Cap.XXXI /(27ªbEt.=34,3Km) RIEGO DEL CAMINO-BENAVENTE
(12 Mayo, Miércoles)
El análisis previo de esta etapa nos decía que iba a ser
interesante, a la vista de la cantidad de irregularidades y variedad
de escenarios del recorrido. Había que pasar por varios pueblos (Granja
de Moreruela, Santovenia, Villaveza del Agua,
Barcial del Barco y Villanueva del Azoague) antes de
alcanzar Benavente, nuestra meta. Por otro lado, las
guías consultadas previamente nos tenían informados de que
encontraríamos información dudosa en varios puntos del itinerario.
Estábamos pues avisados, pero la realidad iba a ser peor: porque
llegaríamos a perdernos. Pero vayamos paso a paso.
<
foto 1: (Riego del Camino)
saliendo por el Camino de la Iglesia (imagen tomada a
20mt del Albergue)>
A las 8 de la mañana, cuando F y yo salíamos del
refugio, brillaba un sol engañoso entre nubarrones de tormenta.
Visto eso decido dejarme puesto en los primeros km el ridículo
chubasquero que he traído a este viaje, mostrando la pinta que veis
en la foto. Lo llevaría solo un par de km, hasta comprobar que no
tendríamos agua por el momento. Antes de salir de Riego ya
empezábamos mal: las flechas amarillas son bastante confusas en los
alrededores de la iglesia, y nos despistamos tomando una salida
incorrecta...
Según mis notas teníamos que circular por una sucesión de pistas de
tierra, situadas a la izquierda de la N-630; justamente hasta
encontrar un columbario redondo blanco, a partir del
cual ya tendríamos una pista más o menos derecha que nos acercaría
sin confusión posible hasta Granja de
Moreruela…
Eso fue lo que en su día trazó y marcó alguien, pero que pasado el
tiempo nos resulta difícil de localizar. Es muy bonito andar por
pistas, sin tocar la carretera, cuando las indicaciones son claras;
pero si estas son ilegibles o se pierden es preferible optar por la
carretera, hasta que el terreno esté suficientemente bien marcado.
Estas son conclusiones a posteriori, después de padecer graves
demoras y, lo que es peor, un considerable incremento del recorrido
en esta jornada (véase
Nota 8 abajo)
Nota 8.-
Confusas o inexistentes señales
en la salida desde Riego del Camino.-
Ruego a nuestro especialista de Internet, JL,
mande algún recado al Sr. Alcalde de Riego del Camino,
para que se coloquen y/o mejoren las señales en el entorno de
la iglesia de ese pueblo y seguidamente a lo largo del primer
kilómetro hacia Granja de Moreruela… Queda muy
bonito el cartel grabado en piedra junto a la Iglesia de San
Cristóbal, donde se hace una loa a Riego desde
la perspectiva jacobea; pero en la práctica no se ayuda al
peregrino en lo esencial. De la lectura de esta etapa sacará
material más que suficiente para entender el porqué de esta
queja.
<
foto 2: (Riego del C.-Granja de
Moreruela) dejamos atrás el Columbario, tomando el Camino
del Monte hacia Granja (km 1)>
Después de distintas idas y venidas por diferentes calles
periféricas de Riego, acertamos por fin a encontrar la salida
correcta, enfilando una pista conocida como el Camino del
Monte por el que llegaremos a Granja de Moreruela. Se
inicia este justamente junto al célebre columbario, citado
como punto de referencia clave en nuestra Guía de El País/Aguilar.
Lo dejamos atrás, sobre un fondo de amenazantes nubes de tormenta, y
continuamos en dirección noreste por una recta pista que
atraviesa extensos campos de cereal. Finalmente Tendríamos un
agradable paseíto mañanero, ya que a medida que nos acercábamos a
Granja iría mejorando la perspectiva meteorológica, hasta el
punto que incluso pudimos disfrutar del sol, que por momentos nos
acariciaba al filtrarse entre las nubes (ver
imagen nº2).
Entramos en Granja de Moreruela sobre las 10h.
Nuestro camino nos lleva hasta la iglesia
de San Juan Evangelista, ubicada junto a la N-630.
Adosado a la pared frontal de esta, vemos un cartel indicando la
bifurcación de caminos hacia Santiago: por la izquierda la ruta
de Puebla de Sanabria (Orense); por la derecha la ruta de
Astorga (León), la cual deberíamos proseguir nosotros... Tanto
la vía orensana como la leonesa siguen discurriendo desde aquí por
la izquierda de la célebre N-630. No tendríamos que cruzar nunca más
esta carretera a lo largo de la etapa, y la perderíamos de vista
definitivamente poco antes de Benavente (véase
Nota 9 abajo).
Nota 9-
Las Carreteras N-630 y N-VI en relación a la
Vía de La Plata.- Mirando el mapa, veréis que la
carretera N-630 desparece de nuestro itinerario justo en
Benavente. Luego, será sustituida como compañera ocasional de
los peregrinos por la N-VI, en muchos tramos del
camino mozárabe leonés.
