CAMINO DE SANTIAGO: --Ruta MOZÁRABE--

SEVILLA—SANTIAGO por la VÍA DE LA PLATA y la Variante Sanabresa


por Antonio García Márquez

Indice : Capítulos I - II- III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI - XII- XIII - XIV - XV - XVI


Cap.XVI / (14ªEtapa=24,9Km) VALDESALOR-CASAR DE CÁCERES (29 Mayo, Domingo) 

     A las 6.20 me pongo en marcha. Aunque hay un pequeño lavabo en el cuarto, con el cual lindaba la cabecera de mi colchoneta, no tengo necesidad de usarlo. La tarde anterior fue de lo más sosegada y en nuestra excursión a “El Tuareg” ya nos lavó la lluvia la cara y algo más. Francesc ronca como un bendito y le dejo así otro cuarto de hora, mientras me dedico a efectuar un poco de limpieza; no quiero que los colegas que llegarán hoy se encuentren esto como nosotros. El recibidor está como unos zorros, y hay que recoger las 4 papeleras del barracón, llenas hasta los topes, para tirar las bolsas en unos contenedores situados a 200 metros del mismo... También me cuido de revisar el circuito de los dos calentadores de agua; operaciones que ejecuto siguiendo unas instrucciones escritas colgadas  junto a los mismos: recalcan mucho que debemos dejar cerrado el circuito de agua caliente antes de abandonar el Albergue.
 

     Para efectuar esta operación de control y cambiar las bolsas de basura he tenido que acceder a las estancias de nuestros colegas, cosa que hago con todas las precauciones para no despertar a nadie.  Aún no se ha movido la pareja ítalo- zamorana, ni tampoco el trío alemán, y no lo habían hecho cuando 10 minutos después nos disponíamos a salir.
 

     Es aún noche cerrada a las 6.45, momento en el que abandonamos nuestro humilde albergue camino de la gasolinera contigua al mesón restaurante. Tenemos que sellar la credencial, cosa que olvidamos hacer ayer con el ajetreo del partido de fútbol. Naturalmente no contábamos con encontrar abierto “El Tuareg” a estas horas, pero si la estación de servicio contigua que suelen abrirse sobre las 7 de la mañana. Efectivamente, un operario está procediendo a poner en marcha la gasolinera cuando a las 7.05 llegamos a ella. El empleado nos advierte que aún tardaría diez minutos en poder atendernos, y nos comunica que no nos podrá proporcionar café aunque sí nos sellaría la credencial; lamentablemente la estación solo dispone de un dispensador de bebidas frías… 

 

< foto 1: (afueras de Valdesalor),  amanecer  > 

    Mientras esperamos empiezan a despuntar los primeros resplandores del alba; hay en el horizonte una bonita guedeja de cumulonimbus que me permite obtener una buena foto a las  7.18: la luz solar se divide prodigiosamente, formando una corona radial con cuatro franjas dorados y cinco de sombra; la espera ha valido la pena.
 

     Sellamos por fin en la gasolinera y partimos en dirección a Cáceres; estamos a 10 Km. de la capital. Para alanzarla hemos de subir el Puerto de las Camellas, el cual no presenta a priori ninguna dificultad. En nuestro mapa guía está marcado un itinerario por diferentes pistas que se inicia muy cerca de la gasolinera, que localizamos sin problemas. El primer punto de desvío lo encontramos tras recorrer 150 metros por la carretera nacional; lo tomaremos accediendo a una pista que circula en paralelo con esta por la derecha.


     Pronto se inicia la suave ascensión del puerto, que durante 2.5 Km. llevaremos a cabo por esa pista de tierra. A las 8.05  la pista vuelve a encontrarse con la N-630, para cruzarla bajo un pontón. En este punto decidimos acceder al arcén de la carretera. En nuestro plano se ve claramente que tendríamos que dar un pequeño rodeo en las inmediaciones de la coronación del puerto, pero dado que no existe ningún atractivo especial por la zona nos decidimos por  ir a lo más práctico y seguro.

