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CAMINO DE SANTIAGO: --Ruta MOZÁRABE--

SEVILLA—SANTIAGO por la VÍA DE LA PLATA y la Variante Sanabresa


por Antonio García Márquez



Cap.III / (2ªEtapa=18Km) GUILLENA-CASTILBLANCO de los Arroyos (30 Septiembre, Miércoles)  

        Iniciamos esta jornada con los mejores auspicios. Junto al improvisado albergue de Guillena hay un bar que funciona desde primera hora de la mañana; o al menos está abierto a las 8, cuando nos acercamos a desayunar. Sabemos muy bien que esto es un lujo a lo largo del Camino, especialmente por la Ruta de la Plata. En el bar ya está desayunando el francés Henry, abuelo del grupo de peregrinos con quienes hemos compartido nuestra primera noche… Bueno, para ser precisos Francesc es algo mayor que él: el francés debe rondar los 70 y mi compañero ya cuenta hasta 72... Henry es un veterano en estos avatares, que como yo sale a recorrer el Camino cada año, desde hace mas de veinte… Me gusta su talante, poco hablador habitualmente…pero buen “escuchador”. Transcurridas varias jornadas iría conociéndolo y apreciando su sapiencia: cuando interviene en alguna conversa suele dar siempre en el clavo sin grandes discursos… Habla muy poquito español, como buen francés; aunque en esto nos parecemos nosotros a ellos. Nos acercamos a saludarle un momento mientras esperamos a los cacereños, y se muestra muy accesible y sonriente con nosotros, algo que nos es fácil encontrar de buenas a primeras en cualquiera de sus compatriotas… Creo que el motivo de esta positiva actitud está en su hábito de venir al Camino en solitario. Eso le  ha supuesto necesariamente un mayor roce con los españoles, que sin duda ha contribuido a romper el tabú que suele distanciarnos un tanto de nuestros vecinos transpirenaicos: ese viejo recelo de raíz histórica que tanto nos cuesta  superar…   

        Carlos y Antonio, nuestros anfitriones al incorporarnos al Refugio, no tardan en aparecer.  Empezamos a desayunar juntos, pero los extremeños  se lo toman con más calma que nosotros y nos decidimos a iniciar la etapa sin ellos sobre las 8,30. Antes de salir, les comentamos que solemos arrancar cuanto antes cada día, porque preferimos aprovechar las primeras y frescas horas de la mañana, para no torrarnos bajo el sol justiciero del mediodía... De hecho en esta jornada  ya salimos algo tarde, por ser etapa muy corta (18 km) y esperarnos un Refugio relativamente grande en nuestro destino de la etapa… Ellos no lo entienden muy bien, y no prestan demasiada atención al razonamiento que hacemos; aún no se han sacudido el ‘barniz de turistas’ que suele acompañar durante las primeras jornadas a los novatos…. -Ya lo iréis entendiendo en próximas jornadas-, les decimos antes de partir. Quedamos citados para encontrarnos en el albergue de Castilblanco

      Durante los primeros 3 km. del recorrido dejaremos atrás la periferia del Guillena. Luego vadeamos el río Rivera de Huelva por un pontón improvisado sobre simples tubos de hormigón. Poco después cruzamos bajo la autovía A-460, pasando bajo un puente y, finalmente, tras atravesar un pequeño polígono industrial, desembocaremos en la preciosa campiña sevillana poniendo rumbo hacia la Sierra Norte…  Durante  unos 4 km. caminamos por la amplia Cañada Real de las Islas, jalonada por hermosos trigales recién cortados y exuberantes olivares. Es en este tramo donde nos alcanzan los extremeños, que han seguido nuestros pasos caminando a “marchas forzadas”… Nos alegra mucho la incorporación de estos amigos, y junto a ellos pronto atravesamos los lindes del parque forestal de la Sierra Norte de Sevilla. El acceso se realiza cruzando un “paso canadiense”, clásico dispositivo que evita el tránsito de animales salvajes como ciervos ó jabalíes, o bien del ganado vacuno o porcino que, como veremos en jornadas sucesivas, pasta libre en las amplias dehesas comprendidas en este parque natural (ver imagen en reportaje gráfico 2ª etapa). 