<
foto 3: (Granja de Moreruela)
cabecera y portada meridional del monasterio
Cisterciense (s.XII), situado a 4 km del pueblo >
Antes de abandonar Granja, me lamentaría por no poder visitar
el célebre monasterio cisterciense de Santa María,
situado a 4km de distancia hacia poniente. Al ser nuestra ruta
netamente norte, resulta inviable desviarse tanto si queremos
mantener nuestra meta de la jornada (Benavente). Lo habríamos
hecho seguramente si la etapa de ayer hubiese finalizado en este
pueblo…
Mi interés por conocer los notables restos de esa maravilla
arquitectónica, me llevaron a estudiarlos vía internet
al regresar a casa; y lo que he visto digitalmente ha superado las
expectativas; tanto es así, que no desaprovecharé la próxima
ocasión para acercarme a ver este icono cultural. Mientras
tanto, considero oportuno incluir una foto bastante representativa
en este relato; a la vez que sugiero Granja de Moreruela como
final de etapa a quienes prevean hacer esta ruta (véase
foto nº3).
Prosiguiendo el hilo de esta jornada, echamos cuentas del retraso
que llevamos: tras dos horas de caminar solo tenemos hechos 7km; o
sea hemos tirado media hora en el despiste de la salida de Riego. Y
como el tiempo no corre en vano, siendo algo más de las 10h,
calculamos que nos faltan otros 3km para almorzar y descansar un
poco; algo que acostumbramos a realizar sobre las 10.30…
Por desgracia no debimos andar muy atentos a las marcas en algún
lugar de este pueblo, o bien no estaban indicadas separadamente en
el interior del casco urbano, porque viendo el mapa debimos
continuar nuestro camino siguiendo la dirección de la carretera
nacional N-630: bien por alguna pista paralela, o en su
defecto por el arcén izquierdo de la misma. Luego veremos las
consecuencias de nuestro ‘error de navegación’, ya que la ruta
seguida a partir de Granja de Moreruela es claramente la
sanabresa, en lugar de la leonesa…
Dejando atrás el pueblo, ascendemos por pista forestal una empinada
cuesta, rodeados de agradable campiña donde se intercalan prados y
jóvenes pinedas. Será en una de estas donde paramos para almorzar a
la hora prevista (10.35h); luego reemprendemos la marcha sin perder
mucho tiempo, había que recuperar la media hora que llevábamos de
retraso.
Poco después cruzamos la última lengua del Pantano de Ricobayo,
donde al remontar su ladera norte entramos en una zona bastante
abrupta, con vegetación autóctona de encinar y carrascas. Las
flechas amarillas son muy escasas por este enrevesado tramo, lo que
nos lleva a largos momentos de incertidumbre. Parece que quién haya
trazado el intervalo sea aficionado al motocross… Las marcas
nos hacen bajar y luego subir por una torrentera, en la que el
camino se estrecha; y se nos pone la mosca tras la oreja: ya
empezamos a temernos un desenlace de broma...
Finalizada la subida del torrente, encontramos por fin la carretera
local ZA-123 (Tábara-Villafáfila), marcada en mi hoja de
ruta; y justo en la intersección vemos las flechas amarillas
pintadas en el asfalto. Pero las flechas están orientadas hacia
poniente, y esto nos desconcierta; pues nuestra dirección
general debería ser obviamente norte, está más claro que el
agua…
Nos detenemos para examinar un plano de la zona y tratar de
orientarnos. Ante este gran chasco trato de no perder la calma; pues
aunque en los mapas lo parezca, lógicamente no siempre se camina en
la misma dirección: las carreteras y caminos tienen sus curvas,
debido a distintos accidentes geográficos, etc. Pero Francesc
empieza a ponerse nervioso, y trato de tranquilizarlo con el
comentario anterior. Vemos que la carretera baja suavemente hacia la
depresión del río Esla, y trato de sosegar a mi colega:
-Calma Francesc, veamos si tras las próximas curvas la carretera
toma la orientación correcta; de lo contrario, habrá que esperar a
preguntar a alguien....- Pero no, hacemos más o menos 1 km y
seguimos en neta dirección Oeste...
<
foto 4: (Granja de Moreruela-Santovenia)
vega del Esla y cola del embalse de Ricobayo (al
fondo, antiguo Puente de Quintos)>
Ya no hay dudas, vamos en dirección equivocada, pero por unos
momentos nos olvidamos de nuestras tribulaciones… Ante nosotros se
abre a mano izquierda un paisaje maravilloso, y le sugiero a F
que pose para conservar algún recuerdo agradable que
compense nuestro ‘error de navegación’. El río Esla se
expande en un amplio valle, para entregar sus aguas al Embalse
de Ricobayo, y no hay obstáculos que nos impidan
contemplar el espléndido panorama desde la carretera. Tenemos un
campo de visión de unos 10 km. en profundidad, en el que observamos
los márgenes del río, que eventualmente se cubren aquí con las
subidas del embalse, mostrando una extensa alfombra de color verde
intenso
(véase arriba foto nº4).
Como a 2 km de donde estamos se divisa con claridad la venerable
ruina del antiguo Puente de Quintos, que cruzaba el
río en el punto más estrecho de la garganta que observamos al fondo;
unos vestigios que se aprecian perfectamente en el centro de la
imagen, junto a la orilla izquierda del cauce. Viendo sus arcadas de
piedra y su estructura general podría tratarse de una fundación
original romana, aunque las únicas referencias encontradas lo
catalogan como medieval. Aunque aún resulta visible parte de la
estructura de este histórico puente, acabará desapareciendo si no se
hace algo por él, porque durante largos períodos de tiempo queda
sumergido bajo las aguas del embalse.
