SANTOS DEL DIA
29 DE ENERO
Gelasio II
papa; Valero, Sulpicio, Severo, Potanión y Constancio
obispos; Papías, Sarbelio y Bárbea, Babeya, Seustio y
Mauro mártires; Radegunda virgen; Cesáreo
diácono; Manuel Domingo y Sol fundador de la
Hermandad sacerdotal de Operarios Diocesanos.
VALERO
De la noble
estirpe romana de los Valerios, derivan los nombres de
Valeriano, Valerio y Valero. Toman el significado del verbo
valere, de donde procede también el nombre de
Valentín. En todos ellos subyace la idea de valiente,
fuerte, eficaz, vigoroso.
San Valero,
obispo de Zaragoza, nació en esta ciudad y murió desterrado
en Anet (Eure y Loira), el año 315. Su biógrafo, el poeta
cristiano-romano Prudencio, nos cuenta que pertenecía a la
familia consular de los Valerios. Fue elegido obispo de
Zaragoza y alcanzó una larga longevidad. Hubo de resistir,
por tanto, durante su episcopado, la persecución de
Diocleciano y Maximiano. Pero digno heredero de la tradición
de fortaleza de los cristianos, sabiendo como los mártires
que le habían precedido, que tan sólo arriesgaba su vida, no
dejó nunca de predicar y de reconfortar a los perseguidos.
Llegó a oídos de Daciano, gobernador de Hispania, que el
obispo Valero y su diácono Vicente andaban predicando a cara
descubierta la fe cristiana. Mandó detenerlos y conducirlos
cargados de cadenas a Valencia, donde residía. No se arredró
Valero ante Daciano; pero éste, que entendía que darles
mártires a los cristianos era fortalecer su fe, en vez de
debilitarla; y no deseando ensañarse con un pobre anciano,
lo condenó al destierro, reteniendo preso en Valencia a su
discípulo Vicente. Se retiró, pues, al pueblo de Anet, donde
se entregó a la oración. Murió lleno de años y méritos. Su
cuerpo fue sepultado cerca de Anet, en el castillo de Strada,
de donde fue trasladado a Rota en 1065 y de allí a Zaragoza
en 1170 por orden del rey Alfonso II de Aragón. Su fiesta se
celebra el 29 de enero.
San Valero,
obispo de Langres (Francia). Otro valiente que lo arriesgó
todo por defender a sus fieles de las ordas que sitiaban la
ciudad (siglo III). Salió el obispo Didier a pedir a los
bárbaros que abandonasen el cerco, y su respuesta fue
decapitarlo. Los fieles eligieron obispo a Valero y éste, en
vistas de que no podrían resistir por más tiempo el asedio,
organizó la salida de la población. Estaban ya muy cerca de
los montes Jura, cuando fueron alcanzados por los bárbaros,
que hicieron una terrible carnicería en los fugitivos. Pero
al obispo no quisieron matarlo sin más, sino que le dieron
una muerte lenta, que sufrió con valentía.
Valero
se ha
extendido considerablemente como apellido, representado en
todas las disciplinas: en el siglo XIX los Valero dominan el
teatro (Antonio, Isidoro, José, Josefa); como pintores
destacaron Cristóbal y Maroussia, nacida en San Petersburgo,
hija del tenor español Fernando Velero; en la abogacía se
significaron Pedro Valero Díaz y Asensio de Pradas y Alberto
Valero Martín; como escultor, Fernando Valero; como músico,
José Valero; como militares, Antonio Valero y José Valero y
Gómez de Malleus; como político, Juan Valero y Soto; y un
largo etcétera. Pueden estar orgullosos los Valero de un
nombre tan significativo y tan bien representado.
¡Felicidades! |