CAMINO DE SANTIAGO: --Ruta MOZÁRABE--

SEVILLA—SANTIAGO por la VÍA DE LA PLATA y la Variante Sanabresa


por Antonio García Márquez

Indice : Capítulos I - II- III - IV - V - VI
 


Cap.V / (4ªEtapa=16Km) ALMADÉN de la Plata--EL REAL de la Jara (2 Octubre, Viernes)  

       Despierto a Francisco a las 6.30, y pronto se nos une el extremeño Carlos. Ambos ven correcto mi plan y la Nota que les presento, dándose por seguro que también la suscribiría Antonio de la Rosa...  Así se ejecuta cuando se incorpora el 2º extremeño pocos minutos después y formaliza con su rúbrica el papel ya firmado por los demás. Por lo tanto, tras el desayuno que compartiríamos con Carlos, y luego de haber colocado en uno de los coches la dichosa Nota, emprendí mi etapa adelantándome al resto de compañeros. Es oportuno anticipar aquí (véase abajo Nota 6) el resultado final de nuestra estrategia.

 

     -Nota 6-  La intriga de los falsos peregrinos.- el desenlace en El Real de La Jara:  Conseguiría llegar el primero a Ayuntamiento de El Real, donde la eficiente hospitalera Mª Ángeles toma muy buena nota de mi advertencia. La chica me asegura tajantemente que este grupo turístico no se alojaría en Refugio del pueblo, pero no solo se limitaría a eso: pensaba enviar una circular a la red de refugios siguientes para prevenir a sus colegas sobre el asunto. Según  me comenta, no es el primer caso que aborta de esta naturaleza… Finalmente, no parece que la eficiente hospitalera tuviera que encararse con el grupito de ‘falsos peregrinos’, porque no se les vería en ningún momento del día por el pueblo…

     Afortunadamente, el plan previsto funcionó a la perfección, porque los seis ‘intrusos’ se saltaron el refugio de El Real y nunca volvimos a verles…Cuando llegaron mis amigos me dijeron que tras leer la nota, varios miembros del grupo se acercaron a indagar sobre quién o quienes  habían dejado ese Aviso, echando pestes por algo que consideraban ofensivo… Hubo un poco de discusión cuando Carlos se encaró con ellos, diciéndoles que aunque él no había sido el autor material compartía la Nota  plenamente. En ese punto se adhieren al respaldo  de la misiva Francesc y Antonio La Rosa…, tras lo que el grupito se vió comprometido en un debate con todas las de perder, y los  humos fueron bajando…

    Con los antecedentes reiteradamente señalados, tenía previsto salir pronto, para tratar de reservar plazas en el albergue de El Real. Tras el madrugón por la movida de la nota disuasoria, solo me faltaba confirmar con F. si se quedaba aquí hasta mediodía, hora de la salida del bus hacia El Real de La Jara… En ese caso podría salir yo de inmediato, sin más demora que el tiempo invertido en la cafetería … Son las 7.50h cuando consulto a mi compañero si había tomado ya su decisión.., y  Francisco me sorprende diciéndome que haría la etapa caminando. Se había cargado de valor hablando con los extremeños, mientras yo estaba colocando la ’notita’ en uno de los coches de ‘la competencia turística’… Me comenta esta decisión cuando acabo de regresar al albergue tras colocar el ‘papel’ bajo el limpiaparabrisas de uno de los vehículos. Junto a mi colega se encuentra Carlos, preparados ambos para ir a desayunar. Me explica F. que ha decidido realizar la etapa al ritmo mas pausado posible, y que ya tiene hablado con Antonio de la Rosa hacerla en su compañía…

     El cacereño Antonio se había metido en los lavabos para afeitarse a fondo, y esperaría en el albergue el regreso de Carlos y Francesc , a  quién el cacereño ha convencido para ir a desayunar juntos. Según este es un lugar muy frecuentado por los cazadores, que él conoce bien, donde se preparan los mejores almuerzos de este pueblo.... Les digo que yo prefiero adelantar camino y me dispongo a partir, pero insisten en que les acompañe un rato..; luego podría adelantarme al resto en la salida, sin trabas para recuperar la demora del desayuno... Por lo que me cuenta la pareja, lo tienen todo previsto: ellos volverían al albergue a recoger a Antonio de la Rosa, con el que iniciarían conjuntamente la etapa sin prisas. Finalmente, a la salida del pueblo se destacaría Carlos se a su ritmo, que al buenazo de Antonio le cuesta mucho seguir…; algo que no me extraña por haberlo sufrido en mis carnes en etapas anteriores… En definitiva, mis tres amigos tienen un plan muy diferente del mío; consideran que siendo esta una etapa de solo 16 km. no hacía falta arrancar tan pronto...  

    Total, que me dejo convencer  y los acompaño a ese café; pero Carlos nos mete un gol, porque el dichoso mesón de cazadores está al otro extremo del pueblo, justo por la zona donde llegábamos ayer, y eso me haría perder demasiado tiempo. También sabremos pronto el porqué del interés del cazador Carlos para llevarnos allí: cuando pide una espectacular ‘bandeja’ de jamón ibérico, sin consulta previa. Pero el extremeño no nos conoce, y se quedará de piedra al decirle nosotros que únicamente tomaríamos café... A veces pasan estas cosas entre personas que acaban de conocerse; el extremeño ignora que yo me zampo diariamente mi bollo con sardinas poco después de levantarme cada día, y que Francesc jamás toma nada sólido antes de las 10 de la mañana. Total que el chasqueado Carlos se tiene que comer el solito todo el jamón (pagándolo de su bolsillo naturalmente), y nosotros nos limitamos a tomar el café, al que naturalmente le invitamos. Haciendo balance, si a Carlitos le ha salido algo caro su almuerzo al menos se lo ha comido,  pero yo pierdo tontamente media hora en mi plan de etapa, ya que cerca del albergue había un pequeño bar donde se podría haber tomado ese café perfectamente… 

      Volvemos juntos hacia el albergue, muy cerca del cual arranca la ruta de salida hacia El Real de La Jara, y tomo ese desvío en solitario hacia las 8.50. Esta etapa, aún siendo corta, tiene si cabe más sabor que la anterior, por discurrir íntegramente por senderos incrustados en la pura dehesa. No se ven grandes paisajes abiertos, pero caminaremos por algunos rincones idílicos en los que me integro a fondo con la naturaleza...

    Pero antes de proseguir con el relato, conviene señalar las dificultades encontradas en el arranque de la jornada. En los tres primeros kilómetros de la etapa nuestro camino sufre varios cambios bruscos de dirección, no muy bien señalados en las guías. Es seguro que en el entorno del pueblo la ruta ha perdido las trazas de la antigua calzada romana. En alguno de esos puntos conflictivos me he tenido que parar para consultar los apuntes, y luego dar algún que otro rodeo por el entorno hasta localizar las marcas del Camino. Cabe destacar entre otras dificultades, que se debe vadear un riachuelo y salvar cuatro portillos, sin verse claras las señales en ninguno de esos puntos … La cercanía del pueblo tiene mucho que ver con estos problemas: con el paso del tiempo las fincas cercanas a los pueblos suelen sufrir más alteraciones en sus lindes que las lejanas. Queda demostrado ese principio en esta ocasión: pasados los complicados tres kilómetros iniciales, en los trece restantes encontraremos un itinerario nítido, con marcas bien visibles y ningún cambio brusco de dirección.  