Pero, volviendo a nuestra cruda realidad, había que salir de
nuestras dudas de orientación... Continuamos unos minutos adelante
hasta alcanzar un moderno puente sobre el Esla, en el que
nuevamente vemos marcadas las flechas amarillas. Lo empezábamos a
cruzar cuando vemos, justo delante nuestro, la maniobra de un coche
que sale desde un camino adyacente. Sin pensarlo, me interpongo ante
él y le pregunto. Este nos confirma que en esta dirección vamos
hacia Tábara y Puebla de Sanabria; ¡precisamente el
camino del que creíamos habernos separado en Granja de Moreruela!
Agarramos el natural cabreo y no hubo más remedio que retroceder. El
bueno de F, al que tengo demasiado bien acostumbrado
por no fallar casi nunca al elegir las rutas, estaba bastante
reticente a volver ahora para atrás, porque en esos momentos aun
creía ciegamente en las flechas que vimos en el asfalto... Vuelvo a
mirar mi Hoja de Ruta y, para confirmar lo que sospechaba:
ahí se ve claramente que al llegar a la carretera desde la pista que
nos condujo aquí, teníamos que haber girado a la derecha. ¿Por qué
las flechas nos indicaban justo lo contrario?, Pues muy sencillo,
porque quién las marcó estaba trabajando exclusivamente con la
variante mozárabe más habitual a partir del Esla (la “sanabresa”),
que se aparta de la Vía de La Plata en el intervalo
Granja-Santovenia, precisamente mediante la carretera local ZA-123
en la que estamos.
Tengo que esforzarme para explicar a Francesc la
situación, insistiendo en que no había más remedio que volver atrás,
y aunque a regañadientes cede finalmente. Retornamos pues hasta la
embocadura del puente, desde donde vemos una amplia pista que se
interna por una dehesa que arranca al otro lado de la carretera. Esa
pista se encamina exactamente en la dirección noreste, precisamente
la que nos conviene... Decidimos tomarla, pensando ingenuamente en
que ella íbamos a encontrar señales amarillas confirmatorias… Pero
volvemos a pinchar en hueso, y tras andar por ella unos 300 metros,
tenemos que desechar el atajo porque no logramos ver ninguna marca
clara, ni rastros recientes de peregrinos... De nuevo tenemos que
dar marcha atrás en esta complicada jornada, para retomar la
carretera ZA-123 y desandar el kilómetro largo que hemos hecho en
dirección equivocada, que para colmo tendremos que hacer ahora
cuesta arriba… Una vez en el punto de inflexión donde hemos visto
las flechas, aún nos quedarán 2,5 Km hasta alcanzar la intersección
con la N-630
(ver abajo Nota 10).
Nota 10.-
Balance de nuestro error, para la historia:
Habíamos hecho desde Granja de Moreruela unos 7,5
km. (contando 3 de ida y vuelta inútil). Incluso descontando
estos, la distancia de 4,5 km. es mayor que por la carretera
nacional N-630 (3 km). Para más ‘inri’, este
recorrido tiene muchos accidentes de subida y bajada, con la
única compensación de un bonito entorno natural.
Siempre digo, que en la peregrinación lo
esencial es caminar y alcanzar las metas. Si esto es compatible
con un bonito panorama, mejor que mejor; pero nunca puede
justificarse un significativo incremento de espacio o tiempo
solo para ver paisajes supuestamente mejores.
El balance de pérdida de tiempo es todavía más
deprimente. Si hubiésemos venido junto a la N-630
habríamos llegado al punto en que estábamos, en 40 minutos.
Nuestro dislate nos ha costado 2,5 horas. Es decir hemos perdido
inútilmente casi 2 horas
Son
las 12.15, y nos encontramos junto al cruce de la nefasta
carretera de Tábara con la N-630. En este punto se abre una
pista hacia la izquierda., que discurre paralela a la nacional hasta
Santovenia. Ni que decir tiene que ahora sí están a la
vista las queridas flechas amarillas, que ya no perderemos de vista
en toda la jornada…. Es momento para detenernos unos instantes y
reflexionar; para abordar con nuevas premisas lo que nos queda por
delante. A estas alturas ya hemos digerido el desastre, recuperando
el ánimo. Conozco bien a F, y sé que se crece con las
dificultades. Por eso, ni se me ocurre plantear dar por finalizada
esta jornada en el referido pueblo : llegaríamos a Benavente
como estaba previsto, aunque unas horas más tarde. La única
consecuencia inmediata sería parar a comer en el citado
Santovenia, en lugar de hacerlo en Villaveza del Agua,
como habíamos proyectado al planificar la etapa.
Nos olvidamos del cansancio acumulado y ponemos el turbo para
recuperar el tiempo perdido. Bueno, eso de turbo es mucho decir,
porque yo no podía alargar demasiado el paso, ahora especialmente
preocupado por la rodilla derecha que se me cargaba con facilidad.
