CAMINO DE SANTIAGO: --Ruta MOZÁRABE--

SEVILLA—SANTIAGO por la VÍA DE LA PLATA y la Variante Sanabresa


por Antonio García Márquez

Indice : Capítulos I - II- III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI - XII- XIII - XIV - XV - XVI


Cap.XVII / (15ªEtapa=22,2Km) CASAR d Cáceres-EMBALSE d Alcántara (30 Mayo, Lunes)   

          Despierto ya sobre las 5.15h, y sin moverme de la litera,  repaso mentalmente nuestras previsiones para la etapa. Del análisis previo de la misma sabíamos tres cosas: -1) que la mayor parte del trazado discurriría por pista solitaria, inmersos en agrestes pastizales donde solo tendríamos la compañía de vacas y ovejas  -2) que el tránsito por el entorno del embalse de Alcántara no estaría bien señalizado, o al menos eso dicen  nuestras guías del camino, y teníamos que estar muy atentos a no cometer errores de orientación  -3) que no podíamos asegurar a priori si el final de etapa sería en el albergue del embalse, de reciente inauguración, o bien nos veríamos obligados a continuar hasta Cañaveral. Estamos pues ante un reto importante, con el atractivo de la aventura pero con el peligro de vernos obligados por primera vez a dormir al raso en plena campiña cacereña. Porque los dos últimos puntos expuestos nos podrían llevar a eso; el punto 2 por el enorme perímetro del embalse, y el último porque si tenemos que llegar a Cañaveral nos supondrá una dura etapa de casi 35 Km, por terrenos de irregular trazado, tirando más bien a agrestes.

 

    Para cubrir esa última posibilidad, habíamos decidido madrugar lo máximo,  para salir de Casar sobre las 6.00h; de manera que, con media hora de antelación pego un toque a Francisco y me incorporo a oscuras con la linternita entre los dientes, arrastrando en un par de viajes todos mis arreos fuera de la habitación. Ordeno la mochila en el pasillo que separa nuestra habitación de la siguiente, justamente junto al balcón que linda con la plaza de España, frente al  Ayuntamiento. Las luces de las farolas me permiten realizar todas las operaciones sin molestar a nadie… 

 

< foto 1: (Casar de Cáceres),  comedor- cocina del albergue  > 

      A las 5,45  ya estoy  desayunando en el estrecho comedor del albergue.  He preparado mis sardinillas en aceite sin encender las luces de la sala, poniéndolas previamente sobre media barra de pan en la cocinita contigua, donde hay una discreta lámpara adosada a la pared... Precisamente en la encimera de acero inoxidable de esa mini-cocina he podido localizar un par de platos para preparar mi desayuno; y también había por allí una mediada botella de vino tinto, que me viene de perlas para acompañar las sardinillas. No es la primera vez que me encuentro este pequeño regalo en las madrugadas del Camino. Me viene a la cabeza que, cuando en la víspera escribía mis notas, había visto como el colega inglés ofrecía este vino a la chica alemana, mientras ambos cenaban.  Por cierto ella, que habla perfectamente español, intercambió un par de comentarios conmigo sobre la etapa que nos esperaba hoy. Yo le expuse entonces nuestras dudas sobre si podríamos alojarnos en el Embalse de Alcántara, pero a la chica no le preocupaba en absoluto el dilema: tenía entre ceja y ceja llegar a Cañaveral, y no dudo  que lo logrará; recuerdo que en la jornada de Valdesalor ya se había metido prácticamente dos etapas en una. Esta chavala va como una moto, posiblemente con promedios que rondan los 40 kilómetros diarios. No creo que ‘mister Smith’ pueda seguirla…

 

      Finalizo mi desayuno y se incorpora enseguida Francesc, ya listo para salir. Nadie se percata de nuestra partida cuando marchamos. Tras abandonar Casar pasando junto a la Ermita de Santiago, iniciando la etapa por una pista rectilínea, que surca un altiplano constituido por una interminable sucesión de colinas. Surgen por doquier innumerables domos de granito entre los pastos, y en las cimas de las lomas vemos recortarse algún que otro desvencijado cortijo, que en la actualidad debe haber quedado como predio y solar de las autosuficientes manadas de vacas y terneros. Durante un buen rato caminamos entre sombras, aunque poco a poco empezamos a distinguir a estos pacíficos habitantes del pastizal. El tiempo es excelente, impropio de las fechas en que ya estamos, y un ligera brisa fresca nos llega desde el este certificando que la meseta centro-meridional ibérica está húmeda por la rociada nocturna. La temperatura es no obstante muy agradable; durante la noche no hemos bajado de los 14ºC. A las 7.0h empieza a clarear, y los animales aparecen entre las sombras a nuestro paso, algunos ya de pié y la mayoría aún acostados sobre el fresco herbazal... 

