ENTREVISTAS A MEL GIBSON
Mel Gibson narra la mayor historia jamás contada
El actor y director cuenta en exclusiva a Zenit el
rodaje de «La Pasión»
ROMA, 6 marzo 2003 (ZENIT.org).-
Mel Gibson, ganador de varios Premios Oscar, se encuentra en
Roma estos días dirigiendo una película sobre la Pasión
de Cristo en los estudios de Cinecittà.
El filme se centra en las últimas horas de la vida de Jesús,
interpretado por Jim Caviezel (protagonista de «La delgada
línea roja» («The Thin Red Line»), «Mirada de Ángel»
(«Angel Eyes») y «El Conde de Monte Cristo» («The Count
of Monte Cristo»).
En esta entrevista concedida en exclusiva a Zenit, Mel
Gibson revela detalles de su obra.
--¿Por qué decidió realizar una película sobre Jesús?
--Mel Gibson: He estado madurando la idea desde hace
aproximadamente diez o doce años. Estoy empezando a tener
cierta edad; de hecho, si mira doce años atrás, se dará
cuenta de que tenía 35. Fue entonces cuando empecé a
profundizar en las raíces de mi fe. Yo siempre he creído
en Dios, en su existencia. En mi familia me enseñaron a
creer de cierta manera. Pero a mitad de mi vida, dejé algo
de lado mi fe, y otras cosas ocuparon el primer lugar.
En ese momento, comprendí que necesitaba algo más si quería
sobrevivir. Me sentía impulsado a una lectura más íntima
de los Evangelios, de la historia en su conjunto. Ahí fue
cuando la idea empezó a cuajar dentro de mi cabeza. Empecé
a ver el Evangelio con gran realismo, recreándolo en mi
propia mente para que tuviera sentido para mí, para que
fuera relevante para mí. Eso es lo que yo quiero llevar a
la pantalla.
--Existe ya un gran número de películas sobre
Cristo. ¿Por qué una más?
--Mel Gibson: No creo que otras películas hayan logrado
penetrar en la verdadera fuerza de esta historia. O son
inexactas en la narración histórica, o tienen mala música,
o son de mal gusto. Esta película mostrará la pasión de
Jesucristo tal como sucedió. Es como regresar en el tiempo
y contemplar aquellos hechos, presentados exactamente como
ocurrieron.
--¿Cómo puede estar tan seguro de que su versión es
tan fiel a los hechos?
--Mel Gibson: Porque hemos hecho una investigación. Yo
estoy contando la historia como aparece en la Biblia, sin
glosas. Habla por sí misma. El Evangelio es un guión
completo y eso es lo que nosotros estamos filmando.
--Esta película parece un cambio de rumbo respecto a las
famosas producciones de Mel Gibson. Su especialidad es la
acción, la aventura y el romance. ¿Qué le motivó a
realizar una película religiosa?
--Mel Gibson: Estoy haciendo lo que siempre he hecho: cuento
historias –que en mi opinión son importantes-- con en el
idioma que mejor hablo: el del cine. Pienso que la mayoría
de las historias son historias de héroes. Las personas
quieren contagiarse con algo superior, y al tocarlo con la
imaginación prácticamente participan de ello, y así
elevan su espíritu. No hay ninguna historia que tenga un héroe
mayor que éste. Es la historia del amor más grande que se
puede tener: dar la vida por alguien. «La Pasión» es la
aventura más grande de la historia. Creo que es la mayor
historia de amor de todos los tiempos. Dios que se hace
hombre y los hombres le matan. Si esto no es acción,
entonces, ¿qué es acción?
--¿Estará dispuesta la gente a ver una película como
ésta?
--Mel Gibson: Pienso que todos lo estaremos. Esta historia
ha inspirado arte, cultura, gobiernos, reinos y países; ha
tenido una influencia en el mundo mucho mayor de lo que
usted se pueda imaginar. Es un evento histórico clave que
ha conformado la realidad que hoy somos. Creyentes y no
creyentes por igual, todos nosotros hemos recibido su
influencia.
Muchas personas buscan el sentido de la vida planteándose
un gran número de interrogantes. Vendrán a ver la película
buscando las respuestas. Algunos las encontrarán, otros no.
--Entonces, ¿no es una película sólo para cristianos?
