Cap.VII / (6ªEtapa=27,8Km) Monesterio-Calzadilla de los Barros (4
Octubre, Domingo)
La etapa que tenemos hoy por delante solo me presenta una
disyuntiva: terminar en Fuente de Cantos, a 21 km. de aquí, o
hacerlo 6,8km después en Calzadilla de los Barros. Repasando
esa opción y las nuevas perspectivas de mi devenir en la ruta,
ya sin mi compañero Francesc, permanezco despierto un buen
rato en mi confortable lecho de esta jornada. A priori mis
preferencias apuntan a llegar hasta Calzadilla, porque solo
de esta forma podría tener a tiro un final de etapa en Zafra
para la siguiente etapa. No obstante, pospongo la decisión
hasta alcanzar Fuente de Cantos: quedará supeditada
únicamente a mi estado de forma cuando alcance esa localidad...
Fuente de Cantos es la patria chica de Zurbarán,
quizás la mayor gloria del barroco pictórico español. La villa tiene
ese y otros atractivos, incluido su magnífico albergue, pero
los peregrinos pedestres hemos de renunciar a veces a algunos de
nuestros destinos deseados como final de etapa…
Me levanto a las 6,00 y rápidamente monto la mochila. Luego
me asomo a la ventana de la habitación, observando que la noche es
oscura como boca de lobo. Aunque estamos en período de luna llena,
esta aún no ha despuntado por el horizonte. Dada la oscuridad que me
espera en los primeros tramos, necesito echar un vistazo al esquema
y apuntes de la etapa, pero desisto de hacerlo en la propia
habitación para no despertar a F. Finalmente opto por dejar
la mochila en la habitación por el momento, para bajar al pequeño
vestíbulo desde el que se sale directamente a
la calle. A este
vestíbulo pueden acceder los inquilinos del Hostal a través de
una estrecha puerta metálica, que requiere una llave de la que
disponemos quienes tenemos habitación reservada, aunque puede
abrirse sin ella desde dentro. Es una habitación diminuta, donde hay
una pequeña mesa de camilla con lámpara, y junto a ella un vetusto
silloncito.
Me
acomodo en el sillón y veo en los apuntes que el inicio de le etapa
será complicado, atravesando una zona rural donde están
señalados un par de puntos conflictivos en los que hemos de vadear
un arroyo. Visto este comienzo, es preferible esperar hasta que sea
inminente la aurora, para tener algo de luz diurna al llegar a ese
escenario. Visto eso, retorno a la habitación y cojo ahora la llave,
para poder salir afuera a desayunar y regresar luego a recoger el
macuto; como tengo tiempo de sobra prefiero no cargar aún con el
bagaje... Estoy seguro de encontrar algún café abierto, donde
poder hacer un buen desayuno y matar el tiempo de espera hasta el
amanecer. Espero poder encontrar ese local en las cercanías de
la estación de buses, justo enfrente del hostal; por ese motivo no
tomé la precaución de pedir un bocadillo en la barra del bar antes
de retirarme a dormir….
Pronto
me llevaría el primer chasco: la Terminal de autobuses está cerrada,
así como el anexo bar-restaurante donde suelen despachar los
billetes; de manera que veo complicado lo de poder tomar café por
aquí… Decido entonces remontar el Paseo de Extremadura en
dirección al centro urbano; es también una forma de pasar esa media
hora que me falta para poder salir, y quizás halle algún
establecimiento abierto por allí. En mi paseo llego hasta el
Pilar de
La Reverencia,
uno de los pocos hitos interesantes de este pueblo, al que hago una
foto en semi-oscuridad. Eso es todo lo que logro obtener en esta
segunda tentativa, porque de bares abiertos…nada de nada. Es
entonces cuando me percato de que, siendo Domingo, sería imposible
encontrar algo abierto hasta las 9 de la mañana…
Tras retornar a la habitación, sin tomar ese café, a las 7,25
abandono definitivamente el Hostal y me dirijo hacia la salida del
pueblo. Me he despedido de Francisco en el último momento;
acordando llamarnos a media mañana para ver como nos van las cosas a
ambos...
A las
7.30 abandono Monesterio, con la fortuna de hallar abierta
muy poco después, ya en las afueras de la localidad, la cafetería
del Hotel Leo. Está situado a menos de 1km del límite urbano,
en las proximidades de las instalaciones polideportivas del pueblo.
Ha resultado providencial encontrar este establecimiento, porque
solo llevaba encima mis dos botellines de agua. Un buen desayuno
antes de partir es algo esencial para mí, especialmente en días como
hoy, teniendo por delante un largo tramo de 21 km hasta Fuente de
Cantos, sin puntos de abastecimiento intermedios. No podía
imaginarme no hallar nada abierto hoy a estas horas, en un pueblo
importante como Monasterio. De haberlo sabido, hubiese
hecho una cena convencional junto a Francisco; pero al
ignorarlo solo había cenado unas tajadas de melón y un manzana…
Desayuno
muy a gusto varios bollos abiertos y tostados en la parilla,
aliñados con aceite, acompañando al café con leche. Lo hago sin
ninguna prisa, porque aún no hay luz suficiente para salir a campo
abierto. A través de los amplios ventanales puedo observar la
impenetrable oscuridad de la noche, de manera que me puedo recrear
en la cálida cafetería y desayunar con calma. Me he sentado en la
barra, donde dispongo de una bandeja atestada de tostaditas para el
desayuno, y aprovecho la oportunidad para guardarme algo de pan ya
untado en aceite… Me vendrán muy bien más tarde, porque aún conservo
en la mochila varias lonchas de jamón envueltas en papel de plata.