Hasta Santovenia, la pista transcurre recta entre pinos y
encinas, con la única dificultad de algunas subidas y bajadas. El
suelo es un poco pedregoso, lo que obliga a mirar más al camino que
al paisaje. Pero no obstante, y pese a las molestias, las
sensaciones son buenas con la perspectiva de una buena mesa. Vamos
ya como el ganado que ventea el establo...A las 13,45 llegamos a
Santovenia de Esla, un lugar situado a sólo 17 km.
del inicio en Riego del Camino (a 15 si hubiéramos tomado el
arcén de la N-630).
El recorrido realizado hasta aquí en la etapa de hoy, es el último
tramo común de nuestro itinerario mozárabe por la Vía de la
Plata. Se trata de un pequeño tramo de 17 km, que
por nuestro despiste en la carretera ZA-123 nos ha costado 4,5 km
más. A partir de Santovenia el tronco común del
itinerario mozárabe se bifurcará para llegar a Santiago por
territorios muy diferentes; tras recorrer unos 375km por la variante
sanabresa y 40 menos por la leonesa.
(Ver
Nota
11
un poco más abajo).
<
foto 5: (Santovenia) paramos
a comer en el excelente Hostal Restaurante ESLA>
Llegados a Santovenia de Esla nos metimos en el primer
establecimiento hostelero que encontramos. El Bar- Restaurante
ESLA está en una explanada junto a la carretera nacional, no
lejos del Ayuntamiento del lugar, cuya sede queda al
otro lado de la N-630. Mientras esperábamos que sirvieran el menú
elegido, recuerdo que estuvimos un buen rato revisando lo que nos
quedaba por hacer en esta 5ª etapa, que era bastante a priori
(18km). La principal complicación sería (y aún es hoy) el cruce del
río Esla en una zona bastante compleja, por la considerable
extensión de la confluencia de ese gran río con El Órbigo.
También recuerdo que se preparaba para la jornada de tarde otro
preocupante hándicap: una climatología incierta, en la que los
chubascos intermitentes podrían endurecer aún más el largo trecho
que nos quedaba por delante…. Pero lo dejamos ahí por ahora, porque
en ese momento nos traen nuestro menú…
-- un primer plato con: ensaladilla rusa para mí, y
judías estofadas para Francesc.
-- como segundo nos apuntamos ambos a lo mismo: el socorrido
bistec de ternera.
Mientras terminábamos el café, se nos ocurrió sellar la “credencial
del peregrino” en este restaurante. Para los anales de
nuestro Camino... el Hostal-Restaurante Esla sería
un punto a tener en cuenta; concretamente cuando en un futuro viaje
viniésemos a reanudar el Camino Mozárabe por la ruta de Sanabria;
ya que en esta visita hemos quedado muy satisfechos con el trato, el
ambiente y la comida. Cuando nos acercamos a pagar en la barra del
bar nos informaron que el establecimiento ofrece un descuento
especial a los peregrinos… Ni se nos ocurrió en ese momento la idea
de alojarnos aquí; fue una excelente oportunidad perdida, pero
impacientes por acometer cuanto antes el largo trecho que nos
quedaba, no se nos ocurrió reflexionar un poco sobre ello… (ver
punto 5 del PRÓLOGO)
Nota 11--
Santovenia, punto crucial de las Rutas Mozárabes.-
Finaliza en Santovenia
nuestro último tramo común de la ruta Mozárabe a Santiago,
un largo intervalo realizado íntegramente por la Vía de la
Plata, que arranca
624
kilómetros más al sur en Sevilla. Recordaremos brevemente lo que
queda por hacer. Desde Santovenia hasta la ciudad del
apóstol se abren dos rutas variantes:
--
Por
la ruta (a) sanabresa, nos desviaremos de la Vía de
la Plata, para orientarnos primero hacia el oeste,
atravesando las comarcas
ribereñas del Tera,
y luego definitivamente hacia el noroeste cruzando en dirección
a Santiago por la provincia de Orense.
--
Por
la ruta (b) leonesa que continuaremos haciendo en la
media jornada de esta tarde, nos quedarán otras tres etapas por
la Vía de La
Plata,
concretamente hasta llegar Astorga. Desde allí
prosigue esta variante hasta llegar a Santiago por el
Camino Francés.
<
foto 6: desde Santovenia
(15.10h) hasta Villaveza del Agua (16.28h): 5,5km junto a
la carretera N-630 >
No son todavía las 15,00 h cuando estamos otra vez en camino.
Seguimos andando muy cerca de la N-630, aprovechando una pista
paralela por la derecha y luego por el arcén izquierdo de dicha
carretera. Sin ninguna incidencia, alcanzamos Villaveza del
Agua a las 16,45 h. Atravesamos este pueblo a todo lo largo,
por la misma carretera nacional, buscando inútilmente algún café
para meterle unas calorías extra al cuerpo. El lugar parece
deshabitado a estas horas, ni siquiera nos cruzamos con algún
vecino. Pasado el pueblo, las flechas amarillas nos llevan al otro
lado de la carretera., donde tomamos nueva pista rural que serpentea
entre unos maizales. Ha empezado a llover desde hace un ratito,
combinándose la lluvia (afortunadamente fina) con un viento frío que
incomoda bastante. Con el ‘chubasquero-mochilero’ pasa igual que
cuando la época del Seat-600: el viento te bambolea de mala manera.