    Tras cruzar el Arroyo de la Víbora, y dejar a un lado la carretera comarcal A-463, el sendero se convierte en amplia pista que asciende recto la ladera de una dehesa medianamente arbolada. Estamos en la finca “el Encinarejo”, que ocupa al menos los 3 ó 4 primeros kilómetros de nuestro itinerario. En el collado me encuentro con un rebaño de cabras multicolores, la mayoría de ellas manchadas; confinadas en un cercado y esperando probablemente la llegada del pastor para salir a campo abierto.

    Desde los primeros momentos de mi inmersión en las dehesas he empezado a toparme con grandes ejemplares de cerdo ibérico, con los que me cruzo a escasos metros de distancia en numerosas ocasionesCaminamos por un nuevo itinerario, abierto en el año 2007 a través de la citada finca, por la que discurrirá una buena parte de esta etapa. Se detecta enseguida que el ecosistema no ha acusado hasta ahora el paso de los nuevos transeúntes. Los animales aún se sorprenden cuando nos sienten venir o huelen nuestra presencia; no olvidemos que el cerdo tiene un sentido del olfato extraordinariamente desarrollado.., ¡pese a lo cual se soportan muy bien entre ellos!. 

< cerdos ibéricos en la finca 'El Encinarejo'> 

       Luego atravesamos durante varios km. una sucesión de pequeñas colinas adehesadas, donde los omnipresentes cerdos siguen apareciendo por doquier como principales ‘clientes’. En la mayor parte de este tramo nuestro camino recibe el nombre de vereda de los Bonales, al menos hasta coronar el collado de El Chaparral.  Bajo las encinas no se distingue apenas la hierba, sino la áspera tierra rojiza, entre la que se intercalan pedregosas torrenteras. En las hondonadas entre colinas, el agua acumulada por las precipitaciones forma balsas naturales, donde a estas horas chapotean y hozan los ‘marranos’ a sus anchas. Es un espectáculo que se repite durante un buen rato; algo que se corresponde con lo que podría esperarse en este ecosistema hispano, pero que no había resultado tan evidente hasta llegar a esta zona de la Sierra Norte Sevillana. Afortunadamente, disfruté de excelentes ángulos para conseguir varias fotos de esta singular explotación pecuaria, porque en el momento de repasar y completar esta Memoria puedo confirmar que no volveríamos a ver algo igual en el resto de las dehesas de la Ruta de La Plata; es decir hasta las orillas del Tormes en Salamanca.  

    A lo largo de los 16 Km. de la etapa caminé siempre en solitario. Únicamente llegaría a tropezar en mi camino con una persona: el larguirucho francés Henry, al que no recordaba haber visto en el albergue de Almadén (posiblemente debió pernoctar en algún otro lugar del pueblo).

    A las 10.30 debo cruzar un portillo, situado en lo más espeso del montaraz encinar. En ese punto, para variar un poco, me espera un abigarrado rebaño de terneras; agolpadas unas cuantas junto a la valla, otras reunidas en grupos bajo las encinas que flanquean el camino y, finalmente, algunas de ellas sentadas tranquilamente en medio de este... Antes de franquear ese portillo me quedo mirando un ratito a las terneras cercanas, que no me quitan ojo de encima, mientras van  rumiando el pasto con su típico baile de mandíbulas… La verdad es que jamás se nos ha arrancado ninguna, pero caminando en solitario debo pensármelo un poco antes de pasar entre ellas; porque si se les ocurre embestirme ahora… tengo difícil la escapatoria. Tras un par de minutos de reflexión, no tengo mas remedio que decidirme a pasar, porque estaba muy claro que ellas no se iban a mover de allí... He decidido bajarme la mochila y llevarla colgada de un hombro, mientras con la otra mano saco la aldaba y empujo la cancela... Tras esta acción, un par de vacas se mueven perezosamente ladera arriba, y el resto ni se inmuta. Parece que la cosa marcha bien, afortunadamente, pero aún queda pasar entre todas ellas…

    Sin prisas pero sin pausa, cierro tras de mí la aldaba cuidadosamente; templando en lo posible los nervios y mirando fijamente a las primeras terneras, que ahora me parecen vacas…. Dicen los del circo que ante las fieras nunca debes evidenciar miedo, y yo trato de seguir esa pauta… Avanzo luego entre el rebaño con paso firme y pausado, haciendo algún rodeo cuando toca; mirando de reojo a los animales, de izquierda y derecha, y también al suelo para no tropezar con piedras y raíces…; solo me faltaba eso para que alguna de estas mozas se pusiera nerviosa… 

    Hasta pasados 30 metros no me vuelvo a colgar el macuto; en ese intervalo he sorteado al menos una treintena de terneras, que posiblemente ya se han acostumbrado a los peregrinos, ¡vete a saber!  En cualquier caso, creo que lo de sacarme el macuto ha sido una excelente medida preventiva. Me ha venido la idea al recordar lo que hacen los toreros cuando la bestia va derecha hacia ellos: tiran la muleta a un lado y echan a correr… Creo que esa precaución debería añadirse al repertorio de consejos para los novatos que se aventuran por estas latitudes. 

      < vereda de 'Los Bonales', hay que cruzar esa valla!...> 

     Calculo que debemos llevar unos 10 Km. de etapa cuando cambia rápidamente el panorama. Desparece la sucesión de idílicas colinas adehesadas, y ante mí se abre ahora un  paraje más abierto y salvaje. Veo desde lejos cómo la pista, cada vez mas pedregosa, se empina notoriamente ciñendo la falda derecha de una áspera ladera, que se precipita hacia un barranco semioculto por jarales. La vegetación se torna ahora hirsuta, rala, de poco porte; escasa en la mayor parte del territorio y enmarañada en ocasiones. Hay algunas grandes encinas, altas y desgajadas, pero la mayoría de ellas se han vuelto endémicas, al transformarse en las comúnmente denominadas “carrascas”.

        El escenario parece ahora como los salidos de la pluma de Gustavo Doré, tan admirado por sus ilustraciones del Quijote. Y sería justamente en este lugar, a punto de iniciarse las fuertes rampas de la larga y pronunciada subida, donde veo desde lejos al francés Henry. Le distingo en un recoveco del camino a mano izquierda, sobre un promontorio rocoso. Al llegar a su altura unos minutos después me lo encuentro sentado sobre el risco, absorto en la contemplación del panorama que se abría a sus pies: un profundo valle cubierto por tupida maraña de encinares y espeso matorral que se pierde en la distancia, diluyéndose su color verde oscuro hasta tornarse grisáceo y finalmente azul-celeste en los confines del horizonte...

