CAMINO
DE SANTIAGO: --Ruta MOZÁRABE--
SEVILLA—SANTIAGO por la VÍA DE LA PLATA y la Variante Sanabresa
por Antonio García Márquez
Indice : Capítulos I - II-
III -
IV -
V
-
VI
Cap.V / (4ªEtapa=16Km) ALMADÉN de
la Plata--EL REAL
de la Jara (2 Octubre, Viernes)
Despierto a Francisco a las 6.30, y pronto se nos une el
extremeño Carlos. Ambos ven correcto mi plan y la Nota
que les presento, dándose por seguro que también la suscribiría
Antonio
de la Rosa...
Así se ejecuta cuando se incorpora el 2º extremeño pocos minutos
después y formaliza con su rúbrica el papel ya firmado por los
demás. Por lo tanto, tras el desayuno que compartiríamos con
Carlos, y luego de haber colocado en uno de los coches la
dichosa Nota, emprendí mi etapa adelantándome al resto de
compañeros. Es oportuno anticipar aquí (véase
abajo Nota 6)
el resultado final de nuestra estrategia.
-Nota
6-
La intriga
de los falsos peregrinos.- el desenlace en El Real de La Jara:
Conseguiría
llegar el primero a Ayuntamiento de El Real, donde la
eficiente hospitalera Mª Ángeles toma muy buena nota de mi
advertencia. La chica me asegura tajantemente que este grupo
turístico no se alojaría en Refugio del pueblo, pero no
solo se limitaría a eso: pensaba enviar una circular a la red
de refugios siguientes para prevenir a sus colegas sobre el
asunto. Según me comenta, no es el primer caso que aborta de
esta naturaleza… Finalmente, no parece que la eficiente
hospitalera tuviera que encararse con el grupito de ‘falsos
peregrinos’, porque no se les vería en ningún momento del día por
el pueblo…
Afortunadamente, el plan
previsto funcionó a la perfección, porque los seis ‘intrusos’ se
saltaron el refugio de El Real y nunca volvimos a
verles…Cuando llegaron mis amigos me dijeron que tras leer la
nota, varios miembros del grupo se acercaron a indagar sobre quién
o quienes habían dejado ese Aviso, echando pestes por algo
que consideraban ofensivo… Hubo un poco de discusión cuando
Carlos se encaró con ellos, diciéndoles que aunque él no
había sido el autor material compartía la Nota
plenamente. En ese
punto se adhieren al respaldo de la misiva Francesc y
Antonio
La Rosa…,
tras lo que el grupito se vió comprometido en un debate con todas
las de perder, y los humos fueron bajando…
Con los antecedentes reiteradamente señalados, tenía previsto salir
pronto, para tratar de reservar plazas en el albergue de
El Real. Tras el madrugón por la movida de la nota disuasoria,
solo me faltaba confirmar con F. si se quedaba aquí hasta
mediodía, hora de la salida del bus hacia El Real de
La Jara…
En ese caso podría salir yo de inmediato, sin más demora que el
tiempo invertido en la cafetería … Son las 7.50h cuando consulto a
mi compañero si había tomado ya su decisión.., y Francisco
me sorprende diciéndome que haría la etapa caminando. Se había
cargado de valor hablando con los extremeños, mientras yo estaba
colocando la ’notita’ en uno de los coches de ‘la competencia
turística’… Me comenta esta decisión cuando acabo de regresar al
albergue tras colocar el ‘papel’ bajo el limpiaparabrisas
de uno de los vehículos. Junto a mi colega se encuentra Carlos,
preparados ambos para ir a desayunar. Me explica F. que ha
decidido realizar la etapa al ritmo mas pausado posible, y
que ya
tiene hablado con Antonio de
la Rosa
hacerla
en su compañía…
El cacereño Antonio se había metido en los lavabos para
afeitarse a fondo, y esperaría en el albergue el regreso de
Carlos y Francesc , a quién el cacereño ha convencido
para ir a desayunar juntos. Según este es un lugar muy frecuentado
por los cazadores, que él conoce bien, donde se preparan los mejores
almuerzos de este pueblo.... Les digo que yo prefiero adelantar
camino y me dispongo a partir, pero insisten en que les acompañe un
rato..; luego podría adelantarme al resto en la salida, sin trabas
para recuperar la demora del desayuno... Por lo que me cuenta la
pareja, lo tienen todo previsto: ellos volverían al albergue
a recoger a Antonio de
la Rosa,
con el que iniciarían conjuntamente la etapa sin prisas. Finalmente,
a la salida del pueblo se destacaría Carlos se a su ritmo,
que al buenazo de Antonio le cuesta mucho seguir…; algo que
no me extraña por haberlo sufrido en mis carnes en etapas
anteriores… En definitiva, mis tres amigos tienen un plan muy
diferente del mío; consideran que siendo esta una etapa de solo 16
km. no hacía falta arrancar tan pronto...
Total, que me dejo convencer y los acompaño a ese café; pero
Carlos nos mete un gol, porque el dichoso mesón de cazadores
está al otro extremo del pueblo, justo por la zona donde llegábamos
ayer, y eso me haría perder demasiado tiempo. También sabremos
pronto el porqué del interés del cazador Carlos para
llevarnos allí: cuando pide una espectacular ‘bandeja’ de jamón
ibérico, sin consulta previa. Pero el extremeño no nos conoce, y se
quedará de piedra al decirle nosotros que únicamente tomaríamos
café... A veces pasan estas cosas entre personas que acaban de
conocerse; el extremeño ignora que yo me zampo diariamente mi bollo
con sardinas poco después de levantarme cada día, y que Francesc
jamás toma nada sólido antes de las 10 de la mañana. Total que el
chasqueado Carlos se tiene que comer el solito todo el jamón
(pagándolo de su bolsillo naturalmente), y nosotros nos limitamos a
tomar el café, al que naturalmente le invitamos. Haciendo balance,
si a Carlitos le ha salido algo caro su almuerzo al menos se
lo ha comido, pero yo pierdo tontamente media hora en mi plan de
etapa, ya que cerca del albergue había un pequeño bar donde se
podría haber tomado ese café perfectamente…
Volvemos juntos hacia el albergue, muy cerca del cual arranca
la ruta de salida hacia El Real de
La Jara,
y tomo ese desvío en solitario hacia las 8.50. Esta etapa, aún
siendo corta, tiene si cabe más sabor que la anterior, por discurrir
íntegramente por senderos incrustados en la pura dehesa. No se ven
grandes paisajes abiertos, pero caminaremos por algunos rincones
idílicos en los que me integro a fondo con la naturaleza...
Pero antes de proseguir con el relato, conviene señalar las
dificultades encontradas en el arranque de la jornada. En los tres
primeros kilómetros de la etapa nuestro camino sufre varios
cambios bruscos de dirección, no muy bien señalados en las guías.