 

< foto 2: (Casar de Cáceres- embalse de Alcándara),  amanecer  > 

    El paso del primer portillo de la jornada a las 7.10h coincide con la entrada en escena del alba, dando lugar a todo un desfile de hermosas nubes en el horizonte oriental. Durante media hora seguimos con atención la evolución del vaporoso cortejo, que refulge con ardientes colores ante nuestra vista; oscilando entre tonos rosas, naranjas, rojos y violetas, sin permitir la irrupción plena del astro rey. La suave brisa que nos acompañará toda la jornada se supone que está actuando también sobre la cambiante formación nubosa, operando magistralmente en la reunión y dispersión aleatorias de las nubes; de tal manera que no nos cansaremos de ver la función durante todo ese tiempo..., desde la primera a la última escena. Mi cámara digital conservará la memoria de estos momentos mágicos. De nuevo me siento un privilegiado por ver este impagable espectáculo de la naturaleza, siempre sorprendente; no es la primera vez que lo contemplo en mis etapas del Camino y espero disfrutarlo muchas veces más. Naturalmente las “funciones de gran gala” del amanecer no se pueden dar todos los días... Para que acontezcan es necesario que el escenario sea muy abierto, y darse la concurrencia de determinadas circunstancias meteorológicas. Aunque por supuesto “hay que estar en el lugar oportuno” en esas ocasiones, y ese mérito le corresponde al caminante madrugador. Es en definitiva el gran premio a los madrugadores; un regalo para la vista y la imaginación, que nos compensa sobradamente del pequeño sacrificio de salir de los albergues anticipándonos el astro rey  

 

< foto 3: (Casar de Cáceres- embalse de Alcándara),  agreste pastizal   > 

    A las 7.45, con el rutilante sol apenas levantado sobre el horizonte, cambia bruscamente le panorama que nos rodea. Entramos en una zona más agreste, donde los pastos dejan paso al matorral de monte bajo y arbolado de medio porte. El paisaje cumple sobradamente con las previsiones de las guías, exhibiendo una belleza difícil de describir. Por destacar algo, destacaría el equilibrio de todos los agentes naturales presentes. Montes, terrenos y vegetación se nos muestran con un aspecto que calificaría de virginal; nada parece reintroducido por el hombre, se diría que estamos en el escenario bíblico de Adán y Eva. Por cierto, en este paraíso natural empezamos a ver con cierta frecuencia rebaños de ovejas, algo que no  solíamos encontrar habitualmente por estas comarcas.

     Durante buena parte de este tramo, la antigua calzada romana se entrecruza continuamente con la cañada ganadera, siendo sus trayectorias perfectamente señaladas por los cubos graníticos que venimos viendo desde el inicio de este viaje, así como otras indicaciones relativas a las vías pecuarias. Abundan especialmente por aquí esos cubos indicadores del Proyecto alba Plata, donde la franja verde señaliza, como se aclaró oportunamente, el original trazado de la Vía Imperial XXIV (ver imágenes en reportaje gráfico).

 

< foto 4: (Casar de Cáceres- embalse de Alcántara),  encrucijada tras el ‘portillo’; nos separamos…    > 

     Pese a la excelente señalización de este maravilloso espacio natural, caminaremos separados Francesc y yo durante varios Km.;  precisamente por no ponernos de acuerdo en una determinada encrucijada con los signos marcados del Camino. Serán pocos kilómetros, porque nos teníamos que volver a encontrar forzosamente antes de llegar al embalse de Alcántara.

 

     Durante mi recorrido en solitario por este paraíso natural,  me encontré en varias ocasiones grupos de vacas junto a la pista; algunas de ellas apartadas del resto, con su pequeño recental enganchado a las ubres. Ya habíamos descrito con anterioridad estas escenas desde el otro lado de la alambrada; pero en esta ocasión nos toca vivirlo desde dentro de las explotaciones ganaderas, que por aquí, repito, apenas denotan la presencia humana. Esto se asemeja al  “paraíso terrenal” que nos pintaban cuando éramos niños, y solo nos falta ver surgir a Eva y Adán  tras cualquiera de las encinas o roquedos graníticos que nos cruzamos por el camino... Además y por si fuera poco, como adelantábamos en etapa anterior estamos en plena época de  parto de las vacas, y en las inmediatas presenciaremos ese acontecimiento en todas las fases posibles: antes, durante, justo tras el parto y con el recental recién nacido…

     Lamentablemente, en la jornada de hoy nos cruzaríamos también con el drama: una vaca muerta, que probablemente habría fallecido durante el alumbramiento. El fuerte olor que despide ese animal anticipa su presencia  50 metros antes de llegar a su altura… La enorme vaca yace junto a la cerca que delimita el Camino, y me resulta inevitable pasar junto a ella… Una vez rebasada, me vuelvo para sacar también esa imagen desde unos 20 metros, porque la muerte también forma parte del paisaje, para que no falte nada… (ver en reportaje).