El chubasquero se infla con el viento, y el agua nos entra por todas
partes... En seguida divisamos la torre octogonal de la iglesia de
Barcial del Barco (17.15h).
En Barcial , pueblo encaramado en una colina, tenemos que
ascender por el centro urbano sin dejar la carretera nacional, hasta
llegar a la altura del cementerio. En este punto hemos de buscar la
pista que se dirige hacia el río, junto a la cual encontraremos el
trazado abandonado de una antigua línea de ferrocarriles de
mercancías. Al parecer, este ferrocarril dejó de funcionar en
1984…
<
foto 7: (Barcial del Barco)
antigua estación del tren de mercancías (abandonada)>
Antes de alcanzar las vías veremos la antigua estación, un
pequeño edificio de corte clásico típico de los años 50 del pasado
siglo, cerrado obviamente aunque bien conservado. Por su entorno no
se ven las marcas, y tras mirar los apuntes, lo dejamos atrás para
encaminarnos por una solitaria pista de tierra; en la que circulamos
casi un kilómetro a través de un escenario triste, carente de
árboles y tapizado por rala vegetación entre la que abundan los
escombros… Cuesta entender un panorama tan pobre a escasos metros
del caudaloso Esla. En cuanto a nosotros, no dudamos que el
itinerario elegido es la mejor opción, recomendado en las guías por
ser el más corto; evitándonos tener que remontar por carretera
asfaltada unos cerros que circundan el enclave. Como el recorrido ya
estaba previsto de antemano, no nos paramos a pensar si con el
tiempo lluvioso podría ser peligrosa la travesía... Tras dejar atrás
el pueblo, pronto nos damos cuenta que por los andurriales que
transitamos no vive absolutamente nadie. Parece como si alguna
calamidad hubiese arrasado la zona hace años...
Las señas amarillas siguen escaseando, y por momentos dudamos si
vamos bien. Tras cruzar bajo un pontón la carretera N-630, no
tardamos en toparnos las antiguas vías del tren. Los raíles y
traviesas de madera denotan los muchos años que llevan sin soportar
el paso de los convoyes; por las trazas nos daba la impresión que
este ferrocarril dejó de usarse hace más de 40 años. Luego nos
confirmaron en Benavente que exactamente había dejado de funcionar
en 1984.
Caminamos inicialmente por encima del talud, junto a las vías, donde
hay en ambos márgenes un estrecho sendero, abierto seguramente por
los peregrinos entre las hierbas. Minutos después de acceder al
trazado viario, vemos en un par de postes señas amarillas que nos
encaminan siguiendo las vías hacia un túnel, distante unos 500
metros. El ‘estrecho agujero’ donde tenemos que penetrar perfora
una colina de 50 metros de anchura. Por primera vez deberemos
caminar sobre las viejas traviesas de madera, que en el centro del
túnel apenas logramos ver, lo que nos hace tropezar de vez en
cuando.
Cuando salimos al otro lado, nos encontramos una sorpresa: ¡el talud
de la línea férrea se eleva ahora 10 m sobre el suelo!, y tenemos
que caminar con extremo cuidado para no despeñarnos... Habremos de
mantener la tensión durante un largo tramo, en el que los finos
senderos abiertos en las orillas de la vía llegarían a desaparecer
en ocasiones; pero no tenemos opción de bajar del talud y circular
por abajo, porque el terreno de labor y unas acequias cubiertas de
maleza nos lo impiden. Tal es la dificultad, que llega un momento en
que no hay más remedio que transitar por las traviesas, o bien por
el mismo rail; es muy duro, pero al menos no corremos peligro de
rompernos la crisma. Después de tantearlo de una y otra forma,
adoptamos como más seguro el tránsito por las traviesas...
Sigue lloviznando y el paisaje no sabría cómo describirlo...:
desolado; esa sería la palabra más aproximada. Aunque esta
solitud no nos ocasiona precisamente pesadumbre, vamos más bien
embobados por el aire romántico de la vieja infraestructura
ferroviaria, que seguramente supuso trabajo y prosperidad a mucha
gente en el pasado… Se nota que por la zona circuló el ferrocarril
durante casi 100 años... Aquí y allá se ve chatarra decimonónica;
viejos postes de madera, renegridos por el paso humeante de las
primitivas locomotoras, cables de acero retorcidos y oxidados,
antiguos bidones sin rastros de color reconocible...
<
foto 8: (Barcial del Barco-
Villanueva del Azoague) caminando junto a las vías o sobre el
-balastro-, 2km de infierno >
En la hora larga que nos duraría la aventura nos sentimos
transportados a los años heroicos del ferrocarril en nuestro
país; especialmente los transcurridos entre finales del siglo XIX y
la inmediata posguerra española, y ni siquiera nos incomodaba la
climatología. Pero rebobinando ahora el episodio, reconozco que el
tránsito de 2km sobre las vías fue un martirio… para olvidar.
Las traviesas de madera se veían en buena parte podridas,
asentándose de manera muy irregular sobre el balastro (Nota
12
abajo).