Parque Nat. SIERRA NORTE SEVILLANA, Francesc y Antonio junto al paso de acceso 

         Se necesitan pocos metros tras el acceso al parque para percibir la pureza del ecosistema que nos rodea. Sin alcanzar todavía la espectacularidad de lo que nos espera en las etapas sucesivas, todo lo que vemos y olemos nos transmite que estamos en una tierra prácticamente virgen, donde la presencia humana está perfectamente controlada y adaptada al entorno sin alterarlo de manera perceptible.  Avanzamos ahora por una estrecha pista que serpentea sobre terreno bastante ondulado, aunque sin grandes desniveles. Abundan el lentisco y la jara entre ásperas encinas de escaso porte, intercaladas con arrayanes (mirtos) y acebuches. El monte es áspero e intuyo que debe ser prolífico en fauna cinegética, que naturalmente debe estar vedada de ordinario.

        Siguiendo las indicaciones de mi hoja de ruta, localizamos un pozo de agua potable en una amplia explanada situada a la derecha del Camino, la cual ha sido desbrozada por los responsables del parque. Es un lugar idóneo para hacer una parada y almorzar alguna cosa, algo en lo que  coinciden los extremeños con nosotros; de manera que nos acercamos al pozo, tras pasar la curiosa criba que los guardas han preparado junto al camino…. Porque la explanada de ese pozo está cercada por una alta y tupida alambrada, y para cruzarla hay atravesar un torno de mecano-tubo, ingeniosamente ideado para evitar que escape el ganado. Podemos dar fe de la efectividad de este artilugio, ya que es casi imposible atravesarlo con la mochila a cuestas, y no tenemos más remedio que llevarla a mano para poder franquear el paso.

     En el pozo hay una bomba manual, que nos permite sacar agua para beber y refrescarnos un poco. Se trata de la clásica bomba de palanca, cuyo accionamiento me trae gratos recuerdos de la infancia: en los años 50 la usábamos en mi casa familiar, en Málaga, para bombear el agua desde la planta baja del edificio comunitario al 3er. piso que ocupábamos.     

     Como hemos desayunado muy bien antes de salir, nuestro almuerzo será de lo más frugal. Carlos y Francesc sacan unos higos secos, y rivalizan entre sí a ver cuales gustan más…. Ambos tienen higueras en fincas de su propiedad, y lucen sus conocimientos explicando las técnicas de desecación…. Mientras debaten acerca de las bondades de sus azucarados higos, Antonio de la Rosa y quién suscribe nos limitamos a comer… y repartir parabienes, porque todo el material que nos sacan del zurrón resulta ser de 1ª calidad… Acompañamos los higos con varios trozos de pan, que he ‘pispado’ en el bar y los bajamos con buenos tragos de agua del pozo.

    Devoramos todos los higos, y felicitamos a sus proveedores, de manera que la cosa queda en empate. Finalizado el almuerzo, los protagonistas intercambian sus direcciones para enviarse diferentes semillas y otros productos de sus factorías campestres; también se intercambian recetas… Aunque el áspero prado herboso donde estamos no tiene especiales atractivos a la vista, si es notable por sus agradables olores....Mientras los cultivadores escriben sus apuntes sobre temas agrarios, nos llegan desde las lomas circundantes los potentes efluvios de una infinita variedad de plantas aromáticas, que invitan a prolongar el descanso haciendo una siestecita anticipada... Pero no habría tiempo para eso porque hay que reemprender la marcha cuanto antes, y debemos abandonar  sin más demora este pastoril y bucólico escenario.  

    Analizada sobre nuestros esquemas, la etapa no presenta ninguna dificultad, y su itinerario no puede ofrecer sorpresas.  Recorremos un par de kilómetros por la agradable vereda del parque natural hasta desembocar en la carretera local C-433. Este tramo, en suave ascenso inicialmente, se empina luego progresivamente hasta los aledaños del pueblo de Castilblanco, nuestro destino.  Antonio de la Rosa ha hecho muy buenas migas con Francesc y, muy animados en su interminable coloquio, se van quedando algo rezagados. Carlos, que es muy andarín, tira de mí como un demonio, hasta el punto que me cuesta seguirle….Ambos nos adelantamos notoriamente respecto a los compañeros, llegando con más de quince minutos de ventaja sobre ellos a Castilblanco de los Arroyos.  

