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ARTICULOS – ECOLOGIA

CUESTIÓN DE PRIORIDADES

Es de escándalo que en especial las izquierdas, que han hecho de la ecología su nuevo banderín de enganche político, estén poco menos que en connivencia con los trabajadores franceses que por reivindicar ante el patrón, ante el estado o ante ambos a la vez sus derechos laborales, han recurrido como arma de presión al terrorismo ecológico, y no precisamente amenazando, sino como es fama que hacen las mafias más puestas al día, mandando el dedo meñique del secuestrado a aquellos que han de pagar su rescate, para que no tengan la menor duda de que las amenazas de tortura y muerte van en serio. El sindicato francés que organiza esta reivindicación obrera, se ha puesto a la altura de los sindicatos del crimen, y por supuesto se ha cubierto de gloria. ¡Ah, y eso sí, se ha salido con la suya! El nuevo invento del terrorismo ecológico ha funcionado. Pueden sentirse orgullosos del invento. Con él, la lucha obrera ha dado un gran paso adelante. ¡Un paso de gigante! Gigante destructor, pero gigante al cabo. Y aún podríamos excusar el desenlace si hubiese cedido el patrón al chantaje del terrorismo ecológico. Al fin y al cabo, a un particular no se le puede exigir lo mismo que al estado y al gobierno que le representa, la integridad en la defensa de los principios sobre los que se sustenta la convivencia de todos los ciudadanos del estado. Según esto, en vez de apresurarse la fiscalía a dictar orden de detención preventiva contra esos ciudadanos peligrosos, puesto que han amenazado con cometer un delito mucho más tremendo que el que han cometido de muestra; en vez de mandar a la gendarmería a ponerlos a buen recaudo, va el gobierno y negocia con ellos, porque por lo visto no hay ningún derecho ni individual ni colectivo que esté por encima del derecho de los trabajadores a la defensa de su puesto de trabajo, o en su defecto de la justa indemnización. Hoy no importa que maten la flora y la fauna de un río. ¿Yqué será lo que no importará a continuación ante tan sagrado derecho? ¿Cómo es posible ese escoramiento del sindicalismo francés hacia el otro sindicalismo, el del crimen?Aquí ha traído al gobierno francés (y a la sociedad francesa) el vicio de recurrir a la violencia contra las importaciones extranjeras, destruyendo sin miramientos camiones y mercancías, y agrediendo a los camioneros. Con ese entrenamiento terrorista, porque otro nombre no se le puede dar, simplemente han dado un paso más en sus estrategias de lucha obrera: se han pasado al terrorismo ecológico. Sin apenas darse cuenta. Se encuentran como pez en el agua. Han practicado mucho en terrenos afines, y como se trata de sindicatos, a los que nadie se atreve a ponerles el cascabel, ahí tenemos a la sociedad francesa, con el gobierno a la cabeza, inclinándose ante ellos. Menos mal que alguien ha tenido la clarividencia de ponerle a esa acción el nombre que se merece: ecoterrorismo. Y a pesar de que el gobierno ha cometido la torpeza de ceder al chantaje, de manera que ya ha empezado a cundir el ejemplo, será el mal nombre que tan nefanda acción tiene, un nombre tan acertado que no habrá manera de sacárselo de encima, el que más eficazmente luchará contra este nuevo invento.

EL ALMANAQUE examina hoy una palabra recién nacida, ecoterrorismo, que está predestinada a una larga y gloriosa vida. Si tantas maldades como han crecido entre nosotros hubiesen llevado desde el primer día el nombre real y crudo que les correspondía, no hubiesen prosperado como lo han hecho.