CAMINO DE SANTIAGO: --Ruta MOZÁRABE--

SEVILLA—SANTIAGO por la VÍA DE LA PLATA y la Variante Sanabresa


por Antonio García Márquez

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Cap.XXVIII /(24ªEt.=32,6Km) CALZADA de Valdunciel- VILLANUEVA de Campeán (8 Mayo, Sábado)  

        Por una u otra causa, en el presente viaje  no podré dormir de un tirón ni una sola noche (eso lo iremos viendo en sucesivas etapas). En esta primera pernocta he tardado en pegar ojo pensando en la  hernia; me fastidiaría mucho tener que interrumpir la aventura por eso, dejando colgados a los compañeros a mitad de camino…. Luego, han sido unos trastornos digestivos los que me han dado muy mala noche; trastornos seguramente ocasionados por ese atracón de fruta al que no estaba acostumbrado… Tras una rápida digestión, se me relajó la tripa  y tuve que levantarme varias veces para ir al lavabo…

Afortunadamente tendría a la postre una inesperada  compensación, al notar cuando me incorporaba para vestirme que la tirantez del bajo vientre había desaparecido, y hasta la hernia parecía haberse quedado dormidita... También es verdad que F. roncó durante toda la noche como un condenado, amenizando a ratos mi duerme-vela; aunque eso no me hubiera impedido dormir si no fuera por lo anteriormente expuesto. 

Aprovecharía los postreros ratos de insomnio para repasar mentalmente la etapa, que sería larga. Luego me levanté pronto, a las 6,30, sintiéndome bastante descansado. Después de darme una duchita, deposité nuestra contribución de 10 € en la hucha del refugio (¡ya habíamos superado el -mínimo-!) y me puse a preparar el macuto. 

< foto 1: (Calzada de Valdunciel), esperando a J.L. en las afueras del Albergue, poco antes de iniciar la etapa (7.30h)> 

      Al salir al exterior nos encontramos con una mañana gélida, para ser Mayo. Las hierbas de unos corrales contiguos han quedado bien tiesas por la escarcha, lo que significa haber llegado hasta cero grados, o casi, durante la madrugada… Cuando emprendemos camino nos viene desde el Este un gélido vientecillo, que me obliga a usar el pasamontañas; pero JL y F no tienen con qué protegerse las orejas...  Visto el percal, decidimos apretar el paso para entrar en calor... Yo trato de encontrar la forma de minimizar el problema hernia, probando a manejar el bastón con la mano izquierda; y la cosa parece que funciona, quizás por  tener la hernia en el mismo lado…Eso me permitirá aumentar la velocidad de marcha. 

En esta etapa cubriremos largos tramos por el arcén de la N-630... Cuando en el km. 323 entramos en la carretera para un buen rato, aprovechamos para hacer un control de velocidad: durante unos 6 km. vamos arreando al límite de nuestras posibilidades, que en esta ocasión son las mías por la dichosa hernia (si alargo demasiado el paso se me abre). Controlando los postes indicadores (intervalos de 50metros), comprobaremos que nuestro límite está en 4,8 Km. por hora. Eso quiere decir que andando en plan estándar podemos alcanzar una media de 4 km/h. A partir de entonces, nuestras previsiones se basarían en ese promedio... y acertábamos de pleno.

 En esos cálculos estábamos cuando uno de los muchos camionazos que circulaban en la dirección contraria nos hizo saltar las gorras al unísono, instantes después de sobrepasarnos. Luego soltó un ‘mec-mec’ como saludo... El muchacho se debió reír de lo lindo, mientras nosotros nos acordábamos de sus ancestros…A partir de ahí tuvimos que ajustarnos mejor las ‘pamelas’, porque el tránsito iba a más a medida que avanzaba la mañana.        