Es seguro que en el entorno del pueblo la ruta ha perdido las trazas
de la antigua calzada romana. En alguno de esos puntos
conflictivos me he tenido que parar para consultar los apuntes, y
luego dar algún que otro rodeo por el entorno hasta localizar las
marcas del Camino. Cabe destacar entre otras dificultades,
que se debe vadear un riachuelo y salvar cuatro portillos, sin verse
claras las señales en ninguno de esos puntos … La cercanía del
pueblo tiene mucho que ver con estos problemas: con el paso del
tiempo las fincas cercanas a los pueblos suelen sufrir más
alteraciones en sus lindes que las lejanas. Queda demostrado ese
principio en esta ocasión: pasados los complicados tres kilómetros
iniciales, en los trece restantes encontraremos un itinerario
nítido, con marcas bien visibles y ningún cambio brusco de
dirección.
Tras cruzar el Arroyo de
la Víbora,
y dejar a un lado la carretera comarcal A-463, el sendero se
convierte en amplia pista que asciende recto la ladera de una dehesa
medianamente arbolada. Estamos en la finca “el Encinarejo”,
que ocupa al menos los 3 ó 4 primeros kilómetros de nuestro
itinerario. En el collado me encuentro con un rebaño de cabras
multicolores, la mayoría de ellas manchadas; confinadas en un
cercado y esperando probablemente la llegada del pastor para salir a
campo abierto.
Desde los primeros momentos de mi inmersión en las dehesas he
empezado a toparme con grandes ejemplares de cerdo ibérico,
con los que me cruzo a escasos metros de distancia en numerosas
ocasiones… Caminamos por un nuevo itinerario, abierto en el
año 2007 a través de la citada finca, por la que discurrirá
una buena parte de esta etapa. Se detecta enseguida que el
ecosistema no ha acusado hasta ahora el paso de los nuevos
transeúntes. Los animales aún se sorprenden cuando nos sienten venir
o huelen nuestra presencia; no olvidemos que el cerdo tiene un
sentido del olfato extraordinariamente desarrollado.., ¡pese a lo
cual se soportan muy bien entre ellos!.
<
cerdos ibéricos en la finca
'El Encinarejo'>
Luego atravesamos durante varios km. una sucesión de pequeñas
colinas adehesadas, donde los omnipresentes cerdos siguen
apareciendo por doquier como principales ‘clientes’. En la mayor
parte de este tramo nuestro camino recibe el nombre de vereda de
los Bonales, al menos hasta coronar el collado de El
Chaparral. Bajo las encinas no se distingue apenas la
hierba, sino la áspera tierra rojiza, entre la que se intercalan
pedregosas torrenteras. En las hondonadas entre colinas, el agua
acumulada por las precipitaciones forma balsas naturales, donde a
estas horas chapotean y hozan los ‘marranos’ a sus anchas. Es un
espectáculo que se repite durante un buen rato; algo que se
corresponde con lo que podría esperarse en este ecosistema hispano,
pero que no había resultado tan evidente hasta llegar a esta zona de
la Sierra
Norte Sevillana.
Afortunadamente, disfruté de excelentes ángulos para conseguir
varias fotos de esta singular explotación pecuaria, porque en el
momento de repasar y completar esta Memoria puedo confirmar
que no volveríamos a ver algo igual en el resto de las dehesas de la
Ruta
de La Plata;
es decir hasta las orillas del Tormes en Salamanca.
A lo largo
de los 16 Km. de la etapa caminé siempre en solitario. Únicamente
llegaría a tropezar en mi camino con una persona: el larguirucho
francés Henry, al que no recordaba haber visto en el
albergue de Almadén (posiblemente debió pernoctar en
algún otro lugar del pueblo).
A
las 10.30 debo cruzar un portillo, situado en lo más espeso del
montaraz encinar. En ese punto, para variar un poco, me espera un
abigarrado rebaño de terneras; agolpadas unas cuantas junto a la
valla, otras reunidas en grupos bajo las encinas que flanquean el
camino y, finalmente, algunas de ellas sentadas tranquilamente en
medio de este... Antes de franquear ese portillo me quedo mirando un
ratito a las terneras cercanas, que no me quitan ojo de encima,
mientras van rumiando el pasto con su típico baile de
mandíbulas… La verdad es que jamás se nos ha arrancado ninguna, pero
caminando en solitario debo pensármelo un poco antes de pasar entre
ellas; porque si se les ocurre embestirme ahora… tengo difícil la
escapatoria. Tras
un par de minutos de reflexión, no tengo mas remedio que decidirme a
pasar, porque estaba muy claro que ellas no se iban a mover de
allí... He decidido bajarme la mochila y llevarla colgada de un
hombro, mientras con la otra mano saco la aldaba y empujo
la cancela... Tras
esta acción, un par de vacas se mueven perezosamente ladera arriba,
y el resto ni se inmuta. Parece que la cosa marcha bien,
afortunadamente, pero aún queda pasar entre todas ellas…
Sin prisas pero sin pausa, cierro tras de mí la aldaba
cuidadosamente; templando en lo posible los nervios y mirando
fijamente a las primeras terneras, que ahora me parecen vacas….
Dicen los del circo que ante las fieras nunca debes evidenciar
miedo, y yo trato de seguir esa pauta… Avanzo luego entre el rebaño
con paso firme y pausado, haciendo algún rodeo cuando toca; mirando
de reojo a los animales, de izquierda y derecha, y también al suelo
para no tropezar con piedras y raíces…; solo me faltaba eso para que
alguna de estas mozas se pusiera nerviosa…
Hasta pasados 30 metros no me vuelvo a colgar el macuto; en ese
intervalo he sorteado al menos una treintena de terneras, que
posiblemente ya se han acostumbrado a los peregrinos, ¡vete a saber!
En cualquier caso, creo que lo de sacarme el macuto ha sido una
excelente medida preventiva. Me ha venido la idea al recordar lo que
hacen los toreros cuando la bestia va derecha hacia ellos: tiran la
muleta a un lado y echan a correr… Creo que esa precaución debería
añadirse al repertorio de consejos para los novatos que se aventuran
por estas latitudes.
< vereda de 'Los Bonales', hay que cruzar esa valla!...>
Calculo que debemos llevar unos 10 Km. de etapa cuando cambia
rápidamente el panorama. Desparece la sucesión de idílicas colinas
adehesadas, y ante mí se abre ahora un paraje más abierto y
salvaje. Veo desde lejos cómo la pista, cada vez mas pedregosa, se
empina notoriamente ciñendo la falda derecha de una áspera ladera,
que se precipita hacia un barranco semioculto por jarales. La
vegetación se torna ahora hirsuta, rala, de poco porte; escasa en la
mayor parte del territorio y enmarañada en ocasiones. Hay algunas
grandes encinas, altas y desgajadas, pero la mayoría de ellas se han
vuelto endémicas, al transformarse en las comúnmente denominadas “carrascas”.
El escenario parece ahora como los salidos de la pluma de Gustavo
Doré, tan admirado por sus ilustraciones del Quijote. Y
sería justamente en este lugar, a punto de iniciarse las fuertes
rampas de la larga y pronunciada subida, donde veo desde lejos al
francés Henry. Le distingo en un recoveco del camino a mano
izquierda, sobre un promontorio rocoso. Al llegar a su altura unos
minutos después me lo encuentro sentado sobre el risco, absorto en
la contemplación del panorama que se abría a sus pies: un profundo
valle cubierto por tupida maraña de encinares y espeso matorral que
se pierde en la distancia, diluyéndose su color verde oscuro hasta
tornarse grisáceo y finalmente azul-celeste en los confines del
horizonte...
