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CAMINO DE SANTIAGO: --Ruta MOZÁRABE--

SEVILLA—SANTIAGO por la VÍA DE LA PLATA y la Variante Sanabresa


por Antonio García Márquez

Indice : Capítulos I - II- III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI - XII- XIII - XIV - XV - XVI - XVII  - XVIII - IXX - XX -

 XXI - XXII - XXIII - XXIV -
XXV - XXVI - XXVII - XXVIII - XXIX - XXX
 - XXXI - XXXII - XXXIII - XXXIV - XXXV

- XXXVI - XXXVII - XXXVIII - XXXIX - XL  XLI - XLII  - XLIII - XLIV - XLV - XLVI - XLVII - XLVIII  - XLIX - L


    

Cap.XLIX / (40ªEt.=32,0Km) LAXE/Bendoiro –OUTEIRO/Vedra (1 Octubre, Viernes) 

      Mi reloj biológico es casi infalible; como alguna vez he apuntado, suelo dormir de un tirón hasta las 5 de la mañana aproximadamente. A esa hora me despiertan las ganas de hacer ‘pipí’, por muy ligeras que sean; o lo que es lo mismo: cuando me aprieta esa necesidad fisiológica sé que nos acercamos mucho a las 5h… Pero es que además, en esta ocasión me viene de perlas ese ‘despertador’ para recoger la batería de mi cámara digital, la cual debe estar más que cargada. Debo buscar el enchufe bajo la litera contigua, usando la linternita para ese menester, y tras apartar una mochila y varias bolsas de plástico  me llevo un chasco: en lugar de mi batería está enchufado allí el móvil de algún colega. Tendré que apartar cantidad de obstáculos, para barrer con el haz de luz de la linterna la zona inmediata, y finalmente hay suerte: en los pies de la cama localizo casi junto al pasillo el cable de mi cargador, asomando entre algunos trastos, y tras él la batería dentro de su cápsula.

      Un poco cabreado por el incidente, aunque aliviado por su buen fin, salgo del dormitorio para ir lavabo procurando no despertar a nadie. Han dejado la puerta entornada porque es ruidosa al cerrarse, y vuelvo a dejarla igual cuando regreso para retomar mi litera. Antes de subir echo un vistazo a la cámara, para comprobar con alivio que la batería se ha cargado bien; necesito ilustrar la aventura de cada etapa con las fotos del Camino, y me hubiera fastidiado bastante quedarme sin esas imágenes en esta jornada. Luego me reincorporo cuidadosamente a la colchoneta procurando no zarandear la litera, para no despertar al de abajo; pero no hay problema, porque resopla como un condenado evidenciando estar “roque”. Una vez arriba, vuelvo a usar mi linternita para mirar el reloj: aún son las 5,07h… Deberé dar unas cabezadas durante hora y media…, y lanzo ese concreto mensaje a mi cerebro. Aunque suene a broma me funciona, tengo esa rara habilidad: a las 6,35 de la mañana me despierto, algo que puedo confirmar  mirando nuevamente el reloj con la linterna. Salto otra vez de la litera y vuelvo a salir afuera, cargando ahora con todas mis pertenencias para organizarlas sobre la mesa del comedor. Una vez en el pasillo, recojo las botas y la camiseta que había dejado en la estantería  y desciendo la escalinata de madera hacia el piso inferior. He sido el primero en bajar a la planta, donde están la mayor parte de servicios. Como no tuve que desplegar el saco, el arreglo del macuto me lleva poco tiempo. Luego paso al aseo, aprovechando la ocasión para afeitarme a conciencia, ya que hoy me sobra tiempo para todo; por ejemplo para envolver con periódico la dichosa camiseta, que aún sigue algo húmeda.    

He localizado en la mochila, envueltos en su papel metalizado, algunos restos de comida sobrantes de jornadas anteriores; concretamente un poco de jamón y varias lamas de queso. Decido comer algo de esto y luego me acerco a sacar alguna cosa de las máquinas tragaperras, porque a estas horas suele devorarme el hambre. En la primera que encuentro saco un par de “sobaos” y  de la segunda elijo café con leche entre otras infusiones y bebidas disponibles. Las pastas no están mal pero “lo otro” sabe a cualquier cosa menos a café; es lo que en roman paladino podríamos denominar un “aguachirri”. Cuando termino son las 7 en punto y me acerco al dormitorio para despertar a Francisco. Ya hay en la parte baja bastante gente, se han ido incorporando paulatinamente. Me pide F que saque para él lo mismo que he desayunado yo, y se lo preparo junto con el resto de lo que llevábamos en la mochila. Mientras desayuna mi colega ha llegado puntualmente Isabel, a la que veo perfectamente equipada para guiarnos por el estrecho y húmedo sendero que nos separa de la carretera; tiene una linterna tipo espeleólogo sujeta a la frente con una cinta, demostrando que en algunas cosas va mejor equipada que nosotros.

    

< img 1: (parroquia de Prado / conc. Lalín) desvío hacia Borralla  y a Ponte Taboada desde la N-525 (km3-8.19h)>    

Salimos del Refugio de A Laxe a las 7.37, con Isabelita abriendo marcha. Pronto alcanzaremos la carretera nacional, donde tomamos el arcén izquierdo para circular uno tras otro, en ‘fila india’ como debe ser; no debemos obviar esta norma de tráfico cuando andamos en carreteras, especialmente si son algo transitadas como esta. Pasamos junto al Bar Restaurante Mª José que está cerrado todavía; sabíamos que se abriría algo más tarde pero no hemos querido retrasar el inicio de la etapa. Pronto alcanzaremos Prado, del que solo veremos el cartel y un par de casas. Tras este lugar bajaremos enseguida por una pista asfaltada que sale hacia la izquierda; un cartel indicador nos confirma que vamos hacia Ponte Taboada (foto nº1arriba).

 

< img 2: (Borralla , parr. de Prado / conc. Lalín) desvío a izquierda por antigua vía romana hacia   a Ponte Taboada  (km4,1-8.31h)> 

      La citada pista resulta ser la carretera local PO-203, que en pocos minutos nos lleva hasta un puente del siglo XIX desde el que vemos a lo lejos un  viaducto de considerable altura. Miro el mapa y lo identifico como el cruce de la antigua línea férrea sobre el río Deza. Pero justo antes alcanzar el puente citado anteriormente, unas marcas señalan que nuestro camino baja por la izquierda (doble img nº2 arriba). Nos introducimos ahí en una estrecha y preciosa corredoira, que atraviesa una zona extraordinariamente boscosa. Muy poco después sentiremos de cerca el tumultuoso río Deza, que baja a la derecha muy cerca de nuestro sendero, describiendo justamente aquí un acusado meandro. Me abro paso como puedo entre la tupida enramada y, aunque con algunas dificultades, consigo sacar una instantánea de sus nerviosas aguas; cuya calidad, por la poca iluminación del bosque galería, no permite su reproducción aquí.  

          El famoso Ponte Taboada está bastante cerca; desde que abandonamos la pista asfaltada no habremos tardado en llegar a él ni diez minutos. Cincuenta metros antes de alcanzar su estribo este, la corredoira aparece empedrada con grandes e irregulares losas (ver abajo img nº3izq). Luego sabríamos que estábamos pisando una antigua calzada romana de carácter local, siendo el afamado puente  un punto clave para acceder a la importante comarca de Silleda. A medida que vamos avanzando por este antiquísimo tramo me voy fijando en los detalles constructivos de la milenaria obra, que en su conjunto, incluidos los accesos por ambos márgenes del río, acabaría dejándome bastante impresionado. Nos hallamos posiblemente ante el más relevante elemento arquitectónico que encontraremos en nuestra ruta hasta Santiago (Ver Nota 18, e imagen nº21 al final del capítulo). Pero vamos paso a paso, porque antes de cruzar la emblemática estructura medieval se me ocurre tomar una vista lejana de esta magnífica obra y, mira por donde, cazo a Isabelita justo en el vértice de su único arco, mirando el panorama aguas abajo (img nº3der que sigue)…    


< img 3: (Borralla , parr. de Prado / conc. Lalín) 50 metros de via romana anteceden al Ponte Taboada, obra medieval de 912  (km4,6-8.40h)> 

     Os aseguro que disparé la cámara sin fijarme en ‘el detalle’; solo me fijé en la valenciana en el momento de darle al disparador, y no me importó su presencia porque ella no tapaba nada ni estorbaba la perspectiva general. Por lo tanto, que nuestra colega salga en una vista lejana de esta obra medieval no tendría que ser destacado en este comentario, de no mediar una simpática anécdota (ver Nota 15 que sigue).