 

 

< foto 2: (Valdesalor-Cáceres),  ascensión Puerto de las Camellas  > 

    El panorama a ambos lados de la carretera nacional es espectacular. No me extraña, sabemos por experiencia que se puede contemplar mucho mejor el paisaje desde la propia calzada que por las serpenteantes pistas opcionales. Es particularmente hermosa la vista que disfrutamos a poniente: la falda del puerto encendida a esta hora por el despuntar del sol, levantado apenas 10º sobre la horizontal, de cuya panorámica captaré varias imágenes.
 

   En las soleadas laderas vislumbramos un gran rebaño de ovejas triscando montaña arriba…; y de nuevo me veo impulsado a sacar la cámara, para captar ahora ese ganado con el “zoom”, acercando los animales lo suficiente como para ver que ya han sido trasquilados. Aparentemente esa operación se ha hecho hace pocas jornadas, porque se distinguen perfectamente zonas sonrosadas en su anatomía.



 

 < foto 3: (Valdesalor-Cáceres),  rebaño de ovejas recién trasquiladas > 

 

     A las 8.25 alcanzamos la cima del puerto y a las 8.42 ya estamos de nuevo en la pista de tierra, atravesando un paraje desolado y carente de árboles, con la muy escasa presencia de ralos matorrales. Solo produce este lugar, aunque con una distribución irregular, un pasto poco consistente de escasa alzada, demasiado pobre para alimentar el ganado. El suelo pizarroso de la zona no da para más, lo que debe obligar a los animales a recorrer grandes distancias para cubrir su dieta mínima.

 

     Son las 8.55 y aún no distinguimos Cáceres en la distancia, pero no debe estar lejos porque sentimos los inequívocos sones de unos bafles, los cuales nos recuerdan que la ciudad está en sus fiestas patronales. Poco después distinguimos como a 1.5 Km. unas carpas grandes de color blanco, de donde provienen los zumbidos sincopados de la ‘música-máquina’ a todo volumen…. Nos imaginamos en seguida que debe tratarse de una zona destinada a las movidas festeras juveniles, que los cacereños  han procurado estén lo suficientemente alejadas del epicentro de la capital para evitar molestias al vecindario.

     Nuestro Camino no sigue un recorrido lógico en algunos momentos. Teniendo en cuenta que el lugar es relativamente plano, aunque en permanente descenso, no se explica que haga frecuentes ‘zigzags’; llegando incluso a desparecer por momentos, para reaparecer luego unas decenas de metros más adelante. Afortunadamente estamos lo bastante cerca de Cáceres como para temer perdernos...

 

     A las 9.15 alcanzamos los arrabales de la capital, en un barrio obrero cuyas infraestructuras se ven inacabadas. Parece una barriada de edificación reciente y quizás por eso no vemos absolutamente ninguna indicación, ni del Camino ni de otra naturaleza, que nos pueda orientar sobre la dirección a seguir para cruzar la urbe en dirección a Casar de Cáceres por la parte más corta. Es en ese pueblo donde queremos terminar hoy nuestra etapa; una localidad que dista de la capital cacereña 13 km.
 

    Separando las primeras viviendas del campo abierto, nos encontramos con una solitaria zona ajardinada. En ella vemos varios bancos de madera; un lugar idóneo para que F. haga su almuerzo. Nos sentamos y a poco vemos venir una mujer paseando a su perro; con ella nos informamos de que la ruta que siguen los peregrinos hacia Casar circula tres centenares de metros más a la derecha.  No me extraña, porque hace un buen rato que no veíamos marcas amarillas ni  esos cubos orientadores del proyecto Alba Plata;  hemos debido perder el rastro del Camino en alguno de los recovecos del inhóspito Puerto de las Camellas.