Sin abandonar la pista, intercambio con el francés un escueto saludo
y cada uno sigue a lo suyo...: yo llevaba en ese momento un buen
ritmo de marcha, justo iniciando la principal subida de la jornada y
decidí no detenerme, y Henry estaba comiéndose unas naranjas
mientras gozaba del paisaje... Desde el lugar elegido por el francés
para descansar se podía divisar posiblemente el mejor paisaje de
todo el itinerario, pero desistí de acercarme a su atalaya para
hacer alguna foto, pues quizás le hubiera alterado ese momento
mágico; veo a este colega como un sibarita del Camino, de
los que saben elegir en qué momentos prefiere estar solos…
Tras ese encuentro, empiezo a subir la cuesta con muy buenas
sensaciones físicas. Estamos en el cuarto día del Camino y me
siento muy satisfecho al constatar que he venido bien preparado a
este viaje: estuve entrenado fuerte durante las 3 semanas
precedentes a la salida; es la mejor manera de evitar problemas
físicos en estas exigentes jornadas de largas caminatas...
La
subida que tengo delante me sorprende por lo empinada y, sobre todo,
por lo prolongada que es. Y digo que me sorprende porque no la he
visto descrita en la Guía de “El Pais-Aguilar”, de la cual
llevo fotocopiados los tramos del recorrido previsto. Más
concretamente: aunque en el “gráfico” del recorrido de esta etapa se
incluye el nuevo acceso a través del “Encinarejo”, han
olvidado cambiar el texto de dicho recorrido en ese intervalo,
manteniéndose aún el venía haciéndose hasta ahora por la vecina
dehesa “Arroyo Mateos”… El caso es que debemos afrontar una
larga y empinada subida, que calificaría como más exigente que la de
“El Calvario” de la etapa anterior. Esta no tiene las
reviradas rampas de aquella, con pendientes de hasta el 30%, pero es
notoriamente mas larga; y desde luego se hace bastante más pesada.
Sin embargo, gracias a mi buen estado de forma no tendré que
detenerme durante el ascenso.
Mientras subo, voy pensando un rato en Henry… Es un tipo al
tengo bastante bien considerado. Cuando le he rebasado se le veía
muy sonriente viéndome pasar, como pensando en la que me esperaba…
En alguna ocasión le había visto con planos y notas manuscritas
relativas al itinerario, y estoy seguro de que él conocía en detalle
la nueva variante, y su dificultad a partir de este punto…. Al verle
manejar esos apuntes, bastante extractados, doy por sentado que
conoce a la perfección la etapa, y por eso ha decidido descansar
justamente en el lugar donde lo he rebasado….
Ambos somos veteranos en el Camino, pero debo reconocer que
Henry me supera en madurez como peregrino, siendo sin duda un
referente para mejorar mi actitud en el ejercicio de esta afición.
Como algún otro veterano conocido con anterioridad, este francés ha
debido alcanzar ya ese “nirvana” santiaguista que convierte
esta actividad en un permanente disfrute…A él no le importa mucho
terminar cualquier etapa mas tarde de lo previsto, si como hoy se
encuentra un buen motivo para ello: en esta ocasión el hallazgo de
una excelente atalaya natural donde “levitar” un poco y cargarse de
energía positiva. Ante un paisaje serrano como el que ofrece ese
profundo valle no ha dudado en alterar el horario previsto, haciendo
un largo descanso para dejar la mente volar… Esta cualidad de
“romper las previsiones” cuando merece la pena es algo que me falta
a mí, a pesar de llevar ya 20 años metido en esto, y debo tomar
buena nota de ello…
Admiro también a este francés por su talante: es un hombre pausado
en todo lo que hace y muy comedido al hablar; de tal manera que lo
poco que dice resulta siempre acertado y oportuno… Le seguiremos
encontrando en otros puntos de la ruta durante las etapas venideras.
Alcanzo sin grandes dificultades el collado del Chaparral,
donde me encuentro un rebaño de merinas que anda pastando por
allí. Son solo un par de docenas de orondas ovejas, que pululan
entre el arbolado a sus anchas, aparentemente sin pastor. A
continuación viene una pronunciada bajada, entre grandes y
espaciadas encinas, donde se pierden las trazas del Camino.
Debo bajar muy atento, pues durante el descenso se ven
diferentes senderos, mas o menos paralelos, todos ellos carentes de
marcas... Pese a ello, al ser el boscaje bastante diáfano, no es
lugar para perderse, aunque podríamos despistarnos en rodeos
inútiles. Al parecer, quién decidió variar el recorrido por este
nuevo itinerario se olvidó de las necesarias marcas por esta zona, o
bien han sido destruidas por la meteorología. Los numerosos
senderos que veo podrían haber sido hechos por el ganado en su
devenir por este pequeño puerto, o bien por los propios
peregrinos..; viniendo en estos tiempos muchos ciclistas, también
han podido crearlos ellos, ya que suele ser habitual entre nuestros
compañeros de “dos ruedas” elegir diferentes opciones para un mismo
intervalo, especialmente si no hay un itinerario bien marcado.
Por suerte, 300 metros más abajo vuelvo a reencontrar nuestro
Camino en una vaguada. A partir de ahí se inicia una pronunciada
bajada, tan fuerte o más que la que debimos sufrir en la anterior
etapa en el descenso del Calvario. Por fortuna no
tendré ninguna dificultad en la bajada, pero pienso en Francesc
y me preocupa… Tras el fuerte desnivel, se abre a nuestra
vista una gran planicie, con espectaculares dehesas a ambos lados
del camino. Las encinas están muy espaciadas en ocasiones, y se
aprecian claramente los cuidados de sus propietarios: labrando el
terreno, saneando los árboles viejos o enfermos, quitando el ramaje
muerto y eliminando matorrales nocivos. Algunas encinas tienen un
tamaño descomunal, con copas que llegan a sobrepasar los 40 metros
de diámetro. También se ven por aquí algunos animales pastando; en
ocasiones veo nítidamente al pasar hermosos ejemplares de ganado
vacuno luciendo sus lustrosos pelajes de variados tonos, desde el
canela al azafranado. Con ayuda del ‘zoom’ logro sacar desde lejos
varias fotos ilustrativas.
Sobre las 10.50h distingo en el lado izquierdo, a unos 200 metros,
el conjunto de edificaciones de “El Encinarejo”, y
media hora después paso junto a la pista que se encamina al cortijo
“El Chaparral”. El pueblo no puede estar ya lejos, según
señala mi mapa abreviado de la etapa; debe distar desde el último
cruce señalado 1,5 Km. aproximadamente. En efecto, a las 11.35
entro por la parte alta de la villa, justamente por el largo carril
donde se halla el albergue público. Pero al pasar ante él veo
que está cerrado, con una notita en la puerta que nos encamina hacia
el Ayuntamiento…. No pierdo tiempo; veo claro que debo ser el primer
peregrino en llegar, pues de lo contrario habría alguien dentro. Sin
detenerme, bajo raudo calle abajo para ‘cascarme’ 1.5 Km. más en
esta etapa...
