SANTORAL-ONOMÁSTICA

Santos del día 14 de Octubre

Calixto I papa y mártir; Carponio, Evaristo, Prisciano, Saturnino y Lupo mártires; Gaudencio, Fortunato, Rústico, Justo y Donaciano obispos; Fortunata virgen; Domingo, Lúpulo, Broden y Güendolina confesores; Bernardo el peregrino; Juan Ogilve presbítero (S.J.)


ANA MARÍA

Los nombres compuestos son una evidente señal del interés de los padres por revestir a sus hijos con la virtud y el poder de los nombres, acumulada ya sea en la familia, ya sea en la cultura en la que respiramos. El nombre de Ana, de origen hebreo, significa "la graciosa" según unos etimologistas, y "compasión", según otros porque deriva de Hananya (Ananías = "Dios se ha compadecido". Pero no lo encontramos sólo en la cultura hebrea. En la antiquísima civilización caldea llamaban Ana al espíritu que regía el cielo, y que juntamente con Ea (la Tierra) y Mulge (el abismo), formaba la tríada de las grandes divinidades que gobernaban las tres regiones del universo. En Cartago, cuando llegó allí Eneas, Ana era ya un nombre de mujer. Ana es también el nombre de una antiquísima ciudad griega y el nombre romano del Guadi-ana, al que los árabes añadieron el nombre genérico Uadi o Guadi, que significa río. Está claro que las raíces de este nombre son muy profundas, y bien diversas sus ramificaciones. El referente cristiano es Santa Ana la madre de María, Madre de Dios. Es, según los evangelios apócrifos, hija de Mathan, sacerdote que vivía en Belén, y que tuvo otras dos hijas: Sobé (madre de santa Isabel y abuela de san Juan Bautista) y María (madre de María Salomé). Ana se casó con un galileo que se llamaba Joaquín. Soportó el matrimonio largos años de esterilidad, hasta que Dios se dignó escuchar su plegaria y les concedió la descendencia que tanto deseaban. Les nació María, predestinada a ser la Madre de Dios. A los tres años la consagraron al templo, en cumplimiento de su promesa. Ana fue el nombre de numerosas reinas y princesas a lo largo de la historia. Ana Bolena, esposa del rey Enrique VIII de Inglaterra; Ana de Austria, reina de Francia, hija de Felipe III de España y de Margarita de Austria, esposa de Luis XIII y madre de Luis XIV. Ana de Bohemia, llamada "la Buena Reina", esposa de Ricardo II de Inglaterra. Ana de Bretaña, reina de Francia, hija del duque de Bretaña Francisco II y Margarita de Foix,casada con Carlos VIII de Francia, del que enviudó, casándose después con Luis XII. Ana de Cleves, cuarta esposa de Enrique VIII de Inglaterra; Ana de Chipre, duquesa de Saboya; Ana de Dinamarca, reina de Escocia; Ana de Francia; Ana de Rusia y muchas más Anas. Un nombre que se ha hecho más y más grande. Las Anas celebran su onomástica el 26 de julio.

María, el nombre con el que se completa el de Ana, es el mayor nombre-fuerza de nuestra cultura. En él se sintetiza la dignificación y exaltación de la mujer: tanto la que se consagra a la maternidad, como la que renuncia a ella. María es el prototipo de madre (la Madre de Dios) y al mismo tiempo el prototipo de la mujer que para dedicarse al bien común renuncia a las exigencias de la naturaleza (La Virgen). Ella desplazó a todas las divinidades femeninas que le precedieron, quedando como única reina de los cielos. Ella es el motor que pone en movimiento el largo proceso de liberación y dignificación de la mujer en occidente. Sin María no es posible explicar la mujer de hoy. La Virgen fue el crisol en el que se labró la imagen de la mujer moderna. La misma iconografía nos marca la trayectoria. Dos nombres, el de Ana y el de María, capaces de mover montañas, con la enormidad de virtud y poder que vienen acumulando durante tantos siglos. ¡Felicidades, Ana María!

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