Por Ferran Martínez-Aira
Un 16 de abril de 1973 el BMW que conducía Nino Bravo derrapó en una curva a la altura de Villarrubio en Cuenca. El coche dio varias vueltas de campana para terminar virtualmente destrozado. El cantante valenciano fue trasladado al hoy Hospital Gregorio Marañón donde no pudieron salvarle la vida. Tenía 28 años. Sus músicos, José Yueca, Fernando Romero y Miguel Diarni, que viajaban con el solista para grabar en Madrid, sólo padecieron contusiones.
La tragedia conmovió a todo un país que en apenas diez años había vibrado con las canciones de Luis Manuel Ferris Llopis, artísticamente conocido como Nino Bravo. Cuando se cumple el 48 aniversario de su muerte su música sigue poniendo la piel de gallina a los que ya tenemos más de media vida a nuestras espaldas. Su naturalidad y carisma conquistaron a las audiencias no sólo en España sino al otro lado del Atlántico. Luis Manuel era parco en palabras, pero transmitía una honestidad que llegaba al corazón. Su sincera sonrisa iluminaba a una juventud que vivíamos sus canciones románticas como propias.
Como escuchamos ahora, gracias a mejores registros discográficos, Nino Bravo tenía una voz entre la lírica y el pop, potenciada por un repertorio que sabía elegir para alcanzar a una audiencia deseosa de emociones. Grabó sesenta canciones, la mayoría son clásicos hoy de la música romántica entre los que sobresalen Te quiero, te quiero, Voy buscando (1969), Esa será mi casa y Perdona (1970), Mi gran amor (1971), Noelia, Mi querida mamá, Cartas amarillas, Un beso y una flor, Mi tierra y Libre (1972) y su tema póstumo América, América (1973).
Su primer éxito en 1969, casi arrollador, resultó curioso. Te quiero, te quiero fue grabado por nada menos que Lola Flores para la película Kuma Ching, pero con otra letra y luego por Carmen Sevilla y el “Niño de España”, Raphael sin que tuviesen repercusión alguna hasta que llegó la versión de Nino Bravo que alcanzó los primeros puestos de ventas. Cinco álbumes y 33 compilaciones señalan hasta qué punto este artista mantiene su calor en una audiencia fiel a ese gusto por la canción romántica.
Luis Manuel Ferris Llopis nació el 3 de agosto de 1944, en Ayelo de Malferit, Valencia. Con 16 años comenzó a trabajar en una joyería hasta llegar a ser tallador y completaba su ingreso con una labor nocturna de bodeguero en un restaurante. Su gusto por el canto estuvo presente en todo momento; a los 17 años junto con Félix Sánchez y Salvador Aranda armó Los Hispánicos, un trío muy popular en el barrio Sagunto, en Valencia. Disueltos Los Hispánicos entró como cantante en Los Superson, más afines con el pop y la música romántica, donde actuó hasta que le tocó la conscripción, en 1966.
A su regreso a la vida civil había decidido ser cantante solista y se presentó en el Festival de la Canción de La Vall d’Uixó, en 1968. Este año hizo también presentaciones en el Teatro Principal de Valencia, con fuertes pérdidas económicas que debió saldar junto con su manager Miguel Siurán, que fue quien le puso Nino Bravo como nombre artístico. El rechazo de la RCA Victor no lo desalentó y en 1969, insistió con Fonogram (Polydor), con quien firma un contrato por cuatro años y debuta con el simple Como todos y Es el viento; con su segundo simple, grabado en agosto de ese año, Te quiero, te quiero, llegó el éxito.
Su disco póstumo, Nino Bravo Volumen 5, grabado entre octubre de 1972 y junio de 1973, fue lanzado el 25 de septiembre de ese año, poco más de un mes después de su muerte con temas como América, América, Cantaré y Vivir, dedicado a su esposa María Amparo Martínez Gil (con quien tuvo dos hijas, Amparo y Eva María) y alcanzó el primer puesto de ventas.
El sello discográfico ha mantenido a través de diferentes antologías discográficas el recuerdo de este querido artista; en 2007 se publicaron dos libros biográficos sobre el cantante Nino Bravo, la historia de un hombre bueno y De Manolito a Nino Bravo, que hace foco en los primeros años del artista.
Uno de los últimos homenajes fue el 22 de junio de 2013, cuando se reunieron Los Superbon, cuatro décadas después de su disolución, para hacer el repertorio de “cantaba un jovencísimo Nino Bravo”, con José Valhondo por expreso pedido de la familia del cantante.
Más de 10.000 personas vitorearon su nombre al paso del cortejo fúnebre. Nino Bravo no ha muerto. Su música sigue latiendo en nuestros corazones.