Por Ferran Martínez-Aira
Cuando el Gobierno confirmó que podríamos salir a la calle a hacer deporte a unas horas determinadas, todo el mundo desempolvó sus zapatillas de deporte (hasta aquellos que no habían corrido jamás, ni siquiera para coger el autobús) y salimos a la calle dispuestos a comernos el mundo. Fue una reacción normal, después de tanto tiempo confinados, puesto que durante este tiempo algunos nos hemos preocupado por no ganar mucho paso debido a la inactividad, comer bien e incluso hacer deporte on line.
Pero mantener la forma, especialmente para aquellas personas acostumbradas a ejercitarse varias veces a la semana, se convirtió en una meta difícil de alcanzar con la epidemia. Por ello, ahora que llega este veranillo, muchos estamos intentando recuperar el tiempo perdido ejercitándonos más a fondo. Tenemos tiempo libre de sobra y llega el calor, parecen las circunstancias adecuadas apropiadas para ello. Sin embargo, no podemos comenzar a volar si todavía no hemos andado, y por ello no es buena idea apresurarse.
Aconsejan los expertos que lo primero es tener paciencia. La gente busca resultados de forma rápida. Si podemos, es fundamental ponerse en manos de un profesional que guíe nuestro entrenamiento de manera progresiva y lógica. Si lo hacemos por nuestra cuenta conviene controlar la intensidad del entrenamiento, la alimentación, el estrés, la genética, la calidad y cantidad del sueño… todo afecta a la hora de ponerse en forma.
La clave es que el entrenamiento vaya de menos a más, tanto en volumen como en intensidad y que nunca nos lleve, en un primer momento, a una fatiga muy elevada. Si la actividad que practicas te gusta te resultará más fácil integrarla como hábito de vida y no supondrá un factor de estrés. Si hemos estado parados tres meses no vamos a recuperarnos en 15 días. Se necesitan 6 meses para que la dieta y el ejercicio se conviertan en rutina.
Las pautas para que el ejercicio funcione y conseguir una buena forma física son mezclar ejercicios de fuerza, resistencia y flexibilidad, así como ejercicios de coordinación y agilidad para mantenernos hábiles. En la variabilidad está la clave, igual que en la comida. También es importante poder realizar ejercicio físico entre tres y cuatro días a la semana y movernos todos los días así como lo que podemos llamar el entrenamiento invisible: el descanso. Hay que buscar el equilibrio y mantenerse activos. Un estilo de vida activo nos generará muchos beneficios: dormiremos mejor, tendremos menos estrés, mejoraremos nuestra dieta, nuestro equilibrio emocional y nuestro sistema inmunológico.
Si te da pereza meterte en un gimnasio con el tiranovirus, puedes ejercitarte en un parque. Es recomendable hacer ejercicio al aire libre y en grupo. Hay muchos parques que cuentan con barras para practicar calistenia, pero además también se pueden hacer un sinfín de otros ejercicios: bicicleta, escalar, correr… lo fundamental es que disfrutes practicando esa actividad que has elegido. Hacerlo en grupo también te ayudará a tener mayor fuerza de voluntad.