Los romanos distinguían en
las etapas de la vida de la mujer primero a la infans, infantis (igual
para niño que para niña; es lo que llamamos "bebé"; in-fans significa "que
no habla"). Seguía la puella, la niña (femenino de puer = niño).
La etapa siguiente era la de virgo (gen. virginis), que era la
mocita no casada; y al casarse recibía el tratamiento de "matrona". El
significado de Virginia es, pues, el de chica joven, en la
flor de la edad, antes de casarse. La condición de "mujer no casada", que
vino a ser el significado real durante muchos siglos de virginem (virgen),
tuvo una gran importancia social. Algunos servicios públicos (antiguamente
vinculados a los templos), como el mantenimiento del fuego, eran
encomendados a vírgenes, es decir a mujeres que renunciaban al matrimonio
para dedicarse a estos ministerios sagrados, que gozaban por otra parte de
un extraordinario prestigio social. Se popularizó el nombre de Virginia a
raíz de su imposición a uno de los primeros trece Estados de la Unión
Norteamericana, precisamente en honor de "la reina virgen" de Inglaterra,
que era como se conocía a Isabel I, hija de Enrique VIII y Ana Bolena, que
reinó de 1558 a 1603. Se la llamaba así porque nunca aceptó casarse. Ninguna
de sus relaciones cuajó en matrimonio. Recibió el nombre de Virginia toda la
región de la costa atlántica de América del norte ocupada por los
ingleses.Luego se redujo la extensión de este Estado. Si bien la creciente
importancia del Estado de Virginia contribuyó a popularizar este nombre, hay
que decir que como nombre propio de mujer existía ya desde los primeros
tiempos de los romanos.
Virginia es el
centro de una bella leyenda. Era una joven plebeya, hija de Virginio,
centurión del ejército romano, y prometida de Lucio Icilio, antiguo tribuno
de la plebe. Era Virginia de una belleza fuera de lo común, por lo que se
encaprichó de ella un magistrado de más alto nivel, el decemviro Apio
Claudio, quien no pudiendo obtenerla por su voluntad, quiso hacerlo contra
la voluntad de la joven. Recurrió a la aplicación estricta de la legalidad
vigente, en virtud de la cual, siendo Virginia hija de una esclava de Marco
Claudio, cliente de Apio Claudio, era propiedad de Marco, por lo que éste
podía vendérsela a quien quisiera o disponer de ella como le pluguiera. En
efecto, presentado el asunto ante el tribunal, éste no pudo por menos que
reconocer la propiedad de Marco Claudio sobre Virginia. Era la ley. El
padre, que no estaba dispuesto a consentir semejante afrenta para su hija,
le hundió la espada en el pecho, quedando muerta allí mismo. Fue tal la
indignación y la consternación de la plebe, que se sublevaron contra los
decemviros y exigieron su destitución, retirándose entretanto al monte
Aventino. Exigiron además que se modificara la ley que permitía estas
barbaridades. Ocurría todo esto el año 449 antes de Cristo.
Celebran las Virginias su onomástica el
14 de agosto, fiesta de Sta. Virginia virgen y mártir; pueden optar también
por el 15 de diciembre, fiesta de santa Virginia, religiosa. El nombre es
realmente muy bello: le acompaña una recia leyenda de pueblo que defiende su
honor frente al abuso de los poderosos, y una extensa región con una
historia tan bravía como la reina que le dio nombre. ¡Felicidades!