CAMINO DE SANTIAGO: --Ruta MOZÁRABE--

SEVILLA—SANTIAGO por la VÍA DE LA PLATA y la Variante Sanabresa


por Antonio García Márquez

Indice : Capítulos I - II- III - IV - V - VI


    Cap.VII / (6ªEtapa=27,8Km) Monesterio-Calzadilla de los Barros (4 Octubre, Domingo)  

      La etapa que tenemos hoy por delante solo me presenta una disyuntiva: terminar en Fuente de Cantos, a 21 km. de aquí, o hacerlo 6,8km después en Calzadilla de los Barros. Repasando esa opción y las nuevas perspectivas de mi devenir en la ruta, ya sin mi compañero Francesc, permanezco despierto un buen rato en mi confortable lecho de esta jornada. A priori mis preferencias apuntan a llegar hasta Calzadilla, porque solo de esta forma podría tener a tiro un final de etapa en Zafra para la siguiente etapa.  No obstante, pospongo la decisión hasta alcanzar Fuente de Cantos: quedará supeditada únicamente a mi estado de forma cuando alcance esa localidad...  Fuente de Cantos es la patria chica de Zurbarán, quizás la mayor gloria del barroco pictórico español. La villa tiene ese y otros atractivos, incluido su magnífico albergue, pero los peregrinos pedestres hemos de renunciar a veces a algunos de nuestros destinos deseados como final de etapa… 

     Me levanto a las 6,00 y rápidamente monto la mochila. Luego me asomo a la ventana de la habitación, observando que la noche es oscura como boca de lobo. Aunque estamos en período de luna llena, esta aún no ha despuntado por el horizonte. Dada la oscuridad que me espera en los primeros tramos, necesito echar un vistazo al esquema y apuntes de la etapa, pero desisto de hacerlo en la propia habitación para no despertar a F. Finalmente opto por dejar la mochila en la habitación por el momento, para bajar al pequeño vestíbulo desde el que se sale directamente a la calle. A este vestíbulo pueden acceder  los inquilinos del Hostal a través de una estrecha puerta metálica, que requiere una llave de la que disponemos quienes tenemos habitación reservada, aunque puede abrirse sin ella desde dentro. Es una habitación diminuta, donde hay una pequeña mesa de camilla con lámpara, y junto a ella un vetusto silloncito.

    Me acomodo en el sillón y veo en los apuntes que el inicio de le etapa será complicado, atravesando  una zona rural donde están señalados un par de puntos conflictivos en los que hemos de vadear un arroyo. Visto este comienzo, es preferible esperar hasta que sea inminente la aurora, para tener algo de luz diurna al llegar a ese escenario. Visto eso, retorno a la habitación y cojo ahora la llave, para poder salir afuera a desayunar y regresar luego a recoger el macuto; como tengo tiempo de sobra prefiero no cargar aún con el bagaje...  Estoy seguro de  encontrar algún café abierto, donde poder hacer un buen desayuno y matar el tiempo de espera hasta el amanecer. Espero poder  encontrar ese local en las cercanías de la estación de buses, justo enfrente del hostal; por ese motivo no tomé la precaución de pedir un bocadillo en la barra del bar antes de retirarme a dormir…. 

   Pronto me llevaría el primer chasco: la Terminal de autobuses está cerrada, así como el anexo bar-restaurante donde suelen despachar los billetes; de manera que veo complicado lo de poder tomar café por aquí… Decido entonces remontar el Paseo de Extremadura en dirección al centro urbano; es también una forma de pasar esa media hora que me falta para poder salir, y quizás halle algún establecimiento abierto por allí. En mi paseo llego hasta el Pilar de La Reverencia, uno de los pocos hitos interesantes de este pueblo, al que hago una foto en semi-oscuridad. Eso es todo lo que logro obtener en esta segunda tentativa, porque de bares abiertos…nada de nada.  Es entonces cuando me percato de que, siendo Domingo, sería imposible encontrar algo abierto hasta las 9 de la mañana… 

    Tras retornar a la habitación, sin tomar ese café, a las 7,25 abandono definitivamente el Hostal y me dirijo hacia la salida del pueblo. Me he despedido de Francisco en el último momento; acordando llamarnos a media mañana para ver como nos van las cosas a ambos...

   A las 7.30 abandono Monesterio, con la fortuna de hallar abierta muy poco después, ya en las afueras de la localidad, la cafetería del Hotel Leo. Está situado a menos de 1km del límite urbano, en las proximidades de las instalaciones polideportivas del pueblo. Ha resultado providencial encontrar este establecimiento, porque solo llevaba encima mis dos botellines de agua. Un buen desayuno antes de partir es algo esencial para mí, especialmente en días como hoy, teniendo por delante un largo tramo de 21 km hasta Fuente de Cantos, sin puntos de abastecimiento intermedios. No podía imaginarme no hallar nada abierto hoy a estas horas, en un pueblo importante como Monasterio.  De haberlo sabido, hubiese hecho una cena convencional junto a Francisco; pero al ignorarlo solo había cenado unas tajadas de melón y un manzana…  

   Desayuno muy a gusto varios bollos abiertos y tostados en la parilla, aliñados con aceite, acompañando al café con leche. Lo hago sin ninguna prisa, porque aún no hay luz suficiente para salir a campo abierto. A través de los amplios ventanales puedo observar la impenetrable oscuridad de la noche, de manera que me puedo recrear en la cálida cafetería y desayunar con calma. Me he sentado en la barra, donde dispongo de una bandeja atestada de tostaditas para el desayuno, y aprovecho la oportunidad para guardarme algo de pan ya untado en aceite… Me vendrán muy bien más tarde, porque aún conservo en la mochila varias lonchas de jamón envueltas en papel de plata. La jornada será larga hoy, con un final incierto; creo que no sería mala cosa hacer un buen almuerzo antes del mediodía, por si acaso se demora demasiado la hora de comer. 