<
entrando en El Real de la Jara
>
Cuando desemboco en la plaza mayor de El Real, alguien que me
ve venir me avisa que debo ir a buscar la llave a la Oficina de
Turismo, situada en una calle adyacente; tercer ‘movimiento’ de
algo que empieza a parecerse al ‘juego de la oca’… Pero el juego
sigue: una vez ante esa Oficina me la encuentro cerrada;
aunque también tiene su cartelito, que me destaca con una llamativa
flecha cierto teléfono móvil… Ya empiezo a estar mosca, y dudo entre
cabrearme o tomármelo a coña… Por suerte, en esta ocasión he
claudicado de mis principios “puristas”, cargando con el viejo móvil
que mis hijos me habían regalado hace años; de manera que llamo al
nº indicado, y me sale un señor diciendo que me dirija directamente
al Ayuntamiento….
Tuerzo
nuevamente la esquina de la plaza y, ¡caramba!..., empezamos a ver
la luz: el Excmo. Ayuntamiento de el Real de
la Jara
está abierto. Una secretaria me dirige al 1er. piso y,
efectivamente, ya hemos alcanzado la cámara del “tesoro”,
encarnado por una eficaz señorita de nombre Mª Ángeles.
La chavala me recibe con abierta simpatía y enseguida me facilita
las llaves del albergue, rogándome que salvo algún caso
excepcional no facilite el acceso a nadie... La chica me explica que
han tenido algunos problemas cuando alguien poco escrupuloso
franquea la puerta al primero o primera que se presenta, sin ir
debidamente acreditados... Para evitarnos esa responsabilidad,
tienen aquí por norma que todos los peregrinos se personen
previamente en el Ayuntamiento para identificarse, y allí se les
entregará una llave por persona o grupo si así lo aceptan. Solo
cuando aparezca algún peregrino/a con graves daños, podemos saltar
esa norma y franquearle el paso, a condición de que alguien se
acerque con su credencial y DNI para formalizar la inscripción en su
nombre....
Al parecer esta muchacha es la concejala de turismo y cultura,
que en temporada alta debe ser auxiliada por alguien que lleva la
cercana Oficina
de Turismo.
En estas fechas suele venir poca gente por aquí, y debemos
comprender que no esté toda la estructura de recepción ‘pistonando’
al 100%; por ese motivo hemos encontrado esa oficina cerrada. Lo que
más me gusta de la chica es su reacción cuando la apercibo del
problema con los ‘pseudo-peregrinos’ motorizados… De inmediato se
hace cargo del asunto, quedándose la hoja de papel donde
transcribo literalmente los nombres de estas personas, con el resto
de datos. Sin dejar un momento de sonreír, Mª Ángeles me
asegura que este grupito no se alojará en el refugio
público de este pueblo… También me promete que pasará aviso a
sus compañeros de los albergues inmediatamente posteriores en
dirección a Zafra y Mérida...: me garantiza que les remitirá
inmediatamente vía e.mail la misma lista que yo le
acabo de entregar. La chica me dice que no es la primera vez que se
encuentra con casos parecidos; añadiendo que para estos asuntos, y
otros temas de interés general, suelen pasarse información a diario
todos los hospitaleros de los pueblos comprendidos en el
entorno de las 3-4 jornadas anteriores y posteriores...
La
muchacha me pregunta a continuación si estoy interesado en conocer
la historia y costumbres del pueblo, a lo que accedo. Luego, ante su
manifiesto entusiasmo citándome de corrido los primeros detalles
identitarios de El Real, decido escuchar la amplia exposición
que me hace apoyándose en un folleto informativo, la cual se
esfuerza ella en condensar en lo posible. Mientras habla, va
señalando sobre el mapa de la localidad la ubicación de sus
principales hitos monumentales…Terminada su exposición, abono a
Mª Ángeles el importe de la estancia (8 € por cabeza) y me
despido de la concejala, agradeciéndole su buena acogida.
Naturalmente me llevo el plano-guía del pueblo, que luego me sería
de gran utilidad.
Finalizado
el trámite de inscripción, retorno a albergue sin más demora.
Por el camino me cruzo con Henry, a quién encamino hacia las
dependencia municipales donde me han atendido… Al llegar por fin a
nuestro refugio, me sorprende gratamente el formato del
edificio y su evidente robustez; pero no me entretengo mucho en
examinar esos detalles ahora, primero necesito una buena ducha…
Luego comprendería el porqué de la original fachada del edificio, y
su atípica estructura del interior; algo que aclara el plano-guía
que me han entregado, y explico cumplidamente en nota al margen
(ver Nota 8 al final
del capítulo).
Paso a uno de los dormitorios y elijo una litera para
Francesc y para mí, dejando algo de ropa en ambas colchonetas.
Mª Ángeles me había confirmado que éramos los primeros en
llegar, por lo que no pierdo tiempo en meter la nariz en los otros
dormitorios, y me voy directamente a los aseos para ducharme. No he
terminado de desvestirme cuando oigo a alguien llamar a la puerta.
Como el cuarto de aseo tiene una ventana, levanto la persiana para
comprobar que se trata de Carlos, al que doy las señas del
Ayuntamiento. Me excuso con él por estar ya duchándome, pero también
por tener que seguir la pauta que me ha indicado la
concejala-hospitalera… Así se lo explico al amigo Carlos, que no
acaba de entenderlo pero no pone muchas objeciones...; le sugiero
que deje la mochila en el pasillo lateral de terraza,
tranquilizándole con que ya estaría yo pendiente de ella, para
meterla dentro tras ducharme…
Marcha Carlos y muy poco después vuelvo a sentir una nueva
llamada, en esta ocasión oyendo la charla de varias personas…. Estoy
en ya en pelotas y enjabonado, pero me asomo a duras penas por la
ventana, sin poder distinguir bien quienes son; aunque oyendo
sus comentarios percibo un claro acento gallego. No se quienes
pueden ser, aunque por los atuendos que atisbo no parecen
peregrinos. Ellos han debido ver seguramente la mochila de Carlos
desde la calle, y esperan que su propietario les abra la puerta…
Decido hacer caso omiso y sigo con mi tarea, imaginando que tirarían
recto hacia el pueblo…; pero no, en pleno enjuague se repiten los
golpes , que ahora ya alcanzan la categoría de aporreo.., y alguien
grita: --¿¡Hay alguien dentro!?..
Un
poco molesto, sin poder soportar los desmedidos golpetazos, decido
secarme someramente y me acerco a la puerta de entrada al inmueble.