     A la entrada del pueblo hay una bifurcación que nos aconseja informarnos en el primer lugar que encontramos, una oportuna gasolinera. Justo unos minutos antes ha empezado a llover de forma suave, aunque persistente. En la gasolinera nos indican que el albergue público está muy cerca, como a 150 metros siguiendo la calzada de la derecha. De hecho este ramal sigue siendo la C-433 por la cual hemos llegado, significando para Castilblanco una vía de circunvalación que evita un paso excesivo de vehículos por el centro histórico.

    Ha venido bien adelantarse a nuestros amigos, para ocupar cuatro colchonetas en la primera sala de las dos que tiene el establecimiento. Antes de separarnos de ellos, habíamos convenido evitar a toda costa la cercanía con el “gran roncador”, el francés Jacques, vencedor indiscutible en el ‘concierto’ de la víspera en Guillena. Esta primera habitación dispone de 6 plazas (3 literas), estando ocupada solo una de ellas al llegar nosotros; en seguida vimos que el inquilino de la misma era el veterano Henry, un compañero perfecto.  

     El Refugio de Castilblanco es un edificio regentado por el Ayuntamiento, que se ha destinado a varios usos. Las dependencias de la planta baja están vedadas a los usuarios del albergue: hay en ella dos puertas, situadas a izquierda y derecha de la escalera que accede al piso alto, que están cerradas con llave y exhiben sendos carteles relativos a diversas actividades totalmente ajenas a los peregrinos.

     En el piso alto han equipado dos dormitorios y una zona de aseos que se destinan al albergue público. Si no me equivoco, la capacidad total de alojamiento en literas es de 12 plazas, ya que he visto desde fuera el 2º dormitorio y parece idéntico al nuestro. Desde ambos dormitorios puede accederse a una amplia azotea, a través de sendas puertas acristaladas. Sin salir de nuestro cuarto, un simple vistazo me vale para distinguir en esa azotea dos picas para lavado de ropa, en evidente mal estado, y un par de irrisorios alambres destinados a tendedero... En cuanto a los servicios de aseo, los encuentro ajustados a la capacidad de alojamiento: dos módulos de ducha y otros tantos de WC y lavabo.  

CASTILBLANCO desde la terraza del Albergue

    Cuando estamos saludando a Henry, que acaba de salir de la ducha, entra muy sonriente la pareja Jacques- ChristineCarlos les señala imperativamente la habitación anexa con una sonrisa socarrona, y Jacques, que es de buena pasta, responde también muy sonriente que está muy de acuerdo aunque nos señala con el índice el dispositivo nasal que se ha comprado en la farmacia, para evitar los ronquidos. Nos reímos todos de buena gana, y nos congratulamos al comprobar que continúa el buen rollo de la noche anterior.  Sin pensarlo dos veces, Carlos y yo decidimos ducharnos rápidamente, antes que “desenfunden” sus mochilas la parejita francesa. 

     Finalmente llegarían nuestros compañeros Francesc y Antonio de la Rosa con 30 minutos de demora; pero todo encaja perfectamente, porque ya está terminando de ducharse el matrimonio francés y ahora tendrán expeditas las duchas para ellos... Como hay que esperar  a que los rezagados finalicen su aseo,  Carlos y yo decidimos lavar ropa y nos ponemos manos a la obra. Antes de empezar esa tarea, me he tenido que ocupar del tendedero. Los alambres que encontramos allí son cortos y están muy mal colocados. No tengo más remedio que improvisar un rústico, aunque práctico, tinglado con varias ramas secas de eucalipto que recojo por abajo y unos trozas de cuerda que hay en la misma azotea… La cosa funciona y podemos acomodar toda nuestra ropa en el ‘invento’.  Afortunadamente, ha dejado de llover y el sol sale y entra entre las nubes; con un poco de suerte, tras la comida podríamos encontrarnos con la ropa suficientemente seca como para guardarla en el dormitorio…

