Variante inglesa
de Eduardo, que como en los casos de Benedicto y Benito, Isidoro e
Isidro, Raimundo y Ramón, son de hecho el mismo nombre, pero detrás
de cada forma de los mismos hay un personaje distinto de gran talla,
y para distinguirlos se mantienen las diferentes formas del mismo
nombre. Éste es el caso de Edgar, que es una variante inglesa de Edward nombre germánico
procedente de Hrod-ward, que significa "Guardián glorioso" y
que se reserva en la forma Edgar para san Edgar "el Pacífico",
famoso rey sajón del siglo X.
San Edgar el
Pacífico, rey de Inglaterra, nació el 944. Hijo de Edmundo el
Mágico se educó probablemente en la corte de su tío Eadredo. Al
morir su hermano Edwy en 959 quedó como único soberano de Wessex, la
Mercia y la Northumbria. Reinó con mano dura, y a pesar de la gran
inestabilidad de la época, consiguió pasar su reinado sin grandes
conflictos. Físicamente era un joven gallardo y vigoroso, con gran
vitalidad, lo que le llevó a cometer algunos excesos, que la Iglesia
le hizo expiar (se pasó siete años sin llevar corona). Tuvo como
consejero a san Dunstan, arzobispo de Canterbury, que le ayudó a
reinar con sabiduría y en paz.
Tuvo entre otros
el acierto de tratar por igual a todos sus súbditos, sin hacer
diferencia entre los ingleses, los dinamarqueses y los bretones, lo
que si bien le acarreó el disgusto de los ingleses, le permitió
reinar sin sublevaciones y sin apenas ataques externos. Venció con
facilidad a los escoceses y a los irlandeses. En 972 nombró
arzobispo de York (el poder religioso era inseparable del civil) al
dinamarqués Oswaldo, que junto con su consejero san Dunstan ofició
su coronación en Balh. Esta coronación vino a representar como la
entronización de Edgar como emperador de todos los países que
estaban aquel momento bajo la corona británica, y desde entonces
firmó los documentos oficiales denominándose Albionis Imperator
Augustus (Albión es como llamaban los romanos a Inglaterra). Los
príncipes del país de Gales, de Escocia y de la Irlanda dinamarquesa
reconocieron su autoridad de emperador. En el resto de Europa su
nombre era conocido y respetado, y tuvo embajadores en la corte de
Otón I y Otón II. Su atractivo físico, sus éxitos y su talante
impresionaron a sus contemporáneos, que lo convirtieron en un héroe
al que dedicaron varios poemas épicos. Se le recuerda muy
especialmente porque libró al país de los lobos, que eran su azote y
su pesadilla. Murió a los 32 años de edad (975) y fue enterrado en
Glastonbury. Medio milenio más tarde, en 1502, el abad de aquel
monasterio tuvo la idea de exponer sus restos en un relicario, de
donde surgió la leyenda de su santidad.
Los Edgar celebran
su onomástica el 8 de julio. Tienen como referente un héroe
de primera línea que tuvo un gran valor, una inteligencia
privilegiada y que además tuvo siempre la suerte de cara. Tanto, que
lo único que le faltaba, el honor de los altares, lo alcanzó porque
al abad del monasterio en que fue enterrado decidió ponerle
sepultura de santo, con lo que empezó a ejercer de tal, con milagros
incluidos. Estar bajo la protección de san Edgardo es como un
presagio de que la fuerza, la belleza y la suerte rondarán a los que
así se llaman. ¡Felicidades!