EL ALMANAQUE ESPECIAL SEMANA SANTA

LA SEMANA SANTA DÍA A DÍA – DOMINGO DE RAMOS 

Se celebra la entrada solemne de Jesús en Jerusalén en olor de multitudes, las mismas que cinco días más tarde rechazarán su liberación, prefiriendo a Barrabás

Se celebra la entrada solemne de Jesús en Jerusalén en olor de multitudes, las mismas que cinco días más tarde rechazarán su liberación, prefiriendo a Barrabás, y se desgañitarán gritando: “Crucifícalo, crucifícalo”. 
Por eso la iglesia decidió celebrar ese minuto de gloria de Jesús y esa lucidez momentánea del pueblo que gritaba tras él: “Hosanna al Hijo de David”. 

Se distingue especialmente esta fiesta por la bendición de los ramos, que son un glorioso vestigio del culto a la naturaleza. 

A los ramos bendecidos este día en el exterior de la iglesia para ir luego a ella en gozosa profesión, se les atribuyen no pocas virtudes, especialmente de protección de las casas contra rayos y otras calamidades naturales, por eso los vemos colgados en los balcones de muchas casas hasta el miércoles de ceniza, en que se queman para preparar con ellos la ceniza que servirá para la ceremonia de la imposición de ceniza con el “Memento homo quia pulvis es et in púlverem reverteris: Recuerda, hombre, que eres polvo, y al polvo volverás”. Justo ahí, en esas palabras, se cierra el bello ciclo de los ramos de este domingo. 

Vea en la sección de liturgia los bellos himnos que se cantan en la procesión, y escuche alguno de ellos. 
La misa de estedía tiene de particular la primera lectura de la Pasión (ver el texto completo en la liturgia de este día), durante algunos de cuyos pasajes se agitan los ramos.

El Domingo de Ramos es una preciosa fiesta de primavera, a la que hay una enorme afluencia de fieles, especialmente niños, que asisten con sus palmas y palmones, al tiempo que dejando atrás la ropa de invierno, estrenan y lucen la más alegre ropa de verano. A esta fiesta se la llamó Pascua Florida porque junto con los ramos se traían también flores para la bendición. De aquí trae el nombre el estado de FLORIDA de los Estados Unidos, por haber sido descubierto este territorio el día de pascua Florida, es decir el Domingo de Ramos de 1512.

 LUNES SANTO 

“Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu santa cruz redimiste al mundo”.
Éste es el lema principal en torno al que giran los rezos de la iglesia este primer día de duelo de la Semana Santa.

La liturgia prepara el alma de los fieles para el dolor que hay que recordar estos días. El Evangelio de hoy nos sitúa en los últimos días de la vida de Jesús, cuando éste es acogido en casa de Lázaro, al que había resucitado. 

La hermana de éste, María Magdalena, la pecadora que seguía a Jesús por todas partes con las demás santas mujeres, ungió los pies de Jesús con un frasco de perfume carísimo. 

Los discípulos se escandalizaron, en especial Judas, cuya avaricia y traición estaba ya llegando a su culminación, alegando que hubiese sido mucho mejor dedicarlo a los pobres. Jesús aceptó el homenaje como anticipo de su embalsamamiento, y defendió el gesto de la pecadora, diciendo que a los pobres siempre los tendrían con ellos, pero que a él pronto no lo tendrían. 

En realidad el lunes, martes y miércoles santos son días de recogimiento para preparar el Triduo Sacro, el núcleo de la Semana Santa.  

MARTES SANTO
Poner al Hijo en cruz, abierto el seno, sacrificarlo porque yo no muera, prueba es, mi Dios, de amor muy verdadera, mostraros para mí de amor tan lleno.

Así empiezan los oficios litúrgicos de hoy, que se caracterizan por el inicio del canto de la Lamentaciones de Jeremías, en que se profetiza la desolación y el dolor de Jerusalén a causa de los pecados del pueblo. “O vos omnes qui transitis per víam, ¡Oh vosotros, todos los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante a mi dolor, con el que el Señor me ha herido en el día de su ardiente cólera!”. Éste es el lamento profundo de la iglesia por la Pasión y Muerte de Cristo. Y la piedad popular añade los Dolores y las Angustias de su santa Madre. 

En la misa de hoy se lee la Pasión según san Marcos. En los monasterios y en las iglesias que cuentan con un mínimo de tres celebrantes, se canta la Pasión en una forma litúrgicamente escenificada: el celebrante principal representa a Jesús y canta los textos en que éste habla; el diácono ejerce de narrador y lleva el peso mayor; el subdiácono canta los textos que corresponden a los demás personajes y al pueblo: “Tolle, tolle, crucifige eum: Quita, quita, crucifícalo”. 