     Finalizo mi labores de lavandería a las 14.30; una hora perfecta para ir a comer, y decido avisar a Francisco y los demás que saldré a elegir el lugar idóneo. Desde la terraza he visto al menos tres establecimientos del ramo, al lado opuesto de la carretera…; están los tres en 50 metros, así que le indico a Francesc que pueden localizarme con mesa reservada en cualquiera de ellos. Pero antes de salir vuelven a caer algunas gotas de lluvia y me veo obligado a descolgar la ropa, para dejarla colgada en precario por varios rincones,  semicubierta por el voladizo del tejado o bajo las propias picas de lavar…: ¡esas fatigas son la sal y pimienta de la peregrinación!... 

    Entre los establecimientos culinarios elijo un amplio mesón, donde encuentro esa tranquilidad que tanto nos apetece a los peregrinos para relajarnos un poco durante la comida. Pido mi jarra de cerveza en la barra, y ocupo una mesa bien situada junto a una de las ventanas que dan a la carretera, para ver venir a mis colegas… Ellos se apuntarán también a la cerveza 10 minutos después…Ya reunidos, hacemos con calma el aperitivo mientras nos sirven la comida, y reanudamos la charla conjunta que hemos venido manteniendo con intermitencias durante la jornada. Es curioso, pero hemos conectado muy bien con esta pareja de extremeños. Nos conocemos hace solo 15 horas y parecemos ya colegas de varios años…

     La comida no tiene nada destacable; en cuanto a mi consumición tengo anotado en la agenda un gazpacho peleón y una discreta pescada a la plancha (naturalmente procedente del congelador), y por lo que se refiere al resto: tampoco nada que mejorase ese nivel. Lo mejor del momento es la agradable compañía. Tras el habitual café, Francisco tira de petaca, para ofrecer a nuestros nuevos amigos un vasito de “oruxo carballado” de cosecha propia,  nuestra ya acreditada especialidad... Me coge de sorpresa la aparición de esa petaca. Aunque el licor es muy bien acogido por todos, le doy a mi colega un imaginario tirón de orejas... por cargar esos 400 gr. extra  durante todo el viaje, solo para tener unos breves momentos de disfrute que se podrían conseguir pidiendo la pertinente consumición al camarero (Ver Nota 3 ). Naturalmente él lo hace para obsequiar a los compañeros de fatigas con un orujo que tiene un sello especial, luciendo de paso nuestras habilidades de destiladores clandestinos… Por otro lado, debo reseñar que ni él ni yo somos habituales consumidores de ninguna clase de licor; destilamos el orujo solo como hobby…, y para obsequiar a los amigos.  

-Nota 3-  El eterno problema del peso descontrolado de la mochila:   En diversas ocasiones he mencionado este problema, que supone un inconveniente muy difícil de solucionar para algunos peregrinos. Mi antiguo compañero Francesc, asiduo acompañante en estas aventuras, reincide una y otra vez en el mismo. Su mochila no suele bajar nunca de los 10 kg, sin incluir las habituales botellitas de agua y algún bocadillo, que eventualmente debemos ir reponiendo. Infinidad de veces le he insistido en la conveniencia de no sobrepasar los 7,5 kg., un hándicap recomendado por los veteranos que nos orientaron en nuestras primeras andanzas. Yo respeto ese límite y ni siquiera  suelo llegar a ese peso en mi bagaje.  Gracias a ello jamás he tenido problemas de ampollas, ni sobrecargas musculares o crisis en articulaciones… Y hablo desde la experiencia de 18 años haciendo el Camino, que afortunadamente nunca he debido interrumpir hasta ahora, acabando siempre en mejor forma física que al inicio de la aventura... Llevar esa petaca, o bien otros complementos prescindibles como una guía completa del Camino (aprox. 700 gr), es un lujo que no nos debemos permitir… si queremos evitar riesgos en lo fundamental, que es la culminación de nuestro objetivo del año, tan deseado cada temporada. Como veremos posteriormente, Francesc tendrá problemas en esta singladura, que finalmente le apartarán del Camino a mitad del trayecto previsto. Estoy seguro de que la causa fundamental  habrá sido el sobrepeso. Si además ya vamos teniendo unos cuantos años y no nos hemos entrenado lo suficiente, con la debida antelación a nuestra salida, pues la crisis estará casi asegurada…

