PALOMA
Los romanos tenían un
nombre para la paloma común, a la que llamaban columba, y otro
distinto para la paloma torcaz, a la que llamaban palumba. Está claro
que del primero hemos derivado colomo y coloma, que existieron
necesariamente en nuestra lengua; de lo contrario no los tendríamos como
apellidos, ni tendríamos tampoco a Cristóbal Colón (que si nació español
fue Colomo). Otra cosa son los cultismos que recientemente se han
desarrollado a partir del latín (columbario, colombófilo...). De la forma palumba derivó
"paloma", que acabó ocupando el espacio semántico de las dos palabras. La
paloma es en nuestra cultura, ya desde el Arca de Noé, símbolo de la paz
(con el ramo de olivo) y de la reconciliación, símbolo del Espíritu Santo,
símbolo litúrgico de gran alcance. Y por si faltaba algo, la paloma
mensajera. Era inevitable que un nombre objetivamente tan bello y además con
tanta fuerza simbólica, se convirtiese en nombre de mujer. Ya en el Cantar
de los Cantares el amado llama "paloma" a la amada. Vuélvete, paloma... dice
en su Cántico san Juan de la Cruz ...La blanca palomica al arca con el
ramo se ha tornado.... Así acabó tornándose poesía el nombre de Paloma.
La Virgen de la Paloma es
toda una institución en Madrid. Data esta devoción del siglo XVIII. Todo
empieza, según la tradición, con un cuadro de la Virgen que unos chiquillos
de la calle de la Paloma, habían cogido de un montón de leña de la tahona
próxima. Parece que era del retablo de Nuestra Señora de la Soledad,
venerado en el portalillo de la calle de la Paloma, esquina a la de Solana.
Al verlo María Isabel Andrea Tintero, mujer muy pobre y muy piadosa que allí
vivía, lo rescató de manos de los niños por unas monedas, y con limosnas le
construyó una capillita. María Isabel vivía justo al lado, y dedicó su vida
al cuidado de la capilla y de su culto. Pronto corrió la voz de que esta
Virgen era milagrosa. La reina María Luisa, teniendo gravemente enfermo a
uno de sus hijos, encomendó la salud de éste a la Virgen de la Paloma. Y
como sanase, acudió a la capilla con las damas de su séquito, a donar a la
Virgen como exvoto el traje más rico del infante, y mandó que a partir de
entonces el gasto de iluminación de la capilla corriese por cuenta de
palacio. Ni que decir tiene que este milagro acabó convirtiendo la capilla
de la Virgen de la Paloma en una institución de lo más castizo. No había
pareja de novios en el Madrid popular que no pasase por la capilla de la
Virgen para que ésta bendijese su matrimonio, ni madre que no fuese a
presentar a la Virgen de la Paloma su hijo recién nacido. La capilla se hizo
pequeña y fue preciso construir una iglesia. Fue también María Isabel quien
recogió las limosnas para su construcción, que tuvo lugar en 1795,
dirigiendo la obra Francisco Sánchez, discípulo de Ventura Rodríguez. Con
esta iglesia el culto a la Virgen de la Paloma acabó de tener un carácter
oficial. La tradición en torno a la primitiva capilla quedó magistralmente
retratada en la zarzuela "La verbena de la Paloma".
Celebran las Palomas su onomástica el
15 de agosto, en la fiesta más grande de la Virgen. Celebran la suerte de
lucir un nombre marcado por la bondad, por la paz, por la dulzura y por
bellísimas tradiciones. ¡Felicidades, Paloma!