La jornada será larga hoy, con un final incierto; creo que no sería
mala cosa hacer un buen almuerzo antes del mediodía, por si acaso se
demora demasiado la hora de comer.
A las
7.45, aún en semipenumbra, rodeo la tapia del campo de fútbol y
emprendo mi aventura por un estrecho camino que bordea el arroyo
de la
dehesa. La
luna apenas despunta en el horizonte occidental, asomándose a
intervalos entre las encinas que coronan una lejana sucesión de
lomas. Pero la carrera de la luz la ganará el astro rey por el lado
opuesto. Durante veinte mágicos minutos me deslizo entre sombras y
albores. El caminito sigue ahora por la izquierda del arroyo, tras
cruzarlo cerca de unos grandes depósitos de agua. Es un camino
irregular, por el que hay que ir con mucho cuidado. Pero no me puedo
sustraer de la misteriosa belleza que me rodea, y no dejo de
escrutar el entorno a derecha e izquierda…. Los habitantes de la
dehesa ya han iniciado su jornada: logro ver en este trecho algunas
ovejas entre los árboles, y también vacas solitarias en los
linderos. Estas últimas me miran sorprendidas al pasar, con sus
grandes ojos saltones donde se refleja la luna.
Para
poder memorizar este tramo hago varias fotos, algunas de las cuales
salen bastante bien pese la escasez de luz, y luego me ayudarían a
rememorarlo todo. Sin ellas no hubiese podido describir ahora el
escenario, ni las sensaciones generadas.
Se levanta el sol a las 8.10hh iluminando una campiña similar a la
de la etapa anterior, donde predominan las colinas adehesadas. Las
encinas son por aquí medianas y relativamente espaciadas,
distinguiéndose entre ellas la presencia de escaso ganado: solo
algunas vacas sueltas y pequeños grupos de cerdo ibérico y corderos.
Ante mí una difusa luz diurna va penetrando poco a poco entre los
árboles iluminando mi camino, lo que me permite distinguir
otra vez la presencia de aquellas vistosas florecillas vistas en la
etapa anterior (ver
abajo Nota 13)..
Y de nuevo hoy descuelgo mi cámara, para captar ahora algunas
imágenes de excelente calidad.
-Nota
13-
La “merendera montana”o “quitameriendas”, humilde
floecilla en los caminos
.- He tardado varios años en averiguar el nombre de esta
flor, y la planta a la que pertenece, dado que no es corriente
verla por donde yo resido (comarca del Maresme, en
Cataluña). Se trata de una pequeña planta bulbosa, concretamente
la Culchicum Montanum, perteneciente a la extensa familia
de las colchináceas, la cual abunda en extensas zonas de
España. Aparece en altitudes comprendidas entre los 400 y 1000
metros sobre nivel del mar. Es muy frecuente en zonas donde
prolifera la ganadería ovina, y especialmente abundante junto a
los caminos que suele recorrer el ganado. Se la conoce también con
otros nombres, aparte los citados: como “aventapastores”, “lirio
del campo” y “lirio de otoño”. En cuanto a su más corriente
denominación (“quitameriendas”) le ha sido
adjudicada por pastores y gente llana del campo, obedeciendo
a su sintomática aparición en los albores de la estación otoñal.
En el párrafo siguiente se aclara el origen de este curioso
nombre:
Siendo lo acostumbrado durante el período primavera-verano
que pastores y otros campesinos hiciesen una merienda tras su
dilatada jornada de trabajo, la aparición de esta flor exenta de
hojas a inicios del otoño, justamente cuando se registra un brusco
acortamiento de los días, significaba y significa aún hoy que los
hacendados o contratistas supriman la merienda a estos
campesinos... ; de ahí deriva su acertado nombre.
<
La “quitameriendas”,
hermosa y humilde florecilla en nuestro Camino>
Alternándose con las zonas arboladas, empiezan a verse ahora
por el territorio frecuentes parcelas cerealistas; que mediada la
etapa se impondrán a la par que desaparecen las dehesas. Durante los
siguientes 8km de la etapa predominará el escenario descrito
anteriormente, siempre sobre terreno prácticamente llano, aunque
ondulante, y surcado por magníficas pistas. Llaman poderosamente mi
atención en esta zona los bien conservados muros de piedra, que
delimitan parcelas y caminos. Por lo que observo, el fraccionamiento
de la propiedad rural es por aquí muy similar al que suele verse en
Galicia; algo que no es corriente en el centro y sur peninsular. Por
la apariencia de los muretes de rústica piedra, perfectamente
ensamblada sin mortero y cubierta de líquenes casi petrificados,
esta roturación de la propiedad debe venir de antiguo, quizás sea
varias veces centenaria…
A partir del
km 10 de la etapa se acaba la zona de bosque mediterráneo, y
progresivamente se abren ante mi vista ilimitados campos de cereal,
en su mayoría recientemente labrados. El terreno, en suave descenso
durante un buen trecho, no ofrece ninguna sombra hasta llegar al
Arroyo de
la Dehesa,
aproximadamente en el km. 12.5 de la etapa. Este lugar, que voy
viendo desde dos km. atrás, se distingue por su alta hilera de
chopos. Es un magnífico sitio para hacer un descanso, que aprovecho
para descalzarme y comer mis tostaditas con jamón. Desde aquí solo
nos quedarán 8,5km hasta Fuente de Cantos.
