BODEGAS DOMECQ
JEREZ 1730

Inicio | Nacional - Internacional - Rural | Guías | Ocio | Hoteles | Restaurantes | Bodegas | Embutidos | Varios

LA HISTORIA Y ORIGEN DEL NOMBRE - LA FAMILIA DOMECQ - LAS BODEGAS

LOS VINOS DE  DOMECQ - EL BRANDY  DE JEREZ - LOS BRANDIES

LAS BODEGAS PEDRO DOMECQ

1. EL CONJUNTO ARQUITECTONICO

Las Bodegas Pedro Domecq son las más antiguas de Jerez pues su fundación data del año 1730.

El conjunto de edificaciones que compone el núcleo histórico de la Bodega tiene dos accesos principales. Uno de ellos, el situado en la parte sur, se localiza en la zona denominada Puerta de Rota, así conocida porque en ese lugar se encontraba una de las puertas de la muralla árabe que rodeaba a la ciudad durante la Edad Media y de la cual quedan aún varios tramos bien conservados. Esta entrada cuenta con un hermoso jardín diseñado en 1823 y que posee casi cien especies distintas de plantas y árboles tanto autóctonos como de otras procedencias.

La fachada norte se encuentra en la calle San Ildefonso, en pleno corazón del Jerez medieval. Desde la puerta de entrada a la bodega pueden contemplarse algunos de los monumentos más representativos de Jerez como son la Catedral, el Convento del espíritu Santo, la Iglesia de San Mateo y la torre barroca de la Iglesia de San Miguel.

Las bodegas Pedro Domecq están perfectamente integradas en el diseño urbanístico del Jerez del siglo XVIII, constituyéndose en uno de los mejores ejemplos de lo que localmente se conoce como “arquitectura bodeguera”, grandes edificios que manifiestan la importancia que la industria vitivinícola ha tenido siempre en la ciudad y su entorno.


2. LAS BODEGAS HISTORICAS

De entre todos los edificios que componen la totalidad de las bodegas Pedro Domecq, cinco de ellos forman el verdadero corazón del conjunto histórico: San Pedro, El Castillo, El Molino, La Tribuna y La Luz.


2.1. Bodega de San Pedro 
Se accede a esta antigua bodega por la parte alta de la calle San Ildefonso. La entrada se realiza a través del patio de Las Parras, antigua calle de Jerez que quedó dentro de las bodegas cuando estas fueron creciendo hasta convertirse en una pequeña ciudad dentro de la ciudad.
Llamada antiguamente Bodega de Fernando VII, pues en ella se instaló una tribuna de madera para que el monarca y su séquito pudieran presenciar una exhibición de faenas y trabajos diversos que se hicieron en su honor con motivo de la visita que realizó el año 1823, fué construída en la primera mitad del siglo XVIII y contiene viejos solerajes de vinos finos y amontillados.
Su nombre actual le viene de la plaza de San Pedro, coqueto espacio en el que confluyen también el Patio de las Parras, la Bodega Honda y la Bodega El Castillo. En esta plaza hay instalada una exposición de objetos y herramientas antiguos de vendimia, tonelería y bodega.


2.2. Bodega El Castillo

La parte alta del núcleo histórico comunica con la parte baja a través de la Bodega del Castillo. 

Este edificio, reconstruído en su interior, conserva aún parte de una de las torres que protegían la antigua muralla medieval. 

En ella hay una lápida que da cuenta del hecho de que, el año 1264, Alfonso X El Sabio, entregó este antiguo edificio a Beltrán Riquelme, alcalde de los jerezanos cristianos, para “dar descanso a sus caballerizas” y así reconocer el apoyo que prestaron a las tropas cristianas para expulsar de la ciudad a los almohades.

Esta parte alta de la bodega estaba incomunicada con la parte baja hasta que, en 1904, Pedro Domecq Núñez de Villavicencio aprovechó una visita que giró a la Bodega el rey Alfonso XIII, para hacer construir una escalera que conectase con el resto de las bodegas del nucleo histórico. De esta forma, el itinerario de visita quedaba completo y oficialmente inaugurado.


2.3. Bodega El Molino

La fundación de Domecq se remonta al año 1730, aprovechando un edificio que albergó un antiguo molino del siglo XVII y que hoy es la bodega más representativa y la que más fielmente reproduce la rica historia de la empresa. El tiempo parece haberse detenido para permitir a los visitantes dar un salto atrás en la historia del vino y del brandy de Jerez. Son muchas las anécdotas y curiosidades que encierran estas paredes centenarias.