   A las 7.45, aún en semipenumbra, rodeo la tapia del campo de fútbol y emprendo mi aventura por un estrecho camino que bordea el arroyo de la dehesa. La luna apenas despunta en el horizonte occidental, asomándose a intervalos entre las encinas que coronan una lejana sucesión de lomas. Pero la carrera de la luz la ganará el astro rey por el lado opuesto. Durante veinte mágicos minutos me deslizo entre sombras y albores. El caminito sigue ahora por la izquierda del arroyo, tras cruzarlo cerca de unos grandes depósitos de agua. Es un camino irregular, por el que hay que ir con mucho cuidado. Pero no me puedo sustraer de la misteriosa belleza que me rodea, y no dejo de escrutar el entorno a derecha e izquierda…. Los habitantes de la dehesa ya han iniciado su jornada: logro ver en este trecho algunas ovejas entre los árboles, y también vacas solitarias en los linderos. Estas últimas me miran sorprendidas al pasar, con sus grandes ojos saltones donde se refleja la luna.

   Para poder memorizar este tramo hago varias fotos, algunas de las cuales salen bastante bien pese la escasez de luz, y luego me ayudarían a rememorarlo todo. Sin ellas no hubiese podido describir ahora el escenario, ni las sensaciones generadas. 

     Se levanta el sol a las 8.10hh iluminando una campiña similar a la de la etapa anterior, donde predominan las colinas adehesadas. Las encinas son por aquí medianas y relativamente espaciadas, distinguiéndose entre ellas la presencia de escaso ganado: solo algunas vacas sueltas y pequeños grupos de cerdo ibérico y corderos. Ante mí una difusa luz diurna va penetrando poco a poco entre los árboles iluminando  mi camino, lo que me permite distinguir otra vez la presencia de aquellas vistosas florecillas vistas en la etapa anterior (ver abajo Nota 13).. Y de nuevo hoy descuelgo mi cámara, para captar ahora algunas imágenes de excelente calidad.  

-Nota 13- La “merendera montana”o “quitameriendas”, humilde floecilla en los caminos .-  He tardado varios años en averiguar el nombre de esta flor, y la planta a la que pertenece, dado que no es corriente verla por donde yo resido (comarca del Maresme, en Cataluña). Se trata de una pequeña planta bulbosa, concretamente la Culchicum Montanum, perteneciente a la extensa familia de las colchináceas, la cual abunda en extensas zonas de España. Aparece en altitudes comprendidas entre  los 400 y 1000 metros sobre nivel del mar. Es muy frecuente en zonas donde prolifera la ganadería ovina, y especialmente abundante junto a los caminos que suele recorrer el ganado. Se la conoce también con otros nombres, aparte los citados: como “aventapastores”, “lirio del campo” y “lirio de otoño”. En cuanto a su más corriente denominación (“quitameriendas”) le ha sido adjudicada  por pastores y gente llana del campo, obedeciendo a su sintomática aparición en los albores de la estación otoñal. En el párrafo siguiente se aclara el origen de este curioso nombre:

      Siendo lo acostumbrado durante el período primavera-verano que pastores y otros campesinos hiciesen una merienda tras  su dilatada jornada de trabajo, la aparición de esta flor exenta de hojas a inicios del otoño, justamente cuando se registra un brusco acortamiento de los días, significaba y significa aún hoy que los hacendados o contratistas supriman la merienda a estos campesinos... ; de ahí deriva su acertado nombre.
 

 

< La “quitameriendas”, hermosa y humilde florecilla en nuestro Camino> 

      Alternándose  con las zonas arboladas, empiezan a verse ahora por el territorio frecuentes parcelas cerealistas; que mediada la etapa se impondrán a la par que desaparecen las dehesas. Durante los siguientes 8km de la etapa predominará el escenario descrito anteriormente, siempre sobre terreno prácticamente llano, aunque ondulante, y surcado por magníficas pistas. Llaman poderosamente mi atención en esta zona los bien conservados muros de piedra, que delimitan parcelas y caminos. Por lo que observo, el fraccionamiento de la propiedad rural es por aquí muy similar al que suele verse en Galicia; algo que no es corriente en el centro y sur peninsular. Por la apariencia de los muretes de rústica piedra, perfectamente ensamblada sin mortero y cubierta de líquenes casi petrificados, esta roturación de la propiedad debe venir de antiguo, quizás sea varias veces centenaria…   

  A partir del km 10 de la etapa se acaba la zona de bosque mediterráneo, y progresivamente se abren ante mi vista ilimitados campos de cereal, en su mayoría recientemente labrados. El terreno, en suave descenso durante un buen trecho, no ofrece ninguna sombra hasta llegar al Arroyo de la Dehesa, aproximadamente en el km. 12.5 de la etapa. Este lugar, que voy viendo desde dos km. atrás, se distingue por su alta hilera de chopos. Es un magnífico sitio para hacer un descanso, que aprovecho para descalzarme y comer mis tostaditas con jamón. Desde aquí solo nos quedarán 8,5km hasta Fuente de Cantos. 