Cubierto con la toalla, asomo la cabeza por una rendija de la
mampara batiente y veo dos hombres y una mujer, que no tienen ni por
asomo pinta de peregrinos. Les ruego de la mejor manera posible que
dejen de golpear, prometiendo atenderles en unos minutos….Uno de
ellos suelta entonces un comentario cuyo tono no acaba de gustarme…,
poniendo en duda que me estaba duchando en este momento. Ese
comentario, que no recuerdo con exactitud ahora, fue lo bastante
impertinente como para merecer ya una respuesta proporcionada, y
desde luego no me la ahorré.... Tampoco recuerdo esa respuesta mía,
pero sí que fue bastante agria, soltada a bote pronto mientras les
daba un portazo en las narices; tras lo que proseguí con mi aseo,
ahora bastante alterado por el incidente…
Finalizo mi ducha y, como observo que el trío continúa afuera, no me
demoro mucho en abrir de nuevo la puerta; escenificando mi actuación
con una pose deliberadamente expresiva: pelo remojado y revuelto,
toalla cubriéndome a modo de taparrabos y chancletas a medio
abrochar… Ante la elocuencia de la imagen, bajaron de inmediato los
malos tonos del par de caballeros, pero no todavía el de la señora,
que por lo visto necesitaba reivindicarse. La gallega tiene la
ocurrencia de preguntarme si soy peregrino, poniéndome la “bola”
propicia para remacharle (soy muy rápido de reflejos): --y
tú…acaso eres peregrina?---
Viendo
el cariz que tomaba el asunto, conmigo plantado en el quicio de la
puerta y ellos fuera…, los dos hombres demuestran tener tablas y
apartan cariñosamente a su intempestiva compañera pidiéndome
disculpas por la forma en que se habían presentado…Se presentan
ahora brevemente como miembros a una asociación de amigos del
Camino Mozárabe, en gira para calificar la calidad de los
albergues… No les dejo alargar más los preámbulos, visto que el
malentendido se había despejado ya. Aquí se acaba la
tensión, y ya todos en sintonía les ruego que pasen a la mesa
de la sala de estar, mientras yo acabo de vestirme.
Cuando
me reúno con ellos en la oblonga sala-comedor, la chica también
acaba por disculparse, quedando patente que es la mas novata del
grupo. Salgo un momento para entrar la mochila de Carlos
y luego me pongo a la entera disposición del grupo. Les aporto los
datos que he logrado conocer de esta casa, a la que acabo de llegar
y todos juntos, llegamos pronto a la conclusión de que merece una
buena calificación por como está su interior, y también por los
antecedentes que les explico del buen recibimiento de la concejala
Mª
Ángeles.
En la distendida conversación que siguió a este incidente, los
gallegos justifican su precipitación por los numerosos casos de
intrusismo que han llegado a ver en otros albergues… Yo me
imagino, por otro lado, que esta mañana ya debían haber girado dos o
tres visitas, a otros tantos finales de etapa, y con esta querían
cerrar pronto su jornada matutina, para irse a comer a algún mesón.
Su impaciencia por hacer el acta de este Refugio, antes de
acudir a la cita culinaria, ha debido ser la causa de esa
precipitación al enjuiciarme prematuramente… Lo de la ducha les sonó
de principio a cuento chino, quizás porque yo solo les respondí a la
tercera llamada…; lo acaban de entender cuando les informo de mis
limitaciones auditivas.
Deduzco de nuestra conversación con ellos, que en el primer contacto
de cada visita no suelen informarse directamente con los
hospitaleros. Es algo que parece lógico: para hacer un chequeo
efectivo del funcionamiento de los albergues tienen que
presentarse por sorpresa. Queda evidente en la charla que no han
conectado previamente con Mª Angeles, porque al informarles
sobre nuestra denuncia acerca de los “falsos peregrinos” me
confirman su desconocimiento del asunto. Como es natural mostraron
interés por ese tema, tomando nota para consultar posteriormente con
al concejala e intentar seguir la pista al ‘sexteto motorizado’ en
etapas sucesivas. Tras sacar varias fotos del interior del
albergue, marchan los gallegos y yo me dispongo a salir al
encuentro de Francisco; no quisiera irme a comer sin él.
Cuando
estaba a punto de salir regresa del pueblo Carlos y
completamos la ocupación del dormitorio nº 1, que como los dos
restantes tiene capacidad para 4 plazas. Como suele hacerse en estos
casos hay que distribuir los enseres entre las 4 colchonetas. Dejo
luego al extremeño y salgo al encuentro de nuestros respectivos
amigos Francesc y Antonio, aunque como veremos muy
pronto mi salida será en vano… Recorro a buen paso 1,5 km., hasta
llegar a la altura del cortijo El Chaparral, pero no logro
contactar con ellos. Carlos me había dicho que F.
viene bastante mal; que estaba sufriendo un auténtico ‘calvario’
cuando él se despegó de la pareja en la bajada del puerto. Según le
confesó su amigo Antonio tenían que parar con demasiada
frecuencia…, y no podían predecir la hora de llegada a El Real.
Mediado el trecho recorrido me he cruzado con el matrimonio francés.
También Christine viene mal de los pies... No me extraña
porque ambos cargan con unas mochilas desmesuradas. Jacques
la ha liberado de parte de la carga, pero ahora viene el pobre
cargado como un burro y podría cascar él: lleva al menos 16 Kg.
encima. Yo venía mentalizado para acarrear la mochila de F.,
que debe andar por los 9 Kg., pero no me atrevería a intentarlo con
esa mole que lleva el francés, y menos calzado con mis livianas
chancletas…
El
sol pica de lo lindo; son ya las 13.30 y decido sentarme a esperar
10 minutitos mas, haciéndolo bajo una encina donde hay una roca
idónea para acomodarse. Mas la espera resultará finalmente
inútil y decido regresar, porque no se puede estimar el tiempo que
tardarán en llegar los colegas...
Retornado a nuestro albergue, me encuentro a Carlos en
plena ducha. Me aconseja que baje ya al comer; el se quedará hasta
que lleguen nuestros amigos, para bajar luego con ellos. Me aclara
que han hecho los tres un abundante almuerzo antes de salir; por lo
que no descarta prescindir de la comida del mediodía: si llegan
demasiado tarde harían un breve ‘tentempié, para luego
zamparse una cena anticipada a las 6 de la tarde…
No
tengo que deliberar mucho sobre el lugar donde comer en el Real
de La
Jara.
Cuando a las 14.30h llego a la plaza de Andalucía, a la
altura del Ayuntamiento pero en el lado opuesto, me informan que a
estas horas solo encontraría abierto el “Mesón
La Cochera”.
Allá me dirijo, y allí nos encontraremos todos finalmente….
“La
Cochera”
era precisamente el único establecimiento del ramo sugerido por la
guía de El Pais-Aguilar (también
era entonces, y sigue siéndolo hoy, 5 años después, el más conocido
en Internet).
Al ingresar en la gran sala me causa muy grata impresión; es un
lugar sugerente, que invita a sentarte para degustar los clásicos
platos serranos de estas comarcas. Pero tras completar mi
consumición, no se cumplirían en absoluto las expectativas y me
llevo una gran decepción: me sirven una comida lamentable, por no
calificarla peor... Pero vamos por partes, porque “no solo de pan
vive el hombre”: mientras esperaba que me sirvieran el 1er plato me
entretuve en recorrer con la vista la gran estancia-comedor de la
tan cacareada “Cochera”, mientras refrescaba mi reseco
gaznate con una mediana jarra de cerveza…
(ver Nota 7).