Aquí descansan las soleras ancestrales de Domecq, los vinos y brandies que fueron el origen de las marcas que hoy todos conocemos. Son verdaderas reliquias, joyas de la enología cuyas edades medias rondan los cien años. Vinos como Amontillado 51-1ª, Capuchino, Sibarita, Venerable... y también la primera bota de Fundador, firmada por Alfonso XIII.

También se hallan en este rincón las botas que se dedicaron a muchos de los ilustres visitantes que pasaron por la bodega. 

Los reyes Fernando VII, Victoria Eugenia, Umberto I de Italia, personalidades de la talla de Alexander Fleming, Octavio Paz, Gregorio Marañón, Andrés Segovia, Jacinto Benavente y amigos de la Casa no menos conocidos como Plácido Domingo, Severiano Ballesteros, Antonio Machín, etc. 

Todos ellos tuvieron la ocasión de disfrutar de una copa de los más preciados vinos y brandies de Domecq.

La Bodega El Molino da paso al Patio del Sagrado Corazón, espacio abierto con arcos y columnas de piedra y flanqueado por limoneros, naranjos, rosales y flores diversas que llenan de colorido y aromas las primaveras de Domecq. En uno de sus extremos, el patio da al gran jardín de Puerta de Rota y, en el otro, se encuentra el acceso al edificio de oficinas frente a cuya entrada hay una pequeña fuente que contiene en el centro un busto dedicado a Pedro Domecq Loustau.


2.4. Bodega La Tribuna

Cruzando el Patio del Sagrado Corazón se entra en la Bodega La Tribuna, edificio gemelo al de la Bodega El Molino, pero de construcción posterior.

Tiempo atrás, en esta bodega se disponían los vinos para su posterior transporte y embarque. Entoces, la exportación se realizaba en botas y no en botellas. Esta circustancia hizo que a la Bodega de La Tribuna se la conociera antiguamente, de forma familiar, como la “bodega de preparación”. Hoy día contiene solerajes de La Ina y Río Viejo.

Desde la Bodega La Tribuna se pasa al Patio de La Luz, pequeño pero no menos hermoso y pintoresco que los otros.

2.5.Bodega de La Luz

Las holandas que Pedro Domecq destiló con mimo y paciencia y que fueron el origen de Fundador, estuvieron almacenadas durante años en esta bodega, así llamada por ser la primera que contó con luz eléctrica, a finales del siglo XIX.

 

 

Entrando en este edificio, nos encontramos con un rincón dedicado a José Ignacio Domecq González, maestro de maestros en el arte de catar y clasificar vinos y brandies. En este lugar también puede contemplarse una antigua alquitara de cobre, aparato utilizado para la destilación de vinos y la obtención de holandas y que Domecq aún sigue empleando para producir sus mejores brandies de la forma más tradicional y con la máxima calidad.

La Bodega de la Luz también cuenta con un espacio dedicado a Pedro Domecq Loustau y Juan Pedro de Aladro, creador e impulsor respectivamente de Fundador. Tres toneles que contienen el brandy que ellos hicieron posible descansan en esta bodega, rodeados de soleras de Carlos III y Carlos I.

2.6. Los Claustros

El final del recorrido de las bodegas históricas de Domecq nos conduce a Los Claustros, el más bello rincón del conjunto de edificios desde el punto de vista arquitectónico. Este patio, parcialmente cubierto, fué claustro del Convento del Espíritu Santo, el más antiguo de los existentes en Jerez y que data del siglo XIV. Evitándo su total deterioro, Domecq lo compró a las dominicas a finales del siglo XIX y lo fué restaurando hasta conseguir devolverle su peculiar fisonomía, logrando así salvar tres cuartas partes de su estructura primitiva.

Historia, arte, arquitectura, artesanía, vinos y brandies componen una auténtica sinfonía de sensaciones que no dejarán indiferente a quienes hayan tenido la ocasión de visitar las históricas bodegas Pedro Domecq.


2.7. Bodega La Mezquita

Esta colosal bodega, la mayor de Domecq y una de las mayores del mundo, es de moderna construcción pues se inauguró en el año 1974, justo para celebrar los 100 años de la marca Fundador, el más antiguo de todos los brandies españoles.

El ingeniero que la diseñó y dirigió las obras, Javier Soto López-Dóriga, nunca pensó en llamarla “La Mezquita”, pues su encargo era construír una bodega monumental para almacenar todo el soleraje de Fundador. Su nombre original fué “La Gran Bodega”. El aspecto interior del edificio, con cientos de arcos de herradura, y sus dimensiones, hicieron inevitable que poco tiempo después de su puesta en funcionamiento, se la comenzara a conocer con el nombre que hoy ya figura como definitivo. 

