Dos investigadores italianos descubren la comida de la Santa Cena

Por Ferran Martínez-Aira

Dos milenios después de la Santa Cena, dos científicos italianos: Generoso Urciuoli y Marta Berogno han investigado los alimentos que consumieron “El Maestro” y sus doce discípulos en una de las reuniones para comer más importantes de la historia de la humanidad. Este evento hace referencia a la creación del sacramento de la eucaristía, en el que Jesús dio a sus doce apóstoles pan y vino, como representación de su carne y de su sangre, para que, al ingerirlos, entrasen en comunión con él.

Según el cristianismo, los días que siguieron a la última cena no fueron especialmente gratos para Jesucristo y, a pesar de lo que diga la tradición, es de suponer que dicha última ingesta de alimentos fuera algo más que unos mendrugos de pan y vino.

Generoso y Marta se han propuesto llevar a cabo una investigación acerca de qué comieron exactamente o, como mínimo, cuáles eran los hábitos alimentarios a principios del siglo I. “La Biblia habla extensamente de lo que pasó durante la última cena, pero no detalla qué comieron Jesús y sus 12 acompañantes”, explica Urciuoli, arqueólogo y uno de los autores del trabajo, junto a la arqueóloga y egiptóloga del Museo Egipcio de Turín, Marta Berogno.

Su investigación, inevitablemente, se basa en algunas suposiciones para esclarecer los hechos. “El punto de partida es asumir que Cristo era judío y que, por tanto, él y sus discípulos seguían las tradiciones impuestas por la Torá y las consiguientes prohibiciones a determinados alimentos” matiza Generoso. Por lo tanto, de momento, podemos suponer lo que no había en la mesa: carne de cualquier animal que no mastique la comida y tenga una pezuña partida, cerdo, mariscos, pescado sin escamas ni aletas, anfibios, roedores y sangre.

Para averiguar qué es lo que sí comieron, es tentador recurrir a alguna de las representaciones pictóricas de este evento, como ‘La última cena’ de Leonardo Da Vinci, pero, como explica Urciuoli, “este mural deriva de siglos de códigos iconográficos. Tiene un significado simbólico pero no ayuda, para nada, en la reconstrucción histórica del evento”.

Ambos investigadores han llevado a cabo una enorme recopilación de datos históricos y obras de arte de la época, al igual que murales de esa época pintados en las catacumbas. De este modo, Generoso Urciuoli y Marta Berogno han conseguido llevar a cabo una reconstrucción de la comida y los hábitos alimentarios de Palestina hace 2.000 años.

Para empezar, basándose en varios frescos de la época y en restos arqueológicos, los expertos determinaron que la forma común de representar la última cena en el último milenio es incorrecta, pues no se comía en mesas rectangulares y altas: “En ese momento, en Palestina, la comida se situaba en mesas bajas y los invitados comían en una posición reclinada, sentados en el suelo sobre cojines o alfombras”, explican los investigadores. Y continúa Urciuoli: “Los platos, boles y jarras estaban hechos de piedra, así lo muestran los restos arqueológicos de la época. Los judíos que seguían las ‘reglas de la pureza’ utilizaban recipientes de piedras porque se creía que eran incapaces de transmitir las impurezas”.

Por otra parte, los investigadores aclaran que cada comensal no disponía de su propio plato: “El evangelio de Juan explica que Judas Iscariote mojó pan del plato de Cristo dado que estaba sentado a su lado, lo que cumple con la tradición de la época de compartir de un mismo plato”. Pero para determinar las comidas exactas que ingirieron, los investigadores prestaron atención a otros dos eventos bíblicos: las bodas de Caná y el festín de Herodes, donde Salomé presenta a sus padres la cabeza decapitada de San Juan Bautista. “Las bodas de Caná nos permitieron entender las leyes judías de la época sobre la comida (conocidas como Kashrut) que especifican qué puede ser comida y qué no y cómo tienen que estar preparados los alimentos. Por otra parte, el banquete de Herodes nos permitió analizar las influencias romanas en la gastronomía de Jerusalén”, puntualiza Urciuoli.

Los expertos determinaron que los alimentos que con mayor probabilidad estaban presentes en la mesa de la última cena fueron pan y tzir. Esta última es una variación de una salsa fermentada de pescado romana llamada garum.

Mojar pan en una salsa de pescado fermentado no parece mala idea, sobre todo si se acompañaba de una copa de vino y más teniendo en cuenta que Cristo era carpintero y como tal comía y bebía.