     Salgo de la chopera a las 10.35h y tras remontar la depresión del riachuelo paro unos instantes en un altozano, desde el que se distingue ya en la lejanía la aglomeración de casas del pueblo natal de Zurbarán. Poco antes, mientras almorzaba en la umbría, había pasado revista a mis emociones de la jornada, dejando un apunte sobre la percepción de que este territorio podría haber sido transitado en su época por el mismísimo Cervantes. El glorioso manco recorrió durante años escenarios similares a este; desplazándose de un lugar a otro a lomos de algún pariente de “Rocinante”, durante el ejercicio de su  ingrato oficio como recaudador de impuestos... 

< Campos cerealistas con Fuente de Cantos al fondo (aprox. 7Km)> 

    Durante 13 km. no he pasado poblado alguno ni caseríos, ni he cruzado bajo líneas del tendido eléctrico, ni he olido el asfalto…. Pero si que he atravesado antiguas dehesas cercadas por vetustos muros de piedra, he cruzado ilimitados campos de labrantío, y como remate me he tomado un merecido descanso a la sombra de esa alta chopera, en la umbrosa ribera de un limpio arroyo, rodeado de juncales y perfumadas adelfas ….; más o menos como Cervantes. 

     La recta pista que me lleva hasta Fuente de Cantos no ofrece nada nuevo: una sucesión de campos recién labrados se alternan, solo de vez en cuando, con algunos trozos en barbecho. Buen tiempo, pero sol inclemente ya, en las horas cercanas al mediodía. Poco antes del pueblo paso junto a un precioso chalet, refulgente por sus recien pintadas paredes blancas. Su nombre, “Villa Camino de Santiago”, nos recuerda donde estamos; en el muro exterior dos rótulos de situación nos ubican en el Camino: A Sevilla 114 km  /  A Santiago 889 km .  

     Entro en Fuente de Cantos a las 12.15, pulverizando el promedio de la primera media etapa. En el trozo final he caminado a 6 km/h. Tras cruzar el centro urbano hasta la altura de la iglesia, me reafirmo en seguir adelante; antes descansaré unos minutos en el bar que veo frente al templo. Ya lo tenía decidido, pero hubiera podido cambiar mis previsiones si encuentro algo más animado el lugar. A estas horas de plena insolación la población da “encefalograma plano”; se ve poquísima gente por la calle, y el ambiente del establecimiento es más bien aburrido. Finalmente, la iglesia está cerrada y, por si fuera poco, no he visto al pasar nada especial en la arquitectura urbana…   

     Sentado en la pequeña barra del bar, muy concurrida de lugareños, me tomo una cerveza y pido un botellín de agua para reponer mis carencias de ‘líquido elemento’. Solo 10 minutos después reanudo mi camino en dirección a Calzadilla de los Barros.

    Quizás no era la hora mas propicia para tomarle el pulso a Fuente de Cantos, pero creo que un factor decisivo para continuar ha sido mi excelente estado de forma: me sigo encontrando muy fuerte. Otro factor importante ha sido la lejana ubicación del albergue; situado en la periferia de la localidad como a 1 km de distancia del centro urbano, donde me encuentro. Luego me enteraría de que ese albergue es uno de los mejores de la Ruta Mozárabe, y que en él hay un interesante museo temático relacionado con el pintor Zurbarán, gloria del barroco español e hijo predilecto de esta villa. Habrá que tener en cuenta estos factores para otra ocasión, ya que pienso repetir en el futuro esta maravillosa ruta, si mi salud lo permite.   

    El sol pica de lo lindo cuando salgo a campo abierto, pero apenas reduzco el ritmo de marcha de los últimos kilómetros. Son casi 7 los que me quedan hasta Calzadilla de los Barros, y los hago por una pista recta, rodeada en su mayor parte por trigales que están en plena labranza. La pista se mantiene siempre paralela a la carretera N-630, distando de esta unos 700 metros en todo el tramo.  Saliendo del pueblo llamo a Carlos, para informarle de que voy a continuar hasta Calzadilla de los Barros. Según me informa, ellos están llegando en esos momentos a Fuente de Cantos y van a quedarse ahí. Le comprendo perfectamente, porque el albergue tiene fama de ser  de lo mejorcito de la Vía de la Plata; eso dicen todas las guías de peregrinos. Estamos seguros de encontrarnos mas adelante, como así sería.  

   Pasados un par de km. veo a mi izquierda un enorme tractor que está labrando el inmenso campo cerealista. La máquina cabalga sobre el terreno amarillento del barbecho, dejando tras si una ancha banda oscura que se prolonga recta hacia el horizonte. Cuando llega a su límite occidental, el conductor debe trazar un amplio arco, para regresar a unos 25 metros del tajo precedente. De esta forma el maquinista trabaja en dos frentes a la vez, quedando una amplia franja pajiza de terreno sin labrar entre esos dos tajos abiertos, de intenso color marrón oscuro.  El tractorista demuestra ser un maestro en su oficio: es asombrosa la rectitud de sus trazadas, como refleja con precisión la foto que oportunamente saco de esta obra de arte rural, una de esas imágenes que la casualidad del momento permite obtener a los caminantes curiosos como yo; otra imagen, en definitiva, que pasará a engrosar mi ya nutrida “galería de perlas fotográficas del Camino”.

 <Fuente de Cantos – Calzadilla de Barros, obra de arte rural> 

    Los dos kilómetros que preceden a Calzadilla están tapizados de viñedos; algo que no debe extrañar a nadie, porque estamos ya en la Tierra de Barros, rica comarca donde abunda la viña y el olivar. Las  profundas rodadas que veo sobre el terreno arcilloso, consecuencia del trasiego de los vehículos de carga, evidencian que la vendimia se ha efectuado recientemente tras la descarga de algún chubasco.  Las viñas que estoy cruzando son de la variedad  cabernet sauvignon; conozco bien la variedad por sus oblongos racimos negros y pequeñas hojas redondeadas. Solo quedan algunos racimitos inmaduros en las partes altas de las cepas, prueba evidente de que las tareas de la vendimia han finalizado ya. 