     Sin abandonar la pista, intercambio con el francés un escueto saludo y cada uno sigue a lo suyo...: yo llevaba en ese momento un buen ritmo de marcha, justo iniciando la principal subida de la jornada y decidí no detenerme, y Henry estaba comiéndose unas naranjas mientras gozaba del paisaje... Desde el lugar elegido por el francés para descansar se podía divisar posiblemente el mejor paisaje de todo el itinerario, pero desistí de acercarme a su atalaya para hacer alguna foto, pues quizás le hubiera alterado ese momento mágico;  veo a este colega como un sibarita del Camino, de los que saben elegir en qué momentos prefiere estar solos… 

      Tras ese encuentro, empiezo a subir la cuesta con muy buenas sensaciones físicas. Estamos en el cuarto día del Camino y me siento muy satisfecho al constatar que he venido bien preparado a este viaje: estuve entrenado fuerte durante las 3 semanas precedentes a la salida; es la mejor manera de evitar problemas físicos en estas exigentes jornadas de largas caminatas...  

    La subida que tengo delante me sorprende por lo empinada y, sobre todo, por lo prolongada que es. Y digo que me sorprende porque no la he visto descrita en la Guía de “El Pais-Aguilar”, de la cual llevo fotocopiados los tramos del recorrido previsto. Más concretamente: aunque en el “gráfico” del recorrido de esta etapa se incluye el  nuevo acceso a través del “Encinarejo”, han olvidado cambiar el texto de dicho recorrido en ese intervalo, manteniéndose aún el venía haciéndose hasta ahora por la vecina dehesa “Arroyo Mateos”… El caso es que debemos afrontar una larga y empinada subida, que calificaría como más exigente que la de “El Calvario” de la etapa anterior. Esta no tiene las reviradas rampas de aquella, con pendientes de hasta el 30%, pero es notoriamente mas larga; y desde luego se hace bastante más pesada. Sin embargo, gracias a mi buen estado de forma no tendré que detenerme durante el ascenso.  

     Mientras subo, voy pensando un rato en Henry… Es un tipo al tengo bastante bien considerado. Cuando le he rebasado se le veía muy sonriente viéndome pasar, como pensando en la que me esperaba… En alguna ocasión le había visto con planos y notas manuscritas relativas al itinerario, y estoy seguro de que él conocía en detalle la nueva variante, y su dificultad a partir de este punto…. Al verle manejar esos apuntes, bastante extractados, doy por sentado que conoce a la perfección la etapa, y por eso ha decidido descansar justamente en el lugar donde lo he rebasado….

     Ambos somos veteranos en el Camino, pero debo reconocer que Henry me supera en madurez como peregrino, siendo sin duda un referente para mejorar mi actitud en el ejercicio de esta afición. Como algún otro veterano conocido con anterioridad, este francés ha debido alcanzar ya ese “nirvana” santiaguista que convierte esta actividad en un permanente disfrute…A él no le importa mucho terminar cualquier etapa mas tarde de lo previsto, si como hoy se encuentra un buen motivo para ello: en esta ocasión el hallazgo de una excelente atalaya natural donde “levitar” un poco y cargarse de energía positiva. Ante un paisaje serrano como el que ofrece ese profundo valle no ha dudado en alterar el horario previsto, haciendo un largo descanso para dejar la mente volar… Esta cualidad de “romper las previsiones” cuando merece la pena es algo que me falta a mí, a pesar de llevar ya 20 años metido en esto, y debo tomar buena nota de ello…

    Admiro también a este francés por su talante: es un hombre pausado en todo lo que hace y muy comedido al hablar; de tal manera que lo poco que dice resulta siempre acertado y oportuno… Le seguiremos encontrando en otros puntos de la ruta durante las etapas venideras.  

    Alcanzo sin grandes dificultades el collado del Chaparral, donde me encuentro un rebaño de merinas que anda pastando por allí. Son solo un par de docenas de orondas ovejas, que pululan entre el arbolado a sus anchas, aparentemente sin pastor. A continuación viene una pronunciada bajada, entre grandes y espaciadas encinas, donde se pierden las trazas del Camino. Debo bajar muy atento, pues durante el descenso se ven  diferentes senderos, mas o menos paralelos, todos ellos carentes de marcas... Pese a ello, al ser el boscaje bastante diáfano, no es lugar para perderse, aunque podríamos despistarnos en rodeos inútiles. Al parecer, quién decidió variar el recorrido por este nuevo itinerario se olvidó de las necesarias marcas por esta zona, o bien han sido destruidas por la meteorología. Los numerosos  senderos que veo podrían haber sido hechos por el ganado en su devenir por este pequeño puerto, o bien por los propios peregrinos..; viniendo en estos tiempos muchos ciclistas, también han podido crearlos ellos, ya que suele ser habitual entre nuestros compañeros de “dos ruedas” elegir diferentes opciones para un mismo intervalo, especialmente si no hay un itinerario bien marcado. 

    Por suerte, 300 metros más abajo vuelvo a reencontrar nuestro Camino en una vaguada. A partir de ahí se inicia una pronunciada bajada, tan fuerte o más que la que debimos sufrir en la anterior etapa en el descenso del Calvario. Por fortuna no tendré ninguna dificultad en la bajada, pero pienso en Francesc y me preocupa…  Tras el fuerte desnivel, se abre a nuestra vista una gran planicie, con espectaculares dehesas a ambos lados del camino. Las encinas están muy espaciadas en ocasiones, y se aprecian claramente los cuidados de sus propietarios: labrando el terreno, saneando los árboles viejos o enfermos, quitando el ramaje muerto y eliminando matorrales nocivos. Algunas encinas tienen un tamaño descomunal, con copas que llegan a sobrepasar los 40 metros de diámetro. También se ven por aquí algunos animales pastando; en ocasiones veo nítidamente al pasar hermosos ejemplares de ganado vacuno luciendo sus lustrosos pelajes de variados tonos, desde el canela al azafranado. Con ayuda del ‘zoom’ logro sacar desde lejos varias fotos ilustrativas.  

      Sobre las 10.50h distingo en el lado izquierdo, a unos 200 metros, el conjunto de edificaciones  de “El Encinarejo”, y media hora después paso junto a la pista que se encamina al cortijo “El Chaparral”. El pueblo no puede estar ya lejos, según señala mi mapa abreviado de la etapa; debe distar desde el último cruce  señalado 1,5 Km. aproximadamente. En efecto, a las 11.35 entro por la parte alta de la villa, justamente por el largo carril donde se halla el albergue público. Pero al pasar ante él veo que está cerrado, con una notita en la puerta que nos encamina hacia el Ayuntamiento…. No pierdo tiempo; veo claro que debo ser el primer peregrino en llegar, pues de lo contrario habría alguien dentro. Sin detenerme, bajo raudo calle abajo para ‘cascarme’ 1.5 Km. más en esta etapa... 