 

  -Nota15- Isabel Olmeda Belencoso, O Ponte Taboada y un certero bostezo:                

           Tras hacer la foto llamé en voz alta a Isabel, comentándole que había quedado inmortalizada sobre la venerable estructura romana… Pero, ante mi sorpresa, ella me respondió muy enfadada que debería haberla advertido... Perplejo ante esa reacción me acerco a la chica sin entender bien el motivo de su enfado y, antes de llegar a su altura, me aclara que la había pillado en medio de un bostezo… Bueno, esto es lo último que se me había pasado por la mente como motivo para enfadarse, y no pude hacer otra cosa que reírme… Echo mano de la cámara, y mostrando el visor me resultaba completamente  imposible ver otra cosa que el punto azul del anorak de Isabelita sobre el empinado pretil del arco de medio punto de O Ponte Taboada... Se lo comento a la colega y ya queda más tranquila. Pero como el incidente tuvo su gracia me queda en la memoria, de forma que al llegar a casa analicé la foto con atención durante mi repaso del material gráfico y apuntes. Puse pues en la pantalla del ordenador esa foto, ampliándola al máximo, y… ¡bingo!: ahí podemos ver  inmortalizado el gran bostezo de Isabelita.  

     -- Querida Isabel: desde aquí te mando un fuerte y cariñoso abrazo, eres una fenómeno… y yo también. ¡A ver quién mejora esta instantánea!.. Naturalmente la foto te la regalo, es tuya, y como ya no es de mi propiedad no es preciso prometerte que no pienso presentarla a ningún concurso… Pero vamos, como ha pasado ya suficiente tiempo, tienes que tomarlo ahora con sentido del humor.  Puedes presumir de hacer ese gran bostezo sobre la mole milenaria de  O Ponte Taboada, porque mi querida amiga tienes toda la justificación del mundo para ello. A ver si al presidente del Concello de Lalín se le ocurre estimular a sus vecinos para que nos pongan algún mesón a cafetería en el camino entre Laxe y este lugar. Con el hambre que llevábamos, tras el madrugón, lo menos que podemos hacer es dedicarle a este señor y sus adláteres ese oportuno bostezo: ¿qué mejor lugar para hacerlo que la cima del mejor monumento de su concello?..., y que nos perdonen sus constructores--
 

 

< img 4: (Taboada, conc. Silleda) (km5,5-9.04h) crucero e iglesia de Santiago // detalle portada principal (oeste) y una ventana absidial  > 

         Pasado 1 km del puente encontramos Taboada, el pueblo que da nombre a esta comarca, un lugar pequeño como casi todos los que vemos por aquí, del cual solo tienen mención en mis apuntes la belleza de su templo parroquial y el interesante entorno del mismo. Cuando nos acercamos a la preciosa Iglesia de Santiago está repicando una de sus dos campanas, y al aproximarnos más vemos perfectamente al campanero en plena faena. Afanándome en ello logro cazar esa imagen, que aunque algo distante y oscura por tener el sol en contra nos muestra perfectamente al protagonista; por las trazas es el mismísimo cura párroco (arriba img nº4izq).

     Ahora que lo pienso, podríamos haber esperado un poco  para saludarle y entrar a ver el templo por dentro; mejor oportunidad imposible. Seguramente no lo hicimos por carecer entonces de la información que tengo hoy sobre el mismo, o bien porque era demasiado temprano y no estábamos nada cansados todavía. Se trata de una iglesia románica, relativamente importante entre las de la zona, cuya construcción puede datarse con toda probabilidad a principios del s. XIII. En su interior conserva un buen retablo, y las columnas del presbiterio tienen bellos capiteles historiados con escenas de la pasión. Nos llamó la atención el interesante entorno de la iglesia, con un magnífico crucero y la curiosa talla del apóstol Santiago (ver fotos). Es probable que la presencia del páter, ejerciendo funciones de campanero ante la puerta principal, nos inhibiese un poco; y por no acercarnos demasiado a él no pudimos reparar en la gran calidad que tiene la portada románica. De manera que me faltó hacer esta foto y luego acercarme a ver el ábside, en el que hay un ventanal extraordinario. No obstante, he conseguido esas  imágenes en  Internet para  adjuntarlas al reportaje, mostrando un estilo románico de la máxima pureza y categoría (img nº4der).

 

< img 5: (parroquia y concello de Silleda) amplio paseo entre el robledal que conduce al pazo de Trasfontao (km7-9.22h) > 

     Nuestro camino prosigue por una corredoira que se interna en bosques claros, donde se alternan los predominantes robles con castaños y eucaliptos. Se suceden suaves ondulaciones por una pista de tierra relativamente estrecha;  hasta adentrarnos en los terrenos que pertenecieron en su día al gran Pazo de Trasfontao, distante unos 2km de Taboada.  En su linde la pista se ensancha convirtiéndose en un amplio y rectilíneo paseo, señal evidente de que entramos en un pazo importante (img nº5).

     Antes de llegar al conjunto de edificaciones del pazo encontramos en un prado dos modernas casetas portables,  que  tienen toda la pinta de ser  los típicos W.C. playeros ó de ferias. Posiblemente el conjunto del pazo, con su entorno inmediato, sea ahora de titularidad municipal o del concello de Silleda al que pertenecen estas tierras. En este punto miro el reloj, son ya las 9,30h. 

 

< img 6: (parroquia y concello de Silledacruzando por fuera el  pazo de Trasfontao (edificios principales tras el muro) (km7,5-9.29h) > 

      El edificio principal de Trasfontao no podemos verlo en su totalidad por estar circundado por un alto muro; solo vislumbramos su entorno, las paredes laterales y parcialmente la trasera; la fachada principal queda oculta. Por lo que logramos ver desde fuera (arriba img nº6), y los pocos resquicios de su contorno (img nº7izq. abajo), queda patente que fue muy importante, y posiblemente aún debe conservar elementos de interés que no están a la vista. Viendo las dependencias auxiliares, hórreos, muros y corredoiras que lo rodean podemos colegir que en su día fue epicentro de un dominio territorial de vastas proporciones…Como detalle curioso, saco la foto a un antiguo e interesante cartel colgado en uno de los establos, cuyo porche estaba abierto. Se trata de un aviso al vecindario, convocando candidatos para dotar de tripulación a un buque de la armada española (s.XVIII, reinado de Carlos IV); algo que en aquella época solía denominarse comúnmente ‘leva’ (ver foto nº7der). Otros comentarios relativos a este pazo aparecen en nota marginal (Nota 16 más abajo). Nos quedamos con las ganas de ver más cosas del lugar, pero el recinto principal está cercado por un muro donde encontramos ninguna puerta franqueable, y su altura impide una buena visión del interior.

 

< img 7: (pazo Trasfontao, solar familia Montenegro) edificio principal  // curioso cartel de leva de marinería en edificio auxiliar (km7,6-9.32h)

       Seguimos nuestro recorrido por un camino empedrado que tiene la misma pinta que el de las cercanías de Ponte Taboada; otra vez tengo la impresión de estar sobre la vieja calzada romana. El sendero es estrecho, pero tiene grandes losas que no se corresponden con su anchura … De hecho, las losas se esconden entre el matorral de unos márgenes de casi un metro de amplitud, que nos separan de los típicos muretes que delimitan la corredoira.. Esto me reafirma en la opinión de  que continuamos sobre una calzada romana original, seguramente bien conservada en este largo trecho durante siglos por los propietarios del pazo.  En este tramo, bastante recto, pasamos junto a viejos manzanos asilvestrados cuyas altas ramas sobrepasan el murete derecho y dejan caer sobre el camino la fruta madura. Decidimos recoger varias manzanas, pues tras probar alguna las encontramos muy dulces y podrían servirnos para suplir la falta de agua potable. 

     Termina el camino empedrado cuando cruzamos un riachuelo sobre un bien tallado pontón de piedra. Justamente aquí vemos una casa en ruinas y al otro lado una pista que cambia de formato, haciéndose de nuevo más ancha y carente de muretes laterales. Evidentemente hemos dejado el terreno patrimonial del viejo pazo y estamos ahora en campos exteriores. Como no tenemos otra cosa en qué pensar, F y yo hacemos nuestras conjeturas, llegando a la conclusión de que la casa en ruinas debió ser la vivienda del guarda que controlaba el acceso al recinto en su época gloriosa…, así lo damos por hecho y queda escrito.     

