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REPORTAJES |
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Los ríos Deba y
Urola forman angostos y estrechos valles que se encajonan al
abrigo de elevadas cumbres siempre verdes. El recorrido por estas
tierras del interior guipuzkoano sorprende por la variedad de sus
paisajes, la belleza de sus monumentos y la diversidad de sus
poblaciones. Tomando la Nacional 634 o la A-8 dejando atrás
Donostia, llegamos a Deba y después a Elgoibar que conserva
edificios tan interesantes como la Iglesia de San Bartolomé de
torre barroca o la Casa Torre de Alzola. Continuando nuestro viaje
llegamos a Bergara, sin olvidarnos de Malzaga y Soraluce, pequeñas
poblaciones que destacan por sus antiguas iglesias.
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Cuando el recorrido llega a su fin nos encontramos con Azpeitia que ofrece numerosos atractivos para deleite de la vista como el Museo del Ferrocarril, la Casa del Medio Ambiente, la Iglesia de San Sebastián de Soreasu y la casa natal del músico de los Reyes Católicos Juan de Antxieta.
Llegando a la costa se encuentra el balneario de
Zestoa y el Palacio de Lili, que dan paso a Zumaia donde se
concentra una de las flotas pesqueras más dinámicas del Cantábrico.
Los sabores del pescado fresco, los asados y el paladar frío del
txakoli hacen de la jornada turística una auténtica delicia.