Colonia, o cuando la alegría de vivir tiene nombre propio.

Colonia, o cuando la alegría de vivir tiene nombre propio.

Si existe un gen responsable de la alegría de vivir y de la pasión por la fiesta, seguro que a los habitantes de Colonia les han tocado varios de ellos. Y es que Colonia es algo más que una ciudad que nace del corazón; es un sentimiento o una forma de enfrentarse a la vida mirando siempre el lado positivo. Y para eso, la ciudad cuenta además con el Carnaval, la cerveza «Kölsch» y, por supuesto, la catedral de Colonia.Un desfile de carnavalAl grito de «Kölle alaaf», la ciudad decreta el estado de excepción, o lo que es lo mismo, arrancan los carnavales, también llamados «Fastelovend». Un delirio total y una absoluta exaltación son descripciones a todas luces insuficientes para relatar lo que ocurre durante la semana antes del Miércoles de Ceniza en la ciudad catedralicia. Obviamente, en Colonia el Carnaval también comienza el 11 del mes 11, a las 11 y 11 horas, e igual que en todas partes, finaliza el Miércoles de Ceniza.Pero eso es prácticamente lo único con lo que el Carnaval de Colonia coincide con otros. Cuando el festejo inunda las calles de la ciudad, no cabe duda: el Carnaval de Colonia pertenece a una liga especial. Para lograr esta alegría especial de Colonia, a menudo ampliada a lo largo de todo el año, se encuentran las acogedoras y auténticas tabernas que rodean el Antiguo Mercado y la plaza Heumarkt, o las grandes cervecerías repartidas por todo el casco antiguo.En ellas fluyen ríos de cerveza «Kölsch», la bebida oficial de Colonia, se sirven las especialidades de Renania y el ambiente es casi siempre tan relajado, amable y alegre, que se podría pensar que en esta ciudad siempre es Carnaval. Cada clase de «Kölsch» tiene un sabor típico y, por supuesto, su propia cervecería. Si nota que los camareros, a los que aquí se llama «Köbes», no se dejan influir por el ambiente festivo, la razón está clara: todo «Köbes» que se precie debe mostrar cierto grado de irascibilidad. Lo único que limita algo la alegría de vivir de los habitantes de Colonia es el hecho de que a unos 30 kilómetros río abajo se encuentra Düsseldorf, la ciudad hermana, algo más refinada y lozana, cuya existencia se considera una concatenación de circunstancias adversas.Sobre todo los fines de semana, los lugareños y turistas, jóvenes y estudiantes recorren las innumerables discotecas, clubes, bares, restaurantes y salas, principalmente en el barrio estudiantil de Kwartier Latäng, pero también en los barrios de Friesenviertel, Belgischer Viertel o al sur, en la Südstadt y, cada vez más, acuden al distrito de Ehrenfeld, un clásico barrio industrial. A menudo, los precios resultan una grata sorpresa, ya que, en general, son bastante moderados, sobre todo para una ciudad de este tamaño.Pero que los habitantes de Colonia contemplan la vida desde su lado más optimista, queda patente además de durante los carnavales, en las tabernas y cervecerías, en su relevante panorama musical y de las artes: el Musical Dome Köln, famoso por sus producciones espectaculares y con un aforo para 1.700 espectadores, es el mayor teatro de Colonia; o el Christopher Street Day, el evento más importante de Alemania para gays y lesbianas. Uno de los acontecimientos del año es el partido de fútbol en el campo del F.C. Colonia, a pesar de que su puesto dentro de la clasificación no siempre responda a las grandes expectativas de los aficionados.Sin embargo, los museos de la ciudad cumplen cualquier expectativa , sobre todo el extraordinario museo Ludwig con sus obras de Picasso, Warhol y Lichtenstein. También se puede visitar el museo romano-germánico con sus piezas de 2.000 años de historia, el museo Wallraf-Richartz con arte que abarca del medievo al siglo XIX o, ni que sea para los más golosos, el museo del chocolate. Quienes, después de tantas sensaciones en Colonia, busquen un poco de descanso disponen de uno de los mayores y más bellos parques de Colonia, el Rheinpark, situado en la ribera derecha del Rin, conocida por los lugareños como la ribera «mala» del Rin, y al que es posible acceder mediante el teleférico que cruza el río. Y si disponemos de un poco más de tiempo, podemos disfrutar de la que probablemente sea la mejor vista panorámica sobre el centro histórico de la ciudad y sobre la Catedral en la plataforma para visitantes del Triángulo de Colonia, a 100 metros de altura. Con buen tiempo, puede que incluso se alcance a ver Düsseldorf, pero no se lo cuenten a sus amigos de Colonia.