Yago fue
la forma que tenía en la Edad Media el nombre bíblico "Jacob",
ilustre porque lo llevó el patriarca que arrebató la primogenitura a
su hermano Esaú, y que a partir de sus doce hijos fundó el pueblo de
Israel organizado en las doce tribus; pero mucho más ilustre entre
nosotros porque éste es el nombre del apóstol al que llamamos
Santiago (Sant + Yago) el Mayor, que según la tradición vino
a predicar el Evangelio a España. El nombre hebreo del que procede Yago es Yakob y
suele interpretarse como "el que anda a la sombra de Dios".
En español tenemos
también la forma "Jaime", evolucionada a partir de la forma latina Jacobus,
que en francés dio Jacques y en italiano Giáccomo. A
partir de estas transformaciones es más fácil adivinar la
transformación de Jacobus en Jaime. La universalidad de este
nombre es extraordinaria. A ello contribuyeron en especial las
peregrinaciones al sepulcro del Apóstol en Santiago de Compostela,
desde todos los rincones de la cristiandad. Santiago fue, con Roma y
Jerusalén, uno de los tres grandes lugares de peregrinación de la
cristiandad. Tal era la multitud de peregrinos que en los tres
siglos de esplendor pululaban por los caminos que llevaban a
Santiago, que los devotos empezaron a llamar a la ruta luminosa de
la Vía Láctea , Camino de Santiago, por la semejanza entre
las innumerables estrellas de ésta con las riadas de peregrinos al
sepulcro del Apóstol.
Santiago el
Mayor, apóstol, es hermano mayor de san Juan Evangelista,
llamados ambos los hijos del Zebedeo. Estos eran, junto con san
Pedro, los tres apóstoles preferidos, a los que Jesús concede un
mayor protagonismo en su vida. Son los tres privilegiados que
asisten a la resurrección de la hija de Jairo, los que gozan de la
Transfiguración y los que están más cerca de Jesús en el Huerto de
los Olivos. Los Hijos del Trueno les puso Jesús de
sobrenombre a los dos hermanos por su fogosidad. Según narran los
Hechos de los Apóstoles, Santiago fue el primero que sufrió
martirio. Fue decapitado en Jerusalén por orden del rey de Judea,
Herodes Agripa. De sus largos viajes, su predicación en España y el
traslado de su cuerpo desde Jerusalén, nos informan las tradiciones,
algunas de ellas muy antiguas.
Santiago de
Compostela es la madre de
la multitud de ciudades que llevan este nombre. Esta ciudad se fundó
sobre el sepulcro del Apóstol. Campus Stellae (campo de la
estrella) llamaron al lugar en que fue descubierto. Hay que partir
del importantísimo hecho cultural de que los pueblos, las ciudades,
los monasterios, se tenían que edificar sobre las reliquias lo más
importantes posible (Rómulo edificó las murallas de Roma sobre el
cadáver de su hermano Remo) para entender que se trasladasen restos
funerarios desde tan lejos (Santiago murió en Jerusalén) y que luego
estos grandes sepulcros moviesen a millones de peregrinos. Sobre el
sepulcro de Santiago, pues, se edificó la imponente basílica, y en
torno a ella creció toda la bellísima y rica ciudad. Y siguiendo su
onda expansiva se fundaron Santiago de Cuba, Santiago de Chile, y
centenares de ciudades y lugares de la geografía española e
hispanoamericana con este nombre. Se pueden inundar los ojos y
saciar el alma con la belleza y la grandeza que ha hecho surgir este
nombre. ¡Felicidades a todos los Jaimes, Jacobos, Yagos y Santiagos!