Salgo de la chopera a las 10.35h y tras remontar la depresión del
riachuelo paro unos instantes en un altozano, desde el que se
distingue ya en la lejanía la aglomeración de casas del pueblo natal
de Zurbarán. Poco antes, mientras almorzaba en la umbría,
había pasado revista a mis emociones de la jornada, dejando un
apunte sobre la percepción de que este territorio podría haber sido
transitado en su época por el mismísimo Cervantes. El
glorioso manco recorrió durante años escenarios similares a
este; desplazándose de un lugar a otro a lomos de algún
pariente de “Rocinante”, durante el ejercicio de su ingrato
oficio como recaudador de impuestos...
<
Campos cerealistas con Fuente de Cantos
al fondo (aprox. 7Km)>
Durante 13 km. no he pasado poblado alguno ni caseríos, ni he
cruzado bajo líneas del tendido eléctrico, ni he olido el asfalto….
Pero si que he atravesado antiguas dehesas cercadas por vetustos
muros de piedra, he cruzado ilimitados campos de labrantío, y como
remate me he tomado un merecido descanso a la sombra de esa alta
chopera, en la umbrosa ribera de un limpio arroyo, rodeado de
juncales y perfumadas adelfas ….; más o menos como Cervantes.
La recta pista que me lleva hasta Fuente de Cantos no ofrece
nada nuevo: una sucesión de campos recién labrados se alternan, solo
de vez en cuando, con algunos trozos en barbecho. Buen tiempo, pero
sol inclemente ya, en las horas cercanas al mediodía. Poco antes del
pueblo paso junto a un precioso chalet, refulgente por sus recien
pintadas paredes blancas. Su nombre, “Villa Camino de Santiago”,
nos recuerda donde estamos; en el muro exterior dos rótulos de
situación nos ubican en el Camino:
A Sevilla
114 km
/
A
Santiago
889 km .
Entro en Fuente de Cantos a las 12.15, pulverizando el
promedio de la primera media etapa. En el trozo final he caminado a
6 km/h. Tras cruzar el centro urbano hasta la altura de la iglesia,
me reafirmo en seguir adelante; antes descansaré unos minutos en el
bar que veo frente al templo. Ya lo tenía decidido, pero hubiera
podido cambiar mis previsiones si encuentro algo más animado el
lugar. A estas horas de plena insolación la población da
“encefalograma plano”; se ve poquísima gente por la calle, y el
ambiente del establecimiento es más bien aburrido. Finalmente, la
iglesia está cerrada y, por si fuera poco, no he visto al pasar nada
especial en la arquitectura urbana…
Sentado en la pequeña barra del bar, muy concurrida de lugareños, me
tomo una cerveza y pido un botellín de agua para reponer mis
carencias de ‘líquido elemento’. Solo 10 minutos después reanudo mi
camino en dirección a Calzadilla de los Barros.
Quizás no
era la hora mas propicia para tomarle el pulso a Fuente de Cantos,
pero creo que un factor decisivo para continuar ha sido mi excelente
estado de forma: me sigo encontrando muy fuerte. Otro factor
importante ha sido la lejana ubicación del albergue; situado
en la periferia de la localidad como a 1 km de distancia del centro
urbano, donde me encuentro. Luego me enteraría de que ese albergue
es uno de los mejores de la Ruta Mozárabe, y que en él hay un
interesante museo temático relacionado con el pintor Zurbarán,
gloria del barroco español e hijo predilecto de esta villa. Habrá
que tener en cuenta estos factores para otra ocasión, ya que pienso
repetir en el futuro esta maravillosa ruta, si mi salud lo
permite.
El
sol pica de lo lindo cuando salgo a campo abierto, pero apenas
reduzco el ritmo de marcha de los últimos kilómetros. Son casi 7 los
que me quedan hasta Calzadilla de los Barros, y los
hago por una pista recta, rodeada en su mayor parte por trigales que
están en plena labranza. La pista se mantiene siempre paralela a la
carretera N-630,
distando de esta unos
700 metros en todo el
tramo. Saliendo del pueblo llamo a Carlos, para
informarle de que voy a continuar hasta Calzadilla de los Barros.
Según me informa, ellos están llegando en esos momentos a Fuente
de Cantos y van a quedarse ahí. Le comprendo perfectamente,
porque el albergue tiene fama de ser de lo mejorcito de
la Vía
de la Plata;
eso dicen todas las guías de peregrinos. Estamos seguros de
encontrarnos mas adelante, como así sería.
Pasados
un par de km. veo a mi izquierda un enorme tractor que está labrando
el inmenso campo cerealista. La máquina cabalga sobre el terreno
amarillento del barbecho, dejando tras si una ancha banda oscura que
se prolonga recta hacia el horizonte. Cuando llega a su límite
occidental, el conductor debe trazar un amplio arco, para regresar a
unos 25 metros del tajo precedente. De esta forma el maquinista
trabaja en dos frentes a la vez, quedando una amplia franja pajiza
de terreno sin labrar entre esos dos tajos abiertos, de intenso
color marrón oscuro. El tractorista demuestra ser un maestro
en su oficio: es asombrosa la rectitud de sus trazadas, como refleja
con precisión la foto que oportunamente saco de esta obra de arte
rural, una de esas imágenes que la casualidad del momento
permite obtener a los caminantes curiosos como yo; otra imagen, en
definitiva, que pasará a engrosar mi ya nutrida “galería de perlas
fotográficas del Camino”.
<Fuente
de Cantos – Calzadilla de Barros, obra de
arte rural>
Los dos kilómetros que preceden a Calzadilla están tapizados
de viñedos; algo que no debe extrañar a nadie, porque estamos ya en
la Tierra
de Barros,
rica comarca donde abunda la viña y el olivar. Las profundas
rodadas que veo sobre el terreno arcilloso, consecuencia del
trasiego de los vehículos de carga, evidencian que la vendimia se ha
efectuado recientemente tras la descarga de algún chubasco.
