Más de 200
Años inolvidables del Ventorrillo de la Perra
MB Romero. Málaga, Julio de 2008.-
El Ventorrillo. Un Azulejo en una de sus paredes
dice: “Están a la venta las famosas barajas de naipes de
Arroyo de la Miel, bota de miel purísima de a libra y media
y sanguijuelas para sangrías de los que las precisen. El
Baytar del Arroyo las practica a precios módicos, tomándose
aquí los encargos para avisarle. Entre Huerta Hundida y el
Arroyo de la Miel, se edificó en 1.785 y reinando Carlos III.
El Ventorrillo de la Perra fue reedificado en 1.972 por
Sebastián Souvirón, Hidalgo Caballero con una extensa
relación de Títulos, además de Académico de la Real de
Bellas Artes de San Telmo y Asesor artístico de Benalmádena.
“Se mantuvo en auge hasta la segunda decena del siglo XX en
que se acabaron las diligencias… y sobrevino la decadencia
de tan deliciosos lugares y ante las puñeteras cafeterías”
según decía el mismo Sr. Souvirón. Allí mismo, hoy todavía
se puede leer en un librito, toda la historia de la Venta.
En su portada, dice: “Fantástica historia del Famoso
Ventorrillo de la Perra, sito en el Arroyo de la Miel del
Municipio de Benalmádena. La escribió el Licenciado
Sebastián Souvirón Utrera, Académico e Historiador, a
petición de El Jabegote. Con las debidas licencias.
En Málaga, en la imprenta Dardo-1972”. A poco se lee: “…era
lugar de bureo, cháchara y alegre jolgorio que servía de
escala y parada a los arrieros, cabreros y careros de la
época. Era famoso por los buenos vinos que se despachaban en
él, procedentes de los pagos de Vélez, Cómpeta, Colmenar,
Marbella, Junquera y la Puebla de Alfarnate. Que constituía
un atractivo lugar de reunión para los vecinos del Arroyo de
la Miel ya que allí, se jugaba al mus, al julepe, a la
brisca y a las siete y media, con ese tono campechano,
alegre, excitado y a veces agresivo, tradicional en aquellos
tiempos de bandidos y contrabandistas, manolas y toreros,
chulos y tonadilleras y de los últimos cuadrilleros de la
Santa Hermandad que mantenían, en lo posible, el orden en
los caminos de España.
El mundo de los contrabandistas era el más asiduo y
espectacular y venían de Gibraltar con las alforjas repletas
de cuarterones de tabaco habano, ron de las Indias
occidentales, sedas naturales de Ceilán y Hong Kong o
ginebra holandesa.
Muy al contrario de la ‘Venta de la Puebla de Alfarnate’,
donde predominaban los bandidos, duchos en atracar
diligencias. Hacían allí alto obligado, al igual que en la
’Venta del Boticario’ de los Montes de Málaga, los arrieros,
cabreros lecheros y careros que subían hacia los pagos,
Cerro Gordo, El Palmar, Torreblanca y Arroyo Hondo. Los que
subían hasta Benalmádena y Mijas, con los capachos repletos
de algarrobas, tarros de miel del Arroyo y alfalfa para las
cabras. La Venta era además, lugar de transacciones y zoco
mercantil. Allí se vendía miel, arreos, esparto, sogas y
sacos, queso, quinqués, ajos, embutidos, velones de Lucena,
alcaparras, ungüentos para sarpullidos, candiles, bolas de
sal para ganado, cinturones de castidad para los machos
cabríos y pomadas para las almorranas. El principal negocio
del ‘Tío Cachorreñas’ no eran las sopas que le hicieron
famoso, ni los ricos y pringosos tasajos de lomo, sino en
donde sacaba limpios reales de vellón que era en el tráfico
de naipes de la vecina fábrica del Arroyo que la gente se
esforzaba en adquirir como si tuvieran una suerte
taumatúrgica.
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La
Perra. Solo se sabe que era una galga que se trajo
hasta aquí un jerezano de pro que regaló al ‘Tío
Cachorreñas’ o éste la compró, aunque no se sabe con
certeza. Se llamaba ‘Picarona’ y a saber por qué,
aunque era fama en los contornos de que no había
liebre que se escapara, si a ‘Picarona’ la dejaban
suelta.
El Ventero. Fue cedida la explotación de la
Venta al ‘Jabegote de la Torre Quebrada’ y que
naturalmente se refería al ‘Ventero’, Sisebuto
Palmero, el primero. El ‘Tío Cachorreñas’ de áspero
carácter pero excelente corazón que tenía que
revestirse de una forzada dureza para tener ’a raya’ a
vocingleros, bergantes, vagos o trashumantes y de ahí
viene la ‘Sopa Quitafollones’. El principal negocio
del ‘Tío Cachorreñas’ no eran las sopas que le
hicieron famoso, ni los ricos y pringosos tasajos de
lomo, sino en donde sacaba limpios reales de vellón
que era en el tráfico de naipes de la vecina fábrica
del Arroyo que la gente se esforzaba en adquirir como
si tuvieran una suerte taumatúrgica.
La Ventera. Era una ‘hembra de tronío’ que se
llamaba Inés ‘la Malagueña’, pero por los contornos,
se la conocía por la ‘Rosa de Andalucía’. |
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