--Mel Gibson: La película «Gandhi» fue un gran éxito,
pues no era sólo para hindúes. Esta película es para
todos. Para creyentes y no creyentes. Jesucristo es, sin
lugar a dudas, una de las figuras históricas más
importantes de todos los tiempos. Trate de mencionar alguna
persona que haya tenido un impacto mayor en el curso de
historia.
--Pero, si esta película quiere llevar el Evangelio a la
vida, ¿no piensa que será ofensiva para los no cristianos?
Por ejemplo, el papel de los líderes judíos en la muerte
de Jesús, ¿no resultará ofensivo?
--Mel Gibson: No es una historia de judíos contra
cristianos. El propio Jesús era judío; su madre era judía
y también sus doce apóstoles. Es verdad que la Biblia
dice: «Él vino a los suyos, pero los suyos no le
recibieron». Yo no puedo ocultarlo. Pero eso no significa
que los pecados del pasado fueran peores que los pecados del
presente. Cristo pagó el precio por todos nuestros pecados.
La lucha entre el bien y el mal, y el poder abrumador del
amor están muy por encima de la raza y la cultura. Esta película
habla de fe, esperanza, amor y perdón. Son realidades que
servirían al mundo, especialmente en estos tiempos tan
turbulentos. Esta película quiere inspirar, no ofender.
--Aún así, muchos pensarán que usted pretende
forzarlos a aceptar sus propias creencias.
--Mel Gibson: Yo no me he inventado esta historia, pero es
verdad que creo en ella. Es algo que uno lleva dentro de sí
mismo y tiene que salir. Simplemente trato de narrarla bien,
mejor de lo que se ha hecho anteriormente. Cuando no se hace
ciencia-ficción, la responsabilidad de un director es la de
ser lo más fiel posible a los hechos. Las personas de mente
abierta lo apreciarán.
--La pasión de Cristo, tal como la narran los
Evangelios, fue muy violenta. Si usted es sumamente fiel a
esa narración, ¿no cree que la gente podría presenciar
escenas demasiado violentas?
--Mel Gibson: Para algunas personas podrían resultarlo,
pero..., ¡eh!, fue así. No hay nada de violencia gratuita
en esta película. Creo que un menor de doce años no debería
verla, a no ser que sea muy maduro. Es bastante fuerte. Nos
hemos acostumbrado a ver crucifijos bonitos colgados de la
pared. Decimos: «¡Oh, sí! Jesús fue azotado, llevó su
cruz a cuestas y le clavaron a un madero», pero ¿quién se
detiene a pensar lo que estas palabras significan realmente?
En mi niñez, no me daba cuenta de lo que esto implicaba. No
comprendía lo duro que era. El profundo horror de lo que Él
sufrió por nuestra redención realmente no me impactaba.
Entender lo que sufrió, incluso a un nivel humano, me hace
sentir no sólo compasión, sino también me hace sentirme
en deuda: yo quiero compensarle por la inmensidad de su
sacrificio.
--¿Y qué nos dice del idioma? Está grabando en dos
lenguas muertas: latín y arameo, el idioma que hablaba Jesús.
Además, no planea poner subtítulos. ¿Esto no causará
rechazo en el público?
--Mel Gibson: Las pinturas de Caravaggio no tienen subtítulos,
pero las personas captan el mensaje. El ballet de
Cascanueces no tiene subtítulos, pero las personas
entienden el mensaje.
Yo pienso que la imagen superará la barrera del idioma. Ésa
es mi esperanza. Simplemente estoy intentando ser lo más
real posible. Verlo en los idiomas originales es como una
sacudida. La realidad sale al encuentro y te golpea.
Contacto pleno. Yo sé que nosotros sólo estamos recreando,
pero lo hacemos lo mejor que podemos, para transmitir la
experiencia de estar allí realmente.
Y pienso que es casi contraproducente decir algunas de estas
frases en un idioma moderno. Te obliga a ponerte de pie y
completar la frase. Es como cuando uno escucha: «Ser o no
ser», instintivamente uno se dice a sí mismo: «He ahí la
cuestión». Pero si oyes las palabras, dichas como las
pronunciaron en aquel momento, te puede conmocionar. Yo lo
he comprobado cuando rodamos la película. Alcanza claridad
por la actuación, a través de los matices de los
caracteres, del movimiento del cámara: es el movimiento, el
cronometraje, es todo... Y de repente todo, todo me resulta
muy claro. En ese momento, corto y sigo.