La abundancia de hermandades y cofradías, y sobre todo la fusión de muchas de éstas, ha dado lugar a la acumulación de Pasos bellísimos y con una larga historia, que han de ir saliendo estos días de menor intensidad.

MIÉRCOLES SANTO 

Es el día en que se reúne el Sanedrín (el tribunal religioso judío) para condenar a Jesús.. Este episodio es el que convirtió los miércoles en días de ayuno. Hoy es el primer día de luto de la iglesia, en que se celebra el OFICIO DE TINIEBLAS, una especie de funeral por la muerte de Jesús. Los pasos y procesiones de este día reflejan el aumento del dramatismo.

En la liturgia de hoy continúa el canto de las Lamentaciones de Jeremías:

“El Señor repudió su altar, desechó su santuario, entregó en manos enemigas los muros de sus palacios; y gritaban en el templo del Señor como en los días de fiesta.El Señor determinó arrasar las murallas de Sión: Tendió la plomada y no retiró la mano que derribaba; muros y baluartes se lamentaban al desmoronarse juntos. Derribó por tierra las puertas, rompió los cerrojos.”

Empieza también a anticiparse el gran tema del Jueves Santo: el amor fraterno imitando el amor de Cristo: “En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su hijo único para que vivamos por medio de él. Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros”. Y en las laudes, un anticipo del misterio del Viernes Santo: “Nos has comprado, Señor, por tu sangre”.

En el introito de la misa se exalta el nombre de Jesús: “In nómine Dómini omne genu flectatur. En el nombre del Señor, dóblese toda rodilla en los cielos, en la tierra y en los infiernos; porque el señor se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por eso el Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre.

Hoy le toca el turno a la versión de la Pasión según san Lucas. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” Y diciendo esto, expiró. Después de estas palabras, se arrodillan los sacerdotes y fieles y guardan un momento de silencio.

El miércoles, que con el viernes es el día penitencial de los tiempos de penitencia (Adviento, Cuaresma y Témporas), se intensifican las prácticas piadosas y las procesiones penitenciales.

JUEVES SANTO

JUEVES SANTO Es, con el Corpus Cristi y la Ascensión, el primero de los Tres Jueves del año que relucen más que el sol. Es el día en que se celebra la ültima Cena en que Cristo instituyó la Eucaristía. Es el día del Lavatorio de los pies (sobre esto versa el Evangelio), de la atención especial a los pobres, del Amor Fraterno. Los pasos y procesiones se vuelcan en estas significaciones y empiezan a avanzar, ya en la noche, el misterio del Viernes Santo.

¿ Quién desconoce la Esperanza Macarena o la Esperanza de Triana? A lo largo y ancho del mundo constatamos cómo el título de La Esperanza acompaña a numerosas advocaciones de la Virgen. Y no podía ser de otra manera. En la Salve Regina, que con el Padre Nuestro y el Ave María forma el tríptico de las primeras oraciones del cristiano, se proclama a María como nuestra más sólida esperanza:

Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y Esperanza nuestra, Dios te salve.

VIERNES SANTO

FERIA SEXTA IN PARASCEVE – VIERNES DE PREPARACIÓN DE LA PASCUA

La mañana de este día, el único del año en que no se celebra misa para expresar el luto de la iglesia, se dedica a prácticas piadosas como el Vía Crucis, la visita a los monumentos, las procesiones penitenciales.
La liturgia del día se celebra entre las 3 y las 6 de la tarde, para hacerla coincidir con el momento en que se produjo la crucifixión y muerte de Cristo.

Toda la liturgia de hoy es un lamento: “Se han aliado contra mí los reyes de la tierra”, “Han buscado contra mí testigos falsos”, “Se han repartido mis vestidos y se han sorteado mi túnica 
( (Diviserunt sibi vestimenta mea , et super vestem meam miserunt sortem). Esas son las antífonas de los maitines, acompañadas del canto de las Lamentaciones del profeta Jeremías.
Y sigue el lamento: “Salisteis a prenderme como a un ladrón” (Tamquam ad latronem), “Alejaste de mí a mis conocidos”, “Me entregaron en manos de los inicuos” (Tradiderunt me), “Se entenebrecieron mis ojos por el llanto” (Caligaverunt óculi mei a fletu).
Las Laudes empiezan con la antífona: “A su propio Hijo no perdonó Dios, sino que lo entregó por todos nosotros” (Proprio Filio suo non pepercit), a la que sigue el salmo penitencial por excelencia, el Miserere. En las siguientes antífonas se canta la salvación del buen Ladrón (Ait latro ad latronem… Le dijo el ladrón al ladrón…) y la inscripción sobre la cruz: Posuerun super caput eius… Pusieron sobre su cabeza la causa de su muerte: Jesús Nazareno, Rey de los judíos. 