< entrando en  El Real de la Jara > 

    Cuando desemboco en la plaza mayor de El Real, alguien que me ve venir me avisa que debo ir a buscar la llave a la Oficina de Turismo, situada en una calle adyacente; tercer ‘movimiento’ de algo que empieza a parecerse al ‘juego de la oca’… Pero el juego sigue: una vez ante esa Oficina me la encuentro cerrada; aunque también tiene su cartelito, que me destaca con una llamativa flecha cierto teléfono móvil… Ya empiezo a estar mosca, y dudo entre cabrearme o tomármelo a coña… Por suerte, en esta ocasión he claudicado de mis principios “puristas”, cargando con el viejo móvil que mis hijos me habían regalado hace años; de manera que llamo al nº indicado, y me sale un señor diciendo que me dirija directamente al Ayuntamiento….

   Tuerzo nuevamente la esquina de la plaza y, ¡caramba!..., empezamos a ver la luz: el Excmo. Ayuntamiento de el Real de la Jara está abierto.  Una secretaria me dirige al 1er. piso y, efectivamente, ya hemos alcanzado la cámara del “tesoro”,  encarnado por una eficaz señorita de nombre Mª Ángeles.  

      La chavala me recibe con abierta simpatía y enseguida me facilita las llaves del albergue, rogándome que salvo algún caso excepcional no facilite el acceso a nadie... La chica me explica que han tenido algunos problemas cuando alguien poco escrupuloso franquea la puerta al primero o primera que se presenta, sin ir debidamente acreditados... Para evitarnos esa responsabilidad, tienen aquí por norma que todos los peregrinos se personen previamente en el Ayuntamiento para identificarse, y allí se les entregará una llave por persona o grupo si así lo aceptan. Solo cuando aparezca algún peregrino/a con graves daños, podemos saltar esa norma y franquearle el paso, a condición de que alguien se acerque con su credencial y DNI para formalizar la inscripción en su nombre.... 

      Al parecer esta muchacha es la concejala de turismo y cultura, que en temporada alta debe ser auxiliada por alguien que lleva la cercana Oficina de Turismo. En estas fechas suele venir poca gente por aquí, y debemos comprender que no esté toda la estructura de recepción ‘pistonando’ al 100%; por ese motivo hemos encontrado esa oficina cerrada. Lo que más me gusta de la chica es su reacción cuando la apercibo del problema con los ‘pseudo-peregrinos’ motorizados… De inmediato se hace cargo del asunto, quedándose la hoja de papel donde transcribo literalmente los nombres de estas personas, con el resto de datos. Sin dejar un momento de sonreír, Mª Ángeles me asegura que este grupito no se alojará en el refugio público de este pueblo… También me promete que pasará aviso a sus compañeros de los albergues inmediatamente posteriores en dirección a Zafra y Mérida...: me garantiza que les remitirá  inmediatamente vía e.mail la misma lista que yo le acabo de entregar. La chica me dice que no es la primera vez que se encuentra con casos parecidos; añadiendo que para estos asuntos, y otros temas de interés general, suelen pasarse información a diario todos los hospitaleros  de los pueblos comprendidos en el entorno de las 3-4 jornadas anteriores y posteriores...  

   La muchacha me pregunta a continuación si estoy interesado en conocer la historia y costumbres del pueblo, a lo que accedo. Luego, ante su manifiesto entusiasmo citándome de corrido los primeros detalles identitarios de El Real, decido escuchar la amplia exposición que me hace apoyándose en un folleto informativo, la cual se esfuerza ella en condensar en lo posible. Mientras habla, va señalando sobre el mapa de la localidad la ubicación de sus principales hitos monumentales…Terminada su exposición, abono a Mª Ángeles el importe de la estancia (8 € por cabeza) y me despido de la concejala, agradeciéndole su buena acogida. Naturalmente me llevo el plano-guía del pueblo, que luego me sería de gran utilidad. 

     Finalizado el trámite de inscripción, retorno a albergue sin más demora. Por el camino me cruzo con Henry, a quién encamino hacia las dependencia municipales donde me han atendido… Al llegar por fin a nuestro refugio, me sorprende gratamente el formato del edificio y su evidente robustez; pero no me entretengo mucho en examinar esos detalles ahora, primero necesito una buena ducha… Luego comprendería el porqué de la original fachada del edificio, y su atípica estructura del interior; algo que aclara el plano-guía que me han entregado, y explico cumplidamente en nota al margen  (ver Nota 8 al final del capítulo).    

          Paso a uno de los dormitorios y elijo una litera para Francesc y para mí, dejando algo de ropa en ambas colchonetas. Mª Ángeles me había confirmado que éramos los primeros en llegar, por lo que no pierdo tiempo en meter la nariz en los otros dormitorios, y me voy directamente a los aseos para ducharme. No he terminado de desvestirme cuando oigo a alguien llamar a la puerta. Como el cuarto de aseo tiene una ventana, levanto la persiana para comprobar que se trata de Carlos, al que doy las señas del Ayuntamiento. Me excuso con él por estar ya duchándome, pero también por tener que seguir la pauta que me ha indicado la concejala-hospitalera… Así se lo explico al amigo Carlos, que no acaba de entenderlo pero no pone muchas objeciones...; le sugiero que deje la mochila en el pasillo lateral de terraza, tranquilizándole con que ya estaría yo pendiente de ella, para meterla dentro tras ducharme…

     Marcha Carlos y muy poco después vuelvo a sentir una nueva llamada, en esta ocasión oyendo la charla de varias personas…. Estoy en ya en pelotas y enjabonado, pero me asomo a duras penas por la ventana, sin poder distinguir  bien quienes son; aunque oyendo sus comentarios percibo un claro acento gallego. No se quienes pueden ser, aunque por los atuendos que atisbo no parecen peregrinos. Ellos han debido ver seguramente la mochila de Carlos desde la calle, y esperan que su propietario les abra la puerta… Decido hacer caso omiso y sigo con mi tarea, imaginando que tirarían recto hacia el pueblo…; pero no, en pleno enjuague se repiten los golpes , que ahora ya alcanzan la categoría de aporreo.., y alguien grita: --¿¡Hay alguien dentro!?.. 

    Un poco molesto, sin poder soportar los desmedidos golpetazos, decido secarme someramente y me acerco a la puerta de entrada al inmueble. Cubierto con la toalla, asomo la cabeza por una rendija de la mampara batiente y veo dos hombres y una mujer, que no tienen ni por asomo pinta de peregrinos. Les ruego de la mejor manera posible que dejen de golpear, prometiendo atenderles en unos minutos….Uno de ellos suelta entonces un comentario cuyo tono no acaba de gustarme…, poniendo en duda que me estaba duchando en este momento. Ese comentario, que no recuerdo con exactitud ahora, fue lo bastante impertinente como para merecer ya una respuesta proporcionada, y desde luego no me la ahorré.... Tampoco recuerdo esa respuesta mía, pero sí que fue bastante agria, soltada a bote pronto mientras les daba un portazo en las narices; tras lo que proseguí con mi aseo, ahora bastante alterado por el incidente…  

    Finalizo mi ducha y, como observo que el trío continúa afuera, no me demoro mucho en abrir de nuevo la puerta; escenificando mi actuación con una pose deliberadamente expresiva: pelo remojado y revuelto, toalla cubriéndome a modo de taparrabos y chancletas a medio abrochar… Ante la elocuencia de la imagen, bajaron de inmediato los malos tonos del par de caballeros, pero no todavía el de la señora, que por lo visto necesitaba reivindicarse. La gallega tiene la ocurrencia de preguntarme si soy peregrino, poniéndome la “bola” propicia para remacharle (soy muy rápido de reflejos): --y tú…acaso eres peregrina?---   

   Viendo el cariz que tomaba el asunto, conmigo plantado en el quicio de la puerta y ellos fuera…, los dos hombres demuestran tener tablas y apartan cariñosamente a su intempestiva compañera pidiéndome disculpas por la forma en que se habían presentado…Se presentan ahora brevemente como miembros a una asociación de amigos del Camino Mozárabe, en gira para calificar la calidad de los albergues… No les dejo alargar más los preámbulos, visto que el malentendido se había despejado ya.   Aquí se acaba la tensión,  y ya todos en sintonía les ruego que pasen a la mesa de la sala de estar, mientras yo acabo de vestirme.