   Entro en Calzadilla de los Barros  a las 13.50h por su eje natural, es decir exactamente por la vieja calzada imperial romana. Como suele ser habitual, nuestro Camino lleva directamente al corazón del pueblo, alrededor del cual se agrupa armoniosamente el viejo centro urbano. Los datos que tengo de la población cifran su censo actual en unos 800 habitantes, tras haberse reduciendo progresivamente la demografía hasta quedar en la mitad del máximo histórico, alcanzado en los años 1958-1960 (1.600 habitantes). En los últimos años se ha estabilizado la población.

    El conjunto urbano del pueblo se ha ido ampliando desde el eje de la antigua calzada hasta el límite de la N-630, medio kilómetro hacia el Este. Por lo que puedo observar, la mayor densidad de ocupación urbanística continúa estando en los aledaños de la zona antigua; a medida que nos acercamos a la carretera nacional se ven bastantes parcelas sin edificar. 

     Tras dos etapas relativamente cortas, esta de 28 km se me ha hecho un poquito pesada en el último tramo. Por eso me dirijo impaciente hacia el Ayuntamiento, donde según reflejan mis notas deben facilitarme el acceso al albergue público de que disponen.

    El Camino tiene continuidad, ya dentro del pueblo, con la calle Fuente de Cantos.  En esa calle me indican que siendo Domingo no habrá nadie en el Ayuntamiento, y me dirigen al domicilio del señor alcalde. Sé por mis apuntes que el albergue municipal está situado en el extrarradio del pueblo; en un lugar conocido como “pradera de San Isidro”, junto a una antigua ermita. Mi idea es recoger la llave y comer en cualquier sitio del pueblo, antes de dirigirme hacia mi refugio…; pero tras media hora de inútiles gestiones tendré que renunciar a ese plan. Lo que acontece en ese tiempo ha de figurar en el apartado de “crónicas negras del Camino”, que en esta oportunidad también merecería el calificativo de “un asunto propio del juzgado de guardia”, y no pierdo ahora el tiempo con su relato. A quienes les guste el morbo les remito a una nota marginal (ver Nota14 al final del capítulo).   

    Tras mis vanos intentos por conseguir la llave del albergue, en los que invierto 2km extras y 40 minutos entre idas y venidas por el entramado urbano de Calzadilla, tendré que seguir las indicaciones de una vecina y dirigirme hacia el único sitio donde podría alojarme hoy: el “Hostal Rodríguez”, un típico restaurante-hostal de carreteras.  Este establecimiento está situado al borde de la N-630, a 1,3km del centro urbano...

   Bajo pues hacia esa carretera nacional en busca del citado hostal, al que encuentro junto a una gasolinera... He tenido que armarme de paciencia, aunque todo hay que decirlo: sin poder sacudirme el gran cabreo por la jugarreta del Sr. Alcalde; algo que solo conseguiría horas después tras hacerle una “campañita electoral extra” entre sus conciudadanos... A las 14.45h logro por fin sacarme la mochila de encima…; he conseguido rematar el último tramo de mi camino en esta jornada: casi 3,5km extras por el ‘circuito urbano’ de Calzadilla de los Barros. 

< Calzadilla de los Barros, plaza de España> 

     Formalizamos la reserva de mi habitación en la barra del bar, y mientras lo hacemos un paisano que estaba muy cerca sale a la palestra al oír mis quejas por la desidia del alcalde. El hombre charla abiertamente con el encargado del hostal y conmigo, de manera que pueden oírnos otras personas del entorno. De las manifestaciones del vecino se desprende que ese menosprecio hacia los peregrinos tiene otros antecedentes; sin ir más lejos, hace unos días hubo quejas de otros compañeros por algo parecido... En este punto, me llama la atención que oído eso por el encargado de la barra, que probablemente sea el propio dueño del hostal, este no salga en defensa del alcalde...; porque indudablemente mantener el albergue cerrado le debe suponer alguna pernocta más a su negocio.

     No cabe duda de que, pese a esa aparente ventaja, el hostalero preferiría una mejor acogida a los peregrinos; el debe saber bien que si se difunde en las redes sociales una mala imagen del pueblo también saldrá perjudicado su establecimiento a la larga… Porque no se puede olvidar que los peregrinos que pernoctan en los albergues necesitan también comer, desayunar y cenar; y él tiene barra de bar y restaurante junto al propio hostal…: solo tendrá esa clientela si la gente para a dormir en este pueblo, y para ello Calzadilla ha de ofrecerles una buena acogida. 

    Viendo como reaccionan mis interlocutores, no entro más al trapo del asunto, ya que al parecer lo tienen bastante claro.  Doy por  seguro que los votantes de este municipio sacarán pronto del ‘pescante’ al actual alcalde; si es que no lo hacen antes los miembros de su partido... Yo tengo decidido aportar mi granito de arena para desacreditarlo, pregonando su impropio comportamiento a izquierda y derecha, en cualquier ocasión que se me presente durante mi visita vespertina por el centro de Calzadilla. 

   Subo sin más demora a dejar la mochila en mi habitación, pasando también un momento al aseo, y regreso rápidamente para instalarme en el salón-comedor…. ¡Con qué gusto coge uno el asiento a la hora de comer!...; no pierdo tiempo y de entrada pido que me adelanten el ‘tinto de verano’, mientras voy pensando en el menú.