Las viñas que estoy cruzando son de la variedad cabernet
sauvignon; conozco bien la variedad por sus oblongos racimos
negros y pequeñas hojas redondeadas. Solo quedan algunos racimitos
inmaduros en las partes altas de las cepas, prueba evidente de que
las tareas de la vendimia han finalizado ya.
Entro en
Calzadilla de los Barros a las 13.50h por su eje
natural, es decir exactamente por la vieja calzada imperial
romana. Como suele ser habitual, nuestro Camino lleva
directamente al corazón del pueblo, alrededor del cual se agrupa
armoniosamente el viejo centro urbano. Los datos que tengo de la
población cifran su censo actual en unos 800 habitantes, tras
haberse reduciendo progresivamente la demografía hasta quedar en la
mitad del máximo histórico, alcanzado en los años 1958-1960 (1.600
habitantes). En los últimos años se ha estabilizado la población.
El
conjunto urbano del pueblo se ha ido ampliando desde el eje de la
antigua calzada hasta el límite de la N-630, medio kilómetro hacia
el Este. Por lo que puedo observar, la mayor densidad de ocupación
urbanística continúa estando en los aledaños de la zona antigua; a
medida que nos acercamos a la carretera nacional se ven bastantes
parcelas sin edificar.
Tras dos etapas relativamente cortas, esta de 28 km se me ha hecho
un poquito pesada en el último tramo. Por eso me dirijo impaciente
hacia el Ayuntamiento, donde según reflejan mis notas deben
facilitarme el acceso al albergue público de que disponen.
El
Camino tiene continuidad, ya dentro del pueblo, con la
calle Fuente
de Cantos.
En esa calle me indican que siendo Domingo no habrá nadie en el
Ayuntamiento, y me dirigen al domicilio del señor alcalde. Sé por
mis apuntes que el albergue municipal está situado en el
extrarradio del pueblo; en un lugar conocido como “pradera de San
Isidro”, junto a una antigua ermita. Mi idea es recoger la llave
y comer en cualquier sitio del pueblo, antes de dirigirme hacia mi
refugio…; pero tras media hora de inútiles gestiones tendré
que renunciar a ese plan. Lo que acontece en ese tiempo ha de
figurar en el apartado de “crónicas negras del Camino”, que en esta
oportunidad también merecería el calificativo de “un asunto propio
del juzgado de guardia”, y no pierdo ahora el tiempo con su
relato. A quienes les guste el morbo les remito a una nota marginal
(ver Nota14 al final
del capítulo).
Tras mis
vanos intentos por conseguir la llave del albergue, en los
que invierto 2km extras y 40 minutos entre idas y venidas por el
entramado urbano de Calzadilla, tendré que seguir las
indicaciones de una vecina y dirigirme hacia el único sitio donde
podría alojarme hoy: el “Hostal Rodríguez”, un típico
restaurante-hostal de carreteras. Este establecimiento está
situado al borde de la N-630, a 1,3km del centro urbano...
Bajo
pues hacia esa carretera nacional en busca del citado hostal, al que
encuentro junto a una gasolinera... He tenido que armarme de
paciencia, aunque todo hay que decirlo: sin poder sacudirme el gran
cabreo por la jugarreta del Sr. Alcalde; algo que solo conseguiría
horas después tras hacerle una “campañita electoral extra” entre sus
conciudadanos... A las 14.45h logro por fin sacarme la mochila de
encima…; he conseguido rematar el último tramo de mi camino
en esta jornada: casi 3,5km extras por el ‘circuito urbano’ de
Calzadilla de los Barros.
<
Calzadilla de los Barros,
plaza de España>
Formalizamos la reserva de mi habitación en la barra del bar, y
mientras lo hacemos un paisano que estaba muy cerca sale a la
palestra al oír mis quejas por la desidia del alcalde. El hombre
charla abiertamente con el encargado del hostal y conmigo, de manera
que pueden oírnos otras personas del entorno. De las manifestaciones
del vecino se desprende que ese menosprecio hacia los peregrinos
tiene otros antecedentes; sin ir más lejos, hace unos días hubo
quejas de otros compañeros por algo parecido... En este punto, me
llama la atención que oído eso por el encargado de la barra, que
probablemente sea el propio dueño del hostal, este no salga en
defensa del alcalde...; porque indudablemente mantener el
albergue cerrado le debe suponer alguna pernocta más a su
negocio.
No cabe duda de que, pese a esa aparente ventaja, el hostalero
preferiría una mejor acogida a los peregrinos; el debe saber bien
que si se difunde en las redes sociales una mala imagen del pueblo
también saldrá perjudicado su establecimiento a la larga… Porque no
se puede olvidar que los peregrinos que pernoctan en los albergues
necesitan también comer, desayunar y cenar; y él tiene barra de bar
y restaurante junto al propio hostal…: solo tendrá esa clientela si
la gente para a dormir en este pueblo, y para ello Calzadilla
ha de ofrecerles una buena acogida.
Viendo como reaccionan mis interlocutores, no entro más al trapo del
asunto, ya que al parecer lo tienen bastante claro. Doy por
seguro que los votantes de este municipio sacarán pronto del
‘pescante’ al actual alcalde; si es que no lo hacen antes los
miembros de su partido... Yo tengo decidido aportar mi granito de
arena para desacreditarlo, pregonando su impropio comportamiento a
izquierda y derecha, en cualquier ocasión que se me presente durante
mi visita vespertina por el centro de Calzadilla.