   Cuando me reúno con ellos en la oblonga sala-comedor, la chica también acaba por disculparse, quedando patente que es la mas novata del grupo.  Salgo un momento para entrar la mochila de Carlos y luego me pongo a la entera disposición del grupo. Les aporto los datos que he logrado conocer de esta casa, a la que acabo de llegar y todos juntos, llegamos pronto a la conclusión de que merece una buena calificación por como está su interior, y también por los antecedentes que les explico del buen recibimiento de la concejala Mª Ángeles. 

       En la distendida conversación que siguió a este incidente, los gallegos justifican su precipitación por los numerosos casos de intrusismo que han llegado a ver en otros albergues… Yo me imagino, por otro lado, que esta mañana ya debían haber girado dos o tres visitas, a otros tantos finales de etapa, y con esta querían cerrar pronto su jornada matutina, para irse a comer a algún mesón. Su impaciencia por hacer el acta de este Refugio, antes de acudir a la cita culinaria, ha debido ser la causa de esa precipitación al enjuiciarme prematuramente… Lo de la ducha les sonó de principio a cuento chino, quizás porque yo solo les respondí a la tercera llamada…; lo acaban de entender cuando les informo de mis limitaciones auditivas.

     Deduzco de nuestra conversación con ellos, que en el primer contacto de cada visita no suelen informarse directamente con los hospitaleros. Es algo que parece lógico: para hacer un chequeo efectivo del funcionamiento de los albergues tienen que presentarse por sorpresa. Queda evidente en la charla que no han conectado previamente con Mª Angeles, porque al informarles sobre nuestra denuncia acerca de los “falsos peregrinos” me confirman su desconocimiento del asunto. Como es natural mostraron interés por ese tema, tomando nota para consultar posteriormente con al concejala e intentar seguir la pista al ‘sexteto motorizado’ en etapas sucesivas. Tras sacar varias fotos del interior del albergue, marchan los gallegos y yo me dispongo a salir al encuentro de Francisco; no quisiera irme a comer sin él.  

    Cuando estaba a punto de salir regresa del pueblo Carlos y completamos la ocupación del dormitorio nº 1, que como los dos restantes tiene capacidad para 4 plazas. Como suele hacerse en estos casos hay que distribuir los enseres entre las 4 colchonetas. Dejo luego al extremeño y salgo al encuentro de nuestros respectivos amigos Francesc y Antonio, aunque como veremos muy pronto mi salida será en vano… Recorro a buen paso 1,5 km., hasta llegar a la altura del cortijo El Chaparral, pero no logro contactar con ellos. Carlos me había dicho que F. viene bastante mal; que estaba sufriendo un auténtico ‘calvario’ cuando él se despegó de la pareja en la bajada del puerto. Según le confesó su amigo Antonio tenían que parar con demasiada frecuencia…, y no podían predecir la hora de llegada a El Real.

    Mediado el trecho recorrido me he cruzado con el matrimonio francés. También Christine viene mal de los pies... No me extraña porque ambos cargan con unas mochilas desmesuradas. Jacques la ha liberado de parte de la carga, pero ahora viene el pobre cargado como un burro y podría cascar él: lleva al menos 16 Kg. encima. Yo venía mentalizado para acarrear la mochila de F., que debe andar por los 9 Kg., pero no me atrevería a intentarlo con esa mole que lleva el francés, y menos calzado con mis livianas chancletas… 

    El sol pica de lo lindo; son ya las 13.30 y decido sentarme a esperar 10 minutitos mas, haciéndolo bajo una encina donde hay una roca idónea para acomodarse.  Mas la espera resultará finalmente inútil y decido regresar, porque no se puede estimar el tiempo que tardarán en llegar los colegas... 

     Retornado a nuestro albergue, me encuentro a Carlos en plena ducha. Me aconseja que baje ya al comer; el se quedará hasta que lleguen nuestros amigos, para bajar luego con ellos. Me aclara que han hecho los tres un abundante almuerzo antes de salir; por lo que no descarta prescindir de la comida del mediodía: si llegan demasiado tarde harían un breve ‘tentempié, para luego  zamparse una cena anticipada a las 6 de la tarde… 

    No tengo que deliberar mucho sobre el lugar donde comer en el Real de La Jara. Cuando a las 14.30h llego a la plaza de Andalucía, a la altura del Ayuntamiento pero en el lado opuesto, me informan que a estas horas solo encontraría abierto el “Mesón La Cochera”. Allá me dirijo, y allí nos encontraremos todos finalmente….  

    “La Cochera” era precisamente el único establecimiento del ramo sugerido por la guía de El Pais-Aguilar (también era entonces, y sigue siéndolo hoy, 5 años después, el más conocido en Internet). Al ingresar en la gran sala me causa muy grata impresión; es un lugar sugerente, que invita a sentarte para degustar los clásicos platos serranos de estas comarcas. Pero tras completar mi consumición, no se cumplirían en absoluto las expectativas y me llevo una gran decepción:  me sirven una comida lamentable, por no calificarla peor... Pero vamos por partes, porque “no solo de pan vive el hombre”: mientras esperaba que me sirvieran el 1er plato me entretuve en recorrer con la vista la gran estancia-comedor de la tan cacareada “Cochera”, mientras refrescaba mi reseco gaznate con una mediana jarra de cerveza… (ver Nota 7).  

-Nota 7-  Mesón “La Cochera” (El Real de la Jara): El comedor ocupa íntegramente una gran sala rectangular de altas paredes, cuyo precedente uso lo dicta explícitamente su nombre. La techumbre, soportada por grandes vigas de roble, está forrada con madera vista; congeniando muy bien con ella media docena de interesantes lámparas, que iluminan correctamente el local; de manera que este permanece en una grata semi-penumbra. Dichas lámparas han sido montadas sobre otras tantas ruedas de carro, que cuelgan de las vigas soportando cada una de ellas una decena de focos en su circunferencia. Finalmente es también muy sugerente la decoración de las cuatro paredes del recinto, con una completa variedad de antiguos aperos de labranza y otros adornos agrícolas.

