Por Ferran Martínez-Aira
Tradicionalmente en nuestro país, estas son fechas de bodas, bautizos y comuniones. Las normas dictadas por la Conferencia Episcopal desde la llegada al templo se deben llevar a cabo escrupulosamente. LA DESESCALADA limita al 30% el aforo de las iglesias para celebración de BBC, entierros y misas. Varias personas responsables son las encargadas de organizar la entrada y controlar que se cumpla el límite de ocupación de un tercio.
Los voluntarios se encargan también de ofrecerles a los fieles el gel hidroalcohólico u otro desinfectante similar a la entrada y salida de la iglesia, así como de aclararles cualquier duda sobre su distribución en los bancos, señalizados para indicar qué sitios han de ser ocupados y cuáles no.
No hay coros, ni agua bendita ni saludo de la paz con contacto. Y, aunque se establece que los fieles usen mascarilla, uno de los momentos de más riesgo acontece cuando se va a recibir el sacramento de la comunión, en el que quienes estén en la fila deben guardar una distancia de, al menos, 1,5 metros para comulgar en la mano, habiéndose quitado previamente los guantes si los llevasen.
Será un instante en el que reinará también el mutismo, porque el diálogo de la comunión, normalmente individual (‘El Cuerpo de Cristo’, ‘Amén’), se pronuncia de forma colectiva después de la respuesta ‘Señor, no soy digno…’, la eucaristía será distribuida en silencio.
Además, la colecta está ahora habilitada en la salida, donde se coloca el cestillo, y no en el ofertorio. Los voluntarios evitan que se formen corrillos. Normas todas ellas que son también de aplicación en los funerales.
Desde la semana pasada se puede celebrar la misa exequial con el féretro en la iglesia, a excepción de los fallecidos por coronavirus, aunque no se permiten las procesiones fuera de los templos ni concentraciones masivas por razón de fiestas, funerales y aniversarios.