SÁBADO SANTO

A la misa de hoy la llama la liturgia, “Misa de presantificados”, porque en ella no hay consagración. Empieza con dos lecturas del Antiguo testamento, con sus respectivos cantos y oraciones, seguidas del canto de la Pasión según san Juan. Le sigue el bellísimo turno de oraciones cantadas en que no se olvida ninguna de las causas por las que reza la iglesia, alternando el canto con los silencios. Tras cada oración, el sacerdote canta: Flectamus génua (doblemos las rodillas) para que todos se arrodillen a orar un momento en silencio (alrededor de un minuto). Luego vuelve a cantar: Levate (levantaos). Se levantan todos y prosigue con la siguiente oración, y así hasta hasta 16 veces. 

Sigue la adoración de la cruz, ceremonia en la que el sacerdote descubre el crucifijo que preside la celebración de la liturgia, ahora tapado con un velo morado, al tiempo que canta: “Ecce lignum crucis, He ahí el leño de la cruz en el que pendió la salvación del mundo. Venid, adorémoslo”. Mientras los fieles acuden a besar la cruz, el coro canta los célebres Improperios: “Pópule meus, quid feci tibi, aut in quo contristavi te, responde mihi: Pueblo mío, ¿qué te hice o en qué te contristé? Respóndeme”. “Porque te saqué de Egipto, preparaste una cruz para tu Salvador? Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, apiádate de nosotros” (cantado en griego y en latín). “¿Qué más debí hacer por ti y no hice?” Canta el Sacerdote que representa a Jesús lamentándose. Y luego de una lamentación otra y otra, y así hasta diez lamentaciones, recordando lo que hizo Dios por su pueblo.

Durante la adoración de la cruz se canta también el bellísimo “Crux fidelis inter omnes: cruz fiel, entre todos los árboles el más noble: ninguna selva da un árbol semejante por su fronda, por su flor, por su semilla. Dulce madero, dulces clavos que sostienen tan dulce peso”. Con la comunión acaba la celebración litúrgica del Viernes Santo. 

Fuera de la iglesia la actividad es intensa: hoy es el gran día de los penitentes, el día de las procesiones en que nuestros antepasados exhibían públicamente su condición de condenados e imploraban el perdón. Hoy es el día del cumplimiento de las promesas más atrevidas que se hicieron en momento de desesperación, sobre todo implorando la salud propia o de los seres más queridos. Van los penitentes con la cara cubierta con sus capirotes. Muchos van descalzos, algunos con cadenas, quién con una cruz a cuestas… distintas maneras de castigar el cuerpo para liberar el espíritu. Son las procesiones más sobrecogedoras: en absoluto silencio que permite oír el pisar de los pies, el arrastrar de cadenas, un silencio roto de vez en cuando por austeras y breves intervenciones de la banda de música, o por saetas desgarradas.

Es día de luto, Cristo descansa en el sepulcro. Hoy no hay misa. La liturgia de las horas sigue en las Lamentaciones, que se cantan en los maitines. La iglesia guarda silencio: desde el viernes no suena el órgano acompañando los cantos, en señal de austeridad y dolor. O vos omnes qui transitis per víam… Oh vosotros todos los que pasáis por el camino, atended y ved si hay dolor semejante a mi dolor”. Es el lamento de la iglesia en los maitines. 

El sábado santo es día de recogimiento: propiamente no tiene más culto que el de las horas; remiten las procesiones, se reza en silencio. La gran celebración de hoy mira ya hacia la Resurrección, hacia la Pascua: es su preparación. Al desplazar el cristianismo la fiesta semanal judía al domingo, el sábado se convierte en laparaskeuh (paraskeué) de la Pascua, en su preparación. 

Empieza la preparación de la Pascua con la bendición del fuego nuevo, que se toma de una hoguera encendida fuera de la iglesia, estando ésta totalmente a oscuras y esperando los fieles con cirios apagados en la mano. El sacerdote enciende en la hoguera una tea e inicia la procesión hacia el altar mayor. Se detiene a la entrada, junto a los primeros fieles, y proclama: Lumen Christi, La luz de Cristo; y acerca la tea para que de ella enciendan sus velas los fieles. Éstos cantan: Deo gratias, Gracias a Dios. 

