Es de ver cómo nos alejamos de la Naturaleza hasta en
cosas que parecen irrelevantes, pero que finalmente
tienen una importancia vital, por lo que acabamos
pagando unos precios exorbitados. Me refiero a lareasignación
de significado a nombres urbanísticos que proceden
de accidentes geográficos, creados por la propia
Naturaleza nunca arbitrariamente, y que al ser invadidos
por la ciudad, pierden (no sólo para el común de los
ciudadanos, sino también para los responsables de
administrarla) el significado y la función original, y
pasan a representar la nueva realidad urbanística que
como un decorado se ha superpuesto a la realidad
natural. Con lo que los nombres pasan a designar el
decorado, en vez del accidente natural que lo soporta.
Me refiero a los caminos del agua,
que desde siempre se han llamado TORRENTES en la parte
más pendiente, AVENIDAS en la pendiente media y RAMBLAS
en el llano, ya en la desembocadura.
Al tratarse no de cursos regulares de agua, sino de
cauces ocasionales, que son invadidos por la ciudad,
ésta los convierte en caminos urbanos que, a medida que
intensifican su aspecto y su función urbana, van
olvidando y descuidando su función natural; hasta que la
Naturaleza vuelve por sus fueros, y lo que si no se la
hubiese violentado y despreciado hubiese sido tan sólo
una espectacular tormenta, acaba siendo una terrible
catástrofe.
El colmo de la incoherencia es que el urbanismo ha
acabado usurpando los nombres a la Naturaleza, de manera
que sólo las Avenidas y las Ramblas antiguas son
auténticas, es decir son además de vías urbanas caminos
del agua, mientras que, una vez olvidado el significado
original de los nombres, se construyen Avenidas y
Ramblas que geográficamente no lo son, lo cual es igual
que si a una calle plana la llamasen "cuesta" (sólo
porque es un nombre más bonito) y a una calle que no da
toda la vuelta (que no "ronda") un barrio o una ciudad,
la llamasen pomposamente "Ronda", que ya se hace, ya.
Es un proceso de degradación de las palabras, que se
alejan paulatinamente de su origen, es decir de su razón
de ser, para convertirse finalmente, por este
procedimiento, en arbitrarias. En este caso, el olvido
del origen del nombre y su incorrecta asignación no es
irrelevante ni inofensivo.