Es éste un nombre
antiquísimo. Viene de los principios de Roma, cuando estaba
organizada la sociedad en torno a la familia, y en ésta tenían una
gran importancia las ceremonias religiosas. El padre de familñia era
el flamen dialis (que quizá se podría traducir como
"responsable del fuego sagrado") y su ayudante era el que
antiguamente llamaban casmillus y luego fue llamado camillus. Cuando
el Estado asumió el culto, los camilli adquirieron una
especial relevancia. Se elegía para este ministerio a los
adolescentes más hermosos, de manera que camillus acabó
siendo sinónimo de "joven y bello".
En la mitología se
llamaba Camilo el hijo de Vulcano y de la ninfa Cabira. Fue también
uno de los sobrenombres de Mercurio, por ser éste el dios mensajero
de los dioses y porque se distinguía por su juventud y belleza. La
utilización de Camilo como nombre propio de varón se inicia en la
propia Roma (Los grandes Camilos romanos son Camilo Marco Furio,
Camilo Lucio Furio y Camilo Furio). Siguió empleándose este nombre
desde entonces, pero sin llegar a popularizarse. Algunos Camilos
célebres actuales han impulsado últimamente una mayor extensión del
nombre.
San Camilo de
Lelis, es uno de esos ejemplos de cómo Dios es capaz de escribir
recto sobre renglones torcidos. Nació el santo en el reino de
Nápoles, el año 1550. Su vida hasta los 25 años puede calificarse de
todo menos ejemplar. La fueron expulsando de todas partes porque era
dado a las juergas y al juego. Así perdió cuanto tenía y se vio
obligado a mendigar. Se le hicieron unas llagas en los pies, y tanto
por curarse como por reencauzar su vida, entró como fraile lego en
el hospital de Incurables de Roma. Pero acabaron echándole por
pendenciero y jugador.
Los frailes
capuchinos le recogieron en el convento de Manfredonia y le dieron
trabajo de peón de albañil. El superior de la comunidad se cuidó
además de ayudarle a encauzar su vida, y sus consejos hicieron mella
en él. Ingresó Camilo en el noviciado de los franciscanos y luego en
el de los capuchinos, y de ambos fue expulsado; pero esta vez no por
su conducta, sino por sus llagas de los pies. Volvió al hospotal de
Incurables de Roma y fue tal la solicitud con que cuiidaba a los
enfermos, que a los cuatro años fue nombrado director del hospital.
Viendo las deficiencias del personal que servía a los enfermos,
pensó Camilo que lo ideal era fundar una orden religiosa para
atenderlos. Su director espiritual, san felipe Neri, le ayudó en el
empeño, encauzándolo hacia la carrera eclesiástica: a los 32 años se
ponía a estudiar latín en el colegio de los Jesuitas. Consiguió
salvar todas las dificultades, que no fueron pocas, y fundar la
orden de los padres Camilos, cuya misión principal fue atender a los
enfermos incurables tanto en su casa como en los hospitales.