            La sobremesa se alarga porque estamos la mar de a gusto, pero a nuestro amigo cacereño Carlos se le ve cansado y tiene que rendirse a la evidencia, marchándose antes que el resto en busca de la siesta… Tampoco me extraña eso, habiendo sufrido tras él su cadencia de marcha… De los cuatro es el que mayor ritmo ha llevado a lo largo de la jornada; porque su compañero Antonio de la Rosa se pudo relajar en los últimos 6 km, acompasando su caminar al de Francisco mientras charlaban tranquilamente. En cuanto a mi persona, decidí descolgarme del “correcaminos” en el último kilómetro, llegando con unos 100 metros de retraso a la gasolinera…  Carlos y Antonio son nuevos en estas ‘lides’ y, aunque jóvenes aún, deberían prepararse también con cierta antelación. Los mayores de 60 necesitamos ejercitarnos con al menos un mes de tiempo; ellos tendrían suficiente con 10 días… Pero, por lo que les he oído, parece que solo han preparado esta salida sobre el papel…  

     Por otro lado, tanto jóvenes como veteranos, han de conocer  algunos principios básicos; entre los que conviene destacar el enfoque de las primeras jornadas. Hacer un kilometraje excesivo, o correr mucho durante las primeras etapas, puede acarrear problemas físicos. El organismo tiene que adaptarse progresivamente a la exigencia que supone afrontar cada día etapas de 25-30 km, sin hacer jornadas de descanso de por medio. En los tres primeros días, pies rodillas y tobillos son los puntos clave que, por este orden, pueden empezar a notar la acumulación de kilometrake. Si en las primeras jornadas hemos apretado más de lo conveniente, esas molestias derivarán en daños, que a veces pueden dar al traste con el viaje. Estas son las lesiones mas habituales: 1) ampollas en la planta del pié, 2) lesión articular en rodilla…

     Tras  dos o tres jornadas, en las que debemos dosificar el esfuerzo, el organismo se adapta y ya podemos hacer las etapas algo mas duras. Personalmente, yo he notado que es a partir del 5º día cuando me encuentro fuerte y resistente como un toro. A partir de entonces puedo hacer varias jornadas seguidas con etapas de 30 ó más km, o podría alargar mi aventura durante 3 o cuatro semanas sin ningún problema. Es más, me apena dejarlo en la segunda semana, como suelo hacer casi siempre por acuerdo familiar; por ser entonces cuando más disfruto del Camino en el plano físico, ya que a esas alturas no suele notarse ninguna molestia por dura que sea la etapa.  

     Aparte lo expuesto en cuanto al plano físico, hay que poner en la balanza otras cosas. Andar en plan ‘correcaminos’, como si se disputara una prueba de “marcha atlética”, nos impediría observar bien los muchos elementos interesantes que pueden  surgir a nuestro paso, o se pueden divisar desde el Camino; tanto en el plano cultural como en el simplemente paisajístico. Si llevamos un ritmo de marcha moderado, podremos observar, sin tener que detenernos necesariamente, esos detalles monumentales o exóticos que aparecen en cualquier recoveco de pueblos, aldeas y senderos; la belleza y armonía de la naturaleza, etc… Solo en algunos momentos anodinos, que también los hay, estaría perfectamente indicado un buen acelerón que nos saque el aburrimiento.    

     Todo eso se acaba aprendiendo y, con toda seguridad, ya durante la vigente singladura nuestros amigos podrán disfrutar cada día más con el placer de recorrer la Ruta Jacobea.  Desde luego, damos por sentado que en próximos años su enfoque del viaje será diferente.  

