SANTORAL-ONOMÁSTICA

Santos del día 22 de mayo

Joaquina de Vedruna fundadora; Faustino, Timoteo, Venusto, Casto, Secundina, Emilio, Basilisco, Julia y Quiteria mártires; Fulco y Amancio confesores; Román monje; Elena virgen; Rita de Casia viuda; Ausonio, Atón y Marciano obispos.


RITA

Procede esta palabra de una serie de transformaciones. Santa Rita de Casia es la única que figura en el santoral con este nombre. El suyo original era Marsrida, una forma germánica que fue asimilada al nombre latino "Margarita", que fue su nombre de pila. Pero se la llamó siempre con la forma abreviada Rita, y así se la conoció y como tal fue canonizada, pasando a convertirse el de Rita en nombre propio que se ha labrado un lugar muy digno entre los nombres, por el gran valor y constancia de la gran mujer que lo llevó.

Santa Rita de Casia fue una mujer singular en todo, incluso en el nombre. Sabía lo que quería y no cejaba en su empeño hasta que lo alcanzaba. Nació esta gran mujer por los alrededores del 1380. Su celebridad arranca especialmente desde su entrada en religión, por lo que sólo se conocen a grandes rasgos sus anteriores pasos en la vida. Se pondera de ella el que pasase por los cuatro estados por los que se podía pasar: el de soltera, el de casada (lo estuvo durante 18 años), el de viuda y el de religiosa. Ésta fue, según la visión del pueblo, su mayor hazaña, tanto más cuanto que tuvo que vencer una durísima oposición a su empeño por entrar en el monasterio. Las únicas casadas o viudas a las que se permitía ingresar en los conventos era a las nobles, generalmente fundadoras o grandes protectoras de los mismos. No era ese el caso de santa Rita, por lo que su triunfo sobre aquel sistema inflexible tuvo caracteres épicos a los ojos del pueblo. Fue admitida, pues, en el monasterio de las ermitañas de san Agustín, en Casia, ciudad de la región de Umbría, en Italia. Pero no le hicieron la vida fácil. La habían admitido a la fuerza, poniendo siempre por delante el pretexto de que la vida religiosa era muy dura y que no sería capaz de resistirla. Y a fe que se la hicieron difícil. Pero cuanto más la humillaban, cuantas más penalidades le hacían sufrir, mayor era la admiración que sentía el pueblo por ella, hasta que se hicieron legendarios su resistencia a todas las adversidades y su admirable firmeza de voluntad. Y todo ello sin perder la sonrisa y sin menoscabo de su carácter siempre afable. Tuvo el valor añadido de alcanzar la edad poco frecuente de más de 70 años. Su culto se desarrolló desde el mismo momento de su muerte, de modo que por fin la Iglesia tuvo que canonizarla. Fue el año 1900. La devoción popular la ha proclamado Patrona de imposibles y como tal la venera y a ella se encomienda.

En conmemoración de la muerte de santa Rita, que tuvo lugar el sábado 22 de mayo de 1456, ése es el día en que celebran su onomástica las afortunadas que así se llaman.

Es éste un nombre como para sentirse orgullosa de él. Su origen, Margarita, dulce y tierno, se refiere a la flor de la duda de los enamorados ("me quiere, no me quiere..."), y es el nombre clásico, resplandeciente, de las piedras preciosas. Y en su forma breve, directa, es el nombre de una mujer voluntariosa, que marcó un hito en la historia de la lucha de la mujer por hacerse valorar y respetar por sí misma. ¿Qué más se le puede pedir a un nombre? ¡Felicidades!

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