 

    Termina F. su almuerzo y decidimos continuar hacia el centro de Cáceres, desde donde esperamos encontrar indicadores de la salida hacia Casar. Consideramos que es lo más práctico, antes que emprender la aventura de desviarnos medio Km. hacia la derecha en busca de las marcas; en  el centro de la ciudad  no faltará quién nos indique la mejor ruta de salida... Y efectivamente, acertamos a encontrar un cacereño que conoce bien el Camino; peregrina ocasionalmente como nosotros, y cuenta con múltiples andanzas en las rutas del apóstol. El buenazo de Martín nos sacará del atasco acompañándonos personalmente hacia el punto de salida que nos llevará recto a nuestro destino.
 

    Atravesamos Cáceres por una gran avenida que cruza de sur a norte la parte moderna de la ciudad; sin llegar a pisar en ningún momento su clásica zona monumental. Tanto F. como yo ya conocíamos esa maravilla renacentista, cuajada de palacios blasonados e iglesias. De otra forma nos habríamos quedado a pernoctar aquí en algún hostal, ya que Cáceres carece de refugio público por el momento. Martín nos acompaña hasta la plaza de toros, junto a la cual está la salida hacia Casar de Cáceres. Antes de despedirnos entramos con él a un bar, donde tomamos café con churros, y el extremeño no consiente en que paguemos. Quién sabe si algún día nos lo volveremos a encontrar por las rutas del Norte. Si se diera el caso, quizás entonces nos daría la oportunidad de  corresponder a estas atenciones; no es imposible ya que, según nos dice,  suele salir cada año…

 


 

 < foto 4: (Cáceres)saliendo por plaza de toros y avenida Lavanderas >
 

     Pasado un  kilómetro nos despistamos en una de las sempiternas rotondas de enlace, y erróneamente acabamos tomando la carretera de Madrid; de forma que hemos de retroceder 800 metros para coger otro ramal. La broma nos cuesta 20 minutos inútiles, es decir un par de Km. extra de recorrido. Luego haremos todo el intervalo hasta Casar por el arcén de la tranquila carretera local CC-38 que nos acerca al pueblo. Tenemos un tiempo espléndido, con un cielo velazqueño cuajado de blancas nubes de irregular distribución, que de forma intermitente nos proporcionan su benéfica sombra. Los campos carecen de arbolado como en la primera parte de la etapa, pero gracias a Dios, en esta ocasión no sentiremos ningún agobio.
 

     El paisaje se tiende sin límites a ambos lados de nuestro Camino; con terrenos en barbecho, recién labrados o recién segados; un variopinto paisaje que luce bajo un cielo muy luminoso gracias a las nubes, ideal encuadre para los grandes paisajistas del pasado. Me vienen a la cabeza Velázquez y Turner, y sobre todo los impresionistas, muy especialmente Van Gogh. Vemos muchas parcelas donde se ha segado recientemente una mies cuya naturaleza no logro distinguir, ni la puedo confirmar ahora a la vista de las fotos. Sobre los campos divisamos gran cantidad de pacas cuadrangulares de paja, amontonadas o repartidas de forma irregular; siendo finales de Mayo parece pronto para que esto sea cereal recién segado, podría tratarse de forraje para la ganadería (ver fotos).

 

< foto 5: (Cáceres-Casar de C.)trigal recién segado >

      Poco antes de alcanzar Casar de Cáceres, al que ya vemos claramente en la distancia, nos paramos a tomar una caña de cerveza en una gasolinera. Minutos después entraremos al pueblo por la larguísima Calle Alta, evidente ‘calle-camino’ que certifica el origen de esta localidad como lugar de ‘parada y posta’ desde muy antiguo, probablemente ya lo era con anterioridad al imperio romano. A las 13.56 llegamos a la Plaza de España, una placita rectangular en cuyo lado oriental se levanta el soberbio edifico del Ayuntamiento. En esta ocasión nos lo han puesto fácil: han ubicado el albergue público justamente frente al consistorio municipal; de manera que no tendremos que perder tiempo preguntando por él, ni salir como otras veces a las bardas del pueblo en busca de nuestro ‘cobijo’. El cuerpo agradece estos detalles de cordura de las autoridades competentes, y dejamos constancia de ello en estas líneas.