         Otra cosa que salió en la charla, antes de que Carlos se retirara a hacer la siesta, es que nuestros dos recientes amigos carecen de la necesaria Credencial del Peregrino, cosa que podría acarrearles en cualquier momento algún problema. Ha salido el asunto en la conversación accidentalmente, porque ellos vienen tan felices a esta aventura ignorando que es imprescindible esa credencial para poder alojarse en albergues oficiales, o bien tener descuento en la mayoría de albergues privados. Cuando les hemos aclarado el tema se lo han tomado a broma… No obstante, aunque sin dramatizar el asunto, les he reiterado que deben pedirla si aparece el hospitalero u hospitalera en este albergue, porque el centro es de carácter municipal y por lo tanto oficial. Normalmente los hospitaleros suele proporcionarla, o bien te dicen donde puedes hacerte con ella… 

   De nuevo en el Refugio, hemos de volver a colocar la ropa en los improvisados tendederos, bien expuesta a la intemperie, porque ha dejado de llover... El tiempo no acaba de estar claro del todo, pero hay que intentarlo. Luego haríamos todos un par de horas de siesta al menos. Alguno como Francisco decidiría prolongarla.., aunque  ya despierto sobre la colchoneta. Cuando me dispongo a salir me comunica que prefiere quedarse descansando en la habitación... Me sorprende un poco, ya que solo disponemos en ella de la propia colchoneta, mas un par de sillas que corren de aquí para allá en manos de unos y otros. No hay en este Refugio ni una mísera salita de estar, donde poder apoyarse para escribir cuatro notas sobre una mesa, o simplemente para hojear alguna publicación o revista relacionadas con el CaminoF. se quedarí tendido en la litera hasta la hora de la cena; es un mal síntoma que me preocupa… 

    Sobre las 18.30 salgo a recorrer el pueblo con los extremeños.  Además de curiosear las cuatro calles del centro,  por la barriada baja, aprovechamos para comparar viandas y Carlos para hacerse con un par de chanclas. El “correcaminos” ha traído sus botas como único calzado y es fácil entender que, tras dos días con las botas puestas, lo de las chanclas es una prioridad absoluta. Tras la compra comparto con la pareja una jarra de cerveza, sentados en una terraza frente a un pequeño parque urbano. Luego ellos se vuelven al albergue, y yo prosigo mi ruta cultural por Castilblanco. 

    El pueblo tiene poco que ver. Es muy bonito, en la línea de los clásicos pueblos andaluces y con evidentes trazas de su pasado moruno, estando recostado su centro histórico sobre la ladera Este de una colina. En la calle Miguel Hernández me encuentro con la espléndida fachada de la Iglesia del Divino Salvador, templo de origen mudéjar muy reformado en los siglos XVI-XVIII... Es quizás la imagen más llamativa de todo el recorrido urbano (ver fotos). Por encima de esa calle se encuentra la parte alta del pueblo, por donde me interno en creciente subida hasta llegar a las inmediaciones del antiquísimo “ Mesón del Agua”, una antigua hostería donde se dice estuvo alojado Miguel de Cervantes, y en la cual presuntamente redactó una de sus novelas ejemplares: Las dos Doncellas.

    Al pasar ante la iglesia había preguntado a un vecino si harían misa esta tarde, cosa que me confirmó añadiendo que se celebraría a las 20.0hh... 

    Sin parar apenas en el itinerario, decido regresar al Refugio a las 19.45 para soltar la bolsa de comida, y me dispongo a salir nuevamente rumbo a la iglesia. Francisco sigue en las mismas; ahora me confirma algo que ya me temía: le duelen mucho los pies y no tiene buenas sensaciones. Ya me había dicho antes de salir que este año no se había preparado lo suficiente, por diversas circunstancias que no vienen al caso. Comentamos la situación y no le insisto en que me acompañe. No me cabe duda de que debe estar bastante fastidiado, y preocupado, porque la asistencia a misa es un hábito muy arraigado en ambos cuando estamos en el Camino

    Tengo que correr para llegar solo unos minutos tarde a la misa, pero me quedo chasqueado al ver desde lejos que la puerta del templo continúa cerrada…Frente a la fachada hay un bar, donde me aseguran que aquí no se hacen nunca misas en día laborable; no entienden cómo pueden haberme dado esa información equivocada. Solo se celebran misas en fines de semana (Sábado tarde y Domingo) y en las festividades religiosas. Al parecer la iglesia se abre un rato cada día laborable para el rezo del rosario, sobre las 6 de la tarde...; de haberlo sabido, al menos me habría acercado a verla.