Y del mismo modo hace tres paradas y se va iluminando la asamblea. En llegando al altar mayor, se procede al canto del Exultet: “Alégrese la angélica turba de los cielos, alégrense los divinos misterios, y suene la trompeta de la salvación por la victoria de tan gran rey”. Es un bellísimo canto, una de las joyas de la liturgia. De él es ese pasaje tomado de san Agustín, que dice: “O felix culpa, quae talem ac tantum nos méruit habere redemptorem: Oh feliz culpa que nos valió tener tan valioso y tan gran redentor.” Hacia el final de este canto se procede a la caracterización del cirio pascual, al que se le ponen los cinco granos de incienso que representan la inmortalidad, el Alfa y la Omega, y la fecha del año en curso. Se enciende por fin el cirio pascual con la tea del fuego nuevo, se coloca solemnemente en el gran candelabro al lado del Evangelio y se encienden ya todas las luces de la iglesia. 

La segunda parte de esta celebración es el turno de las lecturas, recuerdo de la antigua preparación de los catecúmenos para el bautismo. Empiezan desde la creación del mundo. Son 12, y su nombre litúrgico es el de Profecías. Con oraciones y antífonas entre una y otra. Se repite, como el Viernes Santo, el “Flectamus génua / Levate, Arrodillémonos / Levantaos” para cada oración. Y sigue la bendición del agua para el bautismo.

Y procede el sacerdote al extraordinario canto de la exaltación del agua y sus virtudes, en paralelo al Exultet, el canto de exaltación de la Luz: “Oh Dios cuyo Espíritu se movía sobre las aguas desde los mismos principios del mundo, de manera que ya entonces la naturaleza del agua concibió la virtud de la santificación…” Con el agua nueva, bendecida y santificada, asperge al pueblo, y luego la lleva a la pila bautismal mientras se cantan las letanías.

La última parte de esta celebración es la primera misa pascual. Después de las letanías, el sacerdote se reviste de blanco y se canta el “Gloria in excelsis Deo, Gloria a Dios en las alturas” con redoblada solemnidad y echando las campanas al vuelo. Después de la epístola que habla de la Resurrección, se desatan los aleluyas que caracterizarán todo el tiempo pascual. El Evangelio narra la Resurrección según san Mateo: las tres Marías van al sepulcro y lo encuentran vacío. El ángel les anuncia la Resurrección. Y una vez finalizada la misa, el sacerdote despide a los fieles: “Ite, missa est, alleluia, alleluia. Id, vuestra ofrenda ha sido enviada, aleluya, aleluya.” “Gracias a Dios, aleluya, aleluya”, responde el pueblo.

En la calle se han acabado las procesiones penitenciales. Estamos en tiempo de perdón, de resurrección, de gloria y de alegría. Las procesiones y demás celebraciones populares de este día tienen un aire totalmente festivo. 

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN 

La alegría iniciada en la misa de la Vigilia Pascual, que siempre es después de las 12 de la noche, la primera hora del domingo, se prolonga durante toda la mañana. Al mediodía vuelve a celebrarse una Misa solemnísima para celebrar la Resurrección. Aleqh CristoV aneste (Alezé Jristós aneste), En verdad, Cristo ha resucitado. Ese es el saludo pascual en la iglesia ortodoxa.

En el oficio de Laudes de este día destaca el cántico de alabanza a Dios del libro de Daniel:

Creaturas todas del Señor, bendecid al señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; 
Cielos, bendecid al Señor. 
Aguas del espacio, bendecid al Señor;

Ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;

Astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor,

Vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;

Fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;

Noche y día bendecid al Señor.  

Y prosigue el canto invitando a todas las criaturas a bendecir al Señor. El otro himno precioso del día de Pascua es la secuencia Víctimae Pascali laudes. Pero el canto que marca profundamente la liturgia pascual es el gradual (de gradior, avanzar; es un canto procesional), uno de los más bellos arabescos del adusto canto gregoriano: “Haec dies quam fecit Dóminus, exultemus et laetemur in ea: Gocémonos y alegrémonos en este día que hizo el Señor”. Es la otra cara del florido Cristus factus est del Triduo Santo.

Domingo de Resurrección en la Semana Santa de Málaga

CLAMOR Y SILENCIO Documental Semana Santa Sevilla