 

     Si la sede municipal de Casar es impactante por su empaque, aún nos gusta más el edificio donde tuvieron la feliz idea de instalar nuestro Albergue. Dicho inmueble cierra la recoleta Plaza de España formando un ángulo recto en su esquina suroeste. En cuanto al edificio en sí, se trata evidentemente de un palacio o casa nobiliaria, que por sus características podría datarse de mediados del siglo XVI, aunque no dispongo de datos para confirmarlo.

 

< foto 6: (Casar de Cáceres), albergue municipal >

      Al ingresar en el notable edifico, nos encontramos con un gran chasco, porque nuestro albergue ocupa solo una parte de la primera planta del inmueble, y el espacio de que disponemos es claramente insuficiente para las 18 plazas previstas. Dicho de otra forma: aunque nuestro alojamiento cuenta con toda clase de instalaciones, estaremos en él como sardinas en lata (ver Nota 9 al final del capítulo).

   

   Tras la rápida ducha en el “cubículo” de caballeros nos fuimos a comer al exquisito patio interior de casa Majuca, situado muy cerca de nuestro alojamiento. Comeremos muy a gusto en un pequeño y fresco patio interior, con aires andaluces; un agradable rincón donde alargaremos bastante la sobremesa. No recuerdo bien el menú; creo que elegimos ensalada variada y el sempiterno bistec con patatas. La comida también resultó bastante satisfactoria, de manera que todo resultó perfecto.

 

< foto 7: (Casar de Cáceres), restaurante Majuca, relajante rincón donde comimos

    En el diminuto patio solo tienen un par de mesas, y ¡mira por donde! la segunda de ellas la vienen a ocupar dos viejos conocidos: los simpáticos Isidoro y Renato; una de esas “parejas de hecho” que suele deparar el Camino…Oír sus conversaciones y controversias siempre resulta una delicia. Conversamos unos minutos con nuestros colegas, mientras consumimos el café,  y luego nos vamos con ganas de hacer una buena siesta. Pero no se acabaría con esta pareja los reencuentros; pues saliendo del establecimiento vemos llegar a los inefables “prusianos”. Los tres incombustibles colegas alemanes vienen sonrientes como siempre, y tras señalarles la situación del albergue, no dudamos en recomendarles el Mesón Majuca.
 

    Agradece el trío nuestras indicaciones y deciden penetran ya en el mesón, para ocupar precisamente la mesita donde hemos estado nosotros. Por lo que nos dan a entender, ya tenían reservadas  vía móvil sus plazas en el albergue… Nos despedimos también de ellos y salimos sin más demora en busca del catre…  Compartimos F. y yo una litera, en la que he cedido a mi colega el somier de abajo. Está situada en la habitación del fondo, donde se han habilitado 8 plazas. Por fortuna solo se ocuparían 5 de ellas, porque el cuarto es diminuto. 

 

      Caer en la colchoneta y dormirme fue todo una, aunque el sueño reparador me durará poco, porque la jornada no ha sido especialmente dura. Tendré suficiente con 45 minutos, y luego me incorporo para hacer mi habitual recorrido del pueblo. Siempre que el lugar lo merece lo suelo hacer; en esta ocasión con más motivo, ya que apenas hemos tenido desgaste en la etapa; ha sido un itinerario poco exigente que hemos realizado con muy buen tiempo, y no nos hemos cansado apenas. Sin embargo F. decide quedarse y prolongará el descanso hasta la hora de la cena.