--Al terminar esta película, ¿no le desilusionará
volver a materias menos sublimes?
--Mel Gibson: No, me encantará hacer algo más ligero. Hay
una tremenda carga de responsabilidad en esta película, no
se puede dejar nada a medio hacer. Espero hacer justicia a
la historia. Tampoco se puede agradar a todos, pero, repito,
ése no es mi objetivo.
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El director de ACI
Prensa, Alejandro Bermúdez, entrevistó
a Mel Gibson en la central de Icon Productions sobre The
Passion, la película que narra las últimas horas de la
vida de Jesús y que promete convertirse en uno de los films
más importantes para los cristianos de todos los tiempos.
Los productores esperan que, de conseguir distribuidor, el
film pueda estrenarse a nivel mundial a inicios del próximo
año.
Alejandro Bermúdez: Da la impresión que hasta el
momento, hacer The Passion ha sido un dolor de cabeza, ¿cuál
es la génesis de esta idea, cuando se dio el primer
chispazo y cómo evolucionó hasta lo que es ahora?
Mel Gibson: Creo que empecé a concentrarme en la
verdadera Pasión seriamente y por primera vez en mi vida
adulta, ya hace unos doce años atrás. Crecí como católico,
mi familia me crió en el catolicismo antiguo. Tengo 47 años,
a punto de cumplir 48, así que recuerdo toda la Misa
tridentina. Durante mis años de adolescente de alguna
manera me alejé de la devoción, el mundo me sujetó, pero
en ese momento de mi vida cuando busqué respuestas,
significado y ese tipo de cosas, regresé.
No me alejé completamente, siempre tuve fe y nunca lo habría
negado, pero la verdad es que me volví perezoso. No había
mucha “pasión” en ello, pero cuando uno busca
respuestas regresa. Descubrí que para sanar las heridas de
mi vida debía observar las heridas de Cristo y por ende la
Pasión. Esto me generó mucha curiosidad y empecé a leer
mucho sobre el tema por doce años hasta que llegó un punto
en el que dije “tengo que poner esto en una película”,
porque creo que es nuestro deber profesar, enseñar y dejar
que Cristo hable en nuestras vidas según nuestro propio
quehacer. Y yo no soy un predicador, no soy un sacerdote, ni
nada por el estilo; pero soy un cineasta. Sentí que podía
decir algo en la pantalla con esta historia, que es un
aspecto de la historia de Jesús, su Pasión. Había una
imagen muy clara en mi cabeza de adónde quería llegar.
Tú has tenido mucho éxito en tu carrera como actor y
productor, ¿cómo interpretarías, si sucediera que The
Passion no sea tan exitosa como tus demás películas?
Y puede no serlo, no tengo idea. Es un gran riesgo el que he
asumido, de alguna manera he corrido con todos. Pienso que
es una historia que la mayoría de la gente conoce, tal vez
no íntimamente, pero sabe de ella por lo menos
superficialmente. No tengo idea (del éxito), sólo quise
hacer la película que quería, quería ver la película que
quería ver. Eso es lo que hago cuando dirijo películas,
hago films que quiero ver y trato de hacerlos.
Afortunadamente hay personas como yo que quieren ver la
misma clase de cosas y así ha sido hasta ahora, que la película
que yo he querido ver y hacer para mí, ha sido la película
que otros también querían ver. Tengo esperanza en que la
gente se descubra atraída a verla más de una vez. No es
una película fácil de ver, es difícil, pero la Pasión
fue difícil. A la hora de verla encontré que ha purgado
gran parte de mí, de alguna manera verla me sana, es una
cosa extraña. Nunca experimenté un film como éste. Es
distinta de todas las películas que he visto. No creo haber
visto nada como esto nunca. En realidad no. Es diferente, y
seguro porque es tan diferente, probablemente muchas
personas no irán a verla, pero probablemente porque es tan
diferente todo el mundo irá a verla. No tengo idea de cómo
será. Y realmente no me importa, porque creo haber cumplido
con todo lo que tenía que hacer. Y aunque sólo sean cinco
las personas que vayan a verla y hace algo por ellas,
entonces valió la pena.
