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DESTINOS  INTERNACIONALES - EXÓTICOS  1 - 2 - 3

“La Francia napoleónica” 

 

Francia y Napoleón están estrechamente ligados por su historia.

Todo empezó en Córcega, en Ajaccio, en agosto de 1769 con el nacimiento de Napoleón Bonaparte. Después, los viajes y los acontecimientos se van encadenando: hacia el Este, donde aprende francés y hace campaña, al Sudeste, donde asume sus primeras funciones y vive su regreso victorioso de la Isla de Elba, París donde es coronado, el Norte, desde donde intenta conquistar Inglaterra, el Centro, donde lo aprendió todo y por el que pasa en múltiples ocasiones o incluso el Oeste, al que protegerá y que se convierte en la tierra de salida para su exilio en Santa Elena.

En 2004, se celebrará el bicentenario de su coronación y se están realizando un sinfín de libros, exposiciones o películas dedicados a él. Recientemente, un telefilm, vendido en más de veinte países y que ha conseguido reunir en la pantalla a Christian Clavier (Napoleón), John Malkovitch y Gérard Depardieu, honra la figura del hombre. Una película de Antoine de Caunes, “Monsieur N”, así como una serie inglesa, finalmente abandonada, llevan a escena la vida del que sigue siendo el eterno enemigo de Albión. 


Todas estas manifestaciones devuelven al personaje de Napoleón, y a sus acciones, a primera línea de actualidad, dan un nuevo impulso a la “napoleonmanía”. 

El París de Napoleón:

Ciudad de poder, París estuvo evidentemente marcada por el Imperio, tanto por sus monumentos, sus barrios, como por las anécdotas relacionadas con el personaje. Desde los lugares más queridos para los parisinos, hasta los que se han convertido en centros de visita obligada para los turistas del mundo entero, la “ciudad de la luz” conserva las huellas indelebles del Emperador, desde el Louvre, a los Campos-Elíseos, pasando por los Inválidos donde descansan sus restos desde 1841, rodeado por sus más fieles generales.

Como político, ejerció su poder desde un gran número de palacios: el Palacio de Luxemburgo y sus famosos jardines, hoy sede del Senado, donde preparó con Sieyès el golpe de estado del 18 Brumario, que marcó sus primeros pasos en política. En 1792, fue testigo de la famosa jornada revolucionaria que termina con la toma del Palacio de las Tullerías, antes de instalarse allí, 8 años después, como Primer Cónsul. Por último, vivió en el Palacio del Elíseo, actual residencia del Presidente de la República, que adquiere en 1809, antes de ofrecérselo a Josefina de Beauharnais después del divorcio. Casualidades de la historia, también fue aquí donde firmo su segunda abdicación en 1815, sinónimo de su caída.

Pero hay otros lugares de obligada visita marcados con su huella. La Catedral de Notre-Dame en la Isla de la Cité, cuyas campanas festejaron su coronación como Emperador de los Franceses el 2 de diciembre de 1804, pero también la Escuela Militar de la que fue alumno y salió con el grado de Alférez. Otro vestigio, la columna Vendôme, en cuya cima vemos una estatua del Emperador, fue edificada con los cañones fundidos de los enemigos y domina la plaza que lleva el mismo nombre, uno de los lugares más lujosos de París.

Pero su grandeza también se ilustra con los dos Arcos de Triunfo, a la gloria de los ejércitos napoleónicos y sus victorias: el Arco del Carrusel, el más pequeño, entre el Louvre y el jardín de las Tullerías. Y el más conocido de todos, “trozo de piedra sobre un montón de gloria” en palabras de Victor Hugo, el Arco del Triunfo, que Napoleón no llegó a ver terminado, porque se inauguró en 1836, 15 años después de su muerte, por… el rey Louis-Philippe. Por lo que respecta al Louvre, que sigue siendo hoy uno de los museos más visitados del mundo, Napoleón llevó a cabo numerosas obras de rehabilitación y reforma. Guarda entre sus muros las joyas de la corona, el bicornio del Emperador y el lienzo de David “La consagración de Napoleón”. Asimismo, bajo su autoridad se abrió, por razones sanitarias en aquella época el cementerio de Père Lachaise, a las afueras de París, y donde reposan ilustres personalidades como Molière, Jean de La Fontaine o, más recientemente, el cantante americano Jim Morrison. 

