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ESPECIAL ELECCIONES Las ideas sólo
pueden ir en palabras. Ahora es cuando toca decir que una sola palabra
vale más que mil palabras, y por supuesto que esa sola palabra vale más
que mil imágenes y que mil gestos. Hay que tener los oídos
bien atentos para captar esa única palabra entre todo el palabrerío
de campaña. Todos la tienen: y la ocultan. Para unos la palabra es
independencia (¿pero no son unas elecciones municipales? ¡Y eso, qué
más da!); pero aún suena dura en los oídos no habituados, y la
evitan. Para otros la palabra es estado-libre-asociado, estado-federal
o alguna componenda de transición por el estilo. Para otros es
fuera-la-derecha-no-importa-a-qué-precio. Para otros la palabra santa
es gobernar-como-sea. Para otros es España. Todos saben cuál
es su palabra, pero nadie la dirá abiertamente, nadie llenará la
campaña con ella, sino que la ocultará tras otras palabras que le
atraigan el voto indeciso. Porque las elecciones no se ganan ni se
pierden por los fieles de la propia parroquia, que ya han oído la
palabra santa de boca de quien tenían que oírla, y están conjurados
en ella y por ella. Las elecciones se ganan o se pierden con el voto
del despistado que pasaba por allí y se encontró con que le tocaba
votar. A ese es al que hay que atraer en la campaña electoral; y a
ese no se le puede decir la palabra talismán, porque saldría
huyendo. Hay que envolverle bien la píldora para que la trague. Y
para eso se necesitan muchas, muchísimas palabras. EL ALMANAQUE se
distingue desde su fundación por ser un escudriñador de palabras.
Desde hace un par de años nos estamos dedicando a sistematizar la
selección de los grupos léxicos de mayor peso en nuestras ideas, a
fin de dejar prácticamente cerrados algunos temas concretos en lo que
a léxico se refiere. En la incursión sistemática que hemos hecho en la POLÍTICA, hemos apurado dos lexemas: el que hace referencia a la COMUNIDAD y el que se desarrolla en torno a CIUDAD. Es sólo el principio: confiamos en poder ofrecer para las elecciones generales los lexemas completos de ESTADO y de NACIÓN. Son muy extensos, pero vale la pena recorrerlos, porque comprobarán por los que en este momento ofrecemos, que es muy importante la carga que llevan en sí mismas las palabras. De hecho, el desarrollo de cada lexema constituye todo un cuerpo de doctrina que está ahí, en las palabras, a poco que se penetre en ellas. Y vale la pena que dediquemos algunas energías a ese menester, porque con mayor frecuencia de la que nos gustaría, las palabras arrastran consigo nuestro subconsciente colectivo por supuesto, pero a veces también el individual; y nos hacen decir cosas que pretendíamos ocultar celosamente. Es evidente que a las palabras no les podemos hacer decir lo que nos dé la gana: ellas tienen su propia capacidad de decir. Por eso no sólo son dichas, sino que además dicen por su cuenta y hablan por nosotros o contra nosotros.
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