Eres una suerte de icono en Hollywood gracias a tu éxito
como cineasta y actor. Tienes una gran cantidad de amigos y
colegas que en definitiva no compartirían tus valores o
intereses, ¿qué clase de comentarios de tus amigos y
conocidos en Hollywood has recibido respecto de tu película?
Mucho ánimo a decir verdad. Algunos de ellos están
intrigados. Mis buenos amigos, las personas con quienes
trabajo desde hace años, todos ellos se han sumado a la
causa. Dicen cosas como “vamos, hazlo sin importar lo que
digan”. No vendrán del mismo lugar que yo y creo que no
importa en qué etapa de su vida estén, pero creo que van a
obtener algo de esto en algún nivel. Hollywood es un pueblo
algo raro, frecuentemente ha sido llamada la “Ciudad del
Pecado” y estoy sumergido hasta las orejas en ella. Soy
tan culpable como todos al ser un miembro oficial del mundo.
Tengo tantas debilidades como cualquier otro, así que
ciertamente no se trata de juzgar ni señalar a nadie. No
haría eso, me da mucho miedo hacerlo. Es muy fácil ser
juzgado y parece hasta justo en Hollywood, donde estamos
para hacer lo inesperado. Creo que es bueno hacer algo que
remueva las cosas y hacer The Passion es remover las cosas.
En este sentido, has dicho que desde un punto de vista
financiero o de distribución no tienes idea si es que The
Passion va a ser un gran éxito o no. Personalmente, ¿cual
sería para ti el éxito de esta película
independientemente del aspecto económico?
Yo sólo quiero que el “de arriba” me dé una palmadita
en la cabeza, eso es todo. Nada más. Creo que he sido tan
fiel como se puede a la historia tal como es contada, como
es relatada en los Evangelios, y creo haber logrado un
trabajo lo suficientemente bueno como para que sea agradable
al Todopoderoso. Y como dije, si tan solo unas cuantas
personas logran algo bueno de la película será fabuloso.
Creo que es una gran cosa poder cambiar el corazón de
alguien. Espero que la película tenga el poder de hacer
eso, no sé si lo tiene o no, creo que es probable, no estoy
totalmente seguro. Uno nunca está tan seguro sobre su
trabajo, es más fácil estar muy inseguro sobre él.
Los latinoamericanos y las personas de habla hispana
tienen en general la religión cristiana más arraigada en
su cultura, ¿cuáles son tus expectativas respecto de este
público particular para tu película?
Yo espero que fortalezca su fe, sus creencias. De repente,
les completa alguna parte del misterio. Hay una parte del
misterio del sufrimiento, del amor a través del sufrimiento
que es difícil de explicar. Pero me parece que en The
Passion le damos un ligero vistazo. El amor que sufre, el
amor a través del sufrimiento. Y hay bastante sufrimiento
en el mundo. Todos tienen que experimentar cierto
sufrimiento en sus vidas, si se benefician o no de él
depende de ellos. Pero hay algo positivo que ganar con el
sufrimiento. No es que lo busque, no me gusta el sufrimiento
y si me gustara no valdría la pena. Espero que The Passion
aumente la fe, las creencias de las personas devotas. Es una
serie de imágenes basada en los Evangelios que espero sirva
para profundizar la comprensión de toda la realidad y el
misterio que la envuelve.
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Jim
Caviezel habla sobre la fe después de “La Pasión”
DENVER,
21 Mar. 04 (ACI).-
Jim Caviezel, el actor que interpretó a Jesús en
“La
Pasión”, filme producido y dirigido por Mel
Gibson, conversó con ACI
Prensa la semana pasada cuando se encontraba en
Denver para recibir, a nombre de todo el equipo de
producción de “La
Pasión de Cristo”, el Premio “Imago Dei”,
que otorga la Arquidiócesis de Denver. A continuación
la entrevista. |
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P. Tu fe es algo que
ocupa un lugar central en tu vida. ¿Has encontrado alguna
contradicción o conflicto entre tu vida de fe y tu carrera
de actor?
