Sin duda alguna, el
Amazonas es un destino
icónico que nos
acompaña desde que tenemos
uso de razón. Al pensar en
el Amazonas nos vienen a la
cabeza multitud de palabras:
río, selva, biodiversidad,
fauna, pulmón del planeta,
aventura, tribus indígenas…
Visitar el nacimiento del
río más largo y caudaloso
del mundo es posible de una
forma responsable y
sostenible gracias a Eywa
Lodge Amazonas,
un hotel
ecológico con el sello y la
experiencia de tres
españoles, que lo
crearon y lo regentan.
Jara, Álex y
Álvaro nos cuentan la puesta
en marcha de este acogedor
Lodge,
abierto desde verano del año
pasado a través de una
historia llena de
casualidades. Los tres
estaban de viaje en la zona
a finales de 2021 y el
Amazonas peruano les
cautivó.
Amor a primera vista con el
Amazonas
“Dormir en el Amazonas nos
pareció impresionante. Ir
por la noche en barco, parar
el motor, escuchar los
sonidos de los animales”,
nos comienza a contar Álex.
“Es una experiencia tan
diferente porque aquí eres
parte de la experiencia. Fue
clave sentirnos tan aislados
en un sitio tan remoto y con
una naturaleza tan extrema”,
recuerda Jara.
Su viaje fue un amor a
primera vista con el
Amazonas. “Todo surge como
una casualidad. Comenzamos a
hablar viajando en el barco,
pero no solo de una
oportunidad hotelera, sino
de cómo dejar huella, de
apoyar a las comunidades; y
de repente vimos un cartel
de SE VENDE y le dijimos al
guía con el que íbamos que
por favor parase”, explica
Álvaro.
La casualidad continúa
cuando Keyla, la vendedora
del terreno en el que estaba
ese cartel estaba en Cuzco
en ese momento, destino que
iban a visitar Álex, Jara y
Álvaro unos días después.
“Conocimos a Keyla, que
ahora es la encargada allí,
a la que le propusimos un
acuerdo”, comenta Álex.
“Estábamos diez días en
Cuzco y al final solo vimos
el Machu Pichu y no vimos
nada más porque fuimos de
notario en notario, de
abogado en abogado”,
continúa explicando Jara,
“nos decían si estábamos
locos”.
A partir de ahí, y tras su
vuelta a España, poner en
marcha el Lodge fue un
camino lleno de retos. “La
logística de llevar cosas es
complicada. Llevar una
cafetera allí no es como
pedir por Amazon desde aquí.
Nos encontramos con desafíos
todo el rato”, explica
Álvaro.
“En esta zona del mundo
cualquier aspecto logístico
es un desafío. Muchas cosas
las hemos llevado nosotros,
en maletas o con la ayuda de
familiares o amigos que
puedan viajar a la zona”,
dice Álex.
En nuestra propia
experiencia, llegar a Eywa
Lodge es tener la sensación
de que todo está listo y
preparado para ti.” Le hemos
puesto especial cariño en
base a nuestra propia
experiencia del viaje que
hicimos, mejorando las cosas
que en su momento vivimos”,
nos cuenta con orgullo Jara.
Si bien es cierto que Brasil
alberga el 80% del curso del
Amazonas, el nacimiento del
río está en Perú, en el
punto geográfico en el que
confluyen los ríos Marañón y
Ucayali, muy cerca de la
ciudad de Nauta y muy cerca
de Eywa Lodge.
“Conocimos a Keyla, que
ahora es la encargada allí,
a la que le propusimos un
acuerdo”, comenta Álex.
“Estábamos diez días en
Cuzco y al final solo vimos
el Machu Pichu y no vimos
nada más porque fuimos de
notario en notario, de
abogado en abogado”,
continúa explicando Jara,
“nos decían si estábamos
locos”.
¿Cómo llegar hasta aquí?
El inicio del viaje al
Amazonas peruano comienza en
Iquitos, capital del estado
de Loreto y ciudad más
grande de la Amazonía
peruana. Iquitos es la
ciudad más grande del mundo
que no está conectada por
tierra.
Llegamos a Iquitos en vuelo
directo desde Lima y el
equipo de Eywa nos recoge en
el aeropuerto para comenzar
nuestra aventura. Sin
embargo, antes de ponernos
en marcha, visitamos esta
ciudad, de 500.000
habitantes, a la orilla del
Amazonas.
Llegar a Iquitos es empezar
a sentir el Amazonas. El
calor y la humedad nos
reciben junto con un caótico
pero atractivo tráfico de
mototaxis.
Visitamos el mercado
callejero del barrio de
Belén, en el que nos
empapamos de colores,
sabores y olores que son el
aperitivo perfecto para
comenzar nuestro viaje.