En esas estamos cuando vemos venir de cara a un señor de nuestra quinta, bueno más o menos de mi edad. Nos hace gracia porque, estando en pleno campo (aún no tenemos ni idea de donde quedará Silleda), el hombre viste como para ir a la misa dominical: zapatos de paseo, pantalón gris de lana perfectamente planchado, una americana marrón, impecable camisa  blanca y jersey verde de cuello en “V”. Se le ve en buena forma, pero no se priva de llevar el típico bastón de la tercera edad; como el clásico jubilado que, periódico, en mano gusta de salir habitualmente a ‘controlar’ las obras de una ciudad cualquiera…’pa matar el tiempo’. Cuando pasamos a su altura este vecino nos saluda con agrado, y sin perdernos de vista se para girando 45º hacia nosotros; dejando bastante claro que quiere charla…

     F y yo no solemos desdeñar este tipo de encuentros. Sentimos gran curiosidad por conocer de primera mano las costumbres y singularidades de los pueblos y comarcas que pisamos; y no hay nada mejor que la gente corriente para ilustrarnos en eso. Hechas las presentaciones debo reflejar que estamos ante D. José Ángel GF, natural de Silleda y residente en la misma… José Ángel no nos defrauda, conoce al dedillo la historia de estos pagos, y muy especialmente la del cercano pazo de Trasfontao, que nos tenía un poco intrigados... Visto que nuestro interlocutor podrá satisfacer nuestra curiosidad; descargamos las mochilas, y nos disponemos a escucharle con atención.  

    Nos informa el paisano que hacia finales del siglo XVIII los dominios de ese  pazo alcanzaban los arrabales de Silleda, abarcando varios lugares del entorno… (sigue abajo en Nota 16).
 

-Nota16- De cómo el Pazo de Trasfontao creció desmesuradamente al ser adquirido por la familia Montenegro :                

           Se extiende nuestro amable interlocutor con cantidad de detalles relacionados con el pazo de marras y también de su propia vida, pero no quiero ni puedo reproducirlos todos. Voy a limitarme a lo esencial.  El pazo original ya existía, seguramente con las lindes observadas en nuestro itinerario, con anterioridad a su adquisición por la familia Montenegro a mediados del siglo XVIII.

    El primer Montenegro fue un militar de carrera de alta graduación. Su relevancia y oficio quedan patentes en la categoría de las viviendas principales que mandó construir, y en el ya citado cartel de “leva de marinería”,  que acerté a “cazar” con mi cámara al pasar junto a un edificio auxiliar situado al otro lado del Camino (img nº7der más arriba)… Tras retirarse de las armas, dedicó nuestro protagonista el resto de sus días a engrandecer su propiedad, ampliándola de forma desmesurada  mediante un ardid que no por conocido dejó de darle resultados durante el resto de su vida (*).

 (*) (se transcribe fielmente la descripción de los hechos contada por nuestro interlocutor…)

   “Cuando los pequeños propietarios del entorno tenían problemas económicos por malas cosechas, plagas, incendios, etc..; cuando estos vecinos entraban en dificultades por los malos hábitos como el juego u otros vicios, etc. etc., sabían que Montenegro acudiría al quite para aliviar sus penurias… Les fiaba el capital demandado y de forma hábil, según fuera el peticionario o la cuantía del préstamo, establecía sus condiciones y plazo para el reintegro con los correspondientes intereses. Entre estas condiciones estipulaba una cláusula muy clara: vencido el plazo de cualquier pago se le debía pagar su importe a él mismo en persona en el término de 72 horas (3 días). De no ser así el deudor debería compensarle con la cesión de una determinada parte de sus fincas… Repito, en esa cláusula se especificaba que los pagos vencidos se le debían realizar a él mismo en persona

  Hasta aquí todo correcto; en principio nadie encontraba algo especialmente raro en esa cláusula... Ahora bien, la habilidad de Montenegro se basaba en el grado de conocimiento que tenía de todos sus deudores, en el seguimiento minucioso de la actividad de los mismos y  muy especialmente en el control de las fechas de vencimiento de los pagos

    ¿Cómo se las ingeniaba nuestro hombre para atrapar a los incautos?: controlando pacientemente la llegada del día anterior a cada vencimiento, y transcurrido el mismo eludiendo al tardón quitándose de en medio… Según parece, emprendía algún viaje a lugares “desconocidos” por el vecindario, incluso a alguna finca del entorno propiedad de algún familiar o colaborador de confianza…. Hasta es verosímil  que en ocasiones se escondiera en algún sitio secreto de su inmensa propiedad... Pasados varios días volvía a su despacho ordinario tan campante, y presto convocaba al incauto de turno con el testigo judicial pertinente (bien adiestrado en leyes y usanzas  como cabe suponer)”. 

     Comentamos con José Ángel que la fisonomía del terreno es en la zona donde estamos más variada, alternándose grandes y pequeñas parcelas de diferente naturaleza: pastos, cultivos intensivos, bosques y alguna que otra granja de ganado vacuno. Y nuestro cicerone nos aclara que esta variedad distingue precisamente las fincas anexionadas al territorio patrimonial del Pazo Transfontao. Aquellas fincas, que habían pertenecido a diferentes propietarios, estaban dedicadas a variados tipos de explotación; en tanto que las tierras patrimoniales de la familia Montenegro habrían sido destinadas en su mayor parte al ejercicio de la caza, desde tiempos inmemoriales. Según explica nuestro informante, no permanecerían mucho tiempo en poder de los Montenegro las propiedades anexionadas, ya que cuando esta familia entró en rápido declive a finales del s. XIX los añadidos volvieron a disgregarse, llegando a reducirse notablemente el núcleo original del patrimonio histórico del Pazo. En definitiva, el mosaico de fincas perfectamente deslindadas que vemos ahora al pasar responde a las características del clásico minifundismo gallego.
 

 

< img 8:(km8-9.44h) pastos y corredoira  exuberante comarca de Silleda pasado Trasfontao  pareja de terneras esperando el camión (km9-9.56h)>

       Nos despedimos de José Ángel y continuamos nuestro camino, disfrutando del bucólico campo pontevedrés a lo largo del kilómetro y pico que nos falta para llegar a Silleda (doble img nº8).  La pista continúa siendo bastante amplia, flanqueada ahora por grandes robles principalmente, con algunos pinos intercalados. Junto a un cruce me sorprende la presencia de un soberbio ejemplar de acebo de casi 10mt de altura, al que saco un par de fotos. No es muy habitual verlo en este tipo de escenarios por tratarse de una especie más bien montaraz; es un árbol que me encanta.  Finalmente, muy cerca ya de Silleda, cruzamos una importante granja de ganado vacuno autóctono; en la que divisamos una treintena de reses desperdigadas por el prado. Por su apariencia deben estar destinadas a la venta para carne. Cuando pasamos junto al cercado que la defiende llama nuestra atención una curiosa empalizada. Se trata de un ingenioso entramado que sirve para encauzar las reses hacia la rampa de acceso al camión… Logro una buena instantánea con una ternera encajada en el “embudo” (img nº8arriba).  

     Entramos en Silleda a las 10.07, rodeando por su izquierda un bosque de altísimas pinos. Veo ejemplares de al menos dos especies diferentes: el pino negral y el pino de Monterrey, ninguno de los cuales es corriente en el norte de España; ya conocemos el gusto de los gallegos por traerse especies exóticas a su tierra... Insisto en el descomunal tamaño de varios ejemplares; alguno de ellos alcanza seguramente 35 ó 40 metros de altura.  Esta entrada ya nos anuncia que llegamos a una población relevante; y desde luego pronto nos acabará de convencer Silleda, cuando rápidamente damos con nuestros huesos en un oportunísimo bar, donde tomaremos finalmente el café con leche acompañado con unos croissants. Ya era hora: son exactamente las 10.17. Muy poquito antes hemos cruzado junto al albergue público de la villa, adosado a la Iglesia de Sta. Olaia

< img 9: (Silledacasa do Concello  (ayuntamiento) (km9,5-10.32h) > 

    Silleda debe tener cosas interesantes que ver,  y dan ganas de quedarse aquí;  pero apenas llevamos 10 km, aunque eso sí, en una etapa con mucho sabor y rica en paisajes y anécdotas. Con tan poco recorrido cubierto, no podemos recrearnos en este estupendo pueblo más que lo justo… Concretamente, como vamos a tener una jornada bastante larga, y no sabemos a ciencia cierta donde estaremos cuando se acerque la hora de comer, decidimos comprar pan y algo para preparar bocatas.

      Dejo a Francesc controlando las mochilas, frente a la casa del Concello (img nº9), y me dirijo al centro del pueblo a comprar todo lo necesario. No lo tendría fácil: para lograr mi objetivo deberé retroceder 800 metros hasta dar con el área del mercado, donde encuentro un super. Tras cargar con todo lo necesario, incluido un botellón de 2lt de agua, retorno en busca de mi colega; el abastecimiento me ha llevado casi 25 minutos.  Poco antes  he topado con Isabel en la calle principal. La pobre llevaba un par de días buscando algún cajero para sacar dinero; ahora cargaba también con su bolsa de viandas...  

