Disponíamos de muy poco
tiempo para descubrir la “Auld
Reekie” (vieja
chimenea), como cariñosamente es conocida la capital de Escocia.
Llegamos a Princess Street por la noche, y la densa niebla la cubría
de un halo de magia y misterio. Nos alojamos en el hotel WALDORF
ASTORIA – THE CALEDONIAN, sin duda uno de los mejores de la
capital. Cuenta con habitaciones perfectamente equipadas, con vistas
al castillo, donde no falta detalle, y dispone de dos excelentes
restaurantes, The Pompadour by Galvin y el Galvin Brasserie de
Luxe. Un detalle curioso de este hotel es que conserva partes de la
antigua estación de ferrocarril.
Al
día siguiente, después de coger fuerzas en el magnífico buffet del
hotel, tomamos nuestras mochilas y cámaras y nos dejamos seducir por
el encanto de esta ciudad.
Paseamos por Princess Street, la calle más grande y que separa la
Old Town de la New Town, una calle comercial, con infinidad de
tiendas de moda y por donde pasa el tranvía desde el año 2009. A lo
largo de esta calle pudimos ver bancos adornados con placas de
metal, con dedicatorias a personas fallecidas, seres queridos,
mascotas o incluso ciudades. Los bancos son propiedad del
ayuntamiento y la gente paga por tener una placa y conservarla en
los bancos durante algunos años.
En
Princess Street destaca un el edificio de la Galería Nacional de
Escocia y por supuesto el monumento de estilo gótico a Walter Scott,
que es el más grande del mundo dedicado a un escritor. Se pueden
obtener maravillosas vistas desde arriba, si te atreves con los 287
peldaños, incluso te dan un certificado si consigues tal hazaña.
Seguimos paseando hasta llegar al Norh Bridge, el puente que
comunica la New Town con la Old Town. Es un puente desgraciadamente
conocido por el elevado número de suicidios que allí se dan, y
pueden verse en sus paredes anuncios con “teléfonos de la
esperanza”.
Cruzando este puente llegamos a La Royal Mile (Milla Real), la calle
más famosa de Edimburgo y que debe su nombre precisamente a que mide
exactamente una milla. Comunica el Castillo de Edimburgo con el
Palacio de Holyroodhouse.
A lo
largo de ella pudimos ver numerosas tiendas para turistas, algunos
pubs y restaurantes de comida rápida. Uno de los platos “estrella”
de estos locales es la “fried pizza”, se trata de media pizza
congelada que meten directamente a la freidora.
La
Catedral de St.Giles, situada en plena Royal Mile, es sin duda
merecedora de una visita. Dentro pudimos ver la Capilla de la Orden
del Cardo, de una belleza extraordinaria.
Uno
de los mayores atractivos de la Royal Mile son sus “close” o
callejones que la atraviesan. Lo mejor es entrar o asomarse a todos
los que podamos, algunos nos ofrecen rincones con mucho encanto, y
por otros es inevitable que un escalofrío nos recorra el cuerpo,
pues a estas alturas ya habremos escuchado numerosas historias de
crímenes y fantasmas que todavía vagan libremente por esos
callejones. Ahí se construyeron casas, unas sobre otras, donde vivía
la gente más pobre y con menos recursos. Nosotros hicimos una visita
guiada en español de una hora de duración al callejón más famoso,
“The Real Mary King’s Close”. Aquí, nuestro guía caracterizado, nos
contó algunas de las historias más macabras de Edimburgo, historias
de personajes reales que allí vivieron, de peste bubónica y muerte,
de pobreza y de hambre, de fantasmas y de apariciones. Sin duda
recomendamos esta visita.
Una
de las imágenes más fotografiadas y más conocida de Edimburgo es la
vista panorámica que se obtiene desde Calton Hill. Nosotros subimos
a la colina al mediodía, antes del anochecer, para poder ver la
ciudad con diferentes tipos de luz.
Aquí
hay varias construcciones que destacan, por ejemplo la torre
dedicada a Nelson por su victoria en la batalla de Trafalgar, el
Monumento Nacional, que pretendía ser una réplica del
Partenón de Atenas pero que quedó inacabado por falta de fondos, el
Observatorio, o sin duda el más fotografiado y que aparece en
multitud de sitios como imagen de Edimburgo, el monumento dedicado
al filósofo escocés Duwald Stewart.
Después de una larga jornada, antes de volver al hotel, decidimos
dar un paseo por Grassmarket, una animada plaza con numerosos pubs y
restaurantes pero que antiguamente tuvo diferentes usos, desde
mercado de ganado hasta lugar de ejecuciones públicas.
No
queríamos dejar Escocia sin visitar las Highlands, así que para ello
contamos con la empresa VIAJAR POR ESCOCIA para hacer uno de
los tours que ofrecen, en este caso, un día completo para ver las
Tierras Altas y el lago Ness. Nuestro magnífico guía, Iván de la
Peña, nos contó numerosas historias de todas las cosas que íbamos
viendo y visitando, la matanza de Glenn Coe, historias de clanes, de
María Estuardo y por supuesto del monstruo del Lago Ness. A pesar de
ser un viaje largo en autocar, se hace muy ameno gracias al
entusiasmo y cercanía del guía.
Ya
por la noche, de vuelta a la capital, fuimos a los apartamentos
donde pasaríamos la última noche, los OLD TOWN CHAMBERS, muy
cerquita del callejón de Mary King. Se trata de unos apartamentos de
5 estrellas, cada uno es diferente y destacan por su modernidad y su
excelente equipamiento. Todos los muebles están fabricados a mano,
tiene cocina con todo lo necesario, un baño con ducha y bañera, un
equipo de música, y televisión con pantalla plana. Ofrece la
comodidad de un hotel mezclada con la libertad que te da un
apartamento.
Por
la mañana todavía nos quedaban unas horas antes de volver el
aeropuerto así que decidimos dar una vuelta por Dean Village y
Stockbridge, dos barrios a tan sólo 20 minutos andando desde el Old
Town y que sin duda nos deleitaron.
En
Dean Village paseamos por Water of Leith, un camino junto a un río
que ofrece unos paisajes bucólicos.
También tuvimos la oportunidad, ya que era domingo, de visitar el
mercadillo de Stockbridge, donde se venden productos artesanales y
hay muchos puestos de comida.
Y ya
con esto no tuvimos más remedio que volver a Madrid, con la
sensación de haber aprovechado muy bien estos dos días y medio y de
habernos empapado de una parte de la historia de Escocia, de haber
estado en sitios maravillosos y de haber conocido el carácter
abierto, amable y campechano de los escoceses.