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COIMBRA, LA CIUDAD DONDE LA
NOSTALGIA MARCA EL PASO DEL
TIEMPO

Hay quien
asegura que el viajero que abandona Coimbra se ve invadido por
un sentimiento de melancolía que le incita a regresar a esta
milenaria ciudad ubicada a orillas del río Mondego. La
importancia de su Universidad, una de las más antiguas de
Europa, y su vasto patrimonio cultural, fruto del asentamiento
de los distintos pueblos que dejaron su impronta en los
innumerables monumentos que salpican el núcleo urbano, ejercen
sobre el visitante un poderoso influjo que provoca en él la
necesidad de volver a recorrer sus sinuosas calles, donde aún
pueden escucharse los nostálgicos fados de los estudiantes.
La ciudad de
Coimbra
posee una vitalidad propia como resultado de un pasado plagado
de hechos relevantes y de los recuerdos de miles de
portugueses que, todavía hoy, repartidos por todo el país o
más allá de sus fronteras, añoran aquellos años de juventud
vividos en ella mientras cursaban sus estudios universitarios.
Tiempos de despreocupación, de festejos, de ilusiones y de
esperanza, que aún permanecen en cada uno de los rincones de
Coimbra
y que el viajero que la recorre acaba sintiendo como propios.
La parte alta de la ciudad, rematada por la reconocible
silueta de la Torre de la Universidad, representa la vertiente
más cultural de
Coimbra,
donde se respira el juvenil ambiente de la vida académica y se
conservan algunas de las construcciones más antiguas, como el
Criptopórtico romano, la Catedral Vieja o la Iglesia de San
Antonio de los Olivares. Recorrer las empinadas calles de la
parte alta es todo un reto para el equilibrio, y las casas y
antiguas residencias universitarias parecen ir descolgándose
de la cima de la colina en un descenso imposible.
Sobre el margen derecho del río Mondego se asienta la parte
baja de la ciudad, a la que se accede cruzando el Arco de
Almedina. Allí, el bullicio de los mercados y restaurantes
refleja el carácter más comercial de
Coimbra,
y pueden contemplarse verdaderas obras de arte como el
Monasterio de la Santa Cruz.
Al otro lado del río, en el Barrio de Santa Clara, destaca el
Convento de Santa Clara la Vieja, recientemente restaurado,
donde coincidieron en diferentes épocas los destinos de tres
mujeres españolas que fueron reinas: Inés de Castro, Juana la
Beltraneja y Santa Isabel de Portugal. Esta última es la
Patrona de
Coimbra,
que cada 4 de Julio celebra una fiesta en su honor,
coincidiendo con el día de su muerte. La reina dedicó parte de
su tiempo libre a atender a los enfermos, viejos y mendigos,
para los que ella misma confeccionaba ropa y durante su
reinado ordenó construir hospitales, escuelas gratuitas,
refugios para huérfanos y un gran número de conventos, como el
de Santa Clara.
Dentro del amplio programa de acontecimientos culturales que
la ciudad ofrece a sus visitantes durante todo el año hay una
expresión artística que predomina sobre las demás:
el fado,
que permanece inexorablemente ligado a la historia de
Coimbra,
y que está conectado a las tradiciones académicas de la
Universidad. Tanto los cantantes como los músicos, que siempre
son varones, lucen la tradicional ‘capa y batina’ de color
negro, y sus letras hacen referencia a amores estudiantiles o
a la ciudad, envolviendo de melancolía los escenarios donde se
interpretan.
Coimbra
se reinventa cada día para ofrecer un sinfín de reclamos aptos
para todos los públicos: numerosas rutas y recorridos, un
completo programa anual de conciertos, exposiciones y
manifestaciones culturales, nuevas tendencias gastronómicas,
variadas propuestas para descubrir su lado más contemporáneo,
proyectos para la recuperación de su patrimonio histórico… La
ciudad, caracterizada por su dinamismo, pone a disposición de
sus visitantes todo un universo de propuestas que, unidas a la
amabilidad y hospitalidad de sus gentes, la convierten en un
destino al que todo viajero quiere regresar… para olvidar la
nostalgia que produce el no permanecer cerca de ella.
