¡REGALOS,
REGALOS,
A CUÁNTOS HICISTEIS MALOS!
Está clarísimo
que es bueno regalar, pero nos hemos desmadrado. Ni elegimos
correctamente los regalos (¡cuánta basura se regala,
especialmente en videojuegos!), ni hemos encontrado la justa
medida (los niños acaban creyendo que todo el monte es orégano,
y que se porten como se porten, se lo merecen todo y más); con
lo que algo tan santo y tan bueno, se convierte en fuente
de serios
conflictos.
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