    Me dedico a hacer unas cuantas fotos de la Iglesia del Divino Salvador y su entorno. Es muy sugerente la abalconada calle de Miguel Hernández, donde su ubica. La blanca fachada del templo y su torre mudéjar refulgen con los abatidos rayos solares  del atardecer, resaltando vivamente las prominentes molduras de la portada, recién pintadas en color albero.  

CASTILBLANCO de los Arroyos, calle de la Iglesia  

    A las 21.00hh estoy junto a Francesc para cenar; no encontramos mejor opción que dirigirnos a la escalinata corrida situada ante el edificio del Albergue. Ahí nos sentamos tranquilamente a consumir nuestra habitual macedonia de frutas, después de comernos un par de orondos tomates. Francesc me dice que le dejó ya tocado la desafortunada primera jornada entre Sevilla y Guillena; esa angustiosa marcha a la que nos vimos forzados por lo avanzado de la hora vespertina. Fue sin duda un mal preámbulo; posiblemente el momento más negro de este viaje, aunque puedo adelantar que habrá algún otro que no le andará muy a la zaga…. Yo comprendo perfectamente que eso rompió nuestro plan; fue una desgracia de etapa, y no me duelen prendas reconocer nuevamente que, como organizador, fuí el gran culpable del desastre.

   Por fortuna esta 2ª jornada ha sido bastante suave, y F. ha podido descansar toda la tarde...; durante la cena confiábamos en que mi colega se encontraría en perfectas condiciones al día siguiente, y que las sensaciones al arrancar por la mañana serían ya lo bastante buenas como para afrontar una etapa relativamente larga, terminada con la dura subida al Cerro del Calvario. Algunos consideran a esta 3ª jornada como la más exigente del presente tramo,  precisamente por esa subida final; la califican como etapa reina del tramo Sevilla-Mérida de la Vía de la Plata …  

       Mientras cenamos, Francesc me pone al corriente de un incidente acaecido durante mi ausencia. Ha llegado la hospitalera de nuestro Refugio, que aquí por lo que parece funciona como un reloj y tiene un gran control sobre la gente que pretende alojarse, así como con el estricto cumplimiento de las normas y recto comportamiento de los residentes. La chica se  llama Marta, y ha tenido que enfrentarse a un grupo de ‘supuestos peregrinos’ que pretendía quedarse a dormir siendo notorio que viajaban en dos coches.  Lo componen 6 personas, de las cuales parece ser que solo una de ellas viene caminando algunos tramos, con el único apoyo del coche para el transporte de su mochila (que no es poco). El resto viaja en plan turista, gozando con toda la cara de los beneficios económicos de algunos albergues públicos... Esta hospitalera los ha despachado ‘ipso facto’ sin miramientos, indicándoles la dirección de un par de hostales y haciendo caso omiso de las credenciales que le presentaban...

     Seguramente, la chica habría visto los dos coches aparcados en la misma puerta y se habría informado por los vecinos. De hecho, yo también los  había visto desde la terraza, aunque no les dí mayor importancia por desconocer en ese momento su identidad y pretensiones. También es posible que algún informantes confidencial, de los que suelen tener los hospitaleros, habría puesto a Marta en antecedentes del asunto… 

      En cuanto a Carlos y Antonio de la Rosa, me comenta F. que han tenido que claudicar y adquirir sendas credenciales; con esta hospitalera no caben subterfugios ni bromas con el protocolo... Ellos pensaban que eso era una opción estrictamente religiosa, pero no obligada, porque al parecer nadie se había personado a identificarles en un albergue público anterior, probablemente en  Santiponce.…

