Excursiones de senderismo en Mallorca en invierno

Mallorca es uno de los destinos más conocidos de España y Europa. Con su excelente climatología es un destino ideal tanto en verano cómo en invierno. Son muchas las actividades que se puedes realizar en la isla, y en internet puedes encontrarlas fácilmente, cómo las excursiones de click-mallorca que son expertos en la isla. En esta ocasión os proponemos un plan de invierno, ideal para los tiempos actuales, en los que buscamos actividades al aire libre y en grupos reducidos.  

Mallorca tiene entre uno de sus grandes atractivos la sierra de Tramuntana, escenario de la excursión que hoy os planteamos y que pudimos hacer unos años, con uno de los mejores guías de la isla, Gaspar Valero. La ruta puedes hacerla en solitario, pues es fácil de seguir y no es en absoluto nada complicada. Su duración es de unas dos horas sin paradas.

Podemos combinar la excursión con una visita al pueblo de Valldemossa, que es uno de los sitios imprescindibles que ver en Mallorca.

 La ruta de senderismo en Valldemossa

Partimos de Can Costa, antiguas casas de posesión hoy convertidas en restaurante y situadas a poco más de dos kilómetros de Valdemossa, en la carretera de Deià. Debemos tomar el camino de la ermita de la Santísima Trinidad, conocida a menudo con el nombre de ermita de Valldemossa. Este camino, ancho y asfaltado, sale de frente Can Costa, al otro lado de la carretera y va subiendo suavemente. No tardaremos mucho en encontrar unas paredes bien altas en el camino. Son las paredes de la ermita que nos conducen a la explanada del portal principal. 

Ermita de la Santísima Trinidad

La antigua tradición religiosa y eremítica de la costa de Miramar se remonta al siglo XIII, cuando Ramon Llull fundó la escuela misional y de lenguas orientales (1276), que fue abandonada hacia 1290. Posteriormente la actividad eremítica y anacorética (vida retirada del mundo, ascética, contemplativa y de autosubsistencia) se extendió por el llamado «desierto de Trinidad». En el siglo XVII, el eremitismo vivió un nuevo impulso con las reformas y fundaciones del Venerable Juan Mir de la Concepción (1624-1688). Retirado el 1646 la antigua ermita de San Pablo y San Antonio (Ermitas Viejas), creó la congregación del mismo nombre y en 1648 fundó la actual ermita de la Santísima Trinidad, que llegó a ser la más importante de la comarca.

La visita a la ermita queda restringida a los espacios abiertos (patio con cisterna, el privilegiado mirador) y en la capilla. De las otras dependencias sólo veremos el exterior: celdas de los ermitaños, oratorio del siglo XVII, estables, paliza, carpintería, molino y almazara. También podremos observar el recogido cementerio y los huertos. 

Continuamos la caminata manteniendo la misma orientación que hemos llevado hasta ahora, es decir, dirección noreste. Pasamos una reja de alambre que limita la explanada de Trinidad y, por el camino que sube más a la derecha, llegamos a una mesa de piedra con sus bancos de piedra para sentarse. A la derecha hay una pequeña puerta negra de hierro. Es la única imagen del llamado Soplador que podremos ver.

El bufador

Recibe este nombre el agujero, grieta o cavidad por donde sale una corriente de aire. Normalmente se trata de una fractura geológica vertical en una roca sin desplazamiento relativo de los dos fragmentos en contacto con una cavidad mayor que comunica el aire de la cueva con el exterior. La temperatura del interior es estática. Así produce la salida de aire caliente en invierno y frío en verano, siempre teniendo como punto de referencia la temperatura exterior. (Sin embargo, no podremos comprobar este fenómeno ya que el Soplador se encuentra completamente cerrado por una puerta de hierro). 

Debemos seguir el camino que pasa por encima hacia la derecha. Es un buen camino de montaña que se adentra en el bosque, mezcla de pinos, encinas, madroños y aliagas, pero muy pronto dominará el encinar. Este es un lugar donde se encuentran muchos “sitjas de carbón” y hornos de cal. Y así llegaremos a la pared del recinto de las llamadas Ermitas Viejas. 

Avanzamos por el interior del recinto, dominado por un bosque con mucha maleza y árboles que nos ofrece una imagen casi fantasmagórica, haciendo juego con el mundo desvanecido y ruinas de la vieja ermita. Encontramos los restos de las construcciones centrales y nos desviamos hacia la izquierda para visitar el segundo recinto, con restos de otras edificaciones y un aljibe con boca rectangular. 

Ermita de San Pablo y San Antonio

Constituye el núcleo principal de las llamadas Ermitas Viejas, de tal manera que se ha llegado a confundir un nombre con el otro. Realmente consta de dos recintos bien diferenciados, tanto tipológicamente como cronológicamente, pero ambos se encuentran en ruinas. El de perímetro más grande, con una valla de pared alta (unos dos metros) está muy bien conservada (excepto por donde pasa el camino, ya que este corta la pared). Tiene una superficie de más de 2.800 m2. En el centro se pueden observar los únicos restos de construcción, seguramente correspondientes a una capillita y en una sencilla celda.  El segundo recinto, más antiguo y con más restos arquitectónicos, nos muestra las ruinas de la capilla, con paredes de casi 3 m de altura, un aljibe con boca rectangular, corredores, celdas y paredes de huertos. 

Posiblemente, fue fundada durante el siglo XVI, en la época del ermitaño Antonio de Castañeda. El 1646 fue reocupada por Joan Mir de la Concepción durante dos años. Desde entonces, sirvió de retiro anacorética, individual, lejos incluso de la comunidad de Trinidad. 

Salimos del primer recinto de las Ermitas Viejas en descenso en dirección norte, como si fuéramos en Miramar, sin dejar el hermoso camino rodeado de espeso encinar. A diez minutos escasos de las Ermitas Viejas, a la izquierda, encontramos el mirador del Ermitaños. 

Mirador de los Ermitaños

Según la tradición, reflejada por el topónimo, era un lugar de contemplación y descanso de los ermitaños de la zona. Hoy el mirador ha perdido tal categoría, ya que se encuentra rodeado y tapado por la vegetación. Cincuenta metros más adelante del mirador, a la derecha del camino, se encuentra un buen ejemplar de horno de cal. 

Tres minutos más de descenso y llegamos a un cruce de caminos. Hacia la izquierda llegaríamos directamente al mirador dels Tudons, pero vamos hacia la derecha para dirigirnos hacia la cueva del Beato Ramón Llull. A unos tres minutos del cruce  llegamos a una zona de cuellos de tordos. De allí, sale una nueva desviación del camino, hacia la izquierda, que ya nos lleva directamente, tras saltar un antiguo portillo tapado por un cuello de tordos, en la cueva del beato Ramon Llull. Justo debajo se encuentran las casas de del Heura, y más lejos Son Marroig y Son Gallard. 

Cueva del beato Ramon Llull

Es una cueva de reducidas dimensiones. Observamos el paramento de mampostería que cubre la antigua boca de la cueva, dejando un portal más pequeño. En el interior, al fondo, destaca una lápida con un relieve esculpido que representa Ramon Llull ofreciendo su obra a la Virgen, y en lo alto un frontón con un cáliz. Data del siglo XVII. Entre los muchos episodios que se atribuyen a la agitada vida del beato Ramon, existe el de esta cueva, donde se retiró largas temporadas mientras preparaba su labor filosófica y misional en la escuela-monasterio de Miramar. 

Volvemos por el mismo camino de ida, hacia el cruce mencionado y el cruce de las Ermitas Viejas, camino que dejamos a la izquierda para ir derechos, en dirección a poniente, hacia el mirador del Tudons. La elevada rotonda nos ofrece una vista panorámica directa y magnífica sobre Na Foradada y las casas de Miramar. 

El mirador del Tudons

Es uno de los mejores y más bellos miradores de la red que creó el Archiduque Luis Salvador. Es una torre cilíndrica, con una alta rotonda maciza encumbrada por un banco de piedra que rodea su perímetro, excepto por la zona de acceso, que se realiza por una escalera ancha.

Desde el mirador, el camino se hace más ancho, de carro, y desciende ligeramente por entre el encinar en dirección hacia Ca Madò Pilla, antigua hospedería del Archiduque y hoy hotel, situado en la misma carretera Valldemossa-Deià. Pocos metros antes del portillo que deja el camino sobre la carretera, giramos hacia la izquierda (sur) y subimos hacia las ruinas de la antigua ermita de San Juan Bautista, por lo que pasamos muy cerca de los bancales de son Galceran. 

La ermita de San Juan Bautista

Forma parte del conjunto que recibe el nombre genérico de Ermitas Viejas. Totalmente en ruinas, aún se puede ver la valla de pared no muy alta que rodea el recinto. En la parte opuesta al camino, hay restos de la capilla y una pequeña cámara de vivienda anacorética. Ocupada durante los siglos XVII y XVIII, fue después abandonada. Hace algunos años, fue muy deteriorada por una pista forestal.

Quedan pocos minutos más de caminata, ligeramente ascendente, para cerrar el circuito y volver junto al bufador y la ermita de Trinidad. Una vez aquí, ya conocemos el camino para volver a Can Costa.