    Por fortuna en el Hostal Rodríguez tienen buena cocina, y tardaré poco en olvidar el ‘affaire’ del albergue; a las 15.15hh, ya correctamente hidratado, vuelvo a ver la vida peregrina de ‘color naranja’, un color que asocio a la buena tierra, y por ende al buen Camino.  Me sirven garbanzos estofados y ternera guisada, que con los postres y el café suponen el razonable precio de 11€. 

   Hago la siesta y no tengo necesidad de lavar ropa; por lo que no demoro demasiado mi acostumbrado recorrido cultural de cada tarde. Calzadilla es un pueblo armonioso, bien cuidado, que podría visitar a gusto durante un par de horas. Al subir hacia el centro urbano me detengo un rato admirando la sorprendente fuente-abrevadero de El Pilar, de la que hablaremos detalladamente al final del capítulo (ver Nota 15). Me sorprende por sus grandes proporciones, no había visto nada igual, y me tomo unos minutos para contar con mis pasos sus medidas, que anoto en mis apuntes de incidencias. 

< Calzadilla de los Barros, fuente-abrevadero de El PIlar> 

    Luego, una vez en el centro del pueblo me lo recorro concienzudamente empapándome con su aire claramente renacentista. Hay varias casas solariegas que aun conservan en buena parte su antiguo esplendor, entre las que cabe destacar la Casa de la Encomienda, fundación medieval del maestrazgo de Santiago.  Me voy deteniendo en todas las que encuentro, admirando diversos detalles arquitectónicos de los siglos XVI y XVII.  Mientras recorro el pueblo, estoy intentando también localizar algún ‘super’ o comercio de comestibles abierto, por pequeño que sea...; pese a ser Domingo, en algunos pueblos he llegado a encontrarlos; mas por desgracia no parece haber ninguno, como me informaron en un bar, al menos en el centro urbano.

   Tras  ver los exteriores de la iglesia del Salvador, tomo algo de distancia en la plaza adyacente para sacar algunas fotos. Un señor que está sentado en uno de los bancos de esta  plaza me atiende amablemente cuando me acerco a preguntarle algo. Al notar mi curiosidad,  no solo responde a la cuestión consultada, sino que durante 15 minutos se convierte en un excelente aunque inesperado cicerone…  

     Manuel Guijarro podría ser perfectamente el consejero de cultura del Ayuntamiento de Calzadilla. Aunque andará ya por los 80 años, demuestra tener la mente muy lúcida y una grandísima memoria. Me explica con todo detalle cómo era el pueblo durante los primeros decenios del siglo pasado, y el preeminente papel de la familia que ocupaba la Casa de La Encomienda en esos años de su juventud. El prestaba entonces sus servicios en esa casa solariega, relacionados con toda clase de labores agrícolas y los subsiguientes procesos de manipulación de las producciones derivadas: principalmente aceite de oliva, almendra y cereales. Manuel me aconseja dirigirme a la gran plaza de España, concretamente frente al Ayuntamiento, donde podría ver sobre un mapa, en un cartel expositor, la memoria histórica de la localidad y la situación de sus principales monumentos...  

< Calzadilla de los Barros -casa de la Encomienda-, escudo marquesado de Montemolin  s.XVII-XIX> 

   Siguiendo las indicaciones del vecino, poco después estoy ante el citado panel informativo. En la plaza y sus inmediaciones no hay un alma; todo está cerrado por ser Domingo. Desde luego en el Ayuntamiento, no se ven señales de que haya alguien dentro, ni siquiera un retén de la policía municipal como suele darse en otros lugares. Luego examino atentamente el cartel, comprobando que casi todo lo indicado ya lo he podido ver; el único lugar de interés que me queda por visitar está afortunadamente muy cerca de aquí.

     Se trata de la ermita de la Encarnación, a la que subo atravesando una barriada que se encarama sobre la falda de un cerro. Al traspasar la puerta enrejada del recinto, me cruzo con dos señoras que salen en ese momento… Con gran sorpresa, me encuentro completamente solo en el patio de la ermita, desde el que se puede acceder libremente a la capilla atravesando  un encalado porche de cinco arcadas. Lo visito todo a mis anchas y saco algunas fotos, tanto exteriores como en la propia capilla. Esta última es pequeña y la veo muy bien cuidada, probablemente por las señoras que he visto abandonar el lugar. Al salir de la capilla no deja de sorprenderme la aparente carencia de vigilancia; es muy raro encontrar en estos tiempos lugares como este, tanto en el ámbito civil como en el religioso. Me choca bastante que se confíe la seguridad de este recinto sagrado al civismo de los visitantes; especialmente cuando, como en este caso, el lugar contiene algunas pequeñas imágenes sagradas y enseres litúrgicos que podrían ser sustraídos con facilidad. 

< Calzadilla de los Barros -Ermita de La Encarnación,Campanario- > 

    Finalizada mi visita a la ermita regreso a la plaza del Ayuntamiento, pues aprovechando que estoy muy cerca de ella quiero comprobar la ruta de salida para iniciar la 7ª etapa de este viaje. Esa inspección me llevaría unos 10 minutos. Seguidamente regreso a la iglesia para confirmar el horario de la misa, que será a las 8. Finalmente, como dispongo aún de 20 minutos, decido completar mi visita turística acercándome de nuevo a la Fuente del Pilar, el monumento que más me ha gustado en Calzadilla; quiero leer el rótulo que he visto antes al pasar junto a él, cuando subía desde el hostal hasta el centro urbano.