Subo sin
más demora a dejar la mochila en mi habitación, pasando también un
momento al aseo, y regreso rápidamente para instalarme en el
salón-comedor…. ¡Con qué gusto coge uno el asiento a la hora de
comer!...; no pierdo tiempo y de entrada pido que me adelanten el
‘tinto de verano’, mientras voy pensando en el menú.
Por fortuna en el Hostal Rodríguez tienen buena cocina, y
tardaré poco en olvidar el ‘affaire’ del albergue; a las
15.15hh, ya correctamente hidratado, vuelvo a ver la vida peregrina
de ‘color naranja’, un color que asocio a la buena tierra, y por
ende al buen Camino. Me sirven garbanzos estofados y
ternera guisada, que con los postres y el café suponen el razonable
precio de 11€.
Hago la
siesta y no tengo necesidad de lavar ropa; por lo que no demoro
demasiado mi acostumbrado recorrido cultural de cada tarde.
Calzadilla es un pueblo armonioso, bien cuidado, que podría
visitar a gusto durante un par de horas. Al subir hacia el centro
urbano me detengo un rato admirando la sorprendente
fuente-abrevadero de El Pilar, de la que hablaremos
detalladamente al final del capítulo
(ver Nota 15).
Me sorprende por sus grandes proporciones, no había visto nada
igual, y me tomo unos minutos para contar con mis pasos sus medidas,
que anoto en mis apuntes de incidencias.
<
Calzadilla de los Barros, fuente-abrevadero de
El PIlar>
Luego,
una vez en el centro del pueblo me lo recorro concienzudamente
empapándome con su aire claramente renacentista.
Hay varias casas
solariegas que aun conservan en buena parte su antiguo esplendor,
entre las que cabe destacar
la Casa
de la Encomienda,
fundación medieval del maestrazgo de Santiago. Me voy
deteniendo en todas las que encuentro, admirando diversos detalles
arquitectónicos de los siglos XVI y XVII. Mientras recorro el
pueblo, estoy intentando también localizar algún ‘super’ o comercio
de comestibles abierto, por pequeño que sea...; pese a ser Domingo,
en algunos pueblos he llegado a encontrarlos; mas por desgracia no
parece haber ninguno, como me informaron en un bar, al menos en el
centro urbano.
Tras
ver los exteriores de la iglesia del Salvador, tomo algo de
distancia en la plaza adyacente para sacar algunas fotos. Un señor
que está sentado en uno de los bancos de esta plaza me atiende
amablemente cuando me acerco a preguntarle algo. Al notar mi
curiosidad, no solo responde a la cuestión consultada, sino
que durante 15 minutos se convierte en un excelente aunque
inesperado cicerone…
Manuel
Guijarro podría ser perfectamente el consejero de cultura
del Ayuntamiento de Calzadilla. Aunque andará ya por los 80 años,
demuestra tener la mente muy lúcida y una grandísima memoria. Me
explica con todo detalle cómo era el pueblo durante los primeros
decenios del siglo pasado, y el preeminente papel de la familia que
ocupaba la Casa
de La Encomienda
en esos años de su juventud. El prestaba entonces sus servicios en
esa casa solariega, relacionados con toda clase de labores agrícolas
y los subsiguientes procesos de manipulación de las producciones
derivadas: principalmente aceite de oliva, almendra y cereales.
Manuel me aconseja dirigirme a la gran plaza de España,
concretamente frente al Ayuntamiento, donde podría ver sobre
un mapa, en un cartel expositor, la memoria histórica de la
localidad y la situación de sus principales monumentos...
<
Calzadilla de los Barros -casa
de la Encomienda-, escudo marquesado de Montemolin s.XVII-XIX>
Siguiendo las indicaciones del vecino, poco después estoy ante el
citado panel informativo. En la plaza y sus inmediaciones no hay un
alma; todo está cerrado por ser Domingo. Desde luego en el
Ayuntamiento, no se ven señales de que haya alguien dentro, ni
siquiera un retén de la policía municipal como suele darse en otros
lugares. Luego examino atentamente el cartel, comprobando que casi
todo lo indicado ya lo he podido ver; el único lugar de interés que
me queda por visitar está afortunadamente muy cerca de aquí.
Se trata de
la ermita de
la Encarnación,
a la que subo atravesando una barriada que se encarama sobre la
falda de un cerro. Al traspasar la puerta enrejada del recinto, me
cruzo con dos señoras que salen en ese momento… Con gran sorpresa,
me encuentro completamente solo en el patio de la ermita, desde el
que se puede acceder libremente a la capilla atravesando un
encalado porche de cinco arcadas. Lo visito todo a mis anchas y saco
algunas fotos, tanto exteriores como en la propia capilla. Esta
última es pequeña y la veo muy bien cuidada, probablemente por las
señoras que he visto abandonar el lugar. Al salir de la capilla no
deja de sorprenderme la aparente carencia de vigilancia; es muy raro
encontrar en estos tiempos lugares como este, tanto en el ámbito
civil como en el religioso. Me choca bastante que se confíe la
seguridad de este recinto sagrado al civismo de los visitantes;
especialmente cuando, como en este caso, el lugar contiene algunas
pequeñas imágenes sagradas y enseres litúrgicos que podrían ser
sustraídos con facilidad.
<
Calzadilla de los Barros -Ermita de La
Encarnación,Campanario- >
Finalizada mi visita a la ermita regreso a la plaza del
Ayuntamiento, pues aprovechando que estoy muy cerca de ella quiero
comprobar la ruta de salida para iniciar la 7ª etapa de este viaje.
