África desprende un aroma
muy especial y esta se denota en los múltiples tenderetes que
se encuentran en Bamako
Bamako, capital de Mali, con
una población de un millón y medio de habitantes, es una
ciudad alegre, con tocados multicolores de mujeres que
destilan ganas de vivir, optimismo, hecho que no deja de ser
sorprendente en un país que la esperanza de vida no sobrepasa
los 49 años. El paisaje de su urbe es un tanto caótico, con
vehículos de motor, peatones y otros vehículos de tracción
animal que compiten por alcanzar su destino. Con una cierta
habilidad quieren llegar indemnes al lugar, esquivándose entre
ellos con gran habilidad, y elevando la tupida atmósfera de la
ciudad con un fino polvillo rojo que procede de las mismas
calles sin asfaltar.
Bamako, con las primeras luces del alba, sus calles se
desbordan de vida, abandonando el solitario aspecto que se
sumen cuando el sol se pone. Al asomar el día, automóviles en
un estado bastante destartalados inundan sus calles. A pesar
de ello, la ciudad tiene su encanto.
Niñas y niños desnutridos, vestidos con pingajos llenan las
avenidas de la capital maliense, buscando unos dineros que
necesitan ellos y más aún su familia a través de la venta de
objetos inútiles o mendigando a los turistas. No obstante en
su rostro se diseña una sonrisa sincera que aparenta
felicidad.
África desprende un aroma muy especial y esta se denota en los
múltiples tenderetes que se encuentran por Bamako. Sus calles
tienen una semblanza a multicolores serpientes que dibujan los
estridentes vestidos que lucen sus ciudadanos. La música
ambienta la ciudad. Alguna fiesta familiar siempre se divisa
por sus callejones que al son de melodías pegadizas, invitan a
detenerse durante unos instantes.
La sencilla arquitectura y sus barrios sin asfaltar, llama la
atención del turista en un laberinto de viviendas de barro
amarillas, un suelo de arena y zonas pobladas de árboles. Uno
de los focos turísticos de interés es la Gran Mezquita que se
convierte en el vértice desde donde se articula el trazado de
la ciudad. Cuenta con dos esbeltos minaretes que dominan la
ciudad.
Iconos que merecen una visita son el Palacio de la Cultura
Amadou Hampaté Ba; el Museo de la Mujer; la Biblioteca
Nacional; la Casa Africana de la Fotografía; y el Museo
Nacional del País. Dos de las principales arterias de Bamako
obedecen a la avenida du Fleuve; a la plaza de la Liberté; y a
la avenida Van Vollenhoven, que forman parte del centro
neurálgico de Bamako, por donde se diseminan los edificios
civiles y monumentos más destacados de la urbe.
EL PAÍS DOGÓN
El baobab es un árbol de mucha simbología para el pueblo Dogón.
Desde tiempos inmemoriales ha sido utilizado para diferentes
usos. Cada tres años van cortando parte del árbol, que con la
corteza que extraen elaboran cuerdas. También obtienen hilos
para hacer alfombras. Cuando empiezan a caer las hojas, la
población inicia su recogida para conducirlas hasta el
almacén, para posteriormente ser picadas en los molinos. Con
la pasta que consiguen, después elaborarán una salsa que
añaden a los platos de mijo.
Los ciudadanos del País Dogón tienen la tradición de comer
diariamente esta salsa. Los frutos que da el baobab le
denominan piña de mono, con los que prepararán en su cocina
una sopa de mijo. Es un árbol que se aprovecha todo; el
tronco, las hojas y las frutas.
Cada baobab tiene un propietario, que no obligatoriamente
coincide con el regente el huerto donde se encuentra. Éste es
el único que tiene derecho a disfrutar de lo que produce el
emblemático y adorado árbol de los dogones.
LA MESA DE LA ADIVINACIÓN
Cada uno de los pueblos del País Dogón tiene lo que se conoce
como la mesa de la Adivinación. La persona que tiene un
problema acude al hechicero para consultar sobre éste. Una vez
sabedor, prepara la mesa de Adivinación, marcando unas huellas
en este lugar situado en un espacio de tierra del poblado, y
lo hace con cacahuetes y una sopa con mijo. El hechicero se
retira por la noche esperando que pase por la mesa el chacal.