La construcción de la Bodega La Mezquita, que ocupa una superficie cubierta de 25.350 m2, se inició el 1 de Septiembre de 1971, finalizandose las obras el 10 de Octubre de 1974. El edificio está compuesto por siete naves, seis de las cuales tienen unas dimensiones de 30 metros de ancho por 130 de largo y la séptima de 30 metros de ancho por 65 de largo. Las cubiertas, a dos aguas, descansan sobre columnas, saliéndo de cada cara de éstas arcos de herradura. En las cota altas , las arcadas son dobles, pues sobre los arcos de herradura se superponen otros de medio punto.

En el interior de uno de los laterales de la bodega, existe un mirador desde el que puede contemplarse la majestuosidad del edificio y las impresionantes perspectivas dibujadas por botas, columnas y arcos.

Esta bodega almacena actualmente 40.000 botas de vino, la mayoría de ellas de fino La Ina.


3. VISITAS HISTÓRICAS


Desde 1730, millones de personas han visitado estas bodegas. Desde los primeros viajeros románticos de principios del siglo XVIII, hasta los actuales turistas que, arrastrados por el mayor fenómeno de masas de la Edad Contemporánea, buscan identificar en sus raíces a unos de los productos más representativos de lo jerezano, lo andaluz y lo español: el Vino y el Brandy de Jerez. No en vano, las bodegas jerezanas están entre las empresas nacionales pioneras en abrir sus puertas a los visitantes y establecer programas y departamentos para explicar su historia, procesos y productos a quienes se mostraban interesados en ellos. A principios de siglo, Domecq ya tenía un Departamento de Visitas con guías que hablaban, además del castellano, inglés y francés.

La primera visita histórica de la que tenemos referencias escritas es la del rey Fernando VII, en el año 1823. De ella queda aún una tribuna de madera que se construyó en la Bodega de San Pedro para que el monarca y parte de su séquito tuvieran buena visión de la exhibición de las habilidades de los capataces y arrumbadores que se organizó en su honor, así como una bota de oloroso que guarda la añada de la fecha.

También puede verse en una de las paredes de la Bodega El Molino, un viejo pergamino que recoge el privilegio otorgado por el rey a Domecq, en el cual concedía permiso para el uso de las armas de la Corona en las etiquetas y los fondos de las botas, así como para sumnistrar vinos a la Casa Real.

En 1848, serían los Duques de Montpensier quienes girarían la segunda visita regia a las Bodegas Pedro Domecq. Este acontecimiento quedó recogido en un grabado que aún se conserva. En ambos casos, tanto en éste como en el anterior, correspondería a Pedro Domecq Lembeye el honor de ser el anfitrión.

Alfonso XIII realizó dos visitas a la bodega. La primera en 1904, cuando contaba con dieciocho años de edad, dos después de su coronación, coincidiendo con la primera cosecha de uva libre de la epidemia de filoxera que arrasó Jerez desde 1893. En la segunda ocasión, en 1915, vino acompañado de su esposa, la reina Victoria Eugenia. De la primera visita se conserva el catavino que usó el rey para brindar con vino de Macharnudo. En el rincón de más historia de la Bodega El Molino, tres venencias fabricadas con plata y barba de ballena recuerdan la segunda visita de los abuelos del rey Juan Carlos I.

Pero, además de reyes, príncipes y nobles, las Bodegas Pedro Domecq han acogido a personalidades de las ciencias y las letras, artistas, deportistas, diplomáticos y representantes de todas las facetas sociales y culturales de nuestro país y del extranjero. 


Así pues, el doctor Alexandre Fleming, descubridor de la penicilina, visitó Domecq en 1948. Pese a su timidez, esbozó una frase que quedó para la historia, refiriéndose a la levadura que forma la flor del vino. Dijo: “yo he descubierto un hongo que cura a los enfremos, pero ustedes tienen otro que resucita a los muertos”

Gregorio Marañón, Jacinto Benavente, Andrés Segovia, José María Pemán, Octavio Paz, Antonio Machín, Plácido Domingo, Severiano Ballesteros... Y así, a lo largo del último siglo, una colección de firmas que quedaron en las botas de los ancestrales vinos y brandies de Domecq como recuerdo de jornadas inolvidables, en las que las musas del arte, la música y las letras dieron profunda inspiración a grandes hombres y mujeres que ya forman parte de nuestra historia.


EL PALACIO DOMECQ


4. RESEÑA HISTÓRICA

La historia del Palacio Domecq se remonta a 1773, cuando Antonio Cabezas de Aranda y Guzmán, Marqués de Montana, solicita al Ayuntamiento de Jerez licencia para construir su casa en el llano de San Sebastián, también llamado de Santo Domingo. Los Cavalleros Veinticuatro, familia de regidores hereditarios pertenecientes al cabildo municipal, otorgaron el permiso tres años más tarde, en 1776, fecha del inicio de su construcción.

