Iconos de Madrid en el cine IX – EPÍLOGO: del cine a la fama

El Edificio Telefónica preside las vistas en la terraza de Mujeres al borde de un ataque de nervios (Foto: El Deseo).

El edificio Telefónica se veía desde la terraza de Pepa (Carmen Maura) en Mujeres al borde de una ataque de nervios (1988), de Pedro Almodóvar, y El Pirulí (Torrespaña) desde la azotea donde Israel y Jorge (Raúl Arévalo y Quim Gutiérrez) charlaban en AzulOscuroCasiNegro (2006), de Daniel Sánchez Arévalo. El palacete del marqués de Leguineche (Luis Escobar) de Patrimonio Nacional (1981), de Luis García Berlanga, es el Palacio de Linares, frente a la fuente de Cibeles, donde trabaja el personaje principal de Manolo, guarda urbano (1956), de Rafael J. Salvia. En el Parque de Atracciones se olvida de su drama particular el chaval de El Bola (2000), de Achero Mañas, mientras los chicos de Barrio (1998), de Fernando León de Aranoa, descubren otros mundos en una antigua estación fantasma de Metro hoy reconvertida en el museo Andén Cero.

Las Torres Kio, siempre asociadas a El día de la bestia (Foto: Madrid Film Office).

Todos estos son también iconos de Madrid, pero ¿puede ocurrir al revés? ¿Que un edificio o lugar se transforme en icono por haber salido en la gran pantalla? La respuesta es sí. En Madrid sucedió con las conocidas por todos como Torres Kio, de nombre oficial Puerta de Europa, convertidas en El día de la bestia en un símbolo del mal. Las que pasan por ser las primeras torres inclinadas del mundo fueron diseñadas por los arquitectos estadounidenses Philip Johnson y John Burgee y construidas entre 1989 y 1996. 

Otros ejemplos son las cuadrigas que coronan la antigua sede del Banco Bilbao, en la calle de Alcalá, famosas por La Comunidad (2000), también de Álex de la Iglesia, el puente de Eduardo Dato sobre el que cuelgan Eduardo Noriega y Aitor Merino en Historias del Kronen (1995), de Montxo Armendariz, o la Facultad de Ciencias de la Información, en la que de todo pasa en Tesis (1996), de Alejandro Amenábar. Si alguien busca la cabina roja de la que José Luis Vázquez no podía salir en La Cabina (1972), de Antonio Mercero, no la encontrará, porque nunca existió, aunque ya ha sido solicitada su instalación como homenaje. El rodaje se llevó a cabo en un patio privado entre las calles Rodríguez San Pedro y Arapiles, en el mismo barrio de donde era el boxeador que interpretaba José Luis Ozores en El tigre de Chamberí (1958), de Pedro Luis Ramírez. 

Si quieres seguir recorriendo Madrid a través de la gran pantalla, puedes consultar también las guías Un paseo de cine. De Atocha a Plaza de España y 21 películas para 21 distritos. ¡Seguro que te gustan!