Pinceladas de Historia.
Punto de encuentro entre el norte y el sur de Portugal, la
milenaria ciudad de
Coimbra,
ubicada a orillas del Río Mondego, goza de una localización
privilegiada, a tan sólo 100 kilómetros de Oporto, 200 de
Lisboa y 300 de Salamanca.
Los vestigios prehistóricos existentes en
Coimbra
dan testimonio de la presencia humana en el actual perímetro
de la ciudad, que posteriormente fue experimentando distintos
periodos de dominación por parte de romanos, suevos, vándalos,
alanos, visigodos y árabes. Conquistada en 1064 por las tropas
de Fernando Magno,
Coimbra,
por su posición geográfica, se convirtió en un puesto clave
entre el sur islámico y el norte cristiano, albergando una
importante comunidad mozárabe.
Primera capital del Reino durante casi dos siglos en tiempos
de los primeros reyes portugueses,
Coimbra
alcanzó una nueva proyección con la fundación de la
Universidad, que acabó transformando el núcleo urbano, donde
proliferaron innumerables edificios notables y colegios
universitarios junto al Palacio Real, en la zona alta de
Coimbra,
y en la calle Sofía, en la zona baja de la ciudad.
En el siglo
XVIII, Coimbra mantuvo su vocación académica reforzada
por la reforma de la Universidad conducida por el Marqués de
Pombal. En el siglo XIX experimenta un notable incremento de
su población y van surgiendo nuevas calles y zonas
residenciales, y en el siglo XX se construye una nueva ciudad
universitaria que desplazó a los residentes de la parte alta
de Coimbra hacia los nuevos barrios de la ciudad.
La Universidad de Coimbra y la Ciudad Alta.

La
Universidad de Coimbra,
una de las más antiguas de Europa, ha ejercido un poderoso
influjo sobre la ciudad durante los últimos cinco siglos.
Antiguas tradiciones académicas aún perviven en nuestros días
y encuentran su máximo exponente en la Fiesta Universitaria,
que la ciudad celebra cada mes de Mayo, momento en el que los
estudiantes rescatan la tradicional vestimenta y, envueltos en
sus capas negras, entonan cánticos de épocas pasadas mientras
desfilan bajo la Puerta Férrea que da acceso al
interior de la Institución.
Coronando la parte más alta de la ciudad, y suspendida sobre
su núcleo urbano, la Universidad ha marcado buena parte de la
arquitectura, tradiciones y urbanismo de
Coimbra.
Fundada en Lisboa por el rey Dionis en 1290, se trasladó
definitivamente a Coimbra en 1537 y ocupó los edificios del
Palacio Real de la Alcazaba, donde nacieron casi todos los
reyes de Portugal de la Casa de Borgoña. En el siglo XVIII
experimentó grandes reformas, no sólo a nivel de enseñanza,
sino también en lo que se refiere a la construcción de nuevos
edificios de estilo barroco y neoclásico.
Tras cruzar la Puerta Férrea que da acceso al Patio de
Escuelas, se puede descubrir una de las primeras joyas de esta
institución: la Biblioteca Joanina, edificada en 1717 y
reconocida como la biblioteca universitaria más suntuosa del
mundo, un espacio que sobrecoge por la espectacularidad de su
decoración y por el conocimiento que atesoran los libros
apilados en sus estantes.
La estancia está formada por tres salas comunicadas entre sí a
través de arcos triunfales de madera policromada con motivos
chinescos, y los techos lucen pinturas al fresco que hacen
alusión a las artes, a las ciencias y a la sapiencia en
general. Las paredes, de dos metros de grosor para proteger
los volúmenes de la luz solar y la humedad, están cubiertas
por dos niveles de estanterías lacadas en tonos granates y
verdes que albergan 250.000 ejemplares de los siglos XII al
XIX distribuidos por áreas como el Derecho (civil y canónico),
Teología, Historia, Geografía y Filosofía.