Cuando ya ha pasado éste se mira en que parte ha dejado las
huellas, y según donde las haya situado, se conocerá la
respuesta de la consulta.
DANZA DE LOS DOGONES
Los dogones celebran tradicionalmente un espectáculo de música
de percusión y danza que se repite cada 10 años. Las máscaras
que lucen están vinculadas a los muertos. Danzan como final
del duelo. El baile está destinado a honorar el alma del que
ha fallecido durante el intervalo de tiempo entre
representación y representación. Cada joven de 14 a 45 años
del pueblo trabaja a lo largo de 3 meses su propia máscara e
indumentaria para poder bailar.
También, casa 60 años, los dogones celebran otra gran fiesta
general, es la fiesta del Sidi. Todo el pueblo tiene la
“obligación” de bailar, salvo las mujeres. No obstante, la
mujer fue la que descubrió la danza, y el hombre se la hizo
suya, recogiendo el poder, sin tener derecho, desde entonces,
a bailar. Excepcionalmente, sí puede hacerlo la dama que ha
nacido durante el periodo del Sidi.
El año del Sidi se celebra cada 10 décadas y coincide con el
ciclo de Sidio, ya que la tradición viene de los sidios que lo
ofrecieron a los dogones cuando los visitaron en algún momento
de la historia. Las nacidas durante este año, son consideras
mujeres superiores.
Las máscaras que lucen los dogones durante la representación
tienen diferente simbología tradicional de su cultura; la
liebre, el murciélago, la hiena, el búfalo…y también de
personajes importantes de la sociedad dogona.
Sangha es una agrupación de 10 poblados. El líder espiritual
acostumbra ser la persona más anciana del lugar, que es la que
dicta las reglas de convivencia y quién las hace cumplir a sus
vecinos. También imparte justicia y resuelve los problemas.
Bongo es un pueblo troglodítico, donde en la pared de la
altiplanicie se vislumbran las casas excavadas en la roca.
Fueron las viviendas de sus antepasados, donde se refugiaron
los dogones de los ataques de otras civilizaciones. En la zona
de la llanura, Bananí ha visto pasar los años, siendo
testimonio vivo del transcurrir de la historia dogona.
De la belleza y de la singularidad del lugar se ha dado cuenta
el artista mallorquín Miquel Barceló, que atraído por un
pintor maliense amigo suyo, ha decidido construir aquí una
casa, emplazada en un acantilado privilegiado desde donde se
divisa la inmensidad de la llanura. Unas estrechas y empinadas
escaleras le permiten a Barceló comunicarse con la ciudad
situada a los pies de su habitáculo.
El País Dogón es Patrimonio Cultural de la Humanidad por la
UNESCO, lo que pone de relieve su gran importancia y la
obligada recomendación de visitar el lugar. Justifica por si
solo un viaje a Mali. Pero el territorio malienses tiene
muchos más activos culturales-turísticos que en ningún caso se
deben perder.
LA MESQUITA DE DJENNÉ
Djenné tiene la peculiaridad de contar con su mezquita
construida en el siglo XIII. Durante este periodo de tiempo su
gente no practicaba la religión musulmana. En este siglo hubo
un conquistador musulmán que viendo que sus ciudadanos no la
practicaban, la quiso destruir. Sabiendo que estaba prohibido
por el Corán, quiso cerrar la salida de aguas fluviales con lo
cual cuando llegaron las lluvias se acumularon las aguas en el
techo y se hundió. Para sustituir esta mezquita se levantó
otra en un nuevo emplazamiento de la ciudad, muy sencilla pero
que estaba dedicada únicamente a la plegaria.
La historia del lugar cuenta que cuando se construyó la ciudad
de Djenné las casas que se hacían se hundían debido a que el
agua del subsuelo estaba a muy poca profundidad. Para
encontrar una solución los ciudadanos consultaron con el
vidente de la población. Éste les dijo que solamente darían
solución al tema si sacrificaran una hija única y que se
llevara voluntaria al sacrifico. Encontraron esta mujer y
después de realizar este acto, el problema quedó reparado.