La región Île-de-France y Napoleón:

Esta región fue para Napoleón una zona privilegiada a la que le gustaba retirarse para trabajar fuera de la agitación de la capital y cazar en bosques como el de Vincennes o el de Rambouillet. Siguen existiendo un gran número de residencias portadoras de su huella, como el castillo de Fontainebleau, por el que sentía un particular aprecio y que recibe, hoy en día, millones de visitantes. Aquí se firmó el tratado del reparto de Portugal en 1807 y estuvo prisionero durante dos años el Papa Pío VII. En su patio tuvieron lugar, el 5 de abril de 1814, sus famosos adioses a la Guardia Imperial. Desde 1986, alberga un museo dedicado al Emperador y a su familia (Museo napoleónico - 01.60.71.50.70). Otro castillo por el que sentía un especial aprecio, es el de Rueil-Malmaison, comprado en 1799 y en el que muere Josefina en 1814. Alberga un museo con un gran número de muebles y lienzos (Museo Nacional del Castillo de Malmaison – 01.41.29.05.55). Podríamos citar también Compiègne o Versailles en los que, en un momento determinado, pensó instalarse. 

El Norte y Napoleón:

Esta región francesa fue el escenario de numerosas expediciones de inspección de guarniciones y flota, preparando la invasión a Inglaterra… pero el desembarco nunca se produjo. Napoleón visitó varias ciudades portuarias, como Boulogne-sur-Mer, primer puerto pesquero francés, Dunkerque con su torre del siglo XV, Dieppe y Calais, primer puerto de tránsito de viajeros en el que, ironías de la historia, hoy hay un túnel bajo la Mancha que une Francia con …. Inglaterra. Los honores de la presencia imperial se pasearon también por Château-Thierry, ciudad natal del fabulista Jean de La Fontaine, y por Amiens donde Napoleón visitó las murallas y la catedral de  Notre-Dame, declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO. 

El Este y Napoleón:

El Este tuvo un papel primordial en la vida del joven Bonaparte. En Autun, con sus numerosos vestigios galorromanos, entró en el colegio en 1779, recién llegado de su Córcega natal para aprender el francés. Sus estudios le llevaron luego a Brienne-le-Château, donde fue alumno de la Escuela Real Militar durante cinco años, y que alberga hoy en día un museo que reúne objetos personales y recuerdos de la campaña de Francia de 1814 (Museo Napoleón - 03.25.92.82.41).

Las regiones fronterizas también fueron paso obligado para la Gran Armada en campaña: Troyes con sus bellas casas con vigas de madera, Verdun que se verá tristemente marcado por la guerra de 1914-18, Colmar, la “Venecia del Este”, Estrasburgo con su catedral y su “petite France”. 

El Centro y Napoleón:

Vasta región compuesta por Borgoña, Región Centro, Limousin y Auvernia, el Centro ocupa el interior del país, con paisajes siempre verdes, unas veces boscosos, otras veces agrícolas o volcánicos.

Bonaparte estudió en Auxonne, que cuenta con un museo dedicado (Museo Bonaparte - 03.80.31.15.33). Pero el centro de Francia fue, esencialmente, para él una región de paso. Convertido en Emperador, atravesó Chartres, Orléans, Blois y Tours para llegar al sudoeste y a la frontera española. En otra ocasión, cuando iba hacia Italia, pasó por Briare, con su sorprendente puente-canal construido más tarde por Eiffel, Nevers célebre hoy por el circuito automovilístico de Magnycourt de Fórmula 1. A su regreso de la Isla de Elba, entró en Tournus y Chalon-sur-Saône, que siguen siendo las dos únicas ciudades que llevan en su escudo la Legión de Honor, que fue concedida en persona por el Emperador. 

El Sudeste y Napoleón:

Dada su posición estratégica en el Mediterráneo y por ser una ruta hacia Italia, la región fue ocupada en muchas ocasiones. Empezando por Lyon, ciudad muy apreciada por Napoleón que atravesó una veintena de veces y que le hubiera gustado convertir en capital. Creó allí la República Italiana en 1802 y restableció brevemente el Imperio en 1815, durante el período de los “Cien Días”. El museo Gadagne retrata esta historia de amor con la “Capital de las Galias”. Otras ciudades atravesadas por Napoleón y sus hombres: Valence, Avignon, Arles, Montélimar o Chambéry. En la Costa Azul, pasó por Marsella, Saint-Tropez, Menton, Antibes, o Niza donde fue encarcelado en 1794 y desde donde preparó la campaña de Italia.

