COQUETEAR Y GALLEAR


      SAN VALENTIN    

COQUETEAR Y GALLEAR

Gallear es de machos, diría cualquiera de entrada; y coquetear es de hembras. Sí, pero no. Resulta que coquetear es un derivado de coq, que es ¡el gallo!, no la gallina. Ese es un invento francés. Los franceses saben que los gallos son polígamos. Los gallos, no las gallinas. Y observaron que en algunos corrales humanos la cosa andaba al revés: una sola gallina era capaz de tener (mejor dicho entretener) a muchos gallos cautivados por sus encantos de hembra. Se les ocurrió a los franceses que esa era la situación inversa a la que es natural en el gallinero, por lo que la plasmaron invirtiendo el nombre del gallo: pasado al femenino (sería «galla», para entendernos) nos da, en efecto, la imagen de una «galla» dominando un corral compuesto por gallos que no ejercen en esa situación de tales, sino de gallinas (correspondería decir «gallinos»). Lo más sorprendente es que esta línea léxica hizo mayor fortuna fuera de la lengua original, quizá porque en ellas no se transparenta la imagen de gallinero invertido, que es por otra parte la que dio lugar al coqueteo y derivados. Pero ahí está, y a ella debemos atenernos. En el trasfondo de esta palabra, que al principio fue totalmente malévola, hay una condena de la mujer que consigue reunir en torno a sí a muchos gallinos. La cosa debió empezar allá por los tiempos de la ilustración, cuando mujeres de enorme talento abrieron en París sus célebres salones. Claro que los hubo también en que todo era gallear y gallinear; las reinas de estos salones sí que eran auténticas «coquettes», pero los malévolos franceses metieron a todas en el mismo saco. Coquetería, vanidad y frivolidad eran todo uno. Los diccionarios reflejan muy claramente la evolución social de la coquetería. Desde el Domíngez y la Espasa, ambos del siglo pasado, hasta la Larousse, hay un salto importante. Naturalmente en esos la coquetería es algo femenino, y por tanto encontraremos el significado de coqueta con esta entrada, en femenino, y con un evidente dejo peyorativo. En cambio en la Larousse nos encontramos con el valor bisexual de la palabra: Coqueto, a. Su definición es: Dícese de la persona que por vanidad procura agradar a la del otro sexo. Es de notar que a pesar de la modernización aún conserva de las antiguas definiciones el juicio de valor y de intenciones: «por vanidad», que aparece en los diccionarios antiguos. En esta palabra iba implícita la condena de la poliandria, ni que fuese en grado de intento y como juego, del mismo modo que en el término gallina aplicado al hombre se condena en él la cobardía. Se usó obviamente para vilipendiar a la mujer que asumía el papel de gallo (en el sentido de la poligamia); en efecto, se asume que sea coqueta o mejor dicho que coquetee la mujer que aún no tiene pareja estable, que se dice ahora; y en cambio está mal visto que siga coqueteando cuando ya está emparejada. Las buenas costumbres han aceptado siempre bastante bien que el hombre gallee e incluso que se pavonee tanto si tiene pareja fija como si no. En él la poligamia está bien vista; su réplica en cambio, la poliandria, ha costado mucho más aceptarla en la medida en que se asume la poligamia (sin promocionarla, claro). La coquetería en cambio ha ganado mucho terreno: el feminismo ha acabado aceptándola desde el momento en que se ha aceptado su versión masculina.

EL ALMANAQUE se recrea hoy en el gallinero humano, averiguando qué es eso de la coquetería.