TALLER NDOMO, DE SEGOU
El Taller de Ndomo está situado en la antigua capital colonial
de Segou. Fue construido con el fango tradicional de Mali. Su
fama se extiende más allá de su propio país. La especialidad
de esta empresa artesana es el textil y los tintes con los que
da dolor y formas a todas y cada una de las prendes que venden
con el sello personal de la casa.
Cada pieza denota creatividad, autenticidad y un estilo
contemporáneo. Todo su equipo trabaja tenazmente en crear el
textil que rima con la cultura y la historia de la zona
maliense de Segou, siguiendo los métodos más ancestrales y
auténticos con los tintes y los tejidos. Todo el trabajo se
desarrolla manualmente, sin la intervención de ninguna
máquina, ni ningún utensilio industrial.
En Ndomo (www.ndomo.net), los jóvenes aplican técnicas de
tinte natural sobre soportes tales como los tejidos de algodón
y el cuero. La empresa está dotada, entre otros servicios, con
una sala de dibujo de maquetas; una sala de informática;
diferentes zonas dedicadas a teñir tejidos; y una tienda de
venda de sus piezas.
DATOS Y CIFRAS DE MALI
El país tiene diferentes etnias subsaharianas; la mayoría
poseen concordancias históricas, religiosas y culturales. El
bambara es el grupo étnico más extenso, conformando un 36,5%
de la población. Los soninkés, los khassonkés, los bambaras y
los malinkés configuran el 50% de la población.
El francés es el idioma oficial de Mali, aunque las diferentes
lenguas africanas son muy usadas por varios grupos étnicos.
Más de tres cuartas partes de sus ciudadanos se pueden
comunicar con el bambara, que es la principal lengua e idioma
de comercio. La religión principal de Mali es la musulmana,
que representa el 90%. La mayoría de estos son sunís.
La agricultura es la base de su economía, donde el algodón es
el producto más exportado. Se exporta, especialmente, a
Senegal y Costa de Marfil. Al margen del algodón, se produce
arroz, maíz, mijo, tabaco, verduras y frutos de árbol. El oro,
la agricultura y el ganado alcanzan el 80% de las
exportaciones. Mali tiene la tercera tasa de producción de oro
más elevada del continente africano.
TERIYA BUGU, TURISMO SOLIDARIO Y DESENVOLUPAMIENTO RURAL EN
SÉGOU
Teriya Bugu (www.teriyabugu.com) es una plataforma de
desarrollo sostenible integrada por diferentes actividades
hoteleras y turísticas, además de otras comunitarias y
agrícolas como es el biocarburante que obtienen con las
diferentes materias desechables.
Teriya Bugu es un centro de turismo al servicio de la
solidaridad y del desarrollo que goza de un marco paradisíaco
situado en la misma ribera del río Bani, donde viven en
armonía el hombre y la naturaleza. El visitante disfrutará, al
margen del hotel, de unas actividades turísticas, de la fauna
y flora del lugar y de los vergeles.
LA CASA DE MALI EN ESPAÑA PROYECTA UN POBLADO AUTO-SUFICIENTE
La Casa de Mali en España, que preside Menchu Mendoza, está
proyectando en Djélibani-Siby (Mali) un poblado
auto-suficiente con el objetivo de conseguir un modelo de vida
sostenible que contribuya al desarrollo de los poblados de
Djélibani, Tabou y Kaka. La acción está dividida en 4 fases:
prospección hidrogeológica y geofísica; desarrollo de
instalaciones hidráulicas; proyecto urbanístico; y desarrollo
de la agricultura, la ganadería, la avicultura…
Este poblado pretende ser un centro de formación a través del
cual se creen puestos de trabajo, tanto para la formación como
en la producción en régimen de cooperativa. El poblado estará
formado por viviendas, talleres para la formación profesional
y empleo, servicios comunes, granja-escuela y campos de
cultivo.
Más información en:
Casa de Mali en España
Presidenta: Menchu Mendoza
c/ Capitán Arenas 22-24 1º 4ª
Tel. 0034 93 280 10 19
08034 Barcelona
(España)
E.mail: [email protected]
http://casademali.org/contacto/