 

< foto 5: (Casar de Cáceres- embalse de Alcántara),  cruce de la vaca muerta > 

    Por las apariencias esta vaca no lleva más de dos día muerta, pues aunque su vientre está bastante hinchado no hay signos exteriores visibles de la putrefacción… Esa trágica escena confirma que estamos en un entorno prácticamente salvaje; probablemente los pastores no deben acudir diariamente a controlar el ganado, disperso por un territorio muy extenso. Doy por seguro que esta malograda vaca se pudrirá in situ en cuestión de horas y días, y dentro de un par de meses quién pase por aquí verá relucir sus huesos al sol, como en las sabanas africanas…; incluso cabe la posibilidad que sea devorada por los buitres, pese a que no los hemos visto por aquí todavía….

    Es fácil imaginar el impactante cuadro que encontraran quienes pasen por este lugar en los próximos días…

 

     Dejando aparte los escenarios medioambientales, cabe destacar en esta fase del trazado el afloramiento intermitente de notorios vestigios de la calzada romana, así como diversos miliarios, aunque estos últimos están bastante deteriorados. En los mejor conservados se puede leer a veces el nº de la milla correspondiente, e incluso algunas palabras del texto que recuerda al emperador y/o  tribunos de la época de su fundación. Muchos de ellos aparecen a un lado de la calzada tumbados, y otros en posición vertical, pero casi siempre sin su base y truncados. Suponemos que la mayoría han sido recolocados en pié recientemente. La muestra más llamativa surge en el lado izquierdo del Camino a las 8.37h: un grupo de 7 miliarios sin indicación de fecha ni circunstancias...; están semienterrados, unos tumbados y  otros erectos, pero todos ellos muy deteriorados e incompletos… (ver imágenes)

 

< foto 6: (Casar de Cáceres- embalse de Alcántara),  grupo de miliarios romanos  > 

       En el tramo final del recorrido por estos rústicos parajes, muy cerca ya del borde del gran embalse de Alcántara veo sobre la colina de la derecha una cortijada abandonada, donde entran y salen grupos de ovejas a su antojo. La imagen atrae especialmente porque la colina está tapizada de fina hierba, fresca aún por la rociada nocturna. Entre el jugoso pasto surgen aislados macizos de retama y espectaculares afloramientos de granito. Es una estampa bucólica que podría servir, sin retoques, para escenificar un “pessebre” viviente  monumental, como los que suelen instalarse por doquier en tierras catalanas durante La Navidad. Apartándome unos momentos del Camino  me acerco a los pelados muros de la cortijada, que al fin y a la postre han devenido en un enorme corral. Me dirijo allí en un vano intento de comprobar si es lugar habitado; pero no hallo nada salvo ovejas y sus residuos, y enfilo recto ladera abajo hacia la calzada.

      Porque nuestro Camino por este breve altiplano, en las inmediaciones ya del gran río ibérico que se avecina, es en definitiva una importante calzada romana, … Aquí y allá surgen de vez en cuando bajo nuestros pies innumerables piedras planas entre el barro arcilloso de la pista, notablemente redondeadas por el desgaste del tránsito humano y animal de siglos. Unas piedras que por cierto no son de granito en todo el recorrido de esta jornada, prueba evidente de que estaban destinadas a una vía imperial de capital importancia para el mundo romano.

 

< (Casar de Cáceres- embalse de Alcántara),  afloramiento de la calzada imperial XXIV  > 

      La calzada XXIV finalizará abruptamente cuando lleguemos a la depresión del Tajo. En los últimos 1.500 metros su trazado resulta completamente recto, quedando enmarcado por sendos muretes de piedra que lo aíslan de los pastos colindantes. Estos muros podrían ser de origen medieval, ya que no me consta que los romanos acostumbraran a hacerlos en lugar plano como este; me recuerdan los de las lejanas ‘corredoiras’ gallegas.

