquí como uno  más de nosotros, con su mochila de 8 
						kilos acuestas, lo que tenía impactado a Francesc. Pero 
						lo estará mucho más cuando le digo que un francés 
						llamado Pierre ha cumplido ya los 83 y ha hecho 
						exactamente lo mismo. Le explico a Francisco que 
						lo encontraron por el camino el  grupo de chavales 
						madrileños  que encontré abajo en el bar. Viene desde 
						hace un par de etapas con ellos, y pueden dar fe de que 
						se lo curra como los demás, sin ayuda externa.  Mi 
						compañero alucina, como antes lo hice yo al verlo, y la 
						moral nos sube por las nubes. Tanto que empezaremos a 
						planear pronto la próxima salida, que haríamos de no 
						surgir inconvenientes en 2011. Teníamos proyectado 
						recorrer más de 300 km entre Mérida y 
						Salamanca, el tramo que nos falta de la ruta de 
						la Plata. Cenamos rápidamente mientras comentamos 
						este proyecto, y a las 21,55 ya estábamos en nuestra 
						litera.   
						      
						Ya adelanté que hubo media hora de retraso en el apagado 
						de luces. Pero el personal estaba muy cansado, y no 
						sentí grandes protestas por esa demora. La gente se 
						embozó y pronto empezamos a sentir los primeros 
						ronquidos. 
						    En 
						la cama paso revista a todo lo acontecido en la 
						ajetreada jornada de este penúltimo día; debo 
						memorizarlo para ‘regurgitarlo’ mentalmente mañana. 
						Tendré que pasar los pertinentes apuntes a primera hora, 
						mientras espero la incorporación de F. Yo 
						acostumbro a madrugar más que él, y por lo tanto no 
						debería tener problema para pasar mis apuntes antes de  
						partir para finalizar el viaje. Memorizadas las  
						incidencias de esta jornada, dedico también unos minutos 
						a preparar la estrategia de la última. Nos espera una 
						etapa corta hasta Santiago, de solo 18 km, pero 
						pese a ello habría que madrugar más que nunca. Siendo 
						año compostelano, el trámite de la “Compostela” 
						en las oficinas del arzobispado va a ser muy complicado, 
						especialmente si llegamos allí un poco tarde. 
						Francesc piensa quedarse un par de días, pero yo 
						quiero regresar a Barcelona mañana mismo. Ya lo he 
						confirmado a la familia, y además como me suele suceder 
						habitualmente: al llegar a Santiago…no me 
						apetece otra cosa. Es un síndrome personal que ya he 
						manifestado  alguna vez. 
						    
						Según nuestras noticias encontraremos una larguísima 
						cola en el cabildo catedralicio, y también para 
						entrar a la catedral. Esa visita ya lo doy por 
						descartada, porque no tendré tiempo, pero no me puedo ir 
						de Santiago sin mi Compostela.  
						     
						Como había adelantado, nos dan las 10 y cuarto y la luz 
						del dormitorio no se apaga: el ‘autómata’ nos la 
						está jugando... Pero os aseguro que a  mí me daba igual 
						en cualquier caso,  porque si no fuera por el repaso 
						mental del día ya estaría frito. Soy capaz de dormirme 
						bajo los focos de un reflector, especialmente si como 
						hoy he tenido una jornada dura. Termino el repaso de la 
						jornada a las 10,25 y cinco minutos después se apagarán 
						las luces, de lo que yo ni me entero, porque en ese 
						instante ya estaba en brazos de Morfeo. 
						  
						< img 21:
						vista del puente (medieval c 912) 
						desde orilla este  -ponte 
						Taboada sobre el río Deza-  conexión 
						calzada romana y estribo oeste > 
						  
							
							  -Nota 
							18-
							O Ponte Taboada 
							
							(img nº21), 
							una obra singular
							  Decíamos que posiblemente sea 
							este puente la mejor muestra arquitectónica del 
							Camino por tierras orensanas. Es una opinión 
							personal naturalmente porque habrá quien opine otra 
							cosa. Lo destaco por su extraordinaria belleza, por 
							lo bien que se acopla a su entorno, por su pureza de 
							líneas y por su excelente estado de conservación.  
							También por ser la única obra relevante de su época 
							(datado en 912) que veremos en este tramo. 
							Siendo la garganta que salva relativamente estrecha 
							(unos 30 metros) la estructura del puente se alarga 
							mucho más allá de los estrictos apoyos de sus dos 
							estribos, penetrando al menos otros tantos metros en 
							las calzadas de entrada y salida, de manera que no 
							se aprecia con claridad dónde empieza y dónde 
							termina la estructura del puente propiamente dicho; 
							digamos que su inserción en la calzada es casi 
							imperceptible. Quizás sea eso lo que más me admira 
							del monumento, lo que da un encanto especial a esta  
							perfecta obra de la ingeniería medieval. Según 
							aparece en fuentes bibliográficas históricas, se 
							construyó para reemplazar a otro construido 
							enteramente de madera, al que se denominaba en latín
							“pons tabulata”,  nombre del que procede la 
							denominación de este paraje y su parroquia 
							(“Taboada”). 
							
