By Enric Ribera GabandéManuel García, en su restaurante de Santiago de Compostela, se desvive en lograr unos mágicos platos culinarios que dejen recuerdos perennes
Es, sin duda, uno de los templos gastronómicos más destacados de Galicia. Cada día entran en su dispensa los mejores frutos del mar: percebes, centollos, almejas, bogavantes, langostinos, vieiras. Uno de los platos más logrados y que más fama tiene su cocina, al margen de los pescados y mariscos, es el cochinillo Don Quijote, sin pasar por alto, el pulpo a la brasa; el huevo de corral con carabineros; el llobarro salvaje, la crema de hinojo y salsa de romesco; el arroz con mariscos; y el pescado del día. Unas indiscutible delicias. Su propietario, Manuel García, se desvive, en el día a día, por lograr unos mágicos platos culinarios que dejen recuerdos perennes en la memoria del comensal.
Trayectoria profesional de Manuel García
Hijo de labradores de la Terra do Xallás, Manuel García, con 17 años, emigró a Francia, donde trabajó en la colocación de tendido eléctrico en el área metropolitana de París. Poco después tuvo la oportunidad de desplazarse a Australia. El Gobierno de este país le pagaba el viaje con la única condición de que permaneciera allí dos años. No lo dudó. Una compañía eléctrica americana lo contrató. Pero cuando llevaba 18 meses en Sídney le llegó una nueva oferta para colaborar en la construcción de una gran central eléctrica en Nueva Zelanda. Manuel guarda un recuerdo muy especial de este país: «La gente es impresionante, muy amable y educada. Si hoy alguien quiere ir a un país diferente que vaya a Nueva Zelanda».
Dos años más tarde decidió regresar a Australia, donde trabajó como camarero en los restaurantes Costa Brava y Don Quijote de Sídney. A partir de aquí, y gracias a su facilidad para emprender, se lanzó a comercializar productos españoles. Compró un camión y se puso a vender turrón, vino, aceite, jamón…Más tarde trabajó como taxista, fue su última parada en Australia.
Después de 11 años en las Antípodas y con dos niños pequeños, decidió volver a Galicia. Aprendió mucho, se formé como persona, conoció a su mujer y tuvieron dos hijos. Hizo varios negocios y pudieron ahorrar un dinero que les permitió abrir el restaurante, al que le pusieron Don Quijote, una palabra que suena en todo el mundo, asevera el restaurador.
Defensor de la cocina tradicional, Manuel García subraya que la materia prima tiene que ser la mejor. «Me gusta subir periódicamente a la Praza de Abastos. La cocina es importante, pero si el producto no es de primera calidad nunca podrás ofrecer un plato excelente», indica. Además, como buen aficionado a la caza, en las famosas jornadas gastronómicas del restaurante se incluye la temporada de caza, además de las jornadas de la lamprea y la angula; de cocido, y de bacalao y carne roja.
Foto Nº 1,- Manuel García. Foto Nº 2,- Comedor. Foto Nº 3,- Plato de Zamburiñas. Foto Nº 4,- Plato de almejas.