 

      Llega finalmente mi comida, y por desgracia para mí el gran chasco del día; porque en un lugar tan agradable como este no podía esperarme algo así… No recuerdo ahora el resto de opciones del menú, solo que me decido por lo más sencillo que encuentro: macarrones  y  “pescado atlántico” (designación literal en la carta). Pese a la sencillez de mi demanda, ambos platos resultarán “inolvidables”; pero no por su exquisitez precisamente, sino por duros, resecos, gomosos o insípidos contenidos. El pescado, que podría asegurar se trata de una aguja, probablemente había sido cocinado el día anterior y ahora lo han debido recalentar sin más. Al menos se podrían haber molestado en “asearlo” con un poquito de salsa de tomate. En cuanto a los macarrones, además de reciclados estaban sencillamente mal cocinados; resultando duros, gomosos e insípidos. Eso sí, quisieron ser generosos conmigo y me regalaron un platazo atestado “hasta el 2º anfiteatro”… Ante este panorama, trato de refugiarme en el habitual tinto de verano; pero ni siquiera este, algo desabrido, acude en esta ocasión al rescate. En suma, una comida impresentable; impropia de un  bonito pueblo serrano, como es indiscutiblemente el Real de La Jara

       Pese a las deficiencias del menú, intento comer todo lo que puedo, porque el cuerpo necesita combustible para seguir manteniendo el tipo en sucesivas etapas. Mientras mastico ‘abnegadamente’ los macarrones, veo entrar a los tres ‘encuestadores’ gallegos… ¿Dónde demonios se habrán metido hasta estas horas?; posiblemente habrán ido a tapear a alguna otra parte… Pero bueno, ellos no me interesan demasiado. Ahora bien, como tengan que calificar este mesón…. les faltará papel para escribir. Por el momento les veo muy sonrientes, me hacen de lejos un saludo, que yo devuelvo y sigo con mi paciente labor de masticación… Por fin recibo la buena nueva que deseaba, a las 15.15 veo aparecer por el portón a Francesc con los cacereños… Me comentan que llegaron a nuestro refugio exactamente a las 15.00hh, es decir 3 ½  horas después que yo. 

     Apuro mi café junto a los compañeros y luego retorno al albergue; ellos tiene para rato…De regreso no encuentro a nadie en la casa, pero ha debido llegar alguien más, porque observo unos trapos colgados en la galería exterior. Eso me da la idea de lavar ya algo de ropa, aunque solo sean la camisa y ropa interior de la jornada. Para tenderla me encamino a esa misma galería, que circunda el edificio a la altura del piso superior. Se accede a ella por una escalerita vista que arranca junto a la única puerta de entrada al inmueble… Recorro luego la curiosa balconada, cuya amplitud no alcanza el metro, por la que puedo acercarme a la parte de atrás del edificio, plenamente soleada a estas horas, y así puedo completar mi visión de este insólito albergue.  Resulta ser la antigua cisterna comunal del pueblo (ver Nota 9 al final del capítulo), como así lo indica el folleto publicitario que me entregó la concejala. Finalizo mi paseo por el corredor comprobando que este ciñe la estructura de la edificación justamente a la altura del forjado de la primera planta. La balconada está protegida en todo el contorno con una valla metálica, que nos sirve perfectamente como tendedero, y su altura es irregular sobre el terreno en fuerte desnivel donde está empotrado el inmueble. Finalizada mi tarea, y mi breve excursión por nuestra residencia de hoy, corro raudo en busca de la colchoneta para echar una ‘siestecita’.  

< El Real de la Jara, albergue municipal “El Realejo” > 

     A las 18.15 regreso al centro del pueblo para visitarlo a mis anchas, ya que lo poco que he visto de él me ha gustado mucho. Ahora, ya descansado, me encuentro en plena forma para hacer esa visita, llevando el plano-guía que me regaló Mª Ángeles. A la excursión se apunta también el buenazo de Antº de la Rosa, hombre curioso donde los haya, con muchas ganas de empaparse de todo lo que sale al paso, como yo mismo. No me extrañaría nada que, a partir de esta primera experiencia, se abonara a recorridos sistemáticos por las rutas de Santiago

    Tras cruzar todo el centro urbano iniciamos la subida al Castillo,  principal monumento de esta villa (ver Nota 9 al final del capítulo). A media subida de la ladera donde se asienta había un nutrido rebaño de merinas, cerca ya de los bien conservados muros de la notable fortaleza medieval, desparramadas en el interior de un elemental cercado. Su presencia otorga de alguna manera ‘autenticidad’ al monumento, aunque no sabría decir porqué; quizás por ser habitual complemento en las tomas cinematográficas que suelen darse de estas fortificaciones medievales; a las innumerables filmaciones historicistas hechas en nuestro país me remito… El emplazamiento del Castillo de El Real, a 1km. escaso del centro del pueblo, es inmejorable. La colina donde se asienta no es demasiado elevada, y la agradable temperatura hace muy fácil el paseo.

     Cruzamos la única puerta de acceso al interior del recinto por su flanco Sur, lindante con la localidad, para subir de inmediato al adarve junto a la torre del homenaje. Desde allí se pueden disfrutar unas magníficas vistas de El Real de la Jara, así como de sus confines sureste y noroeste. Por el primero de ellos hemos llegado desde Almadén, y por el segundo saldremos mañana rumbo a Monesterio. Por cierto, en esa dirección divisamos perfectamente desde la muralla el pequeño Castillo de las Torres, distante de aquí tan solo 1 km.. 

     Regresamos al pueblo y callejeamos un poco. La Plaza de Andalucía, donde se ubica el Ayuntamiento, es un excelente lugar de relax. Está bastante bien urbanizada y muy cuidada, de manera que atrae como un imán a los forasteros como nosotros. En el centro geométrico de la plaza, nos detenemos ante el que probablemente debe ser el principal ‘icono’ de esta localidad: el monumento a un legendario ciervo que dio pie a una bonita leyenda de tiempos de la Reconquista (ver fotos y Nota 9 al final del capítulo). Sacamos un par de fotos y a continuación proseguimos en dirección al refugio, zigzagueando por diferentes calles. Son las 19.20h y le digo al compañero Antonio de la Rosa que quisiera acercarme a la iglesia, por ver si hacen misa. Al llegar a su altura Antonio pasa de ritos, y prefiere seguir hacia el albergue, pero yo me dirijo a la parroquial de San Bartolomé, cuya blanca y esbelta torre veo desde lejos, refulgiendo bajo los vespertinos rayos solares… Lamentablemente, una vez más me llevaría un chasco con la misa, ya que por no sé por qué historieta han decidido realizarla este día a las 21.00h; un horario muy inconveniente para nosotros. Me replanteo qué hacer y decido completar mi visita antes de regresar definitivamente al albergue: no resulta viable el horario de la misa, pues tras ella se haría demasiado tarde para cenar; además resulta harto dudoso que Francesc decida bajar a misa con el ‘hándicap’ de sus delicados pies, especialmente por lo distante que está nuestro cobijo de la iglesia parroquial.... Por lo tanto me quedaré por el pueblo pese a cargar con la bolsa de comida, hasta que se acerque la hora apropiada para la cena, momento en que regresaría definitivamente a nuestro refugio de la jornada.  