R. Cuando trabajas en un
banco, trabajas con dinero. ¿Significa eso que no puedes
ser católico y trabajar en un banco? ¿Acaso no puedes ser
católico y presidente de los Estados Unidos? Se puede
ser católico y estar comprometido con cualquier aspecto,
por ejemplo del mundo de las comunicaciones, ya sea como
reportero o como cualquier otra cosa. Nosotros necesitamos
[a los católicos] en toda misión, en todas las áreas.
Necesitamos misioneros y buenas personas en todos los ámbitos
de la vida.
P. ¿Qué papel juega tu
fe a la hora de escoger las películas en las que trabajas?
R. [Mi fe] no implica que
no interprete personajes pecadores. No significa que no vaya
a hacer películas con calificación R. Evidentemente, esta
película tiene esa calificación. De hecho, si lees la Biblia
le darías una calificación más severa -tal vez hasta
X-, porque se trata de un libro muy serio lleno de muchos
pecadores y muchos santos. He interpretado tanto personajes
pecadores como personajes que fueron personas santas, pero
siempre procuro encontrar algo rescatable en las historias.
Pero eso sí, no blasfemo contra nuestro Señor, y hay
cosas en las películas que no haría. Y en esos casos solo
espero. Dios me permite esperar. Si encuentro un guión que
me gusta, pero que contiene partes inaceptables para mí,
les pido que lo cambien y si realmente están interesados en
mi trabajo, lo cambiarán.
P. ¿Cuán importante es
tu fe en tu vida de casado, y tu matrimonio
en tu fe?
R. Es fundamental, como la
alimentación. Tienes que comer todos los días; tienes que
recibir la Eucaristía.
Dios me entregó a mi esposa. Ella es un regalo. Yo la
cuido, ella me cuida a mí. Nos encanta la manera en que
Dios quiere que amemos. Tratamos de ser un ejemplo para las
demás personas. A veces nos equivocamos pero seguimos
intentando para luego levantarnos si caemos.
Permanecemos juntos y nos amamos tanto como podemos. Mi fe
alimenta todo, mi actuación y todo el resto. Es el alma de
mi vida.
P. ¿Cuál es tu reacción
ante la cobertura que la prensa hace de ti?
R. En la prensa, muchas
veces se buscan ángulos para embarrarte. Por ejemplo,
continuamente se refieren a mí como “el devoto católico
Jim Caviezel”. Lo hacen cada vez que hablan de mí en la
prensa, y uno piensa: “¿Qué hay de malo en eso?”. Pero
déjame preguntarte algo, ¿dicen acaso "el devoto
cienciologista Tom Cruise” o “el devoto judío Adam
Sandler” una y otra vez? Ellos saben lo que están
haciendo cuando intentan mancharte: buscan mostrarte como un
“fanático religioso” que juzga y condena a los demás.
Siempre ha existido este tipo de persecución en todos
los tiempos.
P. ¿Y te afecta esto?
R. Cierta prensa no está
muy abierta a cómo vives tu vida. Yo no voy e impongo mi fe
a los demás. Hablo sobre ella cuando me lo preguntan y
algunas veces ni siquiera hablo. Pero la vivo. No se trata
de lo que dices; lo importante es lo que haces. Pero no
puedo andar preocupado de lo que piensan los demás. Yo
tendré que responderle a Dios. Sólo tengo miedo de no
hacer lo correcto, porque tendré que rendirle cuentas a El
algún día.
P. ¿Cómo explicas el
éxito de “La Pasión
de Cristo”? ¿Sabes de algún fruto espiritual que la
gente haya recibido luego de ver la película?
R. Puedes navegar por las
distintas paginas en Internet y leer acerca de los frutos
espirituales, están en todos lados. Pero lo que escuchas
en alguna prensa es sólo la historia de una señora que
murió a causa de un ataque cardiaco mientras veía “La
Pasión” en Kansas. Los que quieren van a encontrar
algo negativo entre los millones y millones de buenas cosas.
Pero creo que esta película ayudará a promover la
verdadera paz en el mundo.
P. ¿Crees que esta película
tenga algún impacto en la fe de la gente?
R. Espero que sí. En
muchos países alrededor del mundo, atenuamos nuestra fe
para acomodarla y así llamar a la “unidad” de las
iglesias, y eso está mal. Yo no estoy pidiéndole, por
ejemplo, a los Bautistas que acepten la figura de María
y que entiendan su significado, ese es el trabajo del Espíritu
Santo. Al final, lo que pido es que un hermano evangélico
rece por mi conversión y yo rezaré por la suya, pero
“aguar” nuestra fe, para acomodarse el uno al otro, es
solo acomodarse a una cosa: el pecado.