En uno de los pisos inferiores, puede visitarse la Cárcel
Académica, creada específicamente para recluir a los
estudiantes que no cumplían con las leyes universitarias, y
formada por pequeños habitáculos abovedados, sin luz directa,
que los recluidos consideraban insalubres.
Otro de los grandes reclamos de la
Universidad es la Capilla de San Miguel, construida en
1517 bajo la dirección de Marcos Pires, donde pueden admirarse
los espectaculares azulejos tipo alfombrado que revisten las
paredes de la nave y de la capilla mayor, el retablo
manierista y su gran órgano.
En el
Paraninfo
o Sala dos Capelos
tienen lugar actualmente las ceremonias académicas más
importantes, como los doctorados honoris causa, la investidura
de Rectores y la apertura solemne de los cursos académicos, y
antiguamente era la sala del trono del
Palacio
Real de Coimbra.
La Sala del Examen Privado, donde se realizaba la
prueba que antedecía al doctorado, también está abierta al
público, así como la Sala de Armas, donde pueden
contemplarse las alabardas utilizadas por la Guardia Real
Académica.
La
Vía Latina,
una galería porticada por la que sus caminantes debían hablar
exclusivamente en latín, y la Torre de la Universidad,
convertida en uno de los símbolos más importantes de la
institución, cuya vida sigue regulándose por el tañir de sus
campañas, completan, junto con la
Escalinata de Minerva
y
el Colegio de San Pedro,
un complejo universitario único que merece la pena recorrer.
Junto a la Universidad, en el Antiguo Palacio Episcopal, se
ubica el
Museo
Nacional de Machado de Castro,
cuyo
patrimonio artístico está formado por diversas colecciones que
atestiguan la riqueza de la Iglesia y la importancia del
mecenazgo regio, a las que están ligadas las más
significativas obras de arte y los objetos religiosos de su
acervo.
Lo que ya puede visitarse actualmente es uno de los vestigios
romanos más importantes de la ciudad: el
Criptopórtico del foro de Aeminium
(nombre que hacía referencia a la Coimbra romana) que data del
siglo I d.C.
Descendiendo por las callejuelas empedradas que rodean la
Universidad, otro de los grandes atractivos monumentales de la
ciudad sale al paso del viajero: la Catedral Vieja, que
data de la segunda mitad del siglo XII. Con influencias
arquitectónicas románicas, islámicas, góticas y renacentistas
alberga en su interior una pintura recientemente restaurada
que representa a la Reina Santa Isabel, una de las mujeres más
queridas y recordadas por los habitantes de
Coimbra.
El claustro de la catedral cuenta con un jardín en el que
crecen las especies de árboles mencionados en la Biblia y
también merecen especial atención el retablo de la capilla
mayor y el de la capilla del Santísimo Sacramento.
El punto de encuentro entre la parte alta y baja de Coimbra lo
encontramos en la Torre de Almedina, edificada sobre el
arco del mismo nombre,
que tenía como función vigilar y defender la puerta de acceso
al interior de la muralla. En la actualidad se encuentra aquí
instalado el
Núcleo de la Ciudad Amurallada,
centro de interpretación en el cual que se narra la historia
de la muralla y de la ciudad en la Edad Media.
La Ciudad Baja.
El espíritu más comercial de
Coimbra
siempre se ha desarrollado en la parte baja de la ciudad,
donde aún pueden contemplarse edificios construidos en la
época medieval y donde proliferan comercios, mercados, bares y
restaurantes.

Uno de los lugares más emblemáticos es el
Monasterio de Santa Cruz,
cuya escuela fue frecuentada por San Antonio de Padua. En la
capilla mayor, hoy
Panteón
Nacional,
reposan en elegantes túmulos los restos de los primeros reyes
de Portugal. El espectacular arco triunfal que antecede a toda
la parte frontal es del Siglo XIX y en la trasera del conjunto
monástico se encuentra el
Claustro
de la Manga,
una bella construcción renacentista de una pureza estilística
raramente superada.