    Si destaco este gran pilar-abrevadero sobre el resto del patrimonio monumental del pueblo, es por no estar acostumbrado a verlos en otros lugares de España. En el cartel, del que guardo foto, se confirma su múltiple utilidad pública: como fuente de agua potable para la gente, abrevadero de ganado y balsa de riego: ¿puede haber alguna construcción más útil que esta?... De aquí en adelante podremos comprobar que Extremadura es una región donde abundan los “pilares” de grandes dimensiones, aunque pocos tan espectaculares como este; en sucesivas etapas los veremos, y ya no me sorprenderán tanto.  

     Durante la misa podré contemplar a mis anchas el más preciado bien cultural que atesora Calzadilla: el retablo gótico del altar mayor de su iglesia parroquial, consagrado a la advocación de Cristo Salvador.  De él, así como del resto de monumentos doy cumplida reseña en nota al margen (Nota 15 al final del capítulo).  Durante el oficio religioso debería centrarme en la liturgia, pero no mi atención se centra preferentemente en el examen del gran retablo, cuyas proporciones exceden lo que pudiera esperarse en un pequeño pueblo como este. Me hubiera gustado acercarme más al altar, y tratar de sacar alguna foto furtivamente, pero no puedo entretenerme tras finalizar la ceremonia porque aún me queda intentar buscar la tienda de comestibles por las barriadas cercanas a la carretera. Por lo tanto me quedo sin imágenes interiores del templo y su retablo; posteriormente he logrado extraer alguna a través de Internet. 

    Tras la misa, decido regresar al Hostal Rodríguez dando un gran rodeo por la barriada noroeste del pueblo. Aunque me han vuelto a asegurar que no lo lograré, trataría de encontrar a alguien que me proporcionase un poco de fruta para cenar... Pero al final nada de nada, en este pueblo se respeta absolutamente el descanso dominical; a las 21.00h entro en mi lugar de residencia sin lograr ese objetivo. Eso sí, al menos he cumplido con la promesa formulada a mediodía: realizar una concienzuda campaña  electoral “gratuita” al vigente alcalde; explicando en los bares donde he ido preguntando por la dichosa tienda, y a mucha gente por la calle, su particular forma de ganarse amigos entre los visitantes… 

    Entro pues en el Hostal y, como en la jornada anterior, pido algo de fruta en la barra. También en Calzadilla se repetiría la cena de Monesterio: cenaré mi  fruta trinchada viendo un poco de  fútbol por la tele. El propio Sr. Rodríguez me sirve cuatro rodajas de melón troceadas, y luego una horchata. A las 22.0h me retiro a dormir.   

-Nota 14- El Sr. Alcalde de Calzadilla de los Barros, una crónica negra en el Camino de la Plata     La casa del sr. alcalde  de Calzadilla,  está en el mismísimo Camino,  mediada la calle Fuente de Cantos. Me abre la puerta ‘la alcaldesa’, pero tras el pasillo vislumbro a su marido espatarrado en un sofá; debe estar esperando a que esté lista la mesa para sentarse a comer. Su mujer le avisa de la presencia de este peregrino, pero él ni se molesta en levantarse, y le dice que me mande a ver al alguacil, que es quien debe entregarme la llave del albergue...

   La reacción de “su excelencia” no me gusta nada, y empiezo a temerme lo peor., porque ya dice el refrán: “de tal palo tal astilla”. Si el alcalde es un gandul ...¿cómo será el alguacil?. Para encontrar la vivienda de este último tengo que cruzar ahora medio pueblo. Llego a su barrio y tras preguntar a varios vecinos,  toco al timbre  de su casa…: nadie me contesta…  En estas, ya son las 14,20 hh y me encuentro cansado, sudado y hambriento. Junto a la casa del alguacil, una vecina me dice que no volvería hasta el Lunes, porque los fines de semana se va con la familia  al campo…  Me lo temía y acaban por confirmarse los peores presentimientos…En estas circunstancias, no veo otra solución que bajarme a la carretera en busca del Hostal Rodriguez. Me han entrado ganas de subir a decirle al Sr. Alcalde cuatro cosas poco agradables, pero habría que retornar 500 metros cuesta arriba y me encuentro bastante cansado y alterado… La prudencia se acaba imponiendo, y opto por lo más práctico y racional… Siempre será mejor bajar que subir en estas circunstancias. Resumiendo: este domingo el excelente albergue de Calzadilla permanecerá cerrado, dejando fuera injustificadamente a un peregrino por no darle la posibilidad de acceder a él. Este albergue no desempeñará este día la función para la que fue creado, por la desidia del señor alcalde y sus acólitos

   Calzadilla debe su nombre a la vieja calzada imperial que lo cruza desde tiempo de los romanos;  una ruta por la que posteriormente, a partir del siglo IX y en pleno período califal de los omeyas, empezó a circular la peregrinación cristiana a Santiago de Compostela. Desde entonces incluso se podría añadir a su patronímico el apellido  de “mozárabe”.  Pero el vigente  alcalde de Calzadilla en estas fechas no hace honor al  blasón de la villa, y pasa olímpicamente de los peregrinos. Me cuesta entenderlo, especialmente por tratarse de un militante de partido político filocristiano como el PP. Si este señor ignora todo lo anterior, cosa probable, es  porque en estos tiempos la cultura no suele ser un requerimiento obligado para medrar en política; este es un clarísimo botón de muestra. Si es este el caso como lo parece, al sujeto en cuestión cabría calificarlo de  ignorante...; o quizás se trate sencillamente de un vago; o tal vez le encajan ambas etiquetas…. Quien como yo ha sufrido su evidente menosprecio tiene todo el derecho del mundo para afirmar eso. Lo pensé mientras me resignaba ante lo irremediable, y luego lo divulgué allá donde acudí durante mi jornada de tarde en Calzadilla de los Barros, como lo repito ahora.