Para llegar al Lodge y
empezar a adentrarnos en la
Amazonía peruana nos
desplazamos hasta la ciudad
de Nauta, en un viaje en
carretera de una hora y
media de la mano del equipo
de Eywa Lodge. Si con
Iquitos empezábamos a sentir
el Amazonas, al llegar a
Nauta nos empapamos del
mismo. En cuanto bajamos del
coche sentimos el río y
oímos las lanchas a motor,
santo y seña de esa ciudad
con aire marinero.
Y sí, ha llegado el momento,
nos montamos en un bote que
nos va a llevar hasta el
lodge, navegando por los
ríos Marañón y Ucayali y
atravesando el nacimiento
del río Amazonas, en un
viaje de una hora en que
empezamos a enamorarnos del
lugar.
Primeras sensaciones
Llegamos a Eywa Lodge
Amazonas y enseguida nos
dimos cuenta de que nuestra
experiencia iba a ser
inolvidable. Cuatro
preciosos bungalows de
madera en medio de la selva,
a la orilla del río. “¿En
serio? ¿Vamos a dormir aquí?
Qué maravilla”, es lo que se
nos viene a la cabeza.
Dejamos el equipaje y nos
avisan de que tenemos
preparado el almuerzo.
Alojarse en el Eywa Lodge
significa disfrutar de la
cocina de Líder, el cocinero
del Lodge.
En nuestra estancia
disfrutaremos de la comida
amazónica, en la que
destacamos la patarashca,
pescado envuelto en hojas de
bijao, o el tacacho con
cecina, compuesto de plátano
verde asado y machacado
mezclado con manteca de
cerdo y cecina. Cada día
Líder nos sorprendía con un
potente desayuno y
exquisitos guisos en el
almuerzo y cena, acompañados
siempre de jugosos zumos de
frutas naturales.
Tras el primer almuerzo es
el momento de adentrarnos en
el río, acompañados de
Jerson, nuestro guía y Jon,
nuestro motorista, que a
partir de este momento se
convertirán en nuestros
compañeros de viaje, en
nuestra familia amazónica.
“Si os parece, vamos a ver
delfines rosados y nos damos
un baño en el río”, nos
propone Jerson. Dicho y
hecho. Unos minutos después,
estamos en la lancha que
será nuestro medio de
transporte los siguientes
días, viendo el delfín de
río más grande del mundo,
con un peso que llega a los
185 kg y que pueden medir
hasta 2,5 metros. Y antes de
la puesta de sol nos damos
un chapuzón en el río. “No
está mal para empezar”, nos
decimos mirándonos con
asombro.
La experiencia de visita de
la Amazonía peruana es
singular gracias a los guías
de Eywa Lodge. Un equipo
experimentado en la selva
amazónica, procedentes de
las comunidades nativas,
capaces de personalizar
absolutamente nuestra
estancia según nuestras
inquietudes.
“Hay visitantes que
prefieren más aventura,
adentrarse más en la selva,
incluso dormir a la
intemperie, hay otros que
están más interesados en la
fauna, en la flora, en las
aves, otros simplemente en
descansar. Adaptamos las
actividades al gusto del que
nos visita”, nos cuenta
Jerson. Jara nos lo explica
de una manera muy sencilla,
“tienes tu guía, tu barco, y
tu motorista por lo que
tienes independencia para
hacer lo que sea”.
Acabamos nuestro primer día
en la selva con una ruta
nocturna, en la que podemos
contemplar, a la luz de las
linternas de Jerson y Jon,
escorpiones, serpientes
corales, sapos hualos, ranas
de árbol, mantonas
(serpientes de color roja),
iguanas, con la seguridad
del conocimiento de la selva
de nuestros guías.
Día de exploración de
primates
Coordinamos con nuestros
guías el segundo día de
visita. Nos adentramos en la
selva con una larga ruta
caminando. El objetivo es
encontrar primates, aunque
pasear por la selva ya es
para nosotros una
experiencia única. Logramos
ver monos autóctonos de la
zona, como el leoncillo, el
mono tití, el fraile, el
capuchino, el mono de barba
blanca o cervecero. Y
tenemos la suerte, cerca ya
de volver a nuestra lancha,
de encontrarnos un grupo de
monos choros, que se acercan
y a los que damos de comer.
A la tarde, partimos a la
búsqueda del perezoso
(Bradypus variegatus),
especie que llega a dormir
entre 18 y 20 horas al día.
Somos capaces de distinguir
dos en nuestro paseo,
atendiendo a la época seca
en la que estamos realizando
la visita, factor que
dificulta su localización.
Con una cabeza redonda, una
nariz chata y orejas
ocultas, esta encantadora
criatura encarna la
representación de la pereza,
pero a su vez de la belleza
y la ternura. Lo comprobamos
cuando vemos uno de ellos en
la base de un árbol, lo que
nos permite acariciarlo unos
segundos para luego dejarle
descansar de nuevo.