 

      A las 9.15 llego al último portillo de la jornada, tras el que  desparece abruptamente la calzada.  En este punto, perfectamente identificado en mi guía de El País, se nos presentan dos opciones: -a) por la izquierda descenso hacia la carretera N-630 y el pantano por una pista asfaltada  -b) por la derecha un estrecho sendero que continúa en dirección Norte bordeando el talud, para acabar descendiendo en picado hacia la N-630 dos km. más adelante. Ya sabíamos por nuestros apuntes que aquí se nos presentaría ese dilema, aunque en mis notas no se recomienda ninguna de las dos opciones, queda a criterio de dada cual. A la vista del tramo de sendero que puedo visualizar desde la encrucijada lo tengo clarísimo: vale la pena bajar cuanto antes a la carretera nacional. El terreno por el camino de tierra es muy accidentado, con frecuentes subidas y bajadas y bastante pedregoso; no lo veo más corto ni más cómodo de transitar. Por lo tanto inicio rápidamente la bajada por la pista asfaltada, la cual tras describir un par de curvas para salvar el desnivel me deposita en la N-630 diez minutos después. Desde ahí tomo el arcén izquierdo y de inmediato empiezo a ver las extraordinarias panorámicas del embalse de Alcántara, bastante lleno en estas fechas por lo que veo: pueden faltarle unos 10 metros para alcanzar su máxima cota. No me extraña este detalle porque el año meteorológico está siendo muy lluvioso en toda España, particularmente en el suroeste.

 

< foto 8: (Casar de Cáceres- e. de Alcántara),  panorámica meridional del embalse de Alcántara > 

     A las 9.35 me reencuentro con  Francisco, a quién he visto serpentear por el sendero de la ladera 5 minutos antes. Le he llamado no más verlo y él ha respondido de inmediato; seguramente ya me había observado desde arriba. Lo accidentado del talud no le permite bajar a la carretera fácilmente, por lo que F. tiene que esperar a cruzarse con otro sendero que sube desde la carretera para poder descender. Aprovechamos el reencuentro para descansar un poco junto al arcén derecho, haciéndolo en una curva que nos ofrece un buen abrigo natural.

   Es  hora ya de que F. consuma su almuerzo, que buena falta le hace... Llevamos casi dos horas y media de marcha y unos 12 Km recorridos. Yo sería incapaz de hacer semejante trayecto sin haber comido nada hasta el momento, pero F tiene ‘fondo de armario’ para realizarlo, repostando simplemente agua; porque hoy, como otras veces, no hemos podido tomar café en su momento...  Hay que tener en cuenta que hemos salido del refugio muy temprano, como casi siempre; y a horas tempranas es casi imposible hallar algo abierto en los pueblos pequeños. Otras veces logramos hacerlo a medio camino, pero en la etapa de hoy, no podíamos esperarlo por supuesto, en un recorrido donde los únicos habitantes que veríamos serían vacas y corderos…

 

    Yo considero que el tema del desayuno y/o almuerzo, es muy importante planificarlo de una forma u otra cuando afrontamos estas aventuras maratonianas. En mi caso,  acostumbro a solventar el problema comiendo algo sólido antes de iniciar cada jornada, habitualmente una lata de sardinas o atún  en aceite sobre varias rebanadas de pan; pero Francisco solo es capaz de ingerir a primera hora el clásico café con leche, excepcionalmente acompañado con algún complemento ligero. Por más que le insisto, le resulta imposible tragar otra cosa que no sea eso…Mi desayuno puede ser preparado la tarde anterior, comprándolo en alguna tienda del ramo; más por desgracia para F, solo puede tener su café si encontramos algún bar abierto, porque lógicamente quiere tomarlo en su punto de temperatura y aroma…

 

       Mientras come F.,  saco la agenda de viaje para revisar lo que nos queda de etapa; teniendo en cuenta que nuestra meta de hoy es el albergue  público del Embalse de Alcántara, recientemente inaugurado. En la Guía de El País-Aguilar se aconseja llamar previamente a un teléfono de contacto, pero en Alcuéscar nos aseguraron hace unos días que ese nuevo Albergue aún no estaría abierto en estas fechas... De todas formas tenemos esperanzas de encontrarlo disponible, porque los hospitaleros suelen estar en contacto para conocer el nº de peregrinos que está circulando a diario por las etapas precedentes,  para obrar en consecuencia… Si tenemos en cuenta que durante las recientes jornadas hemos venido pernoctando en los refugios precedentes de 7 a 9 peregrinos, se supone que esta cifra justificaría mantener esa instalación abierta… Sin ir más lejos, esta pasada noche hemos dormido en Casar 9 peregrinos concretamente… Mantenemos pues la esperanza, pero hay que rezar para que mis estimaciones se vean confirmadas; ya que si nos encontramos ese albergue cerrado habría que hacer un esfuerzo extra de 12,5 km. para llegar a Cañaveral…; y eso sería un palo, porque la etapa se haría interminable con casi 35 kilómetros. No queremos ni pensar ahora mismo en esa posibilidad, se nos ponen los pelos de punta…

 