P. ¿Cuál es tu escena
favorita en esta película?
R. En mi escena favorita,
Poncio Pilatos le habla a Jesús, y Jesús dice: “Aquellos
que me conocen, conocen la Verdad”. Pilatos contesta: “¿Qué
es la verdad?”. Jesús permanece callado. Luego, Pilatos
se dirige a su esposa, Claudia, y dice: “¿Qué verdad es
esta?”. A lo cual ella responde: “Si tú no lo sabes, yo
no puedo decírtelo”.
Muchas veces, la gente
piensa que Jesús es un fanático intolerante; pero no
lo es. El habla en verdad. Habla con la plena verdad y plena
gracia.
P. ¿Qué deseo tienes
para América Latina y España una vez que “La Pasión”
haya sido estrenada?
R. Quiero que les suceda lo
mismo que ocurrió aquí. Que las personas se abran, que estén
abiertas a la Verdad.
www.aciprensa.com
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La
Pasion de Cristo por Mel Gibson.
Vittorio MESSORI
Messori ha sido uno
de los pocos periodistas europeos en visionar la última
producción cinematográfica de Mel Gibson. Relata en este
artículo, en exclusiva para LA RAZÓN, el impacto que le
produjo tras ver las dos horas y seis minutos del metraje de
«La Pasión»
En la salita insonorizada, la
luz se vuelve a encender después de dos horas y seis
minutos. Somos apenas una docena, de muchos países,
conscientes de nuestro privilegio: por invitación de Mel
Gibson y del productor Steve Mc Eveety, somos los primeros
en Europa en ver la cinta recién llegada de Los Ángeles.
La misma que el próximo miércoles se estrenará en dos mil
salas americanas, en quinientas inglesas, en otras tantas
australianas, la misma que ha llevado al colapso a todos los
sitios de internet y que en la primera semana recuperará
los 30 millones de dólares de coste de la producción. Ni
siquiera el Papa ha visto más que una versión provisional,
a la que le faltaba, entre otras cosas, parte de la banda
sonora. Pero sí, esta tarde somos los primeros (los españoles
la verán el 2 de abril y los italianos tendrán que esperar
hasta el día 7, Viernes de Dolores).
LLorando en silencio
Cuando terminan de pasar los títulos de crédito, donde
los nombres americanos se alternan con los italianos, donde
los agradecimientos al ayuntamiento de Matera se alienan
junto al nombre de teólogos y especialistas en lenguas
antiguas; cuando el técnico le da al interruptor que
enciende las luces, la salita sigue en silencio. Dos mujeres
lloran, silenciosamente; el monseñor en clergyman que tengo
a mi lado está palidísimo, con los ojos cerrados; el joven
secretario atormenta nervioso un rosario; un tímido,
solitario comienzo de aplauso se apaga enseguida,
avergonzado. Durante larguísimos minutos nadie se levanta,
nadie se mueve, nadie habla. Así que lo que nos anunciaban
era cierto: «The Passion of The Christ» nos ha golpeado;
el efecto que Gibson pretendía se ha realizado en nosotros,
primeros cobayas. Yo sigo desconcertado y mudo: durante años
he pasado por la criba, una por una, las palabras del griego
con las que los evangelistas narran aquellos hechos; ninguna
minucia histórica de aquellas horas en Jerusalén me es
desconocida, he estudiado un libro de cuatrocientas páginas
que tampoco Gibson ha ignorado. Lo sé todo. O mejor, ahora
descubro que creía que sabía: todo cambia si aquellas
palabras se traducen en imágenes que logran transformarlas
en carne y sangre, en arañazos de amor y de odio.
Mel lo ha dicho con orgullo y humildad a
la vez, con un pragmatismo mezclado con misticismo que hace
de él una mixtura singular: «Si esta obra falla, durante
cincuenta años no habrá futuro para el cine religioso. En
esta película hemos echado el resto: todo el dinero que hacía
falta, prestigio, tiempo, rigor, el carisma de grandes
actores, la ciencia de los eruditos, la inspiración de los
místicos, experiencia, técnica de vanguardia y, sobre
todo, nuestra certeza de que valía la pena, de que lo que
ocurrió en aquellas horas incumbe a cada hombre. Con este
Hebreo tendremos que vérnoslas todos después de la muerte.