    Finalmente quiero subrayar que Calzadilla de los Barros es un pueblo precioso donde los haya, que no merece un edil como este señor. Por eso no me corté ni un pelo al pregonar por el pueblo el desdén con el que suele tratar a quienes venimos de fuera; y como apuntaba, repitiendo el citado pregón  ante todos los vecinos que me tropecé durante su recorrido. Al menos pude despacharme a gusto, preparándole a este ‘impresentable’ caballero la campaña  para las próximas elecciones…. Es muy conocido el dicho: “cría fama y échate a dormir”…, que en el caso que nos ocupa sería “cría mala fama y ya te puedes despedir”; que así sea.  

(Nota Adicional: Revisada esta Memoria a 14Noviembre 2014, leo en “el Periódico” de Extremadura que el “excmo. Sr.” Alcalde de Calzadilla de Barros propone a la VIA DE LA PLATA  como “Patrimonio de la Humanidad” ..; aunque según observo en las páginas de Eroski Consumer las notas que los peregrinos cuelgan en Internet siguen denunciando la lamentable tomadura de pelo del albergue público de ese pueblo: ¡qué sarcasmo dios mío!, ¡qué vergüenza para su pueblo y qué ‘jeta’ la de este alcalde!; porque al frente del consistorio se mantiene aún don Antonio G....)
 

  

< Calzadilla de los Barros, iglesia Divino Salvador (s. XV/XVI)> 

-Nota 15- Calzadilla de los Barros, breve semblanza y patrimonio monumental     Ya apuntábamos con anterioridad que esta localidad tiene actualmente un censo que ronda los 800 habitantes. Como otras muchas de la región extremeña, su población se ha reducido radicalmente desde los años 60 del siglo XX hasta la actualidad. Afortunadamente parece que la sangría de la emigración paró hace algunos años, estabilizándose su población en la cifra antes señalada. 

    Las referencias históricas de Calzadilla datan su fundación en época romana, indudablemente vinculada al transcurso de la calzada imperial por su territorio; aunque no se conservan en el término municipal rastros materiales de esa época. Tras un oscuro período altomedieval fue reconquistada en el primer tercio del siglo XIII por Fernando III el Santo, rey de Castilla y León. Tras la conquista la villa pasó a ser tutelada por la Orden de Santiago, junto con otras cuatro de la zona, siendo encomendadas en 1.242 al maestre de la orden D. Pelay Pérez Correa. Este hecho está documentado formalmente con un valioso documento, conservado en el Archivo de Simancas, donde se menciona la “creación de la Hermandad de las 5 villas

   En 1480, estando vacante la encomienda de esta localidad, según fue constatado por los visitadores de la orden, el Maestre de Santiago concedió dicha encomienda a Don Diego de Vera. En ese momento pasaron a la disposición de dicho comendador dos inmuebles: un bastimento de pan y un bastimento de vino. Ese es el inicio de la larga trayectoria de “la encomienda” en este pueblo, cuyo testimonio arquitectónico último es un llamativo aunque decrépito edificio, conocido como La Encomienda, del que hablaremos mas abajo. Hasta principios del siglo XIX poco más se sabe de los avatares históricos de Calzadilla. En 1.810, durante la Guerra de la Independencia, consta que estaban acantonadas en la localidad tropas inglesas y portuguesas bajo el mando del general Madde.  Finalmente, en 1.834 la villa se convierte en municipio constitucional dentro de la región de Extremadura, quedando integrada en el partido judicial de Fuente de Cantos

   Monumentos singulares .-   

-- Iglesia del Divino Salvador  Templo de finales del siglo XV y principios del XVI, construido en estilo gótico- mudéjar. Fue fortificado por los caballeros de Santiago, como muestran sus almenas en  ábside y espadaña. El ábside es muy semejante al de la iglesia de Monesterio. Es originalísima la entrada frontal, porticada; como también resulta muy interesante su torre- campanario, rematada con almenada espadaña. Pero la mayor joya de la iglesia está en su interior: El importante retablo del Salvador, realizado en estilo tardogótico con detalles renacentistas: contiene 28 tablas al óleo donde figuran las escenas de la vida de Cristo y los doce apóstoles, incluyendo en una hornacina central una talla de Cristo Salvador. Este retablo, catalogado desde 1982 como Monumento Histórico Artístico, fue pintado por Antón de Madrid a principios del siglo XVI. 

-- Fuente del Pilar  Se trata de una antigua fuente- abrevadero (s. XVII) de notables dimensiones: 25 metros de largo por 3 de anchura.. Tiene dos partes bien diferenciadas, que se juntan en el caño único donde mana la fuente. El lado mayor (17 metros) fue concebido para ser usado como abrevadero del ganado, y el lado menor (8metros) se destinó a su uso como pileta para lavado de ropa; así lo evidencia su reborde biselado a 45º de la parte interior. Tiene bajo el caño una base de piedra para que los usuarios puedan apoyar sus vasijas durante el llenado. Según me indican los vecinos, ha estado en uso hasta hace muy pocos años. 