       Afortunadamente encontraríamos abierto el albergue, pero antes de llegar a él vamos a relatar el final de la etapa. Poco tiene que contar un largo paseo de casi 10 Km. por el arcén de la N-630, contorneando este inmenso pantano, salvo ponderar como se merece el magnífico paisaje que divisamos a ambos lados de la calzada. Las irregularidades de la cuenca que conforman la confluencia del río Tajo y su tributario el Almonte se plasman con indescriptible belleza en las riberas del embalse, especialmente aguas abajo, a la izquierda de nuestra marcha. Cruzaremos sucesivamente los viaductos de ambos ríos: en primer lugar el del afluente Almonte, y 3 kilómetros después el del propio Tajo. Las mejores imágenes las pude obtener en el cruce del primero de ellos; pero antes de seguir adelante haremos un aparte con un curioso ‘descubrimiento faunístico’ (ver más abajo Nota 11).

 

< foto 9: (Casar de Cáceres- embalse de Alcántara),   viaducto sobre  el río Almonte> 

-Nota 11-   Mosquitos, golondrinas y barbos; sorprendente espectáculo aéreo y acuático bajo los viaductos del Tajo y el Almonte.- Cuando cruzábamos el viaducto sobre el río Almonte, me llamó poderosamente la atención  la gran concentración de golondrinas que revoloteaban bajo el mismo… Durante unos minutos, me detengo para admirar el raudo, zigzagueante e incansable vuelo de estas simpáticas aves mientras se atiborraban de mosquitos bajo el tablero del viaducto. Al parecer, las altas temperaturas de finales de Mayo, cayendo a plomo sobre el inmenso humedal, han determinado que este sea ahora un lugar propicio para estas entrañables insectívoras. Pero esto no tendría nada de extraordinario de no haber logrado yo detectar algunas repentinas turbulencias en las aguas, más numerosas de lo que suele ser habitual en escenarios como este. Agudizando la vista empiezo a distinguir el ir y venir de grandes peces en número considerable… Por la cantidad que logro ver en el área de visión a mi alcance, justamente en la vertical del punto donde estoy situado., yo diría que se podrían contar por centenares donde me alcanza la vista. Los peces voltean con rapidez y precisión sus refulgentes torsos para devorar algo que en un principio no acierto a distinguir qué es… Tras unos momentos de sorpresa, me concentro en la interacción entre pájaros y peces, y finalmente también logro descifrar la clave de este segundo eslabón alimentario, producido simultáneamente ante mis atónitos ojos bajo la amplia arcada del viaducto del Almonte…: las tranquilas aguas del río están siendo impactadas por algunos proyectiles inimaginables para mí, que caen desde todas direcciones: ¡son las deyecciones de las infatigables golondrinas! ; --Ojo, no es esta una interpretación imaginada ni supuesta; es real, porque las repetidas imágenes que veo no mienten, se da una inapelable relación causa-efecto: tras cada impacto surge la inmediata reacción de los peces, cuyo ímpetu tras la corta y veloz carrera les hace cruzar a veces el diáfano espejo líquido dibujando un impecable escorzo….--

     Mis conocimientos de las especies piscícolas, pues soy pescador impenitente, me permiten certificar que estos peces son barbos. Una vez más la naturaleza abre ante nosotros su mágico libro: bajo el puente del Almonte, y luego bajo su gemelo sobre el Tajo, se ha desatado ante mis ojos la lucha por la supervivencia de tres especies muy diferentes: he intuido el desquiciado vuelo de millones de mosquitos, acosados por el centelleante vuelo de miles de golondrinas; a la par que unos metros más abajo, divisaba simultáneamente el pausado deslizamiento de centenares de barbos entre las aguas, atentos a una comida característica de finales de primavera.

      Nos acercamos al mediodía, sin duda momentos clave para ellos en esta época del año. Repentinamente, la rutinaria existencia de estos tres géneros del reino animal se ha transformado ante mis sorprendidos ojos en una inimaginable explosión de vida. El Camino me regala otra anécdota, que incorporo feliz a mi ya nutrida colección.
 

