SOLEDAD
Nombre totalmente
transparente en cuanto a su significado, y también en cuanto a su valor,
allí donde más se lleva, que es donde la Virgen de la Soledad cuenta con
la devoción de todo el pueblo. Es una Virgen dolorosa, igual que la
Virgen de la Piedad o la Virgen de los Dolores, estrechamente vinculadas a
la Semana Santa y a las solemnísimas celebraciones que con este motivo
tienen lugar. Los pasos de la Soledad, las procesiones de la Soledad y del
Silencio nos evocan la figura de la Virgen después de morir su Hijo,
sumida en la más profunda soledad. Este trance de María ha encendido la
inspiración de los escultores y de los poetas y la fe del pueblo. Saetas
que cortan el aire, lloran más que cantan la soledad de la Virgen en el
silencio sobrecogedor de estas procesiones. Es comprensible que todos
estos ritos, junto con la imaginería que les acompaña, cuyas más hondas
raíces se pierden en el origen de los tiempos,hayan querido perpetuarse
entre los más bellos nombres de mujer. Las Soledades celebran su onomástica
el Viernes Santo (en algunas localidades, el Sábado santo), día en que
se conmemora Nuestra Señora de la Soledad.
La soledad ha sido cantada
por los poetas, que deseosos de huir del mundanal ruido la han amado y la
han cultivado como un don preciadísimo, que les ha permitido estar
consigo mismos, cosa de la que sienten gran necesidad las almas
cultivadas, y que no es fácil conseguir. "A mis soledades voy, de
mis soledades vengo..." , que dice Lope de Vega. Y las Soledades
de Góngora: la Soledad en los campos, la Soledad de las
riberas, y las previstas y no concluidas Soledad de las selvas y
Soledad del yermo. Es la añoranza del poeta por la soledad,
portadora de paz y sosegada alegría. Y las Soledades de Antonio
Machado, poemas en los que canta paisajes reales o interiores del alma, y
sentimientos callados.Y en lo popular, el cante y el baile por soleares
(soleá es la forma andaluza de soledad), de una fuerza y un
desgarro impresionantes. Son la más genuina creación gitano-andaluza
surgida con posterioridad a las tonás y siguiriyas; un
cante que en sus orígenes fue para bailar, que surgió de otras formas
primitivas en el primer tercio del siglo XIX. Aún resuenan los nombres de
los grandes forjadores de soleares: la Andonda, Merced la Serneta,
Paquirri el Guanté, Enrique el Mellizo, Juaniquí de Lebrija...
Y no acaba aquí el atractivo
ejercido en nuestro idioma por el nombre de Soledad: toda la geografía de
habla hispana rebosa de soledades. Son cientos los lugares bautizados con
el nombre de Soledad. Desde las islas Malvinas, cuya isla oriental se
llama la Soledad, pasando por Soledad de Doblado, municipio de México con
unos 35.000 habitantes, y varias decenas de otros lugares menores con el
mismo nombre, y un inacabable rosario de Soledades en la práctica
totalidad de los países hispanoamericanos. Eso es así porque han sido
muchos los exploradores y los fundadores de pueblos y ciudades que han
soñado encontrar en ellos la soledad que andaban buscando. Y es que
frente al mundanal alboroto, un remanso de paz y soledad es el premio que
ansía todo el que se ve zarandeado por los ajetreos de la vida. Soledad
es, en fin, un nombre de ensueño. ¡Felicidades!