      Me reúno con Francisco y repartimos el agua entre los botellines que llevamos; la sobrante nos la bebemos a lo “camello”, hay que coger reservas. En ese preciso momento (11h) vemos bajar al canadiense Michel por la misma acera donde estamos nosotros, pertrechándonos ya para salir; por educación decidimos esperarle.

    Michel se pone muy contento al vernos; salta a la vista que tiene un especial ‘feeling’ con FJunto con él y la valenciana salimos finalmente de Silleda a las 11,02h, aunque pronto nos iríamos separando de ellos… Es una norma inveterada en el Camino: cada uno debe ir a su ritmo, y con la estrategia que le conviene… Y no hay que sufrir demasiado cuando nos separamos de algún amigo; porque probablemente el Camino nos volverá a reunir en algún albergue, o en cualquier recodo, cuando menos lo esperemos…  

< img 10: (Silledavista panorámica de la comarca a poniente  (km10-11.05h) > 

     El paisaje pontevedrés es sensacional desde las alturas de Silleda; cuando estamos dejando el pueblo caminando por el arcén izquierdo de la carretera nacional, logro la estupenda perspectiva  que antecede (img nº10), tomada en dirección oeste. Muy poco después dejaremos nuestra querida N-525 para seguir por la izquierda una carretera local que nos acercará hacia San Fiz de Margaride y Eirexe de Chapa. Por el primer pueblo no llegaremos a pasar, lo vemos de lejos. Antes de alcanzarlo se despide Michel de nosotros. Esta vez sí que hará una etapa corta, lo de sus rodillas va en serio. Se quedará en ese pueblo, donde parece ser que hay buen Refugio. El colega americano se nos pone nostálgico y quiere que le saque una foto con Francesc.  Paramos un momento y obtengo la instantánea con su cámara y también con la mía, logrando una de las fotos más emotivas de este viaje (img nº11abajo). Ya no lo volveríamos a encontrar, pero podríamos hacerlo en el futuro.., ¿quién sabe?, este canadiense es un viejo rockero de los que vuelven cada año.

 

< img 11: (Silleda-San Fiz de Margaride)  Michel y Francesc se desean ¡Buen Camino!  (km11-11.16h) > 

          De San Fiz me llama la atención ver, desde bastante lejos por cierto, una gran bandera española ondeando sobre la torre de la Iglesia. Debe ser la resaca del mundial de fútbol, y el cura párroco un ‘devoto futbolero’ probablemente.

       Si es así, le felicito por la iniciativa; me ha proporcionado una imagen inédita (img nº12izq más abajo), que me recuerda a un colega suyo. Concretamente al cura que me casó y bautizó luego a mis tres hijos; primo de mi esposa y amigo mío

(véase Nota 17 que sigue).

 

Nota17- Joaquín Belmonte, cura moderno y amigo inolvidable que se fue antes de tiempo… 

   Los de mi generación (nacidos en los años cuarenta) veíamos a los curas como personas diferentes del resto; “impregnados” por su negro hábito y, ejerciendo siempre de curas, sin permitirse compartir ocios y aficiones con los demás mortales. Era la estética de la época y la rigidez conceptual de modos y maneras del rancio franquismo de la inmediata postguerra...  Luego pasamos a unos años (finales de los 50 y los 60) en que perdimos el contacto con el clero, sencillamente porque teníamos demasiadas cosas que hacer, enfrascados en la finalización de estudios e inicio del desarrollo profesional.

  Cuando me casé, a principio de los 70, entró en mi órbita familiar el amigo Joaquín y me causó un considerable impacto… Siendo primo de mi prometida, había aceptado el encargo de casarnos, y fue entonces cuando le conocí en su propia salsa, en Calaceite (provincia de Teruel) …   

   Como otros jóvenes sacerdotes de ese decenio, fue Joaquín Belmonte de los pioneros en romper los viejos y rígidos moldes de su oficio, en los diferentes escenarios de su relación con feligreses y vecindario en general; de los primeros en avanzar decidido en la senda de la modernidad. Solo ejercía de cura clásico cuando estaba en el estricto marco de los sacramentos, tal como lo permitía y aún permite la liturgia. Fuera de eso era un paisano más, como el resto de sus conciudadanos. Y sin embargo, que nadie se equivoque en cuanto a su actitud vocacional; conviviendo con él en su parroquia  (el lugar donde ejercía el sacerdocio y  entorno de mi nueva familia) le vi ejercer un apostolado  ejemplar en todos los ámbitos.

   He conocido a pocos sacerdotes como él, que convenciera siempre a todo el vecindario (desde el púlpito y en la calle), sin distinción de clases, género ni edades. Era sencillamente un cura de su tiempo; en los usos y costumbres y en la ‘estética’, pero totalmente ortodoxo en el ejercicio de su oficio. En sus misas oí por primera vez los pasajes del Evangelio acompañados con música de los Beatles y otros conjuntos modernos, ante la sorpresa de algunos y el “escándalo” de otros/as.  

   Por otro lado, en cuanto a nuestra relación personal y fuera del contexto de sus obligaciones, compartimos con Joaquín todo tipo de ocios; incluso irnos a ver películas subidas de tono, y discutir luego el meollo de su contenido; porque conocer de cerca, sin cortapisas, los usos y costumbres de la sociedad entraba dentro de sus ‘obligaciones’…

  En cuanto al motivo de traerle a este relato, era el cura Joaquín un gran ‘forofo’ del fútbol, especialmente de aquel Zaragoza que tanto le hacía disfrutar y sufrir. De ahí que me viniera a la memoria precisamente ahora, a la vista de la bandera que su colega de San Fiz ha colgado en la torre de la Iglesia… 

   Tras casarnos y bautizar a nuestros 3 hijos en los años 70, vino en varias ocasiones a pasar una quincena de sus vacaciones con nosotros a Lloret de Mar. Sería en esos años cuando pude conocerle a fondo, y acabamos cimentando una amistad duradera.

    Me encontré con él por última a finales de los 80. Por esa época aún no me había entrado a mí el gusanillo del Camino... Varios años después, al hacerlo por  vez primera en el 92 Joaquín ya no estaba en este mundo; un traicionero melanoma lo fulminó en un par de meses y se lo llevó antes de cumplir los 45. Si no hubiese sucedido, estoy seguro que me habría acompañado más de una vez en estos afanes andariegos… Posiblemente estaría hoy también aquí , camino de Ponte Ulla y Outeiro, disfrutando con el espectáculo de esa bandera que conmemora todavía mayor triunfo futbolístico de España y.., ¿por qué no?, hasta es posible que nos hubiéramos acercado a saludar a su colega el cura de San Fiz para celebrarlo con él….

   Sirvan estas líneas para rendir a Joaquín Belmonte un sincero homenaje, y para mandarle allá donde esté mi fraternal abrazo.
 

    Isabel seguía aún con nosotros en el cruce de San Fiz, pero haciendo ademán de despedirse, me informa que pronto ‘cambiaría de piñón’; y por lo tanto veo que saldrá disparada. Como aún no había guardado la cámara, le pido que pose también para una foto, por si estamos ante otra despedida definitiva… No le agrada mucho la idea, pero finalmente accede a regañadientes;  y saco la instantánea precisamente junto al cruce de San Fiz. Luego Isabelita alarga la zancada y se pierde a lo lejos… Miro entonces el monitor de la máquina y me tengo que reír, por no llorar; ¡con esta chica no doy una!, la he retratado ante un crucifijo, y la imagen queda un poco tétrica (img nº12der).

 

< img 12:         (Margaride)  San Fiz reza por España (km11.5-11.25h)        //  (cruce de San Fiz)  Isabel Olmeda  se despide (km11.6-11.27h) > 

         Seguimos viento en popa disfrutando con la agradable tónica de la jornada: una pista excelente rodeada por prados y pequeños bosques, una delicia. Poco antes de Chapa cruzamos la AP-53 por un viaducto, que desde este punto dista solo 28 km. de Santiago. Pero nosotros tendremos bastantes más, nos quedan 19 para completar esta jornada y otros 18 para el día siguiente.

Al otro lado de la autovía se ven muchas casas, salpicadas entre los campos de cultivos y el bosque. A la derecha disfrutamos de una preciosa perspectiva en dirección noreste, bajo un amenazante horizonte tormentoso; pero esos núcleos de tormenta quedan lejos, en dirección este, y no van a afectarnos a nosotros. 