          El gran campo de visión que disfrutamos al atravesar los viaductos nos ha permitido distinguir desde varios kilómetros de distancia el puerto deportivo del embalse. Por nuestros apuntes y mapas, sabemos que en las inmediaciones del mismo hay una pista que conecta estas instalaciones con la carretera nacional, y otra que conduce al apeadero del ferrocarril. En cambio, no sabemos con certeza el lugar exacto donde se ubica nuestro ansiado Albergue, aunque suponemos que debería poder accederse a él desde alguna de estas pistas…

 

     Tras pasar el largo viaducto del Tajo, pronto se inicia una prolongada subida por el margen opuesto de la cuenca del río. Tal como tenemos marcado en la guía, en plena subida pasamos por encima de la pequeña estación-apeadero del ferrocarril; lugar donde muchos peregrinos se veían obligados a pernoctar tiempo atrás en condiciones precarias, sin ningún tipo de servicios. A su altura vemos de lejos una pista que desciende con mucha pendiente, pero no observamos edificaciones en  su entorno asimilables al albergue. En cuanto al acceso que lleva al club náutico, ni siquiera llegamos a verlo al pasar sobre la estación

      Finalmente, a las 12.05 coronamos la ascensión de la ladera y justo en el cambio de rasante vemos el cartel del albergue de Alcántara, indicándonos que tenemos esa instalación a unos 700 metros. La bajada es también muy pronunciada y bastante pedregosa, pero vale la pena el esfuerzo porque tras ella logramos llegar a nuestra meta del día a las 12,15. Por fortuna nos encontramos abierto el albergue, algo que según nos dirían días después no siempre sucede; al parecer ha cambiado de manos varias veces y en esas ocasiones suele estar cerrado una temporadita… para desesperación de quienes llegan hasta aquí y quedan chasqueados. Bueno la cuestión es que nosotros hemos tenido esa suerte que otras veces nos ha faltado… Poco antes de llegar al deseado refugio de hoy, nos cruzamos con dos peregrinos con la típica pinta “hippie”  de los años 70. No deja de sorprendernos esta aparición pasado el mediodía; claro que por esta ruta es difícil distinguir a veces el peregrino del simple excursionista...

 

     Nuestra primera impresión es de sorpresa, cuando al giran la esquina nos encontramos de sopetón ante la moderna fachada del albergue. Será el primero de corte moderno que encontraremos en el Camino Mozárabe; lo describiremos como merece en nota aparte (ver Nota 12 al final del capítulo).

 

< foto 10: (Embalse de Alcántara),  “Albergue turístico Vía de la Plata> 

    A nuestra llegada nos encontramos con el hospitalero, quien nos ruega un poco de paciencia hasta que se acaben de preparar los dormitorios. Nuestro anfitrión, que aparenta rondar la treintena, no tiene el talante del clásico hospitalero, pero es un tipo correcto que inspira confianza y nos trata bastante bien. Llevan la instalación conjuntamente él y su pareja, la cual debe ser quien ahora está poniendo a punto habitaciones y lavabos... Para amenizar la espera, nos sugiere que descansemos un poco en la magnífica instalación del comedor, o bien en la terraza, donde podríamos disfrutar de unas excelentes vistas sobre el embalse; una sugerencia que es bien recibida. El chaval nos explica que viven en Alcántara, localidad que dista unos diez Km. del albergue; aunque nos tranquiliza diciendo que no vamos a tener ningún problema, ya que se dispone aquí de todos los servicios, y dotación suficiente de material para que nada nos falte. En cuanto a las comidas, él se ofrece a ir al pueblo para traer lo que pidamos, enseñándonos seguidamente una hoja donde vemos una lista con platos combinados y bocatas variados,  a precios razonables. Nos pide luego que le sigamos, para mostrarnos que en la cocina y su anexa cafetería hay un par de grandes neveras industriales, donde tienen toda clase de bebidas. Finalmente, nos muestra unos estantes donde dejarán preparado todo lo necesario para tener al día siguiente un completo desayuno, porque ellos no madrugan para este menester y confían en el buen hacer de los peregrinos.

 

      Nuestro refugio de hoy, como otros muchos de Extremadura, está conceptuado como albergue turístico; una acertada fórmula que permite rentabilizar su uso habilitándolo para cualquier persona que quiera alojarse. Este nos costará 12€, incluido el desayuno en autoservicio. Por diferentes circunstancias, cuando acabemos nuestra estancia en él concluiremos con que habrá sido uno de los mejores en toda la Ruta de la Plata  (ver Nota 12 al final del capítulo).

 

 

< foto 11: (embalse de Alcántara),  Isidoro & Renato y 'los tres prusianos' recién llegados al albergue>

 