							    A la salida del puente podemos leer en  un 
							expositor la memoria de su impacto en los marcos 
							geográfico e histórico de la comarca. También se 
							destaca la gran importancia del espacio natural 
							donde está construido, y la singularidad de la fauna 
							autóctona de su entorno, por ser este tramo del 
							río Deza un enclave natural muy bien 
							conservado. En cuanto a su datación, una inscripción 
							contemporánea, cincelada en una roca que aflora a 
							pocos metros de la milenaria obra, data en 912 el 
							año de finalización de los trabajos. 
 
						 
  
						 
						< img 22:
						ermita Santiago (s.XVIII)  -capilla 
						y fuente al pié del Pico Sacro, en 
						actual lugar de Outeiro-  ‘fonte de 
						Santiaguiño’ (s.XVIII)> 
						
						                        
							
							-Nota19-
							La ubicación del Refugio de Outeiro 
							(Vedra), O Pico Sacro y la Leyenda de la 
							Carreta del Apóstol 
							  
							      Mirando una 
							y otra vez los mapas y esquemas que tengo de este 
							tramo del camino mozárabe, aparecía en un 
							punto inconcreto, fuera de la ubicación de 
							carreteras y en medio de la nada una marca 
							toponímica con la denominación Pico Sacro, 
							el cuál debía estar muy cerca de nuestro Camino, 
							y por lo que se deducía de los comentarios anexos 
							tendría directa significación con esta etapa. Pues 
							bien, puesto a investigar acabaré por desentrañar el 
							meollo de la cuestión, pero me ha costado lo mío 
							averiguarlo. 
							    Las menciones 
							que había podido leer de ese pico montañoso 
							lo relacionaban con la leyenda del traslado de los 
							restos del apóstol Santiago, desde el 
							asentamiento romano de Iría Flavia 
							hasta el entonces desconocido lugar de Compostela, 
							colocado sobre una carreta tirada por un par de 
							bueyes...  
							    Según dicha 
							leyenda, reinaba en aquella época entre  las 
							comunidades autóctonas de estos contornos una tal 
							Lupa, personaje mítico de reconocida 
							maldad. Al presentarse ante ella en primera 
							instancia los discípulos del apóstol (Atanasio
							y Teodoro), solicitando un lugar para 
							sepultar los restos de su patrón, les recomendó 
							llevarlo a la rocosa cima del célebre monte antes 
							citado. Pero una vez alcanzada esta con penas y 
							fatigas se encontraron con un horrendo dragón, 
							salido de entre las cuevas del áspero lugar, el cual 
							hizo imposible su objetivo. 
							   Ante esa 
							dificultad bajaron de nuevo al llano, depositando 
							provisionalmente el cuerpo del apóstol en un 
							lugar indeterminado de la falda del monte, mientras 
							ellos se presentaban de nuevo ante Lupa… Días 
							después, tras no pocas dificultades y negociaciones, 
							consiguieron esos discípulos que la reina les 
							entregarse una carreta para trasladarse a otro 
							lugar, a la que debían uncir un par de bueyes donde 
							les fuese indicado. 
							Siguiendo 
							indicaciones de Lupa, los bueyes que 
							‘seleccionaron’ y encordaron sus secuaces para este 
							menester, entre cuantos pastaban libremente 
							por la falda del monte, eran al parecer los más 
							salvajes de la comarca; hasta tal punto, que 
							debieron ser amansados durante algún tiempo por los 
							discípulos antes de uncirlos a la carreta del 
							traslado.   
							 En cuanto a la 
							ubicación exacta del Pico Sacro, horas 
							antes de cerrar la redacción de esta Nota he 
							sabido por la página santiagoturismo.com 
							que está a 2km de Outeiro en dirección 
							noroeste, muy cerca del lugar de Granxa.
							En esas página me entero también de que la 
							capilla vista al penetrar en este lugar
							(img 
							nº22arriba) 
							fue construida 
							precisamente en el lugar donde la tradición sitúa la 
							tumba provisional de Santiago, tras desistir del 
							primer intento de inhumación en la misma cima del 
							Pico. Junto a esa capilla consagrada a la 
							advocación del Santo, hay 
							también una interesante fuente contemporánea con la 
							misma advocación, conocida popularmente como 
							‘a fonte de Santiaguiño’, donde se 
							reproducen tallados en piedra los principales hechos 
							y protagonistas de la leyenda.
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