 

       Salgo por la calle Constitución a las 18.30 en busca de alguna tienda de comestibles, pero no me resulta nada fácil encontrarla por el centro urbano. Alguien  me indica un establecimiento cerca de la zona de El Charco, y tras dar varias vueltas logro salir de la madeja de callejuelas que circundan esa laguna natural, clara evidencia del rico acuífero que contiene el subsuelo de Casar. Hace bastante calor cuando entro directamente en la tienda, situada frente a la laguna; porque no me apetece invertir media hora en pasearme por sus orillas, bien urbanizadas por cierto para el uso lúdico de la población. Por otro lado, apenas veo animación en las cercanías; algo lógico estando en el corazón de Extremadura a la hora de la siesta… La verdad es que siendo el único establecimiento abierto en horario vespertino (según me han indicado), encuentro en él bien poca cosa de lo que necesitamos. Por ejemplo nada de fruta, cosa extraña en una región de pujante agricultura como esta… Para variar, en esta jornada vamos a cenar una lata de melocotón en almíbar; es el mejor sucedáneo de la fruta de temporada que logro encontrar. Compro también lo necesario para preparar el desayuno de la jornada venidera: una barra de pan, mi habitual lata de sardinillas y un envase con tres latas de bonito para el almuerzo de F; también el imprescindible botellón de agua mineral.

 

< foto 8: (Casar de Cáceres), iglesia de La Asunción: esquina noroeste y torre  (vista sur)>  

         Ya de retorno me entretengo en sacar algunas fotos de la Iglesia de La Asunción (siglo XVI), el monumento más importante de este pueblo: un templo-fortaleza de planta rectangular y fortísimos muros. Doy una vuelta alrededor del mismo hasta cerciorarme de que no podríamos entrar a verla… Es lo de siempre por esta “laica” Vía de La Plata: no hacen misa en jornadas vespertinas los días laborables, salvo alguna fecha señalada. Para saciar mi curiosidad, saco unas cuantas fotos. Llaman sobremanera mi atención algunos detalles arquitectónicos de esta singular iglesia, que denotan su uso como bastión defensivo; especialmente las numerosas ventanas-aspilleras.

 

      A las 19.00 estoy de vuelta en el Albergue para dejar la bolsa de la compra. Francisco está la mar de a gusto en la casa, y no piensa abandonarla salvo para tomar algo antes de ir a dormir. Lo del melocotón en almíbar no le seduce como cena, y prefiere que salgamos a por un café por leche o algo por el estilo. Últimamente suele prescindir de la cena tradicional cuando estamos en el Camino, y me suele acompañar con mi habitual dieta de frutas; pero al no disponer de ellas prefiere ayunar o hacer un simple café…En todo caso, como aún es pronto decido dar una segunda vuelta por Casar, en esta ocasión dirigiéndome hacia el norte por calle Larga Baja. Esta calle es la prolongación de su antónima c. Larga Alta a partir de plaza de España. Según parece, mañana deberemos abandonar la población siguiendo esa misma calle…

 

 

< foto 9: (Casar de Cáceres): calle Larga Baja, a partir del Ayuntamiento en  plaza de España  

     Voy de prisa, con la vana esperanza de hallar aún alguna pequeña tienda de comestibles o algo que se le parezca… A veces alguna vecina avispada improvisa una habitación lindante con la calle, o bien pone el tenderete a la puerta de casa; particularmente en los lugares que frecuentan los peregrinos, como el propio Casar. Pero nada de nada, solo veo un par de viejas sentadas junto a su puerta en animada conversación, que interrumpen cuando ven que me acerco; y allá que voy derechito hacia ellas… Las abuelas saben de sobras que soy peregrino, aunque ignoran lo que busco; y yo las saco pronto de dudas con la preguntita de marras… Pero no hay nada que hacer, me chascan diciendo que no encontraría nada abierto a estas horas.
 