El paseo en búsqueda de
perezosos lo realizamos en
las inmediaciones de
Vistalegre, una de las
comunidades locales en la
que viven 98 personas de
forma permanente, entre
ellos Jerson nuestro guía y
Líder, el cocinero del Lodge.
Unos minutos en Vistalegre
nos ayudan a empatizar con
la vida de las comunidades
amazónicas y como el Lodge
pone su granito de arena, en
este caso con la creación de
empleo local para su
subsistencia.
Volvemos al Lodge cuando ya
se ha puesto el sol. El
Amazonas tiene para nosotros
un último regalo: un viaje
de vuelta en lancha bajo un
manto de estrellas que no se
irá de nuestra memoria.
“Vaya día, esto es
simplemente único”, nos
decimos sintiéndonos
afortunados.
Profundizando en la selva
Nuestro tercer día comienza
con un reto de nuestro guía.
“Ya he avisado al cocinero
que no os prepare nada, que
hoy se come lo que se
pesque”, nos comenta Jerson
con una sonrisa. Aceptamos
el reto y caña artesanal en
mano aprendemos el arte de
la pesca amazónica. ¿Creen
ustedes que pescamos? Con
las indicaciones de Jerson y
Jon todo es posible y sí,
conseguimos pescar varios
peces gatos del Amazonas; y
nuestros guías logran pescar
pirañas.
Tenemos el privilegio de ver
de cerca a estos peces,
conocidos por sus dientes
afilados y por su apetito
por la carne, lo que les ha
dado cierto protagonismo en
la cultura popular. El
Amazonas es el lugar donde
hay la mayor concentración
de esta especie de peces.
Aquí conviven multitud de
tipos de piraña, ya que es
una zona con una diversidad
biológica exquisita.
Completamos el día con una
nueva expedición a pie por
la selva, en un área en la
que podemos percibir de una
forma más intensa, con
Jerson y Jon abriendo camino
machete en mano, con la
sensación de ser los
primeros en caminar por
algunas zonas.
El proyecto Eywa Lodge
La Amazonía peruana es una
de las zonas de menor poder
adquisitivo del Perú.
Especialmente afectadas por
la pobreza están las
comunidades locales situadas
en pleno Amazonas. El
difícil acceso a las mismas
dificulta su desarrollo
económico.
En nuestra estancia somos
conscientes desde el primer
minuto de que Eywa Lodge
Amazonas va más allá de una
iniciativa puramente
hostelera y medioambiental.
Eywa apoya e impulsa la
sostenibilidad de las
comunidades locales,
principalmente
proporcionándoles trabajo.
El Lodge se construyó con
ayuda de trabajadores
locales y la plantilla está
formada exclusivamente por
personas de la zona.
“Es muy importante entender
a las comunidades locales.
Ha sido muy importante tener
su apoyo. Pertenecemos a la
Comunidad de Puerto Miguel.
Es parte del compromiso que
tenemos de ayudarles,
contratando solo a gente de
las comunidades locales”,
explica Álex.
Además, en el Lodge se
impulsan iniciativas que
ayudan sensiblemente a esta
zona de la Amazonía Peruana,
dinamizando y promoviendo
venta de artesanía local
revirtiendo el beneficio
total a los artesanos
locales. Jara nos expone uno
de los muchos ejemplos de
colaboración, “el año pasado
por Navidad hicimos una
recaudación de fondos en
España para ellos”.
Enamorados del Amazonas
Tras tres días maravillosos,
toca emprender el camino de
regreso, navegando hasta
Nauta, y de nuevo en coche
hasta Iquitos. Nunca nos
gustaron las despedidas,
pero en esta ocasión la
morriña es especial.
“Hemos viajado muchísimo por
todo el mundo, pero la
experiencia del Amazonas es
una experiencia única.
Puedes ir a Sídney, Londres,
París o Nueva York, todas
tienen algo, pero todas
tienen un denominador común.
El Amazonas no tiene un
denominador común con ningún
otro sitio, ni siquiera con
cualquier jungla tropical.
El Amazonas es único y nos
hemos quedado emocionalmente
vinculados a ese espacio”,
nos explicaba Álvaro.
La aventura en Eywa Lodge
Amazonas marcará un antes y
un después en nuestra idea
icónica del pulmón del
planeta. Ahora sí, ahora
entendemos a Jara, Álex y
Álvaro; ahora empatizamos
con su sueño, con el inicio
de una historia que hará de
las vacaciones del lector
que pase por el Lodge, un
viaje simplemente
inolvidable. Ahora sí que
podemos dar fe de que los
amores a primera vista
existen con el Amazonas.
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