Esa inspección me llevaría unos 10 minutos. Seguidamente regreso a
la iglesia para confirmar el horario de la misa, que será a las 8.
Finalmente, como dispongo aún de 20 minutos, decido completar mi
visita turística acercándome de nuevo a la Fuente
del Pilar,
el monumento que más me ha gustado en Calzadilla; quiero leer
el rótulo que he visto antes al pasar junto a él, cuando subía desde
el hostal hasta el centro urbano.
Si
destaco este gran pilar-abrevadero sobre el resto del
patrimonio monumental del pueblo, es por no estar acostumbrado a
verlos en otros lugares de España. En el cartel, del que guardo
foto, se confirma su múltiple utilidad pública: como fuente de agua
potable para la gente, abrevadero de ganado y balsa de riego: ¿puede
haber alguna construcción más útil que esta?... De aquí en adelante
podremos comprobar que Extremadura es una región donde
abundan los “pilares” de grandes dimensiones, aunque pocos tan
espectaculares como este; en sucesivas etapas los veremos, y ya no
me sorprenderán tanto.
Durante la misa podré contemplar a mis anchas el más preciado bien
cultural que atesora Calzadilla: el retablo gótico del
altar mayor de su iglesia parroquial, consagrado a la advocación de
Cristo Salvador. De él, así como del resto de
monumentos doy cumplida reseña en nota al margen
(Nota 15 al final del
capítulo).
Durante el oficio religioso debería centrarme en la liturgia, pero
no mi atención se centra preferentemente en el examen del gran
retablo, cuyas proporciones exceden lo que pudiera esperarse en un
pequeño pueblo como este. Me hubiera gustado acercarme más al altar,
y tratar de sacar alguna foto furtivamente, pero no puedo
entretenerme tras finalizar la ceremonia porque aún me queda
intentar buscar la tienda de comestibles por las barriadas cercanas
a la carretera. Por
lo tanto me quedo sin imágenes interiores del templo y su retablo;
posteriormente he logrado extraer alguna a través de Internet.
Tras la misa, decido regresar al Hostal Rodríguez dando un
gran rodeo por la barriada noroeste del pueblo. Aunque me han vuelto
a asegurar que no lo lograré, trataría de encontrar a alguien que me
proporcionase un poco de fruta para cenar... Pero al final nada de
nada, en este pueblo se respeta absolutamente el descanso dominical;
a las 21.00h entro en mi lugar de residencia sin lograr ese
objetivo. Eso sí, al menos he cumplido con la promesa formulada a
mediodía: realizar una concienzuda campaña electoral
“gratuita” al vigente alcalde; explicando en los bares donde he ido
preguntando por la dichosa tienda, y a mucha gente por la calle, su
particular forma de ganarse amigos entre los visitantes…
Entro pues en el Hostal y, como en la jornada anterior, pido algo de
fruta en la barra. También en Calzadilla se repetiría la cena
de Monesterio: cenaré mi fruta trinchada viendo un poco
de fútbol por la tele. El propio Sr. Rodríguez me sirve
cuatro rodajas de melón troceadas, y luego una horchata. A las 22.0h
me retiro a dormir.
-Nota
14- El
Sr. Alcalde de Calzadilla de los Barros,
una crónica negra en el Camino de
la Plata
La
casa del sr. alcalde de Calzadilla, está en el
mismísimo Camino, mediada la calle Fuente
de Cantos.
Me abre la puerta ‘la alcaldesa’, pero tras el pasillo vislumbro a
su marido espatarrado en un sofá; debe estar esperando a que esté
lista la mesa para sentarse a comer. Su mujer le avisa de la
presencia de este peregrino, pero él ni se molesta en levantarse,
y le dice que me mande a ver al alguacil, que es quien debe
entregarme la llave del albergue...
La
reacción de “su excelencia” no me gusta nada, y empiezo a temerme
lo peor., porque ya dice el refrán: “de tal palo tal astilla”.
Si el alcalde es un gandul ...¿cómo será el alguacil?. Para
encontrar la vivienda de este último tengo que cruzar ahora medio
pueblo. Llego a su barrio y tras preguntar a varios vecinos,
toco al timbre de su casa…: nadie me contesta…
En estas, ya son las 14,20 hh y me encuentro cansado, sudado y
hambriento. Junto a la casa del alguacil, una vecina me dice que
no volvería hasta el Lunes, porque los fines de semana se va con
la familia al campo… Me lo temía y acaban por
confirmarse los peores presentimientos…En estas circunstancias, no
veo otra solución que bajarme a la carretera en busca del
Hostal Rodriguez.
Me han entrado ganas de subir a decirle al Sr. Alcalde cuatro
cosas poco agradables, pero habría que retornar 500 metros cuesta
arriba y me encuentro bastante cansado y alterado… La prudencia se
acaba imponiendo, y opto por lo más práctico y racional… Siempre
será mejor bajar que subir en estas circunstancias. Resumiendo:
este domingo el excelente albergue de Calzadilla
permanecerá cerrado, dejando fuera injustificadamente a un
peregrino por no darle la posibilidad de acceder a él. Este
albergue no desempeñará este día la función para la que fue
creado, por la desidia del señor alcalde y sus acólitos.