Por fin, junto al km. 315 nos desviamos por una pista de tierra. En las indicaciones de la Hoja de Ruta, teníamos anotado que deberíamos atravesar varios “portillos” (término cuyo significado desconocíamos), antes de volver otra vez a la carretera. Las indicaciones eran bastante parcas, de forma que cuando llegamos al primero de dichos portillos nos damos cuenta que estábamos ante una finca cercada; con un trozo movible de unos 5 m (el -portillo-) amarrado al resto del vallado con alambres... Pero ¡amigo!, el portillo tenía colgado un cartelito de Prohibido el Paso, que habría que saltarse “a la torera” (nunca mejor dicho, como veremos). Y  lo peor es que en este punto nos habíamos alejado de la carretera como 1 km, lo cual nos complicaba dar un rodeo a la finca… Ante el escollo es  Francesc el más decidido: -- Hay que pasar al otro lado.., ¡qué collons!, "¡aquesta gent no pot tallar una Cañada Real!"...--. Nos miramos un momento y estuvimos de acuerdo.., ¡adelante los valientes!..  Lo malo es que, cuando nos adentramos unos 300 m., alcancé a ver a lo lejos unos sospechosos bultos negros y marrones escampados aquí y allá  por la dehesa, entre las encinas: ¡estábamos dentro de una finca de toros bravos!..  

Me fijo entonces en la mochila de mi cuñado, y para “animarle” le suelto: --JL, tú tienes el macuto ‘colorao’, así que me apartaré de tí por si acaso, serás el primer objetivo...--. Encomendándonos a Santiago y resto de la corte celestial, seguimos adelante; no había más remedio que apechugar. Lo malo es, que si se arrancaba algún toro no sabíamos si tendríamos tiempo para deshacernos del macuto y trepar al primer árbol... 

< foto 2: (Calzada de Valdunciel-Villanueva de Campeán), vacas madres, pero ¡qué madres!> 

      Al atravesar  el 2º portillo, ya veíamos más cerca a los supuestos toros: que eran en  realidad vacas madres con sus terneros, pero ¡que madres! (ver fotos), con cada cuerno que hacía medio  metro por lo menos... Afortunadamente, atravesamos la 2ª y 3ª dehesas siguientes y ya no vimos más vacas, pero no descansaríamos hasta cruzar la última valla.

Ya en la carretera  pasamos al poco rato junto a un par de carteles, que reflejaban los itinerarios de las Cañadas Reales (el 1º), y de la Vía de la Plata (el 2º) en su transcurso por la comunidad de Castilla y León. Estábamos en las cercanías del límite entre las provincias de Salamanca y Zamora, muy cerca de El Cubo del Vino, donde habíamos previsto parar a comer. 

< foto 3: (El Cubo de Tierra del Vino),  perspectiva de la calle Mayor >

Cuando llegamos a El Cubo, recibimos una mala noticia: en ninguno de los bares que se veían por allí servían comida, ni siquiera en plan bocatas. Nunca he visto gente con más desidia. Menos mal que alguien nos indicó la dirección de una vecina que preparaba comidas para los peregrinos, aunque no era seguro que la pudiésemos localizar... Fuimos en su busca tan aprisa como podíamos, por soltar el macuto y sentarnos cuanto antes.  

Se trataba de una casa con patio junto a la calle, en la que observamos bastante movimiento cuando nos acercábamos. Nos resulta evidente que alguien había anticipado nuestra llegada…: una chiquilla correteaba sacando cosas de en medio, cuatro gatos saltaban despavoridos por las barandas y el abuelo nos franqueaba la puerta de lo que en un tiempo fue, seguramente, el corral de la casa. Me vino a la cabeza la Venta de D. Quijote... y, ¡mira por donde asomaba en esos momentos Maritornes!... Porque la Carmen (pequeña, regordeta y renegrida) viene que se las pela dando órdenes a la parentela, y enseñando sin complejos los cuatro dientes en guerrilla que le quedan.  