Unos minutos después atravesamos la parroquia de Chapa; siendo Eirexe el único lugar que vemos de cerca. Está situado en una colina que se eleva a nuestra izquierda. No pasaremos tampoco por él, pero logro una buena  imagen desde lejos (ver img nº13abajo). Caminamos ahora por una pista asfaltada, rodeados de maizales un buen trecho. Lo apacible del lugar, y la calidad de las viviendas que divisamos desde el Camino, me sugiere que probablemente este contorno debe ser hoy zona residencial de muchos compostelanos; quienes con  la autopista deben llegar  aquí en no más de 20 minutos. En este punto se me ocurre que hay que ir planificando ya el descanso para comer; de manera que echo un vistazo al visor de  mi cámara, para leer que son ya las doce y cuarto. Le comento entonces a F que deberíamos ser previsores parándonos a comer en cualquier sitio, el primero que encontremos adecuado a partir de este momento. Nos quedan muchos km por delante y no hay certeza de donde podemos estar a la hora idónea para hacerlo (yendo todo bien de 13,30 a 14,0h). Francesc coincide conmigo, es mejor comer a las 12,30 en un lugar decente, que no a las 4 de la tarde en sitio inapropiado o… no comer. 

< img 13: (parroquia de Chapa) Eirexe, a la izquierda del Camino (k14.5-12.15h  // (A Bandeira)  H/Restaurante Conde Rey (km16.2-12.35h) > 

       A partir de ahora ni me preocupo por mirar los mapas; estando tan cerca de la capital gallega podríamos encontrar un buen mesón o restaurante en cualquier cruce o urbanización … Pronto saldríamos  de dudas, porque alcanzamos A Bandeira a las 12,32 y tres minutos después ya estábamos esperando plato en el Hostal Rte. Conde Rey, que hallamos muy céntrico en la mismísima calle-camino del pueblo (img nº13der).  

      Comimos aceptablemente bien en este oportuno local; creo que fue un caldo gallego de 1º y luego estofado de ternera con patatas. No lo recuerdo bien, pero es el menú que más nos gusta por esta tierra y solemos escogerlo cuando lo tienen. La cuestión es que todo salió a pedir de boca,  y pudimos descansar 40 minutitos alargando un poco la sobremesa… Nos olíamos que íbamos a tener mucha tralla en la segunda parte de la etapa, y no nos íbamos a equivocar… 

< img 14: (Bandeira-Dornelas) carretera de la Estación (k17-14.06)  //  corredoira en el robledal de Piñeiro  (km20-14.46h) > 

     Nos ponemos en marcha a las  13,20; con solo 15 km. hechos y calculando que faltarían otros tantos… Normalmente, cuando afrontamos etapas de hasta 24 km  solemos tirar hasta el final sin comer. Es lo ideal, porque tras la comida no apetece mucho andar, pero hoy estamos en una etapa de las largas. Hemos salido de A Bandeira  por la N-525, y seguiremos por esa nacional durante ½ kilómetro. Después nos desvían las marcas por una carretera local que lleva a la estación de ff.cc. (arriba img nº14izq), y poco después seguiremos por pista asfaltada hasta alcanzar una zona boscosa tras unos 3 km. de recorrido. En este entorno el camino pasa a ser un amplio sendero de tierra pizarrosa. Estamos ahora en bosque bastante cerrado en el que predominan grandes robles; pero entre ellos hay un matorral bastante espeso con abundantes zarzas. Francesc necesita detenerse y vemos oportuno hacer un descansillo de 10 minutos. Son las 3 menos cuarto, y ya estamos en plena digestión; eso se nota también en las piernas (img nº14der).  

     Aparca F la mochila en un sitio algo enmarañado y húmedo, y se retira tras los árboles para aligerar el cuerpo. Yo me paso al otro lado del camino, porque distingo un pequeño y soleado prado entre los robles, cubierto de mullida hierba. Me apetece tumbarme el tiempo acordado para relajarme lo máximo posible. Lo hago procurando no dormirme, y en pocos minutos me incorporo. Mirando el telfº móvil, compruebo que ha transcurrido justamente el tiempo previsto, pero no encuentro a F…  Me extraña mucho no hallarle, porque solo me había separado de él unos 15 o 20 metros.  Le llamo a voces varias veces y doy varias vueltas alrededor por si se ha tumbado también y se ha dormido, pero nada… Tras intentar en vano contactarle telefónicamente, por falta de cobertura, decido salir rápido para tratar de alcanzarle…; pero por desgracia los males no vienen solos: al recoger la mochila no encuentro mi sombrero, algo que ya me pone de los nervios….

       Vuelvo de nuevo atrás, al sitio donde quedó Francesc, por si está el sombrero por allí... pero ¡nada de nada! Desesperado y cabreado, trato de calmarme pensando que lo ha encontrado F, y luego ha continuado pensando que iba yo por delante;  quizás incluso me ha llamado, y no lo he oído al quedarme dormido unos instantes… 

< img 15:  (San Martiño de Dornelas) entrando en el pueblo  (k21-15.23h)  //  alcanzo a Francesc camino de S. Miguel de Castro  (km23-15.59h)  

     Salgo lo más rápido que puedo, pasados ya 20 minutos desde nuestra parada en este lugar. Son casi las 3 de la tarde y durante el kilómetro siguiente alargo la vista por ver si distingo a F cada vez que paso alguna curva… Pero no (pensé), me llevará más tiempo encontrarle; si salió 10 minutos antes que yo, voy a tardar  más de media hora en divisarlo….

    Lo tomo pues con filosofía, y vuelvo a disfrutar del paisaje. A las 15,25 paso por Dornelas, un pueblín precioso que fotografío al entrar (img nº15). Pasé a pocos metros de la iglesia de San Martiño (románico s. XII), que tiene un notable ábside semicircular, pero ni siquiera me entretengo en  examinarlo; ahora primaba el reencuentro con F…   

Cerca ya de las cuatro alcanzo por fin a Francesc (img nº15der), y se confirma mi suposición: tras la parada salió convencido de que yo iba delante… Probablemente  no recordó en ese instante que habíamos previsto un descanso de 10 minutos, o no lo había oído. Pero lo peor de todo es que él no lleva mi sombrero, ni recuerda cuándo me lo vio la última vez…; por lo tanto me tendré que resignar a continuar sin él. Pensando un poco, estoy seguro de que lo dejé en el hostal Conde Rey, donde habíamos parado a comer. Cuando llegue a casa tendré que averiguar el teléfono del establecimiento, y contactar con ellos para ver si lo han hallado y me lo quieren remitir…La cuestión es que ahora me quedaría sin el sombrero para el resto del viaje; faltando una etapa no vale la pena comprar otro...

 

< img 16: espectaculares  hortensias en su travesía S. Miguel de Castro / c. A Estrada -km25.5-16.33h- ermita Ntra. Sra. de las Angustias > 

    Pasadas las 4½ llegamos a San Miguel de Castro, una parroquia del concello de A Estrada. A poco de entrar vemos un bar a la izquierda, donde haremos otra paradita para descansar 5 minutos. Lo hacemos sentados en la pequeña barra, una vez liberados de las mochilas. De ese lugar destaco sus espectaculares hortensias, que vemos tanto en las viviendas como en espacios públicos (img nº16izq). Pasado el bar, encontramos aislada en una explanada la capilla de Nosa Señora de las Angustias, de armoniosa factura (img nº16der), en la que destaca su esbelta espadaña que soporta un par de campanas.

     A 200 metros de la capilla se inicia el descenso hacia la profunda falla del río Hulla. Pronto surgirá ante nosotros la imponente imagen del viaducto del AVE, actualmente en construcción; una asombrosa obra de ingeniería de la que podemos presumir los españoles. Nos quedamos de piedra, porque no esperábamos encontrar algo así.  

< img 17: (San Miguel de Castro-Ponte Hulla)  viaducto del AVE sobre el río Hulla  // detalle de su conexión en este momento (km26,2-17.09h) 

Desde el lugar donde estamos vemos perfectamente que hay gente trabajando,  y  parece  que la estructura está a punto de conectase en su punto central: justo en la vertical del cauce del río… ¡y a 130mt de altura de su lecho!