De manera que no siempre coincidía su separación con la longitud de
nuestro paso. Es muy difícil andar regularmente en estas condiciones
Yo iba fijando la vista en las próximas tres o cuatro traviesas, de
forma que mentalmente adaptaba la cadencia de mi paso a cambiantes
secuencias del punto de apoyo; como por ejemplo:
traviesa-traviesa-balastro-traviesa-balastro...traviesa-balastro-balastro-traviesa,
etc. etc. Pero coordinar las pisadas con la película captada un
instante antes, un par de metros por delante, no era nada fácil…; de
vez en cuando perdía el equilibrio o resbalaba... En cuanto al
intento de caminar sobre la misma vía, hubo que desestimarlo
enseguida: con el bamboleo de la mochila es difícil mantener el
equilibrio sobre una vía húmeda… Así, a trancas y barrancas, fuimos
avanzando durante un buen rato...
El dichoso talud sobre-elevado se prolongaría casi 1km. Por fin se
acaba, justo al llegar ante el primer puente de acero sobre
el río Esla...., mejor dicho sobre un afluente del mismo.
Nota 12.-
Balastro.- Lecho de piedra picada que sirve de
base a las traviesas del
ferrocarril
<
foto 9: (Barcial del Barco-
Villanueva del Azoague) viaducto “Brazos del Río” -52mt-
>
Nos encontramos con el denominado “viaducto “Brazos del Río”,
un pontón de acero roblonado. Está soportado por preciosas celosías
como las que salen en las películas de la 1ª Guerra Mundial.
Según he comprobado posteriormente, este puente tiene exactamente
52 metros de largo. Se compone de dos tramos idénticos, que se
apoyan en un fuerte pilar central hecho con cantería. A ambos lados
de la vía hay un pequeño pasillo de chapa continua soldada por
tramos. Dicho pasillo tiene 60 cm. de ancho, de manera que permite
el paso aunque sin mucha holgura; pero eso sí, nos resulta evidente
que conviene agarrarse a la barandilla de pasamano
(véase img.9).
Hemos de caminar suspendidos a unos 15m de altura sobre un afluente
del Esla, cuyo nombre no recuerdo ahora. El aspecto del agua
impresiona en estas circunstancias, embalsada en el profundo tajo
que tiene el cauce por este punto. A pesar de la persiste lluvia, no
nos ahorramos la ejecución de las fotos.
Las imágenes son elocuentes; es difícil decir si estamos más
asustados que impresionados por el escenario... Tenemos un poco de
miedo por la dudosa consistencia de las viejas chapas, visiblemente
oxidadas. Por eso decidimos agudizar la vista para ver con
antelación el estado de las traviesas y las chapas del pasillo.
Finalmente, solo detectaremos 3 puntos donde la corrosión ha
destruido parte del mismo, obligándonos a un peligroso paso sobre
las propias vías, viendo deslizarse bajo nuestros pies las verdosas
aguas del río entre los amplios vanos de las traviesas... Nuestro
mayor temor está sin embargo en el tránsito por la incierta
pasarela; temiendo que pudiera fallar algún panel oxidado, cuya
corrosión por la superficie opuesta no podemos calibrar... Por eso
no dejamos de agarrar firmemente el pasamanos de la baranda. Para
evaluar la altura sobre el agua basta fijarse en un detalle: poco
antes de alcanzar la otra orilla, vemos pasar bajo nuestros pies las
copas de algunos chopos y olmos de unos 12 metros de altura.
Pasado el puente, volvemos a encontrarnos otra vez con el talud.
Esta vez comprobamos aliviados que se puede bajar al terreno firme;
hay un sendero transitable entre la vía y las tierras de labor. En
este tramo para la lluvia por momentos, y sale un sol rabioso que
pronto nos obliga a deshacer el tinglado de los impermeables; con la
consiguiente demora que supone tener que desmontar y montar
mochilas. Luego, vuelta a la caminata...para volver a enfundarnos
las protecciones un poco más allá; porque la dichosa lluvia tenía
que hacer su última aparición de la jornada (y de toda la
excursión).
Avanzamos por la base del talud casi un km., hasta que nos
encontramos con el curso principal del Esla... Vuelta a subir a las
vías, justo donde se asientan los estribos de un segundo puente de
hierro, este mucho más largo que el anterior. Según datos
fehacientes tiene exactamente 251m, apoyándose en cuatro puntales
intermedios. La estructura es impresionante, similar a una Torre
Eiffel tumbada; particularmente, nunca había visto nada
parecido. En su conjunto el estado de esta notable obra de
ingeniería lo calificaría de muy bueno, teniendo en cuenta sus
muchos años de abandono. Justo a la entrada del puente hay un viejo
depósito de agua, usado en su momento para el servicio de las
antiguas calderas de vapor de los trenes. Viendo eso nos vienen a la
memoria las viejas películas del Oeste americano; también un clásico
relato de la guerra del pacífico: “El Puente sobre el río Kwai”
<
foto 10: (Barcial del Barco-
Villanueva del Azoague) viaducto “el Puente de Hierro”
(250mt-5 tramos) (km30.5 de la etapa)>
El paso de este segundo gigante de acero nos coge ya más entrenados.