Si no lo logramos nosotros, ¿quién podrá hacerlo? Pero lo
conseguiremos, estoy seguro: nuestro trabajo ha estado
acompañado de demasiados signos que me lo confirman».
En efecto, en el set ha ocurrido más de
lo que se sabe, y muchas cosas quedarán en el secreto de
las conciencias: conversiones, liberaciones de las drogas,
reconciliaciones entre enemigos, abandono de lazos adúlteros,
apariciones de personajes misteriosos, explosiones de energía
extraordinarias, extras que se arrodillaban al paso del
extraordinario Caviezel-Jesús, hasta dos relámpagos, uno
de los cuales alcanzó la cruz, y que no han herido a nadie.
Y después, casualidades leídas como signos: la Virgen con
el rostro de la actriz judía de nombre Morgenstern, que ¬se
dieron cuenta después¬ es, en alemán, la «Estrella de la
mañana» de la letanía del Rosario.
Comprender con el corazón
Gibson se ha acordado de la advertencia del Beato Angélico:
«Para pintar a Cristo, hacer falta vivir con Cristo». El
ambiente en la ciudad de Matera y en los estudios de
Cinecittà parece haber sido aquel de las sagradas
representaciones medievales, de las procesiones de
flagelantes en peregrinación. Un carro de Tespis del siglo
XIV, para el que, cada tarde, un sacerdote con sotana negra
de larga fila de botones celebraba una misa en latín, según
el ritual de San Pío V. Aquí está la razón verdadera de
la decisión de hacer hablar a los judíos en su propia
lengua popular, el arameo, y a los romanos en un latín
vulgar, de militares, que nos hiere el oído a los viejos
alumnos del Liceo, acostumbrados a los refinamientos
ciceronianos.
Gibson, católico, amante de la tradición,
es un acérrimo seguidor de la doctrina afirmada en el
Concilio de Trento: la Misa es sobre todo sacrificio de Jesús,
renovación incruenta de la Pasión. Esto es lo que importa,
no el «comprender las palabras», como quieren los nuevos
liturgos, de cuya superficialidad se lamenta Mel, porque le
parece blasfema. El valor redentor de los actos y de los
gestos que tienen su cumbre en el Calvario no necesita de
expresiones que todo el mundo pueda comprender. Esta película,
para su autor, es una Misa: hágase, por tanto, en una
lengua oscura, como lo ha sido durante tantos siglos. Si la
mente no comprende, mejor. Lo que importa es que el corazón
entienda que todo lo que sucedió nos redime del pecado y
nos abre las puertas de la salvación, como recuerda la
profecía de Isaías que se presenta como prólogo a toda la
película.
El prodigio, por tanto, me parece que se
ha realizado: pasado un rato, se abandona la lectura de los
subtítulos para entrar, sin distracciones, en las escenas
¬terribles y maravillosas¬ que se bastan a sí mismas.
En el plano técnico, el film es de una
altísima calidad. Pasolini, Rossellini, el propio
Zeffirelli, quedan reducidos a parientes pobres y arcaicos:
en Gibson hay una luz sabia, una fotografía magistral, un
vestuario extraordinario, escenografías desoladas y, cuando
es necesario, suntuosas; un maquillaje de increíble
eficacia, unos grandes profesionales, vigilados por un
director que es también un ilustre colega. Y, sobre todo,
unos efectos especiales tan apabullantes que, como nos decía
Enzo Sisti, el productor ejecutivo, quedarán en secreto,
confirmando el enigma de la obra, donde la técnica quiere
estar al servicio de la fe. Una fe en su versión más católica
¬con el beneplácito del Papa y de tantos cardenales,
incluido Ratzinger¬ de la que «La Pasión» es un
manifiesto lleno de símbolos, que sólo un ojo competente
es capaz de discernir del todo. Haría falta un libro (dos,
de hecho, están en preparación) para ayudar al espectador
a comprender.