-- Casa de la Encomienda   Casa solariega fundada a principios del siglo XVI por el comendador de la orden de Santiago D. Diego de Vera. En la actualidad amenaza ruina total. No obstante se conserva aún una muestra de su categoría: el altivo torreón rectangular, con cuatro pináculos típicamente renacentistas en sus esquinas. Esta casa ha sido  residencia de la familia del ‘comendador’, almacén de grano y fábrica de aceite durante siglos. El último comendador del que se tiene noticia es D. Carlos de Borbón (1818-1861), conde de Montemolín y nieto del rey Carlos IV. El escudo del conde de Montemolin se conserva perfectamente en el antepecho de una puerta (ver foto).

    Al pasar por  una de las calles colindantes con  la casa pude ver, a través de una desvencijada ventana, los restos de las instalaciones de la almazara del aceite. Luego, en la plaza de la iglesia, D. Manuel Guijarro me informó sobre los múltiples usos de este inmueble, que se mantuvieron hasta el advenimiento de la Guerra Civil en 1936. Pasada esta, desaparecieron las utilidades de almacenamiento y fabriles, manteniéndose la casa como residencia de la familia hasta tiempos relativamente recientes. Mi amable cicerone me aclaró un detalle curioso: los cuatro penachos que sobresalen en la esquinas del torreón cuadrangular son las chimeneas de la almazara del aceite. Dos de ellas daban salida a los humos del fuego de leña, con el que se hacía hervir el agua en enormes calderos. Por las otras dos chimeneas salían las columnas del vapor de agua desprendido al derramarse el agua hirviendo sobre la aceituna prensada.  Manuel recordaba nítidamente, con añoranza, aquellos años de dura labor, compartida con otros muchos empleados de ‘la Encomienda’.  En su última época de explotación, las fincas de la familia totalizaban aún una extensión considerable, aproximadamente 500 fanegas de  terreno cultivable (unas 330 hectáreas). 

   Rodeando la casona, de altísimos muros, me resultaba difícil capturar buenas imágenes de la misma, por lo estrecho de las calles. No obstante logro ver y fotografiar algunos detalles interesantes: el escudo heráldico de los condes de Montemolín, una de las esquinas del torreón con su  hueco penacho y  la  preciosa chimenea del salón noble de la casa, primorosamente construida en ladrillo. La perspectiva general de la enorme edificación, que podemos ver en el reportaje fotográfico, bastante borrosa por cierto, es la única imagen global que he logrado conseguir a través de Internet

-- Ermita y capilla de La Encarnación (s.XVI)  Es la única ermita conservada, de las 4 documentadas en el siglo XVIII. El edificio eclesiástico, con su anexo porche de 4 arcadas de medio punto, es la única edificación que resta del antiguo convento homónimo. En la capilla es venerada la patrona del pueblo, encarnada en una talla de nogal policromada, realizada en la época fundacional (s. XVI).  

   Me encantó la visita a esta ermita, tanto que no me abstengo de su detallada descripción. El amplio patio, lindante con el porche, es un lugar muy agradable, desde el que se puede visualizar perfectamente todo el edificio. La linterna que ilumina la bóveda de la capilla se ve preciosa desde fuera, con sus brillantes azulejos blanquiazules. El diseño de esta ermita es  muy representativo del estilo dominante en las edificaciones religiosas andaluzas; tiene algo de árabe. Lo más bonito y original de su diseño es el campanario, en forma de “L”, exquisitamente moldurado. Ambos pináculos, recientemente repintados de blanco, lucían durante mi visita su refulgente blancura  bajo el sol vespertino.  

    La capilla es de reducidas dimensiones, y me encanta por su simplicidad, austeridad y modestia. Tiene también  esa impronta  ingenua que tanto admiro, de la que he disfrutado en algunas de mis visitas a iglesias y museos de las comunidades religiosas femeninas. La talla de la virgen está en una hornacina central, donde apenas se puede distinguir la imagen, encajada en la umbrosa oquedad. En la hora tardía de mi visita (19.15h), los rayos solares incidían sobre la blanca tela satinada del altar, iluminando la capilla con sus reflejos

   Finalmente, contiene esta capilla otras pequeñas imágenes y diversos enseres litúrgicos, adornados durante mi visita con media docena de ofrendas florales.  En las paredes y bóveda  se ven rastros de madera. En cuanto a los moldurados se han hecho todos de yeso y estuco; dominando en ellos el color blanco, con pinceladas crema y algunos dorados. Tras el altar, el retablo de tres calles y dos niveles está presidido por la clásica paloma que encarna al “espíritu santo”, mensajero de la buena nueva…; todo ello enmarcado por  un  encaste en la pared absidial que remata un arco de medio punto.
 

 

< Calzadilla de los Barros, Ermita de La Encarnación, Capilla (s.XVI)>

Antonio Garcia Marquez 

Indice : Capítulos I - II- III - IV - V- VI

 

GUIA DEL CAMINO DE SANTIAGO A PIE (En papel)
JOSE M. SOMAVILLA , TUTOR, 2009
Desde la primera edición de esta Guía del Camino de Santiago a pie han transcurrido más de diez años, y veinte desde que su autor, José Manuel Somavilla, descubriese la Ruta Jacobea en 1989 y quedase enamorado de ella. Desde entonces ha recorrido el Camino de Santiago a pie año tras año. Fruto de esa experiencia contrastada que muchos lectores y peregrinos han disfrutado en sus anteriores ediciones, ahora, para esta nueva edición actualizada en 2009 y ampliada, el autor ha elaborado nuevos y detallados mapas de cada una de las 26 etapas del Camino Francés que separan los 750 kilómetros que hay entre Roncesvalles y Santiago de Compostela. A esto ha añadido la variante del Camino Aragonés, con 5 nuevas etapas desde Somport hasta Puente la Reina, punto en el que se une con la otra vía del Camino Francés

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