En la Ciudad Baja también hay otros muchos ejemplos de
arquitectura religiosa y civil, como las
Iglesias
de San Bartolomé y Santiago,
el
Ayuntamiento,
el
Colegio
de San Miguel,
el
Museo
Municipal-Edificio Chiado,
o los numerosos ejemplos de antiguas residencias
universitarias ubicadas en la Calle Sofía.
El Barrio de Santa Clara.
En el margen izquierdo del río Mondego se ubica el Barrio de
Santa Clara, donde el próximo 17 de Abril se inaugurarán las
obras de remodelación del
Convento
de Santa Clara la Vieja,
que permitirá visitar las ruinas del edificio y acceder al
Centro de Interpretación especialmente creado para conocer sus
ricos fondos arqueológicos.
Esta
construcción, fundada en XIII por la abadesa doña Mor Dias, y
entregada posteriormente a las monjas Clarisas, está
íntimamente ligado a la vida de Isabel de Aragón, la Reina
Santa. El lugar donde fue construido el convento pronto se
reveló como una pésima elección, debido a las inundaciones
provocadas por el río. El viejo convento quedó abandonado en
1677 y las monjas se mudaron al nuevo edificio que acababa de
ser erigido en un lugar cercano pero más elevado.
Así surgió el
Convento
de Santa Clara La Nueva,
en cuyo altar mayor se expone la urna de plata y cristal con
el venerado cuerpo de la Reina Santa Isabel. El sepulcro
primitivo de la patrona de la ciudad, construido en piedra y
ejecutado por el maestro Pêro en 1330, se encuentra en el coro
bajo de la iglesia.

En el mismo barrio de la ciudad encontramos el
Convento
de San Francisco de Asís,
que actualmente se encuentra en proceso de restauración, ya
que se está proyectando en su interior un gran Centro de
Congresos para Coimbra.
La Coimbra Romántica.
Historias sobre amores y desamores, engaños, traiciones…
Coimbra
ha sido testigo, a lo largo de su existencia, de leyendas
fascinantes que se entretejen con los hechos realmente
acaecidos, evocando recuerdos, a veces trágicos y otras
dichosos, y casi siempre a medio camino entre el mito y la
realidad.
La ciudad
conserva algunos lugares marcados por esos acontecimientos que
aún pueden recrearse emocionalmente gracias a la magistral
conservación y ambientación del entorno que los rodea.
Uno de estos mágicos emplazamientos es el
Penedo da Saudade
o Peñasco de la Nostalgia, un pequeño jardín romántico, retiro
de escritores y poetas, que ofrece una magnífica panorámica de
la parte moderna de
Coimbra,
y que está formado por un laberinto de caminos flanqueados por
bancos de piedra, interrumpidos por pequeños estanques y
rodeados de una exuberante vegetación.
Su nombre
procede de una tradición que cuenta cómo el príncipe Pedro
venía frecuentemente a este lugar, conocido hasta entonces
como Piedra de los Vientos, para llorar en él la pérdida de su
amada Inés de Castro, asesinada por los sicarios que contrató
su padre, Alfonso IV.
A lo largo del siglo XX,
algunos rincones del jardín han ido enriqueciendo su
decoración con la colocación de lápidas con versos
conmemorativos tallados en la piedra y elaborados por
distintas promociones universitarias u organizadores de actos
académicos. Poetas emblemáticos de la cultura portuguesa, como
António Nobre o Eça de Queirós han quedado inmortalizados a
través de bustos y esculturas ubicados entre las alamedas,
perpetuando así sus vínculos con la ciudad de Coimbra.
Bajando hacia la orilla del río
y atravesando el Puente de Pedro e Inés, encontramos otro de
los emplazamientos más bellos de Coimbra, los
Jardines de la Quinta das Lágrimas, cuyo nombre evoca las
desventuras amorosas entre Inés de Castro y el Príncipe Pedro.