En síntesis, la «catolicidad» radical
de la película reside sobre todo en el rechazo de cualquier
desmitificación, en tomar los Evangelios como crónicas
precisas: las cosas, se nos dice, fueron así, como las
Escrituras lo describen. El catolicismo está en el
reconocimiento de la divinidad de Jesús que convive con su
plena humanidad. Una divinidad que irrumpe en la sobrehumana
capacidad de aquel cuerpo de sufrir una cantidad de dolor
como nadie ha sufrido antes ni después, en expiación de
todo el pecado del mundo.
Una «catolicidad» radical (que, preveo,
pondrá en dificultades a algunas Iglesias protestantes, ya
generosamente movilizadas para alentar la distribución)
también en el aspecto «eucarístico», reafirmado en su
materialidad: la sangre de la Pasión está siempre unida al
vino de la Misa y la carne martirizada, al pan consagrado. Y
está también en el tono fuertemente mariano: la Madre y el
Diablo (que es mujer, o quizá andrógino) son
omnipresentes, la una con su dolor silencioso; el otro ¬o
la otra¬ con su complacencia maligna. De Anna Caterina
Emmerich, la vidente estigmatizada, Gibson ha tomado
intuiciones extraordinarias: Claudia Prócula, la mujer de
Pilatos, que ofrece, llorando, a María los paños para
recoger la sangre de su Hijo, está entre las escenas de
mayor delicadeza del filme, que, más que violento, es
brutal. Como brutal fue, recuerdo, la Pasión. Si al
martirio se dedican dos horas, dos minutos bastan para
recordar que no fue aquella la última palabra: del Viernes
Santo, a la Resurrección, que Gibson ha resuelto acogiendo
una lectura de las palabras de san Juan, que también yo
propuse. Un «vaciamiento» del sudario, dejando un signo
suficiente para «ver y creer» que el reo ha triunfado
sobre la muerte.
¿Antisemitismo?
¿Antisemitismo o antijudaísmo? No bromeemos con
palabras demasiado serias. Vista la película, creo que
tienen razón los judíos americanos que amonestan a sus
correligionarios a no condenar la película antes de verla.
Queda clarísimo que lo que pesa sobre Cristo y lo reduce a
aquel estado, no es la culpa de éste o de aquél, sino el
pecado de todos los hombres, sin excluir a ninguno. A la
obstinación de Caifás en pedir la crucifixión (aquel
saduceo colaboracionista que no representaba al pueblo judío:
el Talmud tiene para él y su suegro palabras terribles)
hace abundante contrapeso el sadismo inaudito de los
verdugos romanos; a las vilezas políticas de Pilatos, se
opone el coraje del miembro del Sanedrín ¬episodio añadido
por el director¬ que se enfrenta al Sumo Sacerdote gritándole
que aquél proceso es ilegal. ¿Y no es acaso judío el Juan
que sostiene a la Madre, no es judía la piadosa Verónica,
no es judío el impetuoso Simón de Cirene, no son judías
las mujeres de Jerusalén que gritan su desesperación, no
es judío Pedro, que, perdonado, morirá por el Maestro? Al
comienzo de la película, antes de que el drama se
desencadene, la Magdalena pregunta, angustiada, a la Virgen:
«¿Por qué esta noche es tan diferente a cualquier otra?».
«Porque ¬responde María¬ todos los hombres son esclavos,
y ahora ya no lo serán más». Todos, pero absolutamente
todos. Sean «judíos o gentiles». Esta obra, dice Gibson,
amargado por agresiones preventivas, quiere reproponer el
mensaje de un Dios que es Amor. ¿Y qué Amor sería este si
excluyese a alguien?
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ENLACES
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la página oficial de la película en España
: Estreno 2 de Abril
Página
oficial de "The Passion of The Christ" en inglés
Texto
de las Meditaciones sobre “La Dolorosa Pasión de Nuestro
Señor Jesucristo” escritos por la mística Santa Anne
Catherine Emmerich
- (Corazones.org
- español)
Ultima
Cena y Pasión del Señor
La
Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo
Extractos
del libro "La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor
Jesucristo" de la Mística alemana, Venerable Ana
Catalina Emmerich Fuente: Capilla de Oración
Católica
Sermones
sobre la pasión de Nuestro Señor Jesucristo
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Nietzsche
en castellano - De Ecce Homo