      No han pasado 10 minutos y vemos con alegría como llegan nuestros buenos amigos Renato e Isidoro. Estamos sentados en una de las mesitas redondas de la terraza, disfrutando de una jarra de cerveza con el agradable panorama del embalse a nuestros pies; y como es natural lo primero que hacen nuestros colegas es imitarnos. Ya somos cuatro en el albergue, pero no estará completo el equipo habitual hasta que a las 12.40 aterrizan los “tres prusianos”, quienes al vernos ‘babear’ cerveza desde lejos se lanzan directos hacia nosotros. Como es natural también nos alegramos mucho de verles por aquí, ya que nos han demostrado ser de buena pasta y empezamos a tener buen rollo con ellos... Por eso, rápido de reflejos, se me ocurre gastarles una pequeña broma… Antes de acceder a la terraza balcón, que viene a ser una especie de vestíbulo abierto de la casa, les anuncio una muy mala noticia: -¡atención amigos alemanes, estamos ‘kaputt’: se ha terminado la cerveza!-... Los teutones quedaron unos segundos como petrificados por la noticia; tanto que si me llego a imaginar su impacto os juro que me callo; tendríais que ver queridos lectores el gesto de desolación que se dibujó en sus rostros… Pero el estallido de risas de Isidoro, Renato y Francesc les sacaron pronto de la desesperación, y no tardarían ni dos minutos en reunirse con nosotros; aunque eso sí,  nuestro hospitalero, que tenía que bajar al pueblo a por comida poco después, tuvo que doblar la provisión de stock de esa “rubia y burbujeante amiga de los peregrinos”, atiborrando su furgoneta con varias cajas de cerveza para dar abasto a las exigencias del trío...

 

     Los germanos nos explicaron luego que se habían entretenido un poco al encontrarse con unos compañeros de profesión en plena N-630, cerca del primer viaducto.  Se trataba de una patrulla de la Guardia Civil, situada en un cruce, que también habíamos visto nosotros al pasar. Resulta que estos simpáticos colegas son policías urbanos, y el encuentro con sus congéneres hispanos les vino de perlas para hacer un descansito, mientras se informaban de la situación aproximada de este albergue y su disponibilidad. Venían encantados por este encuentro, y se deshacen en elogios hacia nuestra policía interurbana, por lo simpatía de esos agentes y el amigable trato que les dispensaron. Aclarado el oficio que une a este trío, ahora nos explicamos el aire marcial de nuestros queridos “prusianos”. También se refuerza nuestra estima hacia ellos; una vez conocida su profesión, uno se siente mucho más seguro por estos remotos parajes, en la compañía de colegas tan cualificados…

 

     Tras ocupar dos habitaciones, compartiendo nosotros una de ellas con la pareja ítalo-española, nos juntamos todos en el comedor para dar buena cuenta de la comida acarreada por el hospitalero. Como casi siempre, cuando se trata de pedir algún plato combinado, me había decidido yo por el bistec con patatas y un poco de ensalada, amén de una cazuelita de macarrones. Creo que F. pidió algo similar, cambiando el bistec por unas salchichas. No nos faltó nuestro tinto de verano, ni los postres con helado y flan, más el cafelito.

 

     En esta ocasión, quizás por lo relajante del lugar, mi siesta fue monumental: de 16.00 a 19.25h. Luego pasé a la ducha, que había quedado postergada a nuestra llegada. Habíamos acordado con  Francesc salir a dar una vuelta por el pantano, y al abandonar los aseos ya estaba listo mi compañero para emprenderla; la excelente climatología  y la belleza del lugar invitaban a ello. Nos planteábamos dedicarle una hora a esta excursión, recorriendo el entorno más cercano al albergue.

 

 

< foto 12: (embalse de Alcántara),  excursión por el entorno del albergue>

 

     La espléndida tarde, cargada de cúmulo-nimbos, se presentaba idónea para sacar un buen reportaje fotográfico, gracias a la extraordinaria luminosidad y al intenso reflejo azul de las aguas del embalse. En nuestro recorrido llegaríamos hasta una lengua de terreno donde hay un chalet coronando su montículo central; no sería el único que encontraríamos en la excursión... Por lo que vemos y leemos en algunos viejos letreros hallados en la zona, en los tiempos de la construcción de la presa se hicieron estas “concesiones” a los ingenieros y directivos de la confederación hidrográfica... Ya de vuelta veríamos otras dos viviendas, en este caso contiguas, una de las cuales tenía una valla muy original: compuesta por una docena de maquetas representando los más conocidos monumentos extremeños como: campanarios medievales, puentes, etc. No tomé nota de los nombres, pues se haría muy largo el apunte (ver imágenes).

 

    Entrábamos en nuestro refugio a las 20.45h. Después de pasar al aseo unos momentos, nos disponemos a cenar lo que puede proporcionarnos el hospitalero: varios botellines con zumos variados. Por algún motivo que no recuerdo ahora, no pudo traernos del pueblo la fruta que le habíamos encargado.

     En esta jornada no alargaríamos demasiado la  sobremesa con los colegas. Aunque no demasiado larga, la etapa había sido algo movidita; de forma que preferimos irnos pronto a dormir, concretamente a las 21.45.