Superada la prueba del primer puente se nos había templado el ánimo,
y habíamos ganado en confianza por la prueba superada. Por eso no
perdimos tiempo en acometer la ‘última aventura de la jornada’.
Evidentemente, la gran longitud de este viaducto se corresponde con
la amplitud del Esla por esta zona. Río abajo, sobre la
izquierda de nuestra dirección de marcha, vemos una gran masa de
agua. No se trata de un pantano, no (luego lo vi en el mapa), sino
la confluencia sobre el Esla de su caudaloso afluente el
Órbigo, conformando entre ambos una especie de estuario fluvial.
Los márgenes a lado y lado del puente están cubiertos por una tupida
fronda de árboles de ribera, cuya exuberancia parece más propia de
países tropicales que del Norte de España. En esta etapa se ve muy
claro por qué la región leonesa es la de mayor riqueza hidrológica
de España.
Pasado el conocido como “Puente de Hierro”,
seguiremos circulando junto al viejo trazado ferroviario unos 800
m., hasta que el sendero pasa bajo las vías y se interna en las
feraces huertas de la vega leonesa. La lluvia ha cesado y decidimos
parar junto a una acequia para quitarnos, por última vez, todo el
tenderete de los plásticos.
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foto 11: unos minutos de
descanso en la vega del Esla (a 1km de Villanueva del Azoague),
última parada antes de Benavente>
El
sitio es sugerente y estamos contentos, se empieza a vislumbrar el
final de etapa… Nuevamente nos tenemos que enfrentar con las
farragosas maniobras de desmontar y montar las mochilas, que nos
quitan un cuarto de hora; claro que nos sentiremos compensados
descansando un poco..., y provecharíamos el descanso para tender a
secar todo lo que está mojado, ya que has nos ha salido el sol a
última hora. En cuanto a las estrafalarias protecciones contra el
agua que veis en las fotos, merecen un comentario aparte
(Nota 15 al final del capítulo).
Durante el descanso hemos revisado en la pantalla digital las
imágenes conseguidas, y también hemos sacado alguna instantánea en
este lugar
(foto nº11),
que evidencia la exuberancia de la vega del Esla por esta
zona. Finalmente, antes de partir de nuevo, decidimos contactar
telefónicamente con JL, para concretar nuestro encuentro con
él. Decidimos vernos en la estación de buses sobre las 20,45.
Una vez superadas las diversas incidencias de esta enorme etapa, así
como las emociones visuales de los últimos kilómetros, se abre ante
nosotros un terreno recto y llano, que nos lleva hacia
Villanueva del Azoague el último pueblo de la jornada. Sin
darnos cuenta, nuestras ganas de acabar nos inducen a forzar
demasiado la marcha; hasta que los claros síntomas que sentimos en
algunas zonas de nuestra anatomía nos señalan que estamos pasados de
vueltas. Atravesando Villanueva siento dos puntos calientes
que eclipsan las molestias intermitentes de la hernia: rodilla
derecha con un dolor continuado y talón del mismo pié, donde noto
(cosa rara en mí) que se está formando una ampolla. Francesc no
‘piula’, pero es que a él es muy difícil oírle quejarse; en
cuanto a mí, tampoco digo nada, pero voy renqueando a ratos,
frenando la marcha de mi compañero.
Villanueva del Azoague
es una población prácticamente unida a Benavente, como si
fuera una barriada. Atravesando el pueblo por su periferia, vemos de
frente a lo lejos el conglomerado urbano de la capital comarcal; tan
nítidamente que la meta parece estar ahí mismo, pero... tranquilos
que faltan todavía 3 km. Porque esa es la distancia entre las lindes
de este lugar y Benavente. Tres
kilómetros que, esta vez de verdad, se me harían interminables…
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foto 12: (Benavente) iglesia de Santa
María del Azogue (ó ‘La Mayor’) -s.XII-XIII-,
portada sur, cabecera y portada norte>
Con la fatiga y las ansias de llegar, apenas me fijé en esta
importante ciudad zamorana; solo recuerdo nuestro paso ante la
extraordinaria iglesia de Santa María del Azogue, de la que
incluyo un fotomontaje con imágenes obtenidas en directo y en
Internet (véase
img.nº12 arriba).
Cuando por fin logramos sentarnos en uno de los bancos de la
estación son las 20,30 h, y no vemos a Juan Luis por ninguna
parte, cosa que nos extrañó bastante en principio; tardaría diez
minutos en aparecer. Luego resultó que por nuestro ritmo de marcha
nos habíamos anticipado 15 minutos a la hora convenida para el
encuentro. Ya reunidos nos vamos sin demora tras JL.
El alojamiento que ha reservado para todos está bastante bien; es
muy céntrico y digno: por solo 42 € nos alojaremos confortablemente
en dos habitaciones, costando 30 € la habitación doble y 12 la
sencilla
(ver Nota 13).
Nota 13--
Nuestro alojamiento en Benavente.- Estos son sus
datos, por si tienen utilidad para alguien en el futuro:
HOSTAL PARAISO
(Paraíso Hosteleros), calle de los Herreros, 64 (cruce c./ de
las
Heras)
(Telfº 980 633381)
Ni
que decir tiene que, tras esta durísima etapa, no estábamos para
otra cosa que cenar y meternos en la cama enseguida. JL
había comprado la cena, preparada como siempre a base de frutas.