    Aunque primera visión de la obra de ingeniería nos gusta mucho, cuando empezamos a descender el talud tenemos una cosa más importante en que pensar: nos preocupa la precariedad de las señalizaciones de obra, viendo a nuestros pies grandes máquinas de movimiento de tierras de aquí para allá... Empezamos a temernos que hayan desparecido las marcas y nos perdamos por las riberas del río sin poder cruzarlo… Con todo, cuando hemos bajado unos 200mt veo una perfecta atalaya para sacar buenas fotos del viaducto...; y  le sugiero a F que no pare, porque ya le alcanzaría más abajo. La perspectiva es magnífica, distingo perfectamente dos equipos a punto de conectarse en el centro de la obra, colgados literalmente sobre unos tinglados de acero (véase arriba img nº17)…    

El desnivel que debemos salvar a partir de ahí es todavía grande, y tardamos casi 20 minutos en alcanzar la ribera del río. Ya abajo, encontramos una carreterita asfaltada que discurre en paralelo con el cauce hasta el mismísimo Ponte Hulla, punto obligado para cruzar el río. Son ya las 17.20h y podemos respirar tranquilos, ¡al menos no tendremos que dormir en el bosque! Un cartel orientador, situado estratégicamente en este lugar, nos permite orientarnos sobre el camino inmediato a seguir. Tiene un mapa de la zona y podemos leer algunas indicaciones relativas al próximo Refugio. Aunque no están del todo claras podemos prever, como cálculo más optimista, que el Refugio de Vedra (Outeiro) podría distar unos 2 km. a partir de la población de Ponte Hulla… Un cálculo  pesimista podría suponer otros dos km. de propina. En definitiva, con un poco de suerte podemos estar en el albergue público dentro de una hora…

      En esas estamos cuando se detiene a nuestro lado un vehículo todo-terreno. Al volante viene uno de los ingenieros que dirigen la obra del viaducto. Nos explica que, estando a punto de culminarse la conexión de la estructura, quisieran tomar algunas fotos de un peregrino contemplando el conexionado..; ¡justamente en el punto donde había tomado yo mis fotos 15 minutos antes!.. Se lo digo, y el ingeniero me pide que pose de nuevo en ese mismo lugar; para tomar él ahora las mismas imágenes, pero conmigo en primer plano... la cosa me hace gracia, y accedo a ello  con el visto bueno de F; no pasa nada por perder un cuarto de hora más… Me subo pues con mi colega en el coche y volvemos exactamente a la misma atalaya. En el camino, el hombre me explica que se trata de una obra con una solución técnica novedosa en este tipo de estructuras, y por ese motivo está redactando un artículo para publicarlo en las revistas del ramo. Ya de vuelta al punto donde nos había encontrado, se ofrece a llevarnos al refugio de Outeiro/Vedra, algo que como es natural no podemos aceptar.

 

< img 18: (Ponte Hulla, concello de Vedra)  puente de la carretera N-525 sobre el río Hulla (km28,7-17.43h)> 

    Llegamos a Ponte Ulla, al que como indica su nombre se accede salvando el cauce del río por el puente homónimo, que soporta la  carretera N-525. Lo cruzamos exactamente a las 6 menos cuarto (img nº17), sin encontrar a nadie que nos pueda indicar la mejor vía para dirigirnos por el camino más corto a nuestro albergue de la jornada. Nos hemos de limitar a seguir pacientemente las marcas amarillas… Debe ser A Ponte Ulla un pueblo interesante; pero nuestras prioridad con casi 30km de Camino a las espaldas es acabar cuanto antes, por lo que hay que prescindir hoy de la ‘visita  turística’ que sin duda merece la localidad. La única muestra que guardo de nuestro paso por ella es la foto de un antiguo crucero, que lamentablemente muestra un injustificable abandono por parte de las autoridades. Está en una recoleta plaza que dejamos a la derecha, cuando ascendemos la empinada cuesta por el talud norte del río. El crucero está totalmente rodeado por la copa de un tilo. Ante la cruz hay una excelente talla de la Virgen Dolorosa sosteniendo a Jesús; pero del Cristo solo se conservan las piernas, el torso ha desparecido… El grupo escultórico despierta admiración por su patetismo, y pena por su deplorable estado. Esa triste imagen deja en muy mal lugar a los responsables municipales de Ponte Hulla, y a los miembros del concello de Vedra.

 

< img 19: (Ponte Hulla – albergue de Outeiro)  “vía dolorosa con el macuto a cuestas…”, sobre calzada de pedernal (km29,4-17.52h)> 

     El ascenso de la ladera, dentro aún del propio pueblo, es muy pronunciado, iniciándose por un camino empedrado con grandes, irregulares y resbaladizos cantos de pedernal. Hete aquí otro tramo que podría ser parte de la antigua calzada romana (img nº19).  Tras él volveremos a toparnos con la N-525, que traza por esta empinada  ladera sucesivas curvas de pronunciada pendiente. Tras media hora de duro ascenso, ahora por asfalto, ya empieza F a enfadarse, porque pasamos demasiado rato sin ver las marcas… Por fin aparecen estas, tras recorrer durante 40 minutos de nuestra particular ‘vía dolorosa’  con macuto acuestas…

    Las marcas nos hacen desviar por una pista de tierra a la derecha, pero manteniéndose lo empinado de la subida. 

    No quiero alargarme demasiado, pero se cumplirá el peor de los pronósticos. Llegaremos al lugar denominado Outeiro tras una insufrible ascensión de 4 km;  por un monte que sería ideal para una prueba de triatlón…, pero nunca para cerrar una etapa de 33 km. Se trata de un parque natural precioso, idóneo para salir a dar un paseo con los niños con coche de apoyo…, pero no para esto del Camino; -¡Ahora mismo ‘le mandaría un misil’ a quien tuvo la idea de ponernos este final de etapa!-… Lo peor fue para mí el contemplar los padecimientos de F, y tener que escuchar durante un buen rato sus reiteradas quejas, perfectamente justificadas. No logré encontrar argumentos convincentes para animarle, ya que por desgracia no conocíamos bien este final de etapa.  La incertidumbre sobre el recorrido se agrava progresivamente en estas circunstancias, ya que en ocasiones llegas a dudar entre si estamos o no en el camino correcto. Si al menos hubiésemos tenido algunos carteles indicadores de la distancia al Refugio, situados en lugares estratégicos…Y para colmo de mala suerte, en toda la subida no encontramos absolutamente a nadie; no apareció ninguna persona que nos pudiera confirmar si íbamos o no en la buena dirección...; que nos diera alguna pista por pequeña que fuera, que siempre ayuda a despejar las dudas.

 

< img 20: avistamiento ermita de Santiago -Outeiro , concello de Vedra, al pié de Pico Sacro –km 33 / 19.01h-  cartel del albergue junto a fuente > 

Faltando aproximadamente ½ km para la meta me adelanto, y logro ver por fin una pequeña iglesia (img nº20izq), cuyo nombre (ermita de Santiago) conoceríamos luego. Al llegar junto a ella también veo, ¡ya era hora!, un cartel indicador del albergue junto a una antigua fuente (img nº20der). Son las 7 de la tarde, ¡estamos salvados…!. Cincuenta metros más adelante hallaremos nuestro último albergue de peregrinos del viaje. Al entrar en recepción, me encuentro allí a Paco y Araceli, que acaban de sellar su credencial; y antes que nada, ruego al cordobés que salga al encuentro de F… para darle ‘vidilla’, mientras yo empiezo a tramitar el alojamiento con la hospitalera. La pobre tiene que sufrir en sus carnes el chaparrón que me baja a raudales de la cabeza…: maldiciendo al alcalde de Ponte Hulla, al presidente del concello y hasta al de la Xunta Galega. Creo que me pasé un poco, y luego le pido a la pobre mujer disculpas; aunque por lo que oigo de unos y otros ya debe estar acostumbrada.

      Cuando estoy liquidando la pequeña cuota de 5€ por barba veo entrar a Paco con F, ya sonriente. Francesc olvida muy pronto cualquier contratiempo; está claro que lo que más le cabreaba, como a mí, era la deficiente información sobre la ubicación precisa de este Refugio… Entrando en materia, resulta que tenemos en el mismo 40 plazas en literas, de las cuales ya se habían cubierto a nuestra llegada las 20 inferiores. Lo lamenta la hospitalera, aunque confía en que alguno de los ciclistas jóvenes que acaban de llegar nos ceda su colchoneta baja… Pero no será así, y tendremos que rematar la jornada con una última escalada a nuestro jergón.  

     El Albergue de Outeiro está en la línea de la mayoría que hemos visitado a partir de Verín. Es un edificio de moderna construcción con diseño muy funcional. Como variante, en este alojamiento tenemos ubicados todos los servicios en la planta baja: recepción, un par de dormitorios de 20 plazas cada uno, dos módulos de servicios diferenciados por sexo, sala de estar, cocina y salón comedor. No acabo de inspeccionarlo todo por premura de tiempo, pero estoy seguro de que también dispone de alguna dependencia para lavado de ropa; porque afuera hay un amplio entorno ajardinado, y en la parte trasera del inmueble he visto tendederos para secarla...  

