Cap.XXVIII /(24ªEt.=32,6Km) CALZADA de Valdunciel-
VILLANUEVA de Campeán (8 Mayo, Sábado)
Por una u otra causa, en el presente viaje no podré dormir
de un tirón ni una sola noche (eso lo iremos viendo en sucesivas
etapas). En esta primera pernocta he tardado en pegar ojo pensando
en la hernia; me fastidiaría mucho tener que interrumpir la
aventura por eso, dejando colgados a los compañeros a mitad de
camino…. Luego, han sido unos trastornos digestivos los que me han
dado muy mala noche; trastornos seguramente ocasionados por ese
atracón de fruta al que no estaba acostumbrado… Tras una rápida
digestión, se me relajó la tripa y tuve que levantarme varias veces
para ir al lavabo…
Afortunadamente tendría a la postre una inesperada compensación, al
notar cuando me incorporaba para vestirme que la tirantez del bajo
vientre había desaparecido, y hasta la hernia parecía haberse
quedado dormidita... También es verdad que F. roncó durante
toda la noche como un condenado, amenizando a ratos mi duerme-vela;
aunque eso no me hubiera impedido dormir si no fuera por lo
anteriormente expuesto.
Aprovecharía los postreros ratos de insomnio para repasar
mentalmente la etapa, que sería larga. Luego me levanté pronto, a
las 6,30, sintiéndome bastante descansado. Después de darme una
duchita, deposité nuestra contribución de 10 € en la hucha del
refugio (¡ya habíamos superado el -mínimo-!) y me puse a preparar el
macuto.
<
foto 1: (Calzada de Valdunciel), esperando a J.L.
en las afueras del Albergue, poco antes de iniciar la etapa
(7.30h)>
Al salir al exterior nos encontramos con una mañana gélida,
para ser Mayo. Las hierbas de unos corrales contiguos han quedado
bien tiesas por la escarcha, lo que significa haber llegado hasta
cero grados, o casi, durante la madrugada… Cuando emprendemos camino
nos viene desde el Este un gélido vientecillo, que me obliga a usar
el pasamontañas; pero JL y F no tienen con qué
protegerse las orejas... Visto el percal, decidimos apretar el paso
para entrar en calor... Yo trato de encontrar la forma de minimizar
el problema hernia, probando a manejar el bastón con la mano
izquierda; y la cosa parece que funciona, quizás por tener la
hernia en el mismo lado…Eso me permitirá aumentar la velocidad de
marcha.
En
esta etapa cubriremos largos tramos por el arcén de la N-630...
Cuando en el km. 323 entramos en la carretera para un buen rato,
aprovechamos para hacer un control de velocidad: durante unos 6 km.
vamos arreando al límite de nuestras posibilidades, que en esta
ocasión son las mías por la dichosa hernia (si alargo demasiado el
paso se me abre). Controlando los postes indicadores (intervalos
de 50metros), comprobaremos que nuestro límite está en 4,8 Km.
por hora. Eso quiere decir que andando en plan estándar podemos
alcanzar una media de 4 km/h. A partir de entonces, nuestras
previsiones se basarían en ese promedio... y acertábamos de pleno.
En
esos cálculos estábamos cuando uno de los muchos camionazos que
circulaban en la dirección contraria nos hizo saltar las gorras al
unísono, instantes después de sobrepasarnos. Luego soltó un
‘mec-mec’ como saludo... El muchacho se debió reír de lo lindo,
mientras nosotros nos acordábamos de sus ancestros…A partir de ahí
tuvimos que ajustarnos mejor las ‘pamelas’, porque el tránsito iba a
más a medida que avanzaba la mañana.
Por
fin, junto al km. 315 nos desviamos por una pista de tierra. En las
indicaciones de la Hoja de Ruta, teníamos anotado que
deberíamos atravesar varios “portillos” (término cuyo
significado desconocíamos), antes de volver otra vez a la carretera.
Las indicaciones eran bastante parcas, de forma que cuando llegamos
al primero de dichos portillos nos damos cuenta que estábamos
ante una finca cercada; con un trozo movible de unos 5 m (el -portillo-)
amarrado al resto del vallado con alambres... Pero ¡amigo!, el
portillo tenía colgado un cartelito de Prohibido el Paso,
que habría que saltarse “a la torera” (nunca mejor dicho, como
veremos). Y lo peor es que en este punto nos habíamos alejado de la
carretera como 1 km, lo cual nos complicaba dar un rodeo a la finca…
Ante el escollo es Francesc el más decidido: -- Hay que
pasar al otro lado.., ¡qué collons!, "¡aquesta gent no pot tallar
una Cañada Real!"...--. Nos miramos un momento y
estuvimos de acuerdo.., ¡adelante los valientes!.. Lo malo es que,
cuando nos adentramos unos 300 m., alcancé a ver a lo lejos unos
sospechosos bultos negros y marrones escampados aquí y allá por la
dehesa, entre las encinas: ¡estábamos dentro de una finca de toros
bravos!..
