Santos del día 10
de Julio
San Cristóbal; santas
Verónica, Rufina y Segunda.
VERÓNICA
Las
formas más populares de este nombre en diversas lenguas son: Feronique,
Verone, Venice, Vironica, Berenice, Veroïne. Esta gran variedad
de formas da lugar a que se propongan diversos orígenes para este
nombre. Algunos lo hacen proceder directamente de Berenice, las
reinas de Egipto y de Siria así llamadas (tenemos en el cielo la
"cabellera de Berenice"), y otros entienden que el nombre está
formado por el adjetivo latino Vera, más el sustantivo
griego eikwn (eikón, de
donde procederá icono). Según esta interpretación, el nombre
significaría "verdadera imagen", que como valor simbólico es todo un
elogio a la sinceridad y a la transparencia de carácter.
Santa Verónica es
la mujer que compadeciéndose de ver a Jesús camino del Calvario en
la vía dolorosa, movida a compasión le secó la sangre del rostro con
un lienzo, en el que quedó marcada la cara de Cristo como si hubiese
sido impresa. Diversos hallazgos y tradiciones dieron vida a este
episodio, y relevancia a la mujer que tuvo tan generoso y arriesgado
gesto con Jesús. El simple hecho de ponerse del lado de un condenado
a la pena más ignominiosa, acompañado de la multitud que le
insultaba y le escupía, era ya un gesto muy valiente. Si añadimos
que Jesús iba custodiado por soldados romanos en un país sometido,
cuya reacción era imprevisible, la acción de Verónica resplandece
todavía más. No nos dejó el Evangelio más datos de ella. Fue la
tradición la que dotó a la santa de una bella historia. La Iglesia
conmemora a esta santa el 10 de julio, día en que celebran su onomástica las
Verónicas; pueden optar, no obstante, por celebrarla el 29 de agosto
o el 13 de enero, fechas en que la Iglesia conmemora a sendas santas
de este nombre.
El nombre de
Verónica pasó a denominar, además de la santa, el lienzo en el que
imprimió el rostro del Señor. Lienzo que ha sido siempre considerado
como una de las más preciosas reliquias. La leyenda, que tuvo su
momento de esplendor en la Edad Media (como la del Santo Grial),
tiene múltiples versiones. Según una de ellas, el emperador Tiberio
padecía una enfermedad y sabiendo que la Verónica tenía el lienzo
con el rostro de Cristo, acudió a ella y al mostrárselo ésta,
quedando la imagen del Salvador ante Tiberio, éste quedó sano de
inmediato. Según otras leyendas, es Vespasiano el que está enfermo y
se cura gracias al santo lienzo. Y otras leyendas, finalmente, hacen
intervenir al evangelista Lucas, el pintor, quien no consiguiendo
representar la imagen de Cristo, tiene que acabar copiándola del
lienzo de la Verónica. La que se considera la auténtica efigie de la
Verónica se custodia en el Sancta Sanctorum de la basílica de
Letrán, en Roma. Los pintores más famosos han recreado tanto la
escena en que la Verónica limpia el rostro de Jesús, como el lienzo
llamado de La Santa Faz.
Tanto si miramos
hacia la antigüedad clásica, como si miramos hacia el cielo o si
miramos hacia la Verónica del Evangelio, damos de cara con el
esplendor de un nombre que encierra nobleza, generosidad, valentía y
renombre. ¡Felicidades!
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