     Como otros ya referidos en etapas anteriores, este refugio público ha sido construido con una sabia combinación de hormigón visto, madera y cristal. En esta ocasión  no encontramos ninguna objeción al equipamiento básico, que podemos considerar como muy completo. Si acaso podríamos señalar dos pegas ‘tontas’ porque son fácilmente evitables: 1) la faltan  un par de máquinas tragaperras, dispensadoras de bebida y algo de comida preparada (bocatas, bollería, etc., etc.), y 2) el absurdo programa de encendido y apagado automático de luces. La primera de ellas podría subsanar en parte la carencia de servicios alimentarios en este apartado lugar, de lo que hablaremos más abajo. En cuanto al apagado y encendido automático de luces, el ‘programita’ que lo gobiernas llega a extremos ridículos; concretamente al punto de limitar la libertad de movimientos de la gente para levantarse y salir al día siguiente, a cualquier hora, dentro de un intervalo razonable...  Al menos podrían haber previsto unas luces de emergencia permanentes, algo más intensas en las zonas contiguas a los dormitorios, especialmente en los aseos y cocina-comedor. Unos puntos de luz que, aunque no sirvan para quedarte a leer una novela, proporcionen  al menos una iluminación suficiente que permita preparar la salida a los madrugadores. 

     La primera demostración que íbamos a tener del dichoso programita ‘apagaluces’ no tardaría mucho en llegar. Desde las 22.00 horas todo el mundo estaba ya en los dormitorios, esperando pacientemente en nuestras literas ese apagado de la sala, una norma invariable en cualquier albergue o refugio del Camino… Pero precisamente esta noche habíamos de tener problemas con el “toque de queda”…; porque por un fallo del programa, o errónea manipulación de la hospitalera, las luces de los dormitorios se mantuvieron encendidas hasta las 22.30.  Al no haber interruptores, la mayoría tuvo que aguantar media hora sin pegar ojo; siendo obviamente los más fastidiados los ocupantes de colchonetas superiores, especialmente quienes como nosotros no han tenido la ocurrencia de traer un antifaz. Pero sigamos con el relato, antes de ir a dormir quedan algunas vivencias en Outeiro… 

      Como decíamos, lo peor de este lugar está en su disparatada ubicación; pero no solo por esa ascensión de 4 km justo al final de etapa, sino porque estamos además en una aldea fantasma donde no hay ni un solo establecimiento para aprovisionarnos o comer algo. Dado que nos faltaba el recurso de las máquinas tragaperras en el propio albergue, nos encontrábamos con un panorama aún peor que en la jornada anterior, de manera que dado lo avanzado de la hora (19,30) me uno a la pareja cordobesa para bajar a un bar situado como a 1,5k en la N-525, al que se puede acceder desde una pista local  por un itinerario más corto que el seguido por nosotros… Alguien ha informado a los lucentinos que en ese bar se podría comprar comida; así que no me lo pienso mucho: me voy con ellos porque es la única posibilidad de poder cenar algo esta noche. 

      Mientras bajábamos iba comentando con Araceli y Paco lo absurdo de instalar un albergue de la Xunta en un lugar tan poco idóneo. En esos momentos no se nos ocurría ninguna justificación, aunque tiempo después, ya en casa y mientras redactaba la memoria de este viaje, encontré la probable causa en la localización, atribuida a Outeiro, del primer sepulcro (provisional) del apóstol Santiago. Una ubicación citada en la leyenda del traslado de los restos del apóstol, que lo señala en la falda del famoso Pico Sacro, justamente donde hemos visto al llegar la pequeña capilla de Santiago (véase Nota 19 al final del capítulo)  

     Como iba diciendo, bajamos con los cordobeses en animada charla por el camino alternativo y francamente lo vemos mucho más asequible. Tampoco entendemos por qué han situado las marcas del Camino por el otro acceso; habríamos tardado menos tiempo en llegar. Este tramo es, además de menos empinado, al menos 1 km. más corto.

    Al llegar al cruce con la carretera nacional nos encontramos con el ansiado bar, donde rápidamente me confirman lo expuesto en el párrafo anterior: alguien de la zona nos aclara que este punto de la N-525 y aquel donde nos desviamos nosotros distan entre sí unos 500 metros. Tendríamos que habernos desviado desde este bar precisamente; definitivamente nos han querido dar el “paseíto” por el parque natural…  

      Como remate para esta desdichada etapa, en el bar no tienen nada a la venta para llevar;  y ni siquiera pueden prepararnos unos bocadillos a estas horas,  porque les queda ya muy poco pan…Así que... ¡ajo… y agua!”. Normal, cuando se llega a pequeños destinos a estas horas de la tarde suelen pasar estas cosas… Paco y Araceli se adaptan a lo que hay y piden unos aperitivos entre lo poco que queda para elegir; yo acepto la invitación que me hacen, pero solo para tomar una tónica... mientras pienso en cómo se lo cuento luego a F; por intentarlo nuevamente que no quede. Pregunto pues a quién nos sirve si tienen algo de fruta, y el pobre camarero me mira como a un bicho raro… En fin que esto ya empieza a parecerse a un sainete chusco; hoy nos ha salido el día tonto y no tenemos que darle más vueltas. Antes de regresar observo a dos grupos de colegas que ocupan sendas mesas, tomando algo de lo que ofrecen en la casa. Uno de ellos lo componen tres o cuatro americanos y en el otro hay varios chavales de Madrid con un veterano peregrino francés. En ese momento aún no me habían contado que el francés superaba los 80 tacos de largo…, todo un record. También nos informa un paisano de la zona que había por allí sobre el pronóstico meteorológico para nuestra última etapa: lloverá con seguridad en la zona de Santiago a partir de mediodía...; -¡miau!, nos vamos a escapar por los pelos-. 

     Regresamos al Albergue tomando el mismo itinerario por el que hemos bajado. Se trata de una pista asfaltada que asciende describiendo sucesivas curvas por un terreno abierto y poco boscoso. La pista está jalonada intermitentemente por casas aisladas con su pequeño jardín. Ya arriba, cerca de la iglesia de Outeiro, podríamos contar una decena de viviendas como mucho, dispersas por el entorno. Por toda la zona no hemos visto absolutamente a ningún vecino, ni muestras de que alguna casa estuviera ocupada en estos momentos. Está claro que el lugar no es propiamente un pueblo sino una zona residencial, aunque poco concurrida. No podemos esperar por tanto que haya aquí ningún establecimiento alimentario.

    Venimos comentando con Araceli y Paco todas estas circunstancias y algunas cosas no nos cuadran. En los últimos dos km de nuestro acceso desde Ponte Hulla, completamente llanos, la pista forestal se sumerge en un cuidado pinar  y por tanto se respira aire de lo más sano. Una vez arriba, el terreno es plano; una extensa meseta, en cuyo contorno hay una docena de chalets diseminados; y en su centro el conjunto formado por la Iglesia, la fuente y el albergue. Eso constituye el lugar de Outeiro; un escenario sumamente atractivo, y dada su cercanía con Santiago no acabamos de entender por qué no está más concurrido en estas fechas, a principios de otoño. 

     Llegamos al albergue pasadas ya las 9 de la noche y me voy  en busca de Francisco, al que encuentro descansando en la litera. Cuando le explico la situación arruga el semblante; no le gusta mucho la idea de quedarse sin cenar. Decidimos entonces hacer un inventario conjunto de cosas comestibles;  y encontramos en mi mochila la compra de Silleda, que no fue preciso consumir a mediodía por topar oportunamente con el restaurante en Bandeira. Tenemos una lata de sardinas, un paquete de 150 gr. de jamón al vacío y la  gran barra de pan para meter todo eso. Nos habíamos olvidado de este preciado botín, y por lo tanto me podía haber ahorrado el descenso a la carretera… Pero finalmente decidimos dejarlo para el desayuno y almuerzo del día siguiente; porque Francisco conserva aún algunos higos secos y avellanas de lo que traía desde Barcelona, y a eso podemos añadirle dos docenas de nueces y algunas manzanas recogidas por mí en la etapa de hoy, en las proximidades de Trasfontao. Nos contentaríamos pues con este “potpurrí” como cena, acompañado con unos tragos de agua. En conclusión no hay drama alimentario; infinitamente peor lo tuvimos en la 30ª etapa (San Salvador de Palazuelo)... Optamos luego por sentarnos a cenar dentro de la casa; en una de las mesas que hemos visto alineadas en el salón comedor, situado frente los dormitorios al otro lado del pasillo. 

    Acomodados ahí, ya en semioscuridad, nos disponemos a dar buena cuenta de nuestras frugales viandas. Luego rapidito a dormir, porque hoy no había tiempo ni ganas para resumir los comentarios de la jornada. Pero bueno, antes de cenar aún tenía yo pendiente la ducha, y eso no se puede obviar. Le pido a Francesc me espere unos momentos en el comedor, y paso rápidamente a los servicios. Cuando me reencuentro con mi colega, le señalo al peregrino zamorano que teníamos en una mesa cercana. Sabemos que tiene 80 años y ha llegado hasta aquí como uno  más de nosotros, con su mochila de 8 kilos acuestas, lo que tenía impactado a Francesc. Pero lo estará mucho más cuando le digo que un francés llamado Pierre ha cumplido ya los 83 y ha hecho exactamente lo mismo. Le explico a Francisco que lo encontraron por el camino el  grupo de chavales madrileños  que encontré abajo en el bar. Viene desde hace un par de etapas con ellos, y pueden dar fe de que se lo curra como los demás, sin ayuda externa.  Mi compañero alucina, como antes lo hice yo al verlo, y la moral nos sube por las nubes. Tanto que empezaremos a planear pronto la próxima salida, que haríamos de no surgir inconvenientes en 2011. Teníamos proyectado recorrer más de 300 km entre Mérida y Salamanca, el tramo que nos falta de la ruta de la Plata. Cenamos rápidamente mientras comentamos este proyecto, y a las 21,55 ya estábamos en nuestra litera.  