Me
fijo entonces en la mochila de mi cuñado, y para “animarle” le
suelto: --JL, tú tienes el macuto ‘colorao’, así que me apartaré
de tí por si acaso, serás el primer objetivo...--.
Encomendándonos a Santiago y resto de la corte celestial,
seguimos adelante; no había más remedio que apechugar. Lo malo es,
que si se arrancaba algún toro no sabíamos si tendríamos tiempo para
deshacernos del macuto y trepar al primer árbol...
<
foto 2: (Calzada de Valdunciel-Villanueva de Campeán),
vacas madres, pero ¡qué madres!>
Al atravesar el 2º portillo, ya veíamos más cerca a
los supuestos toros: que eran en realidad vacas madres con sus
terneros, pero ¡que madres! (ver
fotos),
con cada cuerno que hacía medio metro por lo menos...
Afortunadamente, atravesamos la 2ª y 3ª dehesas siguientes y ya no
vimos más vacas, pero no descansaríamos hasta cruzar la última
valla.
Ya
en la carretera pasamos al poco rato junto a un par de carteles,
que reflejaban los itinerarios de las Cañadas Reales
(el 1º), y de la Vía de la Plata (el 2º) en su
transcurso por la comunidad de Castilla y León. Estábamos en
las cercanías del límite entre las provincias de Salamanca y Zamora,
muy cerca de El Cubo del Vino, donde habíamos previsto parar
a comer.
<
foto 3: (El Cubo de Tierra del
Vino), perspectiva de la calle Mayor >
Cuando llegamos a El Cubo, recibimos una mala noticia:
en ninguno de los bares que se veían por allí servían comida, ni
siquiera en plan bocatas. Nunca he visto gente con más desidia.
Menos mal que alguien nos indicó la dirección de una vecina que
preparaba comidas para los peregrinos, aunque no era seguro que la
pudiésemos localizar... Fuimos en su busca tan aprisa como podíamos,
por soltar el macuto y sentarnos cuanto antes.
Se
trataba de una casa con patio junto a la calle, en la que observamos
bastante movimiento cuando nos acercábamos. Nos resulta evidente que
alguien había anticipado nuestra llegada…: una chiquilla correteaba
sacando cosas de en medio, cuatro gatos saltaban despavoridos por
las barandas y el abuelo nos franqueaba la puerta de lo que en un
tiempo fue, seguramente, el corral de la casa. Me vino a la cabeza
la Venta de D. Quijote... y, ¡mira por donde asomaba en esos
momentos
“Maritornes”!...
Porque
la
Carmen
(pequeña, regordeta y renegrida) viene que se las pela dando órdenes
a la parentela, y enseñando sin complejos los cuatro dientes en
guerrilla que le quedan.
Sugiero a JL y F que después de comer habría que salir
pronto hacia Villanueva de Campeán, porque quedaba
bastante distancia, y probablemente su único albergue no
dispondría de mucho alojamiento... En estas el viejo, que no se
pierde ripio, me interrumpe diciendo que en Villanueva no
habría alojamiento, porque su refugio público lo
habían anulado, para añadir: --No se preocupen Vds., que aquí
tenemos de todo; podrán cenar y dormir..., ya nos arreglaremos--
Yo
reconozco que cuando alguien no me huele bien de entrada procuro
escaparme lo más rápido que puedo. Por eso sugiero a F y
JL que deberíamos telefonear cuanto antes, para asegurarnos el
cobijo en Villanueva.
Para desgracia del viejo, llevaba casualmente en mis apuntes el
teléfono de contacto de Villanueva de Campeán. Llama
JL, y a la primera acertamos con una persona clave, que
controla el acceso al cuestionado albergue.
El interlocutor telefónico le responde: --Me quedan dos
camas y un colchón suelto, que les puedo reservar...--. Hago una
señal de apremio a JL para que confirme...; mientas el viejo
me mira con mala uva, porque los pájaros volarían después de comer;
el teléfono, ¡ay!, es un gran invento...
<
foto 4: (El Cubo de Tierra del Vino), comida
familiar en “Casa Carmen”>
Resuelto pues este tema crucial, mientras la ventera prepara el
guiso pedimos un adelanto en forma de vino con gaseosa, que tragamos
tan a gusto, despatarrados al solete del corral… diez minutos
después nos llamaban a la mesa.
El
primer plato del festín hay que apuntarlo para los anales: "Garbanzos
con Cardillos" (cardos borriqueros enanos, que crecen en lo más
pelado del monte) y se completó la cosa con el socorrido bistec
de ternera. Al final, la Carmen se sacó la espina de
nuestra -fuga-, clavándonos 9 € por barba. No sería caro para el
mercado urbano de la gran ciudad, pero en aquel antro familiar…. En
fin, nos hicimos con ellos la foto de recuerdo y nos despedimos, con
la promesa de que les haríamos mucha propaganda... Quede constancia
para los posibles interesados que ¡los Garbanzos con Cardillos
de
doña
Carmen
están de p. madre...!, sobre todo tras una caminata de 20 km.