   Pero siguiendo con el tema de los “coleguillas”, aquellos que suelen venir en plan turístico,  nos extendemos un poco F. y yo sobre el asunto. A lo largo de la Ruta encontramos algunos Refugios de Peregrinos (entiéndase albergues  oficiales) con carteles indicando que se permite la pernocta de cualquier persona que se identifique correctamente, aún sin venir en peregrinación, aunque pagando un ligero suplemento. En estos casos la admisión queda condicionada a la disponibilidad de plazas a partir de una hora avanzada, cuando el hospitalero/a  estime que ya no vendrá nadie más. Es más, en algunos casos, ni siquiera les cobran más que a los propios peregrinos. Por lo que parece, esta gente ha pretendido simular que vienen andando, con la torpeza de dejar los coches bien a la vista... y la tal Marta los ha cazado, sacándoselos de encima sin contemplaciones; aunque finalmente aquí se ha dado la circunstancia de quedar algunas plazas libres…. La historieta de estos “falsos peregrinos” continuará, y su desenlace final lo trataremos en nota aparte (Ver Nota 4 al final de la  3ª etapa).  

     Me informa también  Francesc que ya ha desembolsado el importe solicitado por la hospitalera (solo piden 5 € por barba para sufragar gastos), el cual le reintegro en el acto con cargo al fondo común que compartimos.

     Tras tirar los restos de la cena, en los contenedores que hay en el patio frente a las escaleras, nos apresuramos a subir al dormitorio. Pero estando aún en el exterior, muy cerca ya del vestíbulo de entrada al albergue, sentimos un gran estrépito en la escalera central que sube a la planta alta. Cuando subimos nosotros, no vemos nada ni nadie que nos pueda aclarar el origen del estrépito, por lo que sin más demora vamos cada uno a lo nuestro...  

      Son casi las 21,45 y, tras dejar a F. cambiándose en su colchoneta, salgo rápidamente a la pequeña mesa que había visto en el vestíbulo de nuestra planta, para escribir un breve borrador resumen de esta 2ª jornada. El vestíbulo no es otra cosa sino el escueto rellano que corona la escalera, separando el ala de las habitaciones del área de servicios. Cuando voy a sentarme en la única silla que encuentro allí, esta se me deshace no más apoyarme y por poco ruedo escaleras abajo. Al tratar de recomponerla veo una pata y un travesaño rotos, con fractura reciente…: aquí está el origen del “zapatiesta” sentida cuando cenábamos, ahora falta conocer el o la causante….

     Dejo la silla a un lado y entro al cuarto a por otra que corre por allí. Luego paso mis notas en diez minutos y a las 21,55 me dispongo a dormir. Hablando en voz alta sobre el tema de la silla, entra en escena el buenazo de Antonio de La Rosa… confirmando que el batacazo se la ha pegado él. Nos confiesa que se ha precipitado escalera abajo, rodando varios peldaños, cuando intentaba sentarse en ella… Total que la silla no debía estar muy católica,  y Antonio es un hombretón de 1,90  que debe rondar los 100 kg: una combinación perfecta para el desenlace. Con esa aclaración nos despedimos sin mas conciliábulos, ya que al día siguiente hay que madrugar para enfrentarnos a una señora etapa; con F. hemos acordado levantarnos no mas tarde de las 6h.

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Antonio Garcia Marquez 

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GUIA DEL CAMINO DE SANTIAGO A PIE (En papel)
JOSE M. SOMAVILLA , TUTOR, 2009
Desde la primera edición de esta Guía del Camino de Santiago a pie han transcurrido más de diez años, y veinte desde que su autor, José Manuel Somavilla, descubriese la Ruta Jacobea en 1989 y quedase enamorado de ella. Desde entonces ha recorrido el Camino de Santiago a pie año tras año. Fruto de esa experiencia contrastada que muchos lectores y peregrinos han disfrutado en sus anteriores ediciones, ahora, para esta nueva edición actualizada en 2009 y ampliada, el autor ha elaborado nuevos y detallados mapas de cada una de las 26 etapas del Camino Francés que separan los 750 kilómetros que hay entre Roncesvalles y Santiago de Compostela. A esto ha añadido la variante del Camino Aragonés, con 5 nuevas etapas desde Somport hasta Puente la Reina, punto en el que se une con la otra vía del Camino Francés

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