  < El Real de la Jara, el cronista junto al ciervo legendario > 

     Ni siquiera hago a Francisco una llamada telefónica para consultarle; siendo las 19.40, decido proseguir tranquilamente con mi paseo, tomando las últimas imágenes de este bello, limpio y bien cuidado pueblo serrano; un digno  exponente de lo que son los pueblos andaluces. A las 20.30 he finalizado mi visita “turística”, llevando puestas mis sufridas y ya veteranas chanclas de siempre. Es el momento de encaminarse al albergue, donde llego diez minutos después. Antes de entrar me he pasado por la valla para recoger la ropa, que afortunadamente ha quedado perfectamente seca, y de inmediato me dispongo a preparar la cena en la reducida cocinita de este “bunker-cisterna”.

    Los extremeños nos han imitado en esta ocasión, acompañándonos en la mesa para cenar también una macedonia de frutas; en su caso incorporando y revolviendo varios potes de yogurt… El resto de inquilinos parece que están cenando fuera. Por lo que me cuentan Carlos y Antonio, se han ocupado a la postre 9 de las 12 plazas del albergue. Los otros 5 ocupantes se distribuyen entre los dos dormitorios restantes: Christine y Jacques ocupando el módulo nº4, y en el nº5 el veterano Henry dormirá en compañía de una pareja alemana. Pocos minutos después de iniciar nuestra cena se incorporan al grupo los tres franceses, pero a los alemanes no llegaremos a verlos; debieron regresar cuando los demás estábamos durmiendo.   

     Con Francesc, los dos extremeños y la pareja francesa hemos acabado formado un grupo muy bien avenido, dándose la circunstancia de que tenemos además el mismo plan de etapas, al menos hasta Mérida. Nos conocemos todos desde la primera etapa, donde coincidimos en el albergue de Guillena, pero ha sido en este pueblo de El Real de la Jara donde hemos congeniado definitivamente. Es muy posible que el ‘affaire’ de los  6 intrusos haya contribuido inconscientemente a unirnos… La cuestión es que, sin proponerlo explícitamente, a partir de hoy no dejaremos de coincidir en los mismos refugios, hasta la última etapa de este tramo ya camino de Mérida. La sesión médica que sobrevino a la sobremesa, tras cenar, acabó de sellar la unión de este grupo.  

   Christine y Jacques estaban esperando pacientemente a que termináramos nuestra cena, sentados muy sonrientes en un extremo de la mesa. Cuando acabamos, sacan su completísimo botiquín y desparraman por el mantel de hule toda clase de artilugios para curar ampollas, la mayoría totalmente inútiles a mi entender… Luego, ella se sienta en el centro de uno de los bancos y pone el pié derecho encima del mantel… En el costado corto del tablero se sitúa su marido, con la linterna acoplada  a la frente y los trastos de pinchar preparados. La francesa tiene una enorme ampolla en la parte central delantera del pié, justo bajo el dedo corazón. Viendo eso nos podíamos imaginar su martirio… llevando la mochila acuestas; y sin embargo el cuadro tenía una ‘vis’ cómica innegable, especialmente para aquellos que lo observamos desde el otro lado de la mesa…: F. y yo hemos optado por coger las cámara fotográficas; pero Antonio de la Rosa no aguantaría mucho viendo cómo se manejaba Jacques con la aguja y un algodón mal empapado, y se decide por ‘saltar al ruedo’.  Todos le habíamos visto desenvolverse con Francesc en la jornada precedente: como un consumado “maestro”, y cuando ruega al francés que le ceda los trastos de “matar” este no puede negarse… Viendo la escena  me imaginaba a Francesc sufriendo ésa misma “faena” un par de horas antes, y con el mismo manitas manejando los “trastos de pinchar”; porque previamente a esta de Christine, ejecutada en ambos pies, me había confirmado F. que él ya había pasado por el trance... 

< faena profiláctica en el albergue 'el Realejo'  -¡hay que operar!..- > 

     El maestro De la Rosa lo bordó en su segunda faena, y finalizada la sesión de curas hacemos un poco de tertulia, durante la cual vuelve F. a echar mano de su acreditada petaca de orujo; un buen remate de la jornada, para irnos calentitos al catre. Todos degustamos el ya famoso “oruxo carballado”, brindando con unos vasitos de plástico por el éxito del la siguiente etapa. Finalizamos la sobremesa a las 22.15h. 

------------------------------------------------------------------------   

   -Nota 8-  “El Realejo”, curioso albergue municipal de el Real de la Jara:  Como he adelantado en el texto de la etapa, se trata de la antigua cisterna del pueblo, construida en la ladera del monte, justamente a la entrada de la localidad. El edificio está semienterrado en la ladera, de manera que el muro opuesto a la fachada emerge escasamente un metro sobre el terreno. La fachada linda con el antiguo carril de acceso que, procedente de Almadén, es hoy día la calle Pablo Picasso. El inmueble es propiedad del Ayuntamiento de la villa. Por lo que parece debió reestructurarse no hace mucho, para destinarlo a residencia multiusos. Si observamos las fotos del reportaje gráfico, comprobaremos que consta de dos plantas visibles. Cuando estuvimos nosotros solo la primera de ellas estaba habilitada como albergue de peregrinos, con un total de 12 plazas disponibles. Pero dos años después, cuando he repasado y corregido el texto de esta memoria, leo en una “guía virtual del camino” colgada en Internet que se ha ampliado la disponibilidad de plazas, añadiéndose otras 20 plazas en el piso alto distribuidas en dos dormitorios de 10 plazas cada uno, me imagino que acompañadas de otra batería de aseos. Lo cual significa que ese inmueble, habilitado 100% como albergue en la actualidad, ya estaba reestructurado durante nuestra estancia, aunque probablemente el resto del espacio disponible se destinaba a otros usos. Ello evidencia que el número de peregrinos que concurre por este tramo de la Ruta Mozárabe ha debido incrementarse notoriamente en los últimos años. 

    Solo puedo describir la disponibilidad de servicios durante nuestra estancia, todo en el ámbito de la planta primera. Nos encontramos con un coquetón albergue; ocupando en su planta primera 5 módulos de medida idéntica, que se han equipado en los espacios de otras tantas cubas de la vieja cisterna.  El techo de los módulos es de bóveda de cañón con arco de medio punto, revestido de ladrillo, que actualmente está encalado en color blanco, como las cuatro paredes. Obviamente, la orientación de las  bóvedas es perpendicular a la fachada de la casa.  La altura de la planta no pasa de  3 metros, por lo que deduzco que bajo el suelo deben quedar un hueco de al menos otros 2 metros de alto, ocupando justamente la parte del edificio que está bajo el nivel del suelo. Esto se aprecia claramente cuando se observa el alzado del inmueble (ver fotos) que se eleva sobre el nivel de la calle. Teniendo esta una fuerte pendiente, las cisternas quedaron semienterradas con distinto fondo subterráneo. Para acceder a la entrada principal es necesario utilizar una doble escalera exterior, apoyada sobre un  terraplén revestido con paredes de hormigón.  