<
foto 5: miliario y panorámica ante Villanueva
de Campean (a 2km)>
El resto de la etapa se hizo durilla; nos quedaban 13 km pero
parecieron 25. Salimos de “la Venta” a las 14,40h con un sol de
justicia; caminando seguidamente durante hora y media por una pista
en ligera subida. Por mayoría absoluta (aquí siempre había el 67%),
se decidió en ese punto un descansillo de 20 minutos. Después,
remataríamos la etapa andando un poco relajados, para llegar a
Villanueva de Campeán sobre las 18 h.
<foto
6: (Villanueva de Campean) Albergue municipal de
Peregrinos>
El
Refugio que nos encontramos es diminuto. A la entrada dispone
de un minúsculo recibidor, donde hay una colchoneta de goma espuma
apoyada en la pared. A continuación se penetra en el dormitorio, de
2x3 m, en el que a duras penas cabe una única litera y un somier
individual de 0,90, situado junto a la puerta de acceso. En la pared
opuesta a la ventana se abre un dintel que conecta con WC y ducha.
En fin como solo pernoctaríamos cuatro peregrinos, podríamos
sobrellevarlo… El cuarto ocupante de la casa, que se nos había
adelantado poco antes, es un malagueño de 32 años (Juan Ramón
Postigo). El chaval tiene el buen detalle de cedernos la parte
inferior de la litera, quedándose él con la superior. F optó
por quedarse en el recibidor, y JL eligió el somier.
Antes de entrar en el pueblo nos había indicado un vecino que valía
la pena visitar un Convento en ruinas, distante del lugar
algo menos de 1km. JL y F no tenían
ganas de más excursiones, pero mi debilidad por las piedras antiguas
me impulsan a salir en su busca. Así que me decidí por hacer la
visita turística, mientras mis compañeros se duchaban. El chaval
malagueño se apunta también a la excursión...
<foto
7: (Villanueva de Campean) claustro y portada del
Convento del Soto (con Juán R. Postigo)>
El
Convento del Soto es en efecto una pura ruina, pero conserva
su llamativa portada barroca y restos del claustro
(véase imagen);
así como un par de columbarios de distintas épocas. El
columbario (palomar) es una edificación corriente en la España
interior, y superabundante en la comarca leonesa de Tierra de
Campos, muy vinculada culturalmente a estas tierras zamoranas;
los iremos viendo en etapas sucesivas. De los dos que pude visitar
en el Convento, uno de ellos es particularmente interesante:
construido en piedra perfectamente tallada y de planta circular; me
indicarían luego en el bar del pueblo que es de origen romano.
Ya
de regreso, me cuenta Juán Ramón su peripecia. Viene
andando desde Asturias y se encamina hacia Sevilla; porque alguien
le habló de esta Ruta, y también porque según dice no tiene
prisa por llegar a su casa paterna, en Alhaurín el Grande…
Bueno, no me extenderé contando íntegramente el serial que me
cuenta, se trata de un caso típico de gente que te encuentras en el
Camino; alguien que busca el espacio adecuado y
un tiempo suficiente para reflexionar… Como peregrino veterano le dí
mis ‘admoniciones’, a la par que halagaba su iniciativa, y todos tan
contentos. He tenido otros encuentros parecidos, especialmente con
gente joven.
Al
llegar al refugio, me dice JL que F ha
observado cómo el chaval se fijaba con excesiva atención en mi
carterilla-monedero, cuando abonaba el importe de unos refrescos en
el bar… No me inquieta la observación, porque he sacado buena
impresión del muchacho. Además, les tranquilizo indicándoles que la
“caja fuerte” del grupo la tengo muy controlada: siempre duerme
conmigo en el fondo del saco de dormir. Es una práctica habitual de
mis muchas jornadas en el Camino, que aplico a la
documentación y la pequeña valija de valor que llevo... Aclarado
eso, les reitero la confianza que me inspira este joven colega.
Villanueva de Campeán
tiene poco que ver; es un pueblo pequeño e insustancial, y que me
perdonen sus vecinos. Por destacar algo: el edificio del
Ayuntamiento, que está muy cerca de nuestro pequeño Refugio;
frente al cual tenemos el único bar del pueblo. Eso es todo: la
casa consistorial y un bar de cuyo nombre no logro
acordarme, y gracias. En ese bar habíamos aterrizado a
nuestra llegada (controlan las llaves del R) y allí volvimos
tras dar un breve paseo por el lugar. Tomamos unos
refrescos, sentados en la barra y, afortunadamente, conseguimos que
nos vendieran algo de fruta para cenar, sin posibilidad de elección
por tratarse de la despensa doméstica del barman.
Ante
la perspectiva de otra etapa “esteparia” al día siguiente, pedimos
luego que nos prepararan también los bocatas para el almuerzo. Como
el bar tampoco era lo que se dice muy acogedor, decidimos volvernos
pronto al nuestro Albergue. Cenamos los tres, con algo de
sol todavía, en un banco situado en las afueras del mismo,
dando cuenta de nuestra hoy magra ración de frutas, a la que se
añaden algunos frutos secos (almendras y nueces) que
el previsor de F llevaba aún consigo. A las 9,30 estábamos en
el catre; hoy llevábamos encima bastante tralla.
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