-Nota
7-
Mesón “La
Cochera” (El Real de la Jara):
El comedor
ocupa íntegramente una gran sala rectangular de altas paredes,
cuyo precedente uso lo dicta explícitamente su nombre. La
techumbre, soportada por grandes vigas de roble, está forrada con
madera vista; congeniando muy bien con ella media docena de
interesantes lámparas, que iluminan correctamente el local; de
manera que este permanece en una grata semi-penumbra. Dichas
lámparas han sido montadas sobre otras tantas ruedas de carro, que
cuelgan de las vigas soportando cada una de ellas una decena de
focos en su circunferencia. Finalmente es también muy sugerente la
decoración de las cuatro paredes del recinto, con una completa
variedad de antiguos aperos de labranza y otros adornos agrícolas.
Llega finalmente mi comida, y por desgracia para mí el gran chasco
del día; porque en un lugar tan agradable como este no podía
esperarme algo así… No recuerdo ahora el resto de opciones del menú,
solo que me decido por lo más sencillo que encuentro: macarrones
y “pescado atlántico” (designación literal en la
carta). Pese a la sencillez de mi demanda, ambos platos resultarán
“inolvidables”; pero no por su exquisitez precisamente, sino por
duros, resecos, gomosos o insípidos contenidos. El pescado, que
podría asegurar se trata de una aguja, probablemente había
sido cocinado el día anterior y ahora lo han debido recalentar sin
más. Al menos se podrían haber molestado en “asearlo” con un poquito
de salsa de tomate. En cuanto a los macarrones, además de reciclados
estaban sencillamente mal cocinados; resultando duros, gomosos e
insípidos. Eso sí, quisieron ser generosos conmigo y me regalaron un
platazo atestado “hasta el 2º anfiteatro”… Ante este panorama, trato
de refugiarme en el habitual tinto de verano; pero ni siquiera este,
algo desabrido, acude en esta ocasión al rescate. En suma, una
comida impresentable; impropia de un bonito pueblo serrano,
como es indiscutiblemente el Real de
La Jara.
Pese a las deficiencias del menú, intento comer todo lo que puedo,
porque el cuerpo necesita combustible para seguir manteniendo el
tipo en sucesivas etapas. Mientras mastico ‘abnegadamente’ los
macarrones, veo entrar a los tres ‘encuestadores’ gallegos… ¿Dónde
demonios se habrán metido hasta estas horas?; posiblemente habrán
ido a tapear a alguna otra parte… Pero bueno, ellos no me interesan
demasiado. Ahora bien, como tengan que calificar este mesón…. les
faltará papel para escribir. Por el momento les veo muy sonrientes,
me hacen de lejos un saludo, que yo devuelvo y sigo con mi paciente
labor de masticación… Por fin recibo la buena nueva que deseaba, a
las 15.15 veo aparecer por el portón a Francesc con los
cacereños… Me comentan que llegaron a nuestro refugio
exactamente a las 15.00hh, es decir 3 ½ horas después que yo.
Apuro mi café junto a los compañeros y luego retorno al albergue;
ellos tiene para rato…De regreso no encuentro a nadie en la casa,
pero ha debido llegar alguien más, porque observo unos trapos
colgados en la galería exterior. Eso me da la idea de lavar ya algo
de ropa, aunque solo sean la camisa y ropa interior de la jornada.
Para tenderla me encamino a esa misma galería, que circunda el
edificio a la altura del piso superior. Se accede a ella por una
escalerita vista que arranca junto a la única puerta de entrada al
inmueble… Recorro luego la curiosa balconada, cuya amplitud no
alcanza el metro, por la que puedo acercarme a la parte de atrás del
edificio, plenamente soleada a estas horas, y así puedo completar mi
visión de este insólito albergue. Resulta ser la
antigua cisterna comunal del pueblo
(ver Nota 9 al final del capítulo),
como así lo indica el folleto publicitario que me entregó la
concejala. Finalizo mi paseo por el corredor comprobando que este
ciñe la estructura de la edificación justamente a la altura del
forjado de la primera planta. La balconada está protegida en todo el
contorno con una valla metálica, que nos sirve perfectamente como
tendedero, y su altura es irregular sobre el terreno en fuerte
desnivel donde está empotrado el inmueble. Finalizada mi tarea, y mi
breve excursión por nuestra residencia de hoy, corro raudo en busca
de la colchoneta para echar una ‘siestecita’.
<
El Real de la
Jara, albergue
municipal “El Realejo”
>
A las 18.15 regreso al centro del pueblo para visitarlo a mis
anchas, ya que lo poco que he visto de él me ha gustado mucho.
Ahora, ya descansado, me encuentro en plena forma para hacer esa
visita, llevando el plano-guía que me regaló Mª Ángeles. A la
excursión se apunta también el buenazo de Antº de
la Rosa,
hombre curioso donde los haya, con muchas ganas de empaparse de todo
lo que sale al paso, como yo mismo. No me extrañaría nada que, a
partir de esta primera experiencia, se abonara a recorridos
sistemáticos por las rutas de Santiago…
Tras cruzar todo el centro urbano iniciamos la subida al Castillo,
principal monumento de esta villa
(ver Nota 9 al final del capítulo).
A media subida de la ladera donde se asienta había un nutrido rebaño
de merinas, cerca ya de los bien conservados muros de la
notable fortaleza medieval, desparramadas en el interior de un
elemental cercado. Su presencia otorga de alguna manera
‘autenticidad’ al monumento, aunque no sabría decir porqué; quizás
por ser habitual complemento en las tomas cinematográficas que
suelen darse de estas fortificaciones medievales; a las innumerables
filmaciones historicistas hechas en nuestro país me remito… El
emplazamiento del Castillo de El Real, a 1km. escaso del
centro del pueblo, es inmejorable. La colina donde se asienta no es
demasiado elevada, y la agradable temperatura hace muy fácil el
paseo.
Cruzamos la única puerta de acceso al interior del recinto por su
flanco Sur, lindante con la localidad, para subir de inmediato al
adarve junto a la torre del homenaje. Desde allí se pueden
disfrutar unas magníficas vistas de El Real de
la Jara,
así como de sus confines sureste y noroeste. Por el primero de ellos
hemos llegado desde Almadén, y por el segundo saldremos
mañana rumbo a Monesterio. Por cierto, en esa dirección
divisamos perfectamente desde la muralla el pequeño Castillo de
las Torres, distante de aquí tan solo 1 km..
Regresamos al pueblo y callejeamos un poco. La Plaza
de Andalucía,
donde se ubica el Ayuntamiento, es un excelente lugar de relax. Está
bastante bien urbanizada y muy cuidada, de manera que atrae como un
imán a los forasteros como nosotros. En el centro geométrico de la
plaza, nos detenemos ante el que probablemente debe ser el principal
‘icono’ de esta localidad: el monumento a un legendario ciervo que
dio pie a una bonita leyenda de tiempos de la Reconquista
(ver fotos y Nota
9 al final del capítulo).
