CANCÚN, LA TIERRA SAGRADA DE LOS MAYAS

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CANCÚN, LA TIERRA SAGRADA DE LOS MAYAS IX

LLEGADA A CANCÚN –

RECORRIDO POR LA CIUDAD Y EXCURSIÓN EN BARCO PIRATA –

MAROMA PARADISE Y

PUERTO AVENTURAS

–

AKTUN CHEN

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CHICHÉN ITZÁ

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HOTEL OCCIDENTAL GRAND XCARET –

TULUM –

XEL-HÁ, XPLOR y XCARET

– INFORMACIÓN ÚTIL

TULUM

Como mencioné antes, se aproximaba el final de este estupendo viaje y queríamos aprovechar el tiempo lo máximo posible. Por esta razón no podíamos regresar a España sin visitar la zona arqueológica de Tulum, la única ciudad maya que fue construida al lado del mar y que fue descubierta por los conquistadores en el siglo XVI.

La empresa Lomas Travel fue la encargada de recogernos en nuestro hotel y de hacernos de guía por Tulum. Al igual que en todos los traslados que nos ha realizado este compañía durante nuestra estancia en Cancún y Riviera Maya, éste no iba a ser menos. Tanto el chófer como la guía que nos tocaron se mostraron muy atentos y simpáticos con nosotros en todo momento y nos dejaron boquiabiertos con sus grandes conocimientos sobre la cultura maya.

Tulum, que en maya significa “muralla”, también fue conocida en su día con el nombre maya de Zamá (“amanecer”). Por los numerosos registros en murales y otras obras encontradas en los edificios de la ciudad, se tiene considerado que Tulum fue un importante centro de culto para el llamado «dios descendente«.

Dentro de la zona arqueológica, la ruina que más llama la atención a simple vista y a su vez la más importante es el edificio conocido como “El Castillo”, ya que fue de vital importancia para los navegantes mayas porque les permitía sortear los peligros del segundo arrecife de coral más largo del mundo.

Para llegar a Tulum, los mayas navegaban por mar abierto paralelamente al arrecife de coral cuando visualizaban «El Castillo», el cual hacía de faro, ya que les indicaba el momento idóneo para tomar el canal que dividía al arrecife. Esto se lograba mediante la ayuda de dos ventanales de la fachada de este edificio, los cuales al ser iluminados con luz natural o antorchas por la noche les indicaba el momento preciso para cambiar el rumbo de sus embarcaciones. De esta forma evitaban chocar con el arrecife y salvaguardaban las mercancías que transportaban.