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DE RESTAURANTES

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La familia González  y el espíritu de Botín 

   Con la llegada del siglo XX, Botín llega a manos de sus actuales propietarios: la familia González. Entonces, sólo la entrada y el primer piso estaban dedicados al restaurante, la bodega era utilizada como almacén y el segundo y tercer piso estaban destinados a vivienda familiar. Cuando Amparo Martín y su marido, Emilio González, se hicieron con las riendas del negocio Botín era solamente una pequeña empresa familiar con tan solo siete empleados, contando al matrimonio y a sus tres hijos.

    El comienzo de la Guerra Civil  vino a dar al traste con las ilusiones de la familia de hacer prosperar su pequeño negocio. No había dinero y el género escaseaba, así que el restaurante se cerró. Amparo y sus hijos se marcharon a un pueblo de Castellón, Segorbe, y Emilio se quedó para no dejar la casa abandonada.

Finalizada la contienda y tras la terrible posguerra, los hijos varones  del matrimonio, Antonio y José, se pusieron al frente del negocio y poco a poco lo convirtieron en lo que hoy es. Actualmente, el restaurante se compone de cuatro plantas en las que se ha intentado conservar el ambiente de posada que es uno de sus principales encantos. Situado en pleno Madrid de los Austrias, Botín cuenta con un entorno privilegiado. Es por ello que se ha hecho un enorme esfuerzo para que la casa no cambie su aspecto original. Se han realizado sucesivas reformas y ampliaciones para atender a la creciente afluencia de clientes, pero siempre sin modificar el aspecto característico del edificio.

     En cualquier caso, evidentemente el aspecto no lo es todo: un buen servicio al público y una cocina y un genero cuidados hacen el resto. La especialidad de Botín es la cocina castellana  y más concretamente los asados de cordero y cochinillo. Tres y cuatro veces por semana llegan al restaurante cargamentos de cochinillos segovianos y corderos procedentes del triángulo mágico de esta carne: Sepúlveda-Aranda-Riaza.  Poco a poco, lentamente corderos y cochinillos se van dorando  al calor  del viejo horno alimentado con leña de encina. Aunque no por eso  se desdeñan  otros platos: también se puede degustar una buena merluza de pincho, lenguado fresco, almejas con una particularísima salsa y muchas otras delicias.

     Actualmente, el negocio está regentado por la tercera generación de la familia González: Antonio, José y Carlos. Todos se esfuerzan por cumplir con  la responsabilidad  de que Botín siga mimando no solo el estómago, sino también el corazón  de todos sus clientes, por los menos, durante otros trescientos años más.

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