LAS COSAS Y SUS NOMBRES NOMINA RERUM Mariano Arnal |
Pues bien, puesto que tan íntimo es el parentesco entre las murallas y las obligaciones, vamos a dar prioridad a lo físico (las murallas) que siempre ha precedido con mucha antelación a lo metafísico (en este caso las obligaciones). Advierto de paso que
éste es el método más racional: decía antes que el cielo primigenio
de los romanos es el del paladar, de la misma manera que el espíritu es
el aire que se respira, la virtud no era más que la condición de vir
(hombre libre y por tanto guerrero), y la moral no era sino la
costumbre. Siendo pues lo físico anterior a lo metafísico, no es
descabellado pensar que de las murallas vengan las obligaciones (en
francés coinciden en un mismo lexema defender y prohibir). Curiosamente munio
(amurallar) es el primitivo, y moenia
(las murallas, sólo uno de sus efectos) es el derivado. En efecto, munio,
munire, munivi, munitum significa construir cualquier clase de
guarniciones y fortificaciones, y de ahí proteger, defender (en francés
défendre es a un tiempo
defender y prohibir), preservar, prevenirse, precaverse. La adjetivación
(pasiva) la obtenemos del participio perfecto pasivo, munitus, a, um con los significados de fortificado, defendido,
seguro. Tenemos asimismo dos sustantivaciones: munitor, que es el soldado que se dedica a las fortificaciones y munitio
(transcrito como munición), que es la acción o el resultado de munire,
y que abarca una amplia gama de significados: fortificación, trabajo de
fortificación, trinchera, atrincheramiento, murallas, obras de defensa,
obras de construcción y reparación, relacionados todos ellos con la
construcción, un munus
(oficio) que nació a la par de la agricultura. Apunto como curiosidad
que Cicerón usa munitare (frecuentativo de munire)
con el significado de abrir un camino. Se trata, obviamente, de una
figura retórica. Y dejo constancia de que la inmunidad
pertenece al contexto de las defensas y las murallas, pero que al
necesitar cierto detenimiento, le dedico un artículo aparte. Volviendo al
significado de común (communis, commune)
quedamos en que es preciso retroceder de lo abstracto a lo concreto; y
bajados a este terreno, de lo complejo a lo simple. Estamos pues en que
las murallas (moenia) son anteriores al deber
(munus), y que por tanto más
fácil es que el sufijo –mún
se refiera a moenia que a múnera. Es decir que cuando vamos retrocediendo hasta encontrar el
significado primero de común,
origen y fundamento de los demás significados, probablemente nos
tropecemos con algo tan elemental como “compartir murallas”,
“estar encerrados dentro de unas mismas murallas”, “compartir
defensa, protección, seguridad”. No repugna al análisis antropológico que la primera pieza con que se construye una comunidad sean unas murallas que encierran a distintas gentes y tribus (de ahí surgirá la necesidad de los comicios tributos, de los tribunos, de los tributos y contribuciones, de los tribunales). Es el salto de la colectividad nativa, natural o nacional (que todo es lo mismo, porque es el hecho de nacer el que determina tu pertenencia a la misma), a otro género de colectividad, por el agrupamiento de vecinos (ni más ni menos que los habitantes del vicus, de la aldea) que necesitan encerrarse en unas mismas murallas, formando así una auténtica commúnitas para crear con ella una auténtica entidad política. |