     Siempre que me veo en trance similar, abrigo la esperanza de que alguna vecina (o vecino) quiera venderme alguna cosilla de su propia despensa…; pero últimamente tampoco tenemos suerte con eso, se ve que en estos tiempos la imaginación de la gente no da para tanto. Al final me resigno con el “programa” ya previsto; pensando que tampoco estamos tan necesitados hoy, después de comer correctamente a mediodía. En todo caso, al pasar a tomar café en el Mesón Majuca, antes de retirarnos a dormir, podríamos acompañarlo con algo sólido si tenemos hambre. Sin darle más vueltas al tema, sigo calle adelante para ver si las señales del Camino están claras en el punto de salida de la población; es una precaución útil para evitar despistes en el inicio de la etapa, especialmente si salimos antes que despunte el sol…

 

    Según voy acercándome a las últimas viviendas de la ‘larguísima’ calle Larga Baja, diviso también a la derecha la inconfundible mole de una iglesia con la que no contaba; situada ya a las afueras del pueblo y en el mismo margen del Camino. Se trata de la  Ermita de Santiago Peregrino; una sólida y armoniosa construcción hecha de cantería, de la que hasta este momento no teníamos noticia. Su aspecto exterior me gusta, y me llevo la grata sorpresa de encontrarla abierta (Nota 10).

 

< foto 10: (Casar de Cáceres)ermita de Santiago Peregrino  > 

-Nota 10-   Ermita de Santiago Peregrino en Casar de Cáceres-  Tras la verja hay un recinto ajardinado donde están sentados en un banco un par de vecinos. Son los vigilantes de la ermita y me confirman la posibilidad de entrar a visitarla. Una vez en el interior me encuentro con un pequeño altar sobredorado cuyo único panel enmarca una interesantísima imagen ecuestre de Santiago Matamoros. La talla es policromada y la veo en excelente estado de conservación. Su factura es ingenua, similar a la celebérrima de Villadangos del Páramo (prov. de León). A la izquierda del altar hay otra talla antigua, también de Santiago, representado ahora en posición erguida y portando los símbolos clásicos de la peregrinación: báculo, calabaza, esclavina y sombrero con la vieira. Saco varias fotos del interior, con las imágenes de ‘nuestro patrón’ y luego, como aún dispongo de buena luz, salgo afuera para tomar algunas vistas exteriores. Al rodear el edificio descubro el detalle más interesante de este templo, o al menos así lo veo yo. En el hastial que linda con el Camino hay un enorme arco toral actualmente rellenado con muro de piedra como cierre, en el cual se había insertado originalmente la puerta principal del templo, en estos momentos cerrada. Ese arco no tendría sentido si el muro hubiera sido el soporte del edificio por este lado en sus orígenes. Me imagino que en la época fundacional debió haber en este lado una gran verja ocupando todo el espacio del enorme arco; una verja que permitiera a los peregrinos orar ante el altar a cualquier hora del día desde el borde del Camino, sin necesidad de franquear la entrada. Probablemente ese arco se tapió tiempo después por motivos bien fundados. Quizás pudo ser la causa la escasez de peregrinos; optándose por incorporar la puerta central que ahora vemos para evitar el acceso de alimañas; o simplemente para ahorrarse las continuas labores de limpieza del interior, frecuentemente invadido por  residuos y polvo arrastrados por el viento (ver imágenes de detalle).
 

 

      Dan las 20.05h  cuando emprendo el regreso, más que contento, hacia nuestro albergue. La visita a la  singular ermita de Santiago Peregrino me ha llenado más que las vistas exteriores del templo principal de Casar; de nuevo ha tenido premio mi insaciable curiosidad…
 

    Al llegar a nuestra ‘residencia’ observo que la mesa-comedor está despejada, y decido aprovechar el momento para dar buena cuenta de los melocotones, que acompañaré con un pico del pan que hemos comprado. Francisco se ha pegado un ‘siestón’ de campeonato, y ahora decide pasar al aseo para ducharse de nuevo.
 

     Como tengo tiempo, mientras ceno me entretengo en hacer un breve recuento de los ocupantes del Albergue... Si no me fallan las cuentas estamos aquí 9 colegas: Isidoro y Renato, los tres “prusianos”, la chica alemana que vimos en Valdesalor (creo que llamada Cristine) y un colega británico que anda “pegando la hebra” con ella, posiblemente por ser la única que habla bien inglés... Con nosotros dos, totalizamos esos nueve ocupantes apuntados.