El Palacio, cuyo nombre primitivo fué Casa Montana, fué diseñado por Antonio Matías de Figueroa, maestro barroco sevillano, y finalizado en su construcción en 1778.

El Marqués de Montana habitó el Palacio tan sólo durante siete años, pues falleció en 1785, cediéndo su esposa su propiedad y el resto de sus bienes al Cabildo Colegial. La desamortización de Mendizábal haría que el edificio pasara nuevamente a manos privadas, quedando finalmente sin dueño hasta que, en 1855, es adquirido por Juan Pedro Domecq Lembeye, pagando por él algo más de medio millón de reales de vellón.

A la muerte de Juan Pedro Domecq, en 1869, el Palacio pasa a ser propiedad de su hijo adoptivo Juan Pedro de Aladro Domecq y, tras el fallecimiento de éste, su viuda lo vende junto con su participación en la Bodega, a los hermanos Domecq Núñez de Villavicencio, hijos de Pedro Domecq Loustau, por una renta vitalicia.

Desde 1920, varias generaciones de la Familia Domecq habitaron el Palacio hasta que, en 1964, pasa a ser propiedad de la Bodega que encarga su restauración al arquitecto Vicente Masaveu. De esta forma, el insigne edificio pasa a convertirse en sede de representación de la Compañía, dejando atrás su uso como residencia familiar, al mismo tiempo que fué dotado de instalaciones confortables y apropiadas para alojar huéspedes de especial importancia para la Empresa.


En la actualidad, además de su función de alojamiento de personal ejecutivo del Grupo, el Palacio es sede de reuniones y acontecimientos internacionales de Allied Domecq, acogiéndo multitud de eventos cada año, lo cual está permitiendo que Jerez y las Bodegas Pedro Domecq hayan adquirido un gran protagonismo y representación a nivel mundial.


5. DESCRIPCIÓN ARQUITECTÓNICA Y ARTÍSTICA

Podemos decir que, hablando del Palacio Domecq, nos referimos a un modelo más acabado de la típica casa señorial andaluza (jerezana) del siglo XVIII.

Fue construído con piedra de El Puerto de Santa María. Es de planta cuadrada y de distribución casi simétrica. La amplia portada da ingreso a su zaguán y éste al patio, situándose la magnífica escalera frente a la puerta.

 

La fachada presenta dos plantas y dos cuerpos separados por un gran balcón central con rejas de hierro forjado. Tanto éste como los balcones laterales y las ventanas, están ricamente ornamentados, llamando especialmente la atención las pilastras en chaflán y las columnas salomónicas.

Los motivos decorativos de la fachada muestran una inmediata influencia sevillana. Las columnas y los arcos del patio, también con rasgos de influencia sevillana, son de mármol rosa italiano.


Con respecto a la escalera, igualmente de mármol rosa italiano, vemos como una triple arcada sobre grupos de cuatro columnas da acceso a las dos subidas, quedando en el centro un paso para el jardín.

El segundo cuerpo del patio presenta una arquería abierta, aunque posteriormente fué cerrada y provista de balcones.

En el patio y portada aparece lo que se denomina “imprevistas fantasías”. El portal tiene columnas salomónicas sesgadas, medallones de perfil plateresco en el dintel, entablamento de curvas invertidas y heraldos sentados en el marco superior de la ventana. 

Las columnas toscanas del patio, sobre basas como cojines elásticos, sostienen una arcada de listados y ondeados arcos, cuyas impostas parecen capiteles jónicos invertidos. La entrada de triple arco en la escalera de rampa convergente elabora el esquema del patio. El listado perfil del arco está cortado al bies sobre los tramos que se elevan. Las columnas toscanas son duplicadas y cuadruplicadas. La rampa central se eleva sobre un ingenioso paisaje, el cual termina en la fachada del patio en una bóveda absidial que se apoya sobre pechinas.

El binomio Palacio-Bodegas, por lo que su simbolismo y presencia suponen para la Ciudad, constituye un referente nítido de la herencia patrimonial y el legado histórico y arquitectónico de Domecq Jerez.


LA HISTORIA Y ORIGEN DEL NOMBRE - LA FAMILIA DOMECQ - LAS BODEGAS

LOS VINOS DE  DOMECQ - EL BRANDY  DE JEREZ - LOS BRANDIES

Inicio | Nacional - Internacional - Rural | Guías | Ocio | Hoteles | Restaurantes | Bodegas | Embutidos | Varios