 

                                                              

< foto 13: (embalse de Alcántara), albergue turístico “Vía de La Plata”,  perspectiva de nuestro dormitorio

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-Nota 12-   El Albergue Turístico del embalse de Alcántara-  

      Se trata de una instalación modélica por su perfecto encaje con en el maravilloso entorno natural donde se decidió su emplazamiento. Se ha construido en una sola planta muy alargada, con rectilíneos muros de hormigón. Visto de lejos, desde el propio embalse su silueta y los colores de muros y tejado congenian perfectamente con la ladera del monte donde se asienta.

     En cuanto a su interior, lo más original es en mi opinión el diseño de sus cinco dormitorios; tres de ellos para 6 plazas y los dos restantes de 4, habilitadas en literas de original diseño. En la descripción que sigue me refiero a la versión 6 plazas (3 literas), por ser  la que hemos ocupado nosotros.  De hecho no contiene propiamente literas porque, aunque superpuestas por parejas, a las plazas superiores se accede desde una plataforma de hormigón a la que subimos mediante una escalera de 7 peldaños, la cual está adosada al muro lateral izquierdo (ver foto). Las camas constan de un colchón de excelente calidad, colocado sobre tablero de aglomerado melaminado; apoyándose  el de la plaza superior sobre la plataforma citada arriba y una estructura de madera en forma de “L” por el lado opuesto. Se trata pues de una estancia con dos volúmenes, una especie de dúplex super funcional. Tiene un amplio ventanal corrido, situado en el nivel superior, que proporciona perfecta iluminación natural a la habitación. Un detalle interesante: cada cama dispone de un aplique de luz con su interruptor, situado de forma que permita ser usado por su ocupante sin molestar a los demás.   

  De lo expuesto, deducimos que el albergue tiene una capacidad de 26 plazas, de las que en esta jornada solo se ocuparán 7, pues tras nuestros colegas alemanes no ingresaría nadie más a lo largo de la tarde.

    La distribución del área de dormitorios y servicios es muy simple: un largo pasillo separa los dormitorios de la zona de servicios alineada justo enfrente. Estos se agrupan en dos amplios recintos, con suficiente cantidad de duchas, aseos y excusados para atender las necesidades del volumen de usuarios de la casa.                                    

   Se accede al edificio por espacioso vestíbulo, a modo de pórtico descubierto, asentado en una losa que tiene continuidad con el suelo del salón-comedor, del que lo separa toda una fachada acristalada. En el pórtico han creado varios espacios, junto a la vidriera, delimitados por tabiques cortina de chapa de acero pintada de negro. En cuanto a los  ventanales corridos de las cinco habitaciones, se abren también a la fachada principal, enfrentada con el embalse; teniendo una disposición y diseño similar al gran ventanal del vestíbulo, con el que armonizan; es decir disponen igualmente de unas cortinas de chapa de acero negras que tamizan la luz solar. 

     Al fondo del enorme salón-comedor hay una barra de bar que separa esa gran estancia del recinto Cafetería-cocina. En esta última, se dispone de todos los servicios para un uso funcional discreto, contando con varias cámaras frigoríficas. Los responsables del Albergue almacenan en ellas los productos necesarios, para que los peregrinos u otros residentes se preparen por si mismos el desayuno. Se incluyen productos lácteos, zumos, bollería, mantequilla, mermeladas y café. Finalmente, los responsables suelen dejar el café ya preparado en unas jarras que guardan en el frigorífico, para que no haya que molestarse en hacerlo a primeras horas de la mañana.   

      A mi juicio la organización de este “albergue turístico” es bastante correcta, con una prestación de servicios que calificaría de práctica y funcional. Podría ser tomado como modelo para otras instalaciones de corte moderno como esta. En cuanto a su precio (12€) lo encuentro muy correcto, de acuerdo con el nivel de servicios prestados.
 

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 Antonio Garcia Marquez 

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GUIA DEL CAMINO DE SANTIAGO A PIE (En papel)
JOSE M. SOMAVILLA , TUTOR, 2009
Desde la primera edición de esta Guía del Camino de Santiago a pie han transcurrido más de diez años, y veinte desde que su autor, José Manuel Somavilla, descubriese la Ruta Jacobea en 1989 y quedase enamorado de ella. Desde entonces ha recorrido el Camino de Santiago a pie año tras año. Fruto de esa experiencia contrastada que muchos lectores y peregrinos han disfrutado en sus anteriores ediciones, ahora, para esta nueva edición actualizada en 2009 y ampliada, el autor ha elaborado nuevos y detallados mapas de cada una de las 26 etapas del Camino Francés que separan los 750 kilómetros que hay entre Roncesvalles y Santiago de Compostela. A esto ha añadido la variante del Camino Aragonés, con 5 nuevas etapas desde Somport hasta Puente la Reina, punto en el que se une con la otra vía del Camino Francés

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