Calzadilla debe su nombre a la vieja calzada
imperial que lo cruza desde tiempo de los romanos;
una ruta por la que posteriormente, a partir del siglo IX y en
pleno período califal de los omeyas, empezó a circular la
peregrinación cristiana a Santiago de Compostela. Desde
entonces incluso se podría añadir a su patronímico el apellido
de “mozárabe”. Pero el vigente alcalde de
Calzadilla en estas fechas no hace honor al blasón de la
villa, y pasa olímpicamente de los peregrinos. Me cuesta
entenderlo, especialmente por tratarse de un militante de partido
político filocristiano como el PP. Si este señor ignora todo lo
anterior, cosa probable, es porque en estos tiempos la
cultura no suele ser un requerimiento obligado para medrar en
política; este es un clarísimo botón de muestra. Si es este el
caso como lo parece, al sujeto en cuestión cabría calificarlo de
ignorante...; o quizás se trate sencillamente de un vago;
o tal vez le encajan ambas etiquetas…. Quien como yo ha sufrido su
evidente menosprecio tiene todo el derecho del mundo para afirmar
eso. Lo pensé mientras me resignaba ante lo irremediable, y luego
lo divulgué allá donde acudí durante mi jornada de tarde en
Calzadilla de los Barros, como lo repito ahora.
Finalmente quiero subrayar que Calzadilla de los Barros es
un pueblo precioso donde los haya, que no merece un edil como este
señor. Por eso no me corté ni un pelo al pregonar por el pueblo el
desdén con el que suele tratar a quienes venimos de fuera; y como
apuntaba, repitiendo el citado pregón ante todos los vecinos
que me tropecé durante su recorrido. Al menos pude despacharme a
gusto, preparándole a este ‘impresentable’ caballero la campaña
para las próximas elecciones…. Es muy conocido el dicho: “cría
fama y échate a dormir”…, que en el caso que nos ocupa sería “cría
mala fama y ya te puedes despedir”; que así sea.
(Nota Adicional:
Revisada esta Memoria a 14Noviembre 2014, leo en “el Periódico” de
Extremadura que el “excmo. Sr.” Alcalde de Calzadilla de Barros
propone a la VIA DE
LA PLATA
como “Patrimonio de la Humanidad” ..; aunque según observo en las
páginas de Eroski Consumer las notas que los peregrinos
cuelgan en Internet siguen denunciando la lamentable tomadura de
pelo del albergue público de ese pueblo: ¡qué sarcasmo dios mío!,
¡qué vergüenza para su pueblo y qué ‘jeta’ la de este alcalde!;
porque al frente del consistorio se mantiene aún don Antonio G....)
<
Calzadilla de los Barros,
iglesia Divino Salvador (s. XV/XVI)>
-Nota
15-
Calzadilla de los Barros, breve semblanza y patrimonio monumental
Ya
apuntábamos con anterioridad que esta localidad tiene actualmente
un censo que ronda los 800 habitantes. Como otras muchas de la
región extremeña, su población se ha reducido radicalmente desde
los años 60 del siglo XX hasta la actualidad. Afortunadamente
parece que la sangría de la emigración paró hace algunos años,
estabilizándose su población en la cifra antes señalada.
Las referencias históricas de Calzadilla datan su fundación
en época romana, indudablemente vinculada al transcurso de la
calzada imperial por su territorio; aunque no se conservan en
el término municipal rastros materiales de esa época. Tras un
oscuro período altomedieval fue reconquistada en el primer tercio
del siglo XIII por Fernando III el Santo, rey de Castilla y
León. Tras la conquista la villa pasó a ser tutelada por la
Orden
de Santiago,
junto con otras cuatro de la zona, siendo encomendadas en 1.242 al
maestre de
la orden
D. Pelay
Pérez Correa.
Este hecho está documentado formalmente con un valioso documento,
conservado en el Archivo de Simancas, donde se menciona la
“creación de la Hermandad
de las 5 villas”
.
En
1480, estando vacante la encomienda de esta localidad,
según fue constatado por los visitadores de la orden, el
Maestre de Santiago concedió dicha encomienda
a Don Diego de Vera. En ese momento pasaron a la
disposición de dicho comendador dos inmuebles: un
bastimento de pan y un bastimento de vino. Ese es el
inicio de la larga trayectoria de “la encomienda” en este
pueblo, cuyo testimonio arquitectónico último es un llamativo
aunque decrépito edificio, conocido como
La Encomienda,
del que hablaremos mas abajo. Hasta principios del siglo XIX poco
más se sabe de los avatares históricos de Calzadilla. En
1.810, durante la Guerra
de la Independencia,
consta que estaban acantonadas en la localidad tropas inglesas y
portuguesas bajo el mando del general Madde.
Finalmente, en 1.834 la villa se convierte en municipio
constitucional dentro de la región de Extremadura, quedando
integrada en el partido judicial de Fuente de Cantos.
Monumentos singulares
.-
-- Iglesia del
Divino Salvador Templo de finales del siglo XV y
principios del XVI, construido en estilo gótico- mudéjar.
Fue fortificado por los caballeros de Santiago, como
muestran sus almenas en ábside y espadaña. El ábside es muy
semejante al de la iglesia de Monesterio. Es originalísima
la entrada frontal, porticada; como también resulta muy
interesante su torre- campanario, rematada con almenada
espadaña. Pero la mayor joya de la iglesia está en su interior: El
importante retablo del Salvador, realizado en estilo
tardogótico con detalles renacentistas: contiene 28 tablas al
óleo donde figuran las escenas de la vida de Cristo
y los doce apóstoles, incluyendo en una hornacina central
una talla de Cristo Salvador. Este retablo, catalogado
desde 1982 como Monumento Histórico Artístico, fue pintado
por Antón de Madrid a principios del siglo XVI.