Sugiero a JL y F que después de comer habría que salir pronto hacia Villanueva de Campeán, porque quedaba bastante distancia, y probablemente su único albergue  no dispondría de mucho alojamiento... En estas el viejo, que no se pierde ripio, me interrumpe diciendo que en Villanueva no habría alojamiento, porque su refugio público lo habían anulado, para añadir: --No se preocupen Vds., que aquí tenemos de todo; podrán cenar y dormir..., ya nos arreglaremos--

Yo reconozco que cuando alguien no me huele bien de entrada procuro escaparme lo más rápido que puedo. Por eso sugiero a F y JL que deberíamos telefonear cuanto antes, para asegurarnos el cobijo en Villanueva.  

 Para desgracia del viejo, llevaba casualmente en mis apuntes el teléfono de contacto de Villanueva de Campeán. Llama JL, y a la primera acertamos con una persona clave, que controla el acceso al cuestionado albergue. El interlocutor telefónico le responde: --Me quedan dos camas y un colchón suelto, que les puedo reservar...--. Hago una señal de apremio a JL para que confirme...; mientas el viejo me mira con mala uva, porque los pájaros volarían después de comer; el teléfono, ¡ay!, es un gran invento... 

< foto 4: (El Cubo de Tierra del Vino),  comida familiar en “Casa Carmen”> 

Resuelto pues este tema crucial, mientras la ventera prepara el guiso pedimos un adelanto en forma de vino con gaseosa, que tragamos tan a gusto, despatarrados al solete del corral… diez minutos después nos llamaban a la mesa.

El primer plato del festín hay que apuntarlo para los anales: "Garbanzos con Cardillos" (cardos borriqueros enanos, que crecen en lo más pelado del monte) y se completó la cosa con el socorrido bistec de ternera. Al final, la Carmen se sacó la espina de nuestra -fuga-, clavándonos 9 € por barba. No sería caro para el mercado urbano de la gran ciudad, pero en aquel antro familiar…. En fin, nos hicimos con ellos la foto de recuerdo y nos despedimos, con la promesa de que les haríamos mucha propaganda... Quede constancia para los posibles interesados que ¡los Garbanzos con Cardillos de doña Carmen están de p. madre...!, sobre todo tras una caminata de 20 km. 

< foto 5: miliario y  panorámica ante Villanueva de Campean (a 2km)> 

       El resto de la etapa se hizo durilla; nos quedaban 13 km pero parecieron 25. Salimos de “la Venta” a las 14,40h con un sol de justicia; caminando seguidamente durante hora y media por una pista en ligera subida. Por mayoría absoluta (aquí siempre había el 67%), se decidió en ese punto un descansillo de 20 minutos. Después, remataríamos la etapa andando un poco relajados, para llegar a Villanueva de Campeán sobre las 18 h.  

<foto 6: (Villanueva de Campean) Albergue municipal de Peregrinos> 

El Refugio que nos encontramos es diminuto. A la entrada dispone de un minúsculo recibidor, donde hay una colchoneta de goma espuma apoyada en la pared. A continuación se penetra en el dormitorio, de 2x3 m, en el que a duras penas cabe una única litera y un somier individual de 0,90, situado junto a la puerta de acceso. En la pared opuesta a la ventana se abre un dintel que conecta con WC y ducha. En fin como solo pernoctaríamos cuatro peregrinos, podríamos sobrellevarlo… El cuarto ocupante de la casa, que se nos había adelantado poco antes, es un malagueño de 32 años (Juan Ramón Postigo). El chaval tiene el buen detalle de cedernos la parte inferior de la litera, quedándose él con la superior. F optó por quedarse en el recibidor, y JL eligió el somier.  

Antes de entrar en el pueblo nos había indicado un vecino que valía la pena visitar un Convento en ruinas, distante del lugar algo menos de 1km.  JL y F no tenían ganas de más excursiones, pero mi debilidad por las piedras antiguas me impulsan a salir en su busca. Así que me decidí por hacer la visita turística, mientras mis compañeros se duchaban. El chaval malagueño se apunta también a la excursión... 