      Ya adelanté que hubo media hora de retraso en el apagado de luces. Pero el personal estaba muy cansado, y no sentí grandes protestas por esa demora. La gente se embozó y pronto empezamos a sentir los primeros ronquidos.

    En la cama paso revista a todo lo acontecido en la ajetreada jornada de este penúltimo día; debo memorizarlo para ‘regurgitarlo’ mentalmente mañana. Tendré que pasar los pertinentes apuntes a primera hora, mientras espero la incorporación de F. Yo acostumbro a madrugar más que él, y por lo tanto no debería tener problema para pasar mis apuntes antes de  partir para finalizar el viaje. Memorizadas las  incidencias de esta jornada, dedico también unos minutos a preparar la estrategia de la última. Nos espera una etapa corta hasta Santiago, de solo 18 km, pero pese a ello habría que madrugar más que nunca. Siendo año compostelano, el trámite de la “Compostela” en las oficinas del arzobispado va a ser muy complicado, especialmente si llegamos allí un poco tarde. Francesc piensa quedarse un par de días, pero yo quiero regresar a Barcelona mañana mismo. Ya lo he confirmado a la familia, y además como me suele suceder habitualmente: al llegar a Santiago…no me apetece otra cosa. Es un síndrome personal que ya he manifestado  alguna vez.

    Según nuestras noticias encontraremos una larguísima cola en el cabildo catedralicio, y también para entrar a la catedral. Esa visita ya lo doy por descartada, porque no tendré tiempo, pero no me puedo ir de Santiago sin mi Compostela

     Como había adelantado, nos dan las 10 y cuarto y la luz del dormitorio no se apaga: el ‘autómata’ nos la está jugando... Pero os aseguro que a  mí me daba igual en cualquier caso,  porque si no fuera por el repaso mental del día ya estaría frito. Soy capaz de dormirme bajo los focos de un reflector, especialmente si como hoy he tenido una jornada dura. Termino el repaso de la jornada a las 10,25 y cinco minutos después se apagarán las luces, de lo que yo ni me entero, porque en ese instante ya estaba en brazos de Morfeo.

 

< img 21: vista del puente (medieval c 912) desde orilla este  -ponte Taboada sobre el río Deza-  conexión calzada romana y estribo oeste >

 

  -Nota 18- O Ponte Taboada (img nº21), una obra singular   Decíamos que posiblemente sea este puente la mejor muestra arquitectónica del Camino por tierras orensanas. Es una opinión personal naturalmente porque habrá quien opine otra cosa. Lo destaco por su extraordinaria belleza, por lo bien que se acopla a su entorno, por su pureza de líneas y por su excelente estado de conservación.  También por ser la única obra relevante de su época (datado en 912) que veremos en este tramo. Siendo la garganta que salva relativamente estrecha (unos 30 metros) la estructura del puente se alarga mucho más allá de los estrictos apoyos de sus dos estribos, penetrando al menos otros tantos metros en las calzadas de entrada y salida, de manera que no se aprecia con claridad dónde empieza y dónde termina la estructura del puente propiamente dicho; digamos que su inserción en la calzada es casi imperceptible. Quizás sea eso lo que más me admira del monumento, lo que da un encanto especial a esta  perfecta obra de la ingeniería medieval. Según aparece en fuentes bibliográficas históricas, se construyó para reemplazar a otro construido enteramente de madera, al que se denominaba en latín “pons tabulata”,  nombre del que procede la denominación de este paraje y su parroquia (“Taboada”).

    A la salida del puente podemos leer en  un expositor la memoria de su impacto en los marcos geográfico e histórico de la comarca. También se destaca la gran importancia del espacio natural donde está construido, y la singularidad de la fauna autóctona de su entorno, por ser este tramo del río Deza un enclave natural muy bien conservado. En cuanto a su datación, una inscripción contemporánea, cincelada en una roca que aflora a pocos metros de la milenaria obra, data en 912 el año de finalización de los trabajos.
 

 
 

  < img 22: ermita Santiago (s.XVIII)  -capilla y fuente al pié del Pico Sacro, en  actual lugar de Outeiro-  ‘fonte de Santiaguiño’ (s.XVIII)>

                      

-Nota19- La ubicación del Refugio de Outeiro (Vedra), O Pico Sacro y la Leyenda de la Carreta del Apóstol  

      Mirando una y otra vez los mapas y esquemas que tengo de este tramo del camino mozárabe, aparecía en un punto inconcreto, fuera de la ubicación de carreteras y en medio de la nada una marca toponímica con la denominación Pico Sacro, el cuál debía estar muy cerca de nuestro Camino, y por lo que se deducía de los comentarios anexos tendría directa significación con esta etapa. Pues bien, puesto a investigar acabaré por desentrañar el meollo de la cuestión, pero me ha costado lo mío averiguarlo.

    Las menciones que había podido leer de ese pico montañoso lo relacionaban con la leyenda del traslado de los restos del apóstol Santiago, desde el asentamiento romano de Iría Flavia hasta el entonces desconocido lugar de Compostela, colocado sobre una carreta tirada por un par de bueyes... 

    Según dicha leyenda, reinaba en aquella época entre  las comunidades autóctonas de estos contornos una tal Lupa, personaje mítico de reconocida maldad. Al presentarse ante ella en primera instancia los discípulos del apóstol (Atanasio y Teodoro), solicitando un lugar para sepultar los restos de su patrón, les recomendó llevarlo a la rocosa cima del célebre monte antes citado. Pero una vez alcanzada esta con penas y fatigas se encontraron con un horrendo dragón, salido de entre las cuevas del áspero lugar, el cual hizo imposible su objetivo.

   Ante esa dificultad bajaron de nuevo al llano, depositando provisionalmente el cuerpo del apóstol en un lugar indeterminado de la falda del monte, mientras ellos se presentaban de nuevo ante Lupa… Días después, tras no pocas dificultades y negociaciones, consiguieron esos discípulos que la reina les entregarse una carreta para trasladarse a otro lugar, a la que debían uncir un par de bueyes donde les fuese indicado.

Siguiendo indicaciones de Lupa, los bueyes que ‘seleccionaron’ y encordaron sus secuaces para este menester, entre cuantos pastaban libremente por la falda del monte, eran al parecer los más salvajes de la comarca; hasta tal punto, que debieron ser amansados durante algún tiempo por los discípulos antes de uncirlos a la carreta del traslado.  

 En cuanto a la ubicación exacta del Pico Sacro, horas antes de cerrar la redacción de esta Nota he sabido por la página santiagoturismo.com que está a 2km de Outeiro en dirección noroeste, muy cerca del lugar de Granxa. En esas página me entero también de que la capilla vista al penetrar en este lugar (img nº22arriba) fue construida precisamente en el lugar donde la tradición sitúa la tumba provisional de Santiago, tras desistir del primer intento de inhumación en la misma cima del Pico. Junto a esa capilla consagrada a la advocación del Santo, hay también una interesante fuente contemporánea con la misma advocación, conocida popularmente como ‘a fonte de Santiaguiño’, donde se reproducen tallados en piedra los principales hechos y protagonistas de la leyenda.
 

 

Antonio Garcia Marquez 

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GUIA DEL CAMINO DE SANTIAGO A PIE (En papel)
JOSE M. SOMAVILLA , TUTOR, 2009
Desde la primera edición de esta Guía del Camino de Santiago a pie han transcurrido más de diez años, y veinte desde que su autor, José Manuel Somavilla, descubriese la Ruta Jacobea en 1989 y quedase enamorado de ella. Desde entonces ha recorrido el Camino de Santiago a pie año tras año. Fruto de esa experiencia contrastada que muchos lectores y peregrinos han disfrutado en sus anteriores ediciones, ahora, para esta nueva edición actualizada en 2009 y ampliada, el autor ha elaborado nuevos y detallados mapas de cada una de las 26 etapas del Camino Francés que separan los 750 kilómetros que hay entre Roncesvalles y Santiago de Compostela. A esto ha añadido la variante del Camino Aragonés, con 5 nuevas etapas desde Somport hasta Puente la Reina, punto en el que se une con la otra vía del Camino Francés

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