-- Fuente del
Pilar Se trata de una antigua fuente- abrevadero (s.
XVII) de notables dimensiones:
25 metros de largo
por 3 de anchura.. Tiene dos partes bien diferenciadas, que se
juntan en el caño único donde mana la fuente. El lado mayor (17
metros) fue concebido para ser usado como abrevadero del ganado, y
el lado menor (8metros) se destinó a su uso como pileta para
lavado de ropa; así lo evidencia su reborde biselado a 45º de la
parte interior. Tiene bajo el caño una base de piedra para que los
usuarios puedan apoyar sus vasijas durante el llenado. Según me
indican los vecinos, ha estado en uso hasta hace muy pocos años.
-- Casa de
la
Encomienda
Casa solariega fundada a principios del siglo XVI por el
comendador de la orden de Santiago D. Diego de Vera. En
la actualidad amenaza ruina total. No obstante se conserva aún una
muestra de su categoría: el altivo torreón rectangular, con
cuatro pináculos típicamente renacentistas en sus esquinas. Esta
casa ha sido residencia de la familia del ‘comendador’,
almacén de grano y fábrica de aceite durante siglos. El último
comendador del que se tiene noticia es D. Carlos de Borbón
(1818-1861), conde de Montemolín y nieto del rey Carlos IV.
El escudo del conde de Montemolin se conserva perfectamente
en el antepecho de una puerta (ver foto).
Al pasar por una de las calles colindantes con la casa
pude ver, a través de una desvencijada ventana, los restos de las
instalaciones de la almazara del aceite. Luego, en la plaza
de la iglesia, D. Manuel Guijarro me informó sobre los
múltiples usos de este inmueble, que se mantuvieron hasta el
advenimiento de
la Guerra
Civil en
1936. Pasada esta, desaparecieron las utilidades de almacenamiento
y fabriles, manteniéndose la casa como residencia de la familia
hasta tiempos relativamente recientes. Mi amable cicerone
me aclaró un detalle curioso: los cuatro penachos que sobresalen
en la esquinas del torreón cuadrangular son las chimeneas de la
almazara del aceite. Dos de ellas daban salida a los humos del
fuego de leña, con el que se hacía hervir el agua en enormes
calderos. Por las otras dos chimeneas salían las columnas del
vapor de agua desprendido al derramarse el agua hirviendo sobre la
aceituna prensada. Manuel recordaba nítidamente, con
añoranza, aquellos años de dura labor, compartida con otros muchos
empleados de ‘la
Encomienda’.
En su última época de explotación, las fincas de la familia
totalizaban aún una extensión considerable, aproximadamente 500
fanegas de terreno cultivable (unas 330 hectáreas).
Rodeando la casona, de altísimos muros, me resultaba difícil
capturar buenas imágenes de la misma, por lo estrecho de las
calles. No obstante logro ver y fotografiar algunos detalles
interesantes: el escudo heráldico de los condes de
Montemolín, una de las esquinas del torreón con su hueco
penacho y la preciosa chimenea del salón noble de la
casa, primorosamente construida en ladrillo. La perspectiva
general de la enorme edificación, que podemos ver en el reportaje
fotográfico, bastante borrosa por cierto, es la única imagen
global que he logrado conseguir a través de Internet.
-- Ermita y
capilla de
La Encarnación
(s.XVI)
Es la única ermita
conservada, de las 4 documentadas en el siglo XVIII. El edificio
eclesiástico, con su anexo porche de 4 arcadas de medio punto, es
la única edificación que resta del antiguo convento homónimo. En
la capilla es venerada la patrona del pueblo, encarnada en una
talla de nogal policromada, realizada en la época fundacional (s.
XVI).
Me
encantó la visita a esta ermita, tanto que no me abstengo de su
detallada descripción. El amplio patio, lindante con el porche, es
un lugar muy agradable, desde el que se puede visualizar
perfectamente todo el edificio. La linterna que ilumina la bóveda
de la capilla se ve preciosa desde fuera, con sus brillantes
azulejos blanquiazules. El diseño de esta ermita es muy
representativo del estilo dominante en las edificaciones
religiosas andaluzas; tiene algo de árabe. Lo más bonito y
original de su diseño es el campanario, en forma de “L”,
exquisitamente moldurado. Ambos pináculos, recientemente
repintados de blanco, lucían durante mi visita su refulgente
blancura bajo el sol vespertino.
La capilla es de reducidas dimensiones, y me encanta por su
simplicidad, austeridad y modestia. Tiene también esa
impronta ingenua que tanto admiro, de la que he disfrutado
en algunas de mis visitas a iglesias y museos de las comunidades
religiosas femeninas. La talla de la virgen está en una hornacina
central, donde apenas se puede distinguir la imagen, encajada en
la umbrosa oquedad. En la hora tardía de mi visita (19.15h), los
rayos solares incidían sobre la blanca tela satinada del altar,
iluminando la capilla con sus reflejos…
Finalmente, contiene esta capilla otras pequeñas imágenes y
diversos enseres litúrgicos, adornados durante mi visita con media
docena de ofrendas florales. En las paredes y bóveda
se ven rastros de madera. En cuanto a los moldurados se han hecho
todos de yeso y estuco; dominando en ellos el color blanco, con
pinceladas crema y algunos dorados. Tras el altar, el retablo de
tres calles y dos niveles está presidido por la clásica paloma que
encarna al “espíritu santo”, mensajero de la buena nueva…;
todo ello enmarcado por un encaste en la pared absidial que
remata un arco de medio punto.
<
Calzadilla de los Barros,
Ermita de La Encarnación, Capilla (s.XVI)>