Sin poder abrazarte como antes

Por Ferran Martínez-Aira

Despierto. Y no es un sueño. Ya no podré abrazar a los míos como antes. Ni dar un par de besos a la frente de mi madre política. Ni a las mejillas de mi nieto. Ni estrechar mi corazón con el de mis amigos. El maldito bicho se ha metido en nuestras vidas sin excepción. A unos los ha matado. A otros nos ha prohibido acercarnos a los que amamos. CELEBRAMOS LOS CUMPLEAÑOS CON VIDEOLLAMADAS.

Por mucho que nos digan que los japoneses hace siglos que no se tocan en el saludo, nuestros impulsos y costumbres no los podremos cambiar de la noche a la mañana. Los políticos nos enseñan como se saludan hipócritamente con los codos. Nosotros volveremos a ir a la playa en verano sin pelearnos con nadie. Nos bañaremos en la piscina comunitaria. Con precauciones naturalmente. Habrá “madrugá” sevillana en la próxima Semana Santa. Correrán los mozos delante de los toros en los Sanfermines 2021. Abrirán los bares para tirar cañitas muy frías. Con más higiene. No hace tantos años se fumaba y tosía encima de las barras adornadas con tapas y pinchos.

Teníamos certezas, o eso creíamos. Hacíamos planes, mejor o peor, éramos dueños de nuestras vidas. O eso creíamos. Vivíamos maltratando el planeta. De repente, todo cambió. Y estamos viviendo una película de ciencia ficción. Pandemia​, y parece el título de una  producción de cine apocalíptico. Pero no es una peli. Está sucediendo. Nos guste o no, estamos viviendo una de las heridas narcisistasmás grandes del último siglo.

Somos vulnerables, indefensos. Un virus ha puesto en jaque al planeta. El ser humano precisa sostener la absurda ilusión de que alguna de las variables esenciales del vivir está bajo control. El maldito bicho​ pone en evidencia la fragilidad de esta utopía, pero en nuestro país no nos vamos a levantar noruegos ni tampoco japoneses. Salir a la calle lo llevamos en nuestras entrañas. Sin miedos. Sin contagiar a nadie.