Pero las dos etapas más importantes de su vida en esta región corresponden a sus primeras hazañas:  Toulon, que arrebató a los ingleses, de este puerto embarcó en 1798 para la campaña de Egipto. La segunda será su regreso triunfal del exilio de la Isla de Elba en 1815, por la ruta que se hizo histórica y que hoy lleva su nombre (www.route-napoleon.com). Desembarcó en la playa de Golfe-Juan en la que todos los años, en marzo, el municipio organiza una representación para conmemorar el evento (Información - 04.93.63.73.12), antes de seguir camino hacia Vallauris, Cannes, Grasse, y de coger la ruta de los Alpes por Gap y Grenoble, y llegar a Lyon, y luego a París. Todavía hoy, esta ruta sigue marcada por un gran número de vestigios, manifestaciones y monumentos conmemorativos. Corps, por ejemplo, donde se celebraron durante el Pentecostés en 2002 y 2003 las “Jornadas Napoleónicas”  (Información - 04.76.30.03.85) o Laffrey, al sur de Grenoble, bautizado como  “La Pradera del Reencuentro”, donde el Emperador se enfrentó al ejército real que, finalmente, se unió a él, y donde encontramos una estatua ecuestre.  

Córcega de Napoleón:

            Destino turístico sin igual, « La Isla de la Belleza » atrae por su sol, sus calas, sus montañas y sus pueblos pintorescos.

En la casa familiar de Ajaccio, el futuro Emperador vino al mundo, el 15 de agosto de 1769, pero sólo volvió a ella en contadas ocasiones. La casa puede visitarse (Museo Nacional de la Casa Bonaparte - 04.95.21.43.86), presenta numerosos objetos, muebles, recuerdos y la habitación donde nació. En la catedral del siglo XVI, fue bautizado dos años después. Un segundo museo, en el Ayuntamiento (Museo napoleónico - 04.95.21.90.15), presenta documentos y lienzos que pertenecieron a la familia Bonaparte.

El Sudoeste y Napoleón:

            Compuesto por las regiones de Aquitania, Midi-Pyrénées y Languedoc-Roussillon, el Sudoeste presenta una gran variedad de paisajes: desde las playas y puertos del océano Atlántico, hasta el macizo pirenaico y sus estaciones de esquí, pasando por los bosques de pinos de las Landas, los más grandes de Europa. Las personalidades relevantes de la región son: Jean-François Champollion (nacido en Figeac), descifrador de los jeroglíficos, el rey Enrique IV (nacido en Pau), Carlos Gardel (nacido en Toulouse), padre del Tango argentino, o el pintor Toulouse-Lautrec que creció cerca de Albi.

Durante la guerra de España, Napoleón pasará por Agen, Montauban, Toulouse y Burdeos donde construirá el Puente de Piedra. En 1808, pasará varios meses en el País Vasco, en las ciudades de Dax, Biarritz, San Juan de Luz y Bayona. Llega incluso a comprarse un castillo (el de Marracq), hoy desaparecido. 

El Oeste y Napoleón:

            Desde Rouen a La Rochelle, pasando por Nantes, Rennes o Brest, el Oeste agrupa la Alta y Baja Normandía, Bretaña, Pays de la Loire y Poitou-Charentes. Sus costas se reparten entre el Océano Atlántico y la Mancha, y el interior de sus tierras presenta un paisaje agrícola jalonado de florestas, riachuelos y el río más largo de Francia, el Loira.

            Al ser una zona de paso hacia el sudoeste, Napoleón se limitó a atravesar la región y las ciudades de Angers, Nantes, Niort, Poitiers, Angoulême o La Rochelle. Además, equipó a la Isla d’Aix con defensas costeras y se hizo construir una residencia en 1808, hoy abierta al público y en la que se encuentra el “Museo napoleónico” (05.46.84.66.40). Paradójicamente, aquí pasó sus últimos días en suelo francés, en julio de 1815, antes de entregarse a los ingleses, viajar a Inglaterra y, luego, en la Isla de Santa Elena, donde acabaría sus días. En cuanto a Normandía, hizo varios viajes, sobre todo a las ciudades de Caen, Rouen, Cherbourg y Alençon.  

Napoleón marcó y fue jalonando, de manera infatigable, una gran parte del territorio francés. Desde sus años de juventud hasta su exilio en Santa Elena, no dejó de recorrer el país. Entre los vestigios de este período y los monumentos conmemorativos, se ha escrito una página de la historia de Francia alrededor de estas ciudades y monumentos.

Es una manera ideal de conocer un país y una cultura, siguiendo los pasos de un hombre único. Ahora les toca a ustedes dejarse conquistar y dejar también su propia huella.

www.napoleon.org


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