La tragedia romántica sitúa en este escenario la muerte de la
dama, donde se ubica la Fuente de los Amores,
que hace alusión a las lágrimas derramadas por Inés cuando
estaba siendo asesinada. La fuente queda hoy integrada en un
parque de árboles centenarios, ruinas medievales y neogóticas,
estanques y riachuelos, junto a la que se ubica uno de los
hoteles más exclusivos de la ciudad.
Turismo Religioso.
La proliferación de iglesias,
conventos, monasterios y catedrales en Coimbra
convierten la ciudad en un reclamo único para el viajero que
desea descubrir más en profundidad la vida de santos y la de
hombres y mujeres de la Iglesia vinculados a la historia del
Cristianismo. A tan sólo 80 kilómetros de Coimbra, se
ubica Fátima, santuario que conmemora la aparición de la
virgen a tres jóvenes pastores.
En relación con estas
manifestaciones marianas, Coimbra alberga el
Memorial de Sor Lucía, un espacio creado junto al Carmelo
de Santa Teresa donde el visitante puede ver algunos de los
objetos usados o hechos por la vidente mientras realiza un
itinerario a lo largo de su vida, desde el momento de las
‘Apariciones de Fátima’ hasta su fallecimiento en una celda de
carmelitas, cuya réplica fiel se puede ver al final del
recorrido. Existen también algunos objetos que le fueron
regalados por Su Santidad el Papa Juan Pablo II.
El viajero también puede
acercarse un poco más a la vida de santos como San Antonio de
Padua en la Iglesia de Santo Antonio de los Olivares,
una pequeña capilla donde se ordenó como franciscano. Además,
puede visitarse también el Centro de Estudios de San
Antonio con una vasta colección de imágenes, antiguas y
modernas, fotografías, libros, medallas, sellos o azulejos
alusivos a la persona del santo.
Coimbra en familia.
Coimbra también ofrece grandes
atractivos para el turismo familiar, y uno de los ejemplos más
representativos es Portugal dos Pequenitos, inaugurado
en 1940 y dividido en varios espacios que muestran miniaturas
de casas regionales y aldeas típicas portuguesas, de los
monumentos más importantes del país y de los lugares más
representativos de las antiguas colonias portuguesas. Un
parque temático que alberga un Museo del Traje en miniatura y
donde periódicamente se realizan actividades de animación, que
permitirán a los más jóvenes de la casa divertirse a la vez
que conocen un poco mejor la historia de Portugal.
Otros espacios divulgativos,
como el Museo de la Ciencia, también sorprende al
público de cualquier edad a través de la exposición de
colecciones de instrumentos científicos de la Universidad de
Coimbra. El Museo se emplaza en el edificio que ocupaba
el Laboratorio Químico, que fue restaurado tal y como
era originariamente. En su interior se han descubierto
elementos del refectorio jesuita del siglo XVI, como un
púlpito y ventanas que fueron integrados en el edificio.
La ciudad también ofrece un
amplio número de espacios verdes para recorrer en familia,
como el Jardín Botánico, uno de los mayores pulmones
verdes de Coimbra con más de trece hectáreas de terreno que
albergan exóticas especies arbóreas, y el más importante de
Portugal por su interés científico.
Recorridos por Coimbra.
Coimbra ofrece al
viajero numerosas alternativas para conocer aspectos más
concretos de la ciudad a través de visitas guiadas. Entre
ellas destacan sus viajes panorámicos en autobuses turísticos
de dos pisos, para recorrer durante una hora los lugares de
mayor interés y disfrutar de sus miradores mientras una
audioguía explica la historia de la ciudad y sus monumentos.
Pero también puede optarse por
los recorridos fluviales en barco por el río Mondego,
itinerarios peatonales por espacios naturales, circuitos para
descubrir los distintos estilos arquitectónicos, recorridos
temáticos, paseos históricos y visitas guiadas a museos.
Todo ello con la intención de
facilitar al visitante el descubrimiento de un destino que
combina tradición y modernidad, que apuesta por la cultura,
que se enorgullece de su gastronomía, que puede presumir de la
hospitalidad de sus habitantes y que, sobre todo, enamora
desde el primer contacto.
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