   

     Dan las 20,40 y decido acompañar a F. a  Casa Majuca, para que tome su café con leche a modo de cena. Nos sentamos en la barra, y pido para mí un batido de chocolate por no desentonar. Lo he pedido frío pero el camarero me lo trae casi congelado, directamente del frigorífico. Aunque me lo tendré que beber con mucha calma, este imprevisto batido, que antaño era habitual en mi dieta durante los meses calurosos, entra fenomenal en mi reseco organismo.

   Francamente ignoro por qué he perdido desde hace un montón de años  el hábito de consumir este tipo de bebidas; especialmente cuando con  temperaturas relativamente altas, y tras habernos deshidratado bastante durante la etapa, han de sentarnos la mar de bien...

 

    Pagamos nuestra consumición sin demorarnos demasiado, y regresamos al Albergue sobre las 21.00 h. Francesc hace su llamada a casa y yo le dedicaré todavía unos minutos a los apuntes de la jornada. Hoy nos retiramos a dormir a las 21.15, relativamente pronto;  pero cuatro gamberros gritones nos mantendrían en vela, y en guardia, durante un cuarto de hora.
 

   Como por las voces detectamos que se trataba de gente joven, bastante bullanguera y  medio ebria por los excesos de una tarde de domingo, quisimos curarnos en salud; de manera que decidimos retirar del balcón las botas que habíamos sacado para evitar olores. Normalmente se suelen dejar de esa guisa durante toda la noche, pero hoy no nos fiamos por la gresca que sentimos afuera. He comprobado que desde la plaza se podría alcanzar el balcón sin demasiado esfuerzo; y algún gracioso, al contemplar nuestra nuestras botas desde las inmediaciones, podría tener la idea de apoderarse de ellas para hacer cualquier gamberrada. Las podrían descolgar con un simple gancho atado a una vara, o aupándose alguien sobre otro compañero para cogerlas con la mano. Incluso podrían subir a buscarlas a nuestra planta, sin ningún obstáculo, ya que en este Albergue no se cierra la puerta exterior por la noche...

 

     Tras poner nuestras botas bajo la litera nos quedamos la mar de tranquilos; afortunadamente ya estaban bastante secas, y apenas desprendían olor.

     Tras esas precauciones aún siguió la ‘rondalla nocturna’ un buen rato. A Francisco y a mí no dejaba de sorprendernos que estos excesos juveniles se produjeran justo delante de la puerta del Excmo. Ayuntamiento de Casar de Cáceres. Es evidente que la pareja de guardias urbanos que cubre el turno de vigilancia dentro de la casa consistorial pasa olímpicamente del orden público… Y yo me pregunto: si no intervienen en un alboroto que se produce ante su puerta,  --¿en qué actividades invierten su turno de guardia estos señores?—

 

     Cuando finalmente baja de tono el vocerío no tardaremos en dormirnos, algo que haríamos poco después de las campanadas de las 21.45h.

 

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< foto 11: (Casar de Cáceres) Ayuntamiento, albergue y detalle de sus bóvedas (s.XVI?)>

 

-Nota 9-   El Albergue Municipal de Casar de Cáceres-  Lo mejor sin duda el magnífico edificio donde está instalado, y también su ubicación en Plaza de España nº1, centro neurálgico del pueblo. Lo peor las reducidas dimensiones de dormitorios y servicios, ya que lamentablemente solo han destinado a refugio de peregrinos una parte del primer piso del inmueble. Otro problema, importante para la mayoría de peregrinos: lo ruidoso de su entorno durante todo el día, y muy especialmente por la noche.   

