Del verbo donare (donar)
proceden por una parte el sustantivo donum (don, regalo) y por
otra el participio donatus, que significa donado, regalado. Forma
parte del grupo de nombres (como Diosdado) que expresan que quien lo
lleva ha sido muy deseado y por ello es considerado cuando nace como un
don del cielo y en reconocimiento se le pone este nombre. Gozó de
considerable difusión en Italia, especialmente en el Renacimiento. Tiene
la forma femenina Donata y el diminutivo italiano Donatello. Desde que
pasó a convertirse en apellido, se ha prodigado menos el nombre.
San Donato obispo
de Arezzo, en Toscana, nació en Nicomedia de Bitinia (hoy Isnikmid) y se
trasladó con sus padres a Roma, siendo todavía de corta edad. Fue
encomendada su educación a un santo sacerdote llamado Pigmenio. Era
entonces emperador de Roma, Diocleciano, quien ordenó una dura
persecución de los cristianos. Sus padres y su maestro lo enviaron a
Arezzo, donde la persecución no era tan enconada, mientras ellos se
quedaron en Roma, donde sufrieron martirio. En Arezzo, Donato se puso
bajo la dirección del clérigo San Hilarino. Admirado San Sátiro, obispo
de la ciudad, de las cualidades de Donato, le ordenó sacerdote y le
encomendó la predicación del Evangelio. Día a día iba creciendo la fama
de elocuencia y santidad de Donato, quien a la muerte del obispo, fue
designado por el papa San Julio, el año 346, para ocupar aquella sede
episcopal, con gran alegría de los fieles y del clero. Según cuentan San
Gregorio Magno y San Antonio de Florencia, era tal su fe que Dios obró a
través de él importantes milagros por el bien de sus fieles. En la
persecución de Juliano el Apóstata fue prendido Donato por el prefecto
de Arezzo quien, ante la imposibilidad de hacerle abjurar de su fe,
mandó decapitarlo. Fue en el año 372, el decimosexto de su episcopado.
San Donato anacoreta
de Cisterón, nació en Orleáns a finales del siglo V. Tenía una memoria
tan prodigiosa, que memorizaba con una sola lectura, de manera que a los
doce años se sabía la Biblia de memoria. Acompañaban a esta cualidad un
carácter afable y una notable inclinación a ayudar a los demás, por lo
que el obispo de Orleáns se hizo cargo de su formación humana y
eclesiástica. Le ordenó antes de alcanzar la edad canónica, porque había
completado brillantemente su formación en pocos años. Pero no se
ensoberbeció de tan prodigiosa inteligencia, antes al contrario, se
retiró a la espesura de la selva, volviendo al mundanal ruido sólo
cuando las obras de caridad o de apostolado reclamaban su presencia.
Murió el año 522.
Entre los Donatos que
han dejado huella en la historia hay varios duces de Venecia, un
gran compositor, también veneciano (m. 1603), un ilustre gramático y
retórico latino del siglo IV, que fue maestro de San Jerónimo, una
treintena más de santos y especialmente el gran escultor Donatello
(1386-1466). Es espléndida la galería de Donatos ilustres que
engrandecen este nombre. ¡Felicidades!