<foto 7: (Villanueva de Campean)  claustro y portada del Convento del Soto (con Juán R. Postigo)> 

 El Convento del Soto es en efecto una pura ruina, pero conserva su  llamativa portada barroca y restos del claustro (véase imagen); así como  un par de columbarios de distintas épocas. El columbario (palomar) es una edificación corriente en la España interior, y superabundante en la comarca leonesa de Tierra de Campos, muy vinculada culturalmente a estas tierras zamoranas; los iremos viendo en etapas sucesivas. De los dos que pude visitar en el Convento, uno de ellos es particularmente interesante: construido en piedra perfectamente tallada y de planta circular; me indicarían luego en el bar del pueblo que es de origen romano.  

Ya de regreso, me cuenta Juán Ramón su peripecia. Viene andando desde Asturias y se encamina hacia Sevilla; porque alguien le habló de esta Ruta, y también porque según dice no tiene prisa por llegar a su casa paterna, en Alhaurín el Grande… Bueno, no me extenderé contando íntegramente el serial que me cuenta, se trata de un caso típico de gente que te encuentras en el Camino; alguien que busca el espacio adecuado y un tiempo suficiente para reflexionar… Como peregrino veterano le dí mis ‘admoniciones’, a la par que halagaba su iniciativa, y todos tan contentos. He tenido otros encuentros parecidos, especialmente con gente joven. 

Al llegar al refugio, me dice JL que F ha observado cómo el chaval se fijaba con excesiva atención en mi carterilla-monedero, cuando abonaba el importe de unos refrescos en el bar… No me inquieta la observación, porque he sacado buena impresión del muchacho. Además, les tranquilizo indicándoles que la “caja fuerte” del grupo la tengo muy controlada: siempre duerme conmigo en el fondo del saco de dormir. Es una práctica habitual de mis muchas jornadas en el Camino, que aplico a la documentación y la pequeña valija de valor que llevo... Aclarado eso, les reitero la confianza que me inspira este joven colega. 

Villanueva de Campeán tiene poco que ver; es un pueblo pequeño e insustancial, y que me perdonen sus vecinos. Por destacar algo: el edificio del Ayuntamiento, que está muy cerca de nuestro pequeño Refugio; frente al cual tenemos el único bar del pueblo. Eso es todo: la casa consistorial y un bar de cuyo nombre no logro acordarme, y gracias. En ese bar  habíamos aterrizado a nuestra llegada (controlan las llaves del R) y allí volvimos tras dar un breve paseo por el lugar. Tomamos unos refrescos, sentados en la barra y, afortunadamente, conseguimos que nos vendieran algo de fruta para cenar, sin posibilidad de elección por tratarse de la despensa doméstica del barman.  

Ante la perspectiva de otra etapa “esteparia” al día siguiente, pedimos  luego que nos prepararan también los bocatas para el almuerzo. Como el bar tampoco era lo que se dice muy acogedor, decidimos volvernos pronto al nuestro Albergue. Cenamos los tres,  con algo de sol todavía, en un banco situado en las afueras del mismo, dando cuenta de nuestra hoy magra ración de frutas, a la que se añaden algunos frutos secos (almendras y nueces) que el previsor de F llevaba aún consigo. A las 9,30 estábamos en el catre; hoy llevábamos encima bastante tralla.

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   Antonio Garcia Marquez 

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GUIA DEL CAMINO DE SANTIAGO A PIE (En papel)
JOSE M. SOMAVILLA , TUTOR, 2009
Desde la primera edición de esta Guía del Camino de Santiago a pie han transcurrido más de diez años, y veinte desde que su autor, José Manuel Somavilla, descubriese la Ruta Jacobea en 1989 y quedase enamorado de ella. Desde entonces ha recorrido el Camino de Santiago a pie año tras año. Fruto de esa experiencia contrastada que muchos lectores y peregrinos han disfrutado en sus anteriores ediciones, ahora, para esta nueva edición actualizada en 2009 y ampliada, el autor ha elaborado nuevos y detallados mapas de cada una de las 26 etapas del Camino Francés que separan los 750 kilómetros que hay entre Roncesvalles y Santiago de Compostela. A esto ha añadido la variante del Camino Aragonés, con 5 nuevas etapas desde Somport hasta Puente la Reina, punto en el que se une con la otra vía del Camino Francés

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