   Visto desde fuera, el edificio luce su impecable encalado al sol del mediodía, por lo que no me he reprimido las ganas de sacarle varias fotos cuando llegábamos (ver reportaje gráfico). Lo que más me gusta del inmueble son los bajos, que conforman una especie de deambulatorio, abierto a la plaza mediante una sucesión de arcos de medio punto; los cuales conservan aún las bóvedas originales de ladrillo (ver imagen detalle). La primorosa ejecución de estas bóvedas, que se apoyan sobre los pilares de los arcos y parejas de contrafuertes adosados al muro interior, es una excelente muestra de la ingeniería civil española de siglos pasados. Apoyándose en los muros delanteros  del inmueble, justo en su conjunción,  hay una pequeña  terraza-tribuna que se eleva casi un metro sobre el nivel de la plaza, a la cual se accede mediante escalera de cuatro peldaños. Desde esta plataforma se entra a la vivienda a través de una única puerta, situada en la misma esquina (ver fotos). No he logrado conocer la datación original del edificio, pero lo podríamos atribuir al s.XVI. 

    Como apuntábamos antes, lamentablemente solo una parte del piso alto está destinada a los peregrinos en la actualidad, ignorando quién suscribe el uso que dan al resto de esta planta. Consecuentemente la capacidad real de alojamiento del albergue es muy limitada; de hecho las 18 plazas que han dispuesto, haciendo filigranas con el espacio, tendrían que reducirse a la mitad para estar medianamente cómodos en él.

   Paseándome a lo largo del pasillo, que copia la quebrada de la fachada, cuento 14 plazas distribuidas en tres estancias que se alinean en el ala oeste de la casa, intercaladas con varias picas-lavabo. Aparte eso, dos pequeños aseos con ducha y lavabo, una mini-cocina y un recibidor donde han colocado la escueta mesa comedor completan los servicios de este albergue.

    En esta ocasión la categoría del pueblo está por encima de nuestro humilde hospedaje, pero me quedo con las imágenes exteriores del edificio que nos aloja, las cuales hacen volar la imaginación hacia lo que debió ser  esta villa en el pasado. 

    Capítulo aparte merece el alto nivel de ruido que debemos sufrir los peregrinos; el jolgorio continuo procedente del exterior que percibimos prácticamente durante toda la tarde y 1as horas nocturnas, que consideramos inadmisible a partir de las 10 de la noche. Como todo el mundo sabe, menos en el Ayuntamiento de Casar por lo que parece, esa es la hora límite en la que los peregrinos ya deben estar acostados descansando. Es una norma inveterada en el Camino, totalmente lógica, dado que hemos de madrugar mucho.

     En los últimos párrafos de mi crónica de la etapa detallo lo que nos tocó vivir en directo a nosotros, pero por lo que leo en Internet, cuando tres años después hago la corrección definitiva de esta Memoria, el problema sigue vigente hoy. Acabo de leer una docena de testimonios de peregrinos, quejándose no solo de ruido sino hasta de cierta inseguridad por el gamberrismo de algunos mozalbetes...:--¡¿Hasta cuándo Sr. Alcalde?!...---
 

 

 Antonio Garcia Marquez 

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GUIA DEL CAMINO DE SANTIAGO A PIE (En papel)
JOSE M. SOMAVILLA , TUTOR, 2009
Desde la primera edición de esta Guía del Camino de Santiago a pie han transcurrido más de diez años, y veinte desde que su autor, José Manuel Somavilla, descubriese la Ruta Jacobea en 1989 y quedase enamorado de ella. Desde entonces ha recorrido el Camino de Santiago a pie año tras año. Fruto de esa experiencia contrastada que muchos lectores y peregrinos han disfrutado en sus anteriores ediciones, ahora, para esta nueva edición actualizada en 2009 y ampliada, el autor ha elaborado nuevos y detallados mapas de cada una de las 26 etapas del Camino Francés que separan los 750 kilómetros que hay entre Roncesvalles y Santiago de Compostela. A esto ha añadido la variante del Camino Aragonés, con 5 nuevas etapas desde Somport hasta Puente la Reina, punto en el que se une con la otra vía del Camino Francés

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