   Tres de los cinco módulos-cisterna estaban equipados como dormitorios, concretamente los 1º, 4º y 5º; con 4 plazas por habitación, dispuestas en dos literas. El  módulo 2º sirve como recepción y sala comedor, y está equipado con una mesa corrida, un par de bancos y una amplia estantería al fondo. Finalmente en el módulo 3º se han habilitado dos pequeños espacios; destinado el primero a cocina y el segundo como aseo y ducha.  En ese módulo hay también una chimenea rústica, ocupando uno de los rincones de la pared interior.

   Pese a ser un equipamiento de reducidas dimensiones, nos hemos sentido cómodos en todas las dependencias del albergue. Supongo que cuando se hayan ocupado la totalidad de plazas (12) habrá mas dificultad para acceder al aseo en ocasiones, pero en nuestro caso no hubo ningún problema.

 ------------------------------------------------------------------------   

Nota 9- El Real de la Jara: Orígenes y reseña histórica. Leyenda y hechos fehacientes del Castillo. Patrimonio arquitectónico.-   

    Situado en las estribaciones de la Sierra Norte sevillana, este pueblo está situado a 535 mt. de altitud sobre nivel del mar. Fuentes acreditadas sitúan sus orígenes en época romana; hipótesis perfectamente coherente con el hecho de que la calzada imperial XXIV cruza su término municipal, aunque no es seguro que lo hiciera exactamente por el centro de la localidad. Algunos historiadores incluso llegan a considerarla una población de fundación  tartésica, (siglos VI-VIII a.C.). En la alta edad media (siglos V a VIII) estuvo despoblada, y se volvió a repoblar intensamente en época almohade; llegándose a emancipar del califato de Córdoba en 1.148, según consta en archivos árabes. En esa época, los musulmanes la denominaban “Xara” (en castellano jara), por la gran abundancia de ese matorral en sus inmediaciones. En la ofensiva de 1225-1227 fue tomada la plaza por los caballeros de la orden de Santiago, bajo el mando directo de Fernando III de Castilla y León (“el santo”). De esta acción se deriva la leyenda de que “…un ciervo guió a la hueste cristiana hacia el punto más vulnerable de la muralla del Castillo, facilitando su asalto y conquista”. Poco después (1248) la población fue puesta bajo el mando de Sevilla, tras la conquista de la capital andaluza por el mismo monarca castellano-leonés.  

    Los cristianos construyeron el Castillo que conocemos sobre las ruinas de la fortaleza musulmana, en una fecha no precisada con exactitud, pero que suponemos casi inmediata a la toma de la plaza. Por sus grandes dimensiones, podría denominarse fortaleza con mas propiedad que castillo. Ocupa un recinto semi-cuadrangular, con dos lados  de unos 62 metros (Norte y Este) y otros dos bordeando los 50  (Sur y Oeste). Solo falta un trozo de muralla en el lado Oeste. Se conservan, aunque recientemente restauradas, 5 importantes torres cuadrangulares, incluida la ‘torre. del homenaje’, así como 3 de ellas mas pequeñas de factura semicilíndrica, que refuerzan los paños de muralla mas largos. En el enorme recinto de este Castillo y sus aledaños estuvo acampado el ejército cristiano a mediados del siglo XIV, antes de emprender la acción que llevaría a la crucial victoria cristiana en la batalla de El Salado , bajo el mando directo del rey Alfonso XI. De este hecho histórico deriva el derecho de esta fortaleza a ostentar desde entonces el título de Real, de donde también proviene el nombre de su población. 

   Durante la segunda mitad del siglo XV la población se distinguió en dos señaladas ocasiones, favoreciendo en ambas la causa de los RR. Católicos: primero en el conflicto civil que enfrentó a Isabel de Castilla con La Beltraneja y a finales de centuria (1498) enrolando una milicia con destino al cerco y conquista de Granada. Por ambas acciones recibieron de los reyes el Fuero Real con dictado de “Lealtad “.  Finalmente, como su vecina Almadén, también fue distinguida por las Cortes de Cádiz por su notoria contribución a la victoria de Bailén, durante la Guerra de Independencia.

    Esta reseña histórica justifica la simbología de su escudo: bajo la corona real, tres campos con: la cruz de Santiago y el torreón del castillo compartiendo la mitad superior; ocupando la mitad inferior  un ciervo contrastado como fondo sobre un tramo de muralla  

Patrimonio arquitectónico .- 

   En el interior del pueblo cabe señalar a dos edificios de carácter religioso. Aún siendo de menor envergadura, yo destacaría en primer lugar la  antigua Ermita de Ntra. Sra. de los Remedios: se trata de un edificio relativamente pequeño, utilizado como ermita cristiana desde los tempranos años de la conquista. Consta de dos cuerpos: rectangular el primero, que podría ser  considerado una especie de atrio, y octogonal el segundo. Opinan algunos expertos en arquitectura musulmana hispánica que este último recinto podría ser el “mihrab” de la antigua mezquita. A mediados del siglo XIX, el edificio pasó a utilizarse como depósito carcelario, y finalmente ha vuelto a recuperarse nuevamente como ermita en tiempos recientes. Como sabemos, era muy común conservar las mezquitas, o una parte de ellas, para usos del culto católico… 

    En cuanto a la iglesia parroquial de San Bartolomé, se trata de un edificio mudéjar, cuya estructura original es del siglo XV, con ampliaciones y retoques en el XVI y XVIII. Es muy bonita y esbelta la torre campanario de tres tramos. Este templo está considerado como el mejor exponente de la arquitectura  mudéjar en la Sierra Norte de Sevilla. Ambos monumentos estaban cerrados al público cuando los visité.
 

Antonio Garcia Marquez 

Indice : Capítulos I - II- III - IV - V - VI
 

 

GUIA DEL CAMINO DE SANTIAGO A PIE (En papel)
JOSE M. SOMAVILLA , TUTOR, 2009
Desde la primera edición de esta Guía del Camino de Santiago a pie han transcurrido más de diez años, y veinte desde que su autor, José Manuel Somavilla, descubriese la Ruta Jacobea en 1989 y quedase enamorado de ella. Desde entonces ha recorrido el Camino de Santiago a pie año tras año. Fruto de esa experiencia contrastada que muchos lectores y peregrinos han disfrutado en sus anteriores ediciones, ahora, para esta nueva edición actualizada en 2009 y ampliada, el autor ha elaborado nuevos y detallados mapas de cada una de las 26 etapas del Camino Francés que separan los 750 kilómetros que hay entre Roncesvalles y Santiago de Compostela. A esto ha añadido la variante del Camino Aragonés, con 5 nuevas etapas desde Somport hasta Puente la Reina, punto en el que se une con la otra vía del Camino Francés

PORTAL EL ALMANAQUE  -  DIARIO, EL ALMANAQUE  -   REVISTA EL ALMANAQUE