Después del natural aseo, nos juntamos rápidamente a cenar en la
habitación grande. Apenas hablamos de la etapa, aunque si un poco,
acerca de las tres últimas que vendrían a continuación. Siendo todas
relativamente cortas no preveíamos ya mayores dificultades. JL
nos informa que se hallaba bastante recuperado, a punto para
acometer lo que resta de viaje sin problemas. Francesc y yo
compartiremos en esta ocasión la habitación doble, quedándose
JL con la sencilla. Me metí en la cama pasando revista a las
secuelas de la etapa: me preocupaba especialmente la rodilla
derecha. La hernia estaba ya dominada, porque había llegado a
desarrollar un mecanismo automático para ‘dormirla’ antes de llegar
a molestar. En cuanto a la pequeña ampolla del pié derecho, ya
buscaríamos la forma de reducirla a la mañana siguiente. A pesar de
las molestias, la sensación que tenia de la etapa, momentos antes de
dormirme, era muy buena. Había sido finalmente un etapón de casi 39
km; una etapa un poco loca y aventurera, que son las que más me
gustan, con bastante morbo por la variabilidad de todos los
ingredientes: sorpresas en los paisajes, altibajos en la andadura,
enigmas en las señales, e incluso cambiante meteorología… Apuntáosla
quienes disfrutéis con la emoción de lo imprevisto y la sorpresa…..
Visto ahora en la víspera del sueño, arropado en el cálido refugio
de un buen lecho, ni siquiera abominaba del error que nos metió casi
dos horas y 4,5 km. extras; ese era el toque más amargo de una
jornada pródiga en emociones , y no quería renegar de ello...
(Nota 14) abajo).
Esta
noche, por fin, logramos dormir todos como angelitos, ni siquiera
sentí los ronquidos de F….
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Nota 14
-Etapa “reina” de La Vía de La Plata.-
Pese a las penalidades de la jornada, conservo
muy vivas en la memoria las imágenes de los 6,5km que separan
Barcial del Barco de la ribera norte del
Esla. Me resultará imposible plasmarlo todo, pero a lo
escrito he querido añadir las mejores fotos obtenidas, sin
escatimar espacio en este relato. Mirándolas ahora me alegra
mucho haber tomado la decisión de realizar este tramo el año
2004, porque a día de hoy, cuando paso me decido a sacar a la
luz el relato de esta aventura (Dic.5-2015) sería imposible
vivir esa experiencia. Al recurrir a Internet para
conseguir alguna que otra imagen de los puentes, y datos
concretos sobre su construcción, he sabido con pena que ya ha
sido desmontada toda vieja la vía férrea entre Zamora y
Benavente. La medida fue tomada no hace mucho por el
gobierno, para evitar el evidente y progresivo saqueo de la ‘ferralla’;
inevitable consecuencia del prolongado abandono de la
instalación, en parajes tan solitarios como estos. El decreto
gubernamental alcanza a toda la línea férrea hasta el límite
provincial Zamora-León. Al parecer solo se mantendrán
íntegramente los viaductos, inclusive los raíles comprendidos en
ellos. Paralelamente, gana enteros una vieja aspiración de los
clubs excursionistas locales: convertir este trazado férreo en
atractiva vía verde. Ni que decir tiene que no
caben objeciones a esa medida; sería una ruta perfecta para
grandes y pequeños, con pasillos peatonales y de ciclistas; con
bancos, fuentes y áreas de descanso, etc. etc. El disfrute de
los excursionistas de toda condición estaría asegurado; pero
amigos, las emociones serán diferentes a las que hemos vivido
nosotros este inolvidable 12 de Mayo de 2004. En todo caso
aspiro a volver por aquí algún día, probablemente con mi nieto.
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Nota 15--
indumentaria improvisada contra la lluvia
.- Mi prioridad al preparar la indumentaria para salir
al Camino es invariablemente ahorrar peso.
Por eso, al ser las protecciones anti-lluvia accesorios poco
utilizados, gracias a la favorable climatología de nuestro país,
prescindo del equipamiento al uso, bastante más pesado. También
lo hago porque siempre me han importado un bledo las modas o lo
“estéticamente correcto”. Es decir no soy nada coqueto, y
nunca he tenido sentido del ridículo; hasta el punto de poder
reírme de mí mismo sin ningún complejo cuando veo las fotos.
Eso explica el reiterado uso de ese chubasquero azul de cuerpo
entero, cuyo peso no superaba los 100 gramos: fue
lo más práctico y útil de mi equipo impermeable (lástima
que se me rompió y nunca encontré algo igual). En cuanto
a la *papallona groga que veis, es un
impermeable mochilero, habitual en aquellos años; actualmente
viene incorporado en la propia mochila. Finalmente llevaba unos
perniles transparentes de polipropileno, preparado por mí
mismo, a los que cosió mi mujer unos velcros. En viajes
posteriores prescindí de ellos, sustituidos por un liviano
pantalón de 150gr. En su conjunto ese equipamiento es una
curiosa vis cómica de mi persona; me río un montón al verlo.
*(expresión
catalana que me encanta; en castellano mariposa amarilla)
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