Nadie discute que todos somos iguales ante Dios y ante la justicia, pero de la misma manera que hay entierros de primera, entierros de tercera y fosas comunes, tambi鮠 hay justicia de primera, de segunda, de tercera y de batalla. Sabemos asimismo que la justicia es un sacramento o un sacramental, eso no est᠍ del todo claro; y que los ritos, es decir las formas, son tan importantes como su virtud santificante; que dicen los entendidos que es la misma si se celebra en formato abreviado (para ciudadanos de tercera) o si se celebra de la forma m᳠barroca y floreada (para ciudadanos de primera y de primera especial).

Pero ya pasa en estas grandes ceremonias que se olvidan de encomendar a Dios el alma del difunto o de echarle el agua a la criatura que bautizan, o si se trata de un juicio por todo lo alto, se olvidan de impartir justicia; con lo que aquello que se pretend�� solemnizar como gran sacramento en el que se santifica toda la comunidad y con ella el individuo en cuesti�n, se convierte en una pantomima, si no en una farsa. El sacramento de la justicia, aquello que la hace sagrada y respetable, no son sus formas sino su virtud, que es la de erradicar la delincuencia de la comunidad, buscando y castigando al delincuente.

�Pero qu頯curre cuando los celebrantes de este rito van con la mala idea de no encontrar al delincuente y propician todas aquellas formas y ceremonias que conducen a este desenlace? Pues lo mismo que en un matrimonio viciado de mala intenci�n o de fraude por alguno de los dos contrayentes para ver qui鮠enga�a a qui鮺 que incurren en nulidad, con lo que todas esas formas y solemnidades no son m᳠que una pantomima para encubrir la patra�a, y los celebrantes unos farsantes. Pero a�n tienen un pase aquellos ritos en que no hay burla, en que no hay mofa de la comunidad a la que se dice servir con ellos. Mas cuando se celebra el sacramental con evidente intenci�n de burlar su virtud, pasa a convertirse en sacrilegio y escarnio.

No hay que ser muy agudos para entender que probada la responsabilidad jerᲱuica de alguien sobre otro que ha estado delinquiendo de tal manera y durante tanto tiempo que haya sido f��camente imposible ocultarle al jefe jerᲱuico los delitos; no hay que ser un lince para entender que probado eso, queda tambi鮠probada la responsabilidad en los delitos del jefe jerᲱuico del delincuente si no mandado, s��nequ��camente consentido.

EL ALMANAQUE examina hoy el calificativo de repugnante y sus afines.

LA FRASE : La victoria tiene muchos padres, pero la derrota es hu鲦ana

S��hu鲦ana, pero alguien ha de ser el chivo expiatorio, y no precisamente el general��mo.

O como se suele decir, CADA PALO QUE AGUANTE SU VELA; el palo mayor, la vela mayor. �Y qu頨ay que decir del palo grande que carga se vela en los palos menores? O se apresura a descargarles la vela, o se romperᮬ y entonces es todo el barco el que hace aguas y son todos los que en 鬠van los que se hunden.

LɘICO : REPUGNANTE

Definen los diccionarios la repugnancia como la sensaci�n f��ca intensamente desagradable que producen ciertas cosas con su sabor, vista u olor, que impulsa vivamente a evitarlas y puede llegar a provocar nᵳeas; la aversi�n moral inspirada por algo; y en lenguaje filos�fico, la oposici�n o contradicci�n entre dos cosas. Repugnante es el adjetivo, y se dice de aquello que causa repugnancia, ya sea en el orden f��co, ya en el moral, ya en el intelectual.

Pugno, pugnare, pugnavi, pugnatum es el verbo latino del que proceden pugnar, pugna, impugnar, propugnar, repugnar. En este �ltimo no es tan transparente la relaci�n con pugnar como en impugnar (luchar contra) y propugnar (luchar a favor); pero tanto repugnar como repugnancia y repugnante traen su origen de este verbo. No es extra�o que en la repugnancia moral o intelectual se vea m᳠clara la relaci�n con el verbo pugnare, y en cambio cueste verla en la repugnancia f��ca. Efectivamente, mientras este significado nunca lo tuvo el verbo latino repugnare, los de repugnancia intelectual y moral s��os tuvo.

Pero si retrocedemos un poco mᳬ puede entenderse mejor la relaci�n entre la repugnancia y el verbo pugnare. Este verbo procede del sustantivo pugnus, que es anterior a 鬻 y si no derivado, si 鳠pariente del griego pugmh (pygm马 ambos con el significado de pu�o. Como los hispanorromanos pronunciaban el grupo gn como �, del pugnus pasamos al pu�us y luego al pu�o. Si pugnar y sus derivados no han transformado el grupo gn en � es porque son cultismos introducidos muy recientemente en nuestra lengua, que no han sufrido por tanto la evoluci�n fon鴩ca. Se entiende que si pugnare viene de pugnus, el significado primitivo de ese verbo sea precisamente luchar a pu�etazos. Y si partiendo del pu�etazo volvemos al verbo repugnar, serᠦᣩl entenderlo como la acci�n de echarte algo para atr᳠con la fuerza y la contundencia propias del pu�etazo.

Por supuesto que nos resulta m᳠repugnante repelente, repulsivo y nauseabundo aquello que lo es en el plano f��co, que lo que tiene estas caracter��icas en el plano moral e intelectual. La imagen sensible nos convence mucho m᳠que las consideraciones (que no im᧥nes) morales e intelectuales. Y son im᧥nes que les hemos asignado posteriormente, puesto que en lat��no las ten��. Repugnante es lo que te echa para atr᳠(como un pu�etazo); repelente y repulsivo, lo que te empuja (pel.lo, p鬮lere, p�puli, pulsum= empujar) hacia atrᳬ y nauseabundo (del griego nautia / naut�� mal del que va en la nauV / nᵳ = nave; igual que marear, marearse y los mareos proceden de mar), es lo que te produce mareos, nᵳeas, mal de mar. Pues bien, resulta que esos caracteres corresponden m᳠bien a los actos morales que te echan para atrᳬ o a las proposiciones intelectuales que ofenden la m᳠elemental inteligencia.