MILAGRO
Miror,
miratus sum, mirari
es el verbo a partir del cual se ha formado la palabra y el
concepto de milagro. Significa admirar, maravillarse, mirar
con admiración. Es un verbo deponente (forma pasiva y
significado activo, que se traduce bien como pronominal); de
él hemos derivado nuestro verbo mirar, cuya forma inicial fue
probablemente mirarse, no como reflexivo, sino como verbo en
que se implica el sujeto, con el significado de ser mirado,
tener miramiento, tener cuidado. Sólo con que partamos de la
diferencia entre ver y mirar, observamos que hemos elegido
este verbo para cargar sobre él toda la intencionalidad y la
subjetividad de ver. Si esto ha podido ser así es porque esa
carga iba ya en el verbo latino. De mirari deriva el
adjetivo mirábilis, que ya se usó en latín vulgar
con el significado de "milagroso", y que añadiéndole
el prefijo ad- ha pasado al español con el mismo
significado que en latín: admirable, digno de ser admirado.
En el mismo grupo léxico tenemos miratio y mirator,
que traducimos como admiración y admirador. Como curiosidad léxica
tenemos que del plural neutro mirabilia, que sirve para
denominar el conjunto de cosas admirables, hemos formado el
sustantivo maravilla, algo más cerca del milagro. De
hecho en latín se usa el adverbio mirabiliter de
manera que se traduce muy bien por "milagrosamente".
Llegados al término miráculum, hay que observar dos
cosas: primero, que la desinencia –ulus induce a
pensar que se trata de un diminutivo, es decir que se usa en
cualquier caso para referirse a cosas de menor entidad, por
debajo de las "maravillas" (mirabilia); y en
segundo lugar que formaba parte no sólo del lenguaje culto,
sino también del vulgar, y como tal se usaba en el teatro: mirácula
es para Plauto y Varrón una mujer feísima, un prodigio de
fealdad. El plural neutro mirácula miraculorum se usó
para designar habilidades y rasgos de astucia. Y en el
lenguaje serio miráculum era todo aquello que
provocaba admiración, sorpresa o extrañeza.
Si
comparamos esto con lo que ocurrió en griego, el proceso es
muy parecido: de qaumazw
(zaumátzo), que significa admirar, maravillarse de
algo, se formó la palabra taumaturgo qaumatourgoV
(zaumaturgós) = obrador de prodigios, que tienen ya en
esta palabra toda la connotación religiosa del milagro. ¿Cómo
se produjo el salto de lo admirable a lo milagroso? Pues de la
misma manera que se han producido todas las especializaciones
de palabras, desde la filosofía a la religión, pasando por
todas las ciencias: palabras de sentido general pasan a usarse
en exclusiva en léxicos cerrados. Hasta que no se pensó en
serio en la historia, las istoriai (historíai) eran
las historietas que iba recogiendo Herodoto o quien fuese, de
uno y de otro, sin el menor esfuerzo por comprobar si eran
fiables o no. Historia era sinónimo de cuento. Del mismo
modo, cuando tanto los clérigos como los fieles quisieron
acentuar el carácter sobrenatural de las curaciones que obtenían
encomendándose a un santo, no necesitaron cambiar de palabra,
sino dotar de nuevo sentido a la que ya venían utilizando. Miraclo,
miraglo y finalmente milagro no sólo fueron
cambiando su forma, sino también su
contenido. Tal como se fue alejando el milagro del primitivo miráculum,
se alejó también el significado. Y de la misma manera que
los santos milagreros fueron redondeando sus biografías, así
también sus milagros se hicieron cada vez más milagrosos.