SANTORAL-ONOMÁSTICA

Santos del día 29 de Septiembre

Gabriel, Miguel, Rafael santos; Fraterno, obispo; Quiriaco, ermitaño; Grimaldo, confesor; 
Eutiquio, Plauto, Dadas, Ripsimes, Gudelia y Heraclea, mártires


MIGUEL

"¿Quién como Dios?" Este es el significado que se da al nombre de Miguel. Es un grito de desafío del primero de los ángeles, el arcángel por excelencia, que en la rebelión de los ángeles díscolos toma partido por Dios con absoluta resolución. La creencia en un mundo sobrenatural poblado de espíritus, entre ellos los ángeles, es una herencia cultural y religiosa que hemos recibido de los hebreos, y ellos a su vez de pueblos más primitivos, hasta llegar a las religiones animistas, que veían a toda la naturaleza con alma, con voluntad y con vida. La fe en los ángeles tiene un arraigo profundo en nuestra cultura (otras religiones y otras culturas hay en las que estos y otros seres incorpóreos tienen mucha mayor relevancia y presencia en la vida), especialmente en la figura del Ángel de la Guarda, del que el arcángel san Miguel es el príncipe. Él es el encargado de acompañar las almas de los justos al entrar en el cielo. El nombre de Miguel figura entre los más grandes. Son muy numerosos los santuarios y ermitas dedicados al santo ángel en todo el mundo cristiano, e infinidad los grandes personajes que han llevado este nombre. Entre ellos Miguel Ángel, singular desde el punto de vista onomástico por sumar en el mismo nombre el genérico de ángel y el específico de san Miguel. Un nombre tan grande tuvo que desarrollar el femenino, cuya forma es Micaela.

San Miguel es en los textos bíblicos el "ángel protector de Israel" (Daniel 10, 13 y 21; y 12, 1). En el Apocalipsis el ángel san Miguel se destaca de la rebelión de los ángeles malos contra Dios y se pone decididamente de parte del bien. Algunos exégetas ven en esta batalla celeste del Apocalipsis la interpretación religiosa de un fenómeno astronómico extraordinario del que los pueblos guardaban memoria oral desde muy antiguo, relativo a sorprendentes movimientos del planeta Venus (llamado Lucifer, es decir el Lucero, el portador de la luz) en busca de una nueva órbita. Esto fue leído por los pueblos de oriente medio, extraordinarios y minuciosos observadores del firmamento, como la gran batalla que se produjo en el cielo, en la que las estrellas, capitaneadas por Lucifer (el Lucero) quisieron disputarle al Sol la soberanía del cielo. En esta espectacular batalla ganó el Sol, que redujo a Venus a su órbita. Y parece que es en la mitificación de este episodio celeste en el que el Apocalipsis sitúa al heroico San Miguel oponiéndose resueltamente a que Lucifer ocupe en el mundo el lugar que le corresponde a Dios (es decir, Venus el lugar del Sol). El caso es que a partir de aquí se fue configurando la figura del ángel bueno y valeroso, cuyo prototipo indiscutible era el ángel, conocido también como arcángel san Miguel. En torno a su figura se construyó el concepto de Ángel de la Guarda, a pesar de que es san Rafael el que vemos empleado especialmente en este papel.

Los que llevan este gran nombre celebran su onomástica el 29 de septiembre. Y no porque el arcángel san Miguel esté solo en el cielo, que le acompañan casi una veintena de santos del mismo nombre. Y en la geografía, en la iconografía (como un san Jorge alado), en la historia, con grandes reyes y gobernantes, en todos los órdenes de la vida hay algún Miguel haciendo grandes cosas. Es que este nombre tiene ángel. ¡Felicidades!

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