Sacamos un par de
fotos y a continuación proseguimos en dirección al refugio,
zigzagueando por diferentes calles. Son las 19.20h y le digo al
compañero Antonio de
la Rosa
que quisiera acercarme a la iglesia, por ver si hacen misa. Al
llegar a su altura Antonio pasa de ritos, y prefiere seguir
hacia el albergue, pero yo me dirijo a la parroquial de
San Bartolomé, cuya blanca y esbelta torre veo desde lejos,
refulgiendo bajo los vespertinos rayos solares… Lamentablemente, una
vez más me llevaría un chasco con la misa, ya que por no sé por qué
historieta han decidido realizarla este día a las 21.00h; un horario
muy inconveniente para nosotros. Me replanteo qué hacer y decido
completar mi visita antes de regresar definitivamente al albergue:
no resulta viable el horario de la misa, pues tras ella se haría
demasiado tarde para cenar; además resulta harto dudoso que
Francesc decida bajar a misa con el ‘hándicap’ de sus delicados
pies, especialmente por lo distante que está nuestro cobijo de la
iglesia parroquial.... Por lo tanto me quedaré por el pueblo pese a
cargar con la bolsa de comida, hasta que se acerque la hora
apropiada para la cena, momento en que regresaría definitivamente a
nuestro refugio de la jornada.
<
El Real de la Jara,
el cronista junto al ciervo legendario >
Ni siquiera hago a Francisco una llamada telefónica para
consultarle; siendo las 19.40, decido proseguir tranquilamente con
mi paseo, tomando las últimas imágenes de este bello, limpio y bien
cuidado pueblo serrano; un digno exponente de lo que son los
pueblos andaluces. A las 20.30 he finalizado mi visita “turística”,
llevando puestas mis sufridas y ya veteranas chanclas de siempre. Es
el momento de encaminarse al albergue, donde llego diez
minutos después. Antes de entrar me he pasado por la valla para
recoger la ropa, que afortunadamente ha quedado perfectamente seca,
y de inmediato me dispongo a preparar la cena en la reducida
cocinita de este “bunker-cisterna”.
Los extremeños nos han imitado en esta ocasión, acompañándonos en la
mesa para cenar también una macedonia de frutas; en su caso
incorporando y revolviendo varios potes de yogurt… El resto de
inquilinos parece que están cenando fuera. Por lo que me cuentan
Carlos y Antonio, se han ocupado a la postre 9 de las 12
plazas del albergue. Los otros 5 ocupantes se distribuyen
entre los dos dormitorios restantes: Christine y Jacques
ocupando el módulo nº4, y en el nº5 el veterano Henry dormirá
en compañía de una pareja alemana. Pocos minutos después de iniciar
nuestra cena se incorporan al grupo los tres franceses, pero a los
alemanes no llegaremos a verlos; debieron regresar cuando los demás
estábamos durmiendo.
Con Francesc, los dos extremeños y la pareja francesa hemos
acabado formado un grupo muy bien avenido, dándose la circunstancia
de que tenemos además el mismo plan de etapas, al menos hasta
Mérida. Nos conocemos todos desde la primera etapa, donde
coincidimos en el albergue de Guillena, pero ha sido en este
pueblo de El Real de la Jara donde hemos congeniado
definitivamente. Es muy posible que el ‘affaire’ de los 6
intrusos haya contribuido inconscientemente a unirnos… La cuestión
es que, sin proponerlo explícitamente, a partir de hoy no dejaremos
de coincidir en los mismos refugios, hasta la última etapa de
este tramo ya camino de Mérida. La sesión médica que
sobrevino a la sobremesa, tras cenar, acabó de sellar la unión de
este grupo.
Christine y Jacques estaban esperando pacientemente a que
termináramos nuestra cena, sentados muy sonrientes en un extremo de
la mesa. Cuando acabamos, sacan su completísimo botiquín y
desparraman por el mantel de hule toda clase de artilugios para
curar ampollas, la mayoría totalmente inútiles a mi entender… Luego,
ella se sienta en el centro de uno de los bancos y pone el pié
derecho encima del mantel… En el costado corto del tablero se sitúa
su marido, con la linterna acoplada a la frente y los trastos
de pinchar preparados. La francesa tiene una enorme ampolla en la
parte central delantera del pié, justo bajo el dedo corazón. Viendo
eso nos podíamos imaginar su martirio… llevando la mochila acuestas;
y sin embargo el cuadro tenía una ‘vis’ cómica innegable,
especialmente para aquellos que lo observamos desde el otro lado de
la mesa…: F. y yo hemos optado por coger las cámara
fotográficas; pero Antonio de la Rosa no aguantaría mucho
viendo cómo se manejaba Jacques con la aguja y un algodón mal
empapado, y se decide por ‘saltar al ruedo’. Todos le habíamos
visto desenvolverse con Francesc en la jornada precedente:
como un consumado “maestro”, y cuando ruega al francés que le ceda
los trastos de “matar” este no puede negarse… Viendo la escena me
imaginaba a Francesc sufriendo ésa misma “faena” un par de
horas antes, y con el mismo manitas manejando los “trastos de
pinchar”; porque previamente a esta de Christine, ejecutada
en ambos pies, me había confirmado F. que él ya había pasado
por el trance...
<
faena profiláctica en
el albergue
'el Realejo' -¡hay que operar!..-
>
El maestro De la Rosa lo bordó en su segunda faena, y
finalizada la sesión de curas hacemos un poco de tertulia, durante
la cual vuelve F. a echar mano de su acreditada petaca
de orujo; un buen remate de la jornada, para irnos calentitos al
catre. Todos degustamos el ya famoso “oruxo carballado”,
brindando con unos vasitos de plástico por el éxito del la siguiente
etapa. Finalizamos la sobremesa a las 22.15h.
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-Nota
8-
“El Realejo”,
curioso albergue municipal de el Real de la Jara:
Como he
adelantado en el texto de la etapa, se trata de la antigua
cisterna del pueblo, construida en la ladera del monte, justamente
a la entrada de la localidad. El edificio está semienterrado en la
ladera, de manera que el muro opuesto a la fachada emerge
escasamente un metro sobre el terreno. La fachada linda con el
antiguo carril de acceso que, procedente de Almadén, es hoy
día la calle Pablo Picasso. El inmueble es propiedad del
Ayuntamiento de la villa. Por lo que parece debió
reestructurarse no hace mucho, para destinarlo a residencia
multiusos. Si observamos las fotos del reportaje gráfico,
comprobaremos que consta de dos plantas visibles. Cuando estuvimos
nosotros solo la primera de ellas estaba habilitada como
albergue de peregrinos, con un total de 12 plazas disponibles.
Pero dos años después, cuando he repasado y corregido el texto de
esta memoria,
leo en una “guía virtual del camino” colgada en Internet
que se ha ampliado la disponibilidad de plazas, añadiéndose otras
20 plazas en el piso alto distribuidas en dos dormitorios de 10
plazas cada uno, me imagino que acompañadas de otra batería de
aseos. Lo cual significa que ese inmueble, habilitado 100% como
albergue en la actualidad, ya estaba reestructurado durante
nuestra estancia, aunque probablemente el resto del espacio
disponible se destinaba a otros usos. Ello evidencia que el número
de peregrinos que concurre por este tramo de la Ruta Mozárabe
ha debido incrementarse notoriamente en los últimos años.
Solo puedo describir la
disponibilidad de servicios durante nuestra estancia, todo en el
ámbito de la planta primera. Nos encontramos con un coquetón
albergue; ocupando en su planta primera 5 módulos de medida
idéntica, que se han equipado en los espacios de otras tantas
cubas de la vieja cisterna. El techo de los módulos es de
bóveda de cañón con arco de medio punto, revestido de ladrillo,
que actualmente está encalado en color blanco, como las cuatro
paredes. Obviamente, la orientación de las bóvedas es
perpendicular a la fachada de la casa. La altura de la
planta no pasa de 3 metros, por lo que deduzco que bajo el
suelo deben quedar un hueco de al menos otros 2 metros de alto,
ocupando justamente la parte del edificio que está bajo el nivel
del suelo. Esto se aprecia claramente cuando se observa el alzado
del inmueble (ver fotos) que se eleva sobre el nivel de la
calle. Teniendo esta una fuerte pendiente, las cisternas quedaron
semienterradas con distinto fondo subterráneo. Para acceder a la
entrada principal es necesario utilizar una doble escalera
exterior, apoyada sobre un terraplén revestido con paredes
de hormigón.
Tres de los cinco módulos-cisterna estaban equipados como
dormitorios, concretamente los 1º, 4º y 5º; con 4 plazas por
habitación, dispuestas en dos literas. El módulo 2º sirve
como recepción y sala comedor, y está equipado con una mesa
corrida, un par de bancos y una amplia estantería al fondo.
Finalmente en el módulo 3º se han habilitado dos pequeños
espacios; destinado el primero a cocina y el segundo como aseo y
ducha. En ese módulo hay también una chimenea rústica,
ocupando uno de los rincones de la pared interior.
Pese a ser un equipamiento de reducidas dimensiones, nos hemos
sentido cómodos en todas las dependencias del albergue.
Supongo que cuando se hayan ocupado la totalidad de plazas (12)
habrá mas dificultad para acceder al aseo en ocasiones, pero en
nuestro caso no hubo ningún problema.
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Nota 9-
El
Real de la Jara:
Orígenes y reseña histórica. Leyenda y hechos fehacientes del
Castillo. Patrimonio arquitectónico.-
Situado en las estribaciones de la Sierra Norte sevillana,
este pueblo está situado a 535 mt. de altitud sobre nivel del mar.
Fuentes acreditadas sitúan sus orígenes en época romana;
hipótesis perfectamente coherente con el hecho de que la
calzada imperial XXIV cruza su término municipal, aunque no es
seguro que lo hiciera exactamente por el centro de la localidad.
Algunos historiadores incluso llegan a considerarla una población
de fundación tartésica, (siglos VI-VIII a.C.). En la
alta edad media (siglos V a VIII) estuvo despoblada, y se volvió a
repoblar intensamente en época almohade; llegándose a emancipar
del califato de Córdoba en 1.148, según consta en archivos árabes.
En esa época, los musulmanes la denominaban “Xara” (en
castellano jara), por la gran abundancia de ese matorral en
sus inmediaciones. En la ofensiva de 1225-1227 fue tomada la plaza
por los caballeros de la orden de Santiago, bajo el mando
directo de Fernando III de Castilla y León (“el santo”).
De esta acción se deriva la leyenda de que “…un ciervo guió a
la hueste cristiana hacia el punto más vulnerable de la muralla
del Castillo, facilitando su asalto y conquista”. Poco después
(1248) la población fue puesta bajo el mando de Sevilla,
tras la conquista de la capital andaluza por el mismo monarca
castellano-leonés.
Los cristianos construyeron el Castillo que conocemos sobre
las ruinas de la fortaleza musulmana, en una fecha no precisada
con exactitud, pero que suponemos casi inmediata a la toma de la
plaza. Por sus grandes dimensiones, podría denominarse
fortaleza con mas propiedad que castillo. Ocupa un
recinto semi-cuadrangular, con dos lados de unos 62 metros
(Norte y Este) y otros dos bordeando los 50 (Sur y Oeste).
Solo falta un trozo de muralla en el lado Oeste. Se conservan,
aunque recientemente restauradas, 5 importantes torres
cuadrangulares, incluida la ‘torre. del homenaje’, así como
3 de ellas mas pequeñas de factura semicilíndrica, que refuerzan
los paños de muralla mas largos. En el enorme recinto de este
Castillo y sus aledaños estuvo acampado el ejército cristiano
a mediados del siglo XIV, antes de emprender la acción que
llevaría a la crucial victoria cristiana en la batalla de El
Salado , bajo el mando directo del rey Alfonso XI. De
este hecho histórico deriva el derecho de esta fortaleza a
ostentar desde entonces el título de Real, de donde también
proviene el nombre de su población.
Durante la segunda mitad del siglo XV
la población se distinguió en dos señaladas ocasiones,
favoreciendo en ambas la causa de los RR. Católicos:
primero en el conflicto civil que enfrentó a Isabel de Castilla
con La
Beltraneja y a finales de centuria (1498) enrolando una
milicia con destino al cerco y conquista de
Granada. Por ambas acciones recibieron de los reyes el
Fuero Real con dictado de
“Lealtad “. Finalmente, como su
vecina Almadén, también fue distinguida por las Cortes de
Cádiz por su notoria contribución a la victoria de Bailén,
durante la Guerra
de Independencia.
Esta reseña histórica justifica
la simbología de su escudo: bajo la corona real, tres
campos con: la cruz de Santiago y el torreón del
castillo compartiendo la mitad superior; ocupando la mitad
inferior un ciervo contrastado como fondo sobre un
tramo de muralla.
Patrimonio arquitectónico .-
En el interior del pueblo cabe señalar
a dos edificios de carácter religioso. Aún siendo de menor
envergadura, yo destacaría en primer lugar la antigua
Ermita
de Ntra. Sra. de los Remedios:
se trata de un edificio relativamente pequeño, utilizado como
ermita cristiana desde los tempranos años de la conquista. Consta
de dos cuerpos: rectangular el primero, que podría ser
considerado una especie de atrio, y octogonal el segundo. Opinan
algunos expertos en arquitectura musulmana hispánica que este
último recinto podría ser el “mihrab” de la antigua
mezquita. A mediados del siglo XIX, el edificio pasó a utilizarse
como depósito carcelario, y finalmente ha vuelto a recuperarse
nuevamente como ermita en tiempos recientes. Como sabemos, era muy
común conservar las mezquitas, o una parte de ellas, para usos del
culto católico…
En cuanto a la iglesia parroquial de San Bartolomé,
se trata de un edificio mudéjar, cuya estructura original
es del siglo XV, con ampliaciones y retoques en el XVI y XVIII. Es
muy bonita y esbelta la torre campanario de tres tramos. Este
templo está considerado como el mejor exponente de la
arquitectura mudéjar en la Sierra Norte de
Sevilla. Ambos monumentos estaban cerrados al público cuando los
visité.
Antonio Garcia Marquez
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