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ALMANAQUES Y CALENDARIOS

Los ALMANAQUES, a lo largo de su historia, han ofrecido de todo: desde los antiquísimos conocimientos astrológicos y los consejos médicos a ellos ligados, hasta las doctrinas religiosas, el teatro, la música, la historia, la política, la filosofía, las ciencias, la navegación (almanaques astronómicos), las noticias de sociedad, el comercio, toda actividad humana y todo conocimiento.

Los ALMANAQUES han sido siempre calendarios con contenidos dosificados día a día, constituyendo por ello una apreciadísima alternativa de los libros y las revistas especializadas.

Fieles a esta memorable tradición, Los editores de EL ALMANAQUE ofrecemos, además de la edición diaria completa, los siguientes ALMANAQUES ESPECÍFICOS, con el objeto de que cada uno pueda elegir el de su preferencia

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NUESTRO ALMANAQUE RELIGIOSO 

La religión es uno de los más apasionantes fenómenos antropológicos: es el genoma del espíritu del hombre. El día que tengamos identificados los millones de minúsculos peldaños de pensamiento y de conducta de que está formado nuestro ADN religioso, ese día habremos dado con las claves del alma humana; ese día estaremos en condiciones de prevenir y curar las graves enfermedades espirituales que padecemos; ese día podremos vislumbrar qué nuevas o viejas ideas se adueñarán del mundo ya en este siglo que estamos empezando, pasando por encima de todos los poderes, incluidos el político, el económico y el mediático.

Surgirán las doctrinas, como ha sucedido a lo largo de toda la historia, y se extenderán como reguero de pólvora sin que nadie pueda detenerlas; para bien o para mal. Y volverán a ser las armas las que den la victoria a unas ideas y derroten a otras: como ha sido siempre.Y en cualquier idea que se abra paso con fuerza, rastrearemos los genes religiosos, que pueden permanecer ocultos o encapsulados durante muchas generaciones de ideas, pero que al fin reaparecen con una fuerza tan ciega como las fuerzas inexorables de la naturaleza.

El último fenómeno de estas características fue el nacionalismo fanático-religioso de principios del siglo pasado, que hizo temblar los cimientos de nuestro mundo, y del que aún quedan rescoldos que avivan sus llamas en demasiados focos como para considerarlos simple anécdota. Es que se trata de un epifenómeno religioso; y mientras no partamos de esta premisa en el análisis, no acertaremos en su tratamiento. Y es sólo un ejemplo.

En el plano individual también son de gran calado los huecos dejados por el repliegue religioso, que han sido ocupados igualmente por materia religiosa, variopinta y contradictoria, cuya primera manifestación morbosa es la infírmitas que dirían los romanos, la falta de firmeza y de seguridad, que degenera en enfermedades reales del espíritu, la más abundante de las cuales, que no la única, es conocida con el nombre de depresión.

Es que entre las definiciones más certeras del hombre está la que lo cataloga como homo religiosus. Y bastaría examinar las muestras estremecedoras que nos ofrece la historia, de la tendencia del hombre a hacerse masa, a religarse, a hacerse fuerte aglutinándose en torno a un credo (el cine nos ofrece la imagen plástica de las fervorosas y multitudinarias adhesiones al fascio, al franquismo y al nacismo); basta contemplar esos fenómenos, y junto a ellos el increíble  poder de convocatoria de los grandes líderes religiosos (sin ir más lejos, hace tan sólo meses, con ocasión del Año Santo, el papa congregó en Roma a un millón y medio de jóvenes de todo el mundo, amén de otros muchos colectivos a lo largo de todo el año); basta, digo, contemplar todo esto para convencernos de que es mucho más activa y electrizante nuestra dimensión de homo religiosus que la de homo sapiens.

Mal que nos pese. Y puesto que esa es nuestra profunda convicción, hemos cultivado especialmente el abundante léxico que gira en torno al fenómeno religioso y a sus ramificaciones en la vida civil; con una evidente incidencia en lo que se refiere al cristianismo, que por ser la religión y la cultura en que nadamos y respiramos, tanto si somos conscientes de ello como si no, y tanto si lo aceptamos como si renegamos, es nuestro referente necesario; y con una inclinación irrefrenable a inscribir nuestra religión y nuestra cultura en el marco antropológico del que es parte, en pie de igualdad con las demás religiones y culturas. Hay que decir que nos hemos recreado en esta línea temática, que le hemos dedicado centenares de horas de documentación y estudio, y que hemos andado por esta tierra sagrada con los pies descalzos, con un profundo respeto, pero sin renunciar por ello a la plena libertad de investigación, dejándonos llevar por los vestigios de las palabras.

El resultado de este esfuerzo ha sido una importante acumulación en nuestra web de palabras explicadas y de exégesis audaces, ofreciendo siempre los fundamentos léxicos de nuestros razonamientos para que el lector pueda formar su opinión por sí mismo. Hoy tenemos el gusto de presentar juntos todos estos materiales en nuestro ALMANAQUE RELIGIOSO, cuya presentación es espléndida, y que junto con el SANTORAL (al que obviamente preferimos denominar ONOMÁSTICA), se está convirtiendo en una de las páginas de la red, de visita y consulta obligada para los amantes de estos temas. 

ALMANAQUE RELIGIOSO 

Si existe una publicación inequívocamente religiosa, esa es el calendario, sin adjetivar; porque como contenedor que es de las calendas, por denominación y por tradición le corresponde informar de qué festividad religiosa se celebra cada día, y de qué calenda se leerá en los oficios religiosos del día; porque cada día hay una: no hay día que no sea santo y que no tenga un santo con su calenda. Y es de esto de lo que nos informa el calendario. Los almanaques, en cambio, se inventaron para dar día a día informaciones de carácter astrológico, junto con su soporte astronómico.

Y al ser la salud una de las preocupaciones sobre las que más versaban las predicciones astrológicas, ya en tiempo de los egipcios se amplió el contenido de los almanaques a la medicina. Se señalaban los días propicios para tomar determinadas medicinas y para practicar determinados ritos salutíferos. A partir de ahí, los almanaques fueron ampliando cada vez más su temática, hasta llegar a convertirse en el soporte preferido para la difusión de toda clase de ideas y conocimientos. Algo así como un sistema enciclopédico, hasta el punto que buena parte de la historia de la difusión de los saberes es inseparable de la historia de los grandes almanaques, que de hecho fueron las auténticas enciclopedias (en kuklw paideia / en kýklo paidéia = enseñanza cíclica, por entregas y dando la vuelta completa cada año).  

Si bien es cierto que nada hay más enciclopédico y ligado a la sucesión de fechas que la liturgia, y que la parte didáctica de la misma (LA PALABRA) está seleccionada para que cada año, en las mismas fechas, reciban los fieles las mismas lecciones (o escuchen las mismas lecturas), las distintas iglesias no se conformaron con esto, en especial a partir de la progresiva alfabetización de los fieles, que tuvo su mayor impulso con la invención de la imprenta.

Se convirtieron los calendarios en almanaques religiosos dedicando una hoja a cada día del año y añadiéndole contenidos religiosos, que fueron con preferencia las mismas calendas totalmente desarrolladas, es decir las vidas de los santos cuya fiesta se celebraba en el día. La obra más significativa en este sentido es el denominado Año Cristiano, una especie de almanaque perpetuo en forma de libro, que ofrecía cada día las lecturas correspondientes al respectivo santo y al tiempo litúrgico. Actualmente se vuelve a editar en forma totalmente actualizada, nada menos que en 12 volúmenes, uno por mes. En este momento están disponibles los volúmenes correspondientes a enero y febrero.

Será la fuente de información más completa y fiable en todo lo referente a santoral y a tiempos litúrgicos (iba haciendo falta, porque había que ir a buscar esas informaciones a los misales y breviarios). Pero se trata de un “almanaque” cristiano, es decir de una religión concreta, y no de carácter filosófico o especulativo (que es a lo que nos lleva el análisis léxico), sino de carácter didáctico y doctrinal, territorio propio, por tanto, de las respectivas iglesias.  

Nuestro ALMANAQUE está planteado de forma más abierta y generalista (no podía ser de otro modo si nos hemos de dejar llevar adonde nos quieran llevar las palabras), y por tanto, del mismo modo que no circunscribe su onomástica a los nombres con “santo”, sino que da el mismo tratamiento a los nombres que no tienen cabida en el santoral; así también en cuanto a la temática religiosa, prefiere tratarla desde fuera (que doctores tiene la iglesia para tratarla desde dentro), y elegir aquellos temas que son comunes a muchas confesiones y a diversas religiones.

Nos interesamos por el fenómeno religioso como cimiento de nuestra cultura y como gran motor antropológico. Por eso en nuestro ALMANAQUE RELIGIOSO el lector podrá lincar una gran variedad de artículos cuyo contenido es propio, pero no exclusivo, del cristianismo; así como muchos otros que son previos a él y comunes a otras religiones. Con las ilustraciones, que se refieren claramente a diversas religiones, hemos querido dejar claro cuál es su orientación temática